Ponencia Bárbara Ciminari

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El modo de acumulación

durante de Argentina de
Néstor Kirchner
La economía argentina entre 2003 y 2007

Nombre y apellido: Bárbara Ciminari


Institución: Universidad de Morón
Rol dentro de la institución: Docente
País / Provincia: Buenos Aires, Argentina
Correo electrónico: barbara_ciminari@yahoo.com.ar
Teléfono: 011- 4450-2615
Área Temática: Estado, administración y políticas públicas

PONENCIA PRESENTADA EN EL IX CONGRESO SOBRE


DEMOCRACIA
UNIVERSIDAD DE ROSARIO
OCTUBRE DE 2010
RESUMEN:

Los intentos de este trabajo estarán dedicados a presentar los puntos


fundamentales del modo de acumulación argentino desde los años 2003 a 2005, lo que
equivale a decir a la presidencia de Néstor Kirchner. El nuevo modo inaugurado con la
salida de la convertibilidad ha mostrado características renovadas así como grandes
continuidades, que vale la pena analizar para comprender la actualidad.
Como ya se mencionó al comienzo, se utilizará el concepto de modo de 2
acumulación, teniendo en cuenta que permite comprender las características de la
estructura económica de una sociedad en un momento histórico, incorporando no sólo
variables económicas sino teniendo en cuenta además los juegos de poder político y
social que regulan y modifican esas variables. Por lo tanto, se presenta así como un
análisis más complejo y cercano a la realidad.
El modo de acumulación durante la
Argentina de Néstor Kirchner
La economía argentina entre 2003 y 2007

Introducción

La experiencia ha demostrado que la economía es incapaz de explicar la realidad


completa si no se puede contextualizar el espacio en el cual se encuentra inserta, en sus
dimensiones tanto políticas como sociales. Lo complejo de un análisis que tome en
cuenta todo lo anterior no impide comprobar la necesidad de un estudio profundo y de
este estilo, que comprendas las variables principales de un momento económico en
cualquier país.
El propósito de este trabajo es comenzar a delinear un análisis de este estilo a
partir del caso concreto de Argentina durante el gobierno de Néstor Kirchner, entre los 3
años 2003 y 2007, teniendo en cuenta el central cambio de la devaluación y los
mecanismos que se activaron a partir de allí. Pero tal como ya se dijo, este trabajo
intentará desarrollar otras dimensiones que complejizan la situación y permiten una
crítica al modelo establecido, teniendo en cuenta las oportunidades que se presentan y
las políticas públicas puestas en marcha. El objetivo principal entonces consiste en
comprender cuáles son las características de la economía así como las principales
dimensiones políticas y sociales, que permitan reconocer desde la sociología económica
cuáles son los centros de poder, los principales beneficiados del modelo económico y
las perspectivas a largo plazo de un modelo económico que comienza en 2002 pero que
se extiende hasta la actualidad.
Para lo anterior se utilizará como herramienta principal el concepto de modo de
acumulación, que reúne todas las variables políticas, sociales y económicas para poder
explicar un corte histórico dentro de un país. Básicamente se tratará de explicar cuál es
la actividad productiva principal, los principales beneficiarios y las luchas de poder que
se desarrollan dentro de las clases dominantes. El recorte temporario está dado por
lograr abarcar un período finalizado de tiempo, evitando caer en las tan comunes
predicciones así como entender un proceso finalizado, más allá que el modelo continúe
en vigencia.
Claramente los objetivos son extensos para el presente trabajo. De cualquier
manera es una buena forma de comenzar a desarrollar teoría acerca de la economía
argentina en la actualidad, para poder realizar las discusiones y planteos necesarios que
lleven a una mejor toma de decisiones. Y aquí, otra vez, el objetivo es claramente
ambicioso.

