Gabriella Poole - Darke Academy 3 - Divided Souls

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Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir, corregir y
diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es darlos a conocer a
nivel internacional y entre la gente de habla hispana, animando siempre a los
lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar realizado por


aficionados y amantes de la literatura puede contener errores. Esperamos que
disfrute de la lectura.
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Sinopsis .............................................................................................. 4

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Prólogo ................................................................................................ 5
Capítulo 1 ......................................................................................... 11
Capítulo 2 ......................................................................................... 21
Capítulo 3 ......................................................................................... 34
Capítulo 4 ......................................................................................... 45
Capítulo 5 ......................................................................................... 51
Capítulo 6 ......................................................................................... 57
Capítulo 7 ......................................................................................... 67
Capítulo 8 ......................................................................................... 72
Capítulo 9 ......................................................................................... 77
Capítulo 10 ....................................................................................... 83
Capítulo 11 ....................................................................................... 91
Capítulo 12 ....................................................................................... 99
Capítulo 13 ..................................................................................... 107
Capítulo 14 ..................................................................................... 116
Capítulo 15 ..................................................................................... 121
Capítulo 16 ..................................................................................... 127
Capítulo 17 ..................................................................................... 132
Capítulo 18 ..................................................................................... 137
Capítulo 19 ..................................................................................... 146
Capítulo 20 ..................................................................................... 152
Capítulo 21 ..................................................................................... 160
Capítulo 22 ..................................................................................... 166
Capítulo 23 ..................................................................................... 175

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Capítulo 24 ..................................................................................... 181
Capítulo 25 ..................................................................................... 188
Capítulo 26 ..................................................................................... 195
Capítulo 27 ..................................................................................... 204
Capítulo 28 ..................................................................................... 208
Capítulo 29 ..................................................................................... 213
Sobre la Autora ............................................................................... 222
Próximo libro ................................................................................... 223
Saga Darke Academy ....................................................................... 224
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La Academia Darke ahora está en Estambul, y donde va la Academia, la
muerte nunca está lejos. La muerte ha seguido a la Academia Darke a la antigua
ciudad de Estambul, dónde un cazador invisible está suelto. La becaria Cassie
Bell está fascinada por la belleza de la ciudad, pero no hay tiempo para que se
relaje. Dividida entre una vieja llama, y un romance nuevo, también debe elegir
entre el mundo selecto de los Elegidos y su lealtad hacia sus mejores amigos —y
todo el tiempo un asesino está acechando a los Elegidos. Cuando Cassie está por
descubrirlo, nadie está bajo sospecha. Algunas veces, la gente que amas puede
ser el enemigo más peligroso de todos.
,

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Esto no era ningún deber.

Yusuf Ahmed sonrió a la chica que estaba sentada en el sofá de terciopelo, lo


más lejos de sus hambrientos ojos que la prosaica lujuria de un chico por una
chica podía dar. Tocando su mandíbula con un dedo, él dibujó una gentil línea
hacia su barbilla: tentándoles tanto a ella como a él, sintiendo el hambre brillando
y dejándolo.

—¿Otro raki? —Él ofreció la garrafa.

—Creo que he tenido suficiente. —Su voz era seductora.

Él dio una suave risa. Sí, pensó. Sí, creo que probablemente lo has tenido.

Yusuf dio un pequeño paso alejándose de ella, disfrutando de la patada


masoquista al prolongar la espera. Estaba hambriento, pero no tan hambriento
como para apresurarse.

Levantando sus ojos hacia la ventana abierta y hacia la noche templada, se dejó
empapar de su belleza: la luna sobre el Bósforo; las luces de un crucero colgando
como un collar de brillantes diamantes. Alto y brumoso en la calidez de la tarde,
la cúpula y los minaretes de la Mezquita Azul brillaban como calcedonia.

Eso le recordó vagamente al Sacre Coeur, del último trimestre de otoño en París,
cuando todo había cambiado. Cuando las cosas habían comenzado, por primera
vez en mucho, mucho tiempo, ir mal para los Elegidos. Cuando esa desaliñada
niña abandonada, Cassie Bell, había aparecido en la Academia y fue
sorprendentemente elegida por Estelle Azzedine, luego engañada para
convertirse en la nueva huésped que la vieja mujer necesitaba para su poderoso
espíritu.

Él deseaba ahora no haberse involucrado nunca… aunque aún recordaba con


algo de deleite el escalofrío de excitación en la ceremonia de unión, la sensación
del derecho y la arrogancia y el poder. Vívidamente recordó la furia de la chica
Bell cuando la sujetaron a merced de Estelle, y recordó también la inesperada
pena —y miedo— que había sentido él mismo. Porque había ido mal demasiado
rápido. El ritual de unión fue interrumpido; parte del espíritu de Estelle se unió
a Cassie, parte de él fue dejado fuera; y los Elegidos se quedaron tan pasmados

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como si una bomba hubiera caído en sus mentes.

Yusuf sacudió su cabeza. Un nuevo trimestre había comenzado ahora, y la


chica Cassie parecía estar arreglándoselas para ser una de los Elegidos. Él
actualmente se alegraba. Todos ellos se alegraban. O la mayoría de ellos... Así
que ¿quién sabía qué giros más brillantes podrían traer para los Elegidos?
Incluyéndose a sí mismo.

Cerrando sus ojos, inhaló el aire cálido perfumado con las flores nocturnas, la
brisa del mar, los humos del petróleo y el humo del carbón. Dioses, adoraría estar
aquí. Este era su trimestre final en la Academia, y sentía una entusiasta sensación
de arrepentimiento mezclado con la anticipación. Su futuro brillaba ante él con
riqueza, éxito e influencia: ¿cómo podía ser de otra forma? Pero aun así, echaría
de menos la camaradería, los secretos, el poder de ser uno de los Elegidos en la
Academia. Había sido divertido.

Una ligera mano tocó su brazo. Yusuf se giró hacia la chica, de repente
dolorido por la belleza de la noche y con hambre anhelante.

Ella parpadeó. Sus ojos ya estaban un poco desenfocados y distantes, su


sonrisa temblando en sus labios como si hubiera medio olvidado que estaba allí.

Bien…

Él dejo su vaso y tomó su cara entre sus manos. Ella era adorable, con su cara
dorada con forma de corazón y sus enormes ojos oscuros. Sus labios se separaron
y ella hizo un pequeño sonido: podría haber sido deseo o desconcierto, pero a él
ya no le importaba. Ella había bebido lo que él le había ofrecido. No lo recordaría.

Durante un largo momento, él dudó. Alimentarse así estaba prohibido, porque


era demasiado peligroso. Pero por esa misma razón la emoción lo hacía
irresistible. Y Yusuf no estaba sin experiencia. Era fuerte, era habilidoso.

Y maldición, estaba hambriento.

Agarrando su cara, él trajo sus labios fieramente contra los suyos. Sintió el
momentáneo simple placer del contacto humano. Entonces, dentro de su pecho,
el espíritu pulsó y la energía salió a borbotones en sus venas. Sus ojos se
ampliaron, enrojecidos.

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Cuando la chica hizo un pequeño gemido de protesta, él se forzó a volver a
controlarse. No la haría daño: así no era como conseguía sus efectos. Relajando
su agarre, intensificó el beso, sintiendo como la energía vital salía a borbotones
hacia sus terminaciones nerviosas. Oh, esto era alimentarse, esto era satisfacción,
esto era felicidad.

Sus sentidos se afilaron, el olfato y el gusto de repente agudos. Podía oír el


latido y el tamborileo de la ciudad, el palpitar de los motores del crucero. Podía
oír unos suaves pasos. Y luego un susurro que decía su nombre.

Yusuf Ahmeeeed…

¿Había oído mal? Liberando a la chica, se quedó tranquilo, escuchando


atentamente.

Había elegido su lugar bien: esta habitación apartada con sus arcos románticos
y rincones, sobre el restaurante en el Viejo Estambul. Había pagado al propietario
extremadamente bien porque lo había dejado perfectamente claro que no quería
ser molestado.

¿Cómo sabían su nombre? ¿Era alguien que le conocía de la Academia…?

Tembló con el pensamiento. Era un problema que no quería, no justo al


terminar su carrera escolar. ¿Una alimentación no autorizada, en una forma
prohibida? No estaba posiblemente más allá de poder ser echado, como Katerina
Svensson después del asunto con la chica Bell. Sir Alric se tomaba sus reglas muy,
muy en serio…

En silencio, cada sentido en alerta, se giró hacia la oscuridad más allá de la


ventana arqueada. Se acercó, luego se quedó extremadamente quieto cuando sus
ojos buscaron en la noche. Debajo de él había un patio y el balcón se extendía
alrededor de tres lados de este, adornado con sombras.

Allí. Contra una pared de azulejo agrietado, una sombra se atrevió a pasar
rápidamente.

Alguien le estaba espiando. Alguien que conocía su nombre. Burlándose de él;


una razón más para girar su furia hacia el intruso. Tocó la cara de la chica.
Gradualmente, gentilmente, volvió en sí, los ojos enfocándose, la boca curvada

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en una sonrisa más determinada. Ella rastreó con una mano su pecho
seductoramente, sus dedos enganchándose en su cadena de oro y girando el
colgante de los afilados dientes entre sus dedos.

—¿No vas a besarme, entonces?

Si solo supieras, pensó él secamente.

—Lo siento, mi amor. He recibido un mensaje de texto, es una emergencia.


Tengo que irme.

Su malhumorado puchero era delicioso para contemplar. Él rió.

—Te veré mañana por la noche. Me prepararé para ti, ¿vale?

—Oh, sí. Seguramente lo harás. —Ella parpadeó, soplándole un beso seductor


y se fue.

Yusuf dio un último suspiro anhelante, pero sus músculos ya estaban tensos
por la caza. Luz y cambio, saltó a través del arco y salió al raquítico balcón. La
figura oscura había tenido suficiente tiempo para hacer una escapada, pero solo
cuando se dejó caer ligeramente al patio Yusuf la vio rompiendo a correr. Idiota,
pensó.

La figura se las arregló para mantenerse varios pasos delante de él cuando se


persiguieron a través de los callejones de la Mezquita del Sultán Ahmed; sus
pasos eran casi tan hábiles como los de Yusuf. La oscuridad aumentaba y la
soledad cuando viajaron a través de las calles, los sonidos de la ciudad
amortiguados por la distancia, como si hubiera perseguido la sombra a otra zona
horaria. Nadie alrededor.

Reduciendo la velocidad, él se dio cuenta con sorpresa que la figura estaba


delante de los escalones de un edificio anexo al lado de Hagia Sophia. ¿Era un
mausoleo? Aun así, Yusuf no sintió miedo. Se acercó a la entrada y se dio cuenta
que la cripta estaba vacía de gente, cerrada por renovación. Pero cuando entró, a
pesar de sus expectativas el lugar no estaba oscuro. Sobre él, el techo abovedado
Bizantino brillaba en la luz de cientos de velas.

¿Velas…?

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Él paró, los oídos pinchaban. Cada puerta con incrustaciones guiaba a la sala
que estaba abierta.

Yusuf estaba muy alerta ahora. Más allá del vasto atrio, el lugar era un
laberinto de arcos y pasadizos, y quién quiera que fuera el merodeador, estaba
escondido. Y él era muy bueno en eso…

Yusuf sintió la emoción por esta caza furtiva. No una tarde malgastada,
realmente. Un oponente era casi mucho mejor que un amante. Él le enseñaría a
este presuntuoso una lección.

¡Ja! Movimiento, afilado, por el rabillo del ojo. Allí, más allá de ese arco con
sus astillas y dorado apagado. Yusuf se movió, rápido y en silencio como un gato.

La antecámara era pequeña, con claustro calado y mosaicos azules medio


destruidos, y el brillo de la luz de las velas no penetraba en las sombras más allá
de los pilares. No había salida: era una trampa. Yusuf paró, sonriendo
irónicamente. Hora de girar las cartas sobre la mesa y hacerle salir, a este
insolente acosador.

—Muéstrate. —Su voz, clara e imponente, se hizo eco en los arcos.

En respuesta solo hubo silencio. Él se giró en un lento medio círculo, mirando


cada esquina, cada sombra.

—No hay dónde ir. Da la cara.


Aún nada. El parpadeante aire dorado era pesado con la tranquilidad.

—¿Quién demonios eres? Muéstrate ahora.

Un movimiento, un sonido detrás de él. Solo podría haber sido un paso, pero
estaba cerca. Demasiado cerca.

Él giró sobre sus talones, tenso para golpear, furioso por la audacia. El destello
de una sonrisa le encontró, y otro destello más siniestro.

—¡Tú! ¿Qué demonios…?

Yusuf pasmado retrocedió, lanzando sus manos con horror. Ni siquiera tuvo
tiempo para gritar. No podía correr. No podía cerrar sus aterrados ojos. Solo

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sintió, por primera y última vez, un terror paralizante y machacante cuando la
figura saltó hacia él.

Entonces cada vela en el edificio se apagó y el mundo de Yusuf se volvió una


absoluta oscuro.
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Tres semanas antes

—Le echo de menos.

Cassie Bell permanecía tranquila. Su amiga la miraba otra vez.

—Jake. Le echo de menos.

—Lo sé, Isabella —respondió Cassie. ¿Cómo podría olvidar...?

Quemada por la culpa, Cassie mantenía sus ojos estudiosamente fijos en el


agua azul y la brillante mañana sobre Estambul. No tenía ningún derecho a
impacientarse con los males de amores de su compañera de habitación. Era
parcialmente culpa suya, después de todo, que el amor de Isabella Caruso, Jake
no hubiera vuelto a la escuela este trimestre.

Deseaba que Isabella pudiera ser más feliz, de lo que era. No era solo que
odiaba ver a su amiga tan apagada; quería detener el sentimiento tan malo por
eso ella misma. Había un nuevo trimestre completo por delante, y toda una
nueva ciudad para descubrir. Y toda una nueva Cassie, si podía mantenerse
enfocada y reiniciar su vida escolar.

—¿Bonito, verdad? —Le dio un codazo a la chica argentina y sonrió, luego


asintió hacia la vista.
Con un visible esfuerzo, Isabella recobró la compostura y se enfocó en el
Bósforo azul y la ciudad más allá de la barra inclinada del velero, todas las
cúpulas brumosas y minaretes. Una lenta sonrisa curvó sus labios como si no
pudiera evitarlo.

—Sí, tienes razón. Es asombroso.

Cassie nunca había visto un horizonte como ese —aunque era difícilmente
sorprendente, desde que solo había comenzado a ser introducida en las exóticas
ciudades del mundo hacía menos de un año. Hasta entonces, su vida había
alternado entre casas de acogida sin éxito y la casa de adopción de Cranlake
Crescent. Gracias a Dios eso se había terminado.

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Otro disparo de culpa. Cassie tragó y tensó sus dedos en el raíl. Cranlake
Crescent no era exactamente la Academia Darke, pero había sido una casa
durante mucho tiempo, y no había sido del todo mala. Allí había tenido a sus
compañeras, y a los niños más jóvenes quienes la admiraban —y, por supuesto,
estaba Patrick Malone. Su amigo, su mentor, su llave maestra. Amable,
comprensivo Patrick.

Patrick, quién la traicionó al enviarla a la Academia Darke sin molestarse en


mencionar su terrible secreto…

Se sacudió. Darle vueltas una y otra vez a ese sorprendente descubrimiento


desde el trimestre pasado no ayudaba —averiguar que Patrick había sabido lo de
los oscuros espíritus de la Academia, saber que habitaban en algunos estudiantes
y se alimentaban de otros. Había sabido del peligro al que la estaba enviando.
Pero aun así la había enviado.

Era difícil perdonarle pero, a pesar de todo lo que había ocurrido, en


vacaciones Cassie había estado de acuerdo en hacer justo eso. Él era su vínculo
con el pasado, lo más cercano a una familia que había conocido. Le echaba de
menos, maldición. El problema era, que no sabía por dónde comenzar. Le habría
cortado la cabeza el pasado trimestre, le habría dicho que nunca le quería volver
a ver. Ese era el porqué no había sido capaz de volver a Cranlake Crescent
durante las vacaciones de Semana Santa: no había sabido si podía enfrentar ver
a Patrick. Así que cuando Isabella había extendido su invitación de vacaciones,
Cassie casi le había mordido la mano.
Mordido la mano que la alimentaba…

No. Había saltado a la oportunidad. Esa era la mejor manera de ponerlo. Y


navegar por el Mediterráneo en el lujoso yate del padre de Isabella, de un exótico
y antiguo puerto a otro, seguramente no era penitencia. Aun así, ver a Isabella
con su familia, tan cercana y adorable, había agujereado un punto vulnerable.
Necesitaba reconciliarse con lo que le pasó a su propia familia, se dio cuenta.
Necesitaba a Patrick.

Cassie sacó su teléfono del bolsillo. Mordiéndose el labio, descendió hasta su


nombre. Adelante, pensó. No hay momento como el presente. Solo un mensaje rápido.
Nada demasiado efusivo…

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Tomando una profunda respiración, tocó unos pocos botones.

Hey. ¿Cómo va?

Ella presionó enviar antes de que pudiera pensárselo dos veces, luego metió el
teléfono de vuelta en su bolsillo. Después de lo que se sintió como una eternidad,
pero probablemente solo fueron siete u ocho minutos, este vibró y pitó.
Nerviosamente, ella comprobó la respuesta.

De: Patrick Malone.

Cassie. Tan feliz de saber de ti. ¿Estás bien? Te echamos de menos.

Cassie sonrió tristemente. Podía decir que él aún estaba muy receloso, y no
estaba sorprendida. Exactamente no le había dado muchas razones para esperar
que estuviera en contacto otra vez en algún momento. Rápidamente recorrió sus
dedos sobre los botones.

También os echo de menos chicos. Lamento no haber estado en contacto.

Otra breve pausa, luego su teléfono vibró otra vez.

Lo comprendo, Cassie, ¿cuándo te veremos? Sin presión, pero tengo unos pocos días
libres. ¿Puedo ir allí?

Ella no pudo evitar sonreír cuando escribió otro mensaje de texto.

¡Sí! Me gustaría eso. Mándame un email con los detalles. Besos.


Dios, sería bueno hacer las paces.

La sonrisa de Cassie aún estaba en su lugar cuando miró hacia la cubierta


soleada dónde la madre de Isabella ya estaba tomando el sol, absorta en un libro.
Aunque no eran su familia, los Carusos eran muy amables, la gente más generosa
que podía haber esperado conocer. Bueno, lo serían: Isabella debía haber
conseguido su naturaleza de alguna parte. A pesar del sigilo que era necesario
para que pudiera alimentarse de Isabella —y se sentía horrible por engañar a los
padres de su amiga— Cassie se había sentido como en casa desde el primer día,
e iba a echarles de menos. Echaría de menos el mar, y los largos días
holgazaneando, y al Mistral Dancer en sí mismo.

Pero aun así. ¡Estambul!

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No sabía a dónde mirar cuando miraba hacia la tierra que se avecinaba hacia
ellos —a las finas villas y mezquitas y a las pequeñas villas en la orilla asiática, o
a las magníficas cúpulas y minaretes contra el cielo azul europeo al otro lado.
Casi estaba tentada simplemente de zambullirse en el bote y nadar a la orilla, tan
ansiosa estaba por investigar la antigua ciudad. Y podía hacerlo. No se ahogaría,
no con el poder del espíritu dentro de ella, no ahora que finalmente había
establecido un patrón de alimentaciones regulares en las vacaciones.

Gracias a Isabella, el espíritu de Cassie no había pasado hambre. Había dejado


de intentar rechazar las necesidades de Estelle, en contraste con su rechazo al
principio del trimestre anterior. Bueno, todo excepto la petición más grande de
Estelle —permitir que las partes de su espíritu dividido se reunieran dentro de
Cassie, como habían hecho momentáneamente durante esa horrible noche el
pasado trimestre…

Cassie sacudió el recuerdo de su mente. No iba a pensar en eso ahora. Las


cosas finalmente se estaban estableciendo —incluso Estelle parecía haber
aceptado el inflexible rechazo de Cassie a que estuviera ‘completa.’ Por ahora al
menos, parecía contenta con la manera en la que estaban las cosas. Con una
mirada oculta a Isabella, Cassie sintió la urgencia de gratitud y afecto. ¿Dónde
estaría sin la generosa oferta de Isabella, de su propia libertad y espontánea
voluntad, para ser la fuente de vida de Cassie? No soportaba pensar en ello.
Y aún aquí estaba Isabella viéndose tan miserable, perdida sin su Jake. Su
apasionado y breve romance había terminado con el acuerdo de Isabella de
permitir a Cassie alimentarse de ella contra los claramente inflexibles deseos de
su novio. ¿Cómo habían terminado los tres amigos así? Cassie pensó que podría
romper a llorar si no aliviaba el humor. Exhaló profundamente.

—Así que… ¿crees que las compras serán algo buenas? —dijo ella, sonriendo
a su amiga.

Isabella se sacudió, apartando el pelo llevado por el viento de su cara, los


bordes de su boca se elevaron muy ligeramente.

—Bueno, he pensado en ello un rato, debo admitir. Podemos salir al Gran

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Bazar temprano, ¿sí? Porque debemos ser turistas durante un rato. —Su sonrisa
de amplió; estaba haciendo un esfuerzo, Cassie se dio cuenta con una urgencia
de afecto—. Y luego, ¡las tiendas de moda! ¡Las galerías! ¡Los maravillosos
diseñadores!

—Las lecciones de matemáticas… —Cassie meneó un dedo hacia ella, y ambas


rieron.

—Oh, eso también, supongo. —Isabella unió un brazo a través del de Cassie—
. Intentaremos hacerlo bien, ¿verdad?

—Por supuesto que lo haremos. ¡Vamos a tener un brillante trimestre!

—Sí. Incluso si tiene que ser sin él. —Una sombra de tristeza cruzó la cara de
Isabella una vez más—. Oh, Cassie, lamento ser un miserable chucho. No puedo
evitarlo.

—¡Compañía miserable! Y está bien, de verdad. Por supuesto que le echas de


menos. —Ella codeó a Isabella, intentando una vez más animarla—. Pero Jake
está a salvo, eso es lo principal. Mucho más a salvo de lo que estaría si volviera a
la escuela, especialmente en su marco mental. Míralo de esta manera, se meterá
probablemente en menos problemas que en Nueva York, ¿verdad? Eso le dará
una oportunidad para conseguir alguna perspectiva sobre toda esta idea de la
venganza por su hermana… Y más tiempo para echarte de menos, ¿eh?
—Bueno, eso es cierto. —Isabella dio una pequeña sonrisa, pero su cara pronto
cayó otra vez—. Si está pensando en mí siquiera. Pero estoy preocupada, Cassie.
Quiero decir, él aún tiene ese extraño cuchillo de los Elegidos, estamos bastante
seguras de eso, ¿no? Y yo…

—¡Shh! —Cassie tensó su agarre en el brazo de su amiga cuando miró


nerviosamente de vuelta hacia la cabina y vio al padre de Isabella acercándose.

—¡Chicas! ¿Veis la Academia? ¡Está allí!

El Señor Caruso llegó y se quedó de pies detrás de ellas, gesticulando con su


cigarro siempre presente —el cual Cassie nunca le había visto encendido— hacia
algo directamente delante del elegante arco de Dancer. Con una última mirada a

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su amiga, Cassie miró en la dirección que él estaba indicando.

Había esperado más advertencia, pero había estado demasiado ocupada


hablando y comiéndose con los ojos las dos orillas de Estambul. Ahora una
pequeña isla delante de ellas, tan cercana que parecía que podía alcanzarla con
la mano y tocarla. Ya el capitán del bote estaba frenando al Dancer, girando a
estribor, alineándolo con el muelle dónde varias lanchas ya estaban atracadas en
el agua brillante. Ahora que estaban de lado a la isla, Cassie pudo mirar con
asombro el edificio que alojaría a la Academia Darke elevándose sobre ellos.

Parecía antigua —más vieja que la Academia en París. Doradas esculturas


brillaban por el sol de la mañana, y las agujas y claustros y columnatas tenían
intrincados azulejos con mosaicos azules y dorados acentuando el rojo sangre.
Cassie podía ver las grandes puertas talladas enmarcadas por un arco dorado
elevado, y todo estaba coronado con una enorme cúpula brillante. Parecía
construido para intimidar. ¿Qué había sido: el palacio de un sultán? Incluso el
Señor Caruso parecía impresionado. Agarró su cigarro sin encender entre sus
dientes y estrechó sus ojos, mirando.

—¡Creo que tendréis un buen trimestre, señoras!

—E Isabella, lo intentarás muy duro con tus matemáticas, ¿verdad, mija? —


interrumpió la Señora Caruso, guiñando un ojo hacia Cassie cuando se acercó al
lado de su marido—. Os echaré mucho de menos chicas, a ambas.
Cassie sonrió de vuelta, un poco atemorizada como siempre por la calidez
también por la simple preciosidad de la pareja: ella con su melena de pelo oscuro
bronce que era como el de Isabella, él con su delgado físico de jugador de polo y
sus ojos brillantes. Chico, pensó ella, el dios de los genes realmente hizo sonreír
a Isabella. La propia belleza de Cassie había sido poderosamente amplificada por
su introducción a los Elegidos —un beneficio del que no podía quejarse. Quizás
este trimestre descubriría otros. Estaba determinada a encontrar algo positivo
sobre toda esta experiencia…

Su compañera de habitación ya estaba abrazando a sus padres cuando la


tripulación apiló su caro equipaje —y las dos cajas chapuceras de Cassie— en la
pequeña lancha. La miseria de Isabella sobre Jake pareció ser momentáneamente

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olvidada en medio del ajetreo y la excitación de llegar a la escuela.

Nueva escuela, nuevo comienzo, pensó ella otra vez, y Cassie se encontró
deseando hacer su marca en la Academia Darke. La excitación se elevó cuando
ella e Isabella ofrecieron sus despedidas, y sus copiosas gracias, con abrazos
alrededor. Pareció pasar apenas algo de tiempo antes de que los Carusos
saludaran desde el yate, y la lancha que llevaba a Cassie e Isabella fue cortando
un suave camino a través del agua azul hacia el muelle.

Esta isla, ese impresionante antiguo palacio que sería su escuela: era todo tan
diferente de lo que Cassie había esperado en sus anteriores dos trimestres de la
Academia. Aun así, cuando ella e Isabella caminaron a través de los jardines
amurallados hacia la columnata ensombrecida, una vez más intrincadamente con
azulejos y dorada, Cassie reconoció las familiares cosas también.
Sorprendentemente, encontró que se alegraba de verlas. Una pequeña piscina,
oscura y fría, su fuente salpicando gotas de agua en las negras orquídeas. En un
nicho a su izquierda, la familiar estatua de Aquiles, aún pateando a Hector. Y
había algunas características, también, que quizás Isabella no registró pero que
Cassie seguramente lo hizo —criaturas mitológicas retorcidas talladas alrededor
de un pilar; o el labrado símbolo de elaboradas líneas entrelazadas en las puertas
que eran más parecidos al roto emblema de los Elegidos quemado en su propio
omóplato.

Sí, la mayoría era igual. Y se había aplicado en probar que su relación con
Isabella no había cambiado desde que se habían conocido por primera vez a la
llegada de Cassie a la escuela hacía todo ese tiempo. A pesar de todo, Cassie
estaba determinada a que pudieran aguantar su amistad, y seguramente nada
pudiera cambiarla. Seguramente.

Cassie se estremeció cuando intentó imaginar como se las habría ingeniado sin
su mejor amiga. Isabella era un ancla cuando todo lo demás era diferente.

Jake no estaba. Ellos habían sido uno para todos, todos para uno —
supuestamente— pero el nuevo papel de Isabella en la vida de Cassie había sido
un paso demasiado lejos para él, especialmente después de descubrir el papel de
los Elegidos en la muerte de su hermana en Camboya hacía un par de años. Pero
no fue ni culpa de Isabella ni de Cassie que las cosas se hubieran terminado. Si él
hubiera sido un amigo de verdad, no les habría abandonado. No habría dejado a

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Isabella, dejado la Academia Darke, condenadamente empeñado en vengar a
Jess, a expensas de su amistad con la pobre Isabella y su amistad con Cassie. Y
aun así no habían oído ni una palabra de él desde entonces. ¿Quién sabía lo que
estaba tramando ahora?

La culpa se retorció en el estómago de Cassie otra vez. Isabella había esperado


mucho tiempo para que Jake se enamorara de ella, pero tan pronto como lo hizo,
Cassie se las había arreglado, deliberadamente o no, para meterse entre ellos. Si
el zapato hubiera estado en el otro pie, Cassie a menudo se había preguntado en
semanas si, ¿habría sacrificado el amor por la amistad? Casi estaba segura que
habría hecho lo mismo por Isabella. Casi.

Aun así había veces cuando su corazón, todo su cuerpo aún dolía por Ranjit
Singh. Eso no podía ser de ayuda. Pero la propia vida amorosa de Cassie no había
tenido más éxito que la de Isabella. Se había terminado entre Cassie y Ranjit —y
su nuevo comienzo significaba comenzar otra vez sin él. Estelle insistía que podía
vivir sin él también; el espíritu vicioso que poseía en parte a Cassie hacía todo
por su propio bien. Ranjit había traicionado a Cassie, después de todo. Las
traicionó a ambas…

¡Absolutamente, Cassandra, querida! Debemos seguir adelante.

Vacilando en el pasillo, Cassie se tensó. Isabella llegó a una parada unos pocos
pasos después, y se giró hacia atrás burlonamente.
Bueno, bueno, pensó Cassie cruelmente. Ahí estás, Estelle. ¿A tiempo para ver tu
viejos colegas, eh?

El espíritu había estado demasiado tranquilo durante las vacaciones,


aparentemente feliz y satisfecho con su vivaz y regular fuente de vida. Confiaba
en que el viejo murciélago reapareciera a tiempo para el trimestre escolar.

¡Tsk, tsk, Cassandra! No es algo bonito llamar a tus amigos viejos, ¿verdad?

Cassie no pudo evitar una sonrisa irónica jugando en sus labios.

—¿Cassie? ¿Estás bien?

—Estoy bien, Isabella. Lo siento. —Cassie caminó hacia el lado de su amiga.

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—Aquí estamos. ¡Mira! —Isabella señaló a la pared al lado de una pesada
puerta tallada. Ahí estaba: la familiar placa.

Cassandra Bell
Isabella Caruso
Cassie liberó una de sus maltratadas cajas y situó una mano contra la cálida
vieja madera de la puerta. Levantó una ceja hacia Isabella.

—¿Deberíamos echar una mirada? ¿O solo deberíamos ir a por un café y no


molestarnos?

Isabella rió. Girando un enorme anillo de hierro, abrió la puerta ampliamente.

Cassie estuvo en silencio durante un momento, la respiración atrapada en su


garganta, cuando Isabella marchó al interior de la habitación y dejó su bolsa.

Estaba mirando a través de la enorme habitación, llena con mobiliario de


decorada madera de caoba, coloridas alfombras y tapices, alfombras persas
esparcidas a través de los sofás. Directamente enfrente de ella había una ventana
con arco, las persianas colgaban abiertas para revelar los abundantes jardines, y
más allá de ellos el brillante Bósforo y la ciudad en sí misma.

Isabella ya se había lanzado sobre una de las camas con cuatro postes,
poniendo las cortinas alrededor suyo como un abrigo. Se asomó, cubriendo la
parte inferior de su cara como si fuera una mujer en un harén. Aún investigando,
Cassie la ignoró y abrió otra puerta tallada.

—¡Santa sardina! El lavamanos es de mármol sólido. —Cassie jadeó y


pretendió tropezar dramáticamente—. ¡Y el baño también!

—¿Qué hay del aseo?

—No. Cerámica estándar para el aseo.

—Qué decepción —dijo Isabella con una pequeña sonrisa, cuando soltó la
pesada cortina—. Al menos se siente muy diferente de Nueva York, ¿huh? No
recuerda demasiado al último trimestre. Me gusta.

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—Mmm. —Cassie paró, intentando inyectar un brillo al proceso—. Bueno,
estás acostumbrada a este tipo de elaborados alrededores. Imagino cuanto me
gusta eso. —De pies en la ventana, Cassie estiró sus brazos e inhaló la brisa con
olor salino—. Pronto te sentirás animada, te lo prometo. Ya estás sonando mejor
—dijo ella, volviendo a mirar esperanzadamente a su amiga.

—Mmm. —Isabella no la miró, notó ella, pero siguió mirando al pesado dosel
de seda—. Solo desearía…

¡Maldición, Cassie, no empujes tu suerte! Arrancando una de las mantas,


Cassie la tiró sobre su compañera de habitación, así que Isabella graznó y tuvo
que luchar para liberarse.

—Vamos, cariño. —Atrapando a Isabella cuando emergió de la caída de la tela,


Cassie sonrió—. Esto es duro, pero vamos a tener un buen tiempo aquí. ¿Me
tienes a mí, cierto?

Isabella se frotó un ojo, y la dio una sonrisa que era un poco forzada, pero era
mejor que nada.

—Sí, aún te tengo. Y sabrás mejor que nadie cómo intento arrancar un buen
momento, Cassie Bell…
,

21
De compras. Debería haberlo adivinado. Realmente era del tipo turista, pensó
Cassie, pero al menos había algo de vuelta en los ojos de Isabella.

Debajo del tejado elegantemente arqueado y con azulejos, el Gran Bazar era
una caída de ruido y exóticos olores: humo de tabaco, frutos secos asados,
especies. Había perdido la cuenta de las tiendas que vendían joyería y alfombras
y cerámica de Nicea. Los precios eran indignantes, y Cassie no estaba por
comprar nada excepto los pistachos que estaban mordisqueando mientras
caminaban, pero Isabella estaba haciendo su mejor esfuerzo por volver a la
normalidad, y para ella eso significaba terapia de compra.

Brillante, Isabella caminó hacia una tienda y comenzó a regatear sobre un


especialmente maravilloso kilim1. Podría haberlo afrontado al precio turista, por
supuesto, pero Cassie tenía la sensación de que quería regatear por puro deporte
—o normalmente lo haría. En esta ocasión el corazón de Isabella no estaba en
ello. Después de cinco minutos, con un encogimiento de hombros, el vendedor
se rindió. Cassie estaba empezando a sentirse seriamente horrible por el humor
depresivo de su amiga.

Todo es culpa mía, pensó ella. Todo es culpa mía...

1
Tipo de alfombra.
Parando en el tumulto para golpear aleatoriamente a través de un estante de
bufandas coloridas, Isabella empujó su bolsa de pistachos en la mano de Cassie
con un suspiro.

—Termina esto. No tengo hambre.

—¡Isabella, no has comido en toda la mañana!

—Estoy bien. Solo que no tengo hambre. —Como si eso la tranquilizara,


Isabella apretó su brazo y le guiñó un ojo—. Y siempre necesitas alimentarte.

Dentro de su cabeza Cassie oyó un ejem disgustado.

Ella debe mantener su fuerza para nosotras, querida. Es muy egoísta...

22
—Cállate, Estelle—murmuró ella.

Isabella la dio una mirada en la cual alarma y preocupación estaban


igualmente mezcladas, pero no tuvo tiempo para preguntarle a Cassie. Detrás de
ella alguien chilló sobre los gritos y el parloteo del mercado.

—¡Isabella! ¡Cassie!

Cassie se giró hacia la dirección de la excitada voz, y captó una mano


ondeándose más allá de un nudo de turistas alemanes. Una cara familiar apareció
y luego desapareció, rebotando una vez más para conseguir una clara línea de
visión, y Cassie sonrió.

—¡Ayeesha, hey! ¡Cormac!

La chica de Barbados y el chico irlandés se retorcieron a través de las


multitudes, arreglándoselas para no soltar sus manos. Aún una pareja, pensó
Cassie. Sintió una inesperada punzada de envidia: esos podrían haber sido ella y
Ranjit, si él hubiera tenido el valor para luchar por ella. Molesta, ella sacudió el
pensamiento. Esto no era sobre Ranjit Singh. Nuevo comienzo…

—¡Hey, chicos! Es bueno veros. —Ella aceptó un abrazo de Cormac, y luego


abrazó a Ayeesha cuando Cormac agarró a Isabella y la abrazó cálidamente.

Ayeesha la dio una brillante sonrisa, golpeó sus largas trenzas sobre su
hombro.
—Y es bueno verte también, Cassie. ¡Mírate bien, chica! ¡Te has alimentado
apropiadamente! —La chica de Barbados retrocedió y meneó un dedo burlón—.
¡A tiempo!

—Um. Sí. —Cassie sonrió torpemente, intentando no encontrar los ojos de


Isabella.

Ayeesha dejó caer la mano de Cormac para unir un brazo a través del de Cassie
y uno a través del de Isabella.

—Vamos y tomamos un café, ¿huh? Hay unos pocos de nosotros en ese


pequeño café alrededor de la esquina —dijo ella, su suave entonación
rápidamente con excitación.

23
—¿Elegidos como nosotros, quieres decir? —preguntó Cassie secamente.

Cormac rio.

—Seguro, pero nos mantendrás a todos controlados. Y si no lo haces, estoy


seguro que Isabella aquí lo hará. ¡Vamos, chicas!

Cassie, para su sorpresa, encontró que no necesitaba ningún ánimo más. La


élite de los Elegidos no eran del todo su tipo, no por algo malo, sino que había
algunos de ellos a los que estaba muy contenta de ver otra vez. Y les comprendía
mejor, ahora que comprendía sus motivaciones, sus camaderías, y su hambre
sobrenatural que tenía que ser alimentado. Ella era, después de todo, una de ellos
—o al menos una parte de ella lo era.

Cuando Ayeesha las guio a la cafetería, Cassie se encontró buscando casi


ansiosamente por caras familiares. Mikhail no estaba allí, gracias a los dioses.
Tampoco estaba la horrible Sara quién avisó a la malvada Katerina y a su madre
de los movimientos de Cassie el último trimestre, casi consiguiendo que ella,
Isabella y Jake fueran asesinados en el proceso.

Pero Vassily y Yusuf estaban sentados juntos cotilleando, y India y Hamid


saludaron cuando se acercó. En la ráfaga de besos voladores, si eran sinceros o
no, se encontró reflexionando Cassie, sonriendo. No podía evitar sentir el nuevo
respeto encontrado en sus saludos —y se alegraba genuinamente de ver algunos
de ellos, pensó. Oh, la ironía. De hecho, considerando cómo se había sentido al
principio sobre los Elegidos, estaba sorprendida de cuan cómoda estaba. Era casi
como si les hubiera echado de menos.

Voluntariamente o no, se dio cuenta que ahí era a dónde pertenecía ahora. Así
que quizás Ranjit había tenido razón. Quizás si hubiera abrazado ser parte de los
Elegidos antes, ¿aún estarían juntos? Quizás…

No. No quería pensar en él. Definitivamente ahora no. Cassie sacudió su


cabeza para limpiarla, luego sonrió y volvió a la sacudida de manos formal de
Vassily. Por el rabillo del ojo, vio a alguien más girándose y poniéndose de pies.
Una figura disoluta y guapa con un distintivo aire sórdido…

—Richard. Hey.

24
Ella había intentado sonar un poco reticente, pero la sonrisa se había dibujado
en su cara antes de que pudiera detenerla. Tentativamente, casi como si él temiera
su reacción, el chico inglés se volvió, pero sin mucho rastro de su habitual
arrogancia despreocupada.

Cassie rápidamente disminuyó su sonrisa. Nueva aptitud o no nueva aptitud,


algunas cosas nunca cambiaban. A pesar de las constantes súplicas de Richard
para olvidar el último trimestre, y la información sin valor que dio la cual guio a
Cassie a encontrar a Jake antes de que fuera lanzado a la Tierra Viva, hubo algo
que nunca olvidaría lo suficiente. Richard había sido el que la engañó para
hospedar al espíritu de Estelle. No estaba segura de que pudiera perdonarle por
eso, sin importar cuantas cosas hubieran pasado desde esa fatídica tarde.
Tensando sus labios cuando se inclinó para saludarle, evitó hacer contacto con su
mejilla.

—Cassie. —Él la dio una sonrisa precavida—. Es genial verte.

—Sí. Lo mismo digo.

Él saludó a Isabella cariñosamente, pero mantuvo su distancia de Cassie


cuando todos se sentaron, sus voces mezclándose, ansiosos por cotillear e
intercambiar impresiones de la nueva Academia.

—¿Qué haces en el patio? ¡Finalmente consiguieron pillar las estatuas


exteriores!
—Demasiado cierto, pero ¿has visto el invernadero de Sir Alric? ¡Tiene que
tener un lugar especial para sus preciosas ensangrentadas orquídeas, eh!

—Estoy más preocupado por la comida. Quiero decir, ¿habrá algo más que
queso y olivas, cierto?

—Cormac, cariño, ¿no piensas en algo más que en tu estómago? —Ayeesha le


dio unos golpecitos en el delgado abdomen de su novio de manera burlona—.
De alguna manera, aparentemente habrá un gran énfasis en historia y
arquitectura este año. Clases extra. —Ella giró sus ojos exageradamente.

—¿Hablas en serio? ¿Ruinas antiguas y excavaciones polvorientas? No gracias.

—¡Podría ser divertido!

25
—¡Sí, cierto!

Durante la aglomeración de voces, más de una vez Cassie encontró que su


mirada iba a la deriva hacia Richard. Para su sorpresa, él parecía estar
concentrado en animar a Isabella; su indiferente mirada melancólica
gradualmente cayó cuando él bromeó y charló. Observándole, Cassie sintió una
urgencia de reacia admiración.

Admiración por su consideración, eso era todo. No afecto.

Se dijo a sí misma que no caería en su encanto otra vez. Aun así, él estaba
actuando bastante sumiso a su alrededor, pero así era como debería ser; él
debería sentirse incómodo. Vale, estaba siendo dulce con Isabella ahora mismo,
pero eso no le costaba nada. Dulzura y encanto eran sus armas, tanto como Cassie
estaba preocupada. Él era uno de los que intentaba jugar en todas partes contra
la mitad, incluso fastidiando a la malvada Katerina y a sus seguidores cuando
había sido apropiado para él.

Pero era difícil mantener su resentimiento burbujeando. Incluso desde que


había percibido el espíritu de Richard, Cassie había comenzado a comprenderle
un poco mejor, a pesar de ella misma. La suya parecía una de las debilidades de
todos los antiguos e inmortales espíritus de los Elegidos que habían emergido con
sus huéspedes humanos, así que quizás no debía sorprenderse que él jugara tan
cuidadosamente. Otra vez miró en su dirección. Otra vez, él mantenía sus ojos y
su sonrisa recelosa y evitando su mirada.
Cassie sintió otro diminuto parpadeo de suavización hacia él. Intentando
cuanto pudo, no estaba tan enfadada con él como había esperado. Quizás había
estado equivocada —quizás su nueva aptitud la permitiría seguir avanzando,
tanto como Richard estuviera involucrado. Quizás quería hacerlo.

—¿Cuándo llegaron aquí chicas? —preguntó Cormac.

Cassie miró a Isabella, pero ella permaneció en silencio.

—Justo esta mañana. Nosotras, uh… llegamos en el yate del padre de Isabella.

—¡Excelente! Ese era un bote de apariencia bonita. —Vassily la estaba


sonriendo, con solo una breve mirada hacia Isabella, la cual incomodó un poco a
Cassie.

26
Otra vez miró a Isabella, intentando arrastrarla dentro.

—Los padres de Isabella son increíbles. Realmente fue muy amable que me
dejaran acompañarles. Estoy segura que mi amiga aquí no les dio mucha
elección.

Isabella dio una pequeña risa y sonrió a Cassie, pero no inyectó nada más en
la conversación. Cassie suspiró.

—Hey, eres una de nosotros ahora, o casi —dijo Hamid, riendo—. Necesitas
acostumbrarte a este estilo de vida.

—Sí, yo… —Cassie sonrió, con otra mirada a Isabella—. No soy lo suficiente
aún, no lo creo, como estoy segura que Isabella os habrá dicho.

Isabella sonrió, y finalmente abrió su boca para responder, pero la


conversación había avanzado otra vez. Ayeesha dejó su diminuta taza de espeso
café dramáticamente, mirándola desorbitadamente.

—Hombre, esto te despierta por la mañana. ¡Estaré zumbando todo el día!

—Y toda la noche, con algo de suerte —añadió Cormac.

—Hmm, podrías no querer presionar esa suerte irlandesa, cariño, o Ayeesha


muy bien podría cansarte —interrumpió India con una sonrisa.
Los Elegidos se rieron, incluso Ayeesha, aunque apretó el brazo de Cormac
afectuosamente. Cassie se encontró uniéndose a ellos, pero notó incómodamente
que la risa de Isabella era forzada y medio desalmada. Parecía como si estuviera
empezando a sentirse bastante fuera de lugar.

Dios, Cassie realmente solo quería que Isabella estuviera feliz otra vez. Si
pudiera mover todo lo que había pasado con Jake, entonces quizás las cosas
pudieran estar bien —pero ahora mismo Cassie realmente no podía ver que eso
ocurriera. Divertido como, cuando había llegado al principio a la Academia,
Isabella había intentado durante mucho tiempo hacer que Cassie se sintiera feliz
allí, y ahora aquí estaban con sus roles invertidos. Porque realmente se estaba
adaptando, se dio cuenta Cassie con una sonrisa interna. Se sentía más

27
establecida, estaba comenzando a sentirse como en casa. Como si perteneciera.

¡Esa es mi chica! ¡Esa es mi chica, Cassandra! Es el momento de empezar a


establecernos aquí…

Incluso a pesar de Estelle no podía apagar su humor. Cassie rio en alto otra
vez, ligeramente fuera de lugar, ganándose una mirada incrédula de Richard. Y
aun cuando se giró hacia él, él estaba enfocado en Isabella una vez más, el brazo
descansando con indiferencia en el respaldo de su silla.

—¡Bueno, no sé vosotros chicos pero adoro esto! —exclamó India—. ¡Un lugar
alucinante para mi último trimestre! Creo que podría ir a echar una mirada al
Hagia Sophia esta tarde. ¿Quién tiene ganas?

—Desearía poder —dijo Yusuf con un guiño, metiendo su llamativo y afilado


colgante de un diente en su camisa—. Estoy conociendo a alguien.

—¿No lo haces siempre? —señaló Ayeesha, para más risas.

—Bueno, no le recuerdo intentándolo conmigo —dijo Richard, falsamente


herido—. ¿Qué soy, hígado picado?

Yusuf rio irónicamente.

—Quizás él solo tiene mejor gusto —añadió Cassie, aunque no pudo detener
la sonrisa en su cara para suavizar el golpe.

Richard se encogió de hombros y le dio un empujoncito a Isabella.


—Un poco dura, tu amiga, ¿verdad? —bromeó él, aunque el parpadeo se
perdió de sus ojos. Cassie intentó ignorarlo, lo cual no fue difícil cuando ella
entonces oyó a India meter baza otra vez.

—¡Hablando de citas calientes, Isabella! ¿Cuándo llegará ese yanqui tío bueno
de Jake Johnson?

Maldición. India solo estaba intentando incluirla al fin, pensó Cassie cuando
su corazón se hundió hasta sus botas. Pero cuando todos miraron
expectantemente a Isabella, la piel bronceada de la chica argentina se puso
blanca.

—Um… Yo… No lo sé… —Isabella miró desesperadamente a Cassie, luego

28
miró su reloj. Dio una débil risa—. Actualmente, soy bastante tonta. Olvidé, que
estoy esperando una llamada de… de mi madre. Será mejor que regrese.
Encantada de veros chicos.

Ella se puso de pies tan rápido que casi tiró su silla. Richard la atrapó y la
afirmó. Vassily, Yusuf, y Richard se pusieron de pies torpemente pero
delicadamente cuando Isabella comenzó a reunir apresuradamente su bolsa y su
chaqueta. Cassie se levantó para seguirla.

—¿Puedo caminar con vosotras, chicas? —preguntó Richard, pero Isabella ya


estaba en la puerta del café.

—No. No, está bien. Quédate. Solo es una llamada de teléfono. Prometí que la
haría, uh, hacerla saber cómo nos hemos establecido. ¡Adiós! —Isabella saludó
rápidamente, y luego se zambulló a toda velocidad a través de la baja salida
enmarcada con madera.

—¿Qué? —Cassie oyó decir a India—. ¿Dije algo malo?

—Creo que acabas de poner tu talla seis Louboutin en ello, cariño. —Ese fue
Richard, pero Cassie ya estaba fuera de la puerta también, corriendo para
alcanzar a su compañera de habitación.

—¡Espera, Isabella! ¡Iré contigo! —llamó Cassie, alcanzando y uniendo su


brazo a través del de su amiga. Estuvo aliviada de no haber perdido a Isabella en
las grandes multitudes.
—Lo siento, Cassie —dijo Isabella miserablemente. Sonaba al borde de las
lágrimas—. Te estabas divirtiendo. No quería…

—No seas tonta. Está bien, me estaba cansando un poco allí dentro de todas
formas —replicó Cassie con una sonrisa.

—Yo también. —Los pasos desaceleraron detrás de ellas, y entonces Richard


les alcanzó—. Pensé que podríais necesitar a un hombre grande y fuerte para
protegeros de las hordas de aquí fuera.

