El Porvenir Del Ciudadano Moderno

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LA MODERNIDAD ESTATAL: SER CIUDADANO ES

(ERA) TENER UN PORVENIR1.

Dr. Alejandro Klein Caballero


Fecha de Recepcin: 27 de Julio de 2009

RESUMEN
Este trabajo busca sealar diferentes aspectos que hacen o han hecho a la
modernidad estatal, tratando de establecer especialmente aqullos parmetros que
intervienen como puntos de articulacin entre campos sociales heterogneos. Destaco
entre otros aspectos la nocin de porvenir como un elemento central en la construccin
de ciudadana, en relacin a un tipo especfico de construccin social.

PALABRAS CLAVE
Modernidad estatal, ciudadana, porvenir, sociedad amplia.

1.- La Modernidad: Presentacin General.-

Seguramente hablar de la modernidad en singular sea engaoso. Ha habido


distintas fases dentro del capitalismo (Vasconcelos, 1988) y de la modernidad en
general: una fase liberal, una fase fordista, una fase keynesiana (o de welfare state)
y una fase neoliberal, que otros (como Giddens) denominan de alta modernidad. De
esta forma, la sociedad capitalista presenta distintas maneras de organizacin
econmica y social dentro de una periodizacin histrica especfica2:

1
Este trabajo fue tomado en parte (revisado y modificado para esta publicacin) de mi tesis
doctoral, defendida en marzo del 2006 en la Escola de Servio Social, Universidad Federal de
Ro de Janeiro.
2
Cabe sealar que esta periodizacin histrica-cuya falta se hace sentir- no est desarrollada en la
llamada Escuela dos Annais, cuyas ideas sin embargo utilizo mucho. Como seala Burguire,
Aris fue insensible a las tentaciones de la historia total, as como al recurso cannico de un

ISSN: 1696-7623 Humanismo y Trabajo Social


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En cada ciclo tendremos formas predominantes de organizar el proceso y


el mercado de trabajo, as como otras instituciones econmicas y polticas
estructurantes de la acumulacin (dem: 81). Es necesario igualmente tener en
cuenta la diferencia entre el llamado capitalismo central y el perifrico
(Vasconcelos, 1989), tema que desarrollar ms adelante.

En lo que refiere a mi trabajo, tomar en cuenta principalmente como


categora de anlisis y comparacin el capitalismo keynesiano3. El mismo
signific un cambio importante en los padrones de reproduccin social,
reconocimiento del poder sindical y de los derechos de los trabajadores, como un
creciente proceso de consumo asumido por el Estado (Vasconcelos, 1988).

Destacar sin embargo, otros dos procesos, dentro de la fase keynesiana,


fundamentales como ejes de mi investigacin: la consolidacin del campo de las
polticas sociales y de la ciudadana4 y la visin del vnculo individuo-sociedad en
trminos de gestacin de una promesa que aseguraba (slidamente) un porvenir y
un proyecto tanto social como individual. En el primer caso, seala Vasconcelos
que se constata un desplazamiento (...) de una parte del conflicto capital/trabajo
para la lgica de la ciudadana y de los derechos sociales (dem: 82). De esta
manera el campo de las polticas sociales y de la ciudadana pasa a constituir el
principal escenario de la lucha de clases en los pases centrales (dem: 83).

Por otro lado, es necesario sealar cmo la idea de ciudadana es


inseparable de otra por la cual el tejido social se asienta en una promesa
(Coutinho, 2000), que al enunciar una serie de instrumentos efectivos de
ciudadanizacin y progreso social (como el trabajo y la educacin) aseguraba (ms
o menos plenamente) un lugar en la sociedad.

mnimo de determinismo sociodemogrfico [...] su mtodo le fue dictado por una concepcin de
la historia que privilegia el universo mental (Burguire, 1993: 69).
3
En este sentido, est o no explicitado, se ha de entender en lo que sigue, que cuando se
menciona a la modernidad, la misma est necesariamente referida al capitalismo keynesiano-
estatal.
4
Cabe sealar que la nocin de ciudadana no naci con la modernidad, aunque alcanz en ella su
mxima expresin (Coutinho, 2000).

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En lo que sigue tratar de desarrollar qu implic esta concepcin de la


sociedad, que en ms de un factor fue desmantelada desde el neoliberalismo
(Klein, 2006).

2.- La sociedad amplia y el futuro posible.-

Hacia 1990 Giddens reflexionaba:

Qu es la modernidad? Como primera aproximacin, digamos que la


nocin de modernidad se refiere a los modos de vida u organizacin social
que surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVII en delante y cuya
influencia, posteriormente, los han convertido en ms o menos mundiales.
Esto asocia la modernidad a un periodo de tiempo y a una inicial
localizacin geogrfica pero, por el momento, deja a resguardo en una caja
negra sus caractersticas ms importantes (Giddens, 1990: 16).

