Matrimonio LA
Matrimonio LA
Matrimonio LA
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DESDE LA PERSPECTIVA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA
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ANA MARÍA CELIS B.
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CARMEN DOMÍNGUEZ H.
PUBLICADO EN: VVAA, CELAM, Académicos UC. Investigaciones para que nuestros pueblos
tengan vida, Ed. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 2006, pp. 95-131.
1. CONSIDERACIONES PREVIAS
El estudio y análisis del matrimonio en América Latina, incorporando como principio
hermenéutico la libertad religiosa, contribuye a clarificar y dar respuestas a sus desafíos actuales
incluso respecto del reconocimiento normativo de las uniones no matrimoniales.
Inicialmente, quizás no se comprenda la relación y alcance de tal aproximación, por lo que
parece conveniente recordar que cada persona, al nacer, se constituye en ciudadano de un
Estado, incluso antes de hacerse miembro de alguna organización religiosa o de participar de un
determinado culto. Si además de ser ciudadano, se es creyente de una determinada confesión
religiosa, se determina su sujeción al cumplimiento de sus deberes ante el Estado y su religión. En
virtud de la libertad de conciencia y de religión, el Estado es llamado a reconocer el derecho de sus
habitantes a creer o no creer; de cambiar de creencias, y de manifestarla individual y
asociadamente, tanto en público como en privado. El arraigo del valor asignado a la libertad
religiosa en Latinoamérica, queda en evidencia en la suscripción de tratados internacionales con tal
fin, y su inclusión entre los derechos garantizados a nivel constitucional en todos los países
estudiados, lo que fundamenta iniciar la investigación a partir de este tema.
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El artículo corresponde a la investigación “Análisis de la realidad jurídica de la celebración del matrimonio en
latinoamérica, desde la perspectiva de la libertad religiosa”, desarrollada en el marco del Concurso “Para que nuestros
pueblos tengan vida”, organizado por la Vicerectoría Adjunta de Investigación y Doctorado y la Dirección General de
Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La investigación se presentó en el VI Coloquio del
Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa en Río de Janeiro el 27 de septiembre de 2006.
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Investigadora principal, abogado, Dr. en Derecho Canónico, Directora del Centro de Libertad Religiosa y profesora de la
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Además colaboraron en la investigación, los alumnos de
la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sres. Álvaro Aedo, Matías Aránguiz y Maurizio Sovino
y la diagramación de los mapas estuvo a cargo de la diseñadora Blanca Llona.
3
Co-investigadora, abogado, Dr. en Derecho, Directora del Centro de Familia y profesora de la Facultad de Derecho de la
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Además, para la mayoría de las religiones, el matrimonio es un acto de culto, o bien un acto de
trascendencia religiosa que justifica al menos una bendición, de modo que aunque no pueda
estimarse que en todas ellas significa una comunicación con lo sagrado, suelen intervenir
representantes de la religión o ministros de culto para bendecir la unión. Diversos autores han
estudiado los sistemas matrimoniales desde la perspectiva de la libertad religiosa a nivel europeo,
pero aún no se desarrollan estudios similares en Latinoamérica y en ese sentido, aún cuando
constituye un primer acercamiento al tema a partir de las fuentes normativas, esta investigación
constituye un aporte que contribuirá a determinar el estado y los desafíos de la celebración del
matrimonio en nuestro continente desde la consideración de la libertad religiosa. Por ello, un
segundo momento se detendrá en la consideración del matrimonio como una cuestión de interés
tanto para el Estado como para las confesiones religiosas, presentando un panorama general y
particular en los veinte y un países en estudio.
El ámbito territorial de la investigación comprende: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa
Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, y Venezuela. Ellos representan a
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veinte y un, de las veinte y dos conferencias episcopales que participan de la Conferencia del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM). Estos países han compartido en muchos
casos no sólo el idioma, sino también procesos históricos, complejidades internas y desafíos
futuros, y en especial, una religiosidad heredera en su mayor parte del proceso de evangelización
europeo emprendido por la autoridad civil de la época como estado misionero, en unión a la Iglesia
Católica. A nivel latinoamericano, y para efectos de esta investigación, constituyen hitos históricos
relevantes el Tratado de Tordesillas (1494) y la invasión napoleónica (1808): mientras el primero
determinó la división de los pueblos descubiertos entre España y Portugal; la segunda motivó los
procesos de independencia en el continente.
La investigación no se concluye, sino que se abre al presentar los desafíos en esta materia a
nivel latinoamericano, impulsando otros estudios transversales sobre la celebración del matrimonio
en un contexto social que progresivamente parece ir admitiendo otras formas de uniones afectivas,
que exige profundizar en la misma estructura del matrimonio como paradigma, que no puede ser
desconocido ni sobrepasado.
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La Conferencia Episcopal de las Antillas comprende 21 circunscripciones eclesiásticas, a saber: 5 arquidiócesis, 14
diócesis, 2 missio sui iuris, que corresponden a 25 territorios, de los cuales 13 son naciones independientes, 3 son
departamentos de Francia, 2 forman parte de los Países Bajos, 6 son colonias británicas y uno constituye una dependencia
de USA. La complejidad y particularidad de cada uno de esos territorios llevan a optar por dedicar una investigación
separada dedicada a los territorios insulares y continentales de la Conferencia Episcopal de las Antillas. En todo caso, es
posible indicar que en la mayor parte de ellos se reconoce la libertad religiosa, si bien en algunos existe una “iglesia de
Estado”; así como también se establece el matrimonio civil como unión reconocida por el Estado ya sea de manera
obligatoria o facultativa respecto de la celebración religiosa del matrimonio. La población total de tales territorios asciende a
7.035.000, y el total de población estimada para el año 2005 correspondiente a los 21 territorios abarcados en la
investigación, asciende a 551.011.000: cfr. Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Anuario estadístico de
América Latina y el Caribe (CEPAL), 2005, p. 23.
2. EL RECONOCIMIENTO DE LA LIBERTAD RELIGIOSA EN AMÉRICA LATINA
La libertad de conciencia y de religión, es el derecho humano fundado en la dignidad de la
persona, que comprende el creer y no creer, la posibilidad de cambiar de creencias o convicciones,
y el derecho a manifestarse individual o asociadamente, en público y en privado. Este derecho ha
sido reconocido tanto en ámbito internacional como constitucional, garantizándose en todos los
5
países en estudio .
5
Al respecto, es oportuno recordar la expresión del presidente del Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa,
profesor Juan G. Navarro Floria, sobre el “realismo mágico jurídico” en relación a la falta de concordancia entre lo que
expresa la norma y lo que efectivamente sucede en nuestros países más allá de declaraciones o compromisos (cfr.
intercambio durante el VI Coloquio del Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa celebrado en Río de Janeiro entre
el 27 y 29 de septiembre de 2006).
6
Cfr. art 2 y 18 en Asamblea General de Naciones Unidas, Declaración Universal de Derechos Humanos, 10 de diciembre
de 1948.
7
Adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 25 de noviembre de 1981, por lo que este año cumple 25 años
y en algunos ámbitos se reflexiona acerca la conveniencia de impulsar que el texto de ocho artículos sea reconocido a la
manera de una Convención o Pacto a fin de hacerlo exigible.
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Cfr. en Organización de Estados Americanos, Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de
Costa Rica), 22 de noviembre de 1966, art. 12. 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este
derecho implica la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de cambiar de religión o de creencias, así como la
libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado. 2.
Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad de conservar su religión o sus creencias
o de cambiar de religión o de creencias. 3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la
moral o los derechos y libertades de los demás. 4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o
pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
La mayor parte de los países estudiados, han suscrito y depositado su ratificación con la excepción de Cuba y Puerto Rico.
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Cfr. en Organización de las Naciones Unidas, Pacto Internacional de derechos civiles y políticos, 19 diciembre 1966, los
artículos correspondientes a la libertad de conciencia y de religión, a saber: “Art. 2, 1: Cada uno de los Estados Partes en el
presente Pacto se compromete a respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén
sujetos a su jurisdicción los derechos reconocidos en el presente Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social”. Además, lo dispuesto en el “Art. 18. 1: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad
de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto,
la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza; 2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan
Es conveniente hacer presente que, sin perjuicio que la religión católica aún es la
predominante, ello no obstaculiza el reconocimiento de la libertad de conciencia y de religión,
perdurando como religión oficial sólo en Costa Rica.
Los acuerdos celebrados con la Santa Sede sobre algunas materias relevantes, por once
países entre los investigados, gozan de nivel internacional y es el caso de Argentina, Bolivia, Brasil,
Colombia, Ecuador, El Salvador, Haití, Paraguay, Perú, República Dominicana, y Venezuela. El
primer Concordato se celebró entre Haití y la Santa Sede el 28 de marzo de 1860, pero la mayor
parte de los acuerdos es posterior al Concilio Vaticano II y se refieren a tanto al Ordinariato
Castrense como a la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas. Así sucede respecto de
10 11 12 13 14 15 16
Argentina , Bolivia , Brasil , Ecuador , El Salvador , Paraguay , República Dominicana y
17
Venezuela . Además, en Argentina se suscribió un “Acuerdo sobre organización eclesiástica” el 10
18
de octubre de 1966, que también fue materia en el acuerdo de Haití con la Santa Sede . En otros
países, los acuerdos han servido para enmarcar la relación Iglesia y Estado en un marco más
general, como en Colombia, que celebró un Concordato en 1973, y posteriormente un “Acuerdo de
modificación del Concordato” en 1985, en el que se contemplan otras materias relevantes, como el
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reconocimiento del matrimonio religioso . También Perú, República Dominicana y Venezuela,
20
tienen acuerdos de índole más general que lo referido a Ordinariato Castrense y asistencia
religiosa a las Fuerzas Armadas. Bolivia celebró en su momento una “Convención sobre las
menoscabar su libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección. 3. La libertad de manifestar la propia
religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la Ley que sean necesarias para
proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás. 4. Los
Estado Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores
legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones”. Y el Art. 27 del Pacto dispone: “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no
se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los demás
miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural; a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.
