Metafisica Zubiriana PDF
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Para una gran parte de los filósofos occidentales (sino es que todos), aquello en que
todas las cosas reales se sustentan es en que tales cosas son. La tradición filosófica hace
metafísica desde el estudio del ser. Lo trascendental de las cosas es el ser.
Pero qué es el ser: el ser primeramente se presenta como lo que es común a todas
las cosas reales. Las cosas son; Sócrates es un hombre, Sócrates es mortal. Sócrates es. El
ser es en lo que coinciden otras realidades. Es indudable que muchos filósofos no se limitan
al ser en tanto que existente; las ideas también son un modo de ser para muchos filósofos,
llevando muchos esta tesis a su extremo (tal sería el caso del idealismo platónico), al afirmar
que las ideas son el verdadero ser. Pero parece que esto no dice mucho acerca de lo que es
el “ser”.
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que “Sócrates es un hombre”, fácilmente se puede apreciar un objeto real, en este caso
Sócrates y también otro al que denominamos hombre. Pero quizá en ninguno de esas dos
realidades encontremos como fundamento el ser. Nos queda entonces la evidencia de que
el ser, no es sino un auxiliar gramatical, pero que dista mucho de ser el fundamento de toda
realidad y por consiguiente lo más común en todas las cosas reales.
Las cosas se presentan en la aprehensión humana como algo más que meros
estímulos. Las cosas que siente el hombre las sienten como independientes de nosotros,
como siente de suyo, las aprehendemos como cosas reales. La realidad es la formalidad
como las cosas se le actualizan al hombre en la forma en que ‘quedan’. Formalidad de la
alteridad de lo sentido: es el ‘de suyo’. "No se trata de un salto de lo percibido a lo real, sino
de la realidad misma en su doble cara de aprehendida y de propia en sí misma" (IRE 59). La
realidad es la índole estructural de la aprehensión y no solamente su objeto (Cfr. IRE 250).
Por su carácter físico, es que las cosas no se le presentan al hombre como signos,
ideas, conceptos; lo propio de la realidad no es ser conceptual sino real y físicamente
sentido. Las cosas son sentidas como realidades. Entonces advierte Zubiri que lo radical no
es saber que es el ser de las cosa, no es la predicación sobre tal cosa, sino que lo primario y
radical es que las cosas reales son sentidas por el hombre como reales. Por ello el problema
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gramatical que comprendía al ser, ya no es problema, puesto que ya no se trata de
predicaciones, de lenguajes, sino de la aprehensión de la realidad estructuralmente física.
En aprehensión que se nos hace presente la cosa como algo “otro”. Lo otro queda
impresivamente aprehendido por los sentidos. “La impresión es la presentación de algo
otro en afección” (IRE 32). Eso “algo otro” Zubiri lo llamara nota (IRE 33). Nota no es cualidad
de algo, no es nota necesariamente de-algo. Nota es lo “pura y simplemente lo presente en
mi impresión” (IRE 33). La nota ejerce una fuerza de imposición sobre el sentiente. La nota
impresiona al hombre no solo como algo otro, sino como algo otro en tanto otro. Esto es lo
“en propio” lo “de suyo”.
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sistema de notas es “tal” realidad. No sería mero contenido, porque el hombre y el animal
pueden aprender los mismos contenidos de una cosa, pero es la formalidad de realidad del
hombre que puede transformar el mero contenido en talidad.
Las notas son notas de un sistema, por ello Zubiri las denomina notas-de. Es esta
unidad sistemática lo que le da la talidad a la cosa. Por tanto, las notas no son agregados de
cosas, como la teoría de los átomos creía que estaba constituida la cosa, sino que, las notas
constituyen en su unión sistemática una forma concreta de realidad. Es decir, “tal” cosa
real, es tal y no otra por su unión sistemática. Las notas en tanto notas-de, construyen y
constituyen la talidad de la cosa determinada.
Cada nota nos es una parte o partícula de la cosa, puesto que no se puede encontrar
la esencia de la cosa en el agregado de cosas. Las notas son solo notas en un sistema, y la
cosa real solo es “tal” cosa en tanto que casa nota es nota-de (Cfr. Ferraz, pp. 151-152). Las
notas por si solas no tienen realidad física, sino solo dentro del sistema de “tal” cosa real.
La cosa real es una forma de realidad, es real en y por sí misma en respectividad con las
demás cosas reales que no solo configuran el mundo sino que lo determinan.
Esta forma hacer metafísica, es una nueva forma de entender la realidad, como una
unidad estructural. Construcción teórica, que como toda ideología solo tiene importancia
cuando adquiere resonancia en la realidad. Uno de esos aspectos importantes esta en
enfocar esos problemas sociales dentro de la unidad estructural. Es decir, no solo el hombre
se encuentra con estructuras físicas en el sentido ordinario y biológicas, sino que la misma
sociedad, la persona, la historia son en sí mismas estructuras físicas en el sentido zubiriano.
Las sociedades ya no pueden ser entendidas bajo la teoría de “atómica de la sociedad”, por
nombrar a la unión de individualidades a través de un contrato social para mejorar su
condición de vida he instaurar la propiedad privada. Para Zubiri el ser social, no es una
extensión del hombre o algo adquirido desde afuera, es en sí misma una dimensión del
hombre, es decir, es parte constituyente de su ser humano. El hombre es social desde su
estructura biológica, es social desde su ser sentiente intelectivo. Pero es la sociedad la que
lo va humanizando, lo que lo va haciendo hombre al posibilitarle o imposibilitarle el acceso
a determinadas cosas. Es decir, lo social y lo histórico es posibilitacion en sus dos
dimensiones: la positiva y la negativa, es una estructura, no hay lo subsistente sino lo
sustantivo. La historia y lo social son sustantividades en tanto que son estructuras
sistemáticas que no hay posibilidad de división en sus propiedades, sino una coherencia
entre todos los hechos. La estructura de las acciones humanas son las habitudes sociales y
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la de la historia es la posibilitacion; que no están desvinculadas sino que están total mente
relacionadas, son notas de la sustantividad que denominamos hombre.