El concepto de modo de acumulación

La importancia de las teorías de la sociología económica radica en su capacidad


de incorporar herramientas para analizar y trabajar sobre la sociedad y es por eso que
los intentos de este trabajo estarán dedicados a presentar los puntos fundamentales del
modo de acumulación argentino desde los años 2003 a 2007, lo que incluye la
presidencia de Néstor Kirchner. El nuevo modo inaugurado con la salida de la
convertibilidad ha mostrado características renovadas así como grandes continuidades,
que vale la pena analizar para comprender la actualidad.
Como ya se mencionó se utilizará el concepto de modo de acumulación,
teniendo en cuenta que permite comprender las características de la estructura
económica de una sociedad en un momento histórico, incorporando no sólo variables
económicas sino teniendo en cuenta además los juegos de poder político y social que
regulan y modifican esas variables. Por lo tanto, se presenta así como un análisis más
complejo y cercano a la realidad.
Para lo anterior, se tendrá en cuenta en primer lugar, y como variable
interviniente, el contexto internacional. Es importante realizar una aclaración: el medio 4
internacional en el cual se inserta un país es una variable interviniente, pero no es
determinante para lo que ocurra en el interior. Si bien es una circunstancia y un
contexto, la situación internacional resulta un factor altamente importante para
comprender la economía de un país en un determinado momento, como ya se dijo
anteriormente. Esto es particularmente más relevante cuando se trata de una economía
de adaptación tardía o de flujo circular, porque en gran medida buscan adaptarse a las
situaciones y los cambios producidos en el exterior (Azpiazu - Nochteff 1994) Sin llevar
al extremo el concepto, lo que implicaría una total dependencia del exterior, ciertamente
es real que determinadas variables externas como el precio de las materias primas o los
requerimientos específicos de diferentes partes del mundo de una producción en
particular1, sean claves para comprender los cambios en las cuatro variables internas que
se mencionaron más arriba.
Una economía de adaptación tardía o de flujo circular implica una serie de
características como las que se presentan a continuación (Azpiazu - Nochteff 1994)
• Estas economías no son economías de desarrollo en sentido
Schumpeteriano, sino que son economías de adaptación (tardía desde el punto de vista
tecnológico) cuyo comportamiento en líneas generales ha sido ajustarse a las
oportunidades creadas por otras economías.

1
Claramente la producción de soja es un valioso ejemplo en ese sentido, teniendo en cuenta el
fortalecimiento de los lazos comerciales con China.
• Las elites se ajustaron, y forzaron toda la economía a ajustarse, a esas
oportunidades creadas en el mercado externo
• Las elites no son innovadoras ni generan monopolios transitorios.
• Las economías latinoamericanas tienen efectos de “burbujas”2 creadas
por la elección de “opciones blandas” que le permiten aprovechar coyunturas
internacionales pero que no terminan por generar el desarrollo3. Son elecciones que
permiten un crecimiento4 rápido y momentáneo, que no es duradero. La intensidad de
los factores que sostienen el crecimiento en el largo plazo es muy débil.
• Las economías latinoamericanas se caracterizan por ser de adaptación o
de adaptación tardía en términos tecnológicos, para distinguirlas de las de aprendizaje
acelerado, imitadoras creativas, competidoras o innovadoras.
• Hay muy poco apoyo tanto estatal como privado al desarrollo de las
investigaciones científicas y tecnológicas en relación al desarrollo de la economía.
En otras palabras, se trata de economías subdesarrolladas, que se encuentran
inmersas en un proceso estructural a nivel mundial, no como postas en una línea recta
entre el no desarrollo y el desarrollo, sino como partes de un mismo proceso, una
relación necesaria entre el desarrollo y el subdesarrollo.
Sunkel y Paz lo toman como un conjunto de fenómenos que se expresan en
desigualdades de riqueza y pobreza, en estancamiento, en retraso respecto de otros
países, en potencialidades productivas desaprovechadas, en dependencia económica,
cultural, política y tecnológica. En este proceso de diferenciación mundial, hay un grupo
muy pequeño de países que se enriquecen, así como porciones de las poblaciones de los 5
países subdesarrollados, mientras que el resto del mundo se hunde en la pobreza. Es
decir, los únicos beneficiados dentro de los países subdesarrollados a partir de esa
relación de dependencia son las elites económicas (Sunkel y Paz 1999)
Esta diferenciación mundial entre los países desarrollados y los subdesarrollados
tiene consecuencias funestas para estos últimos. Entre ellas están las siguientes:
• Persistencia y agudización del carácter mono exportador de las
economías subdesarrolladas