Tampoco han participado del Pacto Cuba y Puerto Rico; mientras que México hizo una declaración interpretativa respecto
del art. 18 en relación a las manifestaciones públicas y a la enseñanza religiosa.
10
El 28 junio de 1957 se celebró un “Acuerdo sobre la jurisdicción castrense y la asistencia religiosa a las Fuerzas
Armadas”, produciéndose un cambio de notas por su modificación, el 21 de abril de 1992.
11
“Acuerdo sobre la jurisdicción castrense y la asistencia religiosa de las Fuerzas Armadas” el 28 de noviembre de 1958,
modificado por el “Acuerdo sobre la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Policía Nacional” el 1 de
diciembre de 1992.
12
El 20 de octubre de 1989 se suscribió un “Acuerdo sobre la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas”.
13
En 1978 (3 agosto) celebró un “Acuerdo acerca la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Policía
Nacional”, intercambiando las notas respectivas el 27 de enero y el 6 de julio de 1982.
14
Se celebró un “Acuerdo sobre la jurisdicción Castrense y Asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y a los Cuerpos de
Seguridad” el 11 de marzo de 1968.
15
El “Acuerdo sobre el Vicariato castrense” es del 26 de noviembre de 1960.
16
El 21 de enero de 1958 se celebró un ““Acuerdo para regular la Asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas” (además del
Reglamento sobre el art. IV). El 11 de mayo de 1990 celebró un “Protocolo adicional sobre el Ordinariato castrense”.
17
El 24 de noviembre de 1994 suscribió un “Acuerdo para erigir un Ordinariato Militar”.
18
El Concordato del 28 de marzo de 1860, fue modificado en su art. IV por el Protocolo sobre nómina de obispos (15 de
agosto de 1966), privilegio al que se renunció a través de otro Protocolo (8 de agosto de 1984.
19
El primer Concordato entre Colombia y la Santa Sede se celebró el 12 de julio de 1973, luego, se intercambiaron notas el
(17 y 18 de julio de 1974) para establecer un término al Concordato, y el 2 de julio de 1975 se canjearon los instrumentos de
ratificación. Posteriormente, el 2 de julio de 1985 se intercambiaron notas a los diez años del Concordato de 1973, y el 20
de noviembre de 1992 se celebró un “Acuerdo de modificación del Concordato”.
20
Perú celebró un “Acuerdo sobre asuntos de interés común” el 19 de julio de 1980, mientras que el de República
Dominicana tiene un Concordato desde el 16 de junio de 1954, y Venezuela desde el 6 de marzo de 1964 suscribió un
“Acuerdo general”.
misiones” el 4 de diciembre de 1957, y Ecuador tuvo un Modus vivendi y una Convención adicional
el 24 de julio de 1937.
Como se verá en seguida, no existe una relación entre los países que tienen acuerdos
formales con la Santa Sede, y el carácter confesional o el sistema de separación con la Iglesia
Católica establecido a nivel constitucional. La laicidad del Estado es sostenida en todos los países,
con la sola excepción de Costa Rica que declara la religión católica como oficial. Por el contrario,
no se hace en los países que tienen acuerdos con la misma, aunque ciertamente, el sólo hecho de
celebrar acuerdos internacionales, importa un reconocimiento de la Iglesia Católica como sujeto de
personalidad jurídica pública internacional, dado que si no fuese así, no podría ser interlocutor del
Estado.
En relación a las problemáticas presentadas en el seguimiento de la libertad religiosa en
diversas partes del mundo, en general, los países latinoamericanos no son considerados entre los
más conflictivos en materia de libertad religiosa. Así, debe considerarse por ejemplo, que no
existen en la actualidad situaciones bélicas pretextando motivos religiosos, y al menos formalmente
todos los Estados reconocen la libertad de conciencia y religión en sus textos constitucionales.
No obstante lo anterior, en el informe 2006 de la U.S. Commission on International Religious
21
Freedom , Cuba integra la lista de países observados por la Comisión, pero se considera
eventualmente incorporarlo al nivel intermedio, esto es de “países recomendados para ser
22
estimados como Countries of Particular Concern (CPC) por el Departamento de Estado (USA)” .
Un informe de menor exactitud en los parámetros de medición, pero que cubre igualmente la
23
realidad mundial sobre libertad religiosa, es el de la institución Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS) ,
que considera entre los países de riesgo sobre libertad religiosa a nivel latinoamericano a Cuba, y
con conflictos por tensiones internas agrega a Colombia y Venezuela. En el primero de ellos, se
hace mención de dificultades en torno a autorizaciones para celebraciones religiosas y para el
24
ingreso de ministros de culto al país ; en relación a Colombia se alude a situaciones de secuestro
25
y en ocasiones la muerte de ministros de culto por la guerrilla . Respecto de Venezuela, han
surgido problemas con la autoridad civil por el inadecuado empleo de símbolos religiosos, y por los
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crecientes obstáculos a la libre opinión de las organizaciones religiosas presentes en el país .
21
U.S. Commission on International Religious Freedom, Annual Report of the United States Commission on International
Religious Freedom, Washington D.C. (USA), 2006.
22
Actualmente, ni en ese nivel, ni en el nivel de los países que ya son de preocupación especial (CPC), se encuentra otro
territorio de Latinoamérica o el Caribe. Más allá de las naturales reservas respecto de la objetividad del informe debido a la
distancia entre ambos países, el informe considera hechos que pueden considerarse relevantes, como las consideraciones
acerca las dificultades para manifestar el culto, para construir lugares de culto, para permitir el ingreso de ministros de culto
extranjeros y para la enseñanza religiosa y distribución de material: cfr. U.S. Commission on International Religious
Freedom, Annual Report of the United States Commission on International Religious Freedom, Washington D.C. (USA),
2006, pp. 82; 89, y especialmente el informe de pp. 221 a 224 en el que se indican los hechos que conducen a su
clasificación en la lista de países observados por la Comisión.
23
Aiuto alla Chiesa che soffre, Rapporto annuale sulla libertà religiosa nel mondo, Roma, 2006.
24
Cfr. Aiuto alla Chiesa che soffre, Rapporto annuale sulla libertà religiosa nel mondo, Roma, 2006, pp. 109 a 112.
25
Cfr. Aiuto alla Chiesa che soffre, Rapporto annuale sulla libertà religiosa nel mondo, Roma, 2006, pp. 104 a 107.
26
Cfr. Aiuto alla Chiesa che soffre, Rapporto annuale sulla libertà religiosa nel mondo, Roma, 2006, pp. 138 a 139.
2.2 A nivel constitucional
Todos los textos constitucionales de los países en estudio reflejan, al menos a nivel normativo
su adhesión al reconocimiento de la libertad de conciencia y de religión. Las particularidades
entonces, se expresan en la consideración que realiza cada país acerca del estatuto jurídico
específico de las organizaciones religiosas, que en general “reconocen” la personalidad jurídica de
la Iglesia Católica y en cambio “conceden” algún tipo de estructura a las demás confesiones a
través de un sistema de registro. La explicación de tal diferencia, que algunos entienden como
discriminación respecto de las demás confesiones, se funda en razones de carácter histórico que
se remontan a la época del descubrimiento de América. En efecto, la religión cristiana y
particularmente la católica, constituye un patrimonio religioso común dado su predominio
favorecido por el proceso de evangelización unido a la conquista, que ha significado hasta hoy, un
predominio de los fieles de la misma.
A partir de 1492, seguido del período de conquista y colonización, se ha compartido una
historia común latinoamericana, que permaneció incluso de modo simultáneo y en colaboración en
las acciones de independencia, como en los trazos comunes a la posterior institucionalización de
las nuevas Repúblicas. Ello también comprendió la presencia exclusiva de la religión católica en el
continente hasta la colonia e incluso en algunos lugares, recién con posterioridad al proceso de
independencia comenzaron a llegar al territorio americano creyentes de otras religiones. Las
creencias de las etnias indígenas nativas comprendían concepciones cósmicas que en la mayoría
de los territorios, se adaptaron a convivir con el proceso de evangelización, resolviéndose en un
sincretismo religioso.
Mientras los países americanos estuvieron bajo la dominación española, los Romanos
Pontífices concedieron a los reyes católicos el “Patronato universal de todas las iglesias de las
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indias” , que comprendía cuestiones eclesiásticas tales como el derecho de presentación, la
intervención sobre las organizaciones de las diócesis, el envío de misioneros por parte del rey, la
recaudación del diezmo y la construcción de lugares de culto y sostenimiento del clero.