El hombre para vivir, necesita conocer; quiere conocer para adquirir seguridad ante
lo que tiene delante, que se le muestra como obstáculo, como problema. La filosofía tiene
la pretensión de certidumbre, es en esta pretensión que quiere encontrar en lo
problemático, su ser, su hacer, su para qué y así, dar justificación a su deber ser, un poder-
ser. El hombre no va a justificar lo que es; a lo que “es” se lo explica, se lo describe, se lo
define; al deber ser se lo justifica con la pretensión de adquirir una certidumbre
circunstancial. Es decir, un deber ser que no sea utópico, sino que este fundado en la
realidad que lo posibilita, un deber-ser que sea poder-ser.
El problema radical es que al ser (en sentido clásico) no se llega, solo se le busca. Es
en esta búsqueda que se le va entendiendo y se va construyendo la verdad, con bloques de
certidumbre circunstancial que van posibilitando la forma del deber ser. Pero esta
pretensión de certidumbre no solo está anclada en el presente y el pasado, sino que ese
pasado en cuanto presente es posibilidad posibilitante. En esto estriba el carácter histórico.
Comprender que el hombre no está en la historia sino que es histórico, es entender al
tiempo no como una sucesión de hechos, sino un proceso que va constituyendo la realidad
personal. Entender el pasado es esencialmente entender el presente posibilitante.
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entonces estar absuelta de toda causalidad, de toda racionalidad, lógica y teleología, de
toda idea de naturaleza.
Las cosas con las que el hombre se encuentra están primera mente propuestas por
los otros; son los otros los que construyen la realidad con la que ve enfrento, que va
determinado mi modo de realidad. Esta actividad de dejar o sustraer cosas en el campo de
realidad por parte de los otros, es actividad que va construyendo la realidad, y es la realidad
con la que yo tengo que habérmelas con las cosas, y que se me presenta como una
determinación en apertura, es decir, se me entregan posibilidades determinadad y
determinadas posibilidades.
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el hombre ejecuta entre las cosas y entre los hombre están posibilitadas por el pasado y
proyectadas vectorialmente con un esbozo que está sustentado en el presente.
La postura más sencilla es seguir con la tesis de una historia evolutiva, en donde se
entrega todo a las nociones de potencia y acto, es decir, a los conceptos de naturaleza,
puesto que desliga toda responsabilidad. Pero el hombre no es un ser con naturaleza, el ser
humano es ese modo de ser que se compone entre la tensión entre un medio y lo social
que lo abre y lo posibilita a la interacción, creación y transformación. Si la historia es entrega
de posibilidades, entonces el hombre, no está clausurado por las estructuras sociales, ni se
le presentan como una ley inquebrantable y determinista, sino que por el contrario es el
estrato donde están cimentadas tolas las posibilidades que posibilitan su actuación.
El hombre podrá estar conforme con su realidad o no estarlo. El que está conforme
acepta la realidad como es, el que no lo está, no acepta la realidad, pero lo importante está
en que la toma en cuenta para cambiarla. Entonces ¿dónde ubicamos los que se enajenan
de la realidad?, ni son conformistas –despojémonos del sentido negativo que esta palabra
tiene en la actualidad-, ni son inconformistas, esos hombres son arcaicos, es decir, están
fuera de su tradición, de las posibilidades que le entrega su momento histórico. Ese es el
peligro en el que se encuentra el hombre, el de enajenarse de la realidad que está viviendo,
hacerse el sordo ante esta realidad social que nos grita y nos exige aprehenderla y
actualizarla, transformarla y crearla.
Lo que los otros han sido, lo que los otros heredan, es el bagaje que determina mi
realidad. Son las habitudes sociales con las que me muevo con seguridad en la realidad y
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van configurando mi actuar. Lo que el hombre hace, no se queda en el pasado, el hombre
carga su historia, que otorga realidad a un “estar haciendo”, a un presente. La historia
configura la realidad de los actos, es el recurso para posibilitar su posibilidad. Es entonces
que mi estar haciendo, mi presente, no solo es lo que el hombre hace, es también aquello,
que no hace, aquello que hizo y por supuesto aquello que puede hacer. Los actos son así,
posibilidad posibilitarte, un hacer que es esencialmente poder. En esta línea vemos que las
posibilidades una vez que recurrimos a ellas y las hacemos realidad real, van determinando
las estructuras que heredaran los otros y que al incorporarlas crearan un nuevo sistema de
posibilidades.
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penúltimo, y lo último es y será siempre incierto1. La realidad y los contenidos de la verdad
no son conclusos, están siempre abiertos, no están ni lo estarán nunca agotados.
Bibliografía
FERRAZ, A. (1991). Zubiri: El realismo radical. España: Editorial Cincel.
GIDDENS, A. (1993). Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires: Amorrotu.
LAIN ENTRALGO, P. (1999). Qué es el hombre: evolución y sentido de la vida. España: Ediciones
Nobel.
1 Lain Entralgo, Pedro, Qué es el hombre, evolución y sentido de la vida, Ediciones Nobel,
España, 1999, p. 220.