2
En la economía argentina, se producen tres grandes “burbujas”. La primera es el modelo agro-
exportador de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX. La segunda es el modelo de
Sustitución de Importaciones y la tercera es el endeudamiento externo de los años 70 en
adelante. Lo característico de esto es que estas tres burbujas no se dan solo en la Argentina sino
que se da, con ciertas particularidades propias, en todos los países de América Latina.
3
Cabe preguntarse entonces si el fenómeno de la soja en Argentina no es de alguna manera una
cuarta burbuja en su historia, como la venta de un producto primario que responde a una
coyuntura económica, que trae un relativo bienestar pero que no se funda en un desarrollo real
de la economía ni en una redistribución de la riqueza.
4
El crecimiento es entendido como un concepto diferente del de desarrollo, porque las
economías pueden crecer sostenidamente por acciones externas pero no están realmente
desarrolladas hacia adentro. Son inestables en sí mismas esas etapas de crecimiento si no están
apoyadas en una economía desarrollada.
• Impulso dinámico por “burbujas”5 proveniente siempre de los factores
estructurales externos
• Centros de decisión fundamentalmente externos en cuanto al
financiamiento, políticas económicas, conocimiento científico y tecnológico, acceso a
los mercados internacionales, etc.
• Tendencia persistente al endeudamiento externo, así como a la
desnacionalización de la industria nacional
• Ampliación acumulativa de las brechas entre los países latinoamericanos
y los países desarrollados.
• Ampliación y profundización de la brecha entre incluidos y excluidos
dentro de los mismos países subdesarrollados de la región.
Pero si un país forma parte de los países subdesarrollados puede encontrarse
condicionado por las relaciones que lo atan a otros países desarrollados con los cuales
se relaciona económicamente, pero esa situación no determina la totalidad de las
condiciones al interior del país. Es necesario entonces bajar el nivel de estudio y pasar a
buscar otras características del país que expliquen sus particularidades, precisamente en
el interior de ese país.
Para poder cumplir con lo anterior, será necesario también analizar cuatro
variables localizadas al interior del país, relacionadas tanto con la economía como con
la distribución del poder, que son las que se desarrollan a continuación:
• El sendero de acumulación
• La estructura económica y social productiva 6
• La lucha de clases
• El bloque de clase dominante
Cada una de estas variables puede modificar la totalidad del resto, lo que
incorpora a un análisis económico los factores sociales y políticos que terminan de dar
sentido al momento económico. Este intento de comprender la realidad no deberá perder
de vista ninguna de las variables internas ni la variable externa.
Cuando se habla del sendero de acumulación, se refiere a aquella actividad
productiva que dinamiza la economía en un período de tiempo determinado. Es decir,
cuál es la rama de la producción que lidera la generación de ingreso y que permite la
movilización del resto de las ramas, ya sea porque genera nuevas necesidades o porque
redistribuye los ingresos a otras ramas. Entre algunos ejemplos, podemos mencionar
que durante el modelo Agro Exportador el sector que dinamiza la economía es
claramente la producción agrícola ganadera, o durante la dictadura militar entre los años
1976 y 1983 fue el sector financiero el que movilizó y lideró la economía.
La segunda de las variables mencionadas es la estructura económica y social
productiva, consiste en analizar cuáles son las características estructurales dentro de las
cuales se puede dar un proceso económico, cómo está configurado el mapa de
producción económica y cómo se dan las relaciones entre las diferentes áreas de la
economía. En este sentido se podrá analizar en qué grado se encuentra densificado y
amalgamado el tejido industrial del país, o el grado de relación entre las diferentes
5
Entendidas en los términos de Nochteff antes especificados.
industrias. Esta variable permitirá entonces comprender en qué medida se encuentra
desarrollada la industria y qué posibilidades reales se pueden encontrar para lograr
superar el subdesarrollo del país que se analiza.
La lucha de clases es la variable que analiza cuál es la relación entre los grupos
participantes en la economía y la correlación de fuerzas que se produce entre ellos. Es la
que explica las divergencias entre los sectores obreros y los sectores propietarios así
como la participación en la economía de cada uno de ellos. Esto permite reconocer los
actores más relevantes de la producción y cuál es su fuerza en comparación con otros
grupos opositores con los cuales debe enfrentarse. Esta variable permite observar cómo
a un tiempo que fue claramente de alta participación obrera en la producción y
distribución del ingreso como fue el tercer peronismo (casi un 50% del ingreso era de
los obreros) le siguió un tiempo en los cuales la relación se invirtió de manera radical,
como es el Proceso o el gobierno de Alfonsín y el tiempo de la convertibilidad.
Por último se encuentra la conformación del bloque dominante, entendido como
el grupo de poder principalmente beneficiado por un proceso económico, que a su vez
posee una capacidad de presión por sobre el gobierno real. No es innecesario mencionar
entonces la relevancia de analizar los bloques dominantes, en especial en nuestro país,
donde han sido una de las explicaciones claves para entender no sólo los procesos
económicos sino también para entender los procesos políticos en los cuales se
enmarcaban.
Como se puede observar, se trata de caracterizar un período histórico evitando
los compartimientos estancos que supone un análisis únicamente económico, avanzando
7
sobre las relaciones de poder que condicionan la producción y la estructura social, para
poder comprender no sólo las medidas que se ponen en marcha sino también las
principales consecuencias de las mismas. Se entiende entonces que será fundamental
desarrollar no sólo cuáles son las producciones principales, sino también cómo se
distribuyen los ingresos generados, cuáles son los sectores beneficiados y postergados
por el modo de acumulación y cuál es, en definitiva, el grupo que se quedará como líder
económico y político en ese esquema, a partir de la lucha de poder que se desarrolle.