Desde 1808 la invasión napoleónica en territorios de España y Portugal, condujo a que en los
territorios sometidos a España se instituyeran juntas de gobierno en principio temporales, y que la
familia real portuguesa se trasladara a Brasil en 1806 para evitar ser aprehendida por las tropas
napoleónicas. Paulatinamente, tales procesos llevaron a la independencia de los territorios
americanos, que implicó además tener propios ordenamientos jurídicos nacionales.
Una vez alcanzada la independencia, el derecho de patronato se reconoció respecto de
algunas naciones como Perú y no respecto de otras (Colombia), lo que no fue obstáculo para que
se siguiera ejerciendo en los distintos territorios, convirtiéndose en uno de las fuentes de mayor
tensión entre las nacientes repúblicas y la Santa Sede. Ello influyó para que ésta última se dirigiera
27
El patronato regio fue consolidado por Julio II (1503-1513) en la Bula Universales Ecclesia el 28 de julio de 1508.
a los diversos pueblos, aunque sin reconocer formalmente a sus gobiernos hasta la consolidación
de la independencia de cada país.
Además de la simultaneidad y colaboración en los procesos de independencia, fue compartido
el proceso del transcurso desde una confesionalidad del Estado hacia su separación y
consiguiente secularización de las instituciones. La constante que puede observarse en todos los
países estudiados, se refiere a la proclamación de la independencia que comportó al inicio un
Estado confesional católico, asegurándose dicha religión como la oficial e incluso en algunos casos
sin reconocer la libertad de otros cultos.
Paulatinamente, los nuevos Estados abandonaron su confesionalidad para establecer un
sistema de separación entre Iglesia y Estado que condujo a la vez a la secularización del
matrimonio y de otras materias como el establecimiento de funcionarios civiles encargados de
llevar las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción. En algunos países, ello ocurrió en medio
de fuertes tensiones entre la autoridad religiosa y política, pero en otros se realizó una vez
28
superadas éstas , o fue acompañada de la celebración de acuerdos o concordatos.
El proceso de secularización, no significó un alejamiento masivo de los fieles católicos respecto
de la Iglesia, y ha permanecido el pueblo creyente incluso en lugares donde lo religioso dio origen
a situaciones de violencia como la guerra de los cristeros en México (1923-1925). De este modo, si
bien en la mayoría de los países hubo tensiones, provocadas tanto por la separación Iglesia y
Estado como por la secularización del matrimonio, ellas han sido superadas.
28
En Chile, las tensiones entre la autoridad civil y religiosa se inició con la “cuestión del sacristán” en 1856, recién en 1885
se dictaron las “leyes laicas”, pero recién en 1925 se estableció a nivel constitucional la separación entre la Iglesia Católica
y el Estado. En ese momento, los obispos de Chile contribuyeron al clima pacífico en que se desarrolló la separación, al
señalar que: “El Estado se separa en Chile de la Iglesia; pero la Iglesia no se separará del Estado y permanecerá pronta a
servirlo; a atender al bien del pueblo; a procurar el orden social; a acudir en la ayuda de todos, sin exceptuar a sus
adversarios, en los momentos de angustia en que todos suelen, durante las grandes perturbaciones, acordarse de ella y
pedirle auxilio” (Obispos de Chile, “Pastoral colectiva de los Obispos de Chile sobre la separación de la Iglesia y el Estado”,
en La Revista Católica 25, [1925] 578, p. 491).
y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo (México, art. 24);
garantizando a toda persona el derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de profesar o
no una religión (Nicaragua, art. 29); asegurando la libertad de profesar todas las religiones, y el
ejercicio de todos los cultos (Panamá, art. 35); a través del reconocimiento de la libertad religiosa,
la de culto y la ideológica (Paraguay, art. 24); garantizando la libertad de conciencia y de religión en
forma individual o asociada (Perú, art. 2 nº 3); señalando que no se aprobará ley alguna relativa al
establecimiento de cualquier religión ni se prohibirá el libre ejercicio del culto religioso (Puerto Rico,
art 2, sección 3); garantizando la libertad de conciencia y de cultos (República Dominicana, art. 8 nº
8); estableciendo la libertad de todos los cultos religiosos (Uruguay, art. 5); indicando que es deber
del Estado garantizar la libertad de culto y religión (Venezuela, art. 59).
Así, en la Constitución de Costa Rica se le declara unilateralmente como religión oficial: “La
Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin
impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a
las buenas costumbres (art. 75)”. En Panamá, junto a garantizar la libertad religiosa “se reconoce
que la religión católica es el de la mayoría de los panameños (art. 35)”. Y en el Código civil de
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Cfr. art. 8 en Constitución de la República de Cuba (en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición extraordinaria nº
3, de 31 de enero de 2003).
Nicaragua se alude a la religión católica como mayoritaria a fin de justificar el reconocimiento civil
30
del matrimonio de los católicos .
En otros países señalan que es deber del Estado sostener el culto católico (Argentina, art. 2; y
Bolivia, art. 3), entendiendo por ello un aporte pecuniario, mientras que en la Constitución uruguaya
la expresión “sostener” consolida la laicidad del Estado sin referencia al financiamiento de las
diversas organizaciones religiosas: “El Estado no sostiene religión alguna (art. 5)”.
En cuanto a los bienes de la Iglesia Católica, en Uruguay se “Reconoce a la Iglesia Católica el
dominio de todos los templos que hayan sido total o parcialmente construidos con fondos del Erario
Nacional, exceptuándose sólo las capillas destinadas al servicio de asilos, hospitales, cárceles u
otros establecimientos públicos. Declara, asimismo, exentos de toda clase de impuestos a los
templos consagrados al culto de las diversas religiones (art. 5)”. También en Guatemala se hace
referencia a los bienes de la Iglesia: “El Estado extenderá a la Iglesia Católica, sin costo alguno,
títulos de propiedad de los bienes inmuebles que actualmente y en forma pacífica posee para sus
propios fines, siempre que hayan formado parte del patrimonio de la Iglesia Católica en el pasado.
No podrán ser afectados los bienes inscritos a favor de terceras personas, ni los que el Estado
tradicionalmente ha destinado a sus servicios (art. 37)”. Además alude a las demás confesiones
31
religiosas en cuanto a sus bienes y exenciones tributarias .
En algunos países, se optó por un explícito reconocimiento constitucional de la personalidad
jurídica de la Iglesia Católica. Así, en El Salvador se establece que “Se reconoce la personalidad
jurídica de la Iglesia Católica. Las demás iglesias podrán obtener, conforme a la ley, el
reconocimiento de su personalidad (art. 26)”. En Guatemala el texto constitucional señala que “Se
reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. Las otras iglesias, cultos, entidades y
asociaciones de carácter religioso obtendrán el reconocimiento de su personalidad jurídica
conforme las reglas de su institución y el Gobierno no podrá negarlo si no fuese por razones de
orden público (art. 37)”. Mientras que por ejemplo en Panamá no se hace distinción respecto del
estatuto jurídico de las confesiones religiosas: “Las asociaciones religiosas tienen capacidad
jurídica y ordenan y administran sus bienes dentro de los límites señalados por la Ley, lo mismo
32
que las demás personas jurídicas” . En Chile, si bien no hay un reconocimiento explícito a la
Iglesia Católica, no hay duda que goza del rango de persona jurídica de derecho público, y el
33
nuevo sistema registral se aplica a las demás organizaciones religiosas .
Otro ámbito que evidencia la particular consideración de la Iglesia Católica se refiere a los
términos de relación con la misma. Así, el texto paraguayo señala que: “Las relaciones del Estado
con la Iglesia Católica se basan en la independencia, cooperación y autonomía (art. 24)”. Y en
30
Cfr. art. 95 del Código civil.
31
Cfr. art. 37: “Los bienes inmuebles de las entidades religiosas destinados al culto, a la educación y a la
asistencia social, gozan de exención de impuestos, arbitrios y contribuciones”.
32
Art. 36, sin embargo, en el art. 35 de la Constitución se señala que el límite al ejercicio de todos los cultos es la moral
cristiana y el orden público.
33
Cfr. art. 19 nº6 de la Constitución de 1980, art. 547 inc. 2º del Código Civil y art. 20 de la Ley 19.638 sobre la constitución
jurídica de las iglesias y organizaciones religiosas (Diario Oficial, 14 octubre 1999).
Bolivia se establece que “Las relaciones con la Iglesia Católica se regirán mediante concordatos y
acuerdos entre el Estado boliviano y la Santa Sede (art. 3)”. Es necesario sin embargo insistir en
que la celebración de acuerdos con la Santa Sede no tiene como consecuencia la confesionalidad
del Estado, si bien la celebración de tales instrumentos evidencia que la Iglesia Católica es
reconocida como sujeto de derecho internacional. Pero igualmente hay que detenerse en la
legislación interna para constatar si existe un régimen de igualdad entre todas las organizaciones
34
religiosas, como en el caso de Colombia .
En los últimos años, se observa un aumento de nuevas denominaciones cristianas misioneras,
la continua llegada de inmigrantes de otras religiones, además del creciente fenómeno de
presencia de las sectas en el continente. A nivel legal en varios países se ha regulado un sistema
de registro de las entidades religiosas, que en todo caso, no ha menoscabado el estatuto jurídico
de la Iglesia Católica donde ya se encuentra consolidado.
34
Cfr. art. 19 de la Constitución y el último “Acuerdo de modificación del Concordato” del 20 de noviembre de 1992.
3. SISTEMAS MATRIMONIALES A NIVEL LATINOAMERICANO
La libertad de conciencia y religión se relaciona con la materia en estudio, toda vez que, el
matrimonio es considerado acto de culto o bien de trascendencia religiosa por muchas religiones,
por lo que, de respetarse la libertad religiosa, su consecuencia natural sería reconocer al
matrimonio como acto de culto. El tratamiento específico del matrimonio en cada uno de los países
en estudio es diverso en relación a los requisitos de validez, de celebración y terminación del
mismo. Con todo, pueden agruparse en algunos sistemas según la modalidad de celebración del
matrimonio, de tal manera que situar al matrimonio civil como modalidad obligatoria, resulta una
lesión al derecho fundamental del reconocimiento de la libertad de conciencia y de religión. Y si
además se impone que la obligatoriedad de la celebración civil preceda a la celebración religiosa,
parece aún más contrario al respeto de la libertad religiosa, en especial, si paralelamente se admite
el registro de uniones estables, pero el matrimonio religioso admite sanciones pese a la relevancia
que posee para quienes lo contraen.
35
Una buena síntesis de la historia del matrimonio desde una perspectiva jurídica se encuentra en Jean Gaudemet, Il
matrimonio in occidente, Torino 1989.
36
Concilio de Trento, sessio XXIV, Doctrina et canones de sacramento matrimonii et canones super reformatione circa
matrimonium: Decr. Tametsi, 11 de noviembre de 1563, en DS 1797-1816. La aplicación de las normas conciliares se sujetó
a la promulgación del Concilio en los distintos territorios, lo que en América hispana sucedió a iniciativa del rey Felipe II,
quien “a través de la Real Cédula de 1564, proveyó a la aplicación del Concilio en todo el territorio del imperio español. Más
tarde, el III Concilio Provincial de Lima (presidido por S. Toribio de Mongrovejo, celebrado entre el 15 de agosto de 1582 y el
18 de octubre de 1583) tuvo por finalidad la aplicación del decreto Tametsi. Por lo tanto, el único matrimonio válido era el
matrimonio religioso, sujeto a las normas tridentinas, considerándose a la autoridad eclesiástica como la única competente
para conocer de las cuestiones relativas a él” (Ana María Celis B., La relevancia canónica del matrimonio civil a la luz de la
teoría general del acto jurídico, Roma 2002, p. 229).
como expresión de tolerancia religiosa respecto de católicos, para no obligarles a contraer
matrimonio confesional diverso del propio. Ello sucedió por primera vez en Holanda en 1580, y
posteriormente en Inglaterra en 1680, pero la mayor influencia para la expansión del matrimonio
civil en occidente, se debió al pronunciamiento constitucional (1797) y civil (1804) francés: “la ley
no reconoce sino el matrimonio civil”, considerándole como una opción en que se adoptaba un
estatuto jurídico igual para todos los ciudadanos, sin considerar sus convicciones religiosas. La
Iglesia Católica se opuso a la secularización del matrimonio, pronunciándose contra éste y
estimando que respecto de los católicos sería legalizar el concubinato, y además encontró
37
oposición social por lo que las personas seguían contrayendo matrimonio religioso .
En Latinoamérica, las primeras codificaciones a lo largo del siglo XIX, reconocieron el
matrimonio celebrado ante la Iglesia Católica como el único capaz de producir efectos civiles,
encargando su celebración al ministro de culto respectivo. Así, mientras el Código civil francés
plasmaba la secularización del matrimonio, en Latinoamérica sólo se reconocía el matrimonio
católico y la competencia de la Iglesia para pronunciarse sobre su validez, lo que por lo demás era
coherente con la confesionalidad católica de los nuevos estados.
De este modo, el proceso de separación de Iglesia y Estado fue simultáneo al de
secularización del matrimonio y al establecimiento de funcionarios civiles que dieran fe de la
celebración de tales actos. A diferencia de Europa, en Latinoamérica la secularización no fue
consecuencia de la influencia directa de la ruptura de la unidad religiosa, sino que las ideas
liberales influyeron para llevar adelante dichos procesos cuya culminación precisamente la
constituyó el establecimiento del matrimonio civil como único válido y eficaz ante el Estado. El
proceso de separación, alcanzó el ámbito matrimonial, donde se pasó desde considerar al
matrimonio canónico como único matrimonio válido respecto de todos los habitantes, pasando por
la fórmula francesa del matrimonio civil, y llegando a establecer la obligación de su precedencia
respecto del matrimonio religioso. Actualmente, en algunos países se han alcanzado fórmulas más
respetuosas de la libertad religiosa, como el reconocimiento de los efectos civiles de la celebración
de tales matrimonios, e incluso en algunos territorios se reconocen los pronunciamientos acerca de
la validez de los mismos.
Entre los países estudiados, llama la atención que no se incluya habitualmente en la regulación
38
del matrimonio una definición normativa del mismo , sino que se legisle directamente, en especial
37
Cfr. síntesis de la postura del Magisterio en: Ana María Celis B., La relevancia canónica del matrimonio civil a la luz de la
teoría general del acto jurídico, Roma 2002, pp. 146-154.
38
Cfr. Carmen Domínguez H., “La situación jurídica de la mujer casada en los países del Mercosur ampliado: estado actual
y líneas de reflexión” de próxima publicación.
si se considera que en algunos textos constitucionales se alude explícitamente al matrimonio, junto
al reconocimiento de la familia. La particularidad de tal opción no es evidente, sin embargo, resulta
comprensible si se considera que el matrimonio se remonta al inicio de la historia republicana de
todos los pueblos estudiados, recogiendo la herencia cristiana en un primer momento, dando por
sentada su estructura para posteriormente secularizarlo. En todo caso, algunos textos
constitucionales reconocen al matrimonio como fundamento de la familia, en algunas ocasiones
equiparado a otro tipo de uniones.
Así, en República Dominicana “Se reconoce el matrimonio como fundamento legal de la familia
(art. 8 nº 15, c)”, y en el texto constitucional cubano se define al matrimonio en los siguientes
términos: “El matrimonio es la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer con
aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común. Descansa en la igualdad absoluta de
derechos y deberes de los cónyuges, los que deben atender al mantenimiento del hogar y a la
formación integral de los hijos mediante el esfuerzo común, de modo que este resulte compatible
con el desarrollo de las actividades sociales de ambos (art. 36)”.
Así, también en Haití se señala que el Estado protege la familia (art. 259), pero ello es
independientemente de si se ha constituido por vínculo matrimonial (art. 260). En Honduras ocurre
algo similar, pues mientras “La familia, el matrimonio, la maternidad y la infancia están bajo la
protección del Estado (art. 111)”, se agrega que “(…) Se reconoce la unión de hecho entre las
personas igualmente capaces para contraer matrimonio. La Ley señalará las condiciones para que
surta los efectos del matrimonio (art. 112)”. En Nicaragua se reconoce en la Constitución el
derecho a constituir una familia (art. 71), para luego señalar que “El matrimonio y la unión de hecho
estable están protegidos por el Estado; descansan en el acuerdo voluntario del hombre y la mujer y
podrán disolverse por mutuo consentimiento o por la voluntad de una de las partes. La ley regulará
esta materia (art. 72)”. En Panamá, “El matrimonio es el fundamento legal de la familia, descansa
en la igualdad de derechos de los cónyuges y puede ser disuelto de acuerdo con la Ley (art. 57)” y
“La unión de hecho entre personas de distinto sexo legalmente capacitadas para contraer
matrimonio, mantenida durante cinco años consecutivos en condiciones de singularidad y
39
estabilidad, surtirá todos los efectos del matrimonio civil (art. 58)” .
En la Constitución de Paraguay, sin definir al matrimonio, se establece que “La ley establecerá
las formalidades para la celebración del matrimonio entre el hombre y la mujer, los requisitos para
contraerlo, las causas de separación, de disolución y sus efectos, así como el régimen de
administración de bienes y otros derechos y obligaciones entre cónyuges. Las uniones de hecho
entre el hombre y la mujer, sin impedimentos legales para contraer matrimonio, que reúnan las
condiciones de estabilidad y singularidad, producen efectos similares al matrimonio, dentro de las
condiciones que establezca la ley (art. 51)”. Y en Perú junto a la declaración que “La comunidad y
el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de
abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio. Reconocen a estos últimos
como institutos naturales y fundamentales de la sociedad (art. 4)”, se establece que “La unión
estable de un varón y una mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar de
hecho, da lugar a una comunidad de bienes sujeta al régimen de la sociedad de gananciales en
cuanto sea aplicable (art. 5)”.
La Constitución de Venezuela establece que “Se protege el matrimonio entre un hombre y una
mujer, fundado en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de
los cónyuges. Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio (art. 77)”.
Puede entonces observarse que en nueve textos constitucionales además de reconocer al
matrimonio como base de la familia, se incorpora la no distinción de sus efectos con las uniones no
matrimoniales. ¿Qué significa esto? ¿Qué alcance tiene? ¿Por qué se tratan de manera igual el
matrimonio y la unión estable? ¿Cuál sería la diferencia entre uno y otro más allá de la formalidad
de celebración propia del matrimonio?