Esta idea de Giddens, emparejada a la idea de modernidad como un sistema


de vida originado en un espacio geogrfico y en una medida de tiempo, incluye
adems una nocin que llamo de sociedad amplia, definible como el consenso de
un gran todo (teorizado por el contrato narcisista de Piera Aulagnier, 1975), un
sistema de inclusin e interrelacin recproca sociedad-subjetividad (Freud, 1931),
institucionalidad slida (Lewkowicz, 2004) y figuras de mediacin (Kas, 1993).

Giddens (1990) seala que las instituciones que se inscriben en la


modernidad dan cuenta de ella, pues surgen slo y desde ella. No tienen
precedentes ni antecedentes. Esta observacin se debe complementar adems con el
hecho de que estas instituciones cristalizan una visin del hombre, una forma de
convivencia y una determinada estructura de las mentalidades.

Un punto en comn es el movimiento, celeridad de cambio (Giddens, 1990)


o ruptura que al cortar con sistemas tradicionales medioevales, establece uno
nuevo y hace imposible el retorno al pasado (medioeval, infantil en el caso del

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sujeto). Es intrnseco a la modernidad entonces lo temporal5: el esfuerzo por


establecer un pasado, indicando un futuro previsible de cambio y al mismo tiempo,
una poltica de transformacin que augura los procesos del psiquismo tal como lo
describe el psicoanlisis y el pasaje de la endogamia a la exogamia como forma
valorizada de crecimiento.

Pero hay que aadir que si se establece un futuro es para mejorar. Este
optimismo que cree en el cambio y la mejora, fue expresado por varios pensadores
(Marx, Durkheim) pero es tambin el clima de una poca y una forma de entender
la humanidad, entrecruzando porvenir social y construccin de subjetividad.

Es el riesgo y la oportunidad, pero enmarcados en el convencimiento de la


oportunidad de poseer un futuro, y ser mejor de lo que se es. En este punto se unen
las distintas elecciones negociadas de la vida: vocacional, matrimonial, de divorcio,
etc., entendidas como oportunidades de mejora a travs de una crisis (Giddens,
1997). Pasan as a tener relevancia los sistemas expertos que funcionan como
organizadores del entorno material y social en el que vivimos (Giddens, 1997),
expresin del sentimiento de confianza, seguridad y continentacin que provee la
modernidad keynesiana-estatal.

Se consolida as una experiencia de: Emancipacin [que] significa que la


vida colectiva se organiza de tal manera que el individuo es capaz (...) de actuar
de manera libre e independiente en las circunstancias de su vida social
(Giddens,1997: 270) entrelazada a una biografa (Aulagnier,1991,1994), en la
que el yo se conjuga al futuro, a travs de la autoconstruccin continua del yo por
el yo: entrada en escena de un tiempo historizado (Aulagnier,1975: 167).

El modelo de Freud (Freud, 1923) de la segunda tpica, basado en esta idea


de modernidad de riesgo, al incluir como parte esencial un yo que negocia entre

5
Esta referencia temporal se encuentra asimismo en la teorizacin sobre sistemas culturales: ()
trabajosamente fabricado en la herencia del pasado por la innovacin actual, a causa de ello las
secuencias elaboradas a travs de las cules se transforma la cultura son los productos
conjuntos de la lgica situacional que desde el Sistema Cultural hacen impacto en los contextos

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instancias. Yo que a su vez revela un dispositivo de confesin (Foucault, 1995),


operatorias de individualizacin (Burin-Meler, 1998), facilitamiento del consumo
(Giddens, 1997) y bsqueda de autenticidad y pasin narcisista (Lipovetsky,
2000).

Este consenso ilusorio y eficaz de una humanidad plena a la que se aplican


a todos por igual, sistemas abstractos, cultura y leyes, configura un sistema de vida
que denomino sociedad amplia, que implica la promesa de que todos los seres
humanos estn integrados o son integrables por la ciudadanizacin.

La ciudadanizacin keynesiana funda as un marco de expectativa razonable


de trabajo, bienestar y vida digna, revelando una estructura de cuidado y de
amparo (lo que Foucault denomina biopoltica (1984, 1988). La modernidad se
torna as un mundo posible de gente que desea vivir, cuidarse a s misma [cuidado
de s6 foucaultiano (1988, 1984)] y ser cuidada, crecer, tanto como experimentar
cosas nuevas. Una sociedad de seres vivos, que describen y piensan cmo hacer sus
vidas.