Cassie le miró con tierna sorpresa, pero no pudo evitar volver a su irónica
sonrisa.

—Sí —respondió ella—. ¿Sabes dónde podríamos encontrar uno?

29
—Eso es demasiado dulce por tu parte, Richard. Lo siento. —Sorbió por la
nariz Isabella, ignorando sus bromas y hablando rápido.

—Deja de disculparte, vaca tonta —dijo Richard animadamente, su andar


fácilmente mantuvo el paso con ella—. Y hey, bella Isabella… Realmente lamento
mucho que Jake no vuelva. ¿Qué idiota, eh? Y no solo estoy hablando de esos
tensos glúteos suyos. Eres demasiado adorable para él, y siempre lo dije. Si estás
buscando algo para lograr algo de consuelo… —Él se fue apagando, levantando
sus cejas sugestivamente.

Cassie medio esperaba que Isabella detuviera sus pasos y le golpeara, pero ella
solo rio y se limpió la nariz.

—Uh, te lo haré saber. Gracias, Richard.

—Por supuesto —dijo él, aunque sus ojos siguieron girando rápidamente
hacia Cassie, como si estuviera comprobando su reacción. Cassie frunció el ceño.
¿Qué le importaba a ella si estaba flirteando con Isabella? De todas formas, él solo
lo estaba haciendo para hacer que su amiga se sintiera mejor, ¿verdad?

Incluso más allá del Bazar las calles eran calientes y ruidosas, y ya las llamadas
de los oradores estaban flotando sobre la charla y el tamborileo de la ciudad.
Richard mantuvo una charla firme cuando se dirigieron hacia el puerto —
señalando los puntos de referencia, tirando trozos de historia, haciendo coloridas
bromas. En el momento que alcanzaron la orilla, Isabella estaba lo bastante
animada para saludar a un barquero y hablar sin un titubeo en su voz.

Cuando comenzaron a embarcar, Cassie atrapó el brazo de Richard,


gesticulando hacia él para que pasara a su lado durante un momento.

—Escucha, gracias, Richard —comenzó ella—. De verdad. Lo aprecio. Ella


necesitaba animarse. —Cassie asintió hacia Isabella delante de ellos.

—Sin problema. —Él se aclaró la garganta torpemente—. Quería hacerlo, de


todas formas. Jake es un idiota.

—Él tuvo razones, Richard —le recordó Cassie oscuramente.

30
—Lo sé. Y lamento que su hermana mu… fuera asesinada —se corrigió él—.
Pero no tiene que cebarse con Isabella. Ella está loca por él, pobre cosita. Algunas
veces es difícil conseguir a alguien, sin importar cuanto haya ocurrido entre ellos.
—Él murmuró la última afirmación, así que Cassie no estaba segura de haber
oído correctamente.

—Estoy de acuerdo contigo sobre Jake —suspiró ella—. Pero evaluando toda
la situación con esos dos más de la mitad es culpa mía, así que es algo difícil para
mí discutirlo con ella.

Mirando una y otra vez a Isabella, quién estaba charlando con el barquero
quien la había ayudado a embarcar, Richard descendió su voz.

—¿Y tú estás bien, Cassie?

Parecía que esa pregunta estaba tan cargada que podría hundir la lancha.

—Estoy bien —dijo ella tensamente.

—¿De verdad? Eso espero, Cassie. Honestamente lo hago. —Apartó un


mechón de pelo de su cara. Siguiéndolo con sus ojos, Cassie estaba irritada al
darse cuenta que encontraba los gestos atractivos—. Porque mientras estamos
hablando de culpa —continuó él—, supongo que tengo que sentir mucha culpa.

Cassie tomó una profunda respiración. Él estaba delante, pero ahora era tan
buen momento como cualquiera.
—Cierto. Pero escucha… he querido darte las gracias por eso, Richard —
murmuró ella rápidamente—. ¿Por lo del último trimestre? ¿Me dijiste dónde
encontrar a Jake esa noche, en el Teatro de Marionetas? Nunca habría pensado
en ello. Si no hubiera sido por ti, probablemente él habría estado muerto antes de
que llegáramos.

—Sí, bueno hay muchas cosas de las que me arrepiento en la vida. —Guiñó un
ojo.

—En serio. Por todo lo que hemos dicho de él, estoy agradecida. Y por
supuesto, también Isabella.

—¿Incluso si casi fuisteis asesinadas?

31
—Pero no lo fuimos. Es algo bueno lo que hiciste, Richard. —Y más de lo que
el condenado Ranjit Singh hizo, pensó ella amargamente.

—Te debo eso, ¿verdad? —Él hizo una cara triste.

Ella rio secamente.

—Sí. Eso creo.

Muy ligeramente, él tocó su brazo, luego dejó caer su mano.

—Y mira, Cassie, sé que fui un dolor el último trimestre, pidiéndote que me


perdonaras todo el tiempo, pero te prometo que no te daré un momento difícil
ya. ¿Vale? Te dejaré en paz ahora. En mi honor.

—Richard, eso no es…

—Sí, lo sé. Mi honor no vale mucho la pena.

No era lo que estaba intentando decir, pensó ella, sonriendo con un toque de
arrepentimiento. Pero él ya estaba sonriendo y caminando hacia el bote dónde
Isabella estaba saludando desde la popa.

Inferior, inyectó la voz de Estelle. Cosa inferior, querida. Él no nos llevará a ninguna
parte.
Ignorándola, Cassie saltó a la lancha detrás de Richard. Cuando él comenzó a
charlar fácilmente con el joven barquero, intercambiando opiniones sobre algún
equipo de fútbol deprimente, Cassie fue al lado de Isabella.

—Dios, Cassie, ¿he exagerado? Acabo de dejar de pensar en él —anunció


Isabella fieramente, los ojos en el horizonte cuando la brisa marina enredó su pelo
caoba.

Cassie dudó.

—Bueno sí, creo que podrías tener razón. Aunque lo comprendo, bebé.
Realmente lo hago.

Isabella paró, y luego habló otra vez.

32
—Y tú necesitas hacer lo mismo, sabes.

—¿Huh?

—Quizás estoy equivocada, Cassie. Pero en alguna parte profunda, ¿aún no


estás pensando en Ranjit? —Isabella la observó con preocupación.

—No.

Las mejillas de Cassie se sonrojaron cuando Isabella levantó una ceja.

—Vale. Bien, espero que no. En serio —dijo Isabella, uniendo sus dedos con
los de Cassie y apretándolos—. Porque eso sería algo bueno, ¿verdad? Quedarse
en una de las ciudades más excitantes en la tierra, ¿y ambas enamoradas de un
par de vagos quienes ni siquiera nos merecen? No. Sabes qué, Cassie, te prometo
que voy a intentarlo y a ponerme las pilas. Voy a ser como tú. Simple y lista para
estremecerme.

Cassie rompió a reír.

—¡Relacionarse!

Isabella sonrió.

—Error deliberado.
—¡Desliz Freudiano, más bien! —Cassie se encontró riendo con su compañera
de habitación—. ¿Vagos quienes no nos merecen, eh? ¡Así que Richard te ha
conseguido!

—Creo que él también te ha conseguido a ti. —Isabella la dio uno de sus


codazos en las costillas.

Cassie jadeó y rio.

—¡Como si fuera la primera vez!

—Lo que digas, Cassie Bell. Aun así, quizás deberías dejarle… —Isabella se
giró arrogantemente, pero una pequeña sonrisa estaba jugando en sus labios.

33
Cassie frunció el ceño hacia la isla cuando se acercó. No había pensado en
Richard, y estaba segura como el infierno que no había pensado en Ranjit. No lo
había hecho. Excepto por estar enfadada con él, no, furiosa. Aparte de eso, no
podía soportar pensar en el chico. No debía. No podía tratar con pensamientos
de su traición, su cobardía; no ahora mismo.

Una pequeña risa interrumpió sus pensamientos.

Todo está bien, querida. ¡Yo me encargaré de las cosas por las dos!
,

~
+

34
—¡Sientan sus arcillas, señoras y señores! ¡Sientan lo que quiere ser!

El Signor Poldino estaba pletórico de la alegría del principio del verano y


saltaba con entusiasmo sobre sus talones. ¿El hombre nunca se quedaba sin
energía? Se preguntó Cassie. La luz que entraba por las ventanas abiertas de la

+
elegante habitación tenía un tinte verdoso por los jardines frondosos y podía
vislumbrar el cielo brillante, si tenía que estar en un salón de clases, este era uno
de los mejores.

Era consciente de las risitas ahogadas detrás de ella… la clase de escultura


apenas contenía la hilaridad colectiva debido a lo que Richard estaba haciendo,
pero el maestro de arte no parecía haberse dado cuenta. Cassie, por su parte,
hacía todo lo posible para no darse la vuelta y llamar la atención de Richard. A
su derecha, Cormac estaba formando en forma estudiada un par de piernas
desproporcionadas. Parecía estar tomándoselo inusualmente en serio hasta que
bromeó murmurando de costado:

—Pies de arcilla, Cassie.

—Ja, ja —susurró ella sarcásticamente.

—¿Sabes cómo se siente mi arcilla? —siseó Isabel, examinando su pieza


mientras permanecía de pie junto a Cassie—. Se siente como arrastrarse por
debajo de la mesa y morir. Mira esto. ¡Es terrible!

Y realmente era algo no identificable y horrible. Cassie se encogió de hombros.


—No sé —contestó ella—. ¡Pensé que podría haber sido una imitación de
Rodin! —Ella se echó a reír, pero la risa murió en sus labios. Era como si un velo
negro hubiera sido arrojado sobre ella, cerrándose al resto de la clase; y de la
nada, el buen ánimo de Cassie cambió.

La sensación en su pecho era oscura e intensa y… anhelante. Algo la estaba


llamando y tiraba de ella como un imán. Cassie levantó la cabeza y miró hacia
atrás, a pesar de que sabía exactamente a quién iba a ver.

Ranjit.

Una descarga eléctrica de lujuria corrió por su cuerpo, y tuvo que reprimir un
estremecimiento involuntario por la excitación. ¿De dónde había salido?

35
¿Cuánto tiempo había estado allí? Ciertamente no se había dado cuenta de que
él estaba allí al comenzar la clase, y de hecho no lo había visto en ninguna parte
de la Academia durante el par de días antes del inicio del curso. Por supuesto, no
es que lo hubiera estado buscando. Cassie había asumido que él estaba fuera
siendo oscuro y misterioso, o haciendo un encargo de Sir Alric Darke, que por lo
general, era su posición por defecto en esta escuela.

Pero allí estaba ahora, alto y hermoso, con sus ojos ambarinos clavados en su
alma, y ella no podía apartar la mirada. Él le dio un solo movimiento de cabeza
vacilante. Había algo indefinible en su expresión: esperanza y nostalgia y miedo,
todo mezclado en un solo grito silencioso y desesperado. Era un grito que obtuvo
una respuesta en lo más profundo en su interior:

¡No! ¡No! ¡Él nos rechazó, Cassandra! No importa si lo queremos. ¡Nosotras dos
juntas somos más que suficiente para ser fuertes!

Cassie tragó saliva y se obligó a apartar la vista y concentrarse en su trabajo.


No necesitaba a Estelle como animadora. Por supuesto que era lo suficientemente
fuerte. No era nada más que una irritación menor que él todavía hiciera que sus
terminaciones nerviosas crepitaran y su corazón se estrellara contra su caja
torácica.

¡Sí, mi querida niña! ¡Somos más que fuertes, estamos mejor sin él! ¡Tú y yo!
¡JUNTAS!
—¡Por el amor de Dios! —dijo en voz alta entre dientes. Se sonrojó cuando
unos rostros sorprendidos se volvieron hacia ella, y murmuró—: No puedo
lograr que esto funcione.

—Conozco la sensación —murmuró Isabel enfadada, clavando el dedo índice


en el amasijo de su escultura. Luego levantó la vista y siguió la mirada de Cassie
mientras ésta miraba una vez más el hermoso rostro detrás suyo. El propio rostro
de Isabella se ensombreció y tocó el brazo de Cassie, manchándolo con arcilla
húmeda. Bajando la voz, dijo—: Ah, Cassie, ¿estás bien?

Cassie parpadeó. ¿Era tan obvio?

—Estoy bien. Bien.

36
—¿Estás segura?

—¡Sí! Basta. Estoy bien —dijo Cassie, alzando la voz más de lo que pretendía.
Se sonrojó cuando más estudiantes se volvieron para mirarla y fue cuando vio la
expresión dolorida de Isabella.

—Mira, lo siento, Isabella —susurró ella—. Es solo que… tienes razón, es un


poco raro. Vamos a hablar de ello más tarde, ¿eh?

Isabella asintió con la cabeza y se volvió hacia su arcilla con un suspiro. Sintió
otra mirada, Cassie movió su mirada hacia Richard. Él parecía muy solemne,
hasta que ella captó su atención. Entonces él le guiñó un ojo y sonrió con orgullo
hacia su creación.

Cassie siguió su mirada, y un momento después se tapó su boca con las manos
para ahogar su explosión de risa. Casi logró disfrazarlo como un ataque de tos y
el Signor Poldino se apresuró a palmearle su espalda y asegurarse que su alumna
favorita no estaba a punto de expirar. Mientras se sacudía, Cassie se volvió hacia
Richard con una mirada mortal. Sus ojos se abrieron de par en par, aparentando
inocencia, y extendió sus manos en forma interrogante por encima de su
escultura sugerente. Eso podría parecer un buen par de nalgas firmes, parecían
decir sus ojos suplicantes, pero es solo tu mente sucia. Para probarlo, plantó sus
manos sobre ellas, cerró los ojos brevemente y luego los abrió, sonriendo.

—Tú… —articuló ella las palabras a través de su sonrisa—… ¡eres asqueroso!


Eso solo causó que la sonrisa de él se ensanchara.

A regañadientes, Cassie no podía dejar de pensar que se alegraba de que


Richard estuviera en la clase de esa mañana. No podía negar que él le había
alegrado su vuelta, y no estaba segura de que hubiera durado hasta el final de la
clase sin sus travesuras lascivas distrayéndola. No con esos letales y hermosos
ojos de Ranjit clavados en su espalda. Tan pronto como habían acomodado todo
y la clase fue despedida, Cassie salió presurosamente. No iba a quedarse por los

37
alrededores y correr el riesgo de una confrontación espeluznante con su ex.

Su ex. Sí, eso era todo lo que era. Cassie apretó los dientes y esquivó con
rapidez a la multitud en el pasillo, haciendo caso omiso del tirón de angustia que
sentía en sus entrañas. La voz del espíritu regodeándose realmente tampoco la
ayudaba; solo sirvió para recordarle a Cassie cuan fuerte era su atracción, tanto
para Estelle, como para sí misma. Francamente, pensó, Estelle protestaba
demasiado. Pero, ¿cómo podría esperar que un espíritu vicioso se comportase
bien cuando fue despreciada y rechazada? No es de extrañar que la vieja
murciélago estuviera amargada. No era extraño que quisiera el triunfo solo para
sí misma y Cassie. Si solo Estelle no continuará recordándole su atracción.

¿Quién se preocupa por una cara bonita? ¿Ojos hipnóticos? ¡Ja! ¿La sensación de su
piel? ¿Qué es ese valor? Pensamos que era nuestro protector, ¿no? Nuestro amante para
siempre, nuestra parte faltante. ¡Pero él te decepcionó, Cassandra! ¡Él te traicionó! ¡Nos
traicionó!

Bueno, supuestamente era para nuestro propio bien, Estelle, pensó Cassie, aunque
casi no podía creer que estuviera usando la defensa del propio Ranjit como
justificación. Al parecer, él tenía que obedecer las órdenes de Sir Alric para mantenerme
fuera de Confinamiento…

¡Es un cobarde!
Sin duda lo es, pensó Cassie con gravedad. Tenía que seguir recordando eso.
Ranjit podría haber intentado encontrar una manera de evitarlo. Se había dado
por vencido. Estelle tenía razón. Él la había decepcionado.

El resto del día, Cassie logró evitar a Ranjit. Tal vez eso era porque estaba tan
hiper-consciente de su presencia, pero de todos modos, estaba satisfecha consigo
misma, se alejó de su campo magnético cada vez que sentía el tirón. Isabella
pareció darse cuenta de que estaba pasando un momento difícil, porque se pegó
a Cassie todo el día, tomándola del brazo mientras se apresuraban a salir de cada
clase. Por supuesto, pensó Cassie, su amiga sabía exactamente la forma en que se
sentía…

—Vamos, cuéntame un chisme —dijo Cassie en el período de receso entre

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inglés y ruso—. Apuesto a que ya te has enterado de algunos. — Ir de compras y
un buen chisme siempre habían ayudado a animar a Isabella. Tal vez eso serviría
para las dos.

Isabella se animó un poco, parecía contenta de distraerse de su abatimiento.

—Vale. Bueno, Alice… —susurró ella, asintiendo con la cabeza a través del
patio hacia la joven inglesa que en otro tiempo había sido compañera de
habitación de la maligna Keiko—. Ella y Yusuf, al parecer, aunque
probablemente no por mucho tiempo, que él supiera. Pero estaban en la caseta
de los botes anoche. Richard los vio besándose.

—¡No! —Cassie miró a la chica—. Pensé que Yusuf solo salía con los otros
Elegidos. Espero que esté comportándose bien.

Isabella puso los ojos en blanco.

—No creo que sea tan exigente. Y por supuesto que no está haciéndolo, es
completamente… ¿cuál es la palabra? Incorregible.

—Eso no es lo que quise decir. —Cassie miró a su compañera de cuarto en


forma significativa.

—¡Oh! Oh, ya veo. Bueno, estoy segura de que es cuidadoso, aunque eso… ya
sabes… se alimente de ella después. Él está bien, de verdad. Es mucho más
agradable que Keiko.
—Bueno, si lo es, es mejor que no permita que lo descubra Sir Alric con sus
preciadas reglas. Y de todos modos, ¡eres tan obvia, Isabella! ¿Te parece que él
está bien? ¿Qué, solo porque sus ojos son del color del chocolate belga…?

Isabella movió las cejas.

—¡Entonces tú también te has dado cuenta de eso!

—¡Ja! ¿Qué esperas? Es uno de los Elegidos… Ser bonito es parte del paquete.

Cassie sonrió, aunque con un toque amargo. Por otra parte, tal vez Isabella
debía coquetear un poco, aunque fuera con el notorio Yusuf. Mientras eso fuera
todo, pensó Cassie con cautela. Aun así, la chica sin duda podría tener un poco
de diversión. Parecía estar menos obsesionada con Jake… no lo había

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mencionado desde… oh, la pausa para el almuerzo, pero cuando su amiga estaba
con la guardia baja, todavía persistía una intensa tristeza en sus ojos oscuros.

—¿Cómo lo has pasado, Isabella? Sé que es difícil estar de vuelta en clases y


esas cosas.

—No te preocupes por mí. Estoy bien. De verdad. —Su sonrisa era un poco
demasiado brillante y Cassie se entristeció por su compañera de cuarto. Pobre
Isabella. Cassie tenía que empezar a encontrar más formas de animar a la
muchacha; se lo debía.

—Escucha, si realmente quieres saber lo que pasó en la caseta de los botes,


¿por qué no vas y tienes una pequeña charla? Él está justo ahí y sigue sonriéndote.
—Cassie señaló con el pulgar en dirección a Yusuf.

—Oh, no sé, yo…

—¡No puedo creer que estés perdiéndote un chisme jugoso! ¡Vamos! Y para
ser honesta, no me importaría enterarme yo misma —mintió Cassie—, pero
nunca tendría el descaro de preguntarle. Pero a ti te lo contará. Dale una
oportunidad.

—Él me dirá dónde está la oportunidad. Y cómo llegar allí más rápido.

Cassie le puso sus mejores ojos de cachorrito a su amiga, e Isabella le sonrió


ligeramente.
—Vale, está bien. Supongo que no puede hacerme daño ejercitar un par de
músculos coquetos, incluso si están mayormente en receso en este momento. —
Isabella pareció recobrarse y en sus ojos tenía un toque de su antiguo destello de
picardía—. Déjame ver cuánto puedo sacarle. ¿Vienes?

—Adelante, ve tú, reina del escándalo. —Cassie sonrió, encantada de su éxito.


Isabella nunca tomaría en serio al mujeriego de Yusuf, pero un poco de su
atención le aumentaría su confianza—. Es mejor que me lo cuentes después, y me
refiero a todo. Voy a revisar mi correo electrónico para ver si Patrick me mandó
los detalles de su viaje.

Cassie miró a Isabella hasta asegurarse de que estaba charlando con Yusuf,
luego se volvió y se dirigió feliz arriba.

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Gran error. Al pasar por debajo de la arcada que conducía a su habitación llegó
a un punto muerto. Una figura demasiado familiar estaba apoyada en la puerta.
El corazón le dio un vuelco y casi se tropezó, eso la puso aún más furiosa. ¿Cómo
podía seguir teniendo este efecto abrumador sobre ella, incluso ahora?

—¿Qué estás haciendo aquí?

Ranjit Singh se enderezó y se frotó el cuello.

—Obviamente esperándote. —Él esbozó una sonrisa.

Cassie no se la devolvió.

—No veo por qué. No tenemos nada que decirnos.

—No seas así, Cassie.

—¿Cómo qué? Estoy haciendo lo que habíamos dicho, ¿no? Estoy haciendo lo
que querías. Ser una buena chica. —Sintió que su rostro se torcía en una mueca
de desprecio—. Quiero decir, tú dejaste tu posición muy clara el último trimestre,
Ranjit, ¿no? No podemos ser nada, no podemos estar juntos. No es apropiado, no
es posible, no está permitido.

—Cassie, eso no es lo que yo…

Ella sacudió la cabeza con violencia, temerosa de que pudiera atacarlo… o


peor, echarse a llorar.
—Inclusive no podemos esperar el apoyo del otro en una crisis, ¿o podemos,
Ranjit? O por lo menos uno de nosotros no pudo. Así que no hay nada de qué
hablar.

Él abrió la boca, pero pareció momentáneamente herido. Con un sonido de


disgusto, ella trató de empujarlo y pasar, pero él la agarró del brazo en un apretón
feroz.

—¡No me toques! —gritó, aunque algo dentro de ella estaba encantado con su
toque. Él la soltó como si su carne lo hubiera quemado

—No estoy aquí para causar problemas.

—¿Entonces por qué estás perdiendo el tiempo? No puede haber ninguna otra

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razón. —A pesar de que ella se decía que podía soportar su cercanía, la forma en
que lo anhelaba, el deseo casi irresistible por besarlo y tocarlo, la consumían.

—Todavía lo sientes —susurró él.

Cassie abrió la boca para mentir, pero se lo pensó mejor.

—Sí —dijo ella con fiereza—. Pero no importa lo que sienta, nunca importó. Se
acabó, Ranjit. Métetelo en tu cabeza dura y también en tu espíritu.

Ella agarró violentamente la manija de hierro, atravesó la puerta y trató de


cerrarla de golpe en su rostro. Su hermoso rostro.

—Por favor, Cassie. ¡Escúchame! —Sus ojos estaban brillantes con algo más
que desesperación mientras agarraba la puerta y la mantenía abierta.

¿Emoción? ¿Era emoción eso que vio?

Ella vaciló, temblando… con rabia y con otra cosa mucho menos bienvenida.
Exhaló largamente hasta que no tuvo más aire en sus pulmones, le preocupaba
que pudiera desatar el poder misterioso e invisible que su inconclusa ceremonia
de Elegida quería que poseyera; el poder que había causado tantos problemas el
trimestre pasado. Entonces habló en voz baja.

—Entonces, vamos. Dime lo que sea que tengas que decir. Y luego
simplemente… vete de aquí.
Él respiró hondo, dejando caer sus brazos a sus costados pero poniendo un pie
a modo de cuña en la puerta por si acaso cambiaba de opinión.

—Cassie, escucha. He pensado en ello una y otra vez, en lo que sucedió el


trimestre pasado. He pensado en otra cosa.

—Bien —le dijo ella con saña. Él hizo caso omiso de eso.

—Significábamos algo para el otro, Cassie. Tú eras todo para mí. Nunca he
sentido nada así, y creo que… sé… que tú sentías lo mismo. Pensé que lo
superaría, pero no lo hice. ¡Dejé de hacerlo aunque quería! —Él levantó una mano
cuando Cassie comenzó a protestar—. ¡Por favor, escúchame! Mira, no me gusta
lo que hice el trimestre pasado. Tenías razón. Debería haber luchado por

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nosotros. Fue el mayor error de mi vida, Cassie, el error más grande de mi vida.

—Eso es todo muy… —comenzó a decir Cassie, pero Ranjit dio un paso hacia
adelante, como si quisiera agarrarla pero en el último momento, se controló a sí
mismo.

—No me importa lo que diga Sir Alric. Y me importa un bledo el Consejo de


Ancianos… —Hizo una pausa.

—¿Qué estás…?

—Te amo. Te amo, Cassie.

Cassie se quedó inmóvil. Lo aceptaba, el chico sabía cómo conseguir su


atención.

—¿Qué?

—Escúchame. Te amo. Lo hice desde el momento en que posé los ojos en ti. Y
no se trata de nuestros malditos espíritus. —Cassie oyó a Estelle protestar
débilmente en el fondo de su mente que estaba dando vueltas. Ranjit continuó—
. El hecho de que seamos Elegidos… o en parte Elegidos… eso es totalmente
irrelevante. No me importa lo que hay entre nuestros espíritus. Te amo.

Ella debió haberse visto atónita, pero a medida que los ojos de él se clavaron
en el interior de su alma, Cassie no pudo pensar en nada que decir. ¿Cómo podía?
Él nunca había dicho nada parecido cuando tuvo la oportunidad adecuada.
Nunca había dicho todo eso cuando pudo haberlo hecho. Cuando hubiera
importado, cuando estaban juntos…

Ranjit se inclinó un poco hacia ella, sonriendo con ironía.

—Me alegro de que por fin te calles.

Ella sacudió la cabeza con violencia, tanto para despejar su cerebro como para
rechazarlo.

—Ranjit, no. —Ella habló con los dientes apretados—. No es bueno. Ya es


demasiado tarde. No podemos estar juntos, tú lo dijiste. Y ahora me dices que no
te preocupa Sir Alric, pero mira lo que pasó. Tan pronto como chasqueó los
dedos, me dejaste. ¡Me dejaste sola, Ranjit! Me dejaste sola para enfrentar a los

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Ancianos y nunca he estado tan asustada en mi vida.

Maldita sea, maldita sea. Sus ojos ardían y no había querido que eso sucediera.
Eso la hizo enojar. Tan enojada que, de hecho, de repente no había más lágrimas
en sus ojos. Su visión estaba tornándose más y más roja. No. Parpadeó e hizo
retroceder la furia. Él no le haría perder el control. Nunca más.

—Sé que te abandoné, Cassie, y créeme, nunca he dejado de atormentarme por


eso. —Su voz era tan hermosa, tan intensa. Y sus ojos dorados también estaban
teñidos con un enrojecimiento. Sin embargo no era por ira, era pasión—. Voy a
ganarme tu favor. Voy a enmendar lo que hice, Cassie. He encontrado una
manera. —Él se apartó de ella, apretando los puños—. He encontrado una
manera para que estemos juntos.

—Oh, ¿La tienes? Eso es un giro desde…

—¡Shhh! —Él le puso un dedo en los labios y la descarga eléctrica de su toque


la hizo callar una vez más. Ella retrocedió un paso hasta una distancia segura.

—¿Qué quieres, Ranjit?

—Quiero que estemos juntos. —Él sonrió, sus ojos eran intensos—. He
encontrado algo que va a resolver nuestro problema. Solo necesito un poco más
de tiempo.

Cassie soltó una breve carcajada ante eso.


—Por supuesto. Lo sabía. Bueno, Ranjit, lo creeré cuando lo vea. Y cuando los
cerdos vuelen sobre el Bósforo.

Él la ignoró.

—Escucha, Cassie. Te dejo sola por ahora… Pero solo una cosa más…el
Cuchillo. ¿Lo tienes?

—El…

—¡El cuchillo! Sé que lo tomaste de Keiko y yo…

—¿Qué? No. Lo dejé caer en Central Park después de… después de la pelea
con Katerina y su madre. Estoy bastante segura de que ahora lo tiene Jake. —Tan

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pronto como eso salió de su boca, deseó no haberlo dicho, pero se cruzó de
brazos, desafiante.

—¿Jake? —La cara de Ranjit se oscureció y frunció el ceño, pero luego se


mordió el labio y asintió para sí mismo.

—Sí, Jake. ¿Por qué? —dijo ella.

Ranjit negó con la cabeza. Sus ojos se encontraron con los de Cassie, una vez
más y sonrió ampliamente.

—No importa. Vamos a estar juntos. Te lo prometo.

Giró sobre sus talones.

Cassie no podía decir una palabra. Su garganta estaba atascada con rabia,
incredulidad y un deseo insoportable. Apenas podía respirar. Solo podía ver
cómo él se alejaba con sus botas resonando en los azulejos antiguos mientras
pasaba por debajo de la arcada y desaparecía de su vista.
,

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—¡Este edificio es un antiguo monumento!

Isabella gritó sobre la música desde la puerta del pasillo abierta, las manos
sujetas sobre sus oídos, pero Cassie la ignoró. Seguro, el sistema de sonido Bose
estaba redoblando los esfuerzos a todo volumen, pero a ella no le importó.
Necesitaba sacar a Ranjit-Condenado-Singh de su sistema.

—¡ESTA ALA TIENE SEISCIENTOS AÑOS, VANDALA!

—¿QUÉ TIENE QUE VER CON NADA? —gritó de vuelta Cassie, molesta.

—¡LAS VIBRACIONES DAÑARÁN LOS MOSAICOS DE AZULEJO SI


SIGUES! ¡APAGA ESO!

Isabella caminó hacia el estéreo, haciendo una dramática muestra de lucha


contra las ondas de sonido, y pulsó el botón MUTE. El silencio que cayó era como
una manta mojada.

Cassie frunció el ceño.

—Aguafiestas.

Frunciendo el ceño de vuelta, Isabella ladeó su cabeza hacia un lado,


golpeando su oído como si relajara la música que estaba atascada en él.

—Y ahora, puedes decirme que pasa. ¿Tengo razón, verdad? ¡Estás


melancólica!
—¡Confía en mí, no lo estoy!

—Cassie Bell, nadie escucha ese tipo de música a menos que estén cortándose
las muñecas sobre algún chico, ¡incluso si están listos para matarle a patadas!
¡Termina con eso, chica! —Isabella se dejó caer en la cama al lado suyo. Cassie
suspiró.

—Ranjit condenado Singh…

—Ocurre que sé —dijo Isabella con remilgo—, que ese no es su segundo


nombre. Tanto como desees hacer eso.

Cassie suspiró.

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—Ranjit, entonces. ¡Ranjit!

—¿Qué ha hecho ahora? ¿O solo necesitas que esté aquí para golpearle?
¿Debería ir y traerle?

—No tienes que hacerlo —escupió Cassie—. Acabas de cruzarte con él, como
ocurrió.

La boca de Isabella jadeó, luego se estiró en una sonrisa.

—¿Él vino a verte?

—Sí —dijo Cassie enfadada—. Como si no tuviera mejores cosas que hacer que
escuchar sus excusas.

—Oh, Cassie. —Isabella puso un brazo alrededor de su hombro y


prácticamente la dejó sin aire—. ¡Esto es bueno! ¡Eso significa que él lo lamenta,
eso significa que se arrepiente por lo que hizo!

—Lo que no hizo —la corrigió Cassie amargamente.

—Sí, sí, lo sé. ¡Pero vino a verte! Al menos está aquí, queriendo estar contigo,
queriendo hacer cambios. No como… —Su cara cayó durante un momento, y le
dio a Cassie una mirada suplicante—. ¿No puedes darle una oportunidad?

No, pensó Cassie, aunque con otro pinchazo de culpa por la miseria de su
amiga. Ranjit era peor que Jake, mucho peor. Jake tenía que competir con la
muerte de su hermana a manos de los Elegidos, sin mencionar el hecho de que su
novia estaba alimentando a uno de ellos. Las excusas de Ranjit palidecían en
comparación.

—¿Cuántas oportunidades necesita? —exclamó Cassie—. Tanto como me


concierne, Isabella, él está huyendo. ¿Cómo podría confiar en él? ¡Dime! Cuando
fui invocada para ver a los Ancianos, fue… ¡estaba aterrada! ¡Él lo sabía! Prometió
estar allí conmigo, y sabía cuán importante era para mí. ¡Y no se presentó! —
Cassie se mordió fuerte su labio, sintiendo el dolor de la traición otra vez.

—Cassie —suavizó Isabella—. Me dijiste que tenía sus razones. Que Sir Alric
habría votado enviarte al Confinamiento si él se presentaba. Ranjit tenía que
hacer lo que Sir Alric le dijo. Lo sabes.

47
Cassie sacudió su cabeza firmemente.

—No. Podía al menos haberme informado. Podía haber encontrado una


manera. He tenido mucho tiempo para pensar en ello. Todas las vacaciones,
cuando, por cierto, él no se molestó en ponerse en contacto conmigo. ¡Ni siquiera
un condenado mensaje de texto! —Ella tiró sus manos hacia su cara, sintiendo el
peligroso calor en sus ojos otra vez, respirando profundamente para calmarse—
. Seguro, tenía sus excusas para lo que hizo. ¡Pero siempre puede conseguir su
camino, si realmente lo intenta! Si quiere hacerlo.

—Cassie, no puedes decir que él no quisiera…

—Bueno puede no haberlo querido mucho. Excepto ahora, todo de repente,


aparentemente consigue la solución mágica. Bueno es demasiado tarde.

—¿Qué? —dijo Isabella, parpadeando por la sorpresa.

—Sí. ¡Dice que encontró una manera para estar juntos! Seguro. Ahora decide
que cometió un error, así que ahora puede encontrar una solución. ¡Que
conveniente! Bueno, ¿sabes qué? No me importa, ya no. Él tuvo su oportunidad
para luchar por esta relación. Tanto como me concierne, Ranjit es todo boca. Todo
hablar, no actuar. Y no puedo aguantar eso. He terminado con él.

Cassie paró, tomando aire. Estaba molesta por enfadarse tanto con Ranjit, y
sus ridículos y misteriosos planes. ¿De qué iba todo eso sobre el Cuchillo, de
todas formas? Estaba en la punta de su lengua mencionárselo a Isabella, pero algo
la retuvo. No quería traer a Jake otra vez, especialmente no en relación al extraño
Cuchillo de los Elegidos con empuñadura de jade. Oh, al infierno con el Cuchillo
y al infierno con Ranjit, pensó Cassie. Él estaba tomando su espacio en su cabeza
otra vez, y eso era lo último que quería.

Isabella se apoyó en sus manos, observando a Cassie pensativamente.

—Bueno. Quizás tengas razón.

—Sé que tengo razón —respondió Cassie lentamente.

—Vale. ¡Es hora de seguir adelante!

—¿Qué quieres decir? —Cassie le dio a su compañera de habitación una


mirada recelosa cuando Isabella se puso de pie y comenzó a contar con sus dedos.

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—¿Yusuf? No, él está bien, pero es un libertino y canalla. ¿Vassily? Mmm, es
bastante mono, Cassie. Tiene un atractivo muy… ¿cómo lo llamarías? ¿Trasero?
Creo que todo gimnasio. ¿O está Perry Hutton…?

Cassie se sacudió hacia delante, pretendiendo vomitar.

—Además, tengo altas dudas de que sea mi tipo —dijo ella enfáticamente.

—Eso es cierto —estuvo de acuerdo Isabella, sonriendo—. Vale. ¡Perry no!


Déjame ver: ¿Bjorn Madsen? ¿Michael Leaming? ¿Jiri, Daniel, Kristofer? Me estoy
quedando sin batería aquí…

—Mmm, cuanto antes mejor —rio Cassie—. ¡Dame un respiro!

—Espera. ¡Lo tengo! —Isabella pausó y la dio una mirada astuta—. ¡Richard
Halton-Jones!

Cassie la tiró una almohada.

—¡Piérdete! ¡De ninguna manera!

—¿No…? —Isabella mordisqueó su labio y la miró de cerca—. Creía que


estabas encariñándote con él un poco otra vez. ¿Solo un poco? Él solía gustarte
mucho. ¿Recuerdas como erais en el primer trimestre?

—¿Estás de broma? ¿Necesito recordarte adónde guio eso? ¡Está fuera de


cuestión! ¿Siguiente?
—Hmm. Vale. Aún creo que protestas un poco demasiado… Pero bueno,
entonces estoy atascada. —Su compañera de habitación hizo un puchero
hermosamente.

—¡Bien! De todas formas, suficiente sobre mí. ¿Cuánto vas a dejarlo y golpear
a alguien?

Tan pronto como vio la mirada en los ojos de su amiga, Cassie se arrepintió.
Isabella forzó una risa, pero apenas podía conseguir que su boca se curvara de la
manera correcta.

—Tienes razón, Cassie. No debería hacerlo a la ligera. Si no estoy lista,


entonces quizás no es justo pensar que tú lo estarías.

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—No seas tonta, nena. ¡Acabas de ser divertida! Maldición. Lo siento, Isabella,
no debería haber dicho nada.

Idiota, se reprendió a sí misma. Bastante malo es ser responsable de su ruptura


en primer lugar: ¿ahora tienes que apartar el sedante de la pobre chica? Era
diferente para Isabella.

Para comenzar, Cassie había terminado con Ranjit, su parte racional


definitivamente lo hizo, en cualquier caso. Mientras Isabella ni siquiera estaba
comenzando a terminar con Jake. E Isabella no había roto la relación de Ranjit y
Cassie; se las habían arreglado muy bien ellos solitos. El romance de Isabella con
Jake, por otro lado, había sido sacrificado por la nueva vida de Cassie entre los
Elegidos. Por las necesidades de Cassie. Por ayudar a Cassie. No tenía ningún
derecho a comparar sus situaciones; era ella quién había causado la de Isabella.

—Lo lamento mucho, mucho. De verdad.

—No, Cassie, está bien —dijo Isabella, apretando la mano de su amiga. Con
un visible esfuerzo, se iluminó y se arrodilló en el estéreo—. ¿Volvemos a
encender la música, vale? ¡Exorcizando a esa pareja!

—No es una mala idea —murmuró Cassie.

—¡Bien! —Isabella se levantó y rebotó en su cama cuando la música explotó


en la habitación otra vez.
—¡UGH, CAMBIALO! ¡ESTE CHICO ES TERRIBLE! —gritó Cassie—. ¡NO
ESTOY DE HUMOR PARA MÚSICA DISCO!

Isabella agarró su brazo y la levantó a rastras, saltando sobre la cama, los


miembros agitándose, forzando a Cassie a unirse o a ser echada de la cama.

—¡OH, SERÁS!

Infiernos, si no podía golpearles… e Isabella tenía razón. ¿Por qué ser


miserables por dos chicos incapaces? Era bueno ver a su amiga sonriendo, en
cualquier caso. Riendo, Cassie saltó a su lado, luego otra vez. Estaban chillando
y riendo por encima de la música cuando Cassie oyó otra voz. Parecía que ningún
decibelio podía superar eso.

50
¡Sí, querida, ríe! ¡No tenemos nada por lo que estar tristes! Vamos a conquistar el
mundo, Cassandra, solas tú y yo. No le necesitamos, ¡no necesitamos a nadie más! ¡Ríe!
,

51
Ranjit realmente había abierto un paréntesis en el funcionamiento de su
cabeza. Eran casi veinticuatro horas más tarde, y Cassie todavía se estaba
sintiendo un poco desubicada sobre sus declaraciones. Tenía que volver al
camino, volver a dedicarse al proyecto nueva Cassie, nueva actitud. Inclinándose
sobre el lavabo de mármol en su cuarto de baño, lo llenó hasta el borde con agua
fría y sumergió la cabeza. Jadeando con el frío, se obligó a sumergir su cara
completamente. Lo sacaría de su mente, incluso si tenía que borrarlo.

Desde debajo del agua, oyó su familiar tono de timbre, y gimiendo, levantó su
cabeza en una lluvia de gotas.

—¿Hola? —gritó. El teléfono estaba resbaladizo en su mano mojada, y casi lo


dejó caer, luego lo agarró y lo presionó a su oreja de nuevo.

—¿Cassie? Soy yo, Patrick.

Ella se quedó sin aliento.

—¡Patrick! ¡Estás aquí!

—Sí. —Él sonó preocupado por un momento, como si a pesar de sus


conversaciones y que Cassie estuviera de acuerdo en que él viniera, podría haber
cambiado de opinión—. ¿No te olvidaste de que mi avión llegaba hoy…? —dijo
él, intentando una risa rápida.
—¡No! No, claro que no me olvidé —mintió Cassie. Y esa era una cosa más por
la que culpar a Ranjit, pensó sombríamente—. Solo estaba, ah, lavando mi pelo.

—Genial. Bueno, eso significa que estarás en condiciones de ser vista por lo
menos, ¿eh? ¿Ven y cena conmigo esta noche? ¿Nos vemos aquí en el hotel?

—No lo sé. —Ella sonrió ampliamente—. Hum. ¿Cuánto estás dispuesto a


gastar?

—Estoy dispuesto a gastar un billete de cinco libras, tal vez.

—Cielos, el sueldo de todo el año, ¿eh? —dijo ella con una risa.

—Ja, ja —respondió Patrick sarcásticamente, aunque ella podía oír su sonrisa

52
mientras él se relajaba—. Es muy bueno escuchar tu voz, Cassie. No puedo
esperar para verte. Quiero decir, suponiendo que sea un sí, ¿verdad?

Cassie se echó a reír de nuevo.

—¿Te veo a las siete?

—Hola, Cassie. —Él abrió los brazos y sonrió.

—¿Quién eres tú otra vez? —Cassie frunció el ceño, luego le devolvió la


sonrisa y lo abrazó con fuerza—. Te he echado menos. Dios sabe por qué, ya que
no tengo ni idea de quién eres, pero lo hice. —Estaba sorprendida de lo bueno
que era ver a Patrick de nuevo al final, y sintió mariposas nerviosas mezcladas
con un cálido y aliviado resplandor.

El hotel era muy elegante y moderno, y podría haber estado en cualquier parte
del mundo. Era un poco impersonal, pero ¿a quién le importaba? Patrick estaba
allí, con sus brillantes ojos azules y las líneas de expresión arrugándose alrededor
de ellos, como siempre. Él había hecho un esfuerzo por arreglarse, y su camisa
azul en realidad tenía cuello, pero todavía se veía como si estuviera
religiosamente opuesto al planchado.
—Escucha —dijo ella, de repente consciente de sí misma de nuevo—. Antes de
entrar, solo quería decir, ah, lo siento por dejarte tirado durante un tiempo allí.

Ella le dirigió una mirada triste.

—Oh, Dios, no te disculpes. Fue culpa mía, Cassie. —Él la abrazó de nuevo—
. No tenía ni idea de que… que todo esto te pasaría. Lo sabes, ¿no?

Caminó junto a él al restaurante, manteniendo el brazo unido a través del


suyo.

—Lo sé. Estaba todavía un poco cabreada contigo, sin embargo. No podía
evitarlo.

53
—Está bien. Tenías razón para estar enojada. —Él se frotó la frente con
cansancio—. Sabía lo que era la Academia, pero me prometieron que ningún
becado se convertía en Elegido. Nunca nadie lo había hecho. Era una regla tan
estricta, que nunca podría haber imaginado…

—Hum. Los becados no se suponen que son Elegidos. Son a menudo


‘alimentos’, sin embargo. ¿No pensaste que podría terminar como fuente de
vida?

—Sí, tal vez. —Sintiéndose culpable se frotó una mano por la cara—. Pero tuve
una buena experiencia con mi compañero de cuarto, Eric, cuando estaba en la
Academia. Él fue honesto, sencillo, y sin engaño. Yo estaba feliz de ayudarlo y
nunca abusó de mi confianza. Supongo que fui ingenuo; supongo que pensé que
siempre era así.

—Sí. —Ella dejó que el maître sacara una silla para ella, y se sentó al lado
opuesto a Patrick, mirando sus manos mientras él nerviosamente alisaba el
mantel de lino blanco.

—Pensé que valía la pena —continuó él—. Pensé que, por la ventaja educativa
que estarías recibiendo, viniendo de tu entorno…

—Lo sé, de verdad. ¿Y sabes qué? —Ella arqueó una ceja—. Aprecio lo que
hiciste. Ha sido una experiencia maravillosa. Quiero decir todo, el hambre voraz
por la energía vital, el espíritu que tengo colgando para charlar ahora, las peleas
sobrenaturales… —Ella le sonrió—. Ha sido fabuloso.
Él permaneció solemne mientras miraba sus ojos, luego los atrapó brillando.

—Oh. Eso es un poco de sarcasmo Cassie Bell, ¿no?

—Sí —dijo ella contrita—. Oye, ha sido… diferente. Pero de una manera
extraña no ha sido terrible. Me estoy acostumbrando a todo.

Él se inclinó hacia delante, y tocó su mano.

—¿Estás segura, Cassie? ¿Segura que estás bien?

—Claro. En serio. Sigo adelante, Patrick. Nuevo comienzo. Soy Elegida… —O


medio Elegida, añadió en silencio para sí misma—… y voy a vivir con eso. No es
tan malo. Estoy controlando el hambre, no es difícil, e Isabella es tan comprensiva

54
como estoy segura que tú debes haber sido para Erik.

—Tienes suerte de tener tan buena compañera de cuarto. —Él la miró por
encima de su menú—. Yo estaba tan feliz cuando me enteré, Cassie. Esto hace
una diferencia. Creo que ella es una verdadera roca, Isabella, ¿verdad?

—No sé lo que haría sin ella —dijo Cassie con sinceridad. Bajó su menú y trazó
patrones en este con su dedo—. Apuesto a que Eric te apreciaba también. ¿Tú…
tú todavía lo echas de menos?

—Todo el tiempo. —Patrick sonrió con la mitad de su boca—. Erik era una
persona increíble. Incluso después de todos estos años, es difícil creer que se haya
ido.

Cassie juntó las manos y lo miró directamente.

—¿Qué pasó con él? Cuando le pregunté a Sir Alric al respecto el último
trimestre, de verdad no entró en detalles.

Patrick tomó aire y se recostó en su silla.

—Fue hace casi veinte años. En nuestro trimestre final. La Academia estaba en
la Ciudad de México, y teníamos todas esas clases especiales y visitas de campo
en arqueología. Era un poco como aquí en Estambul, en realidad. De todos
modos, Erik estaba trabajando en un proyecto con Sir Alric; ellos se habían ido a
Yucatán durante una semana. Recuerdo lo emocionado que estaba Erik, lo
contento que estaba de que Sir Alric lo hubiera escogido, que entre todos los
estudiantes Elegidos, confiara en él. Y estaba fascinado por el proyecto también,
fuera lo que fuera.

—¿Nunca lo averiguaste?

—Sir Alric volvió solo al tercer día. Sabía que algo estaba pasando, pero nadie
decía nada. No hasta que me llamó a su oficina y me dio la noticia de que Erik
había sido asesinado. En un deslizamiento de tierra.

—Dios. —Cassie tocó su mano—. Debes haber estado devastado.

—Sí. Quiero decir, él era tan joven, tan inteligente, tan lleno de promesa y
potencial. De apariencia hermosa, por supuesto. Era uno de los Elegidos, después
de todo. Supongo que tenía un pequeño flechazo con él. Sin embargo, tenía toda

55
una vida de felicidad y éxito por delante. —Patrick se quedó mirando el mantel—
. Y todo se fue, así como así. Irreal.

El silencio que cayó no era incómodo. Se sentía muy apropiado. Por fin, Patrick
levantó la mirada y asintió al camarero esperando.

—Siempre me pregunté lo que estaban buscando, por ahí en el Yucatán. —Se


encogió de hombros—. Pero Sir Alric nunca lo dijo. Supongo que, después de que
Erik muriera, era irrelevante. Ahora. —Él se sentó, tratando de parecer más
alegre, y sonrió al camarero—. ¿Estás lista para pedir, Cassie?

Cuando habían elegido, Cassie con cierta dificultad, ya que quería al menos
cinco de las cosas en el menú, Patrick sacudió la cabeza y sonrió de manera más
positiva.

—Ya no hablemos más de cosas tristes, ¿eh? Quiero escuchar lo que has pasado
hasta aquí, este trimestre. ¿Algo de los chicos buenos? Lo que sea que pasó con
ese Ran…

—Eh, no estamos hablando de él —intervino ella, con una sonrisa un poco


rígida.

—Ah. —Patrick asintió—. ¡Suficientemente justo! Me quedo con los temas más
seguros. ¿Cómo es el edificio de la Academia? Nunca vine a éste, mientras era
estudiante.
Cassie sonrió, aliviada de que no la presionara más lejos en el romance.

—Es bastante espectacular en realidad. Ciertamente un contraste con el de


Cranlake.

—¡No lo dudo! Bueno, cuéntame todo sobre este, y mientras estás en ello, dime
algunos chismes sobre los maestros. Algunos de ellos no han cambiado desde
mis días, sabes.

—Sí, los que tienen las telarañas colgando de sus cejas podrían ser familiares
para ti —remarcó ella.