39
El mismo art. 58 continúa estableciendo los requisitos: “Para este fin, bastará que las partes interesadas soliciten
conjuntamente al Registro Civil la inscripción del matrimonio de hecho. Cuando no se haya efectuado esa solicitud, el
matrimonio podrá comprobarse para los efectos de la reclamación de sus derechos, por uno de los cónyuges otro
interesado, mediante los trámites que determine la Ley. Podrán, no obstante, oponerse a que se haga la inscripción o
impugnarla después de hecha, el Ministerio Público en interés de la moral y de la Ley, o los terceros que aleguen derechos
susceptibles de ser afectados por la inscripción, si la declaración fuere contraria a la realidad de los hechos”.
La clave de lectura para intentar comprender estas opciones de tantas constituciones, no
puede sino hacerse en la reflexión del actual rol del derecho, que más allá de su índole normativa
que conduce a valores como la justicia y el bien común, parece detenerse artificialmente en una
tarea receptora de hechos sociales. De esta manera, se desnaturaliza el derecho, que no sirve
entonces como instrumento de orden de la sociedad, sino por el contrario, se le instrumentaliza
para reconocer realidades sociales que de suyo se entiende que quieren marginarse de lo jurídico.
En efecto, dada la presencia del divorcio en los países en estudio, resulta al menos paradójico que
las parejas no se casen sino opten por la convivencia, y se persiga el reconocimiento legal de tal
opción. La particularidad de las llamadas uniones estables, es precisamente el hecho de la
convivencia que cesa al ponerle término, por tanto, no corresponde recurrir a una normativa
especial, que prescinde o distorsiona la estructura matrimonial como necesario parámetro de
referencia. Más aún, si se considera que en algunos de los países indicados (Ecuador, Paraguay y
Venezuela) el sistema matrimonial es el civil obligatorio y con precedencia al religioso. Ello significa
que mientras puede sancionarse la celebración del matrimonio católico, la mera convivencia es
reconocida con iguales derechos que el matrimonio civil. De ahí que el análisis desde la
perspectiva hermenéutica de la libertad religiosa, contribuya a evidenciar la falta de análisis jurídico
al recepcionarse situaciones de hecho en los ordenamientos estatales, sin profundizar en si se
trata de una exigencia de la misma estructura jurídica. Por el contrario, la celebración religiosa, en
general se trata de una institución antecedente al Estado, que además en el caso del matrimonio
católico, informó los ordenamientos estatales de occidente. El tratamiento de la legislación de los
distintos países respecto del matrimonio religioso no se condice entonces, con los actuales
términos de la relación Iglesia y Estado, y del reconocimiento de la libertad religiosa.
Así, en Chile desde el Código de Bello de 1855 se define al matrimonio en el art. 102 como “un
contrato solemne, en virtud del cual, un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente y
por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente”, concepto que
aparece al menos paradójico por la introducción del divorcio vincular el año 2004. En Paraguay, el
matrimonio se define como “la unión voluntariamente concertada entre un varón y una mujer
legalmente aptos para ello, formalizada conforme a la ley, con el objeto de hacer vida en común”
(art. 4 ley 1/92)”. El Código civil colombiano señala que: “El contrato de matrimonio se constituye y
perfecciona por el libre y mutuo consentimiento de los contrayentes, expresado ante el funcionario
competente, en la forma y con solemnidades y requisitos establecidos en este Código, y no
producirá efectos civiles y políticos, si en su celebración se contraviniere a tales formas,
solemnidades y requisitos (art. 115)”. El Código de Familia salvadoreño le define de manera
sintética a la vez que completa: “El matrimonio es la unión legal de un hombre y una mujer, con el
fin de establecer una plena y permanente comunidad de vida (art. 11)”, especificando que “se
constituye y perfecciona por el libre y mutuo consentimiento de los contrayentes, expresado ante el
funcionario autorizado, celebrado en la forma y con los demás requisitos establecidos en este
Código; se entiende contraído para toda la vida de los contrayentes y surte efectos desde su
celebración (art. 12)”. En Puerto Rico se define legalmente al matrimonio como “una institución civil
que procede de un contrato civil en virtud del cual un hombre y una mujer se obligan mutuamente a
ser esposo y esposa, y a cumplir el uno para con el otro los deberes que la Ley les impone. Será
válido solamente cuando se celebre y solemnice con arreglo a las prescripciones de aquélla, y sólo
podrá disolverse antes de la muerte de cualquiera de los dos cónyuges, en los casos
expresamente previstos en este título. Cualquier matrimonio entre personas del mismo sexo o
transexuales contraído en otras jurisdicciones, no será válido ni reconocido en derecho en Puerto
Rico. (art. 68 Código Civil)”.
Tanto en los conceptos constitucionales como legales del matrimonio, se comprenden los
requisitos que se describen en las demás legislaciones: los cónyuges son necesariamente un
hombre y una mujer, cuyo consentimiento requiere de formalización, momento desde el cual
produce efectos entre ellos y respecto de su descendencia común. A nivel latinoamericano, el
matrimonio en su regulación civil más temprana, presentó la misma estructura del matrimonio
católico, aunque a lo largo de los años, ha ido desconociendo dicha herencia al incorporar el
divorcio como forma de terminación y amparando otras formas de unión de hecho distintas del
matrimonio.
b. Sistemas matrimoniales
La consideración de la celebración del matrimonio desde la perspectiva de la libertad religiosa,
permite establecer diversos sistemas matrimoniales, cuya agrupación varía en la doctrina, pero que
en todo caso, supone que puede existir tanto la posibilidad del matrimonio civil obligatorio como del
matrimonio religioso obligatorio.
Las clasificaciones varían en caso que el matrimonio religioso sea reconocido estatalmente o
no. Así, la doctrina española sostiene la unidad de matrimonio en torno al matrimonio civil, en la
que la celebración religiosa corresponde a la formalidad para ingresar al sistema, tanto si se
reconoce o no a la religión su derecho sustantivo. En cambio, atendiendo a otra clasificación,
40
propia de la doctrina italiana , se entiende que el sistema matrimonial facultativo puede ser de tipo
concordatario o de tipo anglosajón. En el primer caso, el reconocimiento del matrimonio religioso
resulta de un acuerdo con la confesión religiosa que reconoce su derecho sustantivo y en
ocasiones admite la homologación de sus decisiones judiciales acerca la validez de dicho
matrimonio. En el segundo caso, esto es, el matrimonio civil o religioso facultativo de tipo
anglosajón, el reconocimiento del matrimonio religioso constituye otra forma de celebración
permitida por el Estado, cuya validez dependerá del cumplimiento de los requisitos determinados
por la legislación civil, sin que se reconozca sustantivamente el ordenamiento propio de la religión.
Atendiendo a la clasificación desde la forma de celebración del matrimonio, es posible
constatar que no existe en la actualidad el sistema del matrimonio religioso obligatorio en
Latinoamérica, y por otro lado, que en todos los territorios estudiados puede celebrarse el
matrimonio civil, constituyendo en algunas ocasiones la modalidad exclusiva para que la unión
matrimonial tenga efectos civiles.
El matrimonio civil obligatorio persiste en Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela. Aunque
paulatinamente, se ha despenalizado la precedencia de una celebración religiosa, manteniendo el
matrimonio civil como único válido. Y aún se exige la precedencia del matrimonio civil respecto del
religioso en Ecuador, Honduras, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela, mientras que las demás
legislaciones han avanzado hacia el reconocimiento del matrimonio religioso como una modalidad
de celebración.
En efecto, en la actualidad, existe el sistema del matrimonio civil o religioso facultativo en
Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Haití, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, sin que
diga relación con el tipo de sistema de relación entre las diversas iglesias o confesiones y el Estado
o que coincida con los países que han suscrito acuerdos con la Santa Sede. Por lo demás, y según
se expuso anteriormente, la mayor parte de los acuerdos no se refieren siquiera al tema
matrimonial.
40
Cfr. Joseph Prader, Il matrimonio in Oriente e in Occidente, 2ª ed. riveduta e aggiornata, Pontifiico Istituto Orientale, Roma
2003, pp.67-83. El mismo autor se explaya más sobre el tema en una obre precedente: Il matrimonio nel mondo, 2ª ed.
aggiornata, Ed. Cedam, Padova, pp. 3-14.
3.3 Aspectos particulares
Además de destacar que no hay correspondencia entre aquellos países concordatarios y los
que reconocen el matrimonio religioso (especialmente el canónico, pero además de otras
confesiones religiosas reconocidas en los Estados), resulta interesante observar otras
particularidades en los sistemas de matrimonio civil o religioso facultativo, o del matrimonio civil
obligatorio.
41
En el Código civil se establece que “La ley no considera el matrimonio sino como contrato. En general, el matrimonio debe
celebrarse ante funcionarios del orden civil que señala la ley. Sin embargo, los que profesan la religión de la mayoría de los
nicaragüenses, que es la Católica, Apostólica y Romana podrán celebrar sus matrimonio ante el párroco o autoridad
eclesiástica competente, con arreglo a los cánones de la Iglesia Católica. Para que los matrimonios celebrados ante la
autoridad eclesiástica en conformidad con el inciso anterior produzcan efectos civiles, será indispensable que las partidas
que expida el párroco sean inscritas en el Registro del Estado Civil de las Personas (art. 95)”.