Cada persona se contina en la sociedad y la sociedad se contina en sus


ciudadanos, a los que invita a la participacin. La visin de la sociedad como un
todo invoca grandes conjuntos donde lo englobante permite que todos posean un
lugar erotizado. Tomo la denominacin de Eros, en el sentido de cmo presenta
Freud la pulsin de vida: actividad que lleva y alcanza cada vez ms a unidades
mayores (Laplanche-Pontalis, 1981). Lo integrador, nucleador y optimista (Fisher,
1996) hace que la sociedad (y lo urbano) aparezcan armoniosos y con tejido
social ms unido (Pretecille, 1996: 22). Teresa Pires do Rio Caldeira (2000)

que se encuentran los agentes y de sus respuestas Socioculturales a ellos. Este es el proceso
genrico por el cul el futuro cultural se hace en el presente. (Acher, 1997: 22).
6
En la relacin que l tiene con si mismo en sus diferentes acciones, pensamientos y sentimientos,
se constituye como sujeto moral, el nfasis esta puesto en las formas de relacin consigo
propio, en los procedimientos y tcnicas por medio de las cuales ellas las elabora, en los
ejercicios por lo cuales se propone a si mismo como objeto a conocer y en las prcticas en
que se permite transformar su propio modo de ser (Foucault, 1984: 215).

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describe ese modelo urbano-histrico, donde las clases sociales parecan poder
convivir e interrelacionarse.

Se desarrolla pues una cultura urbana con funcin unificadora, que


descansa en el ideal de dilogo e ignora conflictos sociales y de clases irresolubles,
en el entendido de que el marco de referencia ineludible de un proyecto de
ciudadana, est vigente y es unificador.

Por esta cultura del dilogo, el otro es alguien reconocible y con el cual se
puede compartir y discutir de forma razonable, antes que recurrir a la violencia o la
hostilidad (Beck, 1997), generando con ese amigo-vecino cooperacin e
intercambio dentro de una conciencia de contingencia por la que todos somos y
tenemos derecho a ser distintos, consolidndose un ideal de lo fraternal que tiene
que ver con la tolerancia, la diversidad y la solidaridad (Bauman, 1999).

Como indica Dufour:

A modernidade , pois, um espao em que se encontraro os sujeitos como


tal submetidos a vrios grandes Sujeitos (...) um novo grande Sujeito
sobrevindo depois de todos os outros quanto ao lugar aberto no pensamento
onde se discutem ao infinito todos os desacordos possveis (...). H, pois,
grande Sujeito na modernidade, Outro e at muitos Outros, ou, pelo menos,
muitas figuras do Outro (Dufour, 2005:49).

Su contrario es la violencia que anula lo distinto y ajeno (Jeammet, 1998).

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3.- Lo Fraterno y el Estado.-

Pero esta flecha hacia el porvenir y al encuentro del otro no oculta que la
modernidad es tambin una fascinante mezcla de ambigedades (democracia
versus totalitarismo; tolerancia versus intolerancia; utopa versus desencanto;
norma versus transgresin). Me detendr en una en particular: horizontalidad
versus verticalidad.

Lo horizontal despliega el gusto de la modernidad por el amigo7, el grupo


de pares, el hermano, figuras que se unen en un sentido de fraternidad que
impone la idea de espacio de libertad y eleccin personal (Aris-Duby v.VI,
1990), tanto como la de emancipacin y alteridad. La misma aparece igualmente
como potencial emancipatorio y respeto a la alteridad del otro (Bauman, 1999),
sueo de una fraternidad universal que sea la base de la reconstruccin del
mundo (Aris- Duby v.VI, 1990: 81).

Esta importancia estructurante de lo fraterno a nivel social y subjetivo, ha


sido destacada por Kancyper (1992, 1997) (complejo fraterno), Birman (2001)
(valores de alteridad, reciprocidad y reconocimiento como forma no-narcisista de
aceptar al otro), Kehl (2000) (asuncin de la incompletud en torno a la tica y la
responsabilidad) y Ruiz (2000) (responsabilizacin por el sufrimiento del otro). Se
acompaa de la nocin de autodeterminacin: soy yo mismo; me creo a mi
mismo; no le debo nada a nadie, definiendo un conjunto de actitudes, librado a
la eleccin y la espontaneidad, que articula una construccin de subjetividad
basada en el yo, la personalidad y la existencia del mundo interno.

7
Su importancia es tan radical que: Hay que reconocer que, an estando reglamentada y
codificada, la amistad no se identifica con ninguna institucin estable y visible de las
sociedades de la Europa moderna (Aris-Duby v VI, 1990: 60). Por otra parte, corresponde a
una mentalidad mercantil-capitalista: (...) la amistad, al igual que el parentesco y la alianza,
inspira una autntica carrera para conservar y aumentar, mediante la renovacin y la
acumulacin, ese capital primordial (Aris-Duby v VI, 1990: 63).

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Se opone al anterior, un funcionamiento social de verticalidad biolgica


(vnculos de filiacin) y social (vnculos de trabajo), que destacan la necesidad de
jerarquas y desigualdades (Aris-Duby v. VI, 1990).

