Tres Ambitos Aj
Tres Ambitos Aj
Tres Ambitos Aj
JURÍDICA
DOCENTE: NUÑEZ
SANCHEZ, Cesar.
CICLO: 8°
INTEGRANTES:
ACHA MOGOLLON,
Yesica.
MORETO
SAMILLAN,
Anthony.
SAMAME, Cinthia.
VASQUEZ
DE LA CHANAME,
Isamara.
VILCHEZ
ARGUMENTACIÓN YANAYACO,
Katherine.
JUDICIAL
“UNIVERSIDAD
PARTICULAR DE
CHICLAYO”
INDICE
DEDICATORIA ......................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 3
TRES ÁMBITOS DE LA ARGUMENTACIÓN JUDICIAL.............................................. 4
I. EL DERECHO COMO ARGUMENTACIÓN...................................................... 4
II. LA DETERMINACIÓN DEL DERECHO (LA ACTIVIDAD
INTERPRETATIVA).......................................................................................................... 9
2.1. DISTINTOS MODELOS DE INTERPRETACIÓN ............................................. 9
2.2. TEORÍA SUBJETIVA DE LA INTERPRETACIÓN ......................................... 10
2.3. TEORÍA OBJETIVA DE LA INTERPRETACIÓN ........................................... 11
2.4. CLASES DE INTERPRETACIÓN ..................................................................... 11
1. INTERPRETACIÓN AUTÉNTICA:. ....................................................................... 11
2. INTERPRETACIÓN JURISPRUDENCIA: ........................................................... 12
3. INTERPRETACIÓN DOCTRINAL : ...................................................................... 12
2.5. LÍMITES RACIONALES DE LA ACTIVIDAD INTERPRETATIVA .............. 12
1. La actividad interpretativa ................................................................................... 13
2. Es indispensable .................................................................................................... 13
3. La conjugación de criterios,. ............................................................................... 13
III. LA DETERMINACIÓN DE LOS HECHOS. ................................................. 14
IV. LA DETERMINACIÓN DE LAS MEDIDAS A ADOPTAR. .................... 20
V. A MODO DE CONCLUSIÓN. ........................................................................... 26
LINKOGRAFIA ....................................................................................................................... 28
1
DEDICATORIA
2
INTRODUCCIÓN
Nadie duda de que la práctica del derecho consiste, de manera muy fun-
damental, en argumentar, y todos solemos convenir en que la cualidad que
mejor define lo que se entiende por un buen jurista tal vez sea la capacidad
para idear y manejar argumentos con habilidad.
Sin embargo, muy pocos juristas han leído alguna vez un libro sobre la materia
y seguramente muchos ignoran por completo que exista algo así como una teoría
de la argumentación jurídica.
3
TRES ÁMBITOS DE LA
ARGUMENTACIÓN
JUDICIAL
I. EL DERECHO COMO ARGUMENTACIÓN.
La idea central del proyecto de Atienza consiste en sostener que, junto a las
tres perspectivas clásicas de estudio del Derecho (la estructural, la funcional
y la valorativa), es necesario incorporar una «nueva» perspectiva: la
argumentativa.
4
muy complejo de decisiones vinculadas directa o indirectamente con la
resolución de ciertos problemas prácticos, pero, y esto es lo que destaca este
enfoque, estas decisiones han de venir acompaña- das por argumentos o
razones en su favor (o en contra de decisiones alternativas).
Desde esta perspectiva el Derecho es visto, por tanto, como una compleja
institución volcada hacia la resolución (o el tratamiento) de conflictos a través
de decisiones avaladas por medios argumentativos.
5
Siguiendo a Atienza, cualquier argumentación puede caracterizarse a partir
de los siguientes cuatro elementos:
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evaluadas en función de las expectativas de garantía y logro de los valores y
fines incorporados en la Constitución).
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las medidas a adoptar en el ejercicio de los poderes discrecionales conferidos
al juez.
Analizar cada uno de esos tres grandes ámbitos de actividad judicial (la
determinación del Derecho, la determinación de los hechos y la determinación
de las medidas a adoptar en ejercicio de los poderes discrecionales)
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requeriría prestar atención a un sinfín de cuestiones y elaborar algo así como
una teoría general de la función judicial.
INTERPRETATIVA).
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2.2. TEORÍA SUBJETIVA DE LA INTERPRETACIÓN
10
2.3. TEORÍA OBJETIVA DE LA INTERPRETACIÓN
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2. INTERPRETACIÓN JURISPRUDENCIA: Sería aquella
interpretación hecha por los tribunales, y en concreto por los
jueces, que son quienes, a mi juicio, reúnen las condiciones
óptimas para adaptar la generalidad de la norma al caso concreto,
en orden a alcanzar una decisión equitativa y justa:
1) Porque son quienes están obligados a decidir;
2) Porque son quienes mejor conocen la singularidad del
conflicto,
3) Porque se sitúan en un plano externo al del propio legislador
y, en consecuencia, al margen de los posibles intereses
ideológicos o de otro tipo que éste pudiera tener.
3. INTERPRETACIÓN DOCTRINAL : Sería aquella interpretación
realizada por la doctrina en general al abordar el estudio teórico
de los preceptos jurídicos y de los problemas que éstos pudiesen
presentar a la hora de su aplicación concreta. Aunque este tipo de
interpretación en principio puede adolecer de ciertos defectos ya
apuntados, derivados de su carácter teórico y general, no
obstante, desde el conocimiento jurídico global del Derecho ya
producido, puede servir de gran utilidad como criterio orientativo
a los operadores jurídicos. Por otra parte, una vez producido el
fallo, es decir, la interpretación judicial, la labor doctrinal puede
desempeñar una función crítica que sin duda ayudará a una mejor
comprensión del precepto jurídico en posteriores interpretaciones.
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hermenéutico, y de ahí la inevitable intromisión de aspectos subjetivos
y valorativos en la interpretación.
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dé píe a la solución más justa del conflicto, que por supuesto no es
la que el intérprete personalmente considera como tal, sino aquélla
que más se adecúa a los valores y usos de la sociedad regulada.
El juez, a la hora de decidir, no debe ser intérprete de su propia
conciencia, sino de la conciencia mayoritaria de la sociedad; y ello
no sólo porque el ordenamiento jurídico le obliga a tener en cuenta
la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas las
normas, sino también porque la aceptación social (consenso) tal
vez sea el único indicio de racionalidad en cuestiones tan
problemáticas y difíciles.
En el mundo del Derecho, como diría el poeta, el espejo de la
verdad se ha desmenuzado en pequeños fragmentos que
normalmente están distribuidos entre las partes de un conflicto. Por
eso no nos causa sorpresa que en un mismo conflicto pueden
darse distintos y plurales fallos judiciales.
En el mundo del Derecho, como diría el poeta, el espejo de la
verdad se ha desmenuzado en pequeños fragmentos que
normalmente están distribuidos entre las partes de un conflicto. Por
eso no nos causa sorpresa que en un mismo conflicto pueden
darse distintos y plurales fallos judiciales.
Por ello, es necesario en el mundo del Derecho una lógica
argumentativa o dialéctica, de la que ya hablaba Aristóteles en
varias de sus obras, dirigida no a establecer demostraciones
científicas, sino a guiar deliberaciones y controversias. Se pretende
persuadir y convencer a través del discurso; de criticar, como dirá
Perelman, la tesis de los adversarios, y de defender y justificar las
propias con la ayuda de argumentos más o menos sólidos.
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de cómo justificar el establecimiento de la premisa fáctica que afirma que se
ha dado un caso particular del supuesto de hecho genérico contenido en la
norma (Juan ha matado a Pedro, Luisa lleva más de un año desaparecida.
etc.).
Pero, junto a este razonamiento probatorio, podemos encontrar también la
necesidad de establecer premisas que determinen la probabilidad de que,
dadas ciertas circunstancias, se produzcan ciertos hechos futuro (que
alguien huya, o que oculte pruebas, o que un cierto bien se devalúe, etc.).
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procesal y la verdad material (o verdad a secas), dando a entender incluso
que el proceso no está interesado por esta última.
Pues bien, a partir de los trabajos que antes comenté, podemos considerar
que dicha concepción psicologista a propósito de las exigencias para el
establecimiento de los juicios de hecho ha sido felizmente desplazada desde
el punto de vista teórico por una concepción racionalista, lo que a su vez
representa importancia repercusiones de alcance práctico.
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En este contexto, la concepción racionalista de la valoración de la prueba
exige prestar atención a algunas cuestiones, en particular, precisar cuál es
la estructura de las inferencias probatorias (del enlace entre los hechos con
valor probatorio y los hechos a probar) y cuáles son los criterios que
determinan la aceptabilidad de las conclusiones de dichas inferencias (el tipo
de criterios de evaluación que utilizamos en este tipo concreto de
argumentación para considerarla correcta o equivocada, mejor o peor).
Para que la garantía (la relación entre los indicios y el hecho a probar) sea
sólida debe, a su vez, estar suficientemente fundada y establecer un grado
de probabilidad causal suficiente. Por último, y respecto a la hipótesis,
Gonzales Lagier señala que no debe haber sido refutada, que deben haberse
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confirmado las hipótesis de ella derivadas y haberse eliminado las hipótesis
alternativas, y ha de ser coherente y simple.
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el enlace consiste en una máxima de experiencia, es decir, una
generalización a partir de experiencias previas que asocia hechos del tipo
del que queremos probar con hechos del tipo de los que constituyen las
pruebas e indicios. El fundamento de estas máximas de experiencia lo
encontramos en la observación de una asociación más o menos regular
entre dos hechos, y su finalidad es tratar de aproximarse, en la mayor medida
posible, (teniendo en cuenta las circunstancias de la prueba) a la verdad; por
ello, Gonzales Lagier propone llamarlas inferencias probatorias epistémicas.
Pero González Lagier señala que podemos encontrar además un tercer tipo
de inferencia, a las que llama interpretativas. Serían aquellas que usan como
enlace para pasar de la información de la que disponemos a los hechos que
queremos establecer reglas conceptuales o definiciones. La inferencia opera
aquí en realidad como una subsunción que presentaría la siguiente
estructura: X cuenta como Y. Se trata por tanto de una calificación de los
hechos de acuerdo con dichas reglas conceptuales.
A partir de aquí, González Lagier llama a atención sobre la siguiente
cuestión: en todos los hechos nos encontramos junto a la dimensión
observacional o natural, una dimensión interpretativa de esos datos
empíricos que nos permite calificarlos de una u otra manera. Ambas
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dimensiones se encuentran imbricadas de tal manera que resulta difícil
escindirlas; aunque no en todos los conceptos se presenta cada una de estas
dimensiones con la misma intensidad, mientras que algunos (por ejemplo,
animal o alcohol) están más cerca de lo que serían clases naturales (donde
la realidad impone bastantes límites) otros tiene un mayor componente
convencional (por ejemplo, intención o insulto) y son en mayor medida una
construcción guiada por nuestros valores, intereses, etc.
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la adopción de una resolución no es reconducible a una actividad meramente
aplicativa del Derecho preexistente; ello porque el silogismo subsuntivo o
silogismo judicial a partir de la:
EJEMPLO:
-Premisa normativa o mayor: (“el que matare a otro debe ser castigado con
la pena P”),
-Premisa fáctica o menor: (“Mario ha dado muerte en legítima defensa y es
menor de edad a Kevin”)
-Conclusión: una norma particular y concreta (“Mario no debe ser condenado
a la pena p”).
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es entendida como ausencia de obstáculos jurídicos para decidir en uno u
otro sentido, y por tanto, como «permiso» para optar entre distintas
alternativas acordes con el Derecho, en realidad no habría nada que
controlar« jurídicamente» y, en este sentido, una decisión discrecional sería
respecto a ese margen en que operara la libertad.
Por definición, una decisión correcta para el Derecho y no habría nada que
revisar desde el punto de vista jurídico.
Esta visión, que coincide con la imagen sugerida por la metáfora del «agujero
de la rosquilla», popularizada por Dworkin, se plasmaría en afirmaciones del
tipo donde termina el Derecho, empieza la discrecionalidad, o en la
terminología extendida por algunos administrativistas (y por alguna
jurisprudencia) de las alternativas «jurídicamente indiferentes». Sin
embargo, esta conclusión choca centralmente con algunos de los
presupuestos fundamentales del Estado de Derecho, en particular con el
principio de interdicción de la arbitrariedad, según el cual los poderes
públicos están sometidos al Derecho en todas sus actuaciones, incluido el
ejercicio de los poderes discrecionales.
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de la discrecionalidad.
Este silogismo se suele representar como sigue: entre las premisas tenemos,
por un lado, una premisa normativa que vincula un cierto estado de cosas
(formulado a través de una serie de propiedades) a una consecuencia
jurídica; y, por otro lado, una premisa táctica que establece que se ha dado
un caso particular de las propiedades previstas en el antecedente de la
norma. Y la conclusión que de ahí se extrae es que, en el caso particular, se
sigue la consecuencia jurídica establecida.
Así, por ejemplo:
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cuando hayan transcurrido tres meses de la celebración del matrimonio.
«Premisa fáctica»: Fulanito, casado desde hace 2 años con Menganito,
solicita el divorcio.
«Conclusión»: El juez debe decretar el divorcio entre Fulanito y Menganito
Ahora bien, parece claro que sólo en el caso de que en la premisa normativa
aparezca una regla de acción, la conclusión del razonamiento indicará cuál
es la acción que se debe emprender para actuar conforme a Derecho (en
este caso. decretar el divorcio). Pero si la premisa normativa de la que
partimos consiste en una regla de fin, este esquema de razonamiento
funcionaria como sigue:
«En el caso C, A debe procurar alcanzar el fin F»), sino que necesitamos un
enunciado de la forma: «Está justificado que en el caso C, A adopte M (una
determinada medida) conducente al fin F».
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Pero de un razonamiento deductivo no se puede extraer más información
que la contenida en las premisas y, por definición, esas premisas no
determinan de antemano cuál es la conducta a realizar. Para llegar a una
conclusión del tipo que necesitamos, tendríamos que agregar premisas a
aquel razonamiento. En particular. creo que se necesitan premisas de índole
fáctica, más allá de las necesarias para determinar que se da el supuesto de
hecho que la regla de fin establece para que surja el poder discrecional y,
por tanto, la facultad o la obligación de actuar. Estas premisas tienen que
hacer referencia a cuáles son las circunstancias del caso (qué tipo de
patrimonio posee Menganito, cuál es la situación económica que puede
afectar a dicho patrimonio), y también premisas «técnicas» que establezcan
si algo es o no y hasta qué medida un medio adecuado para conseguir,
dadas las concretas circunstancias del caso, el fin perseguido (conservar el
patrimonio); es decir, necesitamos llevar a cabo un razonamiento técnico:
que incorpora un juicio de adecuación de medios afines."
En este sentido Summers lleva a cabo un interesante análisis de cómo
funcionan las razones finalistas, a diferencia de las razones de corrección.
Entre otras características, este autor destaca las siguientes: son de carácter
fáctico (dependen de una relación causal), están orientadas hacia el futuro y
presentan un aspecto de graduabilidad. Las dos primeras características
implican que estas razones presuponen una relación causal que es en la que
se basa la predicción. La última característica apunta a que el fin social
(futuro) que se trata de alcanzar puede lograrse en mayor y menor medida.
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particulares del caso, se considera el «mejor medio disponible», o «medio
óptimo» para dar lugar o maximizar el fin que la norma obliga a perseguir.
En mi opinión, esta evaluación habrá de hacerse precisamente atendiendo
a los fines y valores (los principios) contenidos en el propio ordenamiento
jurídico. El medio óptimo será aquel que consiga maximizar el fin, afectando
en menor medida a los intereses o valores protegidos por el sistema jurídico.
Ello nos llevará necesariamente a tener que realizar también un
razonamiento ponderativo entre los distintos valores en tensión.
V. A MODO DE CONCLUSIÓN.
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Esta reflexión filosófica puede no eliminar la controversia (sería ingenuo
pensarlo), pero la hará más respetable o al menos más iluminada, más abierta
a la crítica racional. Por eso, el autor norteamericano pide a los jueces un
doble compromiso: sinceridad y realismo: «Sean sinceros respecto al papel
que los conceptos filosóficos realmente juegan, tanto en el diseño general
como en los exquisitos detalles de nuestra estructura jurídica; sean realistas
sobre el duro trabajo que afrontarán para cumplir la promesa de esos
conceptos»
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LINKOGRAFIA
file:///E:/UNIVERSIDAD/UDCH/VIII%20CICLO/LOGICA%20JURIDICA/Tr
es_ambitos_de_la_argumentacion_judicia.pdf
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/obrasjuridicas/oj_2015110
8_01.pdf
http://www.ula.ve/ciencias-juridicas-
politicas/images/NuevaWeb/Prof_Bartolome/bart5.pdf
https://legis.pe/descarga-en-pdf-las-razones-del-derecho-teorias-de-la-
argumentacion-juridica-de-manuel-atienza/
https://es.scribd.com/doc/315081554/ATIENZA-Manuel-Curso-de-
Argumentacion-Juridica
https://www.organojudicial.gob.pa/escuelajudicial/files/2017/06/ATIENZA
.-Las-Razones-del-Derecho-Teor%C3%ADas-de-la-Argumentacion-
Jur%C3%ADdica.pdf
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