—¡Oye! ¡No soy tan viejo!

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Cuando Patrick comenzó a nombrar a algunas de las maestras que había
tenido cuando estaba en la Academia, Cassie suspiró con satisfacción. Una cosa
estaba solucionada al menos. Riéndose de sus comentarios irreverentes, Cassie
se dio cuenta con una enorme sensación de alivio de lo mucho que lo había
echado de menos. Gracias a Dios que había enviado ese mensaje de texto. Esto
era justo lo que había necesitado, una conexión con su antigua vida. No se
olvidaría de esto, o de él, solo por este nuevo comienzo suyo. Él era familia.

Ahora todo lo que necesitaba hacer era sacar a Ranjit de sus pensamientos,
para bien, y estaría resuelto.
,

57
El fin de semana largo que Patrick había pasado en Estambul pareció volar,
antes de que Cassie se diera cuenta, ya lo estaba viendo partir en el aeropuerto.
A pesar de que verlo había sido genial, Cassie estaba extrañamente complacida
de volver a sumergirse completamente en la vida de la Academia. Mientras
atravesaba el patio, el solo chapoteo de las gotas de agua en la fuente le hizo
sentirse más fresca en medio del calor veraniego. Hizo una pausa con los libros
en sus brazos y sonrió al mirar hacia la estatua de Leda y su cisne contra el cielo
abierto. Sentía más y más cariño por la pobre muchacha, seducida por ese salvaje
y hermoso pájaro. Cassie sabía exactamente cómo se sentía…

No, se dijo con firmeza. Leda debería haber arrojado ese cisne. O mejor aún,
retorcido su cuello escuálido.

A ella le gustaría retorcer el de Ranjit, eso era seguro. Era curioso cómo, a pesar
de sus declaraciones grandilocuentes, apenas le había visto el pelo durante los
últimos días. Su nueva devoción hacia ella obviamente no estaba interfiriendo
con su viejo hábito de saltarse la mitad de sus clases. Tal vez él estaba fuera como
Indiana Jones, buscando la solución a todos sus problemas. Sí, claro.

—¡Cassie!

Se dio la vuelta y se sorprendió por el genuino sentimiento de felicidad que


sintió cuando vio quién venía hacia ella. La sonrisa insolente de Richard era
contagiosa y no podía dejar de retribuírsela mientras él se paseaba por el patio.
Cuando llegó junto a ella, besó la mejilla de Cassie y parecía un poco sorprendido
cuando ella se lo permitió.

—Te veías como si estuvieras luchando un poco allí —bromeó ella, haciendo
un gesto hacia el salón de Herr Stolz.

—Maldita sea, qué me estás diciendo —dijo él, haciendo un espectáculo como
si tratara de hacer bajar el aire por el cuello—. Matemáticas hoy era el purgatorio,
Bell, no sé cómo lo haces.

Ella levantó una ceja.

—No habría habido tal lucha si te hubieras preparado, compañero.

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—De acuerdo. Eso podría haber hecho que Stolz dejara de dar vueltas con sus
pantalones de cuero. De todos modos, suficiente de rutina diaria —dijo, mirando
a las figuras de mármol relucientes—. ¿Qué hay de estas estatuas, eh? ¿No crees
que Io sería más apropiada en este caso, en lugar de Leda? No sé si conoces la
historia, pero el travieso Zeus tiene mucho que responder por aquí en
Estambul…

—Sucede que lo sé —lo interrumpió Cassie, sonriendo con aire de


suficiencia—. El viejo cabrón de Zeus sedujo a Io, pero su esposa se enteró y él
convirtió a la pobre muchacha en una vaca para ocultarla de ella. Pero la señora
Z no se dejó engañar y envió una abeja a picar a la vaca en sus cuartos traseros.
Io salió disparada y pataleó tan rápido como sus pezuñas se lo permitieron a
través del estrecho… por lo tanto, el Bósforo, significa ‘paso de la vaca’. —¡Ja!

Richard apartó su cabello de sus ojos tímidamente.

—¡Bien, es obvio que haces tu tarea! Hermosa y también inteligente.

Cassie se sonrojó de forma inesperada ante el cumplido.

—Bueno, eh, yo di un manotazo porque quería ser la que hace comentarios


sobre deidades paganas siniestras este año —bromeó ella, recuperándose. Él se
rio entre dientes y Cassie notó que tenía hoyuelos. ¿Los había notado antes? Sigue
hablando, pensó Cassie—. De todos modos, ¿no te parece que hay un poco de
obsesión por los dioses por aquí? Estoy segura de que eso es lo que hace que los
Elegidos sean…
—¿Tan pagados de sí mismos? —terminó Richard.

Cassie sonrió haciendo una mueca; no pudo evitarlo.

—Sí.—

Pensando en el desvergonzado intentó de emparejar a Isabella, ella lo estudió


de nuevo mientras jugueteaba distraídamente con las volutas de una orquídea
negra labrada en la piedra de la fuente. No tenía sentido negarlo. Richard era
malditamente guapo y encantador, y tenía los ojos verdes y esa boca sexy…

Pero no. Sería una locura caer en alguien tan extraño. Y a veces Cassie no
estaba segura de si su actitud de ‘todo vale’ podría funcionar en su favor. ¿Quién
sabe —pensó— si él podría estar más del lado de los chicos? ¿Y si las chicas eran

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solo un cambio de escenario para él? ¿Unas vacaciones ocasionales? No es que
estuviera pensando en ser su fin de semana. No, en serio, de todos modos…
¡Raro! Se recordó a sí misma. No es fiable, cambiante, impertinente… Pero aun
así… estaban esos pómulos, tan definidos como los músculos de sus brazos…
¡Oh, detente, Cassie!

Richard la miró a través de sus pestañas oscuras.

—Hey, ¿Cassie? —dudó—. Te lo agradezco, ya sabes.

—¿Qué?

—Que tú me perdonaras.

—Bueno yo no dije que te haya perdonado. —Ella arqueó una ceja—. Es solo
que como Isabella todavía está un poco deprimida si no hablo contigo podría
terminar perdiéndome algunos de los chismes de la escuela.

Él sonrió con desenfado.

—Bueno, de todos modos, déjame compartir algunas cosas contigo. ¿Qué vas
a hacer durante tu tarde libre? ¿Quieres venir a Beyoglu? Conozco este…

—¿Pequeño y perfecto café? —Ella lo imitó secamente, recordando sus


palabras fatídicas en su primer año en la Academia—. Uh-huh. No, gracias.
Además, estaba pensando en algo cultural. Quizás la Mezquita Azul.
Él parecía herido.

—Oye, puedo hacer cosas cultas, Sra. Bell. Podría mostrarte el… uh… oh. —El
sonido de los pasos sobre las baldosas hizo que él mirara más allá de ella,
lanzando una mirada nerviosa por encima del hombro. Richard volvió su
atención a ella y le hizo un guiño—. Creo que es tiempo de tomar mi cacao. Pero
nos vemos más tarde, Cassie.

Ella lo miró perpleja y luego dio un vistazo por encima de su hombro.

Sir Alric Darke.

Seguía siendo el mismo: alto, imponente, con una sonrisa diabólica y


aterradoramente inteligente, con el destello de quien todo lo sabe en sus ojos gris-

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granito. Pero no le tenía miedo, a pesar del hecho de que él se dirigía en su
dirección. Él asintió con la cabeza, viéndose vagamente divertido por el acto de
desaparición de Richard.

—Buenas tardes, Cassie.

Bueno, ¿qué había esperado? Ella iba a tener que enfrentarlo tarde o temprano,
y bien podía ser ahora. No es que estuviera asustada de él, ya no más.

—Hola, Sir Alric.

—Es bueno verte de nuevo.

Cassie se burló en su interior… el comentario parecía contener un significado


adicional desde el voto del Consejo de Ancianos en el trimestre pasado. Sir Alric
continuó.

—¿Qué te parece Estambul?

Maldita sea, obviamente tenía la intención de detenerse a charlar.


Reprimiendo una réplica sarcástica, le sonrió, tensa.

—Es muy hermosa por lo que pude ver hasta ahora.

—Me alegro. Espero que veas mucho más. Saca el máximo partido de ello.

—¿Porque podría no haber estado aquí? —dijo ella antes de que pudiera
retener su lengua.
Él la estudió durante unos segundos, el tiempo suficiente como para hacerla
sentir incómoda.

—Exactamente.

Tendría que darle las gracias, pensó mientras apartaba los ojos y se quedaba
mirando la estatua. Sin su intervención, Cassie habría estado verdaderamente
escaldada después de haber desatado la fuerza de su poder inusual en aquellas
desprevenidas y malintencionadas Elegidas en Carnegie Hall. Este era el
momento de decir: Gracias por defenderme ante al Consejo, Sir Alric. Gracias por tener
fe en mí. Gracias por salvarme del Confinamiento.

No podía; simplemente no podía. El recuerdo del precio que había pagado…

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ella y Ranjit… era demasiado amargo. No eran compatibles, Sir Alric lo había
dicho. No podían estar juntos; sus espíritus eran demasiado peligrosos,
demasiado volátiles. Él no la habría salvado si ellos le hubieran desobedecido.

No, la habría dejado en el Confinamiento, encarcelada indefinidamente. Su


ayuda había estado condicionada a su obediencia.

Bastardo.

Sí, dijo Estelle con saña. Sí, en efecto.

Excepto que probablemente tiene razón, Estelle. Perder a Ranjit fue lo mejor. Las dos
lo sabemos ahora…

Una sonrisa interna de satisfacción del espíritu y un silencio estratégico. Estelle


no dijo nada más.

Rompiendo el silencio incómodo, Sir Alric dijo:

—Cassie, ven conmigo un momento.

No tenía más remedio que seguirlo. Él la llevó más allá del patio por caminos
solitarios a través de la vegetación, pero no se detuvo hasta que llegó a otro patio
pavimentado más pequeño a través de un arco adornado con enredaderas. La luz
del sol se filtraba a través de los vidrios del invernadero repleto de orquídeas
negras diseminadas en macetas, pero también la llevó directamente a través de
eso hasta una habitación opulenta que evidentemente era su oficina en este
trimestre. Estaba mucho más oscuro aquí y las lámparas parpadeaban, haciendo
que las sombras saltaran. ¿Siempre tenía que hacer que su oficina fuera
malditamente intimidante? No era la primera vez que pensaba que Sir Alric era
francamente un manipulador.

Reconoció su mesa de costumbre, la lámpara, las estanterías, el globo


terráqueo antiguo. En un estante alto había una urna de jade increíblemente
tallada que brillaba bajo la tenue luz del sol que entraba por la ventana. También
recordaba eso del pasado trimestre. Ella asintió con la cabeza, mirando a su
alrededor mientras el secretario de Sir Alric se retiraba discretamente a una
antesala.

—Puedo decirte que esa no era la entrada habitual a esta oficina —dijo él a

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modo de introducción—. Como regla me gustaría que utilices los pasillos.

—Entonces será una regla que seguiré. —Ella se encogió de hombros y dijo—
: Lindo. Hecho para sentirse en casa. Sin embargo, es un poco diferente a la de
Nueva York, ¿no es así?

—En efecto. Me gusta cambiar de aires. —Sir Alric sonrió, haciendo caso omiso
de su tono helado—. Me gustan los cambios rotundos. Hay muchos en ti, Cassie,
si no me equivoco. Pareces más feliz. Ciertamente, estás mucho mejor que el
trimestre pasado.

—Sí… —comenzó a decir ella.

—Te estás ajustando —afirmó Sir Alric—. Es decir, a tu estado. Y puedo decir,
que te favorece.

—Gracias —murmuró ella.

—¿Así que entiendo que estás socializando un poco más con los demás este
trimestre? —Su voz sonaba ligera, pero no había duda de su seriedad—. Es bueno
que los Elegidos se mantengan juntos y nunca es saludable que se desarrollen
rivalidades. Al menos, antipatías. ¿Diríamos, rencores?

—Sí. Digámoslo así.

Una vez más, él ignoró su sarcasmo.


—Tu espíritu es un ser poderoso, Cassie; ya lo sabes.

—Tal como ella nunca me deja olvidar…

—Y tu poder en particular conlleva responsabilidad.

—Oh, bien. —Esta vez se las arregló para reír—. Ahora soy la Chica Araña.

Él sonrió con la mitad de su boca de labios finos.

—No soy el único que monitorea tu progreso, Cassie. Por favor, trata de
mantener eso en mente. Estás aquí porque convencí al Consejo de que podrías
integrarte. Más importante aún, que podías controlarte a ti misma. No me
defraudarás. Estoy seguro. —Él tocó el pétalo aterciopelado negro de una

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orquídea en su escritorio—. Eres como mis plantas de aquí: peligrosamente
única. Tu iniciación interrumpida vio eso. Soy extremadamente cuidadoso
cuando me ocupo de estas orquídeas, señorita Bell y tengo la intención de tomar
el mismo cuidado contigo y tu espíritu turbulento. Es lo que le prometí a los
Ancianos, como lo recordarás.

—Sí, creo que tengo algunos recuerdos.

Él levantó una ceja y la miró a los ojos directamente.

—Y lo aprueben o no mis alumnos, yo mantengo mis promesas.

Ella no podía ignorar la advertencia en su expresión. Una vez más, él tenía el


peso de la autoridad moral.

—Sí. Está bien.

—Bien —dijo él, sonriendo una vez más como si acabaran de tener una
conversación perfectamente normal estudiante-profesor. Él asintió con la cabeza,
se sentó detrás de su escritorio y levantó una carpeta.

Esa era una despedida. El secretario volvió a aparecer y mantuvo abierta la


puerta de la antesala. Esta vez no habría ninguna linda ruta por el invernadero.
Cassie asintió con la cabeza a modo de saludo, respiró hondo y se fue. Caminó
lentamente por los pasillos con paneles de madera ricamente adornados,
recopilando sus pensamientos.
Maldita sea. Darke siempre supo cómo amortiguar un día agradable. Al
comprobar que sus manos temblaban ligeramente, las apretó más fuertemente
alrededor de sus libros mientras caminaba de regreso hacia el patio.

—Hey. —Sintió una mano ligera sobre su hombro—. ¿Ya te estás metiendo en
problemas, Cassie Bell?

—¿Eh?

Ayeesha sonrió y sacudió su pulgar en dirección a la oficina de Sir Alric.

—Vi que fuiste convocada.

Cassie le sonrió débilmente.

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—En realidad no. Acabo de recibir mi tarjeta de marcado, por así decirlo.

—No dejes que te moleste. Él puede ser un idiota, todos lo sabemos, pero es
solo porque se preocupa.

—Oh, es la figura corriente y dulce de un abuelo anciano. —Cassie rodó los


ojos, pero no pudo evitar reírse. Ayeesha se unió a ella.

—Escucha, vamos a tomar unas bebidas en la sala común de los Elegidos el


jueves. Siete de la mañana, para celebrar el inicio del trimestre. ¿Vienes con
nosotros? —dijo Ayeesha levantado una ceja esperanzada.

—¡Oh! Yo… No sé, yo…

—¿No quieres juntarte con nosotros? ¡Cassie! ¿Qué pudimos haber hecho para
ofenderte? —Ella hizo un mohín gracioso—. En realidad, ¡no contestes! ¿Vienes
de todos modos? —Ella hizo una mueca—. Lo haremos por ti, Cormac prepara
un mojito infernal.

—Oh, creo que está bien. —Cassie se mordió el labio—. Pero no sé…

—Hey, mira —dijo Ayeesha suavemente—. ¿Todos los problemas que tuviste
el trimestre pasado? ¿No alimentarte adecuadamente y perder el control de ti
misma? Nada de eso hubiera pasado si hubiéramos estado allí para ti. Se supone
que todos los Elegidos debemos cuidarnos los unos a los otros y no lo hicimos.
Cassie se preguntó para sus adentros si Sir Alric había hablado con la
muchacha de Bajan.

—Eso no fue culpa vuestra… —comenzó a decir ella.

—Bueno, no del todo, Cassie. Pero aun así, tenemos que compensar lo que no
hicimos.

Ayeesha le sonrió en forma beatífica.

—Y a algunos de nosotros realmente nos gustas, a pesar de todos tus


esfuerzos.

Eso hizo que Cassie se riera en voz alta.

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—¡Bien, tú ganas! Pero no participo en comités, ¿vale? Nadie va a tratar de
hacerme ocupar la rifa de Navidad.

—No. Aunque esperamos que puedas hacer pasteles y hacer animales de


peluche. —Ayeesha le guiñó un ojo—. En serio, no tienes que involucrarte en
nada que no quieras. Queremos ser tus amigos, eso es todo. Esto no significa que
todos estemos unidos por una cadera virtual, pero es genial. Y eso va a mantener
a Sir Alric fuera de tu espalda.

Cassie exhaló profundamente.

—¡Eso solo puede ser bueno, supongo! Bien, estaré allí.

—¡Genial!

—Y Ayeesha… gracias.

Con una última sonrisa feliz, Ayeesha colgó su cartera de su hombro y se alejó.
Cassie la vio marcharse, poco dispuesta a moverse hasta que ordenó sus
pensamientos, aliviada por el eco del goteo y las salpicaduras de la fuente.

Las cosas estaban de nuevo en marcha para sus planes de este trimestre. La
malvada chica Katerina estaba fuera de escena… así como lo estaba Ranjit, para
el caso… y Jake no estaba aquí, lo que era duro para Isabella, pero sin duda eso
hacía que la vida estuviera en general más tranquila sin su búsqueda de
venganza. Todo el maldito escenario era mucho menos estresante. Así que iba a
hacer un esfuerzo coordinado para encajar. ¿Cuál era el sentido de luchar contra
ello? ¿Cuál era el sentido de resistirse a Estelle, rechazando su existencia como
Elegida? No había vuelta atrás; todo el mundo se lo había dicho. Podía luchar
contra eso hasta caer muerta de aburrimiento y agotamiento, o podría hacer un
esfuerzo.

Esa es mi chica, Cassandra. La voz de Estelle era suave y por una vez no le
molestó.

Esa es mi chica.

66
,

67
Cassie tomó una profunda respiración cuando sondeó las caras ansiosas de los
estudiantes a su alrededor. Adoraba los viajes al campo, especialmente aquí. No
era que la Academia en sí misma no fuera un lugar impresionantemente bello
para estudiar y trabajar, pero navegar a través de Estambul en sí mismo, ver sus
grandes joyas arquitectónicas de cerca, era una emoción para Cassie. Además,
quizás era un poco como Sir Alric en esa manera: le gustaba cambiar de escena.
Eso la daba espacio para respirar, espacio para pensar.

Los sonidos de la ciudad estaban de alguna manera silenciados en los suelos


de la imponente mezquita de Hagia Sophia, suavizados por la salpicadura de las
fuentes. De pie en el césped con el resto de la clase, Cassie miró hacia su
impresionante cúpula y minaretes, solo medio escuchando al Señor Haswell
cuando señaló las baldosas Iznik y la delicada belleza de la estructura. El sol era
cálido en la parte de atrás de su cuello y en ese momento no tomó notas, solo
cerró su libro en sus manos y disfrutó de la atmósfera.

Estaba completamente relajada, y no esperaba que su cuello picara con ese


instinto ahora familiar. Frunciendo el ceño, rascó la parte de atrás de su cuello y
se giró.

¿De dónde había aparecido él otra vez? Estaba tan segura como podía que
Ranjit no había estado en el bote con el resto de ellos. Pero debería estarlo, porque
ahora estaba allí, sus ojos centrados en los de ella por un breve momento antes
de que se girara. Era bueno que se girase hacia la clase, pensó ella
sarcásticamente. Y la había estado observando durante un momento —el
cosquilleo de su piel no significaba nada más. Ahora, aunque, estaba mezclado
con el resto de la clase cuando fueron en fila al interior del edificio, su atención
aparentemente estaba atentamente enfocada en el espacio elevado del interior.

La luz bajo la gran cúpula tenía una cualidad casi mística, como si la cúpula
estuviera flotando en el aire. Ranjit levantó la mirada, parecía alucinado, luego
miró a Cassie a través del eco de la cámara y rompió en una misteriosa sonrisa.
Cassie solo se las arregló para detenerse para devolver la sonrisa, porque él
parecía… bueno. Muy bueno. No tan bien acicalado y refinado como lo habitual
—de hecho tenía una apariencia totalmente descuidada, y su mandíbula estaba
ensombrecida con la barba incipiente— pero eso solo le hacía más magnífico. Ella

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tomó una respiración, forzándose a alejarse e ignorarle.

Él no intentó seguirla, y se alegró. Cuando la clase se separó en grupos más


pequeños, atareados con las tareas que ella ni siquiera había oído
apropiadamente, vio a Ranjit alejándose de la multitud y se fue solo. Cuando se
fue, sacó un trozo de papel fuera de su bolsillo, desdoblándolo y estudiándolo de
cerca cuando caminaba.

Oh, estaba furiosa con ella misma. Incluso cuando se deslizó al edificio
principal detrás de él, estaba roja. ¿Qué pasaba con ella que no podía dejar al
chico en paz? Infiernos, tenía curiosidad por lo que él estaba tramando, eso era
todo. ¿Curiosidad? Fascinada. Él no tenía ningún problema escabulléndose así,
actuando todo misterioso y…

Él había llegado a una parada, al lado de los restos de la antigua basílica. Cassie
también paró, deslizándose en la sombra de una pared, y frunció el ceño cuando
le observó. Ranjit estaba estudiando las decoraciones de la piedra tallada como si
hubiera visto el Santo Grial o algo. Miró alrededor, comprobando que nadie
estaba cerca; luego abruptamente, sacó su teléfono fuera de su bolsillo y comenzó
rápidamente a tomar fotos.

Extraño. Ella se alejó de él, de repente no quería que la viera. Fuera lo que fuera
lo que estaba tramando, no quería saberlo. Y era muy reacia a que él supiera que
le había estado observando.
Él estaba andando ahora, parecía como si la mantequilla no se derritiera en su
boca, haciendo una muestra de paredes comparadas de la anterior mezquita con
las fotos en su libro. Cassie sacudió su cabeza y se alejó. Ranjit y sus juegos no
eran de su interés. Al menos, no deberían serlo. Debería volver y encontrar a
Isabella. Lo que no debía hacer —no, no, no— era caminar ahora e investigar lo
que él había estado fotografiando…

Ah, no pudo evitarlo. Nada que ver con Ranjit, insistió en su cabeza; era una
curiosidad natural. Y, ya sabes, quizás él había visto algo interesante e histórico.
Quizás era algo que ella debería ver. O algo que podría establecer algo de luz en
lo que le había pasado el otro día. ¿O quizás algo que valiera la pena para poner
en su proyecto?

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Oh, Cassie, deja de bromear contigo misma.

Cuando llegó, era una desviación inútil. Quizás él solo tenía una obsesión por
la piedra tallada, porque no había nada más de interés en la basílica: elaborados
y bonitos patrones grabados en la piedra, pero frotados para difuminar las
formas durante eones, y si alguna vez habían significado algo fue hacía mucho
tiempo olvidado. Cassie frunció el ceño y sacudió su cabeza, irritada. Debería
haberlo sabido, especialmente dadas las tonterías que él había estado soltando
últimamente, no valía la pena intentar darle sentido a lo que Ranjit tramaba.
Ahora realmente era el momento de encontrar a Isabella.

No fue difícil. Cuando encontró la parte delantera del enorme edificio otra vez,
su amiga acababa de salir por la gran puerta, charlando con el Señor Haswell.

—Hey, Isabella, ahí estás. ¿Vamos a comprobar las inscripciones de las


paredes? ¿Tenemos las traducciones…? —Cassie siguió como si no notara a la
otra figura alta y también familiar a pocos metros de distancia. Cuando sus ojos
se encontraron, Sir Alric parecía casi tan sorprendido como ella de verle allí.
Tomando una profunda respiración, el corazón de Cassie se hundió cuando él
caminó hacia ellos. Forzó una sonrisa.

—Sir Alric. Hola.

Él la devolvió la sonrisa, pero la suya no era tan brillante; ciertamente había


algo nervioso en ella.
—Cassie. Señor Haswell. —Él asintió un ‘hola’ hacia Isabella también, aun
pareciendo un poco incómodo—. No me había dado cuenta que su clase de
historia venía aquí hoy.

—Sí, fue una decisión de última hora —dijo el Señor Haswell, pareciendo un
poco preocupado de que quizás se hubiera perdido algún protocolo. Cassie no
pudo evitar sonreírle, de repente gustándole más por atrapar a Sir Alric con la
guardia baja. Ella habló.

—¿Qué hay de usted, Sir Alric? ¿Haciendo alguna búsqueda?

—No. No, estaba admirando las vistas por mí mismo. No he estado en


Estambul desde hace algún tiempo. —Él les dio a todos una fina sonrisa—. Deben

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hacer lo mejor de su visita, chicas. ¿Han visto todos los mosaicos?

—Solo el mosaico de la Puerta Imperial hasta ahora… —comenzó Isabella.

—Hay muchos más allí. ¿Por qué no buscáis el mosaico del Emperador
Alexander? Es difícil de localizar, pero vale la pena verlo. En la segunda planta.
—Él miró a Cassie y a Isabella expectantemente, y ellas se miraron mutuamente.
Fueron despedidas, otra vez.

—Y no olvidéis el nicho en el ábside —dijo el Señor Haswell detrás de ellas


cuando se dirigieron dentro del edificio una vez más—. Quiero un estudio de la
religión pasado mañana del museo.

—¿No te sientes como una niña de primaria? —murmuró Cassie cuando se


fueron obedientemente.

Isabella rio.

—Sir Alric no parecía demasiado feliz de encontrar una clase aquí.


¡Probablemente quería una tarde pacífica!

Sí, pensó Cassie, mirando sobre su hombro para ver que Sir Alric se había
alejado del Señor Haswell y estaba caminando hacia los mausoleos. Quizás era
todo lo que él quería. ¿Un poco de paz? De alguna manera no creía eso, pero a
Cassie no le importó. Fuera lo que fuera lo que estaba pasando con Sir Alric, y
Ranjit también, no se involucraría. Ya no.
Tanto como pudiera en la Academia Darke, pasaría este trimestre como un
estudiante normal.

No te incomodes, querida. Somos cualquier cosa, excepto normales.

Cassie sonrió irónicamente. Estelle tenía razón. Pero definitivamente había


terminado con los secretos y las mentiras, y no conseguiría lo mejor de su
curiosidad. Había dejado eso para algún otro gatito…

71
,

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—Gracias a Dios que terminó. —Isabella se lanzó hacia atrás en su cama—.
Nunca he conocido una primera semana tan horrible. ¿Cuántas clases de
matemáticas puede tener una chica? ¡Y también de química! ¡Chelnikov, me odia!

—No, no lo hace. —Cassie dejó un montón de libros en su escritorio—. Es de


los que le gusta su equipo de laboratorio intacto, pero no te odia…

—¡Fue un accidente! —insistió Isabella, retirando su pelo de su cara y


sentándose derecha—. Ugh, olvidemos toda la catástrofe. ¿Alice sugirió salir y
probar Estambul 360? Podemos conseguir todos los cotilleos de Yusuf del otro
lado, ¿sí?

—¡Vamos! —dijo Cassie, sonriendo. Al menos Isabella estaba proponiendo


hacer algo divertido. Pero entonces la cara de Cassie cayó. Había olvidado…

—Maldición. Lo lamento mucho, no puedo. Lo siento, Isabella. Ya se lo


prometí a Ayeesha.

—¿Prometiste a Ayeesha qué? —Frunció el ceño Isabella.

Cassie sintió sus mejillas quemando.

—Que iría a la sala común esta noche. Tienen bebidas. Algún tipo de
celebración de los Elegidos de comienzo de trimestre. —Su voz se apagó.

Isabella paró durante un momento, incapaz de esconder su desaprobación.


—Oh, cierto.

—Vamos, Isabella. Solo son un par de bebidas. No es como si fueran a


envolverme por completo. —Cassie se mordió su labio—. Escucha, quizás pueda
venir y reunirme con vosotras después. O… ¿supongo que no hay ninguna razón
para que no pueda cancelarlo?

Isabella sonrió, aunque parecía un poco forzada.

—No, Cassie, no. Esto es importante para ti. Tienes que socializar, conseguir
conocerles mejor. De verdad, no te preocupes. Está bien.

Cassie se sintió incluso peor, ahora que Isabella estaba siendo tan dulce por
eso.

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—No sé…

—Irás a tus bebidas. De verdad. Te diré todo sobre el restaurante después. —


Ella le dio a Cassie una sonrisa traviesa—. Es muy bonito, aunque,
aparentemente. Las vistas justo a través de la ciudad y el mar, he oído…

—No —gruñó Cassie—. Preferiría ir con vosotras, honestamente.

—La próxima vez, entonces. —Isabella saltó hacia arriba y comenzó a hurgar
a través de su armario—. Ahora déjame ver. Para un lugar tan especial debería
vestirme. ¿Quizás un Hussein Chalayan…?

—¡Para! —Cassie se desplomó en su cama, deseando completamente no haber


aceptado nunca la invitación de Ayeesha, salir por la ciudad con su mejor amiga
y Alice en su lugar. Entonces saltó cuando sintió su teléfono vibrando.

Cassie lo sacó del bolsillo de sus vaqueros y miró el identificador de llamadas.


Sorprendida, echó una rápida mirada a Isabella. La chica aún estaba en el trance
de la indecisión, sujetando un vestido contra ella y frunciendo el ceño en el
espejo.

Ranjit Singh, decía la pantalla.

—¿Ahora qué demonios quieres? —murmuró Cassie al teléfono. Tomó una


afilada respiración, y luego deliberadamente deslizó el teléfono de vuelta a su
bolsillo. De ninguna manera. No cuando ya se estaba sintiendo tan mal por dejar
a Isabella. No cuando estaba tan nerviosa por su visita a la sala común, lo cual
era, oh sí, justo el tipo de ocasión en la cual Ranjit encontraría una manera de
defraudarla.

Dejó el teléfono para que continuara vibrando, y dio un suspiro de alivio


cuando finalmente paró.

Duraste remarcablemente bien, se dijo al final Cassie. Mostrando sorpresa

74
controlada, consideró todas las cosas. Todavía faltaba una hora entera antes de
que finalmente se rindiera y respondiera a ese insistente pitido del buzón de voz.
Incluso cuando solo fue la insistencia de Estelle sobre que debería prepararse por
si acaso Ranjit tenía algo planeado cuando llegara a las bebidas.

Cerrando la puerta de su dormitorio, paró en el pasillo, cerró sus ojos y


suspiró. Por supuesto tenía que escuchar. Recuperarse. Nunca se relajaría por su
inminente prueba en la sala común a menos que…

Sacando el maldito teléfono antes de poder cambiar de opinión, golpeó el


número y presionó el teléfono en su oído.

—Cassie. —La voz de Ranjit sonaba sin respiración en el buzón de voz,


desesperado—. Cassie, sé por qué no quieres responderme, pero escúchame. Por
favor. —Una respiración temblorosa. Pero no había más que nervios en su voz,
pensó ella, frunciendo el ceño. Había una alta excitación reprimida.

—Reúnete conmigo a las siete, ¿vale? En mi habitación. Sin presiones, lo


prometo. Sé… Escucha, sé que ya no confías en mí. Es bastante justo. Te
abandoné, pero quiero hacer las paces por eso, de verdad que lo hago. —Un
ladrido de torpe risa—. ¡Dios, es tan afortunado que estemos en Estambul este
año! Créeme, Cassie, puedo arreglar esto. Arreglaré esto. Casi estoy ahí. Pronto
seré capaz de… curar las viejas heridas, si prefieres. —Una pausa, luego otra risa
irónica—. ¡O quizás debería decir ‘romper las viejas ataduras’!
Él dudó otra vez, como si quisiera decir más, y ella presionó el teléfono más
cerca de su oído, tan cerca que dolía. Pero no había nada más. Después de unos
pocos segundos, la línea se cortó.

¿Curar viejas heridas? ¿Qué se suponía que significaba eso? Aparte de ser
chorradas melodramáticas para llevar al dormitorio, pensó furiosamente.
¿Romper viejas ataduras? ¡Idiota!

Luego pensó en Estelle, sobre el estado roto de su espíritu, la parte que


permanecía fuera de Cassie, y tembló…

No sabía cuál era más poderosa, la rabia en su mejilla, o la curiosidad


insoportable. Bueno, no, eso no era cierto. Por supuesto la curiosidad ganaría. Él

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lo sabía, ¿verdad? Lo cual, pensó cuando caminó hacia su dormitorio en el pasillo
superior, la puso incluso más furiosa.

No estoy segura de que esto sea una buena idea, Cassandra…

Cassie ignoró la exclamación precavida de Estelle. Como si dudara delante de


su puerta, comprobó su reloj. Dos minutos pasaban de las siete. No lo suficiente
para mantenerle esperando, pero tendría que hacerlo. Tenía cosas que hacer,
lugar a los que ir. No estaba haciendo esto por Ranjit.

Su llamada debió haber sonado como si estuviera intentando romper la puerta.

Esta voló abierta. No era Ranjit, se dio cuenta, quien dio un sorprendido paso
atrás. Torvald, su compañero de habitación. Ella no esperaba eso.

Claramente, tampoco Torvald. Él parecía un poco desconcertado.

—¿Cassie? Hey. ¿Qué pasa?

—Hey. ¿Ranjit está aquí? Tengo un mensaje de él.

—No… —dijo Torvald—. Actualmente, no sé dónde está. Pero, sabes, no es


como si le estuviera siguiendo electrónicamente —añadió él sonriendo
secamente—. ¿Quizás te has equivocado?

Cassie estaba confusa.

—Pero él me pidió que me reuniera con él aquí.


Las cejas de Torvald se fruncieron.

—Escucha, Cassie. Realmente no es asunto mío, pero aún no estás dándole


esperanzas, ¿verdad?

Cassie parpadeó fuerte, sorprendida y enfadada por la ironía de la afirmación.


Tomó una respiración.

—¿Qué?

—Bueno, es solo que él no ha sido el mismo desde que rompisteis. Es incluso


más serio. —Girando sus ojos, añadió—, Si eso es posible…

Ella se enfureció.

76
—Él me pidió que me reuniera con él.

—¿Sí? Bueno, no está aquí. Honestamente, no tengo ni idea de a dónde fue. —


Él se encogió de hombros.

Cassie dudó, luego sacudió su cabeza.

—No le comprendo —murmuró ella.

—Si es de alguna ayuda, realmente ha estado fastidiado desde que le dejaste.


Realmente tampoco le comprendo, últimamente.

¡Él me dejó! Quería gritar ella, pero no había ningún punto. No era culpa de
Torvald.

—Bueno, solo dile que no le esperé, ¿vale?

—Seguro.

Alejándose, ella se giró sobre sus talones y se tragó su enfado durante un


segundo.

—Dile… que estaré en la sala común si quiere hablar.


,

77
Rojo como Cassie estaba por los estúpidos juegos mentales de Ranjit, al menos
la irritación la distrajo de sus nervios cuando se acercó a la sala común. Fuera, las
luces brillaban en los candelabros de hierro forjado, y la sólida puerta parecía
muy imponente. Cassie levantó su puño y golpeó en la oscura y tallada madera.

Podría haber sido un poco violenta, pensó, tragando fuerte cuando la puerta
se abrió para revelar las caras de los Elegidos, girándose hacia ella con expresiones
que oscilaban desde la curiosidad a la sorpresa tierna hacia la hostilidad
completa. Evitando esas miradas, notó que la sala era adinerada, rica con
coloridos cristales, dorados arcos y caras alfombras persas, y la luz era suave y
brillante. Las ventanas estaban abiertas hacia los jardines de más allá; podía oler
la brisa salubre mezclada con el olor oscuro de los geranios.

—¡Cassie!

Gracias a Dios una cara amistosa. Ayeesha corrió y la abrazó cálidamente.

—Me alegro de que vinieras. ¡Nos alegramos! —La mirada de Ayeesha hacia
varios de sus camaradas tenía un toque de desafío—. Vamos entra, toma una
bebida. Nos conoces a todos ya, creo. O, no… ven y conoce a Saski. Ella es de
tercer año, no sé si la conoces ya…

Cassie le dio a Saski una simpática sonrisa, pero la chica no parecía nada
excepto triunfalmente excitada por su nuevo estatus. Cassie difuminó su visión
cuando charlaron, enfocándose en el espíritu anidado dentro del pecho de la
chica. Un aura moderadamente poderosa con un elemento de crueldad, o quizás
solo travesura. Cassie dejó caer su atención en cada miembro de los Elegidos por
turnos cuando se relajó y charló. Eran como les recordaba. El fuerte y el débil; el
malo y el genuinamente bueno. Los espíritus estaban tan habitualmente
agrupados de acuerdo a sus personajes, y los más tímidos estaban gravitando
hacia la protección del más poderoso. Uno de los más fuertes de ellos, quién
fuera, estaba aún en ninguna parte para ser visto. Eso la hizo incluso más curiosa.
Ranjit podía estar distante, pero incluso si no hubiera mantenido su propia cita
con ella, Cassie medio esperaba que aprovechara su presencia en la fiesta de
comienzo de trimestre: marcar su territorio, para hablar.

—¿Ha estado Ranjit por aquí? —preguntó a Ayeesha casualmente.

78
—No. —Ayeesha parpadeó, como si acabara de darse cuenta—. No, no ha
estado. Asumo que vendrá después, ¿creo?

Cassie se encogió de hombros.

—No sé.

—¡Oh! Oh, ya veo. Así que, vosotros no estáis… no estaba segura de si…

—No. No estamos.

La cara de Ayeesha cayó.

—Lo lamento, Cassie. Realmente lo hago. Tú y él erais…

—Sí —interrumpió Cassie—. Pero se acabó. —Y no iba a pasar otro segundo


preocupándose por las tonterías de Ranjit.

Ayeesha dudó, y luego sonrió disculpándose.

—Vale. Lo siento, por supuesto. Mira, ¿por qué no vas y hablas con Yusuf e
India? Ellos siempre son buenos.

Cassie no estaba segura de si estaba de acuerdo. Los dos estudiantes de los


Elegidos más mayores parecían un poco distantes —Yusuf claramente pensaba en
el mundo como suyo, y tenía una compañera del alma depredadora en India.
Estaban demasiado ocupados discutiendo sus últimas conquistas románticas
para incluir a Cassie en su conversación, pero eran bastante divertidos al mismo
tiempo, y al menos no eran abiertamente hostiles como Mikhail y Sara. Podía
sentir esas miradas quemando un agujero entre sus omoplatos, aunque de la
chica inglesa era comprensible, dado el latigazo que Cassie le había dado en el
último trimestre, cuando la ‘habilidad’ inusual que poseía al principio pateó su
cabeza invisible.

Aun así, Cassie no estaba pensando en el pasado, y definitivamente no estaba


planeando dar ningún pensamiento más a los gustos de Sara, o ciertamente a
Ranjit maldito Singh. No. Tenía que divertirse. Estaba disfrutando siendo soltera.
Y lista para estremecerse, como diría Isabella.

Así que el paraíso solo sabía por qué no podía apartar sus ojos de la puerta
tallada. El cielo sabía por qué seguía dolorida para que esta se abriera, para que

79
una bella figura familiar apareciera, y sonriera, y caminara hacia ella, y se
disculpara, ¡maldición! ¿A qué estaba jugando él, de todas formas? Ella nunca
había estado de pie en una reunión en la que nunca había sido solicitada antes, y
realmente no era halagador.

Hablando de lo cual…

Cuando la puerta finalmente se abrió, no era la figura que estaba esperando,


pero era una bienvenida sin embargo. Richard. Si alguien en esta velada iba a
hacerla sentir mejor, probablemente sería él, pensó ella, con solo una pista de
reticencia. Cuando él se dirigió hacia ella, elegantemente virando al pasar los
otros miembros de los Elegidos, un vaso milagrosamente en cada mano, fue
emboscada por un enorme sentido de la gratitud.

—Hey, Cassie —dijo él, mirándola con una sonrisa apreciativa—.


¿Disfrutando de la fiesta? ¿Te gustaría que sacara los cuchillos de tu espalda para
que pudieras sentarte?

Riendo, ella tomó la bebida que él ofrecía.

—Ánimo, compañero. Creo que puedo manejarles.

—No lo dudo, Señorita Bell. —Richard miró sobre su hombro—. Sara y su pose
son lívidas. Es fantástico. —Él se inclinó un poco más cerca—. Por supuesto,
podemos hablar de algo más…
—Tienes que detener eso. Podrías dar falsas esperanzas a una chica, sabes. —
Ella intentó una sonrisa sarcástica, pero se encontró dando un paso atrás, aún un
poco alarmada por la atracción que estaba sintiendo hacia él. Y por la manera que
su camisa rozaba los músculos de su pecho…

—¿De verdad? —preguntó Richard inocentemente, ¿o era afortunadamente?


Cassie se sonrojó un poco.

—Bueno, para ser honesto, no creía que realmente fuera tu tipo. ¿Estaba bajo
la impresión que quizás tú estabas, uh, jugando más por el otro equipo…?

Él rio.

—Ah. Tengo una teoría a eso actualmente: antes de mi ingreso a nuestra

80
estimada pequeña pandilla aquí, era estrictamente heterosexual. Creo que es solo
mi molesto espíritu a quién le gusta jugar lejos, te aseguro que mayoritariamente
prefiero a tu equipo. O me gustaría hacerlo —añadió él, levantando sus cejas.

Cassie le admiró durante un momento, y luego no pudo evitar romper a reír


también.

—Estás de broma.

—No lo estoy.

—¿No es un poco… inconveniente?

—Oh, no lo sé. Siempre he pensado en mí mismo como un pequeño intento


sexual de todas formas, ¿por qué no? Lo mejor de ambos mundos, es cómo yo lo
veo. —Una sonrisa traviesa se extendió a través de sus labios.

—Pomposo, me preguntaba. —Cassie rio otra vez, sacudiendo su cabeza—.


Eres un chico de dos mitades.

—Y ambas altamente atractivas. Ahora vamos, Cassie. Vamos a la fiesta.


Había estado bien. Más que bien, de hecho. Se había divertido mucho al final
—¿quién podía evitarlo con Richard alrededor? Además, si Ranjit hubiera vuelto,
¿qué le habría dicho?

Aun así, de vuelta en su dormitorio, había dormido poco por la preocupación,


y mayoritariamente era por él. ¿Quién plantaba a una ex novia —una a la que
supuestamente añoraba, de acuerdo con su compañero de habitación— cuando
él era quién había sugerido que se reunieran? Era lo mejor de todas formas. Solo
habían tenido discusiones. Sí, tendrían una de sus discusiones desgarradoras de
oídos que asustaban a los animales, y si él hubiera ido a la sala común entonces
habría sido justo delante del resto de los Elegidos. No podía haber permitido eso.

Aun así…

81
Habría sido tranquilizador verle, pero Ranjit permaneció resueltamente
ausente de todas sus clases al día siguiente. No había señales de él, pero Cassie
se negaba a preocuparse. No era como si no hubiera interrumpido las lecciones
antes; hacía un absoluto hábito de ello. El chico era una ley en sí mismo.

Aun así…

La última lección del día, y el calor en la clase era sofocante a pesar del gentil
giro de los ventiladores sobre la cabeza. La sonora voz de Madame Lefevre pero
soporífera no estaba ayudando, y Cassie no podía concentrarse. Una paloma se
había situado en el alféizar de la ventana con la persiana de rejas, y al menos su
arrullo era reconfortante. Intentó enfocarse en el pájaro en su lugar, pero sus ojos
seguían cayendo más allá de los jardines frondosos. ¿Él estaba fuera?

Estuvo aliviada cuando el interminable día terminó, y se alegró también por


el frío de la tarde. Volviendo a su dormitorio y tirando su mochila en su cama,
casi saltó cuando Isabella sacó su cabeza alrededor de la puerta del cuarto de
baño y animadamente llamó.

—¡Cassie! ¡Hey! ¿Cómo fue tu tarde?

Cassie no tenía dudas, y luego sonrió.

—¡Hola! Estás de buen humor. —Un inusual buen humor para Isabella, esos
días…
Isabella pareció casi sospechosa durante un momento, pero luego sonrió.
Metiéndose de vuelta en el cuarto de baño, reapareció agarrando una botella que
parecía esculpida en cristal. El líquido ámbar del interior tenía un brillo casi
nuclear.

—Nuevo champú. Tan caro, y quién sabe lo que le hace a mi pelo, pero me
hace muy, muy feliz.

—¿Solo la etiqueta del precio te hace feliz? —Cassie levantó una ceja, sin
embargo ridículamente agradecida cuando su amiga volvió a brillar.

—Sabes que nada me hace más feliz que gastar mi herencia en apoyar la
economía, Cassie. —Isabella guiñó un ojo—. Escucha, ¿cómo hace tu imaginación

82
para pasar el rato este fin de semana? Realmente no hemos pasado mucho tiempo
juntas apropiadamente este trimestre. Podría ser como los viejos tiempos, ¿no?
Solo como los viejos tiempos… —Ella murmuró la última frase para sí misma,
pero pareció parar cuando captó la mirada perpleja de Cassie. ¿Cómo había
sacado todo esto?

—¿Qué pasa? —continuó Isabella.

—Isabella, eso suena maravilloso. —Cassie sintió una explosión de alivio, a


pesar de la repentina naturaleza del buen humor recién encontrado de Isabella.
No había visto a su amiga tan feliz desde que… Bueno desde el último trimestre.

—Lo hace, ¿verdad? —estuvo de acuerdo Isabella, asintiendo felizmente.

Cassie devolvió la sonrisa entusiasmada de su amiga, aunque no podía


sacudirse la sensación de que todo era un poco extraño. Primero Ranjit, ahora
Isabella actuando extrañamente. Bueno, todo en un día de trabajo de la
Academia, pensó ella, riéndose para sí misma. De todas formas, ¿y qué? Todo lo
que importaba era que Isabella estaba animada otra vez, casi de vuelta a su yo
normal, y Cassie no preguntaría demasiado.

Tanto como Isabella fuera a encontrar su camino de vuelta, no la importaba.


Cassie la había echado mucho de menos, tanto como para sacudir el bote ahora…
,

83
Mientras Isabella arrojaba su bolso sobre su mesa y se sentaba, Cassie miró
alrededor de la clase de historia. Parecía que había más rumores de lo usual, más
comentarios furtivos susurrados y emoción contenida. Incluso entre los Elegidos,
en su lugar de siempre en el fondo de la sala, había un destello de energía
nerviosa.

El Sr. Haswell fue pidiendo calma, pidiéndoles que tomaran sus asientos, pero
Cassie era una Elegida, ¿no? No solía hacer uso del rango, y nunca por lo general
alrededor de los maestros, pero ahora era quizás el momento para empezar. Se
dirigió hacia la parte trasera de la clase y se inclinó para hablar con Ayeesha.

—Él nunca regresó —estaba diciendo Lara, la vecina de Ayeesha—. Nadie


sabe lo que está pasando.

Cassie interrumpió.

—No hay necesidad de tener pánico, sin embargo, ¿verdad? Quiero decir,
Ranjit ha estado lejos antes.

Lara parpadeó y sacudió la cabeza.

—¿De qué estás hablando?

—No es gran cosa —murmuró Cassie—. ¿Por qué está todo el mundo
haciendo una gran cosa de esto?
—No es Ranjit —explicó Ayeesha—. Todos sabemos cómo es; se salta las clases
todo el tiempo. Es Yusuf.

Por un momento Cassie se sintió como si hubiera caído en un mundo paralelo.

—¿Qué?

—Yusuf Ahmed —dijo Lara con paciencia, como si no hubiera otro Yusuf en
la escuela—. Él no regresó a la Academia anoche. No hay señales de él esta
mañana. La gente está empezando a preguntarse cosas.

Cassie se echó a reír.

—¿Estáis preocupadas por Yusuf? ¡Probablemente se quedó dormido en la

84
cama de alguna pobre jovencita, y en estos momentos está siendo golpeado por
su padre furioso!

Ayeesha no se rio.

—No lo creo. Encontraron su cartera cerca de los muelles en Sultanahmet2. Sus


tarjetas de crédito, su dinero: todo ha desaparecido.

Cassie no sabía qué más decir, y el Sr. Haswell estaba francamente impaciente.
Ella regresó al frente de la clase y tomó su asiento al lado de Isabella.

Yusuf había perdido su billetera. ¿Y qué? Podría haberla dejado caer. Poco
probable, pero aún más improbable que hubiera llegado a sufrir un percance a
manos de un asaltante. ¡Era un Elegido, por amor de Dios! Sería el ladrón el que
se arrepintiera.

Así que él la había perdido en otro lugar. Un ladrón la había encontrado,


vaciado, tirado. Esa era la única explicación.

¡No es nuestra preocupación, querida mía!

Ella tiene razón, pensó Cassie. En realidad, no tenía nada que ver con ella. Y,
probablemente, no era nada de todos modos. Yusuf podía cuidar de sí mismo.

Sin embargo, no podía dejar de pensar… No había habido ninguna señal de


Ranjit durante el pasado par de días, y ¿ahora Yusuf había desaparecido

2
Es un barrio turístico en Estambul.
también? Eso era al menos una extraña coincidencia. ¿Podrían estar conectadas
sus ausencias? La idea se alojó en su cerebro como un plomo, a pesar de sus
esfuerzos por sacudírselo.