Lo fraterno se podra relacionar a la ndole reflexiva de la modernidad por


la cual el contraste con la tradicin es inherente a la nocin de la modernidad
(Giddens, 1997: 44). Una consecuencia es la crtica a lo paterno y a los sistemas
instituidos que no admiten dimensin instituyente: la Revolucin (...) limita en
numerosos puntos los poderes del padre (Aris-Duby v. VII, 1990: 17)

Esa fraternidad de los hermanos es el Estado, opuesta a los poderes


(anacrnicos) del Padre tirnico: La autoridad pblica adoptaba ahora un papel
activo en la constitucin de la familia (Aris-Duby, v. VII, 1990: 36). Su
autoridad ya no emana de la tradicin oral, sino de un Cdigo, es decir, su poder
est regulado (y entonces inevitablemente controlado) por la ley8. Dentro de estas
estipulaciones debera incluirse la necesariedad de lo pedaggico como un espacio
extra-familiar. El padre, la familia, por s sola ya es incapaz de proporcionar la
disciplina y el conocimiento que la escuela aporta (Aris-Duby v. XI, 1990).

En este cuestionamiento y relativizacin de la figura paterna-familiar, existe


una crtica a las figuras incuestionables de la autoridad: Las formas de autoridad
tradicional han pasado a ser tan slo autoridades entre otras (Giddens, 1997:
246-247); la modernidad ha reconstruido la tradicin a medida que la ha
disuelto (Beck, 1997: 76). De la misma manera, Benjamin (1982) analiza cmo la
tcnica reproductiva desvincula lo reproducido del mbito de la tradicin;
Tocqueville (Nisbet v. I,1996) los cambios en la sociedad democrtica; Freud
(1913) la substitucin del Padre de la Horda a la liga de hermanos; Barrn (1991) el
pasaje de pubertad a adolescencia, Burin-Meler (1998) la individuacin creciente y
Jel Dor (1990), el rol del padre muerto el que impone retrospectivamente la
institucin de la interdiccin del incesto.

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Se consolida as la figura primordial de la confrontacin que aglutina el


cuestionamiento a la autoridad, as como el consenso social que sostiene la
necesidad de crtica dirigida a lo que es tradicin: ya nadie puede decir: soy un
hombre y los hombres somos as, me niego a seguir discutiendo las cosas (Beck,
1997: 135). La tradicin persiste slo en la medida que tolera la discusin y el
enfrentamiento (Beck, 1997), con lo que se reafirma an ms la necesidad de
pensar en s mismos y por s mismos. Por el contrario: Dedicacin, abnegacin,
olvido de s misma. Con estas virtudes cardinales, la ruptura es imposible (Duby-
Perrot v. VIII, 1991: 231).

El padre se ha tornado dbil, incapaz de sostener por si mismo una nueva


sociedad: divide antes que integrar. De all que se hace imprescindible la
participacin del Estado, capaz tanto de totalizar como de individualizar (Foucault,
1984) y representar al conjunto social (Pizzorno, 1988).

4.- Figuras de mediacin.-

Creo que si Estado, Familia y Ciudadana son figuras de mediacin por


excelencia, es porque la modernidad establece a las mismas como formas
privilegiadas del vnculo sujeto-sociedad y sujeto-antecesores-descendientes. Vale
decir que hacen posible que lo heredado de los antecesores se pueda poseer y
transmitir. De forma contraria, se anulara el sentido de porvenir y futuro. Estas
operatorias de recibir, transformar y anticipar (Kas, 1994), implican la
consolidacin de un vnculo estable entre el sujeto y lo social, estando ambos en un
proceso de permanente reciprocidad y doble apuntalamiento. Por eso Kas indica
sobre las figuras de mediacin: Estas formaciones y estos procesos psquicos en el
interior del conjunto se rigen por una lgica del conjunto y al mismo tiempo por la
lgica de los procesos individuales (Kas, 1994: 131).

8
(...) segn Le Play, la Revolucin [haba] matado al padre al retirarle el derecho a testar (Aris-
Duby v. VII, 1990: 128).

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Dicho de otra manera, se trata de un doble proceso: el conjunto organiza las


figuras de mediacin, tanto como stas organizan a aqul, consolidando un modelo
homeosttico de funcionamiento social, vincular y psquico. Pero tambin puntos
de anudamiento (Kas, 1993) que aseguran mediaciones, conflictos y solidez.

Situacin inseparable de la reciprocidad heterognea entre sujeto-sociedad:


la insercin social (...) transforma al sujeto en transmisor y actor de una
organizacin social en la cual es sujeto activo y objeto pasivo (Puget, 1991: 26-
27) Por tanto, el sujeto es para s mismo su propio fin, sujeto de los procesos
inconscientes y sujeto tambin de una cadena de la que l es miembro: parte
constituyente y parte constituida, heredero y transmisor, eslabn en un conjunto
(Kas, 1993: 133).