42
Art. 27 del Código de familia (Ley Nº 3 del 17 de mayo de 1994). Además, agrega una disposición de sentido común: “El
matrimonio religioso no surtirá efectos civiles cuando el matrimonio civil lo haya precedido (art. 28)”.
43
Una excelente síntesis de esta perspectiva del matrimonio en Brasil, estará disponible en Revista española Iustel en
septiembre de 2006: Cristina Odriozola Igual, “Libertad de conciencia y matrimonio en Brasil”, 2006.
44
Cfr. en artículo de inminente publicación de la profesora Cristina Odriozola Igual, “Libertad de conciencia y matrimonio en
Brasil”, 2006.
45
Según la profesora Odriozola, “En la práctica suele ocurrir que los contrayentes elijan como lugar de la celebración civil
del matrimonio el templo, y que dicho matrimonio se celebre antes o después de la ceremonia religiosa (cfr. Cristina
Odriozola Igual, “Libertad de conciencia y matrimonio en Brasil”, 2006)”. De esta manera, no se trataría de un
En Chile hasta el 18 de noviembre de 2004, existía el sistema de matrimonio civil obligatorio
con precedencia al matrimonio religioso. No obstante, la nueva ley de matrimonio civil, supuso un
cambio de sistema, que aunque imperfecto, constituye un primer paso hacia el reconocimiento
pleno del matrimonio religioso. En efecto, se comparte con algunos países el alcance de dicha
normativa respecto de entidades que gocen de personalidad jurídica de derecho público; y con la
mayor parte de los países que establecen el sistema de matrimonio civil o religioso facultativo, la
necesidad de diligencias previas tanto para la celebración civil como la religiosa. Sin duda, el
elemento que distingue la legislación chilena respecto de cualquier otro sistema similar, consiste en
la exigencia de la ratificación dentro de ocho días, con posterioridad al consentimiento manifestado
en la celebración religiosa del matrimonio para que éste produzca efectos.
“Los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de
derecho público producirán los mismos efectos que el matrimonio civil, siempre que cumplan
con los requisitos contemplados en la ley, en especial lo prescrito en este Capítulo, desde su
inscripción ante un Oficial del Registro Civil.
El acta que otorgue la entidad religiosa en que se acredite la celebración del matrimonio y el
cumplimiento de las exigencias que la ley establece para su validez, como el nombre y la edad
de los contrayentes y los testigos, y la fecha de su celebración, deberá ser presentada por
aquellos ante cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para su inscripción. Si no
se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto civil alguno.
El Oficial del Registro Civil verificará el cumplimiento de los requisitos legales y dará a conocer
a los requirentes de la inscripción los derechos y deberes que corresponden a los cónyuges de
acuerdo a esta ley. Los comparecientes deberán ratificar el consentimiento prestado ante el
ministro de culto de su confesión. De todo lo anterior quedará constancia en la inscripción
respectiva, que también será suscrita por ambos contrayentes.
Sólo podrá denegarse la inscripción si resulta evidente que el matrimonio no cumple con
alguno de los requisitos exigidos por la ley. De la negativa se podrá reclamar ante la respectiva
Corte de Apelaciones.
Los efectos del matrimonio así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley y en los
46
demás cuerpos legales que se refieren a la materia (art. 20)” .
Si bien la inscripción del matrimonio suele ser una exigencia para acreditar ante el Estado la
celebración religiosa del matrimonio, en las demás legislaciones no se indica una audiencia
47
especial para la “ratificación” de la celebración del matrimonio religioso . En efecto, si el Estado
confía en una organización religiosa para reconocer el matrimonio celebrado ante ella, no parece
coherente poner trabas a la manifestación del consentimiento a través de una exigencia de esta
naturaleza. Probablemente el recurrir a un sistema tan engorroso haya disuadido a los creyentes
de recurrir a este tipo de celebración “por el artículo 20”. Desde la entrada en vigencia de la ley
hasta el 28 de febrero de 2006, se han celebrado casi 2.000 matrimonios con este sistema, lo que
48
representa un 2,8% del total .
reconocimiento del matrimonio religioso facultativo, sino más bien, continuar con la doble celebración del matrimonio, pero
realizando la ceremonia civil en el lugar de culto.
46
Art. 20 en Ley de Matrimonio Civil nº 19.947 de 18 de mayo de 2004.
47
Por ejemplo, en Costa Rica el matrimonio produce efectos desde su celebración y requiere de la inscripción (art. 33 del
Código de familia).
48
Si bien la mayor parte de las celebraciones a tenor de esta disposición corresponden a fieles de la Iglesia Católica (según
funcionarios del Registro Civil sólo se han celebrado 2 matrimonios de los B’Hai y un par de matrimonios de evangélicos.
En algunos lugares, el reconocimiento del matrimonio religioso ha implicado la aceptación de
las sentencias religiosas como en Colombia: “El Estado reconoce la competencia propia de las
autoridades religiosas para decidir mediante sentencia u otra providencia, de acuerdo con sus
cánones y reglas, las controversias relativas a la nulidad de los matrimonios celebrados por la
respectiva religión (art. 146 del Código civil)”, bajo el supuesto que su organización interna sea
reconocida por el Estado a través de su sistema de acuerdos y de registro de las entidades (art.
115), y que las sentencias religiosas deben comunicarse a la autoridad judicial del Estado a fin de
49
ejecutarse (art. 147) y cesando así los efectos civiles de tales matrimonios . También en
Nicaragua, tienen efectos las sentencias eclesiásticas: “Empero, cuando se haya contraído
matrimonio católico toca exclusivamente a la autoridad eclesiástica decidir sobre la validez, y sobre
las causas de disolución del matrimonio que así se haya contraído. Para obtener los efectos civiles
de la separación, la sentencia firme dictada por autoridad eclesiástica deberá inscribirse en el
50
Registro del Estado Civil de las Personas” .
Desde el 18 de noviembre de 2004 al 28 de febrero de 2006 se han celebrado 70.478 matrimonios ante el Estado, mientras
que se ha recurrido al “artículo 20” en la celebración de 1.997 casos, lo que corresponde a una proporción del 2,8%. Debe
reconocerse que se trata de una cifra escasa si se considera que según el Censo de 2002 se celebraron durante ese año
un total de 61.109 matrimonios civiles en Chile, y en el mismo período se celebraron 25.811 matrimonios ante la Iglesia
Católica en Chile, lo que significaría una proporción del 42,2%. La resistencia social a recurrir a esta modalidad, recuerda lo
sucedido al entrar en vigencia el matrimonio civil obligatorio en 1885: mientras ese 1885 se celebraron más de diez y siete
mil matrimonios, al entrar en vigencia la ley, sólo se celebraron 5.200. En todo caso, es útil tener presente que según datos
del Censo en relación al matrimonio civil, mientras en 1992 el 51,8% de los mayores de quince años estaba casado, diez
años después correspondía al 46,2%, aumentando los convivientes desde 5,7% al 8,9%.
49
Cfr. art. 152 del Código civil: “inc. 2º: Los efectos civiles de todo matrimonio religioso cesarán por divorcio decretado por el
juez de familia o promiscuo de familia. Inc. 3º: En materia del vínculo de los matrimonios religiosos regirán los cánones y
normas del correspondiente ordenamiento religioso”. La reforma al Código civil (1992), estableció que cfr. art. 115, inc. 1º:
"Tendrán plenos efectos jurídicos los matrimonios celebrados conforme a los cánones o reglas de cualquier confesión
religiosa o iglesia que haya suscrito para ello concordato o tratado de Derecho Internacional o convenio de Derecho Público
Interno con el Estado colombiano” (cfr. modificación de art. 3º de Ley 25 en Diario Oficial No. 40.693, de 18 de diciembre de
1992).
50
Art. 97 del Código civil.
matrimonio civil como sucede en la normativa cubana que no menciona el matrimonio religioso. No
obstante lo anterior, en el Código de familia se establece que “La formalización o el reconocimiento
judicial del matrimonio entre el hombre y la mujer unidos en la forma señalada en el artículo que
antecede, retrotraerá sus efectos a la fecha de iniciada la unión, de acuerdo con lo manifestado por
los cónyuges y testigos en el acta de formalización del matrimonio o la declarada en la sentencia
51
judicial” . Entonces, la legislación cubana reconoce que una convivencia de hecho eventualmente
puede equipararse al matrimonio, sin especificar si el matrimonio celebrado sólo ante la propia
52
confesión religiosa podría ser reconocido a la manera de una convivencia , dado que
probablemente sus contrayentes gocen de aptitud legal para contraer matrimonio civil y que en
todo caso, el matrimonio canónico goza de la singularidad y estabilidad exigida por el legislador
civil. De lo contrario, es decir, si no se acepta el matrimonio religioso como sustrato para al menos
ser reconocido de alguna manera, se estaría ante la paradoja en que la simple convivencia es
eficaz para producir derechos y deberes entre las partes, mientras que el matrimonio que ha
servido de parámetro de referencia para el matrimonio civil es ignorado por el ordenamiento
jurídico.
La situación de Bolivia es particularmente interesante, pues se reconoce sólo el matrimonio
53
civil , señalando además que “El matrimonio religioso es independiente del civil y puede
celebrárselo libremente de acuerdo a la creencia de los contrayentes; pero sólo tendrá validez legal
y producirá efectos jurídicos el matrimonio civil (art. 42)”. Sin embargo, excepcionalmente
contempla el reconocimiento del matrimonio religioso si se realiza “en lugares apartados de los
centros poblados donde no existan o no se hallen provistas las oficialías del registro civil, siempre
que concurran los requisitos previstos por el Capítulo II del presente título y se lo inscriba en el
registro civil más próximo, debiendo el celebrante enviar para ese fin al oficial del registro civil el
acta de celebración y demás constancias bajo su exclusiva responsabilidad y sujeto a las
sanciones que se establecerán en su caso, sin perjuicio de que puedan hacerlo los contrayentes o
sus sucesores (art. 43)”.
Además, debe hacerse presente que en algunos de los países que conservan el sistema del
matrimonio civil obligatorio, subsiste igualmente la precedencia del mismo respecto de la
celebración civil, a saber, en Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Paraguay, Uruguay y
Venezuela. Incluso en algunos casos el cambiar de sistema requeriría una modificación
constitucional, toda vez que como en El Salvador se establece que “Ningún acto religioso servirá
51
Art. 19 del Código de familia en Ley 1289 de 14-02-1975 (Asamblea Nacional del Poder Popular, Gaceta Oficial Ordinaria
No. 16 de 15-02-1975).
52
El art. 18 del Art. 19 del Código de familia, establece los requisitos para ello: “La existencia de la unión matrimonial entre
un hombre y una mujer con aptitud legal para contraerla y que reúna los requisitos de singularidad y estabilidad, surtirá
todos los efectos propios del matrimonio formalizado legalmente cuando fuere reconocida por tribunal competente. Cuando
la unión matrimonial estable no fuere singular porque uno de los dos estaba unido en matrimonio anterior, el matrimonio
surtirá plenos efectos legales en favor de la persona que hubiere actuado de buena fe y de los hijos habidos de la unión”.
Aparentemente, el Estado podría considerar un matrimonio canónico, como sustrato suficiente para ser reconocido
civilmente, aunque la situación de la libertad religosa en el país, hace poco probable recurrir a este sistema.
53
Cfr. art. 41 Código de Familia Concordado de la República Boliviana en Ley Nº 996, 4 de abril 1988.
para establecer el estado civil de las personas (art. 25)”, o en México al señalar que “Los actos del
estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las autoridades administrativas en
54
los términos que establezcan las leyes…” .
En el caso de Ecuador, la precedencia del matrimonio civil respecto del religioso es sancionado
con multa aplicada a los ministros de cualquier religión si no se tiene la inscripción civil antes de la
55
celebración religiosa, “salvo peligro de muerte” . Y también lo es en Honduras “El ministro de
cualquier culto que autorizare un matrimonio religioso sin que se le presente previamente la
56
certificación de haberes celebrado el civil, incurrirá en responsabilidad penal” .
En Paraguay se establece que “Para la celebración del matrimonio religioso se tendrá a la vista
57
el testimonio del acta de celebración del matrimonio civil” . En Venezuela, también se establece la
precedencia del matrimonio civil, imponiendo al ministro de culto la carga de celebrar el matrimonio
58
religioso luego de la presentación del certificado del matrimonio civil .
Las disposiciones del Código civil uruguayo son las más elocuentes tanto sobre la
obligatoriedad como acerca la precedencia del matrimonio civil respecto del matrimonio religioso:
“El matrimonio civil es obligatorio en todo el territorio del Estado, no reconociéndose, a partir
del 21 de julio de 1885, otro legítimo que el celebrado con arreglo a este capítulo y con
sujeción a las disposiciones establecidas en las Leyes de Registro del Estado Civil y su
reglamentación (art. 83)”.
“Efectuado el matrimonio civil a que se refiere el artículo 83, los contrayentes podrán
libremente solicitar la ceremonia religiosa de la Iglesia a que pertenezcan, pero ningún ministro
de la Iglesia a que pertenezcan, pero ningún ministro de la Iglesia Católica o pastor de las
diferentes comuniones disidentes en el país, podrá proceder a las bendiciones nupciales sin
que se le haya hecho constar la celebración del matrimonio civil, por certificado expedido en
forma por el Oficial del Estado Civil y si lo efectuase sin dicha constancia incurrirá en la pena
de seis meses de prisión y en caso de reincidencia un año de prisión. Exceptúase de la
disposición que antecede, los matrimonios in extremis, que no producirán, sin embargo efectos
civiles (art. 84)”.
c. Situaciones especiales
Más allá de la distinción entre los diversos sistemas matrimoniales presentes en Latinoamérica,
algunas legislaciones hacen referencia a los ministros de culto, no sólo para sancionarlos en el
caso del sistema de matrimonio civil obligatorio con precedencia, sino a propósito del desempeño
de acciones que se le reconocen como colaborador del Estado.
54
Art. 130 inc. final de la Constitución
55
Art. 23 de Ley general de Registro Civil Identificación y Cedulación (en Decreto Supremo nº 278, Revista Oficial 70 de 21
abril 1976).
56
Art. 13 del Código de familia (Decreto 76-84 de 1984).
57
Art. 87 de Ley del registro del estado civil (ley Nº 1.266/87).
58
Art. 45: “Después de celebrado el matrimonio con arreglo a las disposiciones de este Título, podrán los contrayentes,
según los dictámenes de su conciencia, cumplir con los ritos de la religión que profesen; pero este acto no podrá efectuarse
sin que al ministro del culto o al que deba presenciarlo, le sea presentada la certificación de haberse celebrado el
matrimonio conforme a lo dispuesto en este Título (Código Civil de Venezuela Gaceta Nº 2.990 Extraordinaria, 26 de Julio
de 1982).
En Costa Rica si los ministros de culto celebran un matrimonio católico reconocido, “serán
59
considerados funcionarios públicos” . En Panamá, existe el sistema de matrimonio civil o religioso
facultativo, y en ese contexto interviene el ministro de culto como funcionario autorizado para
60
celebrar dichos matrimonios , lo que también sucede en Puerto Rico, se reconoce a los ministros
61 62
de culto la capacidad para celebrar el matrimonio y en Perú . En Guatemala existe un sistema de
matrimonio civil obligatorio, y el texto constitucional se refiere al ministro de culto en los siguientes
términos: “El matrimonio podrá ser autorizado por los alcaldes, concejales, notarios en ejercicio y
ministros de culto facultados por la autoridad administrativa correspondiente (art. 49)”.
En estos casos, el matrimonio celebrado por el ministro de culto es civil, sólo que el Estado le
63
confía la función de ministro de fe de tal ceremonia .
Otra situación muy interesante ha sido la práctica de los matrimonios civiles y religiosos
comunitarios celebrados en algunas comunas de Perú. Se trata de una práctica a la que
anteriormente ha recurrido tanto la autoridad civil como la religiosa por separado, y que en esta
particular ocasión convocó para una celebración conjunta y seguida del matrimonio civil y del
religioso. Por ejemplo, la autoridad alcaldicia de San Miguel a fin de regularizar situaciones
familiares, convocó para la celebración de tal matrimonio el día 8 de diciembre de 2005 a través de
64
la siguiente Ordenanza municipal :
59
Art. 23 en Código de familia (Ley No. 5476, publicada el 5 febrero 1974).
60
Art. 37: “Los funcionarios autorizados para celebrar matrimonios civiles son: los Jueces Municipales, Civiles y de Familia,
los Corregidores, los Ministros Religiosos de cultos con personería jurídica en la República de Panamá, conforme se
establece en el Artículo 27 de este Código, y los Agentes consulares en los casos de matrimonio de panameños en el
extranjero (Código de familia, ley nº 3 del 17 de mayo de 1994)”.
61
Art. 75 del Código civil, enmendado en el 1952, por ley 11; y en 1996, ley 72; 2000, ley 16: “Todos los sacerdotes u otros
ministros del evangelio, debidamente autorizados u ordenados, rabinos hebreos y los jueces del Tribunal Supremo, jueces
del Tribunal de Apelaciones, jueces del Tribunal de Primera Instancia, los jueces y los jueces magistrados de la Corte de
Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Puerto Rico, pueden celebrar los ritos de matrimonio entre todas las
personas legalmente autorizadas para contraerlo”.
62
Art. 260 inc. 2º en Código Civil del Perú (Decreto Legislativo Nº 295 Promulgado 24.07.84 / Publicado 25.07.84 / Vigencia
14.11.84): “El matrimonio puede celebrarse también ante el párroco o el Ordinario del lugar por delegación del alcalde
respectivo. En este caso el párroco o el Ordinario remitirá dentro de un plazo no mayor de cuarentiocho horas el certificado
del matrimonio a la oficina del registro del estado civil respectivo”.
63
Es distinto al caso de Bolivia, referido precedentemente, en que excepcionalmente el matrimonio religioso produce
efectos civiles si se realiza “en lugares apartados de los centros poblados donde no existan o no se hallen provistas las
oficialías del registro civil” (cfr. art. 43 del Código de familia). Al igual que en los casos de Guatemala, Perú y Venezuela, ello
no comporta una modificación del sistema matrimonial civil obligatorio hacia uno facultativo.
64
Ordenanza n° 81 – Municipalidad Distrital de San Miguel, 24 de agosto de 2005.
Miguel las facilidades necesarias para formalizar su estado civil, y de esta manera acceder
al matrimonio Civil y Religioso Comunitario; Que, en tal sentido, resulta pertinente que esta
Administración brinde a los vecinos de San Miguel las facilidades necesarias para
formalizar su estado civil, y de esta manera acceder al matrimonio religioso, disponiendo la
celebración del “Matrimonio Civil- Religioso Comunitario del año 2005”, teniendo en cuenta
los procedimientos, formalidades y prerrogativas concedidas a los Alcaldes, de
conformidad con lo dispuesto por los Artículos 248° y siguientes del Código Civil; Estando
a lo expuesto y de conformidad con lo dispuesto por el inciso 8) del Artículo 9° y el Artículo
40° de la Ley Orgánica de Municipalidades, Ley N° 27972, el Concejo Distrital San Miguel,
ha aprobado lo siguiente:
65
Art. 13 inc. 1º, Ley de Matrimonio Civil nº 19.947.
66
conformación familiar que tienen algunas etnias como lo señala la profesora Odriozola en su
reciente investigación.
Si bien en esta investigación se ha optado por no abarcar los territorios que integran la
Conferencia Episcopal de las Antillas, la situación de Trinidad y Tobago es particularmente
interesante en relación a las modalidades de matrimonios religiosos que reconoce. No se trata en
el caso de pueblos originarios, sino de tradiciones religiosas que provienen de inmigrantes que
tienen alguna presencia considerada significativa en el territorio. Según datos proporcionados el
67
año 2000 por el mismo gobierno , los creyentes se distribuyen en la siguiente proporción: 29,4%
católicos romanos; 23,8% hindúes; 10,9% anglicanos; 5,8% musulmanes; 3,4% presbiterianos;
68
mientras que diversas religiones corresponden al restante 26,7%. En ámbito de libertad religiosa
han intentado reconocer las “expresiones de la diversidad étnica y cultural” del país, por lo que han
reconocido el matrimonio hindú (1945), musulmán (1961) y orisa (1999). Lo anterior resulta un
notable esfuerzo por reconocer efectivamente la celebración religiosa del matrimonio, que por lo
demás no menoscaba el derecho de todos los habitantes a casarse sólo civilmente, y a manifestar
personalmente su consentimiento en el caso de una celebración religiosa del matrimonio. Entre las
particularidades de estas modalidades, se encuentra la división territorial en consideración a la
presencia de las diversas religiones, y la aceptación que la edad es diversa según si el matrimonio
es entre musulmanes, hindúes u orisas.
4. DESAFÍOS
La investigación, lejos de concluir, se abre hacia nuevos estudios. Estas páginas constituyen
un primer acercamiento al análisis de la estructura jurídica del matrimonio en Latinoamérica, y sin
duda queda pendiente la situación acerca la celebración del matrimonio en el Caribe y tres
territorios continentales (Guyana, Surinam y Guayana Francesa). Pero además del estudio de la
celebración del matrimonio desde la perspectiva de la libertad religiosa, es posible realizar una
labor comparada acerca los requisitos de validez del matrimonio, sus formalidades de celebración,
la intervención de los ministros de cultos o las tradiciones matrimoniales de etnias y pueblos
69
originarios , por nombrar algunos.
66
Cfr. Cristina Odriozola Igual, “Libertad de conciencia y matrimonio en Brasil” en imprenta para ser publicada en Revista
Iustel (septiembre 2006).
67
Cfr. documento United Nations, Human Rights Comitee, Internacional covenant on civil and political rights: Consideration
of reports submitted by states parties under article 40 of the convenant, Trinidad Tobago, p. 2. Dicho territorio es un país
independiente que pertenece a la arquidiócesis de Puerto de España de la Conferencia Episcopal de las Antillas. Al 2005 su
población ascendía a 1.305.000 habitantes (cfr. Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Anuario estadístico
de América Latina y el Caribe (CEPAL), 2005, p. 23).
68
El art. 18 de la Constitución reconoce el derecho individual de libertad de conciencia y creencia, y la práctica religiosa.
69
Cabe destacar que desde tales elementos se pueden abrir hacia otros ámbitos de investigación, por ejemplo: las
situaciones en que se hace referencia a los ministros de culto aportan para un estudio que considere este aspecto como
parte del estatuto jurídico de los mismos a nivel latinoamericano. Así como también es posible profundizar en elementos
como la exigencia que algunas legislaciones hacen sobre la publicidad previa a la celebración del matrimonio a la manera
de las proclamas que establece el Código de Derecho Canónico. Por ejemplo, en Venezuela donde existe un sistema de
matrimonio civil obligatorio, se puede publicar la próxima celebración de un matrimonio en la última parroquia de residencia
A lo largo de este estudio, es posible constatar que se comparte una historia y patrimonio
común latinoamericano también a nivel matrimonial, y trazar ciertos rasgos comunes más allá de
las originalidades de cada pueblo.
Así, en todos los países en estudio se reconoce la libertad religiosa como derecho
fundamental, con respeto a los tratados internacionales en la materia. El predominio de la religión
católica en particular y de los cristianos en general, se explica por el pasado común asumido por
sus pueblos, en el que nuevos inmigrantes han traído nuevas confesiones religiosas, se han
producido sincretismos religiosos, pero en todo caso, permanece la identidad religiosa del pueblo
latinoamericano en su cultura y tradiciones.
El término de la confesionalidad de los nacientes estados latinoamericanos, tuvo como
consecuencia la secularización de algunas instituciones. Pero, la regulación del matrimonio civil no
obedeció a conflictos con otras confesiones religiosas, sino al término del Estado confesional como
modelo de relación entre Iglesia y Estado, cuya expresión laica traspasó la institución matrimonial.
A nivel normativo, se transcurrió desde el reconocimiento del matrimonio canónico, hacia el
matrimonio civil con precedencia al religioso, para posteriormente ir hacia el paulatino
reconocimiento del matrimonio religioso con efectos civiles.
En todos los países estudiados, sus habitantes pueden celebrar el matrimonio civil, que en
ocasiones constituye el único que tiene eficacia civil, y en otras, la forma religiosa puede ser
reconocida por el Estado y gozar de igual validez. En algunos territorios aún se exige la
precedencia del matrimonio civil respecto de la celebración religiosa, y en otros pueden tener
efectos las sentencias eclesiásticas.
La estructura matrimonial recibida normativamente en Latinoamérica, corresponde al contrato
sui generis formado por el consentimiento, y eficaz gracias al cumplimiento de solemnidades, cuya
esencia consiste en la entrega recíproca de los cónyuges, con las propiedades de la unidad e
indisolubilidad que conducen a la consecución de los fines en favor de la prole y los mismos
cónyuges. El matrimonio, incluso el meramente civil, representa en Latinoamérica el paradigma o
parámetro de referencia, sin el cual, no es posible el análisis del mismo matrimonio, ni del estudio
de la pretensión de la tolerancia o reconocimiento de otras uniones afectivas. Antes bien, resulta
paradójico que se busque normar acerca de situaciones fácticas presentes en nuestro continente,
mientras se sigue desconociendo la relevancia del matrimonio religioso.
En varios de los países en estudio se han legitimado las uniones no matrimoniales
heterosexuales, cuyo único fundamento es el hecho de la convivencia, sin que aparezca nítida una
estructura jurídica, y por tanto, reduciendo el rol del derecho a un mero verificador de realidades
sociales. Además, existen iniciativas para legislar respecto de uniones de personas del mismo sexo
de los contrayentes, y según ello también puede determinarse la autoridad civil competente para celebrar el matrimonio: cfr.
arts. 68, 82, 92 en Código Civil de Venezuela (en Gaceta Nº 2.990 Extraordinaria, 26 de Julio de 1982).
70
y ya existe una legislación en la Provincia de Buenos Aires (Argentina) . En Honduras exigiría una
reforma constitucional, toda vez que reconoce sólo las uniones heterosexuales:
“Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer, que tengan la calidad de tales
naturalmente, a contraer matrimonio entre sí, así como la igualdad jurídica de los
cónyuges. Sólo es válido el matrimonio civil celebrado ante funcionario competente y con
las condiciones requeridas por la Ley. Se reconoce la unión de hecho entre las personas
igualmente capaces para contraer matrimonio. La Ley señalará las condiciones para que
surta los efectos del matrimonio. Se prohíbe el matrimonio y la unión de hecho entre
personas del mismo sexo. Los matrimonios o uniones de hecho entre personas del mismo
sexo celebrados o reconocidos bajo las leyes de otros países no tendrán validez en
Honduras (art. 112 inc. 5º)”
Mientras que una modificación legal expresa sería necesaria en Puerto Rico, pues se
establece que: “(…) Cualquier matrimonio entre personas del mismo sexo o transexuales contraído
en otras jurisdicciones, no será válido ni reconocido en derecho en Puerto Rico (art. 68 en Código
Civil)”. Si bien, no cabe duda que la regulación de uniones no matrimoniales de personas del
mismo sexo exigiría modificaciones legales en todos los países.
La pregunta acerca la necesidad de legislar respecto de tales realidades sociales, puede
encontrar también algunas claves de lectura a partir de este análisis de la celebración del
matrimonio desde la perspectiva de la libertad religiosa.
70
Cfr. Reglamentación de la ley de unión civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nº 1004, Boletín Oficial nº 1617 del
13 de mayo de 2003.