Torvald: ¿él tal vez había oído algo? Si pudiera hablar con él, entonces tal vez
podría resolver el asunto de una vez por todas, en especial cuando se había
prometido a sí misma no preocuparse más por Ranjit. Y no estaba preocupada,
¿verdad? Solo quería aclarar las cosas.

Después de la clase corrió a ponerse al día con Torvald, pero el señor Haswell
la atrapó con una consulta acerca de una tarea. En el momento en que Cassie se
liberó, había perdido a Torvald por un pelo, y no tenía ni idea de cual era su
siguiente materia.

85
Oh, olvídalo. ¿Qué podía hacer de todos modos? Y en cualquier caso, no quería
que Torvald le dijera a Ranjit que estaba buscándolo desesperadamente, o
preocupada por él. Había una buena posibilidad de que Ranjit estuviera tratando
de ponerla ansiosa, jugando a algún deformado juego manipulador. No lo
pondría por delante, y ciertamente no se lo permitiría.

Muy bien, querida. ¡Ignóralo!

Gospodin Chelnikov estaba menos inclinado a permitir el murmullo de


chismes de lo que el Sr. Haswell había estado. A medida que los estudiantes se
presentaban en el laboratorio de química, el ruso aplaudió con sus manos, sus
ojos azules tan fríos y feroces que incluso los Elegidos se sentaron con poco ruido.

—Callaos, todos. Sé que hay algunos rumores que circulan en relación a Yusuf
Ahmed. Es natural que todos estén preocupados, pero Sir Alric me ha pedido
que les hable acerca de esto, ya que está empezando a perturbar las clases de hoy.

—¿Cómo explica…? —interrumpió alguien en la parte delantera.

—Todavía no ha estado desaparecido durante veinticuatro horas —soltó


Chelnikov—. La escuela ha notificado a las autoridades que un estudiante no
volvió a la escuela anoche. Esa es la única acción que debe ser tomada ahora.
Yusuf tiene una naturaleza aventurera, por lo que bien puede ser que su noche
simplemente le encontró.
Unas pocas risitas recorrieron el salón de clases, y Chelnikov casi esbozó una
sonrisa.

—Pero ¿qué pasa con su cartera, señor?

—Tal vez la perdió en circunstancias que está avergonzado de admitir. Ahora,


toda especulación cesará, al menos en mi salón de clases. ¿Entendido?

Él tenía razón, pensó Cassie, mientras trataba de concentrarse en su libro de


texto. Yusuf era aventurero. Ranjit, por su parte, estaba segura ahora, estaba
simplemente tratando de preocuparla o lastimarla. Le había dado a Ranjit una
despedida bastante dura la otra noche; tal vez pensó que si la asustaba lo
suficiente, regresaría. Que se daría cuenta por arte de magia que lo echaba de

86
menos, y estaría de acuerdo en seguir con su plan de… Oh, ¿quién sabía? Cassie
realmente no sabía qué pensar.

Isabella, sin embargo, no estaba tan insegura cuando salieron de la clase juntas.

—Esto es una locura —dijo con firmeza—. ¿Dos estudiantes desaparecidos en


el aire? Algo no va bien. La escuela debe hacer algo.

—¿Qué harían? Mira, escuchaste a Gospodin Chelnikov. Yusuf aún no ha


estado ausente tanto tiempo. Y es un tipo arriesgado. Estará de regreso. Ranjit
también.

—Estoy un poco sorprendida de que estés tan complaciente —resopló


Isabella—. Especialmente con Ranjit siendo uno de los desaparecidos. Quiero
decir, ¿no estás preocupada en absoluto? Si fuera yo…

Cassie suspiró con exasperación.

—Mira, Ranjit ni siquiera es mi novio ya. ¡No es asunto mío perseguirlo! Por
supuesto que estoy preocupada, pero no hay mucho que pueda hacer al respecto,
¿verdad? Estoy segura de que aparecerá y luego solo me quedaré sintiéndome
tonta.

—Muy bien, Cassie, está bien. No vamos a pelear por eso. —Isabella entrelazó
su brazo con el de Cassie—. ¿Por qué no vamos a algún lugar del continente?
¿Hacer algo para alejar nuestras mentes de todo esto?
—Bueno, es divertido que lo menciones, en realidad. Eh, Ayeesha y algunas
de las otras estaban hablando de ir al Beyoglu3. —Cassie se aclaró la garganta,
nuevamente avergonzada—. Sabes, pasar el rato en Cukurcuma4, hacer algunas
compras. ¿Vamos con ellas? Yo como que dije que iría…

—Oh, ¿cómo podría resistirme a salir con los Elegidos? Podría llevar sus bolsas
de compra.

Cassie levantó una ceja ante el tono sarcástico de su compañera de cuarto.

—Suenas como…

—¿Hmm?

87
… Jake, pensó Cassie, terminando su frase en su cabeza. Incluso con la mejora
de la actitud de Isabella, probablemente no sería de mucho tacto mencionarlo,
especialmente si estaba tratando de convencer a su amiga para que fuera con ellos
al continente. En su lugar, Cassie sonrió.

—De todos modos, no seas estúpida. ¡Probablemente tendremos que unirnos


para llevar las tuyas! Pero escucha, en serio, Isabella, no voy a ir si no te apetece.

—En ese caso… —Isabella hizo una pausa, y luego se echó a reír—. ¡No, ven,
vamos!

Esto no había ido exactamente como planeé, tuvo que admitir Cassie para sí
misma cuando los seis paseaban en las pequeñas, ocupadas y elegantes calles de
Cukurcuma.

3
Es un distrito de Estambul, Turquía, situado en la parte europea de la ciudad y separado del casco
antiguo (península histórica de Constantinopla) por el Cuerno de Oro.
4
Cukurcuma: Barrio de antigüedades de Estambul, Cukurcuma, es ahora el hogar del nuevo museo del
novelista de la inocencia Orphan Pamuk, explorando sus calles serpenteantes con sus tiendas,
cafeterías y restaurantes.
Las cosas habían empezado bien, mientras exploraban los elegantes y
modernos almacenes de muebles, con fachada de vidrio, los cuales chocaban
contra los históricos edificios de piedra color arena, y había disfrutado mirando
los hermosos y vivos materiales de tapicería, amontonados en tiendas de
antigüedades junto con pilas de mármol de época y alfombras tejidas
intrincadamente. Pero cada vez era más evidente, que Isabella estaba empezando
a sentirse un poco dejado de lado, en medio de los intentos de Cassie de
integrarse más a los Elegidos.

—¿Qué pasa con esta mesa de tocador, señoras? —dijo India mientras miraba
un aparador bellamente tallado, en una pequeña boutique en una de las calles de
adoquines.

88
—Parece apropiado —dijo Isabella, apenas haciendo un esfuerzo por
mantener su comentario en voz baja. Cassie le dio una mirada de advertencia.

—Sí, se ve bien —dijo ella, haciendo caso omiso de su amiga.

India apretó los dientes, visiblemente molesta por el comentario petulante de


Isabella, y se volvió hacia las otras chicas de los Elegidos.

—Conseguiré que lo embarquen para casa entonces, ¿verdad?

Ella se alejó hacia el dueño de la tienda, tarjeta de crédito en mano.

Cassie se encogió. Algunos de los leves comentarios sarcásticos de Isabella


estaban empezando por momentos a convertirse en confrontación directa, y se
sentía un poco atrapada en el medio. Las otras chicas no estaban siendo
exactamente tan inclusivas como podrían haber sido, para ser justos. Con todo,
la tensión estaba poniendo un cepo en la salida. Cassie había empezado a
lamentar un poco invitar a Isabella. Pero solo pensar en eso le dio una sacudida
de culpabilidad. Después de todo lo que Isabella había hecho por ella. Después
de todo lo que Isabella había sacrificado…

Eso sí, al menos, Isabella no estaba viéndose tan miserable ahora. Había una
agudeza y una chispa en su mal humor que era extrañamente tranquilizadora,
más como la vieja y luchadora Isabella, incluso si era un poco desconcertante. Su
actitud le recordaba a Cassie más y más a la Isabella confiada, y de espíritu, que
había sido en anteriores y más felices trimestres, cuando cierta persona era el
centro de casi todas sus energías. De hecho, si no la conociera bien, Cassie
pensaría que Jake había estado en contacto con su compañero de cuarto…

Pero por supuesto que no lo había hecho. Cassie habría sabido muy pronto si
él lo hacía. Isabella la habría despertado a las dos de la mañana, saltando de
alegría en su cabeza.

Aun así, una atmósfera era una atmósfera, y podría haber cortado la que
existía entre ella y su compañera de habitación con un cuchillo sin filo. Pero tenía
que ser amigable con los Elegidos, e Isabel sabía eso. Además, algunos de ellos
eran personas muy decentes, como Ayeesha. Cassie las respetaba, a ellas les
gustaban, y no era realmente como si tuviera una elección en cualquier caso.
¿Isabella seguramente podría entender eso?

89
Cassie ni siquiera podía utilizar la terapia de compras como un medio de
distracción en la forma en que las otras chicas ricas de la Academia podían.
Mientras ellas jadeaban y se reían sobre otro alucinante bolso, e inútil cartera, e
Isabella hacía comentarios críticos acerca de su gusto, Cassie trataba de
concentrarse solo en lo que la rodeaba. Algo además del ambiente tenso entre las
chicas estaba haciéndola sentir incómoda, pero no podía señalar lo que era. Un
cierto movimiento, algo punzante en sus sentidos, pero no podía pensar qué.

Estelle, pensó, ¿puedes sentir eso?

Sí, querida mía, llegó la respuesta ansiosa, pero la ‘conversación’ de Cassie fue
interrumpida por más peleas entre las chicas. Se convenció de que no podía ser
nada demasiado grave, o Estelle la habría alertado antes. De todos modos, era
una tontería, porque esta parte de la ciudad era escandalosamente bonita. Los
caminos terminaban en escalones entre las casas antiguas con persianas
bellamente pintadas y jardineras que desbordaban con geranios. Sin embargo,
todo en lo que Cassie podía pensar era que los toques de escarlata se parecían
mucho a la sangre salpicada. Cuando un pétalo flotó hasta la calle empedrada, se
encontró esquivándolo.

Y entonces lo sintió.

Un observador.

Se volvió, entrecerrando los ojos.


De ninguna manera. Estaba imaginando cosas; sus nervios estaban
destrozados, eso era todo. Estaba en el borde debido a Isabella y… oh, todo lo
demás.

¿Quién estaría siguiéndola hasta Cukurcuma? ¿No podía ser…? Con una
mezcla de esperanza e irritación, esperó a sentir esa familiar sensación punzante,
pero no estaba segura. ¿Estaba ahí? ¿Era solo ella con los nervios de punta e
imaginándolo? Estelle permanecía inútilmente en silencio. Tal vez no era Ranjit
entonces, pensó, irritada por su decepción.

Pero entonces, ¿quién?

Cassie se obligó a tomar interés en la discusión sobre los últimos vestidos de

90
Umit Unal, consciente de que estaba siendo hiper-alegre, y ridículamente deseosa
de arrastrar a Isabella y a las chicas Elegidas a una simultánea conversación
amistosa. Y tratando de olvidar esa sensación también, ese picor indefinible
entrte-los-omoplatos. Cayendo en silencio durante un momento y apartándose
de la pandilla de chicas, Cassie se volvió ligeramente para mirar por encima de
su hombro. Una vez más, no había nadie.

Pero no. Estaba segura de que había tenido razón desde el principio. La fuerza
de la mirada era casi tangible. No había manera, con sus elevados sentidos de los
Elegidos, de que pudiera estar equivocada. Incluso podría decir de dónde estaba
viniendo. Detrás y hacia la derecha.

Levantó la cabeza para buscar en las ventanas cerradas, pero el sol estaba en
sus ojos y estaba a favor del viento, quienquiera que fuese. Su cuerpo entero se
quedó inmóvil.

Alguien nos está vigilando…

Estamos imaginando cosas, insistió Cassie sin convencerse a sí misma y a Estelle,


sacudiendo la cabeza con fuerza. No podía ver a nadie. Y pisándole los talones a
ese pensamiento, se preguntó por qué seguía tratando de disuadirse de sus
propios instintos.
,

91
Culpa, mi vieja amiga, pensó Cassie. Ahí estás otra vez. Era parcialmente el
berrinche de Isabella, se dijo a sí misma. Si la chica no hubiera comenzado a
deprimirse tanto por hacer lo que tenía que hacer, Cassie ni siquiera podría haber
aguantado tanto con los Elegidos. Como fuera, se encontró que estaba disfrutando
de su compañía más y más con el paso de los días, a pesar de que la hacía sentir
doblemente mal por Isabella.

Reuniendo su fuerza cuando los estudiantes saltaban del asiento cuando la


campana del almuerzo sonaba, Cassie decidió hacer un esfuerzo por pasar el rato
con su compañera de habitación después de su clase de arte.

—Isabella —dijo Cassie, girándose hacia su amiga—. ¿Quieres agarrar algo


para almorzar?

Isabella dio una rápida y distraída sonrisa.

—Sí, solo un segundo. —Se giró cuando Alice la golpeó en su hombro, y


comenzaron una rápida charla.

—¡Cassie! —llamó Cormac—. ¿Vienes a la sala común?


—Actualmente —intervino Ayeesha—, creo que deberíamos dirigirnos a la
cafetería hoy. ¡El chef de ese gran restaurante, Rami, está invitando hoy! ¡Y su
hunkar begendi5 es mi favorito!

—¡Oh, definitivamente! —dijo Cormac, golpeando sus labios cuando tomó la


mano de su novia.

—¿Cassie? —dijo Ayeesha con expectación.

—Uh, aguarda. Debería esperar a Isabella. —Cassie miró hacia la clase, dónde
Isabella aún estaba charlando con Alice.

—Oh, sí. Bastante justo.

92
Cassie observó como la pareja se unía con algunos estudiantes más de los
Elegidos y hacían su camino por el pasillo. Ella suspiró. Muchos días ahora
después de las clases —con las cuales estaba haciendo un gran esfuerzo, desde
que (casi) la detenía de pensar en algo más— Cassie se encontró pasando el rato
con los Elegidos, y casi se sentía arrepentida de haber dicho que esperaría. La sala
común, por ejemplo, había comenzado a sentirse más y más como un refugio:
cerrado, secreto, seguro. Los pequeños lujos que ofrecía no hacían ningún daño
tampoco. Por supuesto, aún había gente quienes la odiaban, pero era
sorprendente cuán fácil era ignorarles. Ellos ni siquiera la molestaban ya; se
encontró que podía ignorar sus miradas y existir en una burbuja de superioridad
que les conducía a casi la locura. Ella lo sabía y, más importante, su espíritu era
el igual a cualquiera de ellos, y mejor que la mayoría. No la importaba. Y por
supuesto, había muchos que le gustaban.

Cuando Isabella finalmente dejó su conversación con Alice y volvió su


atención a Cassie, hubo un ligero silencio torpe cuando hicieron su camino hacia
la cafetería. Cassie frunció el ceño al pensamiento de que no sería capaz de hablar
fácilmente con su amiga. Se aclaró la garganta.

—¿Así que, qué estaba diciendo Alice?

—Oh, más problemas de chicos —dijo Isabella, sonriendo un tipo de sonrisa


privada que hizo que Cassie se sintiera extrañamente excluida.

5
Receta turca
—Cierto. Muy normal. —No pudo resistir un tono despectivo. Parecía como
si Isabella estuviera más interesada en lo que Alice hacía en el momento que lo
que estaba con su supuesta mejor amiga. Afortunadamente, el humor bastante
tormentoso de Cassie brilló cuando alcanzaron la cafetería y vio la mesa de los
Elegidos gesticulando para que se les uniera.

—Mira, ahí están los chicos —dijo ella con un saludo, y comenzó a hacer su
camino automáticamente.

—Um… —comenzó Isabella, dudando.

—¿Qué pasa?

Isabella miró a otra mesa, dónde Alice y otra chica estaban sentadas.

93
—Es solo que… bueno si vas a sentarte con Ayeesha y todos otra vez, entonces
quizás ¿podría ir y asegurarme de que Alice esté bien?

—Oh. Cierto. Sí, si prefieres… —dijo Cassie, intentaba no parecer dolida. ¿Qué
estaba pasando con Isabella últimamente? Estaba intentando incluir a su mejor
amiga, pero ella solo no mordía.

—Bueno, sí. Pero te veré más tarde, ¿vale?

—Sí, te veré más tarde. —Cassie intentó forzar una sonrisa y lo que esperaba
que pasara por un saludo jovial, ignorando la extraña sensación de que ella e
Isabella estaban caminando en direcciones opuestas de la sala para estar con otros
amigos. Bueno, no estaban unidas por la cadera, ¿cierto?

—Hey, chicos —dijo Cassie cuando hizo su camino hacia la mesa de los
Elegidos, pero no pudo inyectar mucho entusiasmo en su voz.

—¡Cassie! Agarra una bandeja. En serio, este chef es alucinante —se


entusiasmó Ayeesha.

—Sí, realmente no tengo hambre —replicó ella, la irritación burbujeando en su


interior.

Ah, pero la tendremos, querida. Sabes que estoy por afirmar por completo nuestra
posición entre los otros, pero debemos tener cuidado al mantener nuestra fuente de
alimentación feliz…
Cassie frunció el ceño a la interjección de Estelle. Estaba bastante molesta por
cómo estaba pasando el día sin que ella pusiera sus dos valiosos peniques. Todo
lo que había hecho era saltar a través de los aros para mantener a todos felices,
especialmente a Isabella. Pero tenía que dibujar una línea en alguna parte,
concentrarse en su propia felicidad. Si eso significaba pasar el rato con los
Elegidos, entonces Isabella tendría que aceptarlo.

Vale, ahí estaba la cosa de Jack y Jessica. Vale, así que Isabella aún se sentía
leal a Jake y su loca búsqueda de justicia —o su definición de ella. Pero no era
como si los gustos de Ayeesha o India tuvieran algo que ver con el asesinato de
su hermana Jessica. De las chicas quienes actualmente lo habían hecho, una
estaba muerta, y otra expulsada y marcada de por vida. Katerina y Keiko no

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representaban a todos los Elegidos, por amor de Dios. Los Elegidos eran mucho
más que una pareja de individuales retorcidas como ellas.

Cassie se estaba sacudiendo de su bronca interna cuando una sombra cayó


sobre su pequeño grupo en la mesa.

—Señoras.

—Sir Alric. —India levantó sus cejas por la sorpresa—. Es poco habitual verle
aquí. —Ella sonrió tentativamente, mirando a los chicos que animadamente
jugaban a luchar al otro lado de la mesa.

Él asintió.

—Creía que podría tomar una muestra de comida ya que tenemos a un


invitado en la cocina hoy.

—Sí, ciertamente. Delicioso. —Ayeesha no podía apartar su mirada perpleja


de su cara, y Cassie no podía estar más de acuerdo. No le gustaba la manera en
la que Sir Alric la seguía mirando, con la inquisición ardiendo detrás de sus ojos.

—¿Cómo van las clases?

Pregunta divertida en medio del almuerzo, pensó Cassie, aunque India y


Ayeesha parecían ansiosas por tomar esta rara oportunidad para impresionar a
su evasivo director. Si solo sus propias conversaciones con Sir Alric fueran tan
infrecuentes. Ella le miró de cerca cuando las chicas alrededor dijeron sus
respuestas entusiastas. Él estrechó sus ojos una vez más hacia ella, aunque
ostensiblemente la dirigió a los tres.

—Veo que el Señor Singh aún no nos honra con su presencia.

—¿Quizás uno de los chicos podría saber dónde está? Mejor que nosotros, de
todas formas —dijo India, mirando a Cormac y a sus amigos.

—Lo dudo. En cualquier caso, los chicos no son tan sensibles a las cosas como
tú, ¿cierto? Pensé que algunas de vosotras señoritas podrían tener un instinto
sobre dónde está últimamente.

Cassie no pudo evitar notar que él otra vez la estaba mirando casi
exclusivamente. Sintió una asquerosa ansiedad —¿la estaba acusando de algo?

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—Le conoces tan bien como yo… tan bien como todos nosotros. Ranjit es una
ley en sí mismo. Es difícilmente poco habitual que vaya a clase, siempre lo hace.
Esa no es nuestra culpa. Él viene y va como le place. La gente se pone de pies
cuando le sienten, también —añadió ella amargamente.

Incluso algunas de las chicas de los Elegidos parecieron sorprendidas por la


manera en la que le habló a Sir Alric, pero él no picó el anzuelo.

—Bueno, estaré vigilando —dijo él ligeramente—. Sin duda nuestro evasivo


amigo volverá tarde o temprano. —Su intensa mirada descansó en Cassie—. Pero
si por si acaso le veis, decidle que me gustaría una breve charla.

Tan pronto como Sir Alric se fue, Cassie se excusó, dijo adiós a las otras chicas
y se dirigió a su dormitorio. Él se las había arreglado para irritarla, y peor, volvió
a despertar todas sus ansias. Encima de todo lo demás, se estaba alarmando más
y más sobre el estado de su relación con Isabella. Aparte de eso, deseaba tener a
su amiga alrededor para desahogarse.

A su pensamiento de socorro, parecía que Isabella se había sentido mal en el


almuerzo también. Saludó a su compañera de habitación con una amplia sonrisa
de disculpas cuando Cassie cerró su puerta y cayó en su cama.

—Así que. Lo de antes fue un poco incómodo. Lo siento, Cassie. Creo que
ahora solo necesitamos adaptarnos a los nuevos estilos de vida de la otra, seguir
adelante y hacia arriba, ¿no?
Cassie suspiró.

—Definitivamente.

—Bueno, sellado el tema de una vez por todas, ¿qué pasa con nuestra noche
de chicas? Llevas una botella de champán… Y yo conseguiré caviar, humeante
salmón. ¡Tortitas rusas! Podemos tener un picnic. Escuchar algo de música. Te
contaré todos los chismorreos de los no Elegidos. ¿Qué tal? —Sus ojos estaban
brillantes con la travesura, pero debajo había ansiedad.

—Sigue. —Cassie sintió que su humor se aligeraba—. ¡Las tortitas rusas son
mis favoritas! ¿Puedes conseguir algunas aquí?

—Siempre puedo conseguir cualquier cosa. —Isabella apretó su brazo—. ¡Esto

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será muy divertido! Solas tú y yo y mi caja de maquillaje.

El corazón de Cassie se hundió, y no solo por el pensamiento de dejar su cara


a la merced de Isabella.

—Espera, pero ¿no quieres decir esta noche, cierto?

—¡Sí, esta noche! No hay momento como el presente, Cassie Bell. —Isabella
sonrió y comenzó a pasar sobre sus contactos del móvil—. Llamaré al hotel
favorito de mi padre aquí, veremos si pueden prestarnos algunos suministros
para la hija de su cliente favorito.

—Oh, Isabella, lo siento. —Cassie difícilmente podía decirlo—. Dije que iría
a… una fiesta de los Elegidos esta noche.

—¿Otra vez? —Isabella no podía disfrazar su decepción—. ¿Dónde…?

—Otra isla. Está entre aquí y el lado de Asia. Lo lamento mucho, Isabella. Lo
pospondremos. ¿De acuerdo?

—Por supuesto. —Había algo frío en el tono de Isabella.

—Quiero decir, también te invitaría, pero…

—Solo los Elegidos.

Cassie tragó, sintiéndose sucia.


—Lo dejan bastante claro. O te habría preguntado cuando lo oí al principio,
obviamente.

—Lo comprendo. Hay algunas veces cuando los Elegidos nos dan la bienvenida
al resto, y los otros… bueno. Lo comprendo. Espero que tengas un feliz momento.

Cassie no podía soportar oír ese tono entrecortado en la voz de su amiga.

—Isabella, vamos. Estoy segura que hay otras cosas que quieras hacer conmigo
aparte de tu pelo durante una tarde. Luego podremos tomarnos el tiempo para
planear nuestra noche apropiadamente, hacerla realmente genial…

—Uh, sí. —Bastante abruptamente, y para asombro de Cassie, la cara de su


mejor amiga había brillado, como si algo se la acabara de ocurrir—. ¿Qué estoy

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diciendo? Tienes razón. Mira, no te preocupes, Cassie. ¡Lo siento! Eso fue
bastante descortés por mi parte. Irás y tendrás un momento genial.

—¿De verdad? —Cassie parpadeó con la sorpresa.

—¡De verdad! Está bien, podría… podría usar el tiempo para mí misma.
¡Honestamente, es lo que quiero! Ve y diviértete.

—Si estás segura…

—Por supuesto que lo estoy. Además, una fiesta significa que aún puedo
trabajar en ese maquillaje, ¿no? —Isabella sonrió endemoniadamente—.
¡Consigamos que te veas mejor!

Hablando de lo cual… Cassie casi no se atrevía a preguntar.

—Isabella, yo…

—¿Qué? Oh, sé que es. Conozco esa mirada. —La sonrisa de Isabella se hizo
más ligeramente forzada.

—Sabes que no preguntaría. Es solo que…

—No, Cassie, por supuesto, está bien. Vale. Por supuesto necesitas
alimentarte. No te preocupes. De verdad. —Isabella no podía encontrar sus ojos
lo suficiente, notó ella—. Insisto. Te lo dije, queremos que te veas mejor.

—Gracias, Isabella. Lo aprecio.


Isabella tomó una profunda respiración y se animó otra vez.

—Además, luego tendrás que rendirte a un cambio de imagen. Devolución,


¿sí?

—Sí. Devolución —murmuró Cassie, asintiendo pero incómoda con la


palabra. Le debía a su amiga algo del control después de lo que estaba pasando,
era cierto—. Isabella. —Cassie abrazó a su amiga—. Eres una estrella.
Incorregible, pero una estrella.

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,

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La isla tenía una atmósfera diferente a la de la Academia —se sentía de alguna
manera más libre-y-ligera, menos formal— pero tenía el mismo olor polvoriento
a belleza, y el pequeño palacio (Cassie tenía una risa nerviosa interior por el
concepto) compartía la misma espléndida arquitectura e intrincada decoración.
Cassie estaba de pie en una balaustrada de piedra, una mano descansando en la
cálida madera bañada de un arco, una copa de champán en la otra. A través del
sedoso peltre del crepuscular Bósforo pudo ver cúpulas iluminadas y minaretes
identificados contra un cielo índigo, y los gritos de los almuédanos eran
claramente audibles en el aire de la tarde. La atractiva y extraña soledad de eso
hizo que su corazón doliera en su pecho como el espíritu roto de Estelle. Algunas
veces era difícil decir cuál era cuál.

Detrás había un barullo de conversación, chillidos ocasionales o carcajadas, el


bajo latido de la música. Era una buena fiesta, pero se sentía opresivamente
caliente en esa habitación con sus techos magníficamente abovedados y sus ricas
telas oscuras. Cassie se había quitado los stilettos de Isabella, y estaba disfrutando
de la sensación de la suave y cara alfombra turca entre los dedos de sus pies.
Deseaba poder afrontar comprarse unos, pero entonces ¿dónde los pondría? ¿En
la sala de TV de Cranlake Crescent? Sonriendo, tomó otro trago del champán y
lo sintió chisporroteando directo a su cabeza.

Bueno, vuelta a la pelea…


No se molestó en ponerse los Manolos otra vez. Le gustaba la sensación de
andar descalza, y no era como si necesitara la altura extra. Los estudiantes de los
Elegidos estaban tratándola con respeto ahora, incluso los que no la tenían mucho
afecto; la gente la estaba saludando animadamente y la introducían en sus
conversaciones. Todos eran ricos, elegantes, lustrosos en una pulgada de sus
privilegiadas vidas, y aún sus ojos parecían arrastrarla como un imán cuando
pasaba, y en más de unas pocas de esas miradas había deferencia, incluso un poco
de miedo. A ella le gustaba ser una Elegida, se dio cuenta con una feliz sacudida…

La voz cortada por un vaso se deslizó en su ensueño.

—Oh, mira, si es ding-dong Bell otra vez. Bonito vestido. ¿Dónde crees que lo

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consiguió? ¿Primark? ¿O solo de segunda mano?

Cassie paró. Confiaba en que Sara lo intentaría y la alcanzaría esa tarde.


Girándose, Cassie miró directamente a la cara de la ex alumna de sexto cuando
estaba de pie en la barra cerca de Mikhail —la persona a quién la chica
supuestamente estaba dirigiendo sus comentarios. La cara de Sara se retorció con
disgusto por la reacción de Cassie, pero no pudo evitar encogerse un poco.
Recordando, sin duda, cómo Cassie la había tratado en un bar similar en Carnegie
Hall ese febrero…

Honestamente, la chica era trágica. ¿Realmente se imaginaba que a Cassie le


importaba algo de lo que pensaba? Aun así, era divertido observar el miedo
revoloteando a través de su cara, seguido por el odio.

—¿Completamente sola, Cassandra? —Ese fue Mikhail, acercándose a Sara,


aunque Cassie no podía decir si se estaba apoyando en la chica inglesa o
buscando seguridad en números—. ¿Ninguna cita? Oh, eso está bien. Ranjit se ha
vuelto todo Harry con nosotros y desapareció. Pobre. ¿Quizás nuestro príncipe
está detrás de un sabor de la alta vida, habiendo descendido en el último
trimestre? —Él arqueó una ceja hacia Sara enfáticamente.

Cassie retiró sus labios para mostrar sus dientes. La luz en la sala de repente
era un poco más roja.

—¿Quieres salir de las faldas de Sara y decir eso otra vez, Mikhail?

—Cómo te atreves, completa indígena. ¿Quién crees que…?


—¿Te gustaría averiguar exactamente quién soy? —Ella dejó que el rojo
fluyera en sus ojos. Maldición, no había querido dejar que la molestaran. Si el
pequeño cretino no hubiera sacado a Ranjit…

—¡Cassie! ¡Hey! —Un brazo se deslizó alrededor de su cintura,


sorprendiéndola lo suficiente para dejar que un poco del rojo se drenara de su
visión.

—Oh, Richard —pronunció Sara—. Confío que descendiste.

—Bueno, sabemos que él no es exigente —añadió Mikhail maliciosamente.

—Y vosotros deberíais saberlo, Mickey, mi señora. —Richard miró

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solemnemente a los ojos de Cassie, luego miró hacia los otros dos con una
inocente sonrisa—. ¿La señorita Bell no acaba de miraros para dejaros pasmados?
Debemos tener cuidado, podría ser peligroso solo mirarla mal.

Sara dio un involuntario paso atrás. Parecía furiosa consigo misma, pero no
había nada escondiendo su nerviosismo instintivo.

Richard siguió, su pequeña victoria lograda.

—Por favor baila conmigo, Cassie. Eres la chica más guapa en la sala. Como
ninguna en el bar.

Cassie sonrió. No era solo que se alegraba de una diversión. Richard se veía
excepcionalmente bien en ese esmoquin. Y sus ojos eran ligeros con la travesura,
la cual no pudo evitar hacerle incluso más atractivo.

—Gracias, Richard. Estaría encantada.

Ella no esperó a ver la furia en las caras de Sara y Mikhail, pero se giró y dejó
que Richard la guiara al espacio vacío dónde la gente estaba bailando.

—Hmm, un poco sentimental, ¿no? —dijo ella secamente cuando giró su brazo
alrededor de su cuello.

—No soy de los que eligen la música —murmuró él—. Te veías como si
necesitaras una escapatoria, una pacífica, de todas formas. Y te ves fantástica, no
estaba bromeando, así que pensé en tomar mi oportunidad dónde pudiera
conseguirla.
Cassie anguló su cabeza para mirarle, esperando el destello habitual de
maldad en sus ojos, pero no estaba. En su lugar parecía casi deseoso.

Un poco de piedra, miró al vestido escarlata de Isabella.

—Es prestado.

—¿A quién le importa?

—Y todos se verían fantásticos después de la ayuda de Isabella. —Esto era


ridículo; se sentía bastante sonrojada—. Estás haciendo esa cosa encantadora otra
vez.

—No puedo evitarlo. Está en la sangre.

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Hablando de sangre, ella podía sentir la suya. Podía sentirla latiendo a través
de sus venas, sintiendo el golpe de su corazón contra su pecho. Debería haberla
puesto nerviosa, pero encontró que le gustaba. Casi involuntariamente se
acurrucó más cerca de él. Después de tensarse un poco por la sorpresa, él se relajó
y la sujetó más cerca.

—Mierda —dijo él suavemente en su oído cuando la música cambió—. Odio


esta canción.

—Bueno. Yo también. —Ella se alejó de él.

—Demasiado rápido para mí de todas formas. Me caería sobre mis propios


pies.

Ella rio.

—Altamente improbable —gritó ella cuando el volumen y el golpe se elevó—


. Podría salir a por algo de aire, estoy asada. —Ella dudó—. ¿Te importa
acompañarme?

Fuera, agarrando nuevas bebidas para ambos, Richard se apoyó en la


balaustrada a su lado y la entregó un vaso. Nerviosamente él giró la suya en sus
manos. Otra vez ella notó cuán fuertes parecían, los nudillos prominentes, los
tendones grabados en su piel. Bonitas manos. Manos atractivas.
—Así que, um… —Él parecía lanzarse a una conversación de temas seguros—
. ¿Qué está pasando con Ranjit? —Él había fallado—. Yo, uh, no le he visto mucho
últimamente. ¿Estáis…?

—No —interrumpió ella—. No estamos. Sabes, no hablemos de él ahora


mismo.

—Quieres decir, ¿qué no sabes dónde ha estado tampoco? ¿No le has visto? —
Él paró—. Debes estar preocupada.

—No —mintió ella. La noche era de terciopelo negro ahora, las estrellas
brillando sobre el mar y la ciudad. Ella no quería pensar en Ranjit, no en ese
momento. Y Estelle se mantenía en un bajo tono sarcástico refunfuñando en la

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parte de atrás de su cabeza, un gemido sobre la inferioridad de un compañero.
Ella quería arrastrarse fuera. ¿Qué era asunto suyo? No era como si considerara
a Richard como ‘compañero’, ¿verdad?

Y aún, estaba disfrutando de su proximidad, más de lo que quería admitir. Su


brazo estaba tocando al suyo, y no quería alejarse. Actualmente quería apoyarse
más cerca. Incluso si el pensamiento se la ocurrió a ella, se sentía respirando
rápidamente. Extraño. Pero era difícil tomar una respiración, se dio cuenta, solo
porque su corazón estaba saltando y latiendo en su caja torácica.

Aturdida, giró su cabeza, y se encontró que él la estaba mirando con una


expresión que sugería que estaba sintiendo algo también. La misma sorpresa, la
misma intensidad. Incapaz de apartar sus ojos de él, Cassie tomó una profunda
respiración y…

—¡Hey, chicos! ¡Dejad de esconderos!

Ambos se giraron sobre sus talones al unísono, rompiendo el contacto de sus


cuerpos. Richard maldijo bajo su respiración, una sonrisa irónica en sus labios.

—¡Ayeesha! ¿Qué pasa? —Cassie cubrió su confusión con una sonrisa—.


¿Dónde está Cormac? ¿Perdió su cara?

Ayeesha jadeó burlona y golpeó el brazo de Cassie animadamente.

—No, está bien. Todos estamos planeando un viaje a la ciudad, comprobar


algunos club nocturnos. ¡Es búsqueda sociológica!
—Suena bien para mí. —Richard se giró hacia Cassie con una ceja casualmente
levantada.

—Mikhail dijo que vendría, desafortunadamente, pero me aseguraré de que


se comporta —dijo Ayeesha con un brillo en la dirección del mocoso ruso. Él no
lo vio, estando abrazado alrededor de Saski—. Le vi a él y a Sara intentando
tenderte una trampa antes, bien manejado, por cierto. Ya le he dado un tirón de
orejas por cómo está actuando.

—¡Apostaré a que lo has hecho! —Cassie rio, luego sacudió su cabeza—. No


tiene nada que ver con eso, pero ¿sabes? Creo que no iré esta noche.

—¿De verdad? —dijo Richard, con un borde de desilusión.

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—De verdad. —Ella tocó su mano y sonrió—. Nada personal, en serio. No eres
tú y seguramente no es Mikhail. Es Isabella. Siento algo de culpa por dejarla, ha
encontrado las cosas comprensiblemente difíciles últimamente, y no quiero estar
fuera a todas horas. Si vuelvo a casa y la doy algunos cotilleos, con suerte me
perdonará por no estar con ella mucho este trimestre. Y la debo una por este
vestido.

—Buen punto. —Él se inclinó y besó su mejilla, sus labios persistieron un


momento más largo de lo que era necesario, haciendo que su piel ardiera.

Simple y lista para arder, Cassandra… ¿Aún estás intentando negarlo?

Cassie se sonrojó, ignorando a Estelle cuando Richard continuó.

—¿Te veo mañana, quizás?

—Uh, seguro. Ve, diviértete. Os veo luego, chicos. Oh, ¿pero Ayeesha? —Ella
paró—. No le dejes meterse en problemas, ¿vale?

Ayeesha soltó una risa impropia para una dama, luego colgó su brazo a través
del de Richard y se fueron. Cassie les miró melancólicamente, luego se sacudió.
Habría sido divertido —quizás demasiado divertido. Pero para ser bastante
honesta se alegraba de romperlo. Necesitaba tener un duro y buen pensamiento
sobre unas pocas cosas.
—¡Hola, cariño, estoy en casa!

Cassie cayó felizmente en la sala que compartían. Echaba de menos a Isabella,


se dio cuenta; una noche fuera no era lo mismo sin la argentina de pelo salvaje y
cerebro salvaje. Tenían que volver a algún tipo de oscilación tranquila. La de
Isabella era la amistad que valoraba más en el mundo, por amor de Dios.

Por un breve segundo Isabella no pareció oírla. Estaba en su escritorio en la

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esquina más lejana, la despeinada cabeza inclinada.

—Es genial verte —dijo ella suavemente a su portátil.

Ah. Estaba absorta en un chat. Cuando levantó su cabeza, pareciendo sentir a


Cassie más que oírla, giró bruscamente su cabeza alrededor apagándolo y
cortándolo. Un clic del ratón cerró la ventana del chat.

—¡Hola! —Había un tinte carmesí en las mejillas de Isabella.

—¡Hey! —Reclinándose en la cama más cerca de su amiga, Cassie sonrió—.


¿Con quién estabas chateando?

—Mi madre. Dice hola. —El tono carmesí se profundizó.

—¡Oh! ¿Tu padre también?

—No. Quiero decir, sí, estoy segura que envía su amor también. —Deprisa y
corriendo Isabella cerró el portátil.

—No, fue solo, que pensé que oí… —¿Una voz masculina? Una extrañamente
familiar. Cassie se sacudió. Los Elegidos oirían como ella, pero estaba más que un
poco mareada. Podía haber estado equivocada. Quizás…

Pero no era asunto suyo. Y lo importante era volver a un terreno sólido con
Isabella, no interrogarla.
—¡Tengo algunos cotilleos para ti! —Cassie dio a su compañera de habitación
una amplia sonrisa.

—¡Bien! —Isabella aplaudió, su expresión relajada—. ¡Esa es la única razón


por la que te permití ir a la fiesta! Ahora, justo antes de que comiences, espera
cinco minutos, tengo que conseguir una botella de champán…

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—Au, au, au, au. —Cassie giró hacia su cara, arrastrando la almohada sobre
su cabeza para callar la luz de la mañana. El distante gemido y el suave arrullo
de una paloma se hizo eco dolorosamente en su cabeza—. Otra vez no —gimió
en el colchón.

Pasaron largos minutos antes de que pudiera relajarse en la luz del nuevo día.
Parpadeando grogui en la otra cama, vio a su compañera de habitación que aún
estaba durmiendo y roncando. El sueño del justo, pensó Cassie, girando sus ojos
con envidia. Oh, caray, incluso eso dolía…

Tropezando hacia la ducha de paredes de cristal, abrió el grifo fuerte y


caliente. Eso se sentía mejor. La paloma rosa-marrón estaba en la ventana del
cuarto de baño ahora, piando en su cabeza, pero sonaba más suave ahora que
doloroso. Cassie cerró sus ojos felizmente, dejando que las agujas del agua
caliente lavaran su dolor de cabeza.

Entonces, de repente, un grito agujereó a través del aburrido vello de su


cabeza. Un aullido desesperado que heló su sangre.

La paloma se alejó volando asustada. Cassie cerró el agua y se quedó de pie


durante un momento, aturdida, su corazón latiendo contra su pecho por la
sorpresa. Entonces, agarrando una toalla, corrió de vuelta al dormitorio.
Suspiró con alivio. No por Isabella. La chica argentina aún roncaba
pacíficamente, la cara oscurecida por su caos de pelo caoba. Cassie saltó de pie a
pie, rápidamente secándose, y se preguntó si había imaginado el grito.

Luego llegó otra vez, rompiendo la tranquilidad de la mañana. Llegó desde el


pasillo, pero se hizo eco a través de las persianas abiertas del patio. Poniéndose
sus vaqueros y arrastrando una camiseta sobre su cabeza, Cassie abrió la puerta
y corrió en la dirección de los gritos.

En el momento que encontró la fuente, los gritos histéricos se habían vuelto


sollozos lamentables. Agrupado alrededor de una chica que lloraba estaba un
grupo de los otros estudiantes, todos ellos en varios estados de desnudez y

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confusión. La chica estaba agachada en el suelo, pero entonces de repente saltó a
sus pies, agitada, alejándoles.

Cassie se atrevió a avanzar instintivamente, agarrando sus brazos.

—¡Shh! Tranquila, ¿qué pasa? ¿Qué es? ¡Hey!

La chica la luchó durante unos pocos segundos, pero entonces pareció


reconocer a Cassie casi en el mismo momento que Cassie la reconoció.

¡Dios, era Saski! La nueva chica de los Elegidos de tercer año. Cassie se apartó,
mirándola pero aun sujetando rápido sus brazos. La chica que había visto la
última vez riendo en el abrazo de Mikhail, se dirigió hacia el muelle lanzadera
con él y a ‘buscar’ clubs nocturnos.

—¡Tranquila! —susurró ella a la sollozante chica—. ¡Cálmate! —Girándose


hacia las hordas mironas, no vio a ninguno de los otros Elegidos. Ah, no la
sorprendió que estuvieran llenos de semejante curiosidad hambrienta. Con una
profunda respiración, Cassie se hizo más alta y a regañadientes se armó de la
autoridad de los Elegidos.

—Está bien, fin del espectáculo. Vamos, fuera de aquí. ¿No podéis ver que está
molesta? —Miró a los más reluctantes—. En serio, esto no tiene nada que ver con
vosotros. Nosotros lo arreglaremos. —Parecieron comprender lo que quería decir
con ‘nosotros’, incluso si Cassie no estaba exactamente segura de que los Elegidos
fueran capaces de hacer algo con lo que la estaba molestando tanto a Saski. Aun
así, era suficiente para enviarles a preparar las maletas; la multitud se dispersó,
murmurando, de vuelta a sus dormitorios.

Ignorando los maliciosos comentarios susurrados en su dirección, Cassie


ayudó a la chica histérica a ponerse de pie y la empujó hacia un hueco. Al menos
todo esto había terminado con su resaca.

—¿Qué pasa, por amor de Dios? ¡Hey! ¡Tranquilízate, Saski, e intentaré


ayudarte!

La chica tomó bocanadas de aire, resollando y frotando sus ojos, y los últimos
estremecimientos de su cuerpo se calmaron lo suficiente para que ella dijera algo
inteligible.

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—¡M… Mikhail!

—¿Mikhail? —Cassie estrechó sus ojos—. ¿Qué pasa con él? ¿Qué te ha hecho?

—¡Nada! ¡Él nunca hará nada otra vez! Oh Dios mío. Oh Dios mío. ¡Está
muerto!

La respiración de Cassie paró en su garganta. Los brazos se tensaron alrededor


de la chica, sintió su corazón latiendo.

—¿Qué? No seas tonta. Tuviste una pesadilla…

—¡NO! Está muerto. ¡Está muerto! —La voz de la chica no era más que un
susurro ahora cuando jadeó en sollozos con los pulmones llenos de aire. Cassie
acarició su cabeza e intentó calmarla. Al menos se las arregló para murmurar—:
Fui a encontrarle a su habitación esta mañana. Pero justo cuando llegué allí, algún
policía llegó y… S… su compañero de habitación está con Sir Alric ahora mismo.

No tenía mucho sentido de Saski, cuando las lágrimas volvieron con una
venganza. Cassie era consciente de que los profesores se reunieron, de la figura
silenciosa del botones Marat en el patio trasero, y la chica eventualmente fue
alejada de ella y llevada con Madame Lefevre, quién abrazaría y consolaría
mucho más eficientemente que Cassie.

Cassie se giró hacia Cheinikov, pasmada.

—¿Es cierto? ¿Mikhail está muerto?


La mirada azul pedregosa del profesor de ciencias fue igual.

—Tendrás que hablar con Sir Alric sobre eso. Nosotros no tenemos la libertad
para discutir el tema. Ahora, Señorita Bell, sugiero que vuelva a su habitación.

Cassie tomó una respiración para discutir, pero se detuvo; no había nada más
para eso. ¿Cuál sería la utilidad intentando empujar el rango de los Elegidos
contra este punto? Asintiendo, hizo lo que la dijeron, su mente girando. En el
momento que cerró la pesada puerta de su dormitorio, se apoyó contra ella y
respiró un tembloroso suspiro, Isabella estaba despierta, y demandando saber
qué había sido toda esa conmoción.

—¿Él qué? —La voz de su compañera de habitación tembló.

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—Muerto —dijo Cassie, tragando fuerte—. Eso dijo Saski.

—Eso es ridículo. No. Es una locura.

Cassie sacudió su cabeza, luego se frotó el puente de su nariz.

—Aparentemente no. Algunos de los profesores parecen saberlo. Esto es…


esto es increíble.

—Más allá de increíble. Cassie, ¿Saski no explicó nada más?

—No pudo, estaba histérica. —Cassie podía sentirse dirigiéndose en ese


camino. Si Mikhail estaba muerto, y Yusuf estaba perdido, entonces Ranjit…
Entonces Ranjit—… No —murmuró ella, medio para sí misma—. No, él está bien.
Siempre lo está.

Ninguna de ellas se molestó con el maquillaje. Ella e Isabella bajaron al salón


para desayunar en diez minutos, junto con lo que parecía el resto de la escuela,
ruidosos con la excitación y el horror.

—Es la maldición. Eso es lo que es.

—Tendré que llamar a mis padres. Se pondrán como locos y se enteran de esto.

—Las clases están canceladas. Es lo normal. Finalmente algo de tiempo para


hacer unas pocas compras…

—¡Torcal!
—¿Sangriento infierno, has oído…?

—Nunca me gustó, pero qué horrible. Pobre Saski.

—… Maldición, te lo dije. La Academia Darke está maldita.

Cassie intentó ahogar las especulaciones cuando ella e Isabella caminaron y se


sentaron con Alice.

—¿Has oído lo que ocurrió? —dijo Isabella, agarrando la mano de Alice


consoladoramente. Alice parecía más temblorosa que algunos de los otros, pero
entonces había experimentado la muerte de su propia compañera de habitación
Elegida en misteriosas y repugnantes circunstancias no hacía mucho.

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Afortunadamente no sabía que Keiko había muerto a manos de Cassie, en auto
defensa mientras la trastornada chica japonesa estaba intentando apuñalarla
hasta matarla… Cassie se estremeció, intentando no pensar en ello, por si acaso
la culpa se mostraba en su cara.

—Sí. Bueno, solo lo básico. Realmente no nos han dicho nada.

Sintiendo una mano en su hombro, Cassie se giró a su izquierda: India. La


chica de los Elegidos parecía hundida, y casi asustada. Ella se levantó y dejó que
India la llevara a un lado, intentando ignorar la mirada mordaz de Isabella.
Necesitaba conseguir toda la información que pudiera; todo podía ayudar.
Ayudar para encontrarle.

—Le encontraron a las cinco en punto de esta mañana —murmuró India,


cuando se sentaron en un banco en el patio—. Bajo el Cuerno Dorado, en el
puerto. Dios sabe cómo llegó allí. Nos separamos de él en Beyoglu, pero no
estábamos preocupados. Estábamos más preocupados por llevar a Saski a casa,
porque estaba demasiado enfadada para quedarse. Nunca se nos ocurrió que
Mikhail…

—No —dijo Cassie—. Eso no. Él fue uno de… uno de nosotros. Dios, ¿qué
demonios ocurrió?

—Nadie lo sabe. Están manteniendo los detalles muy en secreto.

Apostaba a que lo hacían, pensó Cassie seriamente. Había sido lo mismo con
Keiko, después de todo. Tuvo una repentina imagen mental vivida de Marat, bajo
las sombras debajo suyo, tirando una sábana blanca sobre los restos disecados de
Keiko. Y antes de eso, ¿no habían cubierto el horrible asesinato de Jess? ¿Por qué,
Sir Alric estaría engrasando las palmas en la fuerza policial de Estambul en este
momento…?

Alguien apareció detrás de ella e India, inclinándose entre ellas, aplaudiendo


sus manos nerviosamente. Antonio, un chico Elegido de quinto año. No es que le
conociera bien, pero era relativamente amistoso.

—Reunión de emergencia después del desayuno, Cassie, India. ¿Podéis estar


allí? Es importante.

—Seguramente que lo es. —Cassie le dio una mirada irónica, luego miró a

112
India—. Por supuesto que estaré allí.

—Y yo también —añadió India.

—Bien. La sala común, a las diez en punto. Os veo allí. —Él se puso de pie y
se dirigió en la dirección de dos miembros más de los Elegidos.

Él parecía nervioso y rápido. Debía llegar a todos ellos, porque en el momento


que Cassie llegó a la sala común todos estaban allí. Nadie parecía estar perdido
—excepto Mikhail, por supuesto.

Y Yusuf, pensó con un estremecimiento de incomodidad.

Y Ranjit…

Sintió una amistosa presencia en su hombro, y no tuvo que girarse para saber
que era Richard. Suspiró. A pesar de las circunstancias, no pudo evitar sentir una
pequeña sensación de alivio por tenerle allí.

—Hola —murmuró ella.

—Cassie. —Su voz era sombría.

—¿Qué ocurrió después de que me fuera, Richard? —Ella le dio una mirada
de reojo—. ¿Viste algo?
—No. —Él tocó su brazo, y un temblor lo recorrió—. Me fui temprano. No
había ninguna diversión sin ti allí. —Se mordió sus labios, sus cejas se arquearon
incluso muy ligeramente.

Cassie sonrió.

El alboroto en la sala murió cuando uno de los Elegidos más viejos, Vassily,
repiqueteó un tenedor de plata contra su vaso.

—¿Están todos aquí?

Ayeesha miró alrededor de la sala, contando.

—Sí.

113
—Cierto. Seguramente podemos decir que tenemos a dos Elegidos perdidos, y
ahora uno muerto. No se ve bien para nosotros.

Hubo un murmullo general de acuerdo preocupado.

—Creo que estamos de acuerdo en una cosa: somos vulnerables. Y esto no es


algo a lo que estemos acostumbrados. —Vassilly tomó una profunda
respiración—. Esto tiene que parar.

—¿Pero cómo? —interrumpió alguien desde la parte de atrás del grupo.

Solo esa pregunta era pedir más problemas. Todos, por supuesto, tenían sus
propias teorías, sus propias respuestas, y el miedo les había hecho volubles. La
sala explotó.

Cassie siguió tranquila, escuchando duro las sugerencias y las discusiones,


dejando que las preguntas gritadas golpearan en sus oídos. Mantuvo su boca
cerrada parcialmente porque no parecía estar llegando a ninguna parte, pero
mayoritariamente porque un nombre seguía saliendo con alarmante frecuencia.

—¿Qué pasa con Cassie? —Sonó una voz una vez más.

Ayeesha habló.

—Estoy de acuerdo. Cassie, no hay ninguna negación de que manejas a Darke


mejor que la mayoría de nosotros, él tiene una especial, ah… preocupación
cuando viene de ti. Podría ser lo que necesitamos, ¿huh?
Las miradas golpearon a Cassie, con nerviosismo y respeto.

—Mmm, y ella tiene un interés personal en… bueno. Ya sabéis quién —


murmuró alguien, hacia algunos que reían disimuladamente.

—Sí. Creo que debería representarnos —dijo alguien más.

—Oh, esperad un minuto. —Esa fue la burla de Sara—. ¿Me estáis diciendo
que una becaria psicópata nos va a representar? No en mi nombre, os lo aseguro.

—Oh cállate, Sara —dijo bruscamente India.

—Cassie es la obvia delegada —dijo Cormac—. Le gusta a Sir Alric.

114
—Sir Alric está perdiendo sus mármoles.

—Es un condenado descerebrado —gritó otro estudiante al otro lado de la


sala—. Con Ranjit desaparecido, ella es la más poderosa de nosotros, sin
competencia. Es la mejor candidata para el trabajo.

Vassily golpeó el vaso otra vez.

—¿La delegada propuesta tiene algo que decir sobre esto?

Todos los ojos se giraron en su camino. Cassie tomó una profunda respiración.

—¿Queréis que hable con Sir Alric? Bien, hablaré con él. Pero deberéis decirme
lo que queréis que diga.

—¿Así que estás de acuerdo? —Vassily levantó una ceja, y luego miró
alrededor de la sala—. ¿Alguna objeción? —Cuando Sara abrió su boca otra vez
él añadió—: ¿Alguna objeción racional?

Ella la cerró otra vez, pareciendo venenosa. Así hicieron los otros a su
alrededor, pero la mayoría de los Elegidos asintieron con aprobación.

¡Sí, querida! ¡Los tenemos a todos en la palma de nuestras manos ahora! ¡Eres su
elegida!

—Gracias, Cassie —estaba diciendo Vassily, cuando Cassie apretó su


mandíbula—. No es nada complicado. Como estábamos diciendo; Mikhail está
muerto. Ranjit y Yusuf están desaparecidos. Ellos no tienen nada en común
excepto su género… y el hecho de que todos son Elegidos. Así que a menos que
haya algún asesino loco feminista ahí fuera, creo que es bastante obvio cuál
podría ser la conexión.

—¿Y quieres que pregunté qué, exactamente? —insistió Cassie.

Él paró, mirando a algunos de los otros.

—Lo que Sir Alric sabe.

—Lo que él no sabe —añadió Antonio.

—Tan pronto lo sepa. —Esa fue India—. Y porque no sabemos nada aún. Por
qué nos han estado manteniendo en… —Ella paró y sonrió desoladamente—…

115
la oscuridad.

Vassily se giró hacia Cassie otra vez.

—Consigue el punto esencial.

Ella asintió. Desde que las noticias de la muerte de Mikhail, sus vagas
preocupaciones sobre Ranjit se habían fusionado en algo diez veces más
aterrador. Lo que fuera que estuviera sobre ellos o no, necesitaba hacer algo
concreto, y necesitaba hacerlo ahora.

—Espero que no vaya a ser emocional sobre esto —dijo bruscamente Sara.

—Ella es una delegada oficial de los Elegidos —dijo Vassily, quién Cassie
comenzó a darse cuenta no podía soportar a Sara—. Creo que podemos depender
de que no será emocional. —Él le dio a Cassie una mirada cortante, y ella asintió
una vez.

—Entonces elige a tu acólito —dijo él, cayendo otra vez en su silla—. Haremos
esto de la manera correcta. Oficialmente. Y entonces Sir Alric Darke nos dirá lo
que sabe.
,

116
—Cassandra Bell. —Sir Alric Darke estaba de pie muy formalmente cuando
su secretaria abrió la puerta a la delegación. Una sonrisa de satisfacción retorció
su boca. Ella entró en la sala, dando una última mirada a sus ‘acólitos’. Ayeesha
estaba solemne, pero Richard la dio un asentimiento tranquilizador cuando Sir
Alric les despidió y la puerta se cerró.

—Así que, Cassie. Delegada oficial de los Elegidos, nada menos. En dos
trimestres.

—Realmente no me importa eso. Ahora mismo no.

Ella barrió la sala con su mirada. Había algo extraño en ella desde la última
vez. Sir Alric en sí mismo, para empezar. Parecía casi desaliñado —bueno, para
sus estándares al menos. Su pelo estaba revuelto por pasar sus largos dedos a
través de él, y su corbata estaba ligeramente aflojada. Ni siquiera podía estar
segura de que se hubiera afeitado hoy. En cuanto a la sala, estaba desordenada
con papeles, carpetas, libros. Cassie frunció el ceño. Y había algo diferente, algo
ausente. No podía poner su dedo en ello, pero algo…

Él debió haber notado su curiosidad, porque pareció bastante sospechoso y


disgustado de repente.

—Hay un pequeño desorden aquí; parece que he perdido un expediente.


¿Deberíamos salir al invernadero?
Como siempre, realmente no era una pregunta, así que le siguió. Él ni siquiera
dio a sus jóvenes orquídeas una mirada cuando las pasó; ahora eso era inusual.
Más y más curioso…

—Así que. —Sir Alric estaba de pie recortado contra una de las paredes de
cristal alineadas con trepadoras vides, y dobló sus brazos—. Por favor siéntete
libre de presentar tu petición.

Cassie se aclaró su garganta, pensando que debería jugar con sus


formalidades.

—Yo… nosotros, los Elegidos, queremos estar al tanto de cualquier información


que pudieras tener sobre la muerte de Mikhail. Sobre la desaparición de Yusuf,

117
y… y la de Ranjit. —Ella tomó una profunda respiración, furiosa por haber
tropezado en el nombre—. Porque los Elegidos creemos que los perros dormidos
no deberían salir para mentir ya. Esto nos está afectando directamente, y tenemos
derecho a saberlo. —Cuando terminó, estaba un poco sorprendida por cuán
severa se las había arreglado para sonar.

Sir Alric no respondió inmediatamente. Asintió lentamente, deliberantemente,


y luego suavizó un mechón de pelo de vuelta a su lugar, antes de doblar sus
brazos otra vez y finalmente encontró sus ojos.

—Te lo concedo, Cassie, la situación es inusual ya que parece haber una


conexión entre esas desapariciones. Pero como me has dicho tú misma, Ranjit
Singh mantiene su propio esquema. —Él paró—. Y como ya te había preguntado,
quiero que me dejes saber si se pone en contacto.

—¿Qué te hace pensar que se pondrá en contacto conmigo?

—Vamos, Cassie. No juegues.

Ella se enfureció. Aquí estaba él, bastante literalmente en una casa de cristal, y
¿la lanzaba piedras?

—Pareces estar muy seguro de que todo está bien con él.

—Nada es seguro —respondió él, sus ojos tormentosos, severos—. Pero ambos
sabemos que de los dos, tú eres la persona más probable con la que se pondrá en
contacto. Es importante que al permanecer todo de esta manera está alejando mi
atención directamente. —Él levantó una ceja indicativa.

Cassie apretó su mandíbula antes de tomar una respiración y hablar otra vez,
su voz baja cuando luchó por controlar el calor que crecía detrás de sus ojos.

—Si está intentando sugerir que le estoy escondiendo algo, está gravemente
equivocado. No hay ningún encuentro secreto, ni reuniones clandestinas así que
puede dejar de sugerir que…

—¿Ni siquiera con cierto Señor Johnson?

Cassie se congeló.

118
—¿Qué?

—¿Has estado en contacto con Jake Johnson?

La pregunta salió del campo izquierdo, pillándola completamente con la


guardia baja. Se tomó un momento antes de que pudiera tomar su respiración
para contestar. Incluso entonces no se cubrió con gloria.

—¿Eh? —dijo ella, sacudiendo su cabeza con frustración, luego saltando


cuando la voz de Estelle se hizo eco en su cabeza.

¡El chico americano! ¡Nunca deberíamos haberle perdido de vista!

Las cejas de Sir Alric estaban fruncidas, y la estaba observando


completamente. Cassie se recompuso antes de hablar otra vez.

—No he visto a Jake desde el último trimestre. ¿Por qué lo haría? Me odia. No
me enviaría ni siquiera una postal.

—¿De verdad?

—De verdad. No tengo absolutamente ninguna razón para mentir. No he oído


hablar de él. Y él definitivamente tiene una buena razón para odiarme, como
estoy segura que es consciente. Dudo que le vea otra vez. —En un murmullo
añadió—: Me pasaré la vida compensando por eso a Isabella.

Su mirada permaneció constante, pero él añadió lentamente.


—No eres consciente de que Jake Johnson voló a Estambul hace varios días.

No creía que hubiera estado tan comprensiblemente patidifusa. No pensó en


nada que decir, excepto, otra vez:

—¿Qué?

—Está en Estambul, Cassie.

—¿Dónde?

Él dio un elegante encogimiento de hombros.

—No lo sé, exactamente. No hemos sido capaces de rastrearle. Ha

119
desaparecido de la vista, y ahora está escondido. He estado esperado a que
aparezca, y hasta ahora no he visto ninguna razón para… hacer a alguien más
consciente. —Él paró, y levantó una ceja—. ¿Por qué crees que ha venido aquí,
Cassie?

—Yo… no lo sé. Él… él aún quiere llegar al fondo sobre la muerte de Jessica,
por supuesto. —Intentó ser genial, pero encontró que estaba temblando—. Es
bastante natural.

—Sí. —Sir Alric asintió—. Estoy de acuerdo. Muy natural.

Ella tragó fuerte.

—¿No me cree?

—Sí, Cassie, lo hago. Creo que está claro que no has oído nada sobre él. Y no
creo que necesites preocuparte sobre Jake en particular. Él no es capaz de lastimar
a un miembro de los Elegidos, en cualquier caso.

La línea de sudor picando en la línea de su cuero cabelludo debió haber sido


obvia para él. Estaba segura que sabía que ella no podía hablar porque no
confiaba en su voz.

El Cuchillo. El Cuchillo sobrenatural y extrañamente poderoso.

Jake lo tenía. Eso podía dañar a un Elegido, sin problemas. Ella lo había visto.
Recordaba todo lo que quedó de Keiko: una mancha de polvo de la forma
deshidratada de Keiko en un suelo de mármol en París.
Se aclaró su garganta.

—Aún no me ha hablado sobre Mikhail. Y… los otros dos. Qué sabe.

Otra vez él levantó sus hombros gentilmente.

—Eso es porque sé muy poco, Cassie. Posiblemente incluso menos que tú.

Ella le miró de cerca.

—Eso dice —dijo ella, apenas ocultando sus sospechas. Sir Alric la ignoró.

—Ahora, un consejo sobre tu nuevo… estatus.

Ella levantó su barbilla.

120
—Adelante.

—Me alegro que hagas algo entre los Elegidos en tan corto tiempo. Sin
embargo, no estés satisfecha de ti misma. Como eres muy consciente, eres
especial, incluso para un miembro de los Elegidos. —Gentilmente él tocó el pétalo
negro de una de las diseminadas orquídeas significativamente—. Como te dije
antes. Eres única, pero eso significa que otros estarán observando. Y la gente
podría saltar a conclusiones sobre… situaciones únicas. ¿Comprendes?

—¿Está intentando decirme que alguien podría acusarme de tener algo que
ver con esto?

Sir Alric la fijó con una mirada severa.

—Estoy diciendo que creo que deberías tomarte el indulto del último trimestre
con el Consejo en serio.

Había un poco más que Cassie podía decir a eso. Ella asintió, y volvió a través
de su oficina con toda la dignidad que podía exhibir. La secretaria de Darke abrió
la puerta, y la cerró con un suave clic detrás suyo. Y hasta que estuvo de vuelta
en los pasillos de la Academia, sintió sus ojos de granito clavados en su columna.
,

121
—Nada. Él no me dijo nada. —Ella todavía estaba efervescente con la furia y
la confusión, y el resto de los Elegidos no parecían demasiado optimistas tampoco.

—Sabía que ella sería inútil —murmuró Sara a la chica a su lado.

Los otros ignoraron eso, y así lo hizo Cassie. Nunca había visto a la élite de los
Elegidos tan inquietos, tan inseguros de sí mismos, tan… asustados.

—¿Hay alguien afuera buscándonos? —Cormac expresó finalmente lo que


todos ellos estaban pensando.

—Parece de esa forma, ¿no? —dijo Vassily—. Y parece que no podemos


esperar ninguna ayuda de Darke.

Cassie apretó la boca cerrándola, resolviendo no decir nada más. Había puesto
su granito de arena: dejar que el resto de ellos trabajara para salir de aquí. Tenía
otras cosas en que pensar.

Como que Jake Johnson está en Estambul…

¿Lo sabía Isabella? Y si lo hacía, ¿por qué se lo ocultaría a Cassie?

¿Por qué lo ocultaría? A menos que Isabella supiera algo. A menos que Jake
tuviera algo que ver con…

… Oh, Dios…

Cassie se sintió enferma. Si hubiera sido una opción habría salido disparada
de la habitación y directamente a los baños, pero eso atraería demasiada atención
y demasiadas preguntas. Tenía que haber una explicación. Pero ¿cómo podía
esperar que Isabella le explicara nada, menos algo tan sensible como esto? Habían
estado volviéndose más y más como extrañas desde que habían bajado del
Mistral Dancer.

Pero aun así, eran amigas, ¿no? Serían amigas para siempre. O al menos eso
era lo que solía pensar. Todo en lo que Cassie podía pensar ahora era cuanto
necesitaba arreglar su relación. Apenas había sido la mejor amiga para Isabella:
desdeñándola por la compañía de los Elegidos, tratándola como un ciudadano de
segunda clase. Y sin embargo, lo había hecho, y eso era culpa de Isabella también,
porque de alguna forma parecía resentida por el nuevo estatus de Cassie, y por

122
ser tan poco amable con los otros Elegidos…

Su cabeza giró. Todo lo que sabía era el maldito caos que era esto. Además, ni
siquiera sabía a ciencia cierta lo que Isabella sabía acerca de Jake. Y si no lo sabía,
bien, Cassie no iba a ser la que se lo dijera.

Era solo que no podía dejar de recordar el momento en que había regresado a
su habitación. Una voz masculina en la sala de chat. Isabella tan absorta que ni
siquiera oyó a Cassie entrar. La expresión en su cara cuando finalmente la vio. Y
el reciente, y mágico, cambio de estado de ánimo de Isabella…

Una voz dijo su nombre. Sobresaltándose, volviendo al presente, vio que los
Elegidos estaban todos de pie, hablando en voz baja, saliendo en pequeños grupos
solemnes.

—Cassie —dijo Richard de nuevo.

—Lo siento. —Se sacudió—. Estaba a kilómetros de distancia.

—Me di cuenta. No estoy sorprendido. Me gustaría que pudiéramos ir a tomar


algo. Eso es lo malo de estar atrapados en esta maldita isla, ¿no?

Ella se frotó la frente, riendo con voz temblorosa.

—No había pensado en eso, pero tienes completa razón. Supongo que es
deliberado.

—Sí. Estaba pensando eso. El idiota. —Él sonrió, luego se puso serio—. Te dio
un mal momento, Darke, ¿verdad?

—No es eso. Fue perfectamente educado y agradable, como de costumbre.


Pero simplemente sin ningún maldito uso en absoluto. Y solo estoy, um…
confundida. —Suspiró—. Y preocupada.

Las cejas de Richard se unieron con preocupación.

—Bueno, mira, hay media botella de vino tinto que quedó de la fiesta. ¿Por
qué no la agarramos y la llevamos a la playa?

—No creo…

—Escucha, Cassie. —Él bajó la voz cuando salían de la sala común y cerró la

123
puerta. Estaban fuera al fin—. Si se trata de lo de anoche, lo siento, quiero decir,
no quiero que tú pienses… prometí que no te daría ningún tipo de molestia. Y no
quise hacerlo. Tú solo… te ves como si pudieras necesitar a alguien con quien
hablar.

Ella sacudió la cabeza con violencia.

—No. No es eso. Honestamente.

—¿Estás segura? —Él sonaba tan inseguro que ella le puso una mano en el
brazo y sonrió.

—Positivamente. Y realmente me gustaría dar un paseo por la playa, pero creo


que debo aclarar mi cabeza en lugar de hacerla más difusa. —Se sorprendió
cuando las comisuras de su boca se levantaron ante la mirada un poco
decepcionada de Richard—. ¿Crees que podrías poner tus guantes en alguna
Coca-Cola fría?

—¿Tu deseo? —Sonrió él, abriendo de nuevo la puerta de la sala común detrás,
luego haciendo una profunda reverencia antes de desaparecer en el interior—.
Mi obligación.
No caminaron, como se vio después. Cassie estaba tan cansada, que lo único
que podía hacer era sentarse sobre una roca y beber con avidez el litro helado de
Coca-Cola que Richard había sacado de la sala común. Olas diminutas se
volcaban perezosamente contra la pequeña playa de media luna, bordeada con
fosforescencia a la luz de las estrellas. Podía oler las flores en el jardín, el humo a
la deriva y los vapores del tráfico de la ciudad, y esa suave y siempre presente
brisa del Bósforo. Algo pequeño se arrastró en la maleza a la orilla de la playa:
un gato, tal vez. Agujas iluminadas y cúpulas brillaban en una línea pálida donde
la ciudad yacía al otro lado del agua brillante.

Ella necesitaba esto. Algo de paz, solo por un momento, algo poco exigente.
Inclinó la botella a los labios una vez más.

124
Richard estaba tumbado sobre la roca a su lado, con las manos cruzadas sobre
su estómago, mirando hacia el cielo. Parecía estar haciendo lo imposible para
evitar tocarla. Así que era divertido que ella se sintiera más a gusto en su
compañía, de lo que se había sentido con cualquier otra persona por lo que
pareció un tiempo muy largo.

Siempre se había llevado bien con él de alguna manera, pensó, aun cuando a
no le había gustado mucho. No era solo el encanto, era algo más… ¿su
vulnerabilidad, tal vez? O simplemente su puro atractivo animal; que bien podría
tener algo que ver con eso. Cerrando sus ojos, sonrió para sí misma en la
oscuridad. Durante el último año se había enamorado de él, la había
decepcionado, enamorada de él de nuevo, entonces había sido traicionada de la
manera más atroz cuando la había engañado para ser iniciada en la ceremonia de
los Elegidos. Y, sin embargo, él había logrado de alguna manera redimirse una
vez más. Era increíblemente fácil estar con él, y eso era algo que podía apreciar
más y más cuando su vida se volvía cada vez más complicada. Estar con Richard
no era como la pasión constante y el miedo y la lujuria que pasaba con… con la
compañía de algunas personas. O la falta de estas. Era de alguna manera seguro.
Cómodo. Pero no sin sus estremecimientos. Muy, muy agradable, de hecho.

Cassie estaba casi soñolienta ahora. Casi se las había arreglado para vaciar su
mente de todas las preocupaciones crecientes, solo por un momento. Las olas
poco espumosas siseaban y retrocedían en la arena, hipnóticas en su ritmo. No
había nada que pudiera hacer al respecto justo ahora, sobre Jake, lo que podría
estar haciendo en Estambul, lo que Isabella podría estar escondiéndola, donde
podría estar Ranjit… o lo que podría haberle sucedido.

—¿Cassie?

—¿Mm-hum? —Se preguntó perezosamente si Richard estaba a punto de


besarla. Decidió, en conjunto, que no le importaba demasiado si lo hacía.

Pero él no se movió. Se sentó, juntó las manos con fuerza, como si estuviera
rezando, y dijo:

—Hay algo que he estado queriendo decirte.

Cassie dejó la botella de Coca-Cola en un parche de arena, moviéndola hasta

125
que esta quedó de pie recta. Volviendo su cabeza, observó su rostro. Este todavía
estaba concentrado en el cielo nocturno.

—Eso suena ominoso.

Él hizo un divertido encogimiento de hombros.

—Es sin duda importante.

Ella se mordió el labio superior, su corazón latiendo más rápido de repente.

—Richard. ¿Se trata de Mikhail o… o Ranjit? ¿Las desapariciones?

—Diablos, no. Aunque algunos de los imbéciles supersticiosos por ahí podrían
pensar que todo era parte de la misma maldición.

—No hay una maldición —se burló ella—. Solo hay algunas personas
seriamente retorcidas alrededor de este lugar, eso es todo.

—No podría estar más de acuerdo. Aun así…

—Adelante. Querías decirme algo. —Ella se concentró muy intensamente en


su rostro. Quería ver cada expresión que la cruzaba, explorar en busca de signos
de engaño o de traición, pero se encontró con que también solo le gustaba
mirarlo. Bueno, él era un Elegido. Por supuesto, tenía una hermosa cara. Eso sí,
Sara era una Elegida, y no le gustaba mirarla durante períodos prolongados.

—Se trata de la Academia. —Él interrumpió sus pensamientos—. Antes de que


tú vinieras. Acerca de lo que pasó. ¿Ya sabes? Todo ese, ah, problema con Jess.
Fue un momento muy raro para la escuela, en ese entonces. Un poco como ahora,
de hecho.

—Sigue. —Ella contuvo la respiración, aun mirándolo. Su pulso se mantuvo


fuerte y rápido en su garganta.

—Hay algo que quiero… No. —Richard volvió la cabeza para mirarla—. Hay
algo que necesito decirte.

Su mirada, ahora que se encontró con la suya, era increíblemente intensa. Por
un instante fugaz Cassie estuvo asustada de seguir mirándolo, asustada de saber
lo que quería decirle. Iba a ser demasiada verdad: podía verlo en su mirada
agonizante. Así que alejó sus ojos, más allá de la roca, a la orilla del mar negro y

126
el tronco que rodaba en las olas, tirado fuera y de nuevo dentro.

—Se trata de lo que sucedió en Camboya.

—Richard…

—Por favor. Déjame que te diga lo que pasó. Tengo que decírtelo.

—¿Richard? —Cassie se puso de pie, dio un paso adelante y se detuvo. Estaba


paralizada, pero no por lo que él estaba diciendo. Sintió cada músculo de su
cuerpo tenso mientras observaba ese tronco, rodando por la suave marea. Caía
en la baja espuma, y una vez más era arrastrado de vuelta por la marea. Rodaba,
y caía de nuevo.

Los troncos no caían.

No era un tronco.

Cassie dio un grito ahogado, y saltó de la roca. Oyó a Richard correr también,
pero no estaba gritando detrás de ella. Debió haber visto lo que ella había visto.
Cuando llegó a la orilla del agua él estaba justo a su lado.

—Oh Dios —susurró él.

Juntos lo miraron, arrastrado una vez más a aguas más profundas por la marea
cambiante. Un brazo flácido, y una cabeza sin rasgos, y piernas desaparecidas.

Un cadáver.
,

127
Cassie cayó en el agua, Richard cerca por detrás, ambos buscando inútilmente
en la oscuridad. Era como si las olas se burlaran de ellos, suaves como eran. Con
un gemido Cassie agarró lo que podría haber sido los remanentes de una manga
—o quizás piel— solo para perder su agarre y ver el cadáver hundirse de vuelta
por la corriente.

Dio un furioso sollozo de frustración mientras Richard la rodeaba con el brazo


y la traía de vuelta.

—Llamaremos a alguien —gritó, con su teléfono ya en su mano libre—.


Conseguiremos ayuda.

—¡Ayuda! —gritó ella—. ¡Es demasiado tarde para la ayuda!

Con eso se liberó de su agarre, apretó sus puños. No podía ser él, no podía
serlo. No cuando acababa de recordar cuán vivo había estado, sus cuerpos
crepitando con pasión. No podía ser Ranjit.

Recordando Carnegie Hall, convocando todo su poder, lo concentró en un


punto entre ella y el cadáver.

Richard, mirando, dio pasos hacia atrás, con su teléfono en su oreja. Ella lo
ignoró, sintiendo el poder del espíritu extendiéndose más allá de ella como lo
había hecho antes. Fácil. Estiró la mano con él, cuerdas invisibles de
pensamientos y fuerza enredándose al evasivo cuerpo. Y el poder se intensificó.
Las pequeñas olas no emparejaban, aunque su fosforescencia estaba escarlata
ahora en su campo de visión. El poder estaba completamente fuera de ella ahora,
el aire del océano crujiendo con él. Tomó una respiración, atrajo el cadáver hacia
ella usando la fuerza invisible. El cuerpo vino fácilmente a la orilla, y ella lo sacó
del agua para colapsar como un vacío saco en los guijarros y arena.

—Maldito infierno —susurró Richard, cerrando con fuerza su teléfono.

Ella cerró sus ojos, tambaleándose, no débil pero muy mareada. En un


segundo él estuvo a su lado, agarrando su brazo para que permaneciera estable,
luego ayudándola a llevar la grotesca cosa claramente fuera del agua. Granos de
arena aferrándose a él, y su peso muerto dejando un profundo canal en la playa

128
hasta que ya no pudieron moverlo más. Lo dejaron allí, boca abajo. O eso asumía,
pensó Cassie, sintiendo los inicios de la histeria. Gimió de nuevo, llevada por el
esfuerzo, aterrorizada de ver cualquier cara que la cosa hubiera dejado.

Los brazos de Richard estaban tensos alrededor suyo, quitándola de la vista.


Pero su susurro de shock estuvo también en su oreja.

—¿Cómo demonios hiciste eso?

Él no era el único que se lo preguntaba. Lentamente ella fue consciente de las


voces de atrás, la gente susurrando fuera de la escuela —todos Elegidos, desde
que estaban tan cerca al cuarto común.

—Jesús.

—¿Qué es eso?

—Quieres decir, quién es…

—¿Viste lo que ella…

—¿Cómo demonios…

—Es como el maldito Carnegie Hall de nuevo. ¿Qué ha hecho?

—¿Qué ha hecho?

—Dios mío…

Si no se callaban iba a matar a alguno de ellos. Las lágrimas estaban en sus


ojos, Cassie puso sus manos sobre sus orejas, tratando de callarlo todo, incluso
intentando a la fuerza alejar a Richard.

Luego pensó: ¡Por qué siquiera estoy de pie aquí!

Antes de que Richard pudiera agarrarla, se giró hacia el cuerpo ahogado,


cayendo de rodillas a su lado. Con una grande y aguda respiración, después de
una sacudida de repulsión, estiró la mano y golpeó la cosa en su espalda.

No. No, estaba siendo estúpida. Por supuesto que no estaba reviviéndolo. No
había cara que recibiera el beso de la vida; nada quedaba sino una vaga sombra
semi-humana de una persona. Las lágrimas rodaban por su cara y en lo que había
sido carne viva. Dolor, lo sabía. Dolor, pero también alivio. Porque tan

129
irreconocible como esa cosa era, no era Ranjit.

A menos que Ranjit Singh estuviera usando el pendiente de Yusuf Ahmed.

Cassie estaba estiró la mano para tocar el distintivo diente de tiburón con un
dedo tembloroso cuando escuchó el grito de orden.

—No lo toques. No toques nada.

Se giró, su visión aún borrosa por el poder y las lágrimas, y vio una figura
familiar acercándose a la multitud de estudiantes —una multitud que se separó
sin una palabra.

—Aléjate, Cassie —dijo Sir Alric Darke.

Tras de él, pudo distinguir la familiar figura de Marat, silencioso como


siempre. Y justo como lo había visto una vez antes, tenía una manta sobre su
brazo. Un sudario, listo. Como si hubiera estado esperando este momento.

Sir Alric bajó la mirada a los restos de Yusuf con una expresión ilegible. ¿Qué
podía leer ella allí? Se preguntó Cassie. ¿Culpa? ¿Dolor? ¿Enojo?

Nada. Absolutamente nada. Excepto quizás perplejidad.

—No hay nada más qué ver —dijo Sir Alric abruptamente, girándose hacia los
espectadores—. He llamado a las autoridades. Regresen a sus cuartos. Y por el
amor de Dios, traten por una vez de refrenar los chismes inútiles. Estarán más
informados tan pronto yo lo esté.
La multitud se disipó, pero no había aire sacudiendo de temor y suspenso
sobre la playa. Cassie permaneció donde estaba, mirando a Yusuf hasta que
Marat caminó más allá de ella y puso la manta sobre el cuerpo.

El gesto descuidado le recordó tanto a lo que había pasado con Keiko y era
doloroso. Un terrible remordimiento la atravesó y levantó la mirada a Sir Alric,
quien permanecía con el rostro sin expresión.

—¿Qué le pasó? —susurró Cassie.

—No sé más de lo que tú sabes.

—¿No? —Ella le miró.

130
—No, Señorita Bell, no lo sé. Ahora Richard, Cassie, les sugiero que descansen
un poco; están conmocionados. Los veré a ambos en mi oficina mañana. Lo
primero, si puede ser. Y, ¿señorita Bell?

Ella encaró su mirada de hierro.

—Ten cuidado en dónde muestras esos poderes —gruñó, y se alejó de ellos,


de vuelta a Marat y ese patético, maldito cadáver.

Richard tomó su mano mientras escalaban las rocas y subían a la Academia. A


ella no le importaba. No se sentía como un intento, solo era confortante.

—Lo siento mucho, Cassie —dijo en una voz baja—. Tienes la más maldita
suerte. No deberías haber visto eso.

—Alguien lo tenía que hacer.

—Me alegro. —Él dudó y apretó su mano—. Me alegro de que no fuera Ranjit.

Ella dio una risa jadeante.

—Yo también. —Luego se puso seria, muy rápidamente—. Pero pobre Yusuf.
Dios, me pregunto qué le pasó.

—Bebió demasiado. Se deslizó y cayó.

—Oh, vamos Richard. —Le lanzó una mirada—. Lo viste tan bien como yo.
No estaba ahogado.
Richard permaneció en silencio mientras estaban en los pasillos de la
Academia, y luego mantuvo su voz muy baja.

—Pudo pasar, Cassie. El agua puede hacer cosas horribles. ¿Sabes?

—Richard, el chico estaba como… Dios, no puedo ni decirlo. ¿Cómo una pieza
de carne hundida en el agua? ¿Cómo una bolsa de té usada? —Frotó
violentamente sus manos contra sus pantalones, tratando de borrar la memoria
táctil. Como una momia mojada. Eso era. Ese cuerpo había sido disecado. Mojado
después, haciéndolo como de goma y viscoso, pero secado primero. Cassie llegó
a hacer un sonido de repulsión, puso sus manos sobre su cabeza y cerró sus ojos
con fuerza—. Richard, en serio.

131
—Muy bien. —Él suspiró—. Te llevaré a tu cuarto.

—No, está bi… —Ella dudó—. En realidad, sí. Está bien. Eso sería genial.
Gracias.

Él tomó su mano de nuevo, y la mantuvo firme en la suya.

—No tienes que poner un frente conmigo, Cassie —dijo gentilmente—. Estás
asustada, y eso es entendible. Más que entendible.

—Sí.

—Yo lo estoy también. —Él se giró a su puerta y la tomó en sus brazos para
un tenso abrazo. Ella podía sentir su respiración contra su cuello, y se sentía
confortante, y raramente eléctrico—. Buenas noches, Cassie —susurró.

—Noches, Richard.

Ella lo vio alejarse, un pequeño atisbo de lujuria rindiéndose mientras el


sentido de miedo se ajustaba. Por un momento estuvo tentada de correr tras él y
confiarse, pero eso sería estúpido. Richard no sabía lo que le había pasado a
Keiko. Y ella no podía solo decirle que Jake estaba en Estambul.

Así que difícilmente podría decirle que el cadáver de Keiko se había visto tal
como el de Yusuf. Justo después de que Cassie hubiera hundido el Cuchillo. El
Cuchillo que Jake todavía tenía.
,

132
Cassie se detuvo con su mano en la puerta de su cuarto compartido y presionó
su frente contra la cálida madera. Estaba temiendo los siguientes pocos minutos,
pero esto había ido más allá del tacto, más allá de la discreción, quizá más allá de
la lealtad. Tenía que hablar con Isabella acerca de lo que estaba pasando.

Tomando una respiración profunda, abriendo la puerta y luego cerrándola


firmemente tras ella, miró fijamente a su compañera de cuarto, sintiendo por
primera vez que apenas la conocía.

Levantando la mirada, Isabella sonrió.

—¡Hey! Estaba comenzando a preguntarme dónde estabas. ¿En el cuarto


común de nuevo? —agregó, con una ceja levantada sarcásticamente.

Cassie miró a su compañera de cuarto, confusa.

—Bueno, sí lo estaba, antes. Pero fue difícilmente una ocasión social.


Estábamos tratando de descubrir qué está pasando. Como puedes imaginarte,
todos están un poco al borde.

—Sí, puedo imaginarlo. Me siento mal, esto debe ser todo difícil para ti —dijo
Isabella, luego se detuvo, sonriendo extrañamente mientras Cassie notaba las
brillantes bolsas de compra al lado de la cama de Isabella—. Sí, uh, fuimos de
compras hoy. Pero te conseguí algo también…. Mira. Pensé que te alegraría, ¿solo
un poco? —Isabella estiró la mano y crujió una de las bolsas—. ¿Te gusta? Es
seda. —Le entregó a Cassie una bellamente tejida bufanda pero Cassie
permaneció en silencio. La única cosa en la que podía pensar era: ¿se sentía
culpable Isabella? ¿Esto estaba realmente diseñado para hacerla sentirse mejor?

—Fuimos a Hussein Chalayan, y a Umit Unal. —Isabella continuó


divagando—. Honestamente, Cassie. Si piensas que soy mala con una tarjeta de
oro, deberías ver a Alice…

Cassie miró a su alegre compañera, frustrada. Luego cayó a colación.

—Isabella. ¿No lo has escuchado? Pensé que se esparciría como el rayo.

—¿Escuchado qué? —Isabella estaba sacando algo aterciopelado y caro de una


de las bolsas.

133
—Isabella. —Cassie se sentó en la cama, apuñando las sábanas para que sus
manos dejaran de temblar—. Yusuf está muerto.

Isabella se congeló.

—¿Qué? Cassie… ¿cómo podías dejarme continuar…? Oh por Dios. ¿Cómo?

—Fue encontrado… —Cassie dio un respiro—. Quiero decir, lo encontré. En


la orilla. Richard y yo.

—Pero. Eso… ¡eso es horrible!

—¿No has salido de la habitación esta noche? ¿No escuchaste toda la


conmoción?

—No, yo… he estado ocupada—tarea…

El silencio entre ellas era eléctrico. Cassie estrechó su mirada, mirando de cerca
a Isabella. Pero parecía que Isabella no iba a bajar la mirada más que ella. No
había forma. Tenía que ser directa y preguntar. Dio una respiración, y cerró sus
ojos brevemente.

—Isabella, ¿Jake ha estado en contacto contigo? Necesito saberlo.

Los músculos de la cara de su amiga se tensaron, y dudó.

—¿Por qué?

—Porque está en Estambul.


Miró la cara rígida de Isabella, desesperada por alguna señal de que estaba en
shock. De que no lo hubiera sabido. La chica podría estar complacida, indignante,
histérica con delicia, no le importaba. Solo mientras no lo hubiera sabido…

Pero Isabella solo dejó el vestido que había estado sacando de la bolsa que se
veía cara, antes de hablar de nuevo en un tono agudo.

—¿Qué te hace pensar que está en Estambul?

Cassie apretó su mandíbula.

—Sir Alric tenía noticias. Han visto a Jake.

—Oh. —Isabella se giró para revisar su reflejo, completamente innecesario en

134
el espejo. Cassie podía ver preocupación y pánico filtrarse en la superficie de los
ojos de su compañera.

—¡Isabella! —Cassie quería agarrarla, sacudirla. Se levantó, apretando sus


puños—. ¿No te preocupa lo que está pasando?

—¡Por supuesto! —gritó Isabella, girándose—. Por supuesto que me preocupo.


Lo siento tanto por Yusuf, pero yo… no puedo hacer nada. ¿Qué esperas que
haga?

—Si lo hubieras visto no serías tan desdeñosa —dijo Cassie amargamente—.


Estaba en la playa. Richard y yo lo encontramos. Y… —Ella dudó, mirando a
Isabella, desesperada por alguna señal de la vieja amiga que habría estado igual
de preocupada por Cassie a este punto. Pero Isabella estaba como una piedra,
impenetrable—. Y apenas era reconocible. Se veía como… se veía como Keiko.
Justo como ella, después de lo del Cuchillo. Drenado. Momificado.

—Te refieres a que se veía como la hermana de Jake. Después de que Jess fuera
drenada de toda su fuerza de vida. —El tono de Isabella se había vuelto muy frío.

—¡Sí! Como Jess, entonces. Isabella, ¿por qué estás siendo así?

—Podría hacerte la misma pregunta. —La chica argentina se paró


abruptamente y la encaró—. ¿Qué estás insinuando, Cassie? Jake tiene el
Cuchillo, lo sabes tan bien como yo. ¿Pero realmente piensas que anda por todo
Estambul asesinando estudiantes? Oh, lo conoces realmente bien, ¡no!
—Eso no es justo.

—¿Por qué no? —espetó Isabella, sus ojos brillando—. ¡Es más justo de lo que
estás diciendo! ¿La muerte de Mikhail? La muerte de Yusuf, ¿parece como que
ese cuchillo lo mató? Oh, y Jake ahora parece estar en Estambul, ¡lo cual solo
sabes porque Sir Alric lo espía! Dios mío, has cambiado.

Cassie la miró, incapaz de hablar, pero Isabella solo miraba, con los brazos
doblados. Al final espetó:

—Lo siento, Isabella, es solo que estoy preocupada por Ranjit. Él todavía no
aparece…

135
—Oh, ya veo. Y Jake piensa que Ranjit mató a su hermana, así que estás
acusando a Jake, quien solía ser tu amigo, Cassie Bell, ¡de matarlo! ¿Cómo
podrías?

Eso lo hizo. Su propia furia explotó de vuelta.

—¿Cómo podría? ¡Jake haría lo que sea para conseguir a Ranjit! ¡Incluso
aunque no ha conseguido ningún tipo de prueba de que Ranjit le hiciera algo a
Jess! Él es tan malditamente prejuicioso contra cualquiera que sea Elegido, él…

—Oh sí, los preciosos Elegidos —espetó Isabella—. Tus nuevos amigos. Con
tales nuevos amigos, no puedes ser molestada por los viejos. Bueno, ¿sabes qué,
Cassie? Eres bienvenida con ellos, y ellos contigo. No es algún espíritu el que te
haya cambiado. ¡Lo has hecho tú sola!

—Isabella…

—Ni siquiera me hables. No quiero escucharlo. —Isabella agarró su bolsa y


suéter, y se dirigió a la puerta—. No quiero estar cerca de ti justo ahora.

Cassie no podía verla irse. Puso sus manos sobre su boca, tratando de evitar
las lágrimas de conmoción y frustración, hasta que la puerta se cerró con un
apocalíptico golpe. Cuando los pasos de Isabella se desvanecieron, se hundió de
nuevo en la cama y miró con incredulidad a su propia imagen reflejada.

Su corazón estaba tronando, y puso una mano sobre su pecho. Eso le recordó
a Estelle, quien, en el momento justo, intervino.
Cassandra, ¿qué has hecho? Ya estamos hambrientas, querida, debemos ser cuidadosas,
no debemos perderla…

—¡Cállate, Estelle! —murmuró Cassie amargamente. Se sentía podrida. Pura,


maldita, miserablemente extraña. La última cosa que quería en el mundo era
pelear con Isabella, y no estaba justo ahora para que Estelle estuviera preocupada
acerca de tener en cuenta su apetito.

Incluso esa pelea horrible era solo la superficie, lo sabía. Isabella


probablemente había estado queriendo escupirle esas palabras durante todo el
trimestre, y quizá había algo de verdad en ellas. Aunque había más a ello. Cassie
sabía cuánto amaba Isabella a Jake. Sabía que la ferocidad de su amiga, su lealtad

136
cálida y cuán violentamente defendía a aquellos que amaba; era solo que no había
estado del otro lado antes.

Pero había más. Isabella estaba escondiendo algo.

La chica no había estado sorprendida acerca de que Jake estuviera aquí. La


Isabella que Cassie conocía hubiera saltado, gritado y demandado que lo fueran
a buscar en ese mismo momento. No, Isabella había sabido que Jake estaba en
Estambul, y si sabía eso, entonces también estaría en contacto con él. No lo haría.

Y sobre todo estaba el recuerdo del cuerpo de Yusuf, y la certeza de Cassie de


que el Cuchillo era responsable de su estado. ¿Y si… y si Ranjit…? No podía
añadir todo eso a la ecuación. Solo podía tener esperanza. Paciencia.

Pero desde que lo habían quitado del agarre de Keiko, solo una persona
además de ella había tenido acceso al cuchillo.

Jake Johnson.
,

137
Cassie se despertó deseando haber tenido otra resaca; cualquier cosa sería
mejor que sentirse de la manera que lo hacía. Esa paloma café estaba de nuevo
en el balcón, ladeando su cabeza. Ella se levantó para mirarla, perdiéndola por
una milésima y se elevó con un indignante revoloteo de alas. En el nuevo silencio
se hundió de nuevo, luego escuchó el llamado de alguien. Luego otro. Gruñendo,
Cassie puso su almohada sobre su cabeza.

Había escuchado a Isabella irse una hora antes, pero no estaba para enfrentar
a su compañera, así que mantuvo sus ojos cerrados y su respiración regular, e
Isabella se había ido en un silencio muy inusual. La una había sabido que la otra
estaba despierta, pero ambas habían pretendido que no.

No era como si la chica hubiera tenido una temprana noche; Cassie había
escuchado que entraba muy tarde. Sospechaba que Isabella había sabido que
estaba despierta entonces, también, pero justo como esta mañana ambas habían
pretendido lo contrario. Ninguna palabra pasó entre ellas desde su amarga
discusión.

Y esta mañana allí estaba, despierta sin tanto como una buena mañana. Cassie
se sentó y recorrió sus manos miserablemente a través de su cabello. ¿Desde
cuándo Isabella escogía un desayuno tan temprano? Esta situación completa era
insoportable.

Sin éxito en tratar de volver a dormir, no con su cabeza dando vueltas de esta
manera. No podía realmente culpar a los pájaros. Cassie se dirigió a la ducha,
dándose cuenta por qué odiaba escuchar los sonidos matutinos. Incluso por una
mañana, extrañaba los ronquidos de Isabella, sus gruñidos y bostezos mientras
se despertaba; extrañaba su alegre queja de la mañana por la hora de la mala
suerte.

Mientras se iba a su clase de matemáticas con un pesado corazón, Cassie se


sintió más sola que nunca. Nadie parecía querer hablar con ella o sentarse con
ella; nadie trataba de encontrar su mirada. Quizá estaba siendo paranoica, pero
Herr Stolz era la única cara amigable en el cuarto, hasta que Richard, Ayeesha y
Cormac entraron, incluso los otros Elegidos la ignoraron.

A su rostro, al menos. Tras sus espaldas estaban haciendo demasiado ruido.

138
No podía perderse los susurros, las miradas, los dichos a un lado. Sin risitas:
al menos no se estaban riendo de ella. Y, aunque trató de escucharlo todo, no
parecía haber habido ningún otro descubrimiento brutal.

Herr Stolz debió haber sido muy consciente de los eventos de la noche pasada,
y la parte de Cassie en ellos, por su amabilidad misma, dándole demasiada
atención, demasiadas sonrisas de ánimo, y más que su justo compartimento de
preguntas rápidas. Sí ayudaba, solo un poco. Amaba las matemáticas: su certeza,
su simplicidad, su capacidad de sacar tu mente de un cuerpo grasiento
momificado en tu puerta. Ecuaciones, pensó. Dios las ama. Era consciente de que
Richard la estaba mirando subrepticiamente, pero escogió no girar la mirada.
Álgebra era mucho más suave.

¿Suave?

¿Así que de dónde sacó la noción de que Richard era remotamente enervante?
Quizás era solo el recuerdo de su último encuentro juntos, cómo terminó…

Para el tiempo en que sonó la campana, estaba lo suficientemente envuelta en


la lástima de que la clase se hubiera acabado. Podría haber usado el doble de las
matemáticas hoy. Aunque estaba complacida, de que finalmente fuera capaz de
encontrar a Torvald antes de que dejara el salón. Golpeteó su hombro y él se giró,
su cara seria como si pudiera adivinar lo que le quería preguntar.

—Escucha, Yo… He estado muy preocupada por Ranjit. ¿Sabes si hubo alguna
razón por la que se tuviera que ir o algo?
Torvald la miró secamente.

—Iba a preguntarte lo mismo.

Cassie parpadeó.

—¿Cómo lo sabría yo?

—Bueno. Primero pensé que sería de esas cosas de los Elegidos. ¿Ya sabes? No
siempre escucho lo que está pasando. Pensé que podría haber… una emergencia.

—Yo también. Pensé que tal vez con su familia. —Cassie mordió su labio—.
¿No había mencionado nada?

139
—No. Solo desapareció. —Torvald inhaló profundamente—. Mira, te haré
saber tan pronto como escuche algo. —Cassie asintió, sabiendo que la expresión
de Torvald era tan preocupada y dudosa como la suya.

Cassie suspiró mientras dejaba el salón. Estaba caminando con pavor entre
medio de los chismosos Elegidos en el pasillo —y con buena razón, eso parecía.

—Santo cielo, si este no es el Curso de Cassandra. Aléjense todos mientras


puedan.

Sara parecía determinada a entrar en las costillas de cada cosa que había
pasado en Carnegie Hall, pensó Cassie mientras trataba de pasar entre la
pequeña pandilla. Era divertido que Sara estuviera demasiado asustada de
enfrentarla sola —siempre tenía que tener una pandilla, sin sorprenderse— ¿pero
alguna vez iba a cansarse de acosarla?

No…

—Primero Mikhail, ahora Yusuf. ¿Me pregunto cuándo considerará completa


su venganza? Quizá está guardando lo mejor para el final.

Cassie llegó a un pasillo. Apretando sus libros con fuerza, se giró y miró a Sara.

—¿De qué estás hablando?

Sara no le respondió directamente. Examinó sus uñas con una expresión


aburrida, pero sus compañeros miraron a Cassie como una manada de vacas
malévolas.
—Creía que estarías agradecida, triste pequeña chica de acogida. La trajimos
a los Elegidos, le dimos poder más allá de sus imaginaciones más salvajes. O…
enfrentémoslo, las nuestras.

—Divertido, según recuerdo, los cobardes quienes generosamente me


iniciaron a los Elegidos parecían muy perspicaces en esconder sus identidades tras
algunas máscaras —siseó Cassie.