De esta manera, el nexo entre sociedad y sujeto pasa a significar el qu


hacer con lo que no puede dejar de transmitirse: Si los procesos psquicos de una
generacin no se transmitieran a otra (...) cada una estara obligada a recomenzar
su aprendizaje de la vida (Kas, 1993: 44). Para que haya sujeto del inconsciente,
aquello que viene como herencia tiene que sufrir una transformacin (Kas, 1993)
que se vuelve exigencia y definicin de actividad psquica. El aparato psquico no
puede aceptar nada que venga de afuera sin sufrir transformacin, a no ser que se
imponga lo transubjetivo como forma de funcionamiento psquico, o sea,
originndose en el psiquismo el implante traumtico de contenidos del afuera
que ingresan sin transformacin.

La cuestin de la modernidad es una cuestin de transmisin: tentativas de


poner en juego, tratar y pensar lo que se ha roto o la voluntad de ensanchar
todava la distancia entre lo antiguo y lo nuevo (...) el concepto de
modernidad es, en el lmite, aquel por el cual cada generacin se despega de
la precedente y se coloca en posicin de instituirse su heredera (Kas,
1996: 29).

Se trata a mi entender, de mantener lo reconocible, sosteniendo un sentido,


frente al cual lo absurdo permanece como un accidente superable. As: En todo

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ser humano que aspire a pensarse como individuo singular hay una insistencia
subjetiva que lo empuja a la rememoracin y a la investigacin del pasado
(Enrquez, 1990: 102).

El pasado debe constituirse de manera tal que no invada ni invalide los


esfuerzos por hacer del presente un jaln que va hacia el futuro. Este
imprescindible trabajo de la memoria implica una anamnesis historiogrfica (dem)
como soporte de la subjetividad y control del tiempo (Beck, 1997), que hace del
tiempo que transcurre, una historia personal. De esta manera, transmisin,
memoria colectiva, memoria individual y consolidacin de la vivencia temporal
estn ntimamente entrelazadas. Cuando un elemento de esta matriz se debilita o
desaparece surgen patologas en la subjetividad, por lo cual Kas se inclina a
analizar los problemas de la modernidad en torno a las dificultades de transmisin
(Kas, 1996).

Me interesa entonces destacar la idea que la sociedad keynesiana es una


sociedad de herederos. Pero para que haya heredero, debe existir herencia
disponible y capacidad de aceptar la muerte, que marca la diferencia entre
generaciones, a travs de la posibilidad de un duelo (que en definitiva es un trabajo
de la memoria) que resignifica la historia generacional y subjetiva.

5.- Contrato social-narcisista.-

Esta reciprocidad sociedad-sujeto, es fundamento y expresin de un


contrato que exigir que los individuos acten como seres autnomos (Castel,
1997) que aceptan la necesidad de renuncia para obtener una compensacin (Freud,
1931) y un derecho a protegerse de la violencia (Kas, 1993). Surge la nocin de:
comunidad de todos los ciudadanos (Aris-Duby v VI, 1990: 48), que legitima la
necesidad de un contrato real o imaginario (Nisbet v. II, 1996) que postula que la
sociedad est integrada por individuos detentores de derechos a los que la
comunidad defendera (Pacheco, 2000).

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Su garante es la ley y se es el fundamento esencial del contrato social: la


existencia indudable de garantas. Dicho de otra manera, no creo como Kas (1993)
que el contrato social sea el fundamento de la sociedad (de hecho en el
neoliberalismo existe una des- contractualizacin generalizada), sino que es el mito
por antonomasia de la modernidad en general y de la modernidad estatal en
particular. Mito fundacional que permite reunir distintos aspectos: trascendencia
de la ley, continuidad generacional, reciprocidad, pacificacin social y lo
anticipatorio. A.M. Fernndez (1993) al retomar la distincin de Castoriadis entre
imaginario social efectivo (instituido) e imaginario social radical (instituyente),
ubica al mito como una cristalizacin de significacin que opera como organizador
de sentido, pieza clave en el sostenimiento de lo instituido.

El sujeto, a travs de este contrato social-narcisista, a su vez busca y debe


encontrar referencias9 que le permitan proyectarse hacia un futuro (Aulagnier,
1975: 158). Esta anticipacin al futuro -enunciados o voces- permite un pasaje de
la familia de origen a la de destino, de la infancia a otras etapas etarias, revelando
el sostn de espacios sociales catectizados y siempre disponibles a ser ocupados,
a los cuales el sujeto presta acto de fe en su existencia.

Es un proceso indisociable y recproco: el conjunto social reconoce a un


portavoz y el sujeto hace suya una verdad de convivencia que tiene un fundamento
social. La sociedad anticipa y catectiza un lugar vaco al cual un yo advendr y a su
vez, el sujeto catectiza lo social como lugar del cual el yo se aduea. Situacin
simultneamente instituida e instituyente: retomar una voz muerta (asegurando la
continuidad) (Aulagnier, 1975); pero que adems implica transformar como propio
lo que es ajeno (asegurando la renovacin y la discontinuidad). El futuro se forja

9
En estas referencias habra que agregar el concepto de experiencia secuestrada: tienen el efecto
de suprimir ciertos aspectos bsicos de la experiencia de la vida (...) procesos interconectados
de ocultamiento que apartan de las rutinas de la vida ordinaria los siguientes fenmenos: la
locura, la criminalidad, la enfermedad y la muerte, la sexualidad y la naturaleza (Giddens, 1997:
199). O sea, se trata de un pacto denegativo (Missenard, 1989) propio de la modernidad que
deja fuera aquello necesario para poder vivir y para convivir.