Los tiempos anteriores a la devaluación

Antes de comenzar el desarrollo del presente trabajo del modelo de “dólar alto”,
es fundamental contextualizarlo históricamente, teniendo en cuenta la relevancia de los
actores que van a participar dentro del nuevo modo de acumulación. Los años que van
desde 1991 a 2001, la década anterior al recorte temporal realizado, se caracterizó por
generar una serie de procesos económicos profundos, marcados por la Ley de
Convertibilidad, que fijó por ley el tipo de cambio y terminó de consolidar un proceso
comenzado largos años antes. En esta década lo que se llevó a cabo fue una
profundización del modelo anterior, en todos los aspectos que se pueda analizar.
Los principales métodos implementados para el nuevo modo de acumulación
capitalista fueron la extranjerización de la economía (teniendo en cuenta la
transnacionalización de los capitales y la desnacionalización económica, proceso en su
conjunto que encuentra sus orígenes en el denominado Rodrigazo y su profundización
en la última dictadura militar), la caída de las tasas de ganancia y un escenario mundial
desfavorable, por la crisis económica en todo el tercer mundo a partir de 1995. Se
produjo, por sobre todas las cosas, una desregulación de los mercados que terminó por
hacer estragos en una economía tradicionalmente acostumbrada a la sobreprotección de
la industria nacional. Esa industria que nación, creció y se fortaleció al abrigo de un
Estado que redistribuyó los ingresos de otros sectores para poder hacerla aparecer.
En resumen, el modo de producción y acumulación anterior al momento de la
devaluación era pasible de ser caracterizado como un modelo de capital externo-
dependiente, así como una nueva fase del ciclo de especulación financiera puesto en
marcha ya varios años antes. Por otra parte, y en uno de los principales rasgos, se puede
decir que se fortaleció el proceso de concentración y centralización del capital tanto
nacional como internacional, generando la aparición de grupos económicos
concentrados que se disputaron y cerraron como grupo hegemónico nacional e
internacional.
La segunda mitad de los 90, especialmente desde 1997 comenzó a mostrar el
agotamiento del modelo de cambio fijo, proceso que se agravó al fin del siglo hasta
volverse insostenible, teniendo en cuenta la caída de las tasas de ganancia para las
empresas que conformaban el bloque dominante por un lado, y el extremo estado de los
sectores populares en término de desocupación, pobreza, indigencia, informalidad y
desprotección laboral, etc. por el otro (Basualdo 2002)
8
La discusión para las elecciones de 1999 auguraba un cambio en el modelo
económico, tal como lo señalan Schorr y Wainer (2005), que se debatía entre la
dolarización y la devaluación. A favor de la dolarización se encontraban los grupos
relacionados con el sector financiero así como las empresas privatizadas, mientras que a
favor de la devaluación se encontraba el denominado sector productivo, encabezado
tanto por la Sociedad Rural Argentina como la Unión Industrial Argentina (Ortiz –
Schorr 2007)
Lo cierto es que el cambio de gobierno que llevó a la Alianza al poder político
no implicó el ansiado cambio de política cambiaria, porque De La Rua intentó llevar
adelante reformas que profundizaran el modelo anterior en un intento desesperado de
mantenerlo a flote. Entre las medida que se pueden mencionar brevemente, bastará
nombrar la reducción de los salarios estatales en un 13%, la discutida (y denunciada) ley
de Flexibilización Laboral, el congelamiento de los salarios mínimos e incluso la
llamada a ocupar nuevamente el cargo de Ministro de Economía a aquel que se lo
consideraba en gran parte el fundador del modelo de Convertibilidad.
La oposición de los grandes grupos que conformaban el poder hegemónico, que
comenzaban a verse perjudicados por el modelo que los había colocado en las
posiciones de privilegio durante los años 90, así como un clima de hartazgo y violencia
social en las clases medias y los sectores populares, llevaron a los hechos del 19 y 20 de
diciembre de 2001, que pusieron fin al gobierno de De La Rua y evidenciaron el
anunciado final de la Convertibilidad. El gobierno de Eduardo Duhalde, posterior al
cambio sucesivo de cinco presidentes en un período no mayor a diez días, fue el
encargado de decidir cuál de los caminos posibles era el que había que tomar para
enfrentar la situación. Por su alianza con los sectores denominados productivos dentro
del grupo hegemónico, finalmente se llevó adelante una devaluación asimétrica, que
establecería un tipo de cambio de un dólar, un peso con cuarenta centavos.6