—Bueno, sí. Pero es por eso que has hecho esto, ¿no?

—Yusuf y Mikhail estaban… ¿estaban en el Arco del Triunfo? —Cassie se dio


cuenta que estaba temblando.

140
—Oh, no juegues a la inocente, no te queda. —Sara sonrió—. Mejor debería
cuidar mis pasaos, o no, ya que estaba allí, también. Y sí, Yusuf y Mikhail, por
supuesto, pero es demasiado tarde para los pobres.

La sangre se drenó de la cara de Cassie.

—¡No sabía eso! ¡Nada de eso!

—Por supuesto que no, querida.

—¿Cómo se supone que debía saber quién de vosotros estuvo allí? Ese era todo
el punto, ¿no? ¿Qué piensas, que tengo visión de rayos X o algo? —espetó. La
gente había comenzado a alejarse de la pareja, intercambiando miradas
preocupadas, pero Cassie apenas lo notó.

—El cielo sabe cómo pudiste haber descubierto esas cosas —respondió Sara—
. Pareces tener todos los tipos de habilidades extrañas, y ciertamente sé acerca de
tu temperamento, pequeña tonta, o debería decir, lo que pasa cuando lo pierdes.
Oh, ¡por cierto! Todos nos preguntamos cuándo va a aparecer flotando en la orilla
el cuerpo de Ranjit. Apuesto a que se está lamentando haberse enamorado en el
departamento del romance.

—¡PERRA! —gritó Cassie. Olvidó su compostura, olvidó incluso su poder,


simplemente tiró sus libros para golpear a Sara con sus manos desnudas. Pero
mientras Sara retrocedía, alguien se interpuso entre ellas, atrapando a Cassie en
sus brazos.
—Ignórala —susurró Richard fieramente en su oído—. Es lo que quiere.

Tratando de respirar, Cassie sintió que sus uñas se hundían en sus músculos
con furia, pero él no hizo nada. Se giró a Sara como una serpiente.

—Aléjate, tú, sobrevalorada —habló.

Algunos de los otros jadearon, pero Sara ya había recobrado su chillante


dignidad. Los saludó con una mano y luego levantó un pulgar en la dirección de
Richard.

—Pequeño gusano —espetó—. Se está convirtiendo tan rápido, pronto estará


en su cueva si no se cuida.

141
Richard tomó su propio consejo, ignorando a Sara y llevándose a Cassie. Ella
estaba agradecida por su soporte a sus piernas temblorosas, pero menos feliz de
que la hubiera detenido de desgarrar la garganta de Sara con sus dientes.

—Vamos —estaba murmurando—. No puedes levantarte por esto. No debes.


¿Por qué no regresamos a tu cuarto y mejor rompemos algunas almohadas, eh,
bonita?

Ella no pudo evitar reírse, pero estaba demasiado cerca de las lágrimas.

—No puse un dedo en Yusuf o en Mikhail, lo juro.

—Por supuesto que no lo hiciste. No seas ridícula. Y no dejes que ella haga
eso.

La caminata fue un borrón de furia y miseria. Si solo hubiera recordado usar


el poder, si solo no hubiera rescatado a la vieja Cassie de Cranlake Crescent, oh,
podría haber sacado lo mejor de Sara…

O tal vez, solo tal vez, podría haberla matado. Cassie dio un violento
estremecimiento.

Regresando a sí misma, reconociendo las alfombras, los candelabros y las


esculturas de su propio pasillo, se sacudió suavemente de Richard. Respirando
profundamente, se volvió cara a cara con él.
—Richard. —Tomó ambas de sus manos y las golpeteó tensamente entre las
suyas—. ¿Cómo lo soportas? Dime.

—¿Soportar qué? —Los viejos obturadores familiares bajaron repentinamente,


y los comienzos de una falsa sonrisa doblaron su boca.

—Detén eso, Richard. ¡Deja de bromear con ello! Sabes a lo que me refiero: ¡te
tratan como a una mascota! Quiero decir… a veces te consienten, y a veces les
place a sus majestades darte una maldita buena patada. —Escuchando el veneno
en su voz, ella tragó con dificultad, tratando de controlarse. Tratando de no ver
el mundo en escarlata…

La sonrisa de Richard decayó y la estudió, muy pensativamente.

142
—Bueno, ¿eso te molesta? ¿Cómo me tratan?

—¡Sí! ¡Malditamente que lo hace!

Las comisuras de sus labios una vez más comenzaron a levantarse, pero esta
vez fue genuino.

—Es bueno saber que te importa —dijo, casi para sí mismo.

El nudo tenso de rabia se disolvió en el momento, dejándola tan débil que casi
temblaba. Cassie suspiró entrecortadamente mientras él atrapaba su brazo.

—De todos modos, creo que sé la respuesta a tu propia pregunta, ya que no


todos podemos hospedar a un espíritu tan poderoso como el de Estelle Azzedine.
—Se encogió de hombros—. En cuanto a mi pobre pequeño sinvergüenza… No
sé cómo se prolongó, para ser honesto. No sé quién lo hospedó antes, pero
reconozco que siempre ha jugado ambos lados contra el mediano. Siempre
esquivando la piel de sus dientes, imagino, mientras que el resto de los Elegidos
se desgarran el uno al otro a chispas seximente atractivas. —Ahora fue su turno
de exhalar.

—Pues —dijo ella—. Al menos hay uno de nosotros al que no puedes jugar.

Él sonrió y asintió.

—Ve a casa. —Puso su mano en la parte baja de su espalda y la dirigió


suavemente a la dirección de su puerta—. Necesitas descansar un poco.
—Gracias. —Ella giró al manubrio de la puerta, sonriéndole débilmente de
vuelta—. Lo digo en serio, Richard. Gracias. —Pero cuando dio un paso dentro,
Cassie se congeló—. Oh Dios mío… —Dio una respiración.

Richard estuvo detrás a su lado en un instante, mirando alrededor del cuarto


junto con ella.

Todo trazo de Isabella había desaparecido del cuarto. Sus fotos, sus libros, su
iPod —todo se había ido de su mesa de noche, y su pila de maquillaje se había
aclarado de su tocador. Cuando Cassie corrió al armario y lo abrió de golpe,
estaba vacío de vestidos y abrigos, tenis y zapatos —y también el cofre de cajones.
El horario y el portátil de Isabella habían desaparecido. Cassie se quedó de pie

143
en el medio de su cuarto, medio esperando que el mundo se desintegrara a su
alrededor.

Richard estaba en la cama de Isabella, levantando un suave sobre blanco.

—Dejó una nota —dijo—. Supongo que eso es algo.

Cassie se la arrebató, abriéndola con su pulgar. Le tomó solo un momento


escanear la impecable letra de su mejor amiga. Se sentó pesadamente sobre la
cama, y cuando Richard se sentó a su lado y puso un brazo alrededor de su
hombro, ella no lo alejó.

Cassie dejó caer la carta, y ésta flotó al suelo.

—Se ha mudado con Alice. Solo por un tiempo, dice. Para darse tiempo de
pensar. —Hizo una cara retorcida para tratar de detener las lágrimas—.
Aparentemente no es para siempre. Es solo por ahora.

—Cielos. —Richard le apretó—. Ha sido todo pura mierda entre vosotras dos,
¿no? Pero esto es un poco sorprendente.

—Podrías decir eso. —Cassie se frotó la cara con su manga.

—Cassie, ¿qué pasó entre vosotras dos? ¿Fue Jake?

Ella asintió.
—Culpa mía. No le dijimos lo de estarme alimentando. Cuando lo descubrió,
se puso rabioso, tormentoso. No lo he visto desde entonces. Obviamente todo ha
sido realmente difícil de manejar para Isabella.

Se sentaron juntos en silencio mientras eso se asentaba. Al final Richard


asintió, y frotó sus dedos de su mano libre contra su sien.

—¿No lo has visto desde entonces?

—¿Qué?

—Dijiste que no lo habías visto, Cassie. Escuché tu énfasis.

—Sí. —Su voz sonaba muy baja—. Ese es el problema. Jake está en Estambul.

144
El cuerpo completó de Richard se congeló; ella prácticamente pudo sentir sus
músculos en espasmo.

—¿Él qué? ¿Qué estaría haciendo…?

—Está en Estambul. No lo he visto, pero Darke está seguro de eso. Y creo…

—Guau. —Richard estaba todavía tan tenso como un tambor—. ¿Crees que
Isabella lo está viendo?

—Estoy muy segura. Y se está quedando en silencio. Y no sé por qué haría eso
a menos…

—Oh, Dios poderoso. —Richard la soltó, puso su cabeza en sus manos y


recorrió su cabello rápidamente con ellas—. Jessica, Ranjit, los Elegidos,
venganza… está bien, Cassie. Ya voy llegando a ello. No soy tan estúpido como
aparento.

—Dime, entonces. —Cassie miró sus manos—. ¿Sara me estaba diciendo la


verdad allí? ¿Acerca de quién estaba en mi iniciación?

—Sí. Sí, fue verdad.

—Así que, si Jake de alguna manera ha descubierto eso también… —Cassie


puso su mano sobre su boca por un momento, sintiéndose enferma—. ¿Podría
estar tratando de tenderme una trampa?
—Oh, vamos. No puedo creer que esté involucrado con las muertes.

—No quiero creerlo ni yo misma, pero ¿por qué se está quedando tan
malditamente bajo? —Le dio una mirada desolada.

—¿Y crees que Isabella lo está ayudando?

—No puedo imaginarme lo contrario —dijo Cassie miserablemente—. Ella lo


ama.

—Y todos nosotros somos bobos por amor. —Richard estuvo en silencio por
un momento—. Qué desastre.

Cassie dio otra mirada alrededor de su cuarto —ahora, solo de ella— y sintió

145
que las lágrimas calientes se deslizaban por su cara.

—¿Qué voy a hacer?

—Ella vendrá. Todo está bien, nuestra bella Isabella. No conocería el rencor si
le llegara y le pateara el trasero.

Ni siquiera podía reírse.

—No es eso. Quiero decir, no es solo eso.

—Oh. —Alarmado, Richard tomó su barbilla gentilmente en sus dedos y la


giró para mirarla—. ¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste?

—Hace un tiempo —confesó miserablemente—. La noche de la fiesta en la isla.


Y no mucho desde entonces.

—Bien. —Él golpeteó suavemente su mejilla, se inclinó para besarla, luego


rápidamente se puso de pie—. No puedo ayudar con un montón de cosas, Cassie,
pero en esta sí. Y no tienes que estar agradecida por más que… oh, dos o tres
siglos, en serio, muñeca. Sí, definitivamente puedo darte algo concreto,
ayudándote sabrosamente con eso…
,

146
Nerviosamente Cassie golpeó una vez, suavemente, en la puerta frente a ella,
retirando su puño rápidamente para morderse las uñas. Miró la brillante placa
con miedo.

RICHARD HALTON-JONES
PEREGRINE HUTTON
La puerta se abrió silenciosamente, así que primero vio sus dedos, luego,
mientras su cara aparecía, un solemne guiño. Richard levantó un dedo a sus
labios y abrió la puerta un poco más.

—Shh. Está en la Tierra de los Sueños. Bueno, más o menos.

Más allá del hombro de Richard, consiguió una buena vista del cuarto. No era
diferente al suyo y de Isabella pero quizá era un poco más opulento: mucho
dorado, montones de barroco, montones de Otomano elegante. Y como si nada
estaba más ordenado que el cuarto que acababa de dejar, excepto por la bufanda
de seda del candelabro. Se preguntó si Richard habría estado colgando de ella.
No le extrañaría de él.

Él trató de tomar su mano, pero ella retrocedió abruptamente, resistiéndose.

—Richard, no sé si esto es una buena idea…

Él chasqueó la lengua.
—Realmente no tienes opción, Cassie. Ya te ves muy pálida, lo sabes.

—Pero…

—Sin condiciones, sin peros. Él no es tan malo.

Cassie arrugó su nariz. No había estado pensando siquiera en… sabor… como
parte de su miedo.

—Uh, ¿estás seguro?

—Bueno, él no estaría para que todos lo prueben, pero tengo que decirlo, me
gusta. —Richard meneó sus pestañas—. Vamos.

147
Aregañadientes Cassie entró al cuarto, consiguiendo un instantáneo golpe de
colonia masculina.

—Suya, no mía —susurró Richard, oliendo el aire—. Tiene un maldito


futbolista en la caja, por el amor de Dios. Dame Antaeus cualquier día. Como sea,
preciosa, suficiente charla. Bon appetit.

Él hizo un gesto hacia Perry, quien estaba descansando en una silla, con sus
brazos colgando por los lados, una pierna cruzada despreocupadamente sobre la
otra. Cassie no hubiera pensado que allí hubiera algo particularmente incorrecto,
si no fuera por la sonrisa sin dirección y los ojos desenfocados del chico.

—Richard, ¿ha estado… bebiendo? —Estrechó sus ojos.

—Por supuesto que sí. No crees que está en esto, ¿o sí? No es del tipo de los
comprensivos, no como tu Isa… —Richard se atrapó a sí mismo y le dio una
sonrisa de disculpa—. Maldición. Lo siento.

—No lo sé, no suelo alimentarme de personas que no saben lo que está


pasando. Esa bebida de los Elegidos, no lo sé… y Sir Alric podría…

—Al infierno con él. —Richard cruzó el cuarto hacia su compañero y golpeteó
su mejilla suavemente—. Hey, ¿Peregrine? Visitantes.

—¿Mm? —Perry trató de enfocarse en Cassie, quien le sonrió nerviosamente—


. ¿Qué está haciendo ella aquí?

Richard sonrió.
—Nada de tu asunto.

—Oh… muy bien… —La cabeza de Perry se hizo para atrás mientras le sonreía
a Richard, quien tomó sus manos y lo puso de pie.

—Buen Dios, Peregrine —dijo Richard, con una breve mirada a Cassie—.
¿Estabas en los Chablis de nuevo mientras mi espalda estaba girada?

—Es delicioso —dijo Perry—. Hola, Cassandra. —Le dio un guiño que no salió
completamente.

—Siéntate en la cama, terrible viejo exuberante. —Richard lo llevó a ella—.


Vamos, siéntate derecho.

148
Perry se inclinó mareado, se enderezó y se rio. Cerrando un ojo, miró a Cassie
sospechosamente mientras ella se sentaba a su lado. Richard tomó las manos de
ella firmemente y las puso alrededor de las muñecas de Perry.

—Guau allí, ángel —objetó Perry, mirando las manos de Cassie—. Sin
ofenderte, siendo una Elegida y todo, pero no eres mi tipo.

Ansiosamente, Cassie miró a Richard, pero él sacudió su cabeza.

—Ignóralo. No recordará nada, ¿verdad, Peregrine? Correcto, Cassie,


adelante.

—Richard no estoy segura. Quiero decir, no estoy acostumbrada a él. ¿Y si voy


demasiado lejos?

—Confía en mí, no lo harás, preciosa. Necesito alimentarme también, así que


quiero la mitad para mí. Honestamente, no te preocupes. Yo te detendré.

Oh por el amor de Dios, Cassandra. ¡Él lo hará!

Estelle tenía razón: estaba hambrienta. Ambas lo estaban. Tomando una


profunda respiración, cerrando sus ojos para enfocarse, Cassie comenzó a
alimentarse.

Él era diferente a Isabella, eso era seguro. Mientras su fuerza de vida salía de
sus venas y entraba en ella, sintió la usual embriagadora esencia de la juventud.
Pero no era lo mismo. Sintió un distintivo machismo. Surgía a través de ella, casi
haciéndola retroceder, pero mientras abría sus ojos y se enderezaba, sintió la
esencia de él llenándola. Él era toda arrogancia, confidencia y un petulante
sentido de derecho; y por un momento también lo fue Cassie. El orgullo se
expandió por su caja torácica. Ella era la élite. Siempre lo había sido, siempre lo
sería.

Y luego Richard estaba quitando sus manos de las muñecas de Perry,


suavemente pero firmemente. Cuando el vínculo se rompió ella retrocedió,
satisfecha. El pulso en su pecho se desvaneció con la luz roja de sus ojos.
No del todo como Isabella. No tan bueno. Pero ciertamente le había calmado por
el momento.

149
—Mi turno. —Richard tomó su lugar, puso sus pulgares sobre las muñecas de
Perry y comenzó a alimentarse.

Ella no lo dejó demasiado, o al menos eso pensó. Cassie asumió que el espíritu
más débil de Richard no tenía nada como el apetito y las necesidades de Estelle.
Cuando Cassie juzgó que había tomado al menos la mitad para alimentarse, puso
una mano sobre su hombro, y él terminó sin esfuerzo, pausando para que sus
ojos regresaran a la normalidad. Estaba respirando un poco más rápido cuando
se puso de pie, pero luego dio una corta inhalación.

—Maldición —dijo.

—¿Qué es?

Richard asintió hacia Perry. Los ojos del chico estaban medio abiertos, pero
estaban acristalados y borrosos. Lentamente, como un árbol, cayó hacia atrás,
expandido por la cama, un pequeño suspiro escapó de sus labios.

Richard se inclinó sobre él, presionando su oreja a su pecho.

—Dime que está vivo —suplicó Cassie.

—Por supuesto que lo está. —Richard se puso de pie, sonando aliviado—.


Creo que pudimos sobrepasarnos un poco. Pero estará bien.

Los ojos de Perry se cerraron y se durmió con una sonrisa idiota todavía en su
cara. Richard dejó salir un respiro de alivio.
—Bien. Si estás seguro. —Cassie se sacudió a sí misma, sintiéndose un poco
extraña por la esencia de Perry dentro de ella, pero era poco ahora, tragado por
su propia vida y la de Estelle—. Escucha, gracias, Richard. Realmente aprecio
esto, en serio. Eres muy generoso, pero realmente no creo poder hacerlo todo el
tiempo.

—Tendrás que hacerlo. Hasta que Isabella se anime.

—Lo sé. Pero odio tener que drogar a alguien, incluso a él, y no es exactamente
seguro, ¿o sí? No tenemos ni idea de qué tan lejos llegar cuando somos dos.

—Estoy seguro que lo controlaremos.

150
Ella sacudió firmemente su cabeza.

—Encontraré una alternativa. No quiero terminar matando a alguien. —


Alguien más, agregó mentalmente—. Como sea, medio alimentarse no es
realmente suficiente, ¿verdad?

—No para ti, eso es seguro. Podría solo manejarlo, pero… bueno. —Richard
se encogió de hombros—. Es un recurso provisional.

—Gracias de nuevo Richard.

—Cuando quieras —dijo, sus ojos bloqueados en los de ella—. Y escucha,


preciosa, realmente lo digo en serio. Cualquier cosa en la que pueda ayudar.

Parecía perfectamente natural inclinarse hacia él. Su espíritu podría no ser el


más fuerte, pero tan chico puro era todo protector, y descubrió que necesitaba
eso. Casi instintivamente, envolvió sus brazos alrededor de él, y él le devolvió el
abrazo, apretándola, luego soltando sus brazos para relajarse cómodamente
alrededor de ella. Alejándose un poquito y girando su cara a la de él, sus brazos
todavía envueltos alrededor de su muscular torso, Cassie estudió de cerca la cara
de Richard. Se estaba volviendo tan familiar. Descubrió que le gustaba. Mucho.
Incluso más cuando se estaba inclinando más cerca de ella, sus labios
diminutamente entreabiertos, un poco perplejo…

Espera, no. Eso era loco, ¿o no?


Y aun así se sentía tan natural, la manera en que se inclinaban el uno al otro.
Él era un amigo, pensó. Un buen amigo, como resultó. Y realmente necesitaba un
amigo justo ahora.

Así que, ¿besarlo o no besarlo? Un descerebrado. Bésalo…

—¿Richaaaaard?

Él parpadeó. Mordió su labio. Cuando habló, la voz de Richard estaba ronca.

—Maldición. No fuiste tú la que dijo eso, ¿o sí?

Ella le dio una sonrisa seca, se alejó y sacudió su cabeza.

151
Mientras ambos se giraban hacia la cama, Perry estaba medio sentado,
frotando sus sienes y frunciendo el ceño ante la pareja.

—¿Richard? ¿Qué demonios está haciendo ella aquí?

—Te estás repitiendo, viejo chico —murmuró Richard, demasiado bajo para
que él le escuchara, pero Cassie tuvo que sofocar un risilla.

—Mi señal para irme —susurró.

—Mm, supongo. Iré a traer, eh… las golosinas para la noche. —Él sonrió, pero
había una expresión definida de lamento en su rostro—. ¿Te veo pronto?

Ella asintió, y sonrió, su corazón todavía bombeando.

—Sí. Te veo luego.

Cerrando la puerta tras ella y suspirando mientras enfrentaba al corredor y el


camino de vuelta, Cassie se sintió enferma de corazón ante la perspectiva de una
solitaria noche en su propio cuarto vacío. Y estupefacta por su núcleo de cuánto
había querido estar en ella.
,

152
Ellas no podían seguir así. Cassie lo supo tan pronto como abrió los ojos a la
mañana siguiente y vio la perfectamente hecha y vacía cama de Isabella. No solo
por el peligroso asunto con Perry, Dios, pensó con un sobresalto repugnante,
¿cómo podían haber hecho algo tan arriesgado?, sino porque no podía soportar
no tener a Isabella alrededor. Lo que sea que estuviera mal, tenía que ser
corregible. Nunca había tenido una amiga como Isabella y que la condenaran si
iba a perderla. Y lo que es más, con cada día que pasaba, la amenaza de que algo
malo le había pasado a Ranjit parecía hacerse cada vez más probable. Si había
alguna relación con Jake, o algo que Isabella pudiera saber ayudara, Cassie estaba
decidida a averiguarlo.

Ella no quería ir a la habitación de Alice; no quería encontrarse con Alice, o


peor, las dos juntas. Pero, a pesar de su ridículamente esbelta figura, Isabella
siempre comía un desayuno enorme; estaba comprometida a dejar más tarde el
comedor que Alice. Cassie podía emboscarla ahí.

Flotando en el gran atrio con cúpula cerca del pasillo del comedor, escuchando
los sonidos del desayuno sin sentir ninguna obligación de comer, Cassie cruzó
los dedos. Aparte de cualquier otra cosa, estaba poniéndose francamente celosa
de la cantidad de tiempo que Isabella y Alice estaban pasando juntas. Temía
pensar en cómo podrían quejarse de los inconvenientes de compartir habitación
con un Elegido, y lo que Isabella podría dejar deslizar…
Sin embargo, no había ninguna señal de Alice todavía. Matando el tiempo al
vagar entre las estatuas conocidas, Cassie estaba tan segura de que Alice vendría
primero, que casi perdió a Isabella. Si no hubiera oído el clic de los Jimmy Choos,
apresurándose desde el comedor, Isabella ni siquiera la vio; ella estaba
demasiado concentrada intensamente en su teléfono, el cual estaba presionado a
su oreja.

Pero algún instinto detuvo a Cassie de salir corriendo a interceptarla. A la


sombra de Ulises y Circe, se quedó muy quieta, presionada contra el frío mármol
de la túnica de la bruja. Había una brillante luz de emoción en los ojos de su
compañera de cuarto.

153
Isabella estaba hablando animadamente, pero Cassie estaba bien
acostumbrada a la velocidad de parloteo de su voz. Junto con sus sentidos de los
Elegidos, aumentados después de la alimentación de la noche anterior, eso
significaba que podía coger casi cada palabra. Lo que no estaba haciendo nada
por su paz mental.

—Quince minutos… no, veinte… ¿servirá eso? Por supuesto que estaré allí…
—Su voz bajó, pero siguió siendo urgente—. Sí, por supuesto que voy a ser
cuidadosa. No te preocupes. Nadie me verá… ¿Está bien? ¡Bien!

Ella ni siquiera iba a regresar al piso de arriba. Su bolso estaba sobre su hombro
y ya estaba fuera de la puerta y corriendo por los escalones de la Academia.

Cassie sabía que tenía solo un momento para decidirse. Sábado por la mañana.
El ferry más grande estaría en uso, y estaría ocupado con estudiantes entrando
en la ciudad. Podía perderse en la multitud. Además, si Isabella la veía,
¿importaría? Ella iba a la ciudad sola. Para hacer turismo. Explorar el Gran Bazar.
Perfectamente natural. Sin preocupaciones…

Su mente lo resolvió, Cassie caminó rápidamente fuera de la Academia,


fingiendo no escuchar a Ayeesha llamarla. Había tenido razón: ya había una gran
manada de estudiantes reunidos en el pequeño muelle, riendo con la libertad del
fin de semana. Podía ver el brillante pelo castaño de Isabella soplando en el
viento, levantado hacia la proa.
Cassie se metió en la parte de atrás de la multitud, asegurándose de que ser la
última en subir. No tener un bolso podría haber parecido un poco sospechoso,
pero al menos tenía su maltrecha billetera en el bolsillo de sus vaqueros, con
suficientes liras para las emergencias. Ignorando a todos a su alrededor, pero
empujándose hábilmente a través de un grupo de tercer año quienes eran altos y
lo suficientemente numerosos para ocultarla, se inclinó sobre la popa y vio la
estela del barco batir el Bósforo.

¿Qué estaba haciendo? Sabía muy bien cómo se sentiría si alguien la espiaba.
Si Isabella se enteraba, estaría furiosa, y probablemente daría al traste con su
relación por completo, lo cual, teniendo en cuenta que Cassie había bajado esta
mañana decidida a reparar las cosas entre ellas, era un poco irónico.

154
No podía evitarlo. Estaba tan segura como podía estarlo de que Isabella había
estado hablando con Jake, y no solo eso: acababa de arreglar encontrarse con él.
Eso, se dijo con firmeza, era prueba de que Isabella, también, había saboteado su
relación. Ella había estado en contacto con Jake.

Se lo había escondido a Cassie. Isabella, también, estaba siendo retorcida. Pero


tal vez esta era su oportunidad, permitiendo que Isabel la llevara a Jake, y llegar
hasta el fondo de lo que estaba pasando.

Oh demonios. De cualquier manera, el potencial para probar la traición de


Isabella no la hacía sentir mejor. Para cuando el barco atracó en el continente, el
corazón de Cassie estaba latiendo por los nervios, la culpa y el miedo a ser
descubierta. Fue tan cuidadosa al dejar que todos abandonaran el barco antes que
ella, permaneciendo bien atrás de Isabella, que estuvo a punto de perderla. Lo
que era un riesgo estúpido, y totalmente innecesario. Cuando Cassie la divisó de
nuevo, moviéndose rápidamente a través de las multitudes, Isabella parecía ajena
a todo, excepto a su misión.

Las calles estaban atestadas. Cassie casi deseó poder callejear y disfrutar del
ambiente. El aire era caliente y olía a húmedos edificios antiguos, colonia de
hombre, fuerte humo de tabaco, especias y nueces asadas. Tiendas elegantes
disputaban por espacio con emporios de basura y vendedores ambulantes.

Golpeó a Cassie que estuviera perdiendo prácticamente toda su carrera escolar


en intrigas y engaños. Demonios, habría sido divertido experimentar todo esto
junto a Isabella, riendo y hablando y comiéndose con los ojos monumentos
antiguos, regateando gangas y celebrando los éxitos. Eso es lo que debería haber
sido. La vida escolar normal habría sido buena. Habría sido más que suficiente
para una chica becada criada en un orfanato.

En cambio, estaba siguiendo a su antigua mejor amiga por las calles y


callejones de Sultanahmet, y no era tarea fácil. Sin sus sentidos de los Elegidos la
habría perdido hacía mucho tiempo, pero a pesar de todos los aromas y sonidos
de la ciudad, Cassie todavía podía oler el perfume distintivo de Isabella, e incluso
el olor de su piel, siguiéndola sin dificultad, incluso cuando la perdió de vista.

Isabella no se detuvo, ni siquiera por la más brillante de las tiendas, la más

155
encantadora de las sedas o joyas o alfombras. Era tan diferente de ella, que Cassie
estaba más convencida que nunca de que se estaba dirigiendo a una cita con Jake.
¿El Gran Bazar? La muchacha argentina parecía estar encaminándose por ese
camino, a través de Beyazit6, y por todos sus comentarios acerca de una trampa
para turistas, sería el lugar ideal para una reunión secreta.

Sí. Cassie esquivó puestos de joyería, y vendedores de kofte7, a tiempo para


ver a Isabella desaparecer en una de las entradas del sur. Se lanzó tras ella, ya no
más temerosa de ser vista. Estaba segura ahora que podía estar cerca de su presa
hasta que llegara a su cita.

Fue una desagradable sorpresa, entonces, cuando Isabella simplemente


caminó rápidamente a través de las calles cubiertas, haciendo caso omiso de
todas las tiendas, y de vuelta a la entrada oeste.

Cuando Isabella se detuvo y sacó su teléfono, Cassie juró para sí misma y se


echó hacia atrás, girando rápidamente hacia un vendedor vendiendo maíz dulce
asado. Un instante después, Isabella estaba caminando. Una vez más Cassie la
siguió, comenzando a sentir un profundo grado de estupidez.

6
Popular barrio de Beyazit se encuentra a escasa distancia del centro histórico de la ciudad, donde
están algunos de los monumentos emblemáticos de Estambul.
7
La Kofta denominada también köfte, kafta, kufta or kufteh es una familia de diferentes preparaciones
hechas con carne picada y muy habitual en Oriente Medio, la India y los Balcanes.
Isabella no fue mucho más lejos, sin embargo: solo tan lejos como la sombra
de las marquesinas del bazar del libro. Aquí ella pareció vacilar, luego encontró
su orientación de nuevo y corrió por una calle pavimentada repleta de puestos
de libros. Después de un rato, se detuvo deliberadamente, y habló con un
comerciante.

Cassie se metió en otra pequeña tienda, medio escondida detrás de un estante


de mapas y folletos. ¿Qué estaba pasando? No había ni rastro de Jake, pero
Isabella estaba entregando al librero un sobre, y él estaba abriéndolo para hojear
lo que estaba dentro.

Notas. Dinero. Cassie estaba segura de ello.

156
El librero se agachó debajo de su mostrador, sacando algo. Cuando se lo
entregó a Isabella, Cassie se estiró peligrosamente lejos de su escondite,
desesperada por verlo. Pero era demasiado pequeño, y estaba demasiado lejos.
Mientras Isabella sonreía y se volvía bruscamente, Cassie se metió detrás de la
rejilla, sin respirar, enfocándose intensamente en un mapa antiguo de Turquía.

Su ex compañera de cuarto se dirigió resueltamente por donde había venido,


pasando muy cerca de Cassie, pero, gracias a Dios, fallando en mirar a su
derecha. Cassie sintió el golpeteo de su corazón comenzar a disminuir, y tomó
unas cuantas respiraciones profundas. Estaba tan segura como podía estarlo que
la cita de Isabella había terminado, que eso había sido todo.

¿Qué había sido eso? Lentamente Cassie siguió a Isabella a través del Gran
Bazar, a una distancia mayor en esta ocasión. La chica estaba con menos prisa
ahora, moviéndose ociosamente por bufandas, kilims8 y broches, parando para
comprarse una pequeña bolsa de pistachos, luego cambiándola por un esbelto
brazalete de oro. Pero había poca duda de que se estaba dirigiendo de regreso al
muelle y al barco, y cuando se volvió por el camino a la ribera, Cassie al fin
abandonó la persecución.

No parecía tener mucho sentido arriesgarse a quedar atrapada en el mismo


barco que Isabella esta vez. Se quedaría atrás y esperaría al siguiente: de ninguna
manera forzaría más su suerte. Quedándose en la estrecha calle, la espalda contra

8
Un Kilim es un tapete o alfombra hecho en un tejido plano o sin pelo anudado.
la piedra antigua, se preguntó qué demonios hacer a continuación. Tenía un poco
de buen tiempo que matar hasta que el ferry de la academia regresara.

¿Cuál había sido el punto? Había pensado que estaba en algo, pensaba que
resolvería al menos uno de los miserables misterios que estaban esquivándola,
pero había desperdiciado su tiempo, malgastó la mitad de la energía que había
drenado de Perry. Había perdido su oportunidad de hacer las paces con Isabella;
en su lugar la había espiado como un ladrón. Y también había fallado en
encontrar a Jake, y no estaba más cerca de averiguar dónde estaba Ranjit. O lo
que le había sucedido. La adrenalina se filtró fuera de ella como agua saliendo de
una esponja. Estaba vacía, drenada y miserable.

157
Tal vez fue por eso que, muy de repente, supo que las apuestas se habían
vuelto contra ella.

¡Alguien nos está mirando!

Sí.

Cassie se quedó absolutamente inmóvil. Estelle tenía razón. Había sentido esa
fuerte sensación antes, ese conocimiento de que estaba siendo observada. ¡Antes,
cuando habían estado en Cukurcuma9! Tomando un momento para calmarse a sí
misma, respiró hondo, luego giró sobre sus talones.

Un pequeño movimiento; apenas lo suficiente para ser visto, pero alguien se


había agachado detrás de ese edificio alto al final del callejón. Cassie entrecerró
los ojos, luego corrió, apresurándose a dar vuelta en la esquina.

Nada. Nadie.

Se detuvo, respirando con dificultad, insegura. ¿Había habido alguien, o no


era nada más que su hiperactiva imaginación de nuevo?

¡Oh, deja de mentirte a ti misma, querida! Sabes cuando estás siendo observada. Lo
sabes tan bien como yo.

9
El distrito de Cukurcuma, localizado en las calles traseras de Beyoglu y a menudo llamado el SoHo de
Estambul, hospeda a más de 150 tiendas de antigüedades, poseídas generalmente por minoristas y
Levantinos, quienes han estado viviendo ahí por muchos años.
—Estelle —murmuró ella—. Estelle, ¿era él? ¿Era Ranjit?

Por un segundo Estelle se quedó en silencio, como si Cassie la hubiera tomado


por sorpresa.

Querida, oh querida, Cassandra. Tú no debes mantener este estado de negación. ¡Por


supuesto que no era él!

Cassie era consciente de las miradas que estaba atrayendo, parada ahí
hablando sola como una loca, pero estaba lo suficientemente molesta para
regañar a Estelle.

—¿Cómo lo sabrías? —dijo ella entre dientes.

158
Tuvimos una historia, su espíritu y yo, mucho antes de te unieras a nuestro pequeño
soirée10…

—Bueno, he sentido esto antes. He sido seguida, por Ranjit, y sé que sus ojos…
¡sus ojos observándome se sienten así! —Ella tomó varias respiraciones
profundas, lágrimas desesperadas picando sus ojos. Sin embargo, el espíritu era
implacable.

¡Ja! ¿Crees que no lo sé? Te equivocas, querida. Estás creyendo lo que quieres creer.

Enojada Cassie se la quitó de encima. ¿Era una ilusión, imaginar que Ranjit
estaba siguiendo sus pasos, en silencio, por alguna razón insondable pero
incapaz de dejarla sola? Parecía tan absurdamente improbable, después de todo.

Pero eso era lo que había sentido la última vez. Era el mismo fuerte cosquilleo
de anticipación temerosa que había sentido cuando Ranjit la había acechado a
través de los pasillos de una mansión de París. Había estado tan segura, cuando
cruzó esa esquina, que vería esos turbulentos y animales ojos, brillando dorados.
Ser tan optimista, y luego equivocarse tanto, fue un duro golpe para su corazón.
Y esto vino junto con la horrible comprensión de que ella estaba tan sola, que
echaba de menos a Isabella locamente.

10
Soirée: Fiesta de sociedad, acto social o función cinematográfica, teatral o musical que se celebra al
atardecer o por la noche
Bueno, tenía que calmarse. Así que o estaba volviéndose paranoica y
desarrollando un complejo de persecución, o alguien siniestro realmente estaba
siguiéndola. Ninguna de las opciones era un buen augurio para su vida social, o
su vida en general. Fuera lo que fuese, haría mejor en mantener su fuerza…

Un vendedor de kofte en la acera, junto a ella, la estaba mirando con nervios


visibles. Cassie se sacudió, y se las arregló para esbozar una sonrisa forzada.
Estaba inesperadamente hambrienta: el hambre insaciable que significaba que no
se había alimentado lo suficiente, o había consumido demasiada energía. El kofte
sería el más temporal de los paliativos, pero compró uno de todos modos,
rellenos con pimientos asados entre trozos de pan aceitoso. Lo mordió con tal
ferocidad que el comerciante se estremeció y fingió mirar hacia otro lado.

159
,

160
No fue como si Latín fuera su favorito o su mejor tema. Había esperado todos
esos siglos; podía manejar otros noventa minutos sin ella. Cassie no estaba de
acuerdo en esperar otro solo minuto, dejando solo un interminable doble periodo
de violento Virgil. Yusuf y Mikhail estaban muertos, y Ranjit podría ser el
siguiente. Podría ya—: ¡No! Se negaba incluso a contemplar la posibilidad. Pero
aún sin una palabra de él, Cassie ahora era persistente a que era el momento de
tomar la iniciativa.

Solo había un lugar para comenzar a mirar. Cassie fue directa a la habitación
de Ranjit, medio esperando que estuviera vacía y que tendría que apaciguarse
para merodear, pero no sería así. Cuando la puerta comenzó a abrirse a su
llamada, su respiración quedó atrapada en su garganta y su corazón saltó —
irracional como era, no pudo evitar esperar otra vez la esperanza de que vería la
cara de Ranjit —pero era Torvald otra vez.

—Cassie. —Él la miró, perplejo, pero su expresión predominante era una de


ansiedad.

—Lamento molestarte… —comenzó ella, sus palabras temblando.

Torvald levantó su mano para detenerla.

—No lo lamentes. Aún nada, me temo. ¿Supongo que no tienes…?

Cassie sacudió su cabeza, sus cejas fruncidas. Torvald retrocedió,


gesticulando.
—Mira, ¿por qué no entras? No pintas nada ahí fuera de pie.

Ella asintió. Cuando le siguió dentro y cerró la puerta, Torvald dijo:

—Él no ha estado por aquí durante en mucho tiempo.

—No lo comprendo. Quiero decir, él te habría dicho si tenía que irse lejos,
¿verdad?

—Normalmente. —Él se encogió de hombros.

Cassie tragó.

—Bueno… quiero decir, por supuesto que siempre ha sido de alguna forma

161
una ley en sí mismo, ¿verdad? Quizás estamos preocupándonos demasiado…

—Sí, pero nunca se hubiera ido durante tanto tiempo —señaló Torvald—. Y
siempre me decía cuando volvería.

Apuesto a que lo haría, pensó Cassie secamente. El hambre después de una ausencia,
pobrecito.

—¿Se lo has dicho a Sir Alric?

—Lo he intentado. No le hizo mucha gracia. Es consciente de la situación, eso


es todo lo que dijo.

Cassie se giró en un lento círculo, estudiando la habitación de los chicos,


opulenta como era. Incluso tenían una pantalla plana de TV. Torvald
seguramente conseguía buenos beneficios por alimentar a Ranjit. Se preguntó si
lo sabía.

Quizás su entrometimiento era un poco descarado, porque él dijo bastante


significativamente:

—Podría haber una prueba aquí que no haya visto. ¿Quieres comprobar unas
pocas cosas?

Ella levantó sus cejas.

—¿Has mirado en sus cosas?


—Por supuesto que lo he hecho. Nada ha desaparecido, ni su pasaporte, ni las
ropas, ni siquiera su billetera. Él solo se, de alguna manera, evaporado.

—¿Sus emails? ¿Algo así? —Cassie estaba deambulando alrededor de la


habitación ahora, tocando cosas. Algo la estaba poniendo profundamente
inquieta. Era como si pudiera sentir su presencia… y algo más también, aunque
débil. Algo familiar, ¿o alguien que conocía? Ese algo o alguien había estado aquí
y pudo sentir su anterior presencia como un fantasma. Un fantasma que podía
oler y tocar. Lo que la recordaba mucho al…

El Cuchillo.

Eso era. Tenía una conexión a ese extraño artefacto de los Elegidos, con su

162
extraña vida interior. Cuando estaba cerca, la hablaba como una voz. Bueno, esta
era el mismo tipo de sensación. Había estado aquí en algún momento, estaba casi
segura de ello.

Y no habría llegado allí por sí mismo. ¿Jake podía haber…?

—¿En qué estás pensando? —La voz de Torvald rompió sus pensamientos.

—Nada. —Nada que quieras saber, de todas formas. Cassie se giró para
enfrentarle—. ¿Dónde está el portátil de Ranjit?

—Ahí. —Torvald abrió un cajón y lo recuperó, dejándolo con respeto en el


escritorio—. No sé su contraseña, obviamente. Algo con los buzones de voz en el
sistema telefónico de la habitación. No puedo acceder a ellos.

—Déjame intentarlo. —Ella arrancó el portátil, dudó con sus dedos en las
teclas.

rangitsingh

Contraseña incorrecta.

ranjit1

Contraseña incorrecta.

academiadarke

Demasiado obvio, de todas formas. Golpeó sus uñas en el borde del portátil.
No, no podía ser.

¿Quizás?

cassandra

Bienvenido Ranjit.

Detrás suyo, Torvald tosió. Cassie retrocedió, golpeando de vuelta una ráfaga
de emociones conflictivas, luego inclinándose sobre el teclado otra vez.

No había nada siniestro que pudiera ver: nada, excepto el hecho de que ningún
email había sido descargado en años. Con una horrible sensación de muerte,
Cassie observó la lista de emails no leídos aumentando como un hechizo negro,

163
descendiendo por la pantalla. Dos de su madre. Uno de su consejero académico.
Amazon, iTunes, play.com, los temas habituales. Quince, veinte… No sabía que
se hubiera suscrito a popbitch.com, pensó con una pequeña sonrisa reacia. Más
emails llegaron: otro de su madre, ahora uno de su padre. Sus hermanos, un
email de cada uno.

Ella retrocedió la silla cuando la lista finalmente paró.

—Nada —dijo ella, aunque tenía una sensación de que había algún pero—.
Intentaré su buzón de voz.

Fue la misma historia. Afortunadamente, era la misma contraseña: la culpa se


apretó en su estómago. ¿Realmente la había anhelado tanto como Torvald
reclamaba? Poco dispuesta a creer que no había encontrado nada, se volvió a
sentar y abrió una lista de sus documentos en una ventana separada.

—¿Así que qué piensas? —Torvald sonaba impaciente.

—Espera. —La frustración y la desesperación aumentaron, descendió por la


lista de documentos. Había muchos; ¿debería abrir cada uno? Incluso si miraba
todos como tarea inocente, podría haber información útil oculta detrás del
nombre necio de un documento…

Algo llamó su atención. Se dirigió hacia él.

Encontró notas.
No tan misterioso, cuando los nombres siguieron. Pero estaba protegido con
contraseña.

Lo intentó otra vez.

cassandra

No…

Se mordió una uña. Bueno, valía la pena intentarlo. Escribió su fecha de


nacimiento.

¡Bingo!

164
Torvald estaba inclinado sobre su hombro, tenso con el interés, cuando el PDF
de un documento escaneado se cargó. Algún tipo de manuscrito, páginas y
páginas de él.

—¿Qué es eso? Parece antiguo —dijo él, su voz tensa, curiosa.

Cassie tomó una respiración.

—Sí parece, ¿verdad? Podría ser falso, por supuesto. Algo que encontró en el…

Estaba diciendo tonterías, y lo sabía. Era un documento viejo y supo


inmediatamente que era algo importante. La escritura descolorida era antigua,
pero podría fingir —y no solo eso: había símbolos, diseños, escritura antigua
similar a las imágenes que había visto antes. Y una imagen en particular que
había visto en alguna parte desde la Biblioteca de Nueva York al Arco del Triunfo
a romper la versión en su propio omoplato…

Sabía una cosa: no quería que Torvald mirara sobre su hombro mientras
descifraba el documento. Rápidamente cliqueó en el botón de imprimir y cerró
la ventana.

—¿Pero qué era eso? —Él retrocedió, decepcionado y un poco molesto.

—Yo… no sé, realmente. Podría ser algo o nada. Haré una copia y lo
averiguaré, ¿vale? Yo, ah… tengo una clase ahora —mintió ella.

Él frunció el ceño.
—Está bien. Conseguí el mensaje: esto es una cosa de los Elegidos, ¿verdad? —
Él paró durante un momento, cediendo—. Mira. ¿Prométeme que me dejarás
saber si encuentras algo? —Él dudó—. También le echo de menos, sabes.

—Por supuesto que lo haré. —Forzando lo que esperaba era una sonrisa
despreocupada, cerró el documento y enrolló la impresión, manteniéndola bien
lejos de su mirada curiosa—. Tan pronto como sepa algo. Pero no alimentemos
nuestras esperanzas, ¿eh?

Ella tenía miedo de que él fuera a retrasarla más, pero no lo hizo. Una vez fuera
de la habitación de Ranjit, con la puerta cerrada firmemente detrás suyo, corrió a
la suya. Era el momento de intentar averiguar qué demonios estaba pasando.

165
,

166
Cuando Cassie volvió y cerró la puerta detrás suyo, tomó una profunda
respiración y sacó la silla de su escritorio. Situando las páginas imprimidas en el
escritorio de madera suave, se sentó y pasó rápidamente a través de ellas,
desesperada por algunas pruebas. Las páginas eran borrosas en algunos lugares,
indescifrables en partes, pero estaba consiguiendo el punto esencial de ellas
bastante bien. Sentada en la habitación demasiado tranquila, Cassie pudo oír la
sangre corriendo en sus orejas cuando recorrió su dedo índice a través del
encabezado superior de la página.

Poderes y la Naturaleza del Elegido Más Anciano

El Elegido Más Anciano. Justo el nombre que la hizo temblar con una sensación
que era todo instinto de los Elegidos. Parecía que muy al principio los Elegidos
eran, de acuerdo con este documento, las criaturas más malvadas, y como esos
quienes le sucedieran crecerían en número, su poder había perdido el control.

Él aparentemente era el que creó el Cuchillo. Con la punta de su dedo Cassie


trazó la imagen de la página: el cuchillo, la elaborada empuñadura, la mítica
criatura que se retorcía a su alrededor. Involuntariamente hizo una mueca,
recordando al real. La mayoría parecía odiar o temer a esa cuchilla, pero Cassie
no podía evitar sentir algo excepto fascinación. Era bella, y viva, y letal. ¿Por qué
sentía semejante atracción hacia él, y qué decía eso sobre ella?

Algo más sobre el grabado del Cuchillo llamó su atención, y su respiración


quedó atrapada en su garganta. De acuerdo con el manuscrito, tenía un propósito
especial. El Cuchillo era la única cosa capaz de romper el vínculo entre el Espíritu
y el Huésped…

Solo este Cuchillo, o la Muerte en sí misma podría romper el Vínculo

Cassie estaba pasmada. Esta era la respuesta que había estado buscando
durante el comienzo del último trimestre, cuando había estado tan desesperada
por encontrar una manera de sacar el espíritu de Estelle de ella para siempre. No
estaba segura de cómo sentirse sobre el descubrimiento de que el medio podría
haber estado ciertamente bajo su nariz todo ese tiempo.

No, Cassandra, no pensemos otra vez en ese tiempo oscuro. Estamos juntas ahora,
somos fuertes…

167
Había un borde distante de nervios en la voz de Estelle, pero el creciente
asombro de Cassie fue sacándola de ese momento.

Porque parecía que el Anciano habían creado más que solo el Cuchillo.

Frotando su frente, intentando desplazar el dolor de cabeza que podría no


afrontar ahora mismo, Cassie miró el texto, leyendo y re-leyendo los detalles de
los otros artefactos —un Colgante y una Urna.

Había algo siniestramente familiar en las imágenes de ambos, como si


hubieran sido formados por el mismo material que el Cuchillo. Ella tocó el
grabado escaneado del Colgante. Estaba tallado en jade, el manuscrito se lo dijo,
pero era como ninguna otra pieza de joyería que hubiera visto jamás. Como con
el Cuchillo, estaba tallado con bestias retorcidas y rugiendo: ahí estaban, los gatos
familiares y las sirenas y las cariátides, y las criaturas menos reconocibles que
nunca había sido capaz de nombrar.

El Colgante, podría, para un hechizo de tiempo, ser usado para atraer al Espíritu de
su Huésped.

Lo cual sonaba incómodo de lo que Cassie pensaba como ‘romper’ sus poderes
—parte del espíritu de Estelle estaba encerrado fuera de ella, capaz de
invisiblemente manifestarse por sí mismo en la inexplicable habilidad que tenía
para controlar y mover y manipular con su mente solo…
Y la Urna. Cuando leyó las palabras otra vez, Cassie sintió sus ojos tan amplios
con el asombro que dolían, y tuvo que parpadear fuerte cuando estudió los
escaneos de la tinta perfecta del texto.

La Urna podría contener y preservar un Espíritu indefinidamente.

¿Por qué exactamente alguien querría contener y preservar un espíritu en


alguna parte excepto dentro del cuerpo del huésped…?

De ahí que la energía del Espíritu pudiera ser consumida. Además haría la criatura
Más Anciana el Mal más grande, y además haría que los Ancianos resolvieran que él, el
Más Anciano, debía ser derrotado y contenido.

168
Ah. Parecía que el Elegido Más Anciano tenía un hambre por más que solo la
fuerza vital de su humano común-o-jardín.

Todo era demasiado para asimilar. Si el Cuchillo no era el único resto de una
cultura perdida de los Elegidos, quizás ¿no era el Cuchillo el que había sentido
después de todo en la habitación de Ranjit? Podría haber sido cualquiera de los
otros artefactos. ¿Era posible que no fuera el Cuchillo lo que había matado a
Yusuf y lo dejó tan seco como un arenque muerto? ¿Jake podría no ser el
culpable?

Pero si no era él, ¿entonces quién?

Cassie se encogió de hombros, pasando otra página. Al menos, había buenas


noticias, pensó, aunque no pudo evitar la ironía de ser esta parte como algo
bueno, dado todo lo que había ocurrido en el trimestre pasado…

Los Ancianos habían formado un Consejo (sí, eso sonaba familiar) que era lo
bastante fuerte para derrotar al Elegido Más Anciano: él había volado, nunca fue
visto otra vez. El Consejo, reconociendo el horrible poder inherente en su
creación, había escondido los artefactos. Por alguna razón que no comprendía, el
manuscrito decía que los artefactos fueron escondidos por ningún Elegido,
drogado para olvidar lo que habían hecho y dónde estaban (eso también sonaba
familiar, pensó Cassie con un frunce).
Y los informes de los artefactos y sus lugares escondidos, como acuerdo tácito
por el Consejo —contenido en este manuscrito— fueron divididos en dos. Este
documento que Ranjit había encontrado, parecía, que era solo Una Parte…

Cassie se sentó, respirando profundamente. Sonaba loco, y solo tenía un vago


sentido en su mente. Pensar en Jake, la hizo temblar. ¿Qué había hecho con el
Cuchillo? ¿Había caído en las manos equivocadas? ¿Era por lo que Ranjit había
estado preguntando, estaba preocupado por lo que podía hacer? Ella suspiró.
Había mucho aún sin aclarar.

Pasando otra vez a través de las páginas, Cassie las estiró con sus palmas,
asombrándose por los detalles en los grabados, incluso en la reproducción del

169
láser impreso. Algo la hizo querer tocar cada uno de esos bellos dibujos, y tocar
sus equivalentes reales. Casi podía sentir la cálida suavidad del colgante de jade
cuando recorrió sus dedos a través de la página. Y entonces, con un corazón
pesado, pasó a la página final, dónde el elegante y apenas descifrable escrito
estaba.

Sí, el Cuchillo había sido escondido en Angkor Wat, Camboya; podía divisar
bastante de la descripción, aunque el lugar no era nombrado. Aunque el lugar
del escondite del Colgante era nombrado.

Bizancio

Bizancio. El cual luego se convirtió en Constantinopla. El cual luego se


convirtió en… Estambul. Había sido escondido justo aquí, en esa bella ciudad.
No había ninguna indicación del dónde exactamente fue escondido; solo un
boceto de un símbolo, diferente a la marca familiar de los Elegidos, bajo el cual el
Colgante aparentemente estaba.

Pero una cosa era bastante clara para ella: Ranjit había encontrado este
manuscrito, lo escaneó, y fue a buscar el Colgante.

¿Pero por qué? ¿Y qué le había ocurrido? ¿Quizás la otra parte del manuscrito
explicaba más?

Cassie sabía que no podía hablar con Sir Alric sobre todo esto. Lo sabía muy
claramente. Ella no iba a ser quién metiera a Ranjit en problemas. Solo tendría
que taparle…
De alguna manera.

Aunque necesitaba ayuda, y había solo una persona ahora quién estaría de
acuerdo, en quien ella ‘casi’ había confiado. Sacó su teléfono, marcó el número
de Richard.

—¿Richard? Hey. Soy Cassie.

—Como fallaría en reconocer ese melodioso tono, bella. Pero suenas tensa.
¿Hay algo con lo que pueda, uh, ayudar?

Ella prácticamente podía oír su sonrisa a través del receptor, pero tenía que
ignorarlo.

170
—Mira, he encontrado algo. ¿Crees que podrías venir?

Él estaba llamando a su puerta minutos después de su llamada.

—Esta es una invitación que no puedo rechazar. ¿Cuál es el misterio, entonces?

—Mira esto. —Ella le arrastró al escritorio, le sentó, y le animó a mirar las


páginas ante él—. Mira eso.

Inclinándose más cerca de ella, Cassie sintió la culpa brillando a través de ella
junto con la electricidad de la atracción. Ahora seguramente no era el momento
—no con la situación en la que Ranjit parecía estar más y más metido con cada
momento que pasaba.

Richard echó un vistazo al texto, rápidamente pasando las páginas,


ocasionalmente dudando sobre una palabra oscurecida. Le llevó quizás diez
minutos leerlo entero.

—Eso seguramente aclara muchas cosas. —Sacudiendo su cabeza, se reclinó


hacia atrás, tocando los papeles casi con respeto—. Keiko encontró ese cuchillo
en Angkor Wat. Lo recuerdo muy bien. Era algo que sintió. Estaba segura de que
había algo allí, en uno de los viejos templos, pero no sabía qué; estaba
obsesionada con rastrearlo. Y lo hizo. ¿Y sabes qué? Nunca fue la misma…

Cassie le observó pensativamente.

—¿Quieres decir que no siempre fue una loca bruja homicida?


Richard rio.

—Una loca bruja, siempre. Pero era como si eso se multiplicara por la noche:
la parte loca y la parte bruja. Y seguramente se volvió homicida.

—Sí, lo sé. —Cassie tembló.

—A nadie más se le permitió tocarlo. Ella era muy posesiva sobre esa cosa. Era
como si hubiera encontrado el Anillo Único.

—Hmm —murmuró Cassie, sus cejas fruncidas—. Quizás los artefactos tienen
algún extraño efecto en los Elegidos. Aunque tenía el Cuchillo, y me gustaría
pensar que no alcancé los niveles de bruja loca de comportamiento, pero…

171
Él levantó su cabeza y la estudió.

—Bueno, solo eres parte Elegida. ¿Quizás eso hace una diferencia?

—Jake ha tocado el Cuchillo, también, pero lo peor que le ocurrió, ocurrió


antes de tocarlo. O al menos, eso es lo que creía… —La respiración de Cassie se
aceleró. ¿Cómo se habían enredado sus amigos en esto? ¿Y si el Cuchillo hizo la
naturaleza vengativa de Jake incluso peor?

Richard estaba leyendo las páginas de cerca otra vez. Permaneció en silencio
durante unos pocos minutos más, ocasionalmente suspirando profundamente.
Luego mezcló los papeles en un montón pulcro, tomó una respiración, y se puso
de pies bastante rápido.

—No lo sé. Realmente no sé lo que hace todo esto. Pero, Cassie, hablando de
Keiko… Escúchame. —Él se giró.

Estaba muy cerca. Alarmantemente cerca. Cassie quería tomar un paso hacia
atrás pero encontró que no podía. Había una mirada en su cara, casi suplicando,
y él estaba mordisqueando la esquina de su labio en una manera que hizo que el
corazón de Cassie latiera. Él levanto sus manos.

Oh Dios, pensó ella. ¿Está intentando besarme otra vez? Por favor no le dejes
intentar besarme. No ahora mismo, tan confuso, tan complicado…

—Cassie, yo…
—¡Espera! —Ella levantó un dedo de advertencia a su cara, y él comenzó a
retroceder. Pero en lugar de alejarse, su cuerpo se hizo cargo. En lugar de alejarse
de él, se encontró agarrando su cabeza con las dos manos, empujándole hacia
ella, presionando sus labios en los de él y…

Besándole.

Richard estuvo sorprendido solo durante un momento; luego estaba


respondiendo con entusiasmo, profundizando el beso. Ella movió su lengua para
encontrar la de él, y él dio un pequeño gemido de lujuria. No era el único, pensó
ella, empujándole incluso más cerca. Sus dedos acariciaron lentamente,
lujuriosamente a través de su sedoso pelo, respirando profundamente a través

172
de su nariz, oliendo el boscoso y cálido olor de su piel…

¡Sangriento infierno!

Apartándose, ella se tambaleó, consiguiendo respirar y su compostura otra


vez. Él parecía en el mismo estado.

—Bueno. —Ella puso una mano en su pecho, e hizo lo mejor que pudo para
que sonara una broma—. Yo, uh, creo que deberíamos… dejar esto.

Algo revoloteó a través de su cara —¿dolor, decepción?— pero entonces las


persianas se bajaron otra vez.

—Bastante justo, bella —replicó él, parpadeando. Pero no había alegría en su


voz.

Ella estaba irremediablemente sorprendida ahora, más sobre ella misma que
sobre él.

—Richard, lo siento. Um, ¿quieres decirme algo?

—Yo no. No lo siento, quiero decir. —Él sonaba animado ahora, como siempre
hacía en modo defensivo—. Y actualmente, es tarde. Dejémoslo. Deberías dormir
algo, pensar en esto luego. Llevará mucho tiempo. —Él paró y señaló las páginas
imprimidas, como si estuviera preocupado de que ella pudiera haber pensado
que quería algo más—. ¿Te veré por la mañana?
—Um, vale. —Cassie no tenía palabras cuando le observó salir de la habitación
y cerrar la puerta.

Estaba triste. Acababa de hacer algo estúpido. Algo tan increíblemente


estúpido. Aun así —¿le había leído mal completamente? Él había parecido casi
molesto, como si esto fuera más para él de lo que ella creía…

Cassie sacudió su cabeza violentamente. No podía afrontar preocuparse por


alguien más aparte de Ranjit —sentir algo por alguien más.

Tenía que enfocarse.

¿Qué había estado buscando Ranjit? Quizás debería dormir algo y esto tendría

173
más sentido por la mañana. Pero, volviendo a las páginas que detallaban los
artefactos, los miró una vez más.

El Colgante podría, para un hechizo de tiempo, arrastrar al Espíritu de su Huésped.

Oh. Dios.

Ella pasó una página de papel.

El Cuchillo podría Cortar la conexión entre Espíritu y Huésped. Solo este Cuchillo, o
la muerte en sí misma, podría romper el Vínculo.

Cassie parpadeó. ¿Qué le había dicho Ranjit, al comienzo del trimestre?

Conozco una manera para que estemos juntos. ¡Estaremos juntos, te lo


prometo!

Eso no tenía que significar algo siniestro. No lo hacía. Pero era más que eso.
Algo más estaba en el borde de su mente, algo que no quería recordar, sino algo
que tenía que hacer. ¡Vamos, Cassie! Tiró de su pelo, intentando liberar el
recuerdo. Y entonces, recordó.

La última llamada híper frenética de Ranjit.

Sé cómo, ahora. Cómo curar viejas heridas.

¡ROMPER VIEJAS ATADURAS!


Un frío temblor de muerte corrió por su columna. Ranjit la había preguntado
por el Cuchillo. Y el símbolo que había fotografiado en la Hagia Sophia: casi
estaba segura de que tenía una diferente similitud a ese grabado del símbolo bajo
el cual supuestamente estaba el Colgante. ¿Lo había encontrado, entonces?

Todo al mismo tiempo, la golpeó. Ella sabía, muy de repente y


enfermizamente, lo que había echado de menos del estudio de Sir Alric ese día.
Darke había estado muy distraído, muy nervioso, y había puesto su propia
oficina patas arriba buscando algo. Sí, algo se había perdido. Esa pálida,
ornamentada vasija de jade, la que había reflejado la luz tan hermosamente. ¿Una
vasija? No.

174
La Urna.

Sir Alric debía haber encontrado la Urna, y ¿dónde mejor para esconderla que
a plena vista? Cassie tragó fuerte. La Urna, la cual podía contener y preservar a
un espíritu indefinidamente…

Cassandra, ¡NO! No puede ser… Absolutamente no. ¡Debemos alejarnos AHORA!

—Romper viejas ataduras… —susurró Cassie, la sorpresa haciendo que su voz


temblara—. Oh Dios mío, Ranjit. —Ella cerró sus ojos, el miedo excitante en sus
huesos. ¿Qué estás planeando?

¿Qué has hecho?


,

175
Cassie era buena en esto. Y debería serlo. Desde que era la acechadora
sonámbula de Cranlake Crescent, se había deslizado natural y fácilmente en el
mismo rol en la Academia Darke. Sí, escabullirse por la escuela. ¿Por qué no? En
silencio y sola, merodeó por los pasillos una vez más. Aunque nunca estaba
completamente sola, por supuesto. El desacuerdo de Estelle era casi imposible de
ignorar para Cassie, pero lo estaba intentando en su mejor nivel.

Cassandra, debes escucharme. Esto es un error de proporciones magníficas. Debemos


permanecer tan lejos de este complot como podamos… él quiere separarnos… ¡Cassandra,
por favor…!

Cassie tomó una profunda respiración y alejó la voz del espíritu tan lejos en
su mente como pudo. No había manera de que volviera atrás. Si esto funcionaba
bien, si Ranjit hubiera descodificado el manuscrito de los Elegidos, o al menos
parte de él, y estaba intentando localizar los artefactos, entonces no había duda
de que Sir Alric Darke lo había averiguado todo por ahora. Ella no tenía elección:
tenía que buscar en su oficina, intentarlo y averiguar lo que él sabía, cuán cerca
estaba de Ranjit.

No había ningún otro movimiento cuando Cassie se arrastró a lo largo de los


oscurecidos pasillos o esquivó las sombras de las lámparas de filigranas. Incluso
Marat estaba tumbado, quizás satisfecho con un cadáver por ahora y sin la
necesidad de intriga o espionaje. Fuera de la oficina de Sir Alric, Cassie paró, los
oídos alerta por algún sonido. Cerca, solo había el ronroneo de un gato en el
jardín, el aterrador chillido de un ratón, y lejos en la distancia los sonidos del
tráfico de la ciudad y las bocinas y la música lejana, acumulándose a través del
tranquilo del Bósforo.

La puerta estaba cerrada, por supuesto. Esta vez no podía forzar la cerradura,
sin tener una horquilla de oro prestada de Isabella como había tenido en las
ocasiones anteriores, pero no era un problema ahora. A pesar de las incesantes
protestas de Estelle, sintió bastante confianza en su habilidad para controlar el
poder raro e invisible que había adquirido con su ceremonia de iniciación rota.
Era bastante directo enfocarse en la cerradura, sentir el mecanismo del agujero
de la llave comenzando a cambiar, brillando a través del rojo filtro de su visión.
Curiosamente, estiró una mano, pero eso no fue necesario —podía sentir el

176
incandescente calor de la cerradura en sus dedos, punzando en su piel.
Cerrándolas en puños y concentrándose más fuerte, la cerradura se abrió con un
sonido satisfecho.

Sonriendo, Cassie abrió la puerta. La oficina estaba en semi-oscuridad, pero


había la luz de la luna, y se movió rápidamente a través de la habitación para
encender esa bonita lámpara del escritorio. Dejando el rojo caer de sus ojos
cuando se ajustaron a la tenue luz, ella giró en un lento círculo, examinando la
sala.

No era como si fuera a robar algo —no tomaría nada a lo que no tenía
derecho— pero viendo que él no les estaba diciendo nada a los Elegidos, tendría
que averiguar las cosas por sí misma. Tenía el sentido del honor, después de todo.
A diferencia de Sir Alric Darke, pensó amargamente.

Pero él te protegió, te salvó del Consejo, susurró una pequeña voz interior que no
era la de Estelle. ¿Quizás había una razón para que él escondiera las cosas?

Esa era su conciencia, presumiblemente. Cassie eligió ignorarla. No puedes


afrontar nada más, pensó ella. En su lugar se puso de pie en el centro de la sala,
mirando alrededor como si sus ojos pudieran perforar un agujero en la pared.
¿Quizás debería intentarlo? No. Tenía que hacer esto a la vieja usanza. Comenzó
a buscar a través de los cajones y los armarios.

Su búsqueda era metódica, sistemática. Cuando terminó con la mayoría de


lugares obvios, comenzó a sacar libros de las estanterías, uno por uno. Estaba en
la tercera estantería cuando lo sintió.

—¡Au!

Era como eléctrico, la pequeña descarga de poder que surgió en su dedo.


Cassie saltó hacia atrás, sobresaltada, luego levantó la mano a ese punto en la
estantería otra vez, pasó su dedo a lo largo de los lomos hasta que sintió esa
pequeña descarga una vez más.

La excitación se levantó dentro de ella, mezclándose con la agitación, sacó los


libros de la estantería y los apiló en el suelo. Allí, detrás de ellos, una pequeña
caja de seguridad estaba en la pared.

177
Guau, estaba haciendo bien esto.

No, Cassandra, no debemos…

—Sí, Estelle —murmuró Cassie, concentrándose fuerte. Era el momento para


trabajar esta vez en manipular los mecanismos de la caja de seguridad, y cuando
colgó abierta la pesada puerta y alcanzó el interior, encontró que la cavidad era
bastante profunda. Lo bastante profunda para contener una carpeta de cuero
verde, vieja y raída, con ese símbolo familiar de los Elegidos grabado en oro en su
cubierta.

Fascinada, acarició la cubierta, luego se sentó en la silla de Sir Alric y lo dejó


en su escritorio debajo del brillo de la lámpara ornamentada.

Con una profunda respiración, lo abrió, y luego se congeló.

Estas no eran las delgadas páginas imprimidas con láser; este era el manuscrito
original. Darke no solo tenía las páginas que había encontrado en el ordenador
de Ranjit —y las ilustraciones estaban tintadas en bellos colores, los grabados en
el original incluso más elaborados y bellos —sino que tenía la segunda mitad del
manuscrito, también. Cassie tragó fuerte, y luego rápidamente comenzó a leer.

Aquí estaban las cosas que no habían sido explicadas. Por supuesto, los
Ancianos habían escondido las dos partes por separado, temiendo tanto que los
artefactos fueran encontrados. Una precaución razonable, pero bastante inútil en
los días de los archivos informatizados e información instantáneamente
accesible. Podrían haber sido inteligentes, esos Ancianos, pero no habían previsto
Internet… Cassie no pudo evitar sonreír amargamente. El manuscrito nunca
podría haber sido encontrado por un historiador buscando ordinariamente,
apostaba su vida en eso, pero un Elegido moderno, técnicamente capacitado,
¿quién sabía qué estaba buscando? Difícilmente un problema después de todo.

Cassie levantó las atadas páginas delicadamente, dejando cada una con
cuidado. Sí, aquí en la segunda parte del manuscrito estaba la localización precisa
del Colgante: una basílica en la Hagia Sophia. Que Ranjit tuviera solo la primera
parte del documento obviamente significaba que no sabía su localización; podía
estar buscando por todo Estambul el símbolo que era mencionado en su parte del
manuscrito, y quizás hubiera sido simplemente suerte que hubiera divisado el
emblema tallado ese día en su viaje escolar. En cualquier caso, Ranjit debió haber,

178
en algún momento, tenido la primera parte original en su posesión. ¿Cómo sino
podría haber escaneado las páginas y guardarlas en su ordenador? Podría haber
sido misterioso pero Ranjit también era fieramente inteligente. Los escaneos
debían haber sido una precaución. En caso… en caso de que alguien como Sir
Alric viniera a husmear alrededor y los tomara…

Ese pequeño placer de Ranjit estando un paso por delante de Darke murió casi
inmediatamente. La mente de Cassie giró. Si Sir Alric tenía todo el manuscrito,
ambas partes, entonces siempre era posible que también llegara al Colgante
primero.

—¿Quizás Ranjit llegó demasiado tarde? —murmuró Cassie, medio esperando


pero no creyéndolo completamente. Miró a la nueva página que había pasado,
tan suave y amarillenta por los años. Cuando sus ojos miraron al escrito, su
corazón cayó en picado a las lejanas profundidades de su pecho.

—Oh, Ranjit. Oh, Dios mío —susurró ella.

Estos artefactos nunca deben ser buscados activamente por los Elegidos, no sea que lo
peor de su naturaleza sea sacada del descubridor. El primero de nuestra especie una vez
más pondrá sus manos en esos artículos y enfrentará un resultado devastador.

—Estos artefactos nunca deben ser buscados activamente… —Cassie no pudo


evitar leer las palabras en alto, sus ojos abiertos de par en par con horror.

¿Lo peor de su naturaleza?


Ella sintió sus dedos tensos con rabia y miedo cuando comenzó con los
detalles. Por supuesto, eso tendría que ser el primer contacto; después de que
fueran dejados seguros una vez más. Después de todo, los Ancianos
probablemente querían de vuelta los artefactos, ¿verdad? Tendrían que ser
capaces de tocar los artefactos por sí mismos, una vez el pobre ladrón ignorante
hubiera perdido sus mármoles…

Cassie pasó sus manos contra las páginas, casi intentando no ver la caligrafía
enmarañada. No había manera de rodearlo. La primera persona que tocara el
Colgante, el Cuchillo o la Urna cambiaría —y definitivamente no sonaba como si
fuera para mejor.

179
Eso lo explicaba todo, por supuesto. Keiko no había sido ninguna Polianna,
pero el Cuchillo la había dado un nuevo y psicopático odio y violencia. Había
estado fuera de su mente cuando intentó matar a Cassie. Eso de alguna manera
la hizo sentir incluso peor por la horrible muerte de la chica japonesa.

Apresuradamente Cassie pasó más páginas, manejando el pesado volumen


con gran cuidado. No podía evitar sentir respeto por la edad del manuscrito,
incluso cuando quería desgarrar la maldita cosa en diminutos trozos.

Y ahí estaba: la localización de la Urna. Cassie no pudo evitar tragar y empujar


la silla hacia atrás, como si pudiera distanciarse físicamente de lo que eso
significaba.

El Yucatán…

Las palabras de Patrick de hacía todas esas semanas volvieron a ella con un
horrible sobresalto.

Erik fue asesinado… en un derrumbe… siempre me pregunté qué estarían


buscando, allí fuera en Yucatán.

Pero Sir Alric nunca dijo…

Por supuesto que no lo hizo; era un proyecto secreto. Un misterioso top-secret,


un proyecto relacionado con los Elegidos, encargado solo al responsable y
honorable Erik Ragnarsson. Oh Señor. Debieron haber encontrado la Urna. Y
algo terrible le había ocurrido a Erik. Pero entonces era completamente posible
que Erik hubiera sido el primero en tocar su hallazgo. Quizás Erik había sido
maldecido en lugar de Sir Alric.

Cassie no quería pensar en eso. ¿Qué le había ocurrido? Solo él y Sir Alric
habían estado allí. Erik era un Elegido. Él había tocado la Urna, había sido
golpeado con la maldición… y ¿luego qué? Un derrumbe, y Erik murió, o eso dijo
Sir Alric. Qué derrumbe más conveniente. Oh Dios…

Sin importar cuánto intentaba Cassie no pensar en ello, sabía que un


devastador hecho era casi seguro. Que Ranjit no tenía ni idea de esto. No tenía ni
idea de lo que podría ocurrir si era el primero en tocar un artefacto.

No podía tenerlo si no había visto la otra mitad de este manuscrito. Ranjit

180
había ido muy probablemente ciegamente en la búsqueda del Colgante,
pensando que podría salvar su relación con ella, sin una prueba sobre las
consecuencias. O al menos sin las consecuencias para él…

Entonces Cassie recordó la Urna perdida, de repente desapareciendo de la


oficina en la cual estaba sentada ahora. Había una oportunidad de que Ranjit
fuera quién la tomó, pero el sacrificio de Erik debía significar que la Urna estaba
segura al tacto. El Colgante, de alguna manera, era una historia diferente.

Y ahora Ranjit había desaparecido.

¿Sir Alric podía haber estado usándole también? Pero ¿qué pasaba con los
otros —Mikhail, Yusuf? ¿Qué estaba escondiendo? ¿Era su mención de Jake solo
una diversión, una manera de lanzarla fuera del olor?

La respiración de Cassie se hizo más irregular cuando el horror de todas las


posibilidades comenzaron a asaltar su mente. Tenía que salir de allí, y rápido.
Cubriendo su rastro como mejor pudo, Cassie volvió a colocar el manuscrito, giró
el dial de la cerradura en la caja y colocó los libros en la estantería, su cabeza
girando.

Debemos tener gran cuidado, querida… por favor, por favor se razonable… no hay
nada que podamos hacer… no debemos continuar persiguiendo esto… ¡POR FAVOR!

Quizás no había nada que pudiera hacer, pensó Cassie. Pero si había alguna
oportunidad de que Ranjit aún estuviera vivo, tenía que encontrarlo. Tenía que
intentar ayudarle.
,

181
Cuando tranquilamente cerró la puerta de la oficina, Cassie era intensamente
consciente de que realmente no quería tropezar con alguien en su camino de
vuelta a su habitación: había potencial para demasiadas preguntas torpes, y no
muchas respuestas que pudiera dar. Bordeando el siguiente pasillo tomó una
respiración, escuchando por algún paso, preparándose para hacer una carrera
por él.

Entonces la alarma de su teléfono sonó, deslizándose a través del silencio.

Jurando, Cassie hurgó en su bolsillo, casi dejando caer el teléfono cuando lo


sacó.

—Cállate —siseó salvajemente, silenciándolo al final. Apoyándose contra la


pared, intentó respirar sin una alta nota de pánico, y miró a la ID iluminado del
llamante.

Richard H-J.

Estaba mirándolo, preguntándose qué querría a esta hora de la noche, cuando


algo se movió por el rabillo de su ojo. Girando su cabeza, se quedó absolutamente
tranquila, con los sentidos en alerta.

Al final del pasillo. Alguien, allí. Se había retirado a las sombras; quizás
incluso zambullido alrededor de la esquina. ¿Marat?
No, decidió ella. La figura era demasiado ligera en sus pies, se había movido
demasiado rápido.

Pero no la mitad de rápido que ella.

Enfadada, sus sentidos crujiendo melosamente muy alerta, Cassie corrió


detrás de la sombra.

Fuera quien fuera, eran una persona en movimiento rápido. Cuando alcanzó
la esquina ya estaba corriendo a las escaleras, saltando sobre la barandilla y a
medio camino cayendo en el descansillo del primer piso. Cassie alcanzó la parte
superior de las escaleras justo cuando desaparecía en el siguiente pasillo de
dormitorios.

182
Con un gruñido saltó sobre la barandilla en persecución; sin tiempo para usar
los escalones. Corrió por el pasillo y alcanzó el borde de la sombra cuando esta
giraba alrededor de una esquina. Él no llegaría lejos. Él, ella, no llegaría lejos.
Cassie aceleró, derrapando en el siguiente pasillo, luego saltando en un salto
simple al siguiente descansillo de las escaleras. Rebotó con la pared lejana y se
volvió a poner de pies, justo a tiempo para ver a la figura entrando en un
dormitorio y cerrando la puerta —pero tranquilamente, como si creyera que
había escapado del descubrimiento.

Ella paró, sonriendo forzadamente, luego caminó hacia el dormitorio dónde la


sombra había desaparecido. Levantando un puño para llamar a la puerta, paró
de repente, y su respiración se quedó atascada en su tráquea.

ALICE PRITCHARD
Alice. Alice, quién no había compartido una habitación desde la muerte de su
compañera Keiko en el trimestre de otoño. Alice, quién ahora tenía permitido una
habitación para ella sola para el resto de su carrera escolar, a menos que deseara
compartir.

Y ahora lo hacía. Porque Isabella se había trasladado.

¿Así que quién era la sombra merodeadora? ¿Alice? ¿Isabella? Eso no tenía
sentido.
Cassie de repente se sintió enferma. Había otra persona que conocía a quién le
gustaba merodear por los pasillos de la escuela. Una persona quién contenía un
resentimiento que no se iría. Alguien más quién una vez había sido un estudiante
becario, pero ya no. Alguien quién no debería ni siquiera estar aquí…

El enfado la llenó cuando la sorpresa se drenó, Cassie golpeó en la puerta. En


menos de dos segundos, estaba abierta.

La cara de Isabella era pétrea, sus labios fruncidos. Miró a Cassie con lo que
parecía todo el desafío en su alma, y eso era mucho. Por un momento fugaz
Cassie se preguntó si conseguiría pasar incluso a la chica; luego sus ojos fueron
atraídos por una figura detrás de Isabella, y miró sobre su hombro.

183
Alto, delgaducho, el pelo rapado, y la buena mirada fría que solía usar. Él no
sonreía, pero tampoco evitó sus ojos. Una guerra de emociones se agitaron a
través de la mente de Cassie. Era inesperadamente bueno ver al chico americano,
a pesar de todo. Pero toda la decepción, las motivaciones desconocidas, el
resentimiento en su mirada…

—Lo sabía —escupió ella—. Jake Johnson.

Isabella no dijo nada, pero Cassie podía verla respirar irregularmente, y aún
bloqueaba la puerta como un guardaespaldas. No había ningún punto en intentar
jugar la carta de los Elegidos e intimidarla para entrar en su dormitorio; eso no
cortaría ningún hielo con esos dos.

Cassie hizo un gran esfuerzo para controlar su peligroso temperamento.


Después de todo, habían sido amigos una vez, y habían enfrentado mucho juntos;
fuera lo que fuera lo que había llegado entre ellos, ella se alegraba que él estuviera
bien. Extrañamente alegre, también, verle de vuelta con Isabella. Respirando
lentamente, Cassie se encogió de hombros. No quería una pelea.

—Mira —suspiró ella—, solo dime ¿qué está pasando, por favor? ¿Dónde está
Alice?

La carga de tensión pareció perderse del aire como electricidad en tierra. Con
una confrontación de cartas, Isabella pareció un poco menos segura de sí misma.
—Ha ido a Ankara durante el fin de semana. Su tío trabaja allí. Cassie, no
puedo decirte nada excepto que puedo explicar lo que…

—No —interrumpió Jake, poniendo sus manos en sus hombros y moviéndola


gentilmente a un lado—. Yo se lo diré.

Cassie le miró cuando entró en la habitación.

—¿Tienes el Cuchillo, Jake?

—¿Quién quiere saberlo? ¿Tú, o Estelle?

Ella consiguió sujetar su temperamento, suspirando profundamente.

184
—Somos la misma, Jake; acostúmbrate a ello. No has respondido a mi
pregunta. ¿Tienes el Cuchillo? ¿Ranjit ha conseguido tocarlo?

—¿Qué? —Isabella parecía perpleja.

Jake le dio a su novia una mirada recelosa y dijo apresuradamente:

—Estoy aquí por Isabella. Estoy aquí porque la quiero y no podía estar lejos,
¿vale?

Cassie le miró escépticamente.

—Cierto. ¿Así que por qué me has estado siguiendo?

—¿Cómo tú solías seguirme a mí? —respondió él—. No es asunto tuyo, Cassie.


Me alegro que Isabella haya visto la luz sobre ti.

—¡Jake, no! —protestó Isabella. Ella parecía suplicante con Cassie—. Quiero
decir: esto solo es un respiro. Cassie y yo necesitamos tiempo para nosotras
mismas, Jake, eso es todo. Mira, Cassie, lamento haberte mentido. No podía
decírtelo, y necesitaba estar con él. Tienes que comprenderlo.

Cassie tomó una profunda respiración. Eso dolía, eso era cierto, pero lo
comprendía. Además, no era como si no tuviera ningún secreto con Isabella.

—Sí. Sí, por supuesto que lo hago, Isabella. Pero ¿cómo ha estado yendo y
viniendo? Jake no debería ser capaz de entrar en la Academia.
—Encontré a alguien en la ciudad quién había copiado los pasadizos de la
Academia. —Isabella parecía un poco avergonzada—. Era más fácil de lo que
creía que sería. Alguien en el Book Bazaar lo hizo: reemplazó mi foto y mi nombre
con el de Jake, no es su nombre verdadero, obviamente. Él usó uno falso. Los
barqueros no estaban tan interesados de todas formas; tanto como vieran un pase
que no comprobarían demasiado.

—Me puse un sombrero en la cabeza cuando subí y bajé del bote —añadió
Jake—. Nadie se dio cuenta. Los otros chicos probablemente asumieron que era
un jardinero o un limpiador. —Había un tinte distinto de la vieja amargura en su
tono.

185
Isabella deslizó un brazo alrededor de su cintura.

—Cassie, debes creer que Jake no ha tenido nada que ver con esos… asesinatos
—suplicó ella.

Cassie se quedó en silencio durante un largo momento, sus pensamientos


yendo en horribles direcciones.

—Ella tiene razón —dijo Jake—. No me importa lo que pienses, pero para lo
que importa, no tuve nada que ver con esas muertes. O la desaparición de Ranjit.

—No —dijo Cassie lentamente—. Te creo.

—¿Has oído algo de él? —preguntó él—. ¿De Ranjit?

Cassie paró, intentando contener el miedo y la preocupación por cada mención


de él.

—Como tú dijiste. No es asunto tuyo.

Hubo un torpe silencio durante varios segundos, pero Cassie no se arrepintió


de haberlo dicho. Estaba pensando demasiado fuerte, preguntándose qué hacer.

—¿Se te ocurrió que el cuerpo de Ranjit no ha aparecido —preguntó


suavemente Jake—, porque es él el que está cometiendo los asesinatos?

—¿Qué? ¡Cómo te atreves! —Ella dio un abrupto paso hacia delante. Su


sorpresa a su sugerencia fue agudizada por el hecho de que, de alguna manera
muy profundo, podría haber tenido el mismo pensamiento…
—Él es malvado, Cassie. Sé cómo te sientes sobre él y lo siento, pero todo
señala a él. Con Jess, y con los otros ahora también. Mira, él te guio, consiguió
que confiaras en él, pero ¿no siempre te decepcionó cuando contaba?

Ella encontró que no podía confiar en su voz. No para responder a esa


pregunta, de todas formas. Resueltamente lo ignoró.

—Ranjit quería algo de ti —le dijo fríamente a Jake—. ¿Estás bastante seguro
de que no ha estado en contacto?

—No le he visto desde que llegué a Estambul, Cassie. Sí, sugirió una reunión,
alguna mierda sobre ofrecerme información, pero no importa porque no ocurrió.
Él no se presentó. Realmente nunca pensé que lo haría; ¿quién confía en Ranjit

186
Singh? —se buró él—. Estoy aquí por Jess, pero estoy aquí por Isabella también.

Isabella se presionó incluso más cerca de él y apretó su mano.

—No doy una mierda sobre Ranjit Singh —siguió él—. ¿Y sabes qué? Desearía
haberle visto, porque me encantaría poner mis manos sobre él. Quizás incluso
más que tú. Pero no lo hice, y no tengo nada que ver con su desaparición.

¡YO ARREGLARÉ esto! Ella no podía sacarse la voz excitada de Ranjit de su


cabeza. Cassie, ARREGLARÉ esto… sé cómo, ahora… Romper las viejas
ataduras… ¡Romper las viejas ataduras!

—Bien —dijo ella suavemente.

—¿Me crees?

—Sí. —Ella tomó una profunda respiración—. Sí. Sí, te creo.

El pitido de su teléfono la hizo saltar, y abrió los ojos tanto que Jake frunció el
ceño con curiosidad.

—¿Qué?

Parpadeando, sacó urgentemente el teléfono de su bolsillo y lo miró.

—Maldición —susurró ella rápidamente—. Richard… tuve una llamada. Lo


olvidé totalmente. Ha dejado un mensaje.
Jake se giró con una muestra de desprecio, pero Isabella la observó
ansiosamente cuando sujetó el teléfono en su oído.

—¿Cassie, qué es? ¿Qué pasa?

Cassie levantó un dedo a sus labios cuando escuchó el mensaje, pero sabía que
debería estar poniéndose pálida. Podía sentir la sangre drenándose de su cara, y
en el momento que el mensaje grabado de Richard terminó, estaba mareada. No
podía presionar el botón de desconexión, solo descendió su mano a su costado
así que aún podía oír el distante y remilgado buzón de voz:

—… para guardar, presione dos. Para borrar, presione tres…

187
—¿Cassie?

Algo estaba pegado en su garganta. Ella tosió.

—Richard. Él ha… dice que ha oído algo de Ranjit.

Jake se giró, la excitación en sus ojos.

—¡Vayamos a encontrar al pequeño bastardo! Él puede llevarnos a Ran…

—Se reunirá con él. Quiere que vaya y que me reúna con ellos. —Cassie se
sentía como si su voz saliera de alguien más.

—¿Qué? —provocó Jake—. ¿Dónde?

—Hagia Sophia. —Cassie finalmente apagó el buzón de voz con su pulgar y


frenéticamente presionó el botón de marcado rápido de Richard—. Responde.
Por favor, por favor. ¡Responde! —Su voz se estaba alzando cerca de la histeria.

Si Ranjit estaba vivo, si estaba alrededor de Hagia Sophia, entonces había una
posibilidad de que pudiera haber encontrado el Colgante antes que Sir Alric. Y si
había encontrado el Colgante antes que Sir Alric entonces podía ser… peligroso.

Parecía como si nadie estuviera respirando cuando finalmente cerró su


teléfono de un golpe, un miedo horrible tensó su garganta.

—Apagado —susurró ella—. Richard tiene su teléfono apagado. Y va a


reunirse con Ranjit. Solo.
,

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—Él estará bien. —Isabella llegó a consolar a Cassie, apoyando una mano en
su brazo, sus cejas fruncidas con confusión ante la reacción de Cassie.

—Richard siempre lo está. Él es un… un sobreviviente, ¿no?

—Él es una serpiente —gruñó Jake.

—¡No entiendo! Es algo bueno que Ranjit esté bien, ¿verdad? —exclamó
Isabella—. ¿Cassie?

—Es muy complicado de explicar. —Cassie negó con la cabeza—. Escucha,


Richard está en problemas. Serios, serios problemas. Tienes que ayudarme.

Isabella parpadeó.

—¿Desde cuándo has estado tan preocupada por Richard? Pensé que tú…

—Lo sé, lo sé, no importa todo eso. No quiero que salga lastimado. ¿Por favor
me ayudas?

—Por supuesto nosotras…

—Quiero decir, de la única manera en que puedes. —El miedo hizo que su voz
fuera dura—. Isabella, creo que voy a tener que luchar con Ranjit. Tengo que ser
lo suficientemente fuerte.

Isabella tomó una bocanada de aire, y dio un paso más cerca de Jake.
—De ninguna maldita forma —espetó él, agarrando la mano de Isabella y
tirando de ella hacia él.

—¿Preferirías ver a Richard morir? —ladró Cassie.

—No me hagas responder a eso.

—Ranjit puede estar bajo una maldición —dijo ella, con los dientes apretados,
su voz baja y peligrosa—. Hay un… un colgante. Es… especial. Si él lo ha
encontrado, puede no ser él mismo, ¿de acuerdo? ¡No va a detenerse! ¡Tengo que
ser fuerte, maldita sea! Tengo que alimentarme.

Isabella se mordió el labio, parecía vacilar, y luego dio un paso adelante, pero

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Jake tiró de ella detrás de él.

—¡No, Isabella!

La mandíbula de Cassie se apretó.

—¡Quédate fuera de esto, Jake!

—De ninguna manera. ¿Me estás tomando el pelo? ¡Por encima de mi cadáver!

Oh, no me tientes… Cassie tomó respiraciones profundas y lentas, tratando de


evitar que la habitación se volviera roja. Con los puños cerrados, dio un paso
hacia Jake, y vio su mano agarrar algo en su cinturón. La empuñadura de un
cuchillo. El Cuchillo.

Sus ojos se estrecharon y su aliento silbó entre sus dientes. Él se había


levantado la camiseta ligeramente y ella pudo ver la empuñadura claramente
ahora, presionada contra los duros músculos de su estómago. Sus criaturas
míticas estaban muertas, inmóviles, sin vida: no era más que una talla. Un
resentimiento violento surgió a través de ella.

—Eso no es tuyo —dijo ella entre dientes—. No tienes derecho sobre eso.
¡Ninguno!

—Aún corta, sin embargo —gruñó él.


Cassie no podía recordar cuándo había respirado la última vez. Ahora tomó
una gran bocanada de aire, sacudiendo la cabeza, despejando desesperadamente
su visión de su filtro color escarlata.

—No —murmuró—. No…

¡Deberíamos tomarlo, mi querida! ¡No me digas que no!

¡No! Ella soltó en su mente. ¡Cállate, Estelle!

Contrólate, Cassie… Para todas sus innumerables faltas, Sir Alric había tenido
razón en eso. Y debía. Ella debía. ¡Este era Jake, por Dios Santo!

Ella cerró los ojos con fuerza.

190
—No tenemos tiempo para esto.

Jake la miró con recelo durante mucho tiempo antes de que hablara.

—Bien. Estoy de acuerdo. —Su mano se movió un poco más lejos de la


empuñadura. Él le dio a Isabella una feroz mirada de soslayo—. Así que
aliméntate de mí.

Cassie se sorprendió.

—¿Qué?

—¡Jake, no! —exclamó Isabella.

—¿Por qué no? Tú lo has hecho, ¿verdad? Dices que es seguro. Entonces, ¿de
qué tengo que estar asustado? Si me has estado diciendo la verdad. —Él se volvió
hacia Cassie—. Lo entiendo. Tienes que ser fuerte. Así que vamos. Aliméntate de
mí.

Ella asintió con la cabeza, lentamente al principio, luego con más fuerza.

—No tengo tiempo para discutir. Tú lo harás. —Dio un paso rápido hacia él,
agarró sus brazos y volvió sus muñecas hacia arriba para enfrentarla.

—¿Podrías haber hecho eso con un poco más de tacto? —Él estaba intentando
una sonrisa irónica, pero sin mucha suerte, y estaba tan tenso que podía sentir
los nervios de punta contra sus músculos.
Ella sonrió despiadada ante su mirada nerviosa. Él la había alejado de su
presa, el mortal interfiriendo; podría condenadamente bien enfrentarlo sin
alboroto.

… Algo muy dentro de ella se acobardó y se estremeció. ¿Qué estaba


pensando?

Pero estaba demasiado hambrienta, demasiado temerosa, demasiado


desesperada como para preocuparse. Apartó a la pequeña voz de su conciencia
y apretó su agarre en las muñecas de Jake, los pulgares encontrando sus venas.
Era consciente de la respiración asustada de Isabella, sus pequeños movimientos
nerviosos cuando miró ansiosamente de Jake a Cassie y de vuelta, pero Cassie no

191
le hizo caso. Jake contuvo el aliento mientras ella se concentraba, encontraba su
vida, y comenzó a alimentarse.

Su esencia rugió en su interior. Él había estado entrenando, pensó con una


parte divertida de su mente. Era fuerte, en forma, y más que eso, tenía una
poderosa voluntad. El muchacho era determinado. Y ella estaba empapándose
de todo, su vida estremeciéndola, corriendo a través de sus venas.

Jake se tambaleó un poco. Era consciente de sus dedos apretados como bandas
de hierro alrededor de sus muñecas, sus pulgares hundiéndose fuerte en su piel.
Las venas abultadas en su sien, se recortaban contra la piel bronceada de sus
brazos, y su rostro estaba vacío por la sorpresa. Isabella estaba tirando de su
manga.

—Cassie, tienes que parar.

No. ¡No, no debemos parar! ¡Todavía no!

—¡CASSIE!

Cassie lo dejó ir con un grito de rabia. Frente a ella Jake se tambaleó


violentamente, agarrado la pared, y se enderezó.

—Mierda. —Él pudo hablar antes que Cassie.

Ella se puso rígida, dejando que la energía vital zumbara en las puntas de sus
dedos, el cuero cabelludo, las plantas de los pies.
—Tú… nunca vas… a alimentarte de mi chica de nuevo.

¿Quién lo dice? Quería gruñir. Menos mal que no podía hablar todavía.

El brazo de Jake, se dio cuenta, estaba tenso alrededor de los hombros de


Isabella. El gesto parecía protector, pero Cassie se dio cuenta de que Isabella en
realidad estaba apoyando a su novio. Él todavía estaba inestable sobre sus
piernas, se dio cuenta, un poco sorprendida ante el escalofrío de placer que le
producía eso.

—Me voy —dijo ella con desdén—. Me he quedado demasiado tiempo ya.
Gracias, Jake.

192
—¡Espera!

Ya había abierto la puerta, pero su voz tuvo la urgencia suficiente para


detenerla. Ella miró por encima de su hombro con irritación.

Jake parecía más firme, y ya el color se estaba filtrando de nuevo en su rostro.

—Voy contigo.

—No. En serio. No vendrás —suspiró ella—. Te meterás en el camino.

—Oh, supéralo. Y mientras estás en ello, supera a Ranjit. —Él la miró.

Cassie frunció el ceño.

—No vas a venir.

—Esta teoría tuya, sobre el colgante. ¿Qué es, una conjetura salvaje? —Él torció
el labio en una sonrisa cínica—. No tienes ninguna prueba, ¿verdad, Cassie?
Nada pensado. Así que Ranjit podría no estar bajo un hechizo. Solo podría estar
haciendo lo que es natural. De cualquier manera, tú no puedes manejarlo.

Cassie soltó una carcajada incrédula.

—¿Disculpa?

—Y lo digo en serio. Siempre supe que había algo malo en Ranjit, ya sea si es
alguna maldición o no. Si no está en control de sí mismo, no se contendrá de
hacerte daño. Yo podría entender que necesitaras alimentarte, estar lo mejor que
puedes estar, pero tienes que entender que necesitarás respaldo. Francamente,
incluso si sabe lo que está haciendo, no puedo imaginar por qué confiarías en él.
No es como que le importe una mierda. Estoy bastante seguro de que te mataría
tan pronto como te viera.

—¡No, él no lo haría!

—Ajá. Porque ha demostrado su amor en tantas ocasiones.

—Cállate. —Cassie enrojeció.

—Tú, por el contrario, no serás capaz de hacerle daño. No en el encuentro final.


No harás mucho más que ennegrecer un hermoso ojo suyo. —Jake sonrió de

193
nuevo, cruzando los brazos—. Sigue y dime que estoy equivocado.

Ella respiró con fuerza, sin palabras, incapaz de discutir con eso. Por fin torció
su boca en una mueca de desprecio.

—Bien, entonces vamos. Es tu funeral.

—¡Ahora solo espera un minuto! —Isabella se arrojó entre ellos—. No me


gusta tanto hablar del funeral de nadie. ¡Y vosotros dos lo mas probable es que
os lanceis el uno sobre el otro! Yo también iré.

Gimiendo, Cassie tiró de su cabello.

—¡No tengo ni un minuto más! Jake, díselo. ¡Ella no vendrá, de ninguna


manera!

—Cassie tiene razón, nena —acordó Jake—. Tú no puedes venir, no esta vez.
Por favor, no tenemos tiempo. Solo confía en mí, haz esto por mí. —Él empujó a
Isabella suave pero firmemente de nuevo a la habitación—. Te amo. —La chica
abrió la boca para discutir a todo lo alto de su considerable voz, pero esto la
detuvo. Ella asintió en silencio.

Tratando de ignorar el intercambio, Cassie se volvió y rápidamente comenzó


a alejarse de la habitación. Después de un momento, echó a correr, pero Jake
estaba en sus talones.

Ella hizo todo lo posible para escapar de él, dejarlo atrás, pero no estaba
permitiéndolo. Estaba en sus talones a través de los pasillos oscuros, por las
escaleras y saliendo por el patio. En la parte superior del gran tramo de escaleras
de entrada Cassie se detuvo y lanzó un brazo. Jake chocó con este.

—¡Uf! ¿Qué?

—Dame el Cuchillo. —Ella se volvió hacia él.

—No.

—Es mío. Es nuestro —se corrigió ella.

—A ver, hablas de esa manera y me asustas. Olvídalo, no te lo daré.

—Lo lamentarás. No tienes ni idea de cómo usarlo. Ninguna.

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—Sé más de lo que tú piensas. Y te dije, que funciona muy bien sin tus patitas
sobrenaturales en él.

A la luz de la luna se pararon unos segundos más, uno frente al otro, lívidos.
Fue Cassie, mirando su reloj, quien se apartó primero.

—No hay tiempo —espetó ella—. Ahora no. ¿Puedes puentear un motor?

—Por supuesto. —Había una sonrisa diferente en su voz, en parte, pensó ella
con amargura, por su pequeña victoria.

—Bien. Así en realidad puedes ser útil. —Ella corrió hacia el embarcadero—.
Vamos a liberar una lancha rápida.
,

195
Jake aún estaba cerca detrás de Cassie cuando salió corriendo a través de las
calles de la ciudad. Los edificios de Sultanahmet eran altos, las calles y callejones
tortuosamente serpenteantes, pero Hagia Sophia dominaba todo, iluminada
como una gigantesca joya dorada, su cúpula y minaretes se elevaban sobre las
calles de la ciudad. No podía perderlo. Cassie saltó una barandilla y corrió a
través del parque hacia ella. Constantemente era consciente del Cuchillo en la
posesión de Jake, vivo y llamándola, pero no dejaría que la distrajera.

Llegaría tarde.

Ambos frenaron cuando se acercaron a los masivos escalones, con cuidado


ahora, los sentidos en alerta. Cassie podía oír la fuerte respiración de Jake. Él se
había mantenido a su lado, seguramente, pero a pesar de todos los ejercicios aún
no podía correr tan rápido o tan lejos. Era bueno saberlo.

¡No, para, Cassie!

—¿Por dónde comenzamos? —murmuró Jake, parando a su lado para tomar


su respiración.