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desde uno mismo, pero integrado a un horizonte de proyectos sociales disponibles


y viables.

Siguiendo a Lyotard (1989), dira entonces que la sociedad keynesiana es


un metarelato que incluye una doble metfora de lo materno y lo paterno. Por la
primera, quiere demostrar su capacidad de ser fuente nutricia y proveedora; por la
segunda, mantiene una regulacin que alienta el crecimiento maduro y controlado
de sus hijos-ciudadanos.

Pero implica tambin un debate entre el anhelo de libertad y la


consolidacin del control social. En cualquiera de sus dos vertientes, la modernidad
en general ha sido antes que cualquier otra cosa, un proyecto poltico opuesto al
rgimen feudal. Ese "contra" marca en gran parte su orientacin desconfiada, pero
anhelante del poder. Ambigedad que Foucault (1984) describe magistralmente a
travs del par biopoltica-tanatopoltica.

Situacin que de cierta manera recoge la modernidad keynesiana en torno al


programa democrtico y de ciudadana (que no descarta, por momentos, lo
autoritario), buscando establecer un equilibrio permanente entre sociedad e
individuo. Si la sociedad crece mucho, ahoga al individuo; si es el individuo el
que predomina, puede destruir a la sociedad.

Por otro lado, como proyecto-promesa, la modernidad keynesiana ha


encontrado tres maneras de manifestarse desde el imaginario social: en tanto
sociedad transparente, muestra que no tiene intereses propios sino que reparte sus
dones igualitariamente entre todos sus integrantes; en tanto sociedad tica,
cristaliza valores substanciales y en tanto sociedad administrante, reclama y
sostiene para s una forma de gobierno ptimo y racional.

La sociedad se construye, como extensin de una poltica racional


(Foucault, 1984) con predominio de la comprensin y la bsqueda positiva de
resultados. Probablemente esta modernidad hara suya la opinin de que: la
actitud reflexiva, quinta esencial de los seres humanos para defenderse de su

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condicionamiento () le da la capacidad de responder con originalidad a su


contexto presente (Acher, 1997: 22).

Este imaginario de la sociedad keynesiana, forj as una construccin social


que se verifica preferentemente a travs de la bsqueda de justicia, porvenir, futuro,
inclusin de lo heterogneo, espacios de articulacin, negociacin y conflicto,
protagonismo del ciudadano, oportunidad, compensacin, amparo y proteccin.
Idea consubstancial a la fase keynesiana, de la que no participa por cierto (como
sealaba al comienzo del captulo), la modernidad en general.

6.- Presentacin de la problemtica de ciudadana.-

Por ltimo quisiera ofrecer algunas reflexiones en torno al programa de


ciudadana tal como impulsado por la modernidad y la modernidad estatal en
particular. Este programa tienen efectos de resonancia tan profundos que se han
vuelto inseparables de lo que se considera una sociedad organizada racional y
democrticamente.

Probablemente hablar de la ciudadana en general sea tan imposible como


hablar de LA modernidad con la misma amplitud. Distintos autores (Coutinho,
2000) (Vasconcelos, 1988) indican que la problemtica de ciudadana es
inseparable de un soporte histrico preciso, inscripto en una larga lucha de los
trabajadores por su derecho al voto, polticas sociales, etc.

Lo que busco destacar en este apartado, es cmo (y desde su contexto


histrico preciso) la ciudadana generada desde la matriz keynesiana se enlazaba a
un importante sentido de promesa, concretizable en mayor o menor grado, en
distintas realizaciones. Al mismo tiempo deseo destacar que el proceso de
ciudadana implica, adems de posiciones polticas y econmicas, una forma de
subjetividad asentada en la capacidad de mentalizar situaciones y personas en
forma de opciones y alternativas y con aceptacin de las diferencias regidas por la
ley: El ciudadano es el tipo de sujeto forjado por un Estado que enuncia que la

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soberana emana del pueblo () es un tipo subjetivo organizado por la suposicin


bsica de que, real o potencialmente, la ley es la misma para todos (Lewkowicz,
2004: 57).

Este modelo keynesiano de ciudadana se desenvuelve en el percibir al otro


como un semejante, un reconocible, un -si se quiere- vecino. Implica adems, al
mismo tiempo, ser percibido por la sociedad como un interlocutor vlido, alguien
que tiene o desea tener, un lugar de integracin en la misma:

El discurso de la ciudadana (...) tena poder performativo no porque


necesariamente en la prctica se concretara el principio de igualdad entre
los hombres sino porque produca interpelacin, deseo de formar parte de
esa ficcin, de ese universo de discurso, de valores, de principios de
prcticas (Duschatzky, 2002: 82).

El otro en tanto vecino, patriota, amigo, colega o simplemente


como interlocutor, contexta un marco de dilogo, de valoracin del intercambio
que es tambin co-apuntalante de diversos compromisos sociales, grupales y
personales basados en una sociedad de empleo y salario, que busca al mismo
tiempo disimular sus conflictos de clase:

La sociedad salarial es la formacin social que llev a conjurar en gran


medida la vulnerabilidad de masas, y a asegurar una gran participacin en
los valores sociales comunes (...) no igualdad de las condiciones, pero s
regulacin de los conflictos; no igualdad de las condiciones, pero s
compatibilidad de las diferencias; no justicia social, pero s control y
reduccin de la arbitrariedad de todos los ricos y poderosos; no gobierno de
todos, pero s representacin de todos los intereses, llevados al debate en la
escena pblica (...) Est asimismo en el orden de la ciudadana social (...)
vehculo concreto sobre cuya base se erigen los derechos y deberes sociales,
las responsabilidades y el reconocimiento, al mismo tiempo que las
sujeciones y las coacciones (Castel, 1997: 456).

Como indica Castel, el capitalismo genera clases dominantes y clases


dominadas, tanto como matices y heterogeneidades que slo pueden ser tenidos en

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La modernidad estatal: Ser ciudadano es (era)

cuenta si se asienta la capacidad de reconocer al otro en su alteridad y


singularidad. Esta disponibilidad al dilogo y capacidad de flexibilidad
argumental, se puede relacionar a lo que Macedo seala como razonabilidad
pblica:

Los ciudadanos liberales deben dar razones que sustenten sus reclamos
polticos, en lugar de limitarse a manifestar preferencias o proferir
amenazas. Estas razones deben adems ser pblicas en el sentido de que
deben ser capaces de convencer a personas de diferentes creencias y
nacionalidades (Kymlicka-Wayne, 1997: 23).

Es desde esta perspectiva que se podra pensar que la Persona, el Estado y la


Ciudadana son inseparables:

Desde la potencia soberana del Estado, la sociedad civil se organiza segn


parmetros jurdicos. Las reglas de convivencia proceden de -o son
incompatibles con- la organizacin jurdica de la nacin (...) La regla social
es compatible con el corpus legal; la regla social se somete al poder de
punicin del Estado (Lewkowicz, 2004: 192).

Aunque Lewkowicz no lo explicita, en realidad es el keynesianismo el que


logra esta conjuncin por la que se produce:

Profundas transformaciones en la estructura del Estado y de la sociedad


civil (...) [se genera entonces un desplazamiento] (...) de una parte el
conflicto capital/trabajo para la lgica de la ciudadana y de los derechos
sociales, o una prominencia del eje distributivo en la lucha de clase siendo
su mayor foco el Estado (Vasconcelos, 1988: 81-82).

Esto hace que se efectivice: una gradual y creciente valorizacin de las


prerrogativas y de los derechos de la persona (dem: 82). Esta valorizacin de la
persona, de sus aportes, de su inclusin progresiva e indefinida en lo social, forma
parte de lo que llamo sociedad amplia.

Como es sabido, Marshall (1967) distingue tres elementos dentro del


concepto de ciudadana: derechos civiles, polticos y sociales. Es interesante hacer

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notar que para ste, estos derechos son progresivos e histricos. Primero surgen los
derechos civiles (siglo XVIII), luego los polticos (siglo XIX) y finalmente los
sociales (desde el siglo XX). Esta posicin es criticable como una visin
funcionalista que enfoca el cambio de una sociedad pre-industrial a otra industrial,
dentro de una perspectiva evolucionista (Vasconcelos, 1988). Por otro lado, es
necesario recalcar sus aspectos claramente utpicos10 e ingenuos en el sentido de
una marcha irreversible de la ciudadana.

Asimismo, cabe sealar que sus ideas expresan el consenso extendido de la


modernidad keynesiana de que los derechos sociales implican la impostergabilidad
y el derecho de participar integralmente en la herencia social (dem: 27). As,
la transmisin generacional y la biografa personal se conjugan un tiempo social-
personal, que consolida la sensacin de continuidad y entrelazamiento social: el
ciudadano es una persona que puede tener la expectativa razonable de logros en su
tiempo personal, ajustados a un devenir social que le garantiza derechos.

De esta manera seala Vasconcelos, que el desarrollo de la ciudadana en


este sentido de promesa involucra la extensin de cada derecho hasta incluir toda
la poblacin (Op. cit: 91), como una prctica justa y razonable. Sin embargo, cabe
sealar que estos derechos no son otorgados, sino que deben ser asimismo
conquistados. Coutinho acota que: la generalizacin de los derechos polticos,
hasta en el mismo nivel de sufragio, es el resultado de la lucha de la clase
trabajadora (Coutinho, 2000: 60).

Ciudadana es la capacidad conquistada por algunos individuos, o (en el


caso de una democracia efectiva) por todos los individuos, de apropiarse de
los bienes socialmente creados, de actualizar todas las potencialidades de
realizacin humana abiertas por la vida social en cada contexto
histricamente determinado (op.cit: 50-51).

10
En muchos pases europeos varios de estos progresos recin ocurrieron en los ltimos cincuenta
aos y frecuentemente en un orden inverso. Y an en Inglaterra la evidencia histrica habla de
un modelo de flujo y reflujo ms que de un esquema lineal (Kymlicka-Wayne, 1997: 5-8).

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La modernidad estatal: Ser ciudadano es (era)

Kymlicka y Norman indican que existe una verdadera renovacin del tema
de ciudadana: ya que el concepto de ciudadana parece integrar las exigencias de
justicias y de pertenencia comunitaria, que son respectivamente los conceptos
centrales de la filosofa poltica de los aos setenta y ochenta(Kymlicka-Wayne,
1997: 5).

Como sea esta conquista, an en su nivel ms apasionado o agresivo,


implica un sentido de pertenencia en el sentido de que aqul que interpela por sus
derechos, se siente parte indudable de esa matriz social interpelada. Sociedad y
sujeto se reflejan uno en el otro, desde un modelo social que desde la modernidad
keynesiana, preconiza y valoriza la capacidad de escucha y recepcin. Matriz social
que a su vez se reconoce, como un eco resignificante, en ese sujeto al que valida
como interpelador. Desde esta perspectiva, esta modernidad es indisociable de
sociedad integradora.

La situacin de ciudadana, creo que conlleva as a la relacin que se


establezca entre lo instituido y lo instituyente (as: la ciudadana se otorga o se
crea?). Pero si la ciudadana es ms que la sociedad que la produce como tal,
podemos pensar que de todos modos el hombre socialmente instituido no se agota
en la figura visible delineada por las prcticas y los discursos que lo han
instituido (Lewkowicz, 2001: 20).

Vale decir: podramos situar el campo de la ciudadana como aquel en que


se verifica que lo instituido es incapaz de predecir el instituyente que genera. Idea
quizs emparentable a aqulla de Foucault (1984,1988) de que el poder necesita
quien lo resista, lo que termina por generar sujetos que no estn previstos ni son
previsibles en el dispositivo instituido del poder. La resistencia foucaultiana
recibe en Lewkowicz el nombre de envs subjetivo, necesario para dar cuenta de
un efecto decisivo: las mutaciones tanto del lazo como de la subjetividad
socialmente instituida (Op. cit: 21).

Es el pasaje de un esquema de causa-efecto a un paradigma complejizante,


por el cual, el sujeto (o el ciudadano) no es ni puede ser igual a los dispositivos

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instituidos que le conciernen. Quizs se ha insistido demasiado en que la


ciudadanizacin del sujeto tiene que ver con la consolidacin de espacios de
participacin, privilegiando estrictamente un nivel de lectura poltica instituida de
ciudadana. Pero ciudadana implica adems capacidad consolidada de cambio,
herencia y transformacin.

Se podra debatir adems sobre si la ciudadana se genera slo por un


proceso de conquistas de derechos sociales, o adems, por una forma de
articulacin y mediacin precisa entre construccin de subjetividad y dinmica
social (que es lo que P. Aulagnier denomina contrato narcisista y Lewkowicz
subjetivacin).

Mi perspectiva es que ciudadana no es slo ganar espacios (como quien


gana terrenos al mar), sino que adems implica una estructura de dilogo11,
reconocimiento y confianza (aunque sea mnima) dentro de la sociedad keynesiana,
de forma tal que la ciudadana es el punto de interseccin entre aquello que se
transmite y aquello capaz de transformacin.

Por tanto, no es solo tolerar socialmente la conquista de derechos justos,


es tambin la expresin de figuras de mediacin que establecen pactos y contratos
que convalidan una poltica del intercambio y la exigencia de redes vinculares y
emocionales. O sea, ciudadana no es algo que repose slo en la realidad
material, es tambin realidad psquica y vincular, que poco tienen de ficcin
y mucho ms de una operatoria social (efectiva) de anticipacin y disponibilidad de
lugares sociales, que a su vez deben ser transformados por quien los habite (Klein,
2006).

Supongo as, que el conjunto social cumple funciones estructurantes en una


red de relaciones intersubjetivas, que a su vez no dejan de influir en la propia

11
Como ya aclar no me refiero al dilogo liberal, sino un dilogo keynesiano, que no excluye sin
embargo, la persistencia de distintas luchas sociales, pero s un imaginario de espacios de
negociacin y encuentro.

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sociedad. Sentimiento de pertenencia, reconocimiento y transformacin se hacen


inseparables y por momentos quizs (positivamente) indistinguibles.-

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