El gobierno de Néstor Kirchner y las condiciones económicas

El modelo económico que comienza a la salida de más de diez años de vigencia


de la Ley de Convertibilidad se caracteriza por un dólar alto, que modifica
estructuralmente la economía del país, aunque, a pesar de los discursos, mantiene
políticas y resultados, pertenecientes a la década anterior. Lo importante para poder
realizar este análisis es poder establecer cuáles son las fracciones de la sociedad que han
resultado beneficiados por el modelo, así como los perjudicados, teniendo en cuenta
cuáles son las actividades que impulsan el crecimiento económico durante estos años
caracterizados por la salida de la crisis económica que comenzó en la segunda mitad de
la década del 90, con las devaluaciones en el sudeste asiático y en el vecino país, Brasil.
Esta modificación en el tipo de cambio y el papel jugado por el Banco Central
para mantenerlo en un valor estable7 permitieron una relación absolutamente diferente
con el exterior del país y una posición en ese contexto internacional modificada en
relación con largas décadas pasadas. En este sentido, el contexto internacional dentro
9
del cual se dio el proceso de modificación radical del tipo de cambio jugó un papel
central para favorecer el comercio de bienes primarios con los países que requieren
tanto alimentos como materias primas para la producción. Especialmente el comercio
con el exterior se centralizó en la venta de alimentos a una multiplicidad de países, entre
los cuales China se ubicó en primer lugar.
Tanto la devaluación efectuada desde el gobierno al fin de la Convertibilidad
como la caída del salario real generaron una mejora de la competitividad internacional y
el consecuente aumento en la tasa de ganancia de los sectores exportadores de bienes.
Lo anterior fue fundamental para poder aprovechar las nuevas condiciones
internacionales, donde se destacó un aumento considerable de la demanda y la vigencia
de precios favorables para los principales productos exportados por la Argentina,
especialmente en cereales e hidrocarburos y los derivados de ambas producciones (Ortiz
– Schorr 2007)
La devaluación no hubiera sido posible, teniendo en cuenta los costos que
implica, si no hubiera estado acompañada la decisión de un amplio sistema de alianzas
sociales. Es interesante detenerse en este punto, teniendo en cuenta que se trata de los
6
Esto se puso en marcha por medio de la Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen
Cambiario, Nro. 25561
7
A pesar de las corridas y proyecciones que se hicieron los meses posteriores que auguraban
una subida de la divisa hasta los diez pesos, ciertamente con el paso del tiempo el valor del
dólar se mantuvo estable por la acción de compra y venta de dólares por parte del Banco
Central.
mecanismos que se pusieron en práctica y los intereses fundamentales que permitieron
que esto se llevara adelante. A nivel discursivo, la salida devaluacionista tuvo que
apoyarse en conceptos largamente relegados dentro de la política. Entre ellos se destacó
la invocación a la idea de defensa de la producción, la industria nacional, el regreso del
Estado como actor económico y la posibilidad de transformar a la Argentina en un
mercado competitivo. Esto le permitió al bloque impulsor de la medida contar con el
apoyo de “amplios sectores del espectro político – sindical nacional y de buena parte de