Cassie descansó una mano en un pilar dorado, alcanzando con sus sentidos,
intentando pensar en cada parte de ella en este lugar. ¿Sí, dónde? Debería saberlo.
Podía saberlo, si solo pudiera sentirlo…

¿Adónde iría Él, Cassandra? ¡Piensa como él, querida! ¡Debemos aprender pensar
como él!
Muy bien, pensó ella secamente, pero Ranjit podría no estar pensando
exactamente como su yo habitual. Estaba profundamente tentada a decir el
nombre de Richard, pero sabía que era una tentación que tenía que resistir. Sabía
por instinto que él no respondería, ahora no. Pero Ranjit podría.

La mezquita era enorme. Cuando caminaron en silencio a través de sus


grandes puertas arqueadas, incluso ahora Cassie estaba deslumbrada por su
espléndida belleza. Solo durante segundos, pensó. Un esplendor al que estaba
acostumbrada, ahora. Estaba impresionada, pero no intimidada. Jake, pensó: él
era diferente. Podía sentir su asombro. Positivamente apestaba a él. Dejó que una
pequeña sonrisa titilara a través de su cara.

196
—¿Oyes algo? —susurró él.

Ella se quedó tranquila, alcanzando con sus sentidos.

—Sí. Aquí no. —Se giró bruscamente hacia el suroeste—. Sígueme.

Los mausoleos estaban al lado de la mezquina, y Cassie se mantuvo en las


sombras, pero estaba corriendo ahora. No había oído tanto como lo sintió. La
tumba central era la que quería; un edificio bajo y con cúpulas con un pórtico
abovedado. En silencio y rápidamente, corrió hacia los escalones de piedra y
entró en el mausoleo.

Estaba respirando. Ocho enormes arcos, baldosas elaboradas, cubiertas de


mosaicos e inscripciones, sobrepasaban el silencioso sarcófago. La piedra y el
espacio olía a siglos, y el silencio se hacía eco con los fantasmas. Las sombras y
los fantasmas. Cassie se dio cuenta de que no estaba respirando cuando escuchó
atentamente. Con cuidado, entró. Miró, pero no a la majestuosidad de la
arquitectura.

Él estaba allí, de pie ante el sarcófago más largo.

Ranjit.

La estaba mirando directamente pero no parecía verla. Sus ojos estaban rojos
de esquina a esquina y no se movía para nada.

Al verle, después de tanto tiempo, llevó a Cassie a una parada también. Sus
puños estaban apretados tensamente, y podía ver los pelos de punta en sus
brazos, como si estuviera electrificado. A sus pies, boca abajo y apenas consciente,
estaba Richard.

Cassie se congeló, miró con horrible fascinación, cuando Jake paró muerto a
su lado. Ranjit parecía feroz y vibrantemente vivo. Se giró hacia ellos finalmente
con una sacudida en su loca cara, una insinuación de reconocimiento, y sonrió,
pero no era una agradable.

—¡Ah! ¡Esto es maravilloso! ¡Mis amigos!

—Ranjit, escúchame…

Él la interrumpió como si ella no hubiera hablado.

197
—¡Jake me ha traído el Cuchillo después de todo! ¡Lamento mucho haberme
perdido nuestro encuentro original; estaba un poco ocupado! —Él rió
salvajemente—. Sí, Cassie, tuvimos una cita, Jake y yo. Él quería saber todo sobre
Jess; yo quería el Cuchillo. Un intercambio bastante bueno, ¿no crees? Pero lo
siento, Jake. Fui inevitablemente retrasado.

—Ranjit —gritó ella, el miedo la hizo chillar—. ¡Este no eres tú!

—Ahí es dónde estás equivocada, Cassie; ¡soy yo más que nunca! ¿No lo ves?
¡He hecho todo esto por ti! Conseguir la Urna de la oficina de Sir Alric fue fácil.
Él asumió que nadie más era consciente de su poder pero… —Sus ojos se
movieron rápido, como si su mente estuviera corriendo—. El Cuchillo, bueno,
había esperado conseguirlo antes, pero aquí está ahora, no es así, amigos míos.
Pero sabía que tenía que encontrar el Colgante antes de que realmente pudiera
ayudarte, ¡y lo hice! Lo he conseguido. Te lo dije, ¿verdad? ¡Te dije que lo
arreglaría todo! Y ahora sé que estarás agradecida, Cassie. Lo sé.

¿Agradecida? ¡Cassandra, debemos irnos AHORA!

—¡Ranjit detén esto! —gritó ella, furiosa y asustada. Su voz se hizo eco sobre
las duras superficies del mausoleo.

—¡Pero les maté por ti! —gritó él—. ¡A esos quienes te metieron en este caos!
Fui a por ellos, uno por uno, a esos quienes estaban en tu ceremonia. Te forzaron
a hospedar el espíritu de Estelle. Pero está bien. Puedo sacarla de ti. ¡Puedo
sacarla, y puedo castigar a los que hicieron esto! ¡Mi regalo para ti, mi amor! ¿No
es magnífico? Mi regalo: tu vida de vuelta. Y sus vidas, ¡también te doy esas!

Cassie se tambaleó.

—¡No las quiero! —gritó ella.

Él ni siquiera estaba escuchando. En su lugar señaló a la bolsa de tela abultada


que estaba en el suelo, el pálido borde de la Urna de jade se veía por la solapa
abierta.

—Tengo las tres creaciones de los Ancianos, ahora que Jake ha venido, ahora
que me ha traído el Cuchillo. ¡Pero lo justo es justo! ¡No le privaré de nuestro

198
trato, mantendré lo que prometí! Ese no sería yo, ¿verdad, Cassie?

—¡Ranjit! ¡Nada de esto es como tú! Es la maldición, la…

—Ahora Jake puede tener sus respuestas. Y se alegrará de esto… —Gesticuló


hacia Richard, aún tumbado a los pies de Ranjit, sus ojos abiertos por el pánico.

—Ranjit. No… —dijo él, débilmente.

—… cuando te diga que fue Richard aquí quién me traicionó la noche en la


que Jess fue asesinada —continuó Ranjit, ignorando la protesta de Jake—. Y
confía en mí, fue muy deliberado.

Cassie sintió como su corazón se detenía —y Jake era como una fría piedra a
su lado. Ella ni siquiera podía oírle respirar.

Los ojos de Ranjit parecieron mirar más allá de ellos una vez más.

—Sí. Sí, Cassie, la amé una vez también, como te amo a ti ahora. Llegué
demasiado tarde, demasiado tarde para conseguirla porque esta pequeña
comadreja me retuvo mientras Keiko y Katerina la cazaban en el bosque. Para ser
honestos, Jess nunca tuvo una oportunidad. —Él se volvió a enfocar en ellos—.
Pero ahora tú la tienes, mi amor.

Cassie no era consciente de que Jake se movió, solo en un borrón que voló
pasándola hacia el sarcófago. El Cuchillo estaba en su mano y él estaba gritando,
incomprensiblemente.
La cabeza de Ranjit giró, casi imperceptiblemente, su sonrisa loca sin cambiar.
Parecía bastante despreocupado, pero como a cámara lenta Cassie vio un puño
destellando, golpeando a Jake con una gracia fluida y letal. Jake gruñó con dolor
cuando fue lanzado como una alfombra a través del suelo de la tumba, luego
golpeó un pilar. Cassie lo vio todo, lo oyó todo, como si estuviera observando
alguna pieza loca de teatro, y a través de una cortina también.

Entonces oyó el terrible crujido cuando el cráneo de Jake se rompió. Y gritó.

—¡Ranjit, NO!

Ella y Ranjit miraron el cuerpo inerte de Jake, apilado desaliñado en el suelo,


pero los ojos rojos de Ranjit no tenían ninguna expresión humana después de

199
todo. Lentamente él se giró otra vez hacia Richard, y estiró una mano. Cuando
Ranjit agarró la camisa de Richard, su pecho se arqueó, la cabeza colgando, y un
pequeño gemido salió de sus labios. Él se estaba deslizando a la inconsciencia
otra vez…

La rabia aumentó en la espina de Cassie, llenándola, y de repente los bellos


azulejos Iznik de la tumba estaban rojos-morados en su visión. Gruñendo, ella
apretó sus puños y enfocó su furia, un aura chisporroteando más allá de su
cuerpo, y lo lanzó hacia Ranjit.

Esta vez él tuvo que notarlo, la cabeza se levantó un poco demasiado tarde.
Cuando su poder le golpeó fue lanzado hacia atrás, golpeando otro pilar. Él
rugió, embistiendo otra vez hacia Richard como un animal, y Cassie le golpeó
más fuerte, lanzando a Ranjit por el aire.

Él aterrizó sobre sus pies como un tigre. Sus ojos hervían cuando se enfocaron
en ella, la loca luz con pasión y rabia.

—¿Le estás protegiendo? —La voz de Ranjit era horrible, siseando a través de
los labios fruncidos—. ¡Él es quién te metió en este caos! ¡Él es la razón de que
estemos separados! ¡Yo soy quién te ayudará, Cassie!

—Aléjate de él. ¡De ambos! —Cassie ya lo sabía, su propia voz estaba


temblando, pero con el miedo o la furia no lo sabía.

Ranjit echó su cabeza hacia atrás y soltó una horrible y aguda risa.
—¡Dios, esto es irónico! ¡Tú defendiendo a Jakey también!

—Ranjit, cálmate. —Ella lo dijo en una voz baja, desesperada por llegar a él—
. ¡Este no eres tú!

—Te lo dije, soy yo más que nunca, corazón. —Él rió otra vez, la cabeza
cayendo hacia delante cuando la miró maliciosamente, y ella vio algo
balanceándose libre de su camiseta negra. Una brillante cosa verde en una cadena
de plata.

Mirando con horror, lo miró, balanceándose gentilmente, brillando. El


amanecer estaba enviando una luz espeluznante en la casta tumba, traspasando
las sombras alrededor de los ocho arcos, y pudo ver el jade muy bien. Era un

200
simple círculo, pero se movía, liberado, vivo. Sabía que si lo miraba más de cerca
reconocería las criaturas talladas en él. Serían las mismas que vivían y se retorcían
en la empuñadura del Cuchillo en la mano inerte de Jake. Las mismas que había
visto en el grabado en el manuscrito.

—Ranjit —suplicó ella, las lágrimas deslizándose por sus mejillas—. El


Colgante. Es el Colgante.

—Sí —siseó él—. El de jade. Es perfecto. Ahora déjame terminar, déjame


completar mi regalo.

—¡Detenlo, Ranjit! ¡Tú has… has matado a suficientes personas ya aquí!

—Sí por supuesto, para que no lo olvidemos, también está Jessica. —Él le dio
una patada desdeñosa al cuerpo de Jake—. ¡Querida Jessica!

—No —susurró Cassie.

—Sí —dijo bruscamente él, sus ojos rojos ardían en los de ella—. No la dejé
seca, por supuesto. Pero me quedé lo bastante lejos para dejar que los otros lo
hicieran. La dejé allí, la dejé morir. Soy bueno en eso, Cassandra. Soy bueno en
eso. Como me dijiste. Pero ahora… Ahora estoy haciendo estoy por ti, ¿no lo ves?

Ella cerró sus ojos brevemente, luchando por controlarse.

—¿Me oíste? ¿Oíste por qué murió gritando? Era yo… ¡pero era él también! —
Esta vez fueron las costillas de Richard las que pateó—. Pequeño cretino
inteligente, charlando y haciendo tiempo mientras Jessica se estaba muriendo.
Bueno, ¿por qué no? Ella era solo una mortal. —Ranjit rió amargamente otra vez.

—¡Ranjit, quítate el Colgante!

—No en tu vida. —Sonrió él—. O en la suya.

Él agarró en el aire a Richard, y esta vez todo el cuerpo del chico flotó hacia él.
Ya parecía seco y vacío, las venas se veían, la vida casi agotada. ¿Cómo estaba
haciendo eso…? No podía, ¿verdad?

Pero lo hacía… Estaba proyectando su espíritu.

El Colgante le estaba permitiendo sacar su espíritu, como hacía dicho el

201
manuscrito. Podía controlarlo, proyectarlo, usar sus poderes justo como Cassie
podía con Est…

No más charla, no más tiempo. Con un grito de furia Cassie lanzó su propio
poder hacia Ranjit otra vez, esta vez con absolutamente toda su fuerza
recientemente alimentada. Él fue lanzado hacia atrás, patinando en el suelo, pero
giró y saltó como si ella apenas le hubiera arañado.

—No me hagas esto, Cassie. —Pero voló hacia ella.

Ella sintió su peso completo golpeándola, tirándola sobre su espalda, antes de


que estuviera cerca de ella. Antes de que pudiera recuperarse del golpe, estaba a
su lado, su puño golpeando su intestino, haciéndola doblarse de dolor. Agarró
su garganta.

Recuperándose, luchó y rugió, luchando para alejarle, golpeando ciegamente


con su poder proyectado. Débilmente oyó los jadeos y los gritos de dolor cuando
le golpeó otra vez, pero entonces estaba recuperado y fue a por ella otra vez. Sus
dedos se cerraron alrededor de su cuello, y juntos cayeron hacia atrás.

¡Déjame entrar! ¡Él quiere separarnos, quiere matarme!

El grito de Estelle estaba afectado por el pánico.

¡Cassandra! ¡Tú morirás y yo también!

De ninguna manera. De ninguna…


¡CHICA EGOÍSTA! ¡Él quiere SEPARARNOS! ¡O MATARNOS!

Luchar contra dos no estaba ayudando —especialmente cuando Cassie no


podía evitar sentir la pasión consumidora y abrumadora incluso cuando
intercambiaban golpes…

Arañando su cara con sus uñas, Cassie golpeó una y otra vez a su cabeza y su
pecho, pero él era demasiado fuerte. Su puño alcanzó su estómago otra vez, y
cuando ella gruñó y se dobló, él golpeó el lateral de su cara, tirándola hacia atrás.
Antes de que pudiera volver a ponerse de pies estaba encima de ella, agarrando
su pelo, retorciendo su cabeza hacia atrás, girándola sobre su costado y luego su
estómago. Su rodilla fue dura entre sus omóplatos, sujetándola cuando agarró su

202
cabeza, y supo a través de una película de dolor que él estaba por romperla el
cuello. Podría amarla, pero estaba loco. Loco. Su retorcido amor no le detendría
de matarla.

Ella se quedó inerte de repente, así que él perdió el equilibrio


momentáneamente, luego se retorció y pateó libre, y golpeó un pie en su pecho.
Con un grito de furia, él cayó hacia atrás.

¡AHORA! ¡DÉJAME ENTRAR! ¡DÉJAME ESTAR COMPLETA, LUEGO


PODREMOS DERROTARLE!

¡NO!

Él saltó para ponerse de pies. Rodearon cautelosamente la tumba octogonal,


mirándose mutuamente, pero la respiración de Cassie salía en cortos jadeos
ahora, y él era frío, sereno, su sonrisa ampliada. A ella no le quedaba mucho.
Tendría que ser más precisa.

¡MÁTALE! ¡TIENES QUE MATARLE O MORIREMOS!

Algún cambio de corazón desde el último trimestre, Estelle, se las arregló para
pensar —justo cuando se dio cuenta con horror, que las palabras del espíritu eran
no obstante verdad.

Invocando cada última tira de su poder, Cassie sintió su cara retorcerse en un


gruñido sin sonido de implacable furia, y la fuerza fusionada en sus manos.
Retorciéndolas en el delgado aire, sintió la garganta de Ranjit. Y apretó.
Él tropezó, cayó sobre una rodilla, una mirada de sorpresa en sus ojos
abultados y escarlatas. Forzadamente dejó caer sus manos a sus costados, pero
no aflojó la fuerza en su cuello. Tenía el enfoque ahora. Lo mantenía. Tenía que
mantenerlo.

Su bella cara estaba amoratada e hinchada, sus labios retraídos de sus dientes
cuando sus dedos golpearon su garganta. Él hizo una mueca de agonía,
succionando aire que no podía conseguir.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, emborronando su roja visión, pero no


soltó.

Más tenso. Más fuerte. Enfocó su fuerza, aplastando su cuello, sin dejarle

203
recuperarse lo suficiente para devolver el golpe. Un horrible sonido salió de la
garganta de Ranjit, y estaba sobre sus dos rodillas ahora, cayendo hacia delante.

Algo colgó hacia delante otra vez, brillando malévolamente en el pálido


amanecer. Las retorcidas criaturas de jade, frenéticas ahora, liberándose como si
fueran ellas a las que estuviera ahogando.

Con lo último de su fuerza él retorció su cara hacia la de ella. Era completo


odio, lleno de furia, lleno de frustrada lujuria de sangre, pero era la cara de Ranjit.

La de Ranjit.

Oh, Dios, ¿qué estaba haciendo?

Con un estremecimiento liberó su garganta, pero en el mismo movimiento


soltó la incorpórea fuerza alrededor de la cadena de plata, tirando fuerte. Ranjit
gorjeó cuando saltó hacia un lado en el suelo de piedra.

Estaba golpeado. Levantando el Colgante con su poder, él arrastró su cabeza


tranquilamente una vez más retorcida hacia ella, y ella estaba colgándole de la
cosa, apretó los dientes y tiró de la cadena.

Ranjit cayó al suelo. Pero el Colgante voló, golpeando el sarcófago más


cercano, repiqueteando en el suelo con su cadena rota serpenteando alrededor.

Y luego hubo silencio.


,

204
Cassie comenzó a temblar, sus manos en su boca. No se atrevió a mirar a
ninguno de los tres cuerpos inmóviles, así que caminó dudosamente más cerca
del Colgante de jade.

Aun brillando débilmente, con una luz verde fantasmagórica, pero las
criaturas estaban congeladas en el lugar, sin movimiento. Cautelosamente
caminó a su alrededor y se acercó al sarcófago más cercano. La superficie del jade
parecía tan suave y tocable; sus dedos se flexionaron hacia él, pero entonces
levantó su mano a su boca y se mordió los nudillos.

—¿Cassie…?

Ella se giró. El susurro era aturdido y sacudido. Vio a Ranjit medio sentado,
frotando su cuello amoratado. Su corazón latió, y no pudo reprimir un llanto de
alivio. Lo supo instantáneamente. Era él mismo otra vez. Era Ranjit otra vez.

Ella cayó de rodillas a su lado, llorando.

—Lo siento, lo siento mucho.

—Tú hiciste… no me importaba… —Él agarró su cabeza, sacudiéndola, y


susurrando otra vez, tan bajo que tuvo que acercarse más a él para oírlo.
Pequeños impulsos eléctricos chisporrotearon entre su piel y la de ella. Apoyó su
cara contra su cabeza ensangrentada, y puso sus brazos alrededor de sus
temblorosos hombros.
Fueran cuales fueran las circunstancias, se sentía bien tocarle otra vez.

—Oh, Dios. —Él apenas era audible, y no respondió a su toque—. Cassie. ¿Qué
he hecho?

—Está bien. Está bien.

—No. No lo está.

Ella tragó. De alguna forma no se la había ocurrido que él pudiera recordarlo


todo, recordar cualquier cosa…

—Lo siento —graznó él. Intentó levantar su cabeza para mirar a Richard y a
Jake, pero Cassie le sujetó fieramente, no dejándole verles.

205
—Te digo que está bien. Fue el Colgante. El Colgante, estaba maldito, te hizo…
—Ella se apagó y besó su pelo, pero él se encogió lejos.

Él soltó una irregular respiración, sacudiendo su cabeza violentamente.

—No podía haber ocurrido sin mí buscándolo, sin mí haciéndolo. Los


asesinatos. En alguna parte profundo, esa debió haber sido mi idea. Debió haber
salido de mí.

Ella no podía pensar en nada que decir, así que le abrazó más fuerte.
Probablemente era cierto. Él —y su espíritu. Era fuerte, pero era oscuro. Una
personalidad enfrentada, había dicho una vez.

Un sonido, arrastrándose más cerca, difícil de reconocer al principio. Ella se


giró hacia él, estirando sus orejas desesperadamente. ¿Eso era un coche? No, un
coche no. ¿Podía ser una moto acuática, fuera en la tranquila noche del Bósforo?
Sí. Venía de la dirección de la Academia, el sonido viajando a través del agua
tranquila; sus sentidos aún erizados con el poder, Cassie lo supo con seguridad.
Aún era distante, pero se estaba acercando más a la orilla.

Ranjit debió haberlo oído también. Se puso rígido en sus brazos, luego se puso
de pie de un salto, alejándola.

—¿Quién es?
—Debe ser Isabella. Pero no puede conducir un bote, me dijo eso en las
vacaciones. Apuesto a que fue a por Sir Alric. —Ella prácticamente escupió su
nombre.

—Entonces tengo que irme.

—¡Ranjit, espera! —Ella puso sus manos contra su cara. Aún estaba pálido,
retorcida por la incredulidad, aunque no rojos ya, estaban vidriosos con horror.

—Por favor, Cassie. No quería que esto ocurriera. ¡Nada de esto! —Agarrando
sus manos las bajó por su cara y las besó—. ¡Dile eso!

—¡Díselo tú mismo! —A pesar de todo, Cassie tembló al toque de sus labios.

206
Se inclinó rápidamente y besó su cara—. Ranjit, Sir Alric lo comprenderá mejor
que nadie. Él sabrá lo del Colgante, sabrá qué hacer. Él…

—¡No! No puedo quedarme aquí. He matado… —Él jadeó en una respiración


cuando eso le golpeó otra vez. Mirando a Richard y a Jake, él retrocedió,
sacudiendo su cabeza.

Cassie le siguió, la desesperación enviando lágrimas punzantes a sus ojos.

—Por favor —susurró ella. Atrapó su mano—. Por favor quédate, y lo


arreglaremos.

Pasos, pasos corriendo, y gritos distantes. Ranjit levantó la mirada, aterrado,


luego giró hacia ella y atrapó su cara entre sus manos otra vez, mirándola a los
ojos con feroz amor.

—¡Eso es lo que quiero hacer, arreglarlo! Quiero arreglarlo todo, hacerlo mejor
entre nosotros, eso es todo. Si no fueras una Elegida, si el espíritu no estuviera,
entonces podríamos estar juntos, ¿lo ves?

—Ranjit, ¿cómo piensas hacer eso? —Ella tocó sus mejillas, el puente de su
nariz, sus labios—. Sir Alric fue quién dijo que no podemos estar juntos. Estuviste
de acuerdo. No hay nada más que nos mantenga separados.

—Sí, lo hay, y lo sabes. Nuestros espíritus, el conflicto entre ellos. Ellos son lo
que nos mantienen separados. Pero el espíritu de Estelle, al no estar
completamente unida contigo, creía… El Colgante, puede sacar el poder del
espíritu; el Cuchillo puede dividir al espíritu de su huésped; la Urna puede
contenerlo. ¡Quiero sacarla de ti!

¡NO! Chico malvado, chico malvado…

Cassie la sacudió lejos.

—Curar las heridas, romper las viejas ataduras. Lo sé. Lo comprendo. Mira,
no querías causarles daño, tú…

—Pero lo hice.

—Pero siempre me dijiste que el espíritu tenía derecho a vivir. ¡Si la sacas de
mí, ella podría morir, Ranjit!

207
—Creía… Oh, Dios sabe qué creía. ¿Sabes qué? No me importa. Si el espíritu
de Estelle muere, que así sea. ¡Solo te quiero de vuelta, Cassie! Quiero que seas
libre, como tú querías ser. No elegiste esto. Yo solo… ¡solo te quiero de vuelta!

Había lágrimas en los ojos de Cassie otra vez, y no pudo responder.

¡Él ME hará daño! ¡Mátale, mátale, mátale!

Ella no reaccionó a los gritos del espíritu en su cabeza. Era demasiado


importante enfocarse en él, mantenerle aquí, hacer que se quedara.

—Ranjit…

—Tengo que irme.

—No —dijo Cassie débilmente—. No…

Abruptamente, Ranjit, tiró de su cara hacia la suya, y la besó en los labios.


Cassie le abrazó más fieramente, intentando sujetarle allí. Eso no era bueno. Él se
forzó para alejarse de ella, y ella vio que había lágrimas en sus ojos también.

—Quédate —susurró ella.

—Te quiero, Cassie.

Y entonces él recogió su bolsa, y desapareció en las sombras.


,

208
Los pasos estaban en los escalones de piedra en el pórtico ahora, Cassie podía
oírlos. Dos personas, corriendo. Gritando su nombre. Gritando el de Ranjit. Y el
de Jake… Era Isabella. Su suposición había sido correcta. Isabella y Sir Alric.
Cassie sintió un destello de rabia furiosa hacia el director de la Academia: todo
esto era culpa suya. ¡Podía haber detenido todo!

Rápidamente se giró hacia el Colgante una vez más. Verde perlado, aún allí,
un brillo tóxico contra las antiguas piedras. Agachándose, lo alcanzó, y cuando
sus dedos se acercaron vio que las criaturas comenzaron a revolverse. Una sirena
con colmillos bostezó, una serpiente enrollada se desenredó, un leopardo se
estiró…

—¡NO LO TOQUES!

Ella se sacudió alrededor, tropezando al ponerse derecha. Sir Alric estaba de


pie debajo del primer arco, un maletín de cuero en una mano, mirando con horror
la escena. Detrás de él, Isabella empujó para pasar, casi ligera en su prisa para
llegar a Jake. Cayó de rodillas a su lado con un grito, cuando Sir Alric caminó a
hacia Richard y se arrodilló a su lado, tocando el pulso en su garganta. Cassie
sintió su propio corazón latiendo locamente.

—¡Que alguien me ayude, por favor! —gritó Isabella—. ¡Que alguien ayude a
Jake!

—Sir Alric, por favor —le urgió Cassie.


Sir Alric levantó su cabeza, y miró bastante inexpresivamente a Isabella y a
Jake.

—Tranquila —dijo él finalmente—. A su momento —murmuró para sí mismo.

Abriendo su maletín, Sir Alric sacó una bonita caja familiar y delicada, y una
jeringa disponible estándar. Las Lágrimas de los Elegidos, se dio cuenta Cassie,
parpadeando con reconocimiento.

Cassie se agachó a su lado cuando él quitó la tapa de la jeringa con sus dientes
y subió la manga de Richard.

—¿Estarán bien?

209
Él no se molestó en responder, simplemente encontró una vena en el interior
del codo de Richard y sumergió la jeringuilla. Él apenas la liberó cuando Richard
succionó una fuerte respiración y sus ojos se abrieron. Reflexivamente se levantó,
tambaleándose, y Cassie puso sus brazos a su alrededor para evitar que cayera
fuerte al suelo.

—¿Richard? —dijo ella urgentemente—. ¿Estás bien? Dios, lo siento,…

—Condenado infierno. —Su voz salió en una respiración temblorosa—. Otro,


James, y ponlo doble.

Ella jadeó con alivio, aun apretándole cerca cuando se giró hacia Sir Alric. Pero
su mirada era frío granito.

—¿Dónde está?

Cassie sabía a quién se refería Darke.

—Se fue —susurró ella.

—¡Ayudadme! —gritó Isabella otra vez.

Ignorándola, Sir Alric succionó una furiosa respiración.

—¿Por qué no le detuviste?

—¿Cómo podría? Ranjit estaba consternado, estaba loco, yo… ¡Mira, por favor,
ve y ayuda a Jake!
Él la silenció con un gesto despectivo.

—Sabes que podrías haberle mantenido aquí, Cassie. —Él la dio una fría
mirada cuando sacó un par de guantes—. Y sabes que deberías haberlo hecho.

¿Con los guantes ahora? No había parado antes de darle a Richard las… Oh.
Cassie observó sombríamente como Sir Alric se inclinaba hacia el Colgante. Los
delgados guantes, ahora que miraba apropiadamente, no parecían látex
ordinario: tenían un sedoso brillo aguado. Delicadamente Sir Alric levantó el
Colgante por su cadena y lo dejó caer en el maletín de cuero.

Entonces, se puso de pie al fin, suspiró, caminó, y se agachó enfrente de


Isabella al lado de Jake.

210
—Por favor, cálmate —dijo él—. No te pongas histérica; eso no le ayudará. —
Sir Alric levantó la mirada hacia la cara blanca de la chica durante un momento,
luego muy gentilmente deslizó el cuchillo de los dedos de Jake. Eso también lo
dejó caer en el maletín, luego lo cerró bruscamente. Isabella le observó con ojos
asustados.

—É… él se pondrá bien, ¿verdad? —dijo ella, su voz alta con pánico.

Sir Alric puso dos dedos contra el cuello de Jake, pero Cassie tuvo la
perceptible sensación de que solo estaba pasando a través de los movimientos.
Paró durante lo que parecía como una eternidad, como si no quisiera encontrar
los ojos de Isabella. El único sonido en el mausoleo era la respiración aterrada de
la chica argentina haciéndose eco.

Poniéndose de pie, Sir Alric dejó el maletín al lado de Jake y caminó


rápidamente alrededor de su cuerpo hacia Isabella. Agarrando su brazo
firmemente la levantó. Ella se giró hacia él, los ojos salvajes.

—¿Estará bien?

—Cassie, ven y ayuda aquí —dijo él, sin responder.

—¡Suéltame! —gritó ella—. ¡Jake!

—¡Cassie, dije que vinieras aquí! —dijo Sir Alric bruscamente.


Un interruptor golpeó en el cerebro de Cassie. Apretando los hombros de
Richard una vez, se puso de pie e hizo lo que se le dijo, poniendo un brazo
alrededor de la cintura de Isabella. Ella se sentía congelada y distante.

—Isabella. Vamos.

—Cassie, ¿qué…? ¡No! —Isabella luchó cuando Cassie la dirigió lejos de Jake
y la llevó hacia la puerta—. ¡Suéltame! ¡Suéltame! —Ella juró y pateó, luchando
por Jake.

Cassie cerró sus brazos tensamente alrededor de su amiga, apretando sus


dientes, y haciendo una mueca hacia Sir Alric.

211
—¿Y qué pasa con Richard?

—Está bien. —Sir Alric estaba flexionando y estirando sus dedos enguantados,
como si también quisiera levantar el maletín e irse—. Ahora saca a Isabella de
aquí.

Cassie asintió, y llevó a Isabella con ella cuando salió de la tumba. Pensó que
la chica podría liberarse —estaba tan asustada de herirla— pero Isabella de
repente se quedó inerte en sus brazos. Cuando Cassie la empujó fuera del pórtico,
estaba llorando inútilmente, incapaz de hablar.

—¿Isabella? Oh, Dios, Isabella… —dijo Cassie, abrazando a su amiga fuerte, y


sabiendo que su agarre era todo lo que estaba manteniendo en pie a la chica.
Detrás de ellas, Cassie oyó a Richard tambaleándose a través del pasillo
abovedado, apoyándose atontado contra un pilar y tomando una respiración.
Ella le frunció el ceño, preocupada.

—¿Puedes arreglártelas?

—Estoy bien. Más o menos. —Sonaba inusualmente vacío, y estaba mirando a


la nada—. Mejor que… —Captando los ojos de Cassie, él tragó—. Salgamos de
aquí.

—¿Qué dijo Sir Alric?

—Me dijo que fuera con vosotras al bote. Ayudaros a ti e Isabella.


—¿Qué demonios está haciendo? —exclamó Cassie, los ojos ardiendo. No
quería oír los sollozos torturados de Isabella más pero no podía soltarla.

—Dios sabe. Limpiar las pruebas, probablemente. Fue firme en que teníamos
que irnos.

Cassie frotó una manga a través de su cara cuando Richard llegó a su lado y
besó su mejilla. También puso un brazo alrededor de Isabella para sujetarla. El
amanecer era una brumosa luz perlada ahora y más allá de los terrenos de la
mezquita la ciudad volvía a la vida, las bocinas de los coches retumbaban, la
gente gritando y riendo y hablando. La vida normal, pensó Cassie. La vida
normal. Alto en el aire una grabación almuédana gritó tristemente, amplificada

212
y rebotando en las antiguas piedras y calles modernas.

—Está bien. —La voz de Cassie era difícilmente más que un susurro. Abrazó
a Isabella más tensamente y la guio hacia los escalones de piedra, aunque era
como mover algún trozo de queso inanimado—. Haremos como él dijo. Por
ahora. Pero no para siempre.
,

213
Tal vez él nunca iba a hablar. Y eso estaría bien. Si Darke nunca hablaba, tal
vez Cassie nunca tendría que pensar en nada de esto. Solo se sentaría aquí hasta
el fin del tiempo, en este sofá otomano ricamente tapizado, las rodillas juntas y
las manos entrelazadas con fuerza, mientras Sir Alric se apoyaba contra el marco
de piedra arqueada de la ventana y miraba al otro lado del verde jardín y al mar
en el oscuro horizonte de Estambul.

—Hice una cosa terrible cuando traje a Jake Johnson a esta escuela.

Oh bien. El silencio no podía durar para siempre.

—Es demasiado tarde para pensar en eso. —Ella debía añadir algo como No
podría haberlo sabido o No fue culpa suya. Pero no podía decir nada por el estilo.
No ahora. No tenía absolutamente ningún problema con compartir la culpa,
sobre todo con un hombre como Sir Alric Darke. Él era más que igualmente
culpable. Y si sentía todo el peso de esto sobre sí misma entonces implosionaría.
Cada vez que cerraba los ojos veía el cuerpo inerte de Jake, el terrible ángulo de
este… la sangre. A veces pensaba que nunca dormiría de nuevo.

Quería presionar a Sir Alric por todos los detalles acerca de Jake, pero de
alguna manera no se atrevía a hacerlo.

—¿Cómo te enteraste, Cassie? ¿Sobre el colgante?

Ella miró sus ojos.


—¿Qué quiere decir? Richard me llamó, diciendo que él y Ranjit iban a
encontrarse, pero en el momento en que llegué a Hagia Sophia, Ranjit estaba loco.
No sabía que tenía algo que ver con el estúpido colgante.

Él no parpadeó. Miró sus ojos durante un largo y constante minuto, pero al


final lo dejó ir. Estaba segura ahora que creía que ella no sabía nada acerca de la
verdadera naturaleza de los artefactos.

—No deberías haber dejado irse a Ranjit, Cassie.

—Sí, como diga.

Se dio la vuelta, claramente irritado, pero no podía mirarla directamente.

214
—Él ha tenido algún tipo de colapso. Cualquier cosa puede pasar con él.

—Es el mismo de nuevo, se lo dije. —Y tú, pensó ella, todavía estás


escondiéndome cosas. Tal vez siempre lo había hecho.

—El muchacho ha matado a tres personas. ¿Quién sabe lo que está pasando
por su cabeza en este momento?

—Por eso nunca lo habría obligado a regresar. Incluso si pudiera. No era él


mismo entonces. Se sentía bastante culpable. —Ella se reclinó en el sofá,
abrazándose a sí misma, pero no dejando caer su feroz mirada.

—Oh, podrías haberlo detenido. Creo que los dos sabemos eso. Has dejado
que tus lealtades equivocadas se metan en el camino de acercar a Ranjit a la
justicia. —Él se sentó en la silla de su escritorio, su mirada enojada sosteniendo
la de Cassie—. Y en cualquier caso, ¿por qué, señorita Bell, Richard habría ido a
ver a Ranjit solo?

—No lo sé —mintió. Ella sabía al menos parte de la razón. Él quería ayudar a


Cassie, para demostrar su valía.

—Es un desastre absoluto. —Los ojos de Sir Alric mantenían una mirada lejana
ahora. Probablemente preocupado por responder al Consejo, pensó Cassie sin
simpatía—. Isabella estaba loca, metiendo a Jake en la escuela —continuó
Darke—. ¿Qué esperaba conseguir?
—Dudo que quisiera conseguir algo. Ella lo amaba. Quería verlo, ayudarlo.
¿Qué hay de terrible en eso? —dijo ella, su mandíbula tensa.

—Mira cómo ha terminado, Cassandra.

—Eso no es culpa de Isabella. No creo que usted pueda volcar nuestra culpa
en ella. —Cassie se puso de pie y se acercó a la estantería. Todavía podía sentir el
manuscrito de los Elegidos, detrás de los viejos lomos de cuero, escondido en su
caja fuerte.

Él soltó un pequeño suspiro.

—¿Cómo se las está arreglando la Srta. Caruso, en cualquier caso?

215
—El médico le dio sedantes. Sus padres llegarán para llevársela esta tarde. —
No había nada más que añadir. ¿Cómo estaba Isabella? Temía pensarlo. En
cuanto a lo que Sir Alric planeaba decirle al mundo acerca de la muerte de Jake:
a Cassie no le importaba. Ese era su problema, y uno que él merecía. Déjalo tratar
de cubrirlo de nuevo.

Pero había alguien por el que todavía se preocupaba.

—¿Richard estará bien?

—Sí. A pesar de que estuvo cerca. Sin las Lágrimas, habría muerto.

—Sí, lo sé —dijo ella con ironía, recordando la inyección que ella misma había
recibido al comienzo del trimestre anterior—. Esas Lágrimas son algo fuertes.

—Son cosas sorprendentemente fuertes —murmuró él.

Cassie lo miró de cerca. Estaba desesperada por preguntar lo que había hecho
con el cuchillo y el colgante, pero se mordió la lengua.

—En cualquier caso —dijo Sir Alric, parándose una vez más—, te sugiero que
regreses a las clases, o la gente comenzará a especular sobre tu ausencia.

—Correcto. Porque no están hablando ya en absoluto.

Él abrió la puerta y dio un paso atrás.

—Va a funcionar, Cassie.


Ella pasó junto a él sin mirar atrás. Sus promesas significaban tanto como su
versión de la verdad. Sintió su mirada, e incluso alguna extraña sensación de su
pesar, pero ni una vez se dio la vuelta para mirarlo.

La parte asiática de Estambul parecía casi lo suficientemente cerca como para


tocarla. Bebiendo café negro fuerte, Cassie y Richard se sentaron en silencio,
intimidados por la vista del enorme Fuerte Rumelihisari111 y el estrecho cuello

216
azul del Bósforo.

—Ellos solían llamarlo “Cortador de Garganta” cuando la construyeron —


comentó Richard, recostándose en su silla de madera y mirando a la fortaleza.

—Debe haber sido imposible pasar más allá de este.

—Parece apropiado. —Cassie le sonrió. Él parecía extrañamente contenido, y


en el estado de ánimo para la introspección melancólica. No era propio de él, pero
era comprensible.

Todavía hambrienta, miró el plato sin tocar de Richard, y con un breve guiño
lo deslizó sobre el mantel floreado. Vacilando solo durante un momento, se
encogió de hombros y se metió lo que quedaba de su queso blanco, pan y
aceitunas. El desayuno en la aireada y tranquila cafetería sabía como el mejor que
alguna vez hubiera comido. Debía ser el aire fresco del mar, y el largo viaje en
taxi… y el cercano escape de la muerte. De nuevo.

Para algunos de ellos, por lo menos.

Pero estaba tratando de no pensar en Jake, e Isabella, solo por el momento. No


podía. Si lo hacía, se volvería loca. Cerrando los ojos brevemente, inhaló la brisa
salada. Culpable o no culpable, era bueno estar viva.

11
Es una fortaleza situada en el distrito de Sarıyer en Estambul, Turquía, en una colina en el lado
europeo del Bósforo.
—Gracias, Cassie.

Ella dejó de masticar.

—No tienes que seguir diciéndolo. Honestamente.

—No por eso. Quiero decir, por no decirle a Sir Alric sobre la cosa de Jess.

—¿Cómo sabes que no lo hice? —dijo ella, sonriendo un poco.

Richard apoyó los codos sobre la mesa.

—Él me habría llevado a su oficina para interrogarme ayer por la tarde. Si


hubiera sabido acerca de Jess, acerca de mí retrasando a Ranjit… habría estado

217
acabado para esta mañana. En desgracia. Lo sabes.

—No podría hacer eso. —Ella se encogió de hombros, luego añadió


calmadamente—: He perdido suficientes amigos.

—Bien gracias. Sobre todo porque me merezco estar en desgracia.

Cassie dejó caer su trozo de pan en el plato y sacudió sus manos.

—Richard… ¿no podrías habérmelo dicho antes? Habría explicado un


montón.

Y, ella no añadió, que esto podría haber ayudado a persuadir a Jake de la


inocencia de Ranjit, mucho antes de que algo de esto hubiera sucedido. Las cosas
podrían haber sido distintas. Pero Richard debía saber eso. Ella no lo recalcaría.

—He intentado decírtelo. De verdad. Nunca fue el momento adecuado. —Él


le dio una sonrisa triste—. ¿Cuándo lo habría sido?

—Lo sé. Lo entiendo, en verdad. Deseo que hubieras confiado en mí lo


suficiente para tratar de explicarlo.

—Pero lo intenté. ¿Recuerdas esa noche en la playa? Estaba tan cerca de


decírtelo. Y entonces…

Ella se pasó una mano por el pelo, mordiéndose el labio con fuerza.

—Oh Dios, por supuesto. Y entonces el cadáver de Yusuf fue arrastrado. Claro.
Lo siento.
—Y luego, en tu habitación la otra noche, ¿cuando estábamos buscando en ese
listado? Lo intenté de nuevo entonces, pero… nos distrajimos.

Se encontró sonrojándose, recordando aquel beso impetuoso y la forma en que


este la había hecho sentir.

De repente, Richard pareció alarmado.

—No lo sabía, Cassie. No sabía lo que Katerina estaba planeando, o nunca


habría estado involucrado. Lo crees, ¿no?

Ella encontró sus ojos.

—Sí. Lo creo, Richard.

218
Él inclinó la cabeza y se frotó las sienes.

—Nunca me perdonaré por eso. O por… por haberte puesto en esta posición
en primer lugar. Pensé… pensé que estaba haciendo algo bueno, conseguir que
te iniciaras, pero…

Estirándose a través de la mesa, puso su mano contra su mejilla.

—Está bien, Richard. No fuiste tú quien mató a Jess; fue Katerina y Keiko. Y
en cuanto a lo que pasó conmigo. Bueno… —Ella suspiró—. Es agua pasada
ahora. Está bien.

—No lo está. Pero voy a tener que vivir con ello. —Él levantó la mirada hacia
ella, luego puso su mano sobre la suya, sosteniéndola allí.

—Richard.

Ella debería alejarse ahora, realmente debería. No era apropiado, no era… una
buena idea. Pero no podía retroceder, físicamente no podía. No era como la
atracción maníaca entre ella y Ranjit, ese magnetismo imposible, no como eso.
Pero aun así no podía apartarse. Se sentía demasiado bueno. Demasiado
tentador.

Richard se inclinó y mientras miraba sus ojos, él se lamió los labios lentamente
y tomó aire.

Y luego su boca, cálida y suave, estaba presionada contra la de ella.


Un sentimiento de anhelo constriñó su corazón, combinado con un
estremecimiento eléctrico de lujuria. Casi involuntariamente, su brazo se deslizó
por detrás de su cuello, prolongando el beso, su pelo sedoso entrelazado en sus
dedos. Ella buscó su lengua, dio un pequeño suspiro ahogado, y lo sintió tirar de
ella nostálgicamente más cerca. Pero después de un momento, un largo y
delicioso momento, ella se apartó a regañadientes. Sus labios todavía se
estremecieron, pero cuando miró los ojos de Richard, la golpeó de una vez por
todas que esto no era realmente lo que quería. Él no era realmente lo que ella
quería. La culpa picaba en su conciencia.

—Todavía es demasiado pronto para mí, amigo —murmuró—. Demasiado


pronto.

219
Para su sorpresa, él asintió con la cabeza.

—Sí. Lo sé. —Sus dedos aún estaban cerrados alrededor de los suyos, y ella no
apartó su mano. Un mechón de su cabello había caído sobre su ojo derecho, y
estaba usando esa vieja sonrisa pícara—. Solo registrando mi interés.

Su aliento quedó atrapado ante su franqueza.

—Fresco.

—Y había otra cosa —dijo él, su sonrisa desvaneciéndose.

—¿Sí?

—Pensé que debía hacerte saber que te amo.

Ella se quemó la garganta con su café.

—¿Tú qué?

—Ya lo has oído. —Él sonrió ante su expresión antes de continuar—. Si me


necesitas, Cassie, estaré allí. ¿Vale? Pero te prometo, que no hay presión. No
espero nada más que no sea amistad. Y lo siento por todo lo que he hecho. Pero
pasaría toda una vida arreglándolo para ti. —Se puso de pie para irse.

—Ah. Richard…

—¿Sí?
¿Bueno…? ¿Richard, qué? Cassie cerró los ojos y negó con la cabeza. Eso
hacían dos chicos declarando su amor en el espacio de unos pocos días, y
ninguno de ellos era una posibilidad real. Uno estaba huyendo por asesinato, el
otro era…

El otro no era Ranjit.

Cassie suspiró profundamente. Estaba sola, le gustara o no. Y no le gustaba.


Pero así era la vida.

—¡Oye! —interrumpió Richard, viendo su angustia—. ¿No dije literalmente


sin presión? Lo dije en serio, Cassie. Y me refiero al resto de eso, también.

220
Una parte de ella quería arrojarse a sus brazos, agarrarlo y aferrarse a él, pero
Richard ya se había dado la vuelta y estaba caminando por la puerta, lanzando
un par de billetes al propietario de la cafetería con una sonrisa.

Consiguiendo su aliento de nuevo, Cassie se inclinó sobre la mesa y se quedó


mirando con determinación el mar y la costa asiática. No correría tras él. Aunque
sería mucho más sencillo si pudiera…

¡No, no, querida! Tu primer instinto fue correcto. Dios mío, ¿cómo podrías siquiera
soñar en…?

Cassie se enderezó. A pesar de sí misma tuvo que ahogar una risita. Era el
blasón herido, el tono distintivo del orgullo mortificado.

—¿Cuál es el problema, Estelle? —murmuró.

¡Mi querida! ¡Lo sabes muy bien!

—No. Dímelo.

Ella casi podía sentir al erizado espíritu. ¡Somos fuertes, Cassie! ¡Nosotras solo
nos necesitamos la una a la otra!

Cassie no respondió.

Si alguien quiere dividirnos, Cassie, debemos estar unidas contra ellos. Contra ÉL. No
hay lugar para la añoranza.
El sol de la mañana en la superficie del agua era tan cegador, que Cassie tuvo
que cerrar los ojos contra este. No quería ver nada, de todos modos.

No quería saber nada más de Estelle, y ciertamente no quería pensar.

Ranjit.

¿Dónde estaba? Se preguntó. ¿Estaba escondido, miserable y con sentimiento


de culpa y miedo? ¿O tal vez se había recuperado de la culpa, tal vez estaba
caminando por las calles, echando una cana al aire, orgulloso y desdeñoso,
presentando un rostro altivo al mundo y alimentándose, donde le gustaba? Ella
negó con la cabeza. Eso parecía improbable.

221
¿Estaba pensando en ella por completo? ¿O se había apoderado la pura
supervivencia?

Era bueno, por lo menos, saber una cosa segura: lo vería de nuevo. De eso
estaba segura. Tenía que estarlo. No sabía las circunstancias, no sabía si serían
amantes, o asesinos, o ambos. Tal vez acabarían matándose el uno al otro, de una
vez por todas…

Cassie abrió sus ardientes ojos, buscando en la luminosa mañana del Bósforo
la silueta borrosa de la Academia.

Por ahora Ranjit estaba perdido, y también lo estaba su futuro. Pero sabía
ahora, y no podía negárselo a sí misma, que él era el que quería. Algún día, tal
vez pronto, iba a encontrarlo de nuevo.

Y entonces encontraría su futuro, también. Estarían juntos, o sería todo para


nada, todo lo que habían sacrificado. Cuan breve, cuan mortal podía ser ese
tiempo. Estaba segura ahora. Ellos tenían que estar juntos.
~ ~
Vive en las tierras altas del noreste de Escocia, con

222
un marido, dos hijos, tres perros (Cluny, Milo y
Otto), dos gatos psicóticos (el Fantasma y la
Oscuridad), un hámster cazador (Buffy), tres gallinas
(Mapp , Lucia y la Sra. Norris) y muchos peces
nerviosos. Ha hecho un voto solemne de no tener
más mascotas. Probablemente romperá este voto.

Escribir para ganarse la vida es (a) Lo que siempre


quiso hacer; (b) ocasionalmente frustrante; y (c) muy
divertido

Toma el dictado de los personajes en su cabeza,


que gastan sus vidas diciéndole lo que va a pasar a continuación. Pero lo que le gusta
es que nunca sabe cómo va a terminar todo, no hasta que la señora gorda canta, el
villano se encuentra con un final adecuadamente pegajoso, y el chico se queda con
la chica (o incluso con el chico)

Gabriella Poole es un seudónimo usado por Gillian Philip.


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~ ~

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Un nuevo periodo, una nueva ubicación
para la Academia Darke, y todo es diferente
para Cassie Bell. La belleza del mar turquesa de
Kenia no puede compensar la pérdida de su
alma gemela, Ranjit. Está huyendo, y Cassie
hará cualquier cosa para encontrarlo. Pero
cuando la malvada Katerina y su madre
aparecen, más poderosas que nunca, Cassie
tiene que tomar una decisión crucial. Y su amor
por Ranjit podría ser su máxima debilidad..
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1.- Secret Lives (2009)

2.- Blood Ties (2010)

3.- Divided Souls (2010)

4.- Lost Spirits (2012)

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