JOHAN CAMARGO ACOSTA - La Definición Del Proceso
JOHAN CAMARGO ACOSTA - La Definición Del Proceso
JOHAN CAMARGO ACOSTA - La Definición Del Proceso
SUMARIO: I.- Introducción.- II.- ¿Cómo se define el Proceso?.- III.- Los sistemas procesales.- IV.-
El Centrismo Procesal, Sistema Mixto o Publicista.- V.- ¿Cuál es el riesgo de contar con un Sistema
Mixto?.- VI.- La probanza de las afirmaciones es una carga procesal.- VII.- Entonces… ¿Qué pasa
con los desprotegidos?, ¿acaso están condenados a ser siempre derrotados en juicio?
I.- Introducción
Resaltamos la vital importancia que reviste este primer ítem, toda vez que será a
partir de la concepción filosófica que se tenga de esta institución –de manera
global-, que se interiorizará el conocimiento y se desempeñará la práctica procesal;
por ello nos permitimos resaltar algunos aspectos referidos a este concepto, que
estimamos pertinente aclarar a nuestros amigos lectores para lograr un mejor
entendimiento del tema abordado.
Dentro de la noción básica que solemos tener de “El Proceso”, se tiene la idea de
un mecanismo o medio estructurado en diversas etapas previamente definidas,
mediante el cual dos contendores, en perfecta situación de igualdad, a los que les
asiste los mismos derechos y oportunidades de actuación en su interior, buscarán
resolver sus conflictos ante un tercero llamado Juez, quien deberá actuar con
absoluta imparcialidad, tanto durante la tramitación del proceso como al momento
de decidir lo que se le pone a conocimiento y ejecutar lo decidido.
El Proceso debe servir como un instrumento que permita a los particulares, ante la
imposibilidad de autojusticiarse –o recurrir a la justicia popular-, encontrar
solución a sus conflictos de una manera racional, con la intervención de un tercero
al que llamamos Juez, pero que se revista de tres características elementales que lo
convierten en tal: Impartialidad4, Imparcialidad e Independencia5; las mismas que
a su vez permiten concebir la idea de proceso, pues no cabe en nuestras mentes la
idea de un proceso sin Juez, de un proceso en el que únicamente existan las partes
3 ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Introducción al Estudio del Derecho Procesal - Tomo I. Editorial Ed. Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, Argentina, 1989, p. 44.
4 No ser parte del proceso.
5 Decidir sin estar subordinado a la voluntad de alguna de las partes o a cualquier otra voluntad ajena.
y un tercero que también acuse o coadyude en la labor de probanza que finalmente
beneficiará únicamente a una de las partes.
Esta noción de proceso6 se difunde no sólo a partir de las líneas del suscrito, sino
de importantes profesores universitarios de Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
España, Paraguay, Uruguay, Venezuela y naturalmente Perú.
Para decir que el Juzgador es imparcial, no debe: existir en éste ningún interés de
figuración por la trascendencia de la causa que se le pone a conocimiento, sentir
pena por la trágica historia de quien acude al proceso, tener afinidad religiosa con
alguna de las partes, de pronto tener afinidad por la opción sexual de alguno de los
justiciables, responder a presiones mediáticas o de justicia popular, o cualquier
otra circunstancia, que sin llegar a entenderse como pérdida de independencia en
el Juzgador, pueda generar que éste consciente o inconscientemente termine
limitando las posibilidades de protagonismo en el proceso de alguna de las partes,
sea omitiendo el otorgar la posibilidad de contradicción a alguna de ellas,
convirtiéndose en protagonista de los interrogatorios, formulando preguntas
motivadas en su personal deseo de saber más sobre la cuestión controvertida, sin
que sean las partes quienes por iniciativa propia realicen tales aclaraciones o
actuando pruebas de oficio.7
6
Cfr. FARÍAS ALTUVE, Cora. El Procedimiento Breve Inquilinario en Revista Dogmática Procesal Sudamericana
Año II Nº 4, Editorial ADRUS, Arequipa: Octubre 2010. p. 199-200; GRISALES CARDONA, William. La Acción Una
Garantía Constitucional de Libertad en Revista Dogmática Procesal Sudamericana Año II Nº 4, Editorial ADRUS,
Arequipa: Octubre 2010. p. 185-190; PALAVECINO CÁCERES, Claudio. Sistemas Procesales e Ideología en Revista
Dogmática Procesal Sudamericana Año II Nº 4, Editorial ADRUS, Arequipa: Octubre 2010. p. 15-20.
7
Cfr. ALVARADO VELLOSO, Adolfo. El Garantismo Procesal, Editorial ADRUS, Arequipa: Septiembre 2010. p. 37.
Esa falta de interés debe ser identificada con la imagen de la justicia que todos
conocemos: aquella mujer con los ojos vendados, con los oídos cubiertos por la
misma venda que cubre los ojos, con una balanza pareja de ambos lados y una
espada, que no representa otra cosa que la función que debe cumplir todo Juez,
cual es sostener en sus manos la balanza de la Justicia y dejar que ésta –por acción
de las partes del proceso- se incline hacia la parte que revista de mayor peso sus
alegaciones en el proceso; entiéndase porque el derecho no sólo ha sido alegado,
sino probado; sin que las percepciones que el Juzgador tenga sobre las partes
afecten la inclinación de la balanza, toda vez que al tener los ojos vendados, el
Juzgador no podrá sentir afinidad por ninguna de las partes por cuanto no las
observará y consecuentemente no se verá afectada su imparcialidad, debido a que
la balanza de la Justicia se inclinará hacia un lado u otro a partir de criterios
eminentemente objetivos y no subjetivos. La venda que cubre los ojos, indica que la
justicia no entiende de rango, riquezas o intereses particulares.
A lo expuesto cabe adicionar que “el Derecho no es una idea lógica, sino una idea
de fuerza; he ahí por qué la justicia, que sostiene en una mano la balanza donde
pesa el Derecho, sostiene en la otra la espada que sirve para hacerle efectivo. La
espada, sin la balanza, es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada, es el Derecho
en su impotencia; se completan recíprocamente; y el Derecho no reina
verdaderamente, más que en el caso en que la fuerza desplegada por la justicia
para sostener la espada, iguale a la habilidad que emplea en manejar la balanza... " 8
8
VON IHERING, Rudolf. Estudios Jurídicos -la lucha por el Derecho. del interés en los contratos. la posesión- Traducción
del alemán por Adolfo González Posada, Editorial HELIASTA S.R.L., Buenos Aires: 1974. p. 10.
9
Cfr. ALVARADO VELLOSO, Adolfo. El Garantismo Procesal, Editorial ADRUS, Arequipa: Septiembre 2010. p. 43.
“proceso”, privilegiando el GARANTÍSMO al MÉTODO en tanto que el
ACTIVISMO lo hace con la META.
Un rasgo que por sobre todo distingue a este sistema es la participación y niveles
de intervención del juzgador en el proceso, toda vez que éste, “carece de todo poder
impulsorio, debe aceptar como ciertos los hechos admitidos por las partes así como
conformarse con los medios de confirmación que ellas aportan y debe resolver ajustándose
estrictamente a lo que es materia de controversia en función de lo que fue afirmado y negado
en las etapas respectivas”12
10 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El Derecho Fundamental a Probar y su Contenido Esencial”. En: Ius et Veritas.
Lima, Junio: 1997. pp. 173.
11 ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Introducción al Estudio del Derecho Procesal - Tomo I. Editorial Ed. Rubinzal-
Al ser este el propósito del sistema publicista, no deja de ser en puridad un sistema
inquisitivo; al respecto conviene citar lo expresado por Reynaldo BUSTAMANTE
cuando al referirse al sistema publicista refiere que “Cosa distinta es que el juez o
juzgador, en uso de sus facultades inquisitivas, ordene de oficio la incorporación de esos
medios probatorios al proceso y se proceda a su actuación. Pero aquí la incorporación y
práctica de estos medios probatorios no deriva del ejercicio de derecho alguno de las partes,
u otros sujetos procesales, sino de la facultad inquisitiva del juez, que más que facultad es
una facultad-deber”16
Para intentar graficar este sistema procesal, imaginemos un duelo en el cual los
contendores desenvainan sus espadas con el propósito de vencer al oponente de
turno con la mayor ferocidad posible; en un momento determinado del duelo se
evidencia igualdad de condiciones de ambos contendores para afrontarlo, y como
consecuencia de un forcejeo, ambos hacen caer sus espadas al suelo y lo
suficientemente lejos como para que resulte inviable la posibilidad de que vuelvan
a cogerlas en sus manos. En ese preciso momento, el juez del duelo -que también
cuenta con una espada- desenvaina la suya y la lanza al terreno de duelo; no
13 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El Derecho Fundamental a Probar y su Contenido Esencial”. En: Ius et Veritas.
Lima, Junio: 1997. pp. 173.
14 Es importante anotar que la distinción evacuada respecto de los sistema procesales es enfocada desde el
Con estas premisas, si nos preguntamos nuevamente: ¿para qué sirve el proceso?,
surge a modo de respuesta una segunda interrogante: ¿para buscar la verdad
17
Recuérdese que no contar con los medios para acreditar el derecho a recibir lo reclamado no es un problema
de igualdad procesal sino de igualdad material que no tiene su origen en la tramitación del proceso, sino en la
indebida preparación de la parte que acude al proceso, sea por carecer de medios económicos para prepararse
de cara al proceso, por descuido, negligencia, por contratar a un abogado poco preparado o irresponsable, o
por cualquier otra razón ajena al desarrollo mismo del proceso.
material a cualquier costo, aun desviando las reglas del proceso con la consecuente
pérdida de imparcialidad del Juzgador porque éste asume una posición
investigadora, actuando pruebas de oficio, realizando interrogatorios a partir de
sus dudas, entre otras actitudes?.
En materia procesal civil, ante la duda que aqueja al juzgador, éste tiene dos
posibilidades, la primera, no actuar ningún medio probatorio de oficio, permanecer
con la duda y desestimar la pretensión o la resistencia 19, según el origen de la
duda20; la segunda, disponer la actuación de la prueba de oficio; en este último
supuesto podría obtener los siguientes tres resultados: el primero, que la prueba de
oficio no saque de la duda al juzgador y consecuentemente proceder a desestimar
pretensión, al no actuar la prueba de oficio, el juzgador desestimará la pretensión; mientras que si esta duda
surge por la falta de convicción sobre la fundabilidad de la resistencia, al no actuar la prueba de oficio, el
juzgador desestimará la resistencia.
la pretensión o la resistencia21, el segundo, convencerse de la infundabilidad de la
pretensión o la resistencia y consecuentemente proceder a desestimar la pretensión
o la resistencia según corresponda y, el tercero, convencerse de la fundabilidad de
la pretensión o la resistencia, procediendo a amparar la que corresponda.
En cualquiera de los casos, sea cual fuere la decisión del juzgador y eventualmente
el resultado a obtener, su intervención ha de favorecer sin duda alguna a una de
las partes del proceso, lo que supone que éste pierda notoriamente su
imparcialidad.
Al efecto, Teófilo IDROGO señala que “El Juez como director del proceso no sólo tratará
de conducir los actos de procedimiento sino también está facultado para permitir que las
partes tengan iguales oportunidades para ofrecer, admitir y actuar los diferentes medios
probatorios, así como que tengan los mismos derechos para proponer tachas y oposiciones
en la forma más adecuada y oportuna que les permita expedir una resolución final, la más
justa posible, sino que está facultado para impedir la desigualdad de las partes que se
encuentran en una contienda judicial“22. Esto únicamente se logrará en la medida en
la que el juzgador conserve su imparcialidad, es decir, sin favorecer a ninguna de
las partes; por lo que, siendo la actuación de medios probatorios de oficio
conducentes a favorecer a una de las partes, el juzgador en aras de conservar su
imparcialidad, debe abstenerse de toda práctica destinada a la actuación de medios
probatorios de oficio.
Una carga procesal23 es entendida como “un imperativo en propio interés. El que no
cumple un acto que le conviene a su propio interés en el proceso, sufre las consecuencias de
ese incumplimiento, pierde la condición ventajosa que hubiera obtenido de cumplir ese acto.
Nadie obliga a la parte a cumplir ese acto, pero ella sabe que le conviene hacerlo y si no lo
hace puede verse perjudicada”24; una carga no es sino un derecho subjetivo que
permite a la parte hacer o no algo, pero con la particularidad de que si decide no
hacer ese algo, perderá la ocasión de realizarlo posteriormente, asumiendo los
perjuicios que para sí mismo conlleva su no hacer.
en miras del interés de la comunidad. ej. Lealtad. Y de las obligaciones procesales que supone el sometimiento
del individuo para cumplir una obligación en beneficio de otro, tales como la condena de costos.
24 LIÑAN ARANA, Luis Alberto. “Apuntes sobre la Prueba en el Proceso Civil”. En: Advocatus Nº 4. Lima, p. 250.
Nada obsta que el medio probatorio pueda ser ofrecido por la contraparte en
beneficio del primero; el problema surge por el hecho de que si nadie ofrece el
medio probatorio, las consecuencias de esa omisión, las sufre la parte sobre la cual
recae la carga de la prueba.
Es por esta razón que en ocasiones no necesariamente gana un proceso quien tenga
efectivamente el derecho o interés jurídicamente tutelado, sino quien no lo tiene
pero no por una administración de justicia injusta, sino porque la parte sobre la
que pesaba una carga procesal no ejercitó el acto correspondiente (p.e. no haber
ofrecido los medios probatorios que sustenten sus alegaciones) en la oportunidad
que tenía para ello y es en virtud del principio de preclusión que ya no lo podrá
realizar en otra etapa del proceso; esto definitivamente puede sonar muy injusto
para quien tiene el derecho, pero su irresponsabilidad, descuido, negligencia o
mala intención no puede ser tolerada por un proceso que se postula a ser un
proceso moderno y eficiente y precisamente la eficiencia no necesariamente se
materializa dándole la razón a quien tiene el derecho a costo de tolerar sus
inconductas, sean estas inconscientes o malintencionadas, pues ello daría lugar a
que el proceso sea un proceso en el que prime la sorpresividad, la cual sin lugar a
dudas debe ser y está proscrita de nuestro ordenamiento jurídico procesal.
25 GRASSO. “Interpretazione della preclusione e nuevo processo civile in primo grado”. En: Rivista di diritto processuale.
1993. p. 639.
26 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El Derecho Fundamental a Probar y su Contenido Esencial”. En: Ius et Veritas.
VII.- Entonces… ¿Qué pasa con los desprotegidos?, ¿acaso están condenados a
ser siempre derrotados en juicio?
Sin duda, la posición del más débil preocupa sobremanera, por ello, en
contrapartida queda para el Estado una importante tarea conducente a lograr el
emparejamiento material de las partes para mejorar sus condiciones de cara a la
participación en el proceso mediante instituciones creadas para tal fin, tales como
Defensorías Ad-Hoc, como ocurre con las defensorías públicas o las defensorías de
oficio del Ministerio de Trabajo para el caso de procesos laborales, o de
asesoramiento técnico especializado a los abogados de las partes, etc.29; pero de
ninguna manera debe corresponder esta labor de emparejamiento material al
Juzgador, pues ello implicaría la desnaturalización del proceso.
Así en los procesos constitucionales, contencioso-administrativos y laborales, si bien guardan mucho del
proceso civil, tienen objetivos abiertamente distintos, por lo que creemos que al tratarse de procesos tuitivos,
resulta absolutamente viable la actuación de medios probatorios de oficio en la medida en que favorezcan al
titular del derecho constitucional afectado, al administrado o al trabajador. Esto es sin duda materia o otra
larga explicación cuya posibilidad escapa a estas líneas.
27 VID. CAMARGO ACOSTA, Johan S. El Concepto de Justicia a partir del Derecho a la Tutela Jurisdiccional y el Derecho
al Juez Natural, en Temas de Derecho Procesal Peruano, Director: Johan S. Camargo Acosta. Editorial ADRUS,
Arequipa: Julio 2007. p. 111.
28 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El Derecho Fundamental a Probar y su Contenido Esencial”. En: Ius et Veritas.
Por ello hemos se sostiene que “quien va a un proceso a reclamar un derecho debe
ir preparado con las herramientas necesarias para obtener un resultado que no le
sea adverso, correspondiendo al juzgador la tarea de valorar todo aquello que ha
sido aportado por las partes; no así pretender éstas que toda omisión suya –grave o
superficial- sea subsanada por aquel a quién le es encomendada la tarea de poner
fin a la controversia”31.
31
CAMARGO ACOSTA, Johan S. Presentación a “El Garantismo Procesal” de Adolfo Alvarado Velloso. Editorial
ADRUS, Arequipa: Septiembre 2010. p. 9.