la comunidad académica local e internacional” (Schorr – Wainer 2005).
Se suponía que por medio de la propuesta de un modelo de “neo desarrollismo
con base industrial” era posible alcanzar la reactivación de la producción y un aumento
del poder adquisitivo de la población. Sin esa alianza de clases hubiera sido
técnicamente mucho más compleja la instalación de este modelo, jugando un papel
absolutamente relevante el discurso político y social que acompaña al modelo. El
trabajo desde los intelectuales y el apoyo que brindaron al modelo, sumado a la alianza
entre los diferentes sectores sociales hicieron que la devaluación pasara de ser el
proceso más traumático de la historia argentina (no puede olvidarse que durante varios
meses protestaron en las calles y frente a los bancos los ahorristas de las diferentes
ciudades que vieron pesificados sus depósitos en dólares) a la causa de un período de
bonanza económica.
El presupuesto de este cambio radical en el tipo de cambio establecido es que
por medio de esa devaluación era posible la reversión de los procesos de
extranjerización de la economía y desindustrialización. Esto implica una versión
10
renovada de la teoría del derrame, porque el tipo de cambio favorable permitiría un
aumento de las exportaciones, el ingreso de divisas y un nuevo impulso para la
producción local, no sólo en materias primas sino en un desarrollo de la industria. Estos
beneficios para los sectores del capital terminarían por ser beneficiosos para los sectores
populares, por los aumentos tanto de los niveles de empleo como de los salarios reales.
En palabras del propio Duhalde:
“nosotros apostamos a poner en marcha rápidamente a esa
Argentina. Mi convicción era que el campo arrastraría a toda la cadena
productiva y que nos daría los dólares que necesitábamos para los graves
problemas internos que atravesábamos. La industria podía comenzar a
producir para sustituir importaciones, como efectivamente sucedió. Luego
se sumó a la ola exportadora de los últimos años. Y también contábamos
con la paulatina reactivación del consumo interno (…)” (Duhalde 2007)
Uno de los primeros postulados entonces de este modelo es el de una idea de
naturalidad de los procesos económicos, por medio de la cual se entiende que con la
mera puesta en práctica de la devaluación así como con la existencia de datos
macroeconómicos “sanos”, es suficiente para que ocurran los beneficios mencionados.
Las políticas públicas tendientes a modificar la situación de los sectores populares se
redujeron a la implementación de planes sociales (especialmente los planes de Jefes y
Jefas de Hogar) y programas de salud, como el Plan Remediar. La acción del Estado
como instrumento para la redistribución del Ingreso quedó altamente relegada, lo que
impidió una mejora mayor y más rápida para los sectores postergados dentro de la
economía.
Los resultados de la devaluación fueron innumerables, pero hay algunos que son
particularmente relevantes para el análisis que este trabajo realiza. Entre ellos se destaca
un cambio en el grupo hegemónico, en el bloque dominante. Esto se debe a su vez a un
cambio en el sedero de acumulación. Si durante los años 90 el sendero de acumulación
fue la prestación de servicios y fueron los grupos dedicados mayormente a este tipo de
producción, la devaluación permitió el dicho sendero de acumulación cambiara: ahora
ocuparían su lugar la producción de bienes transables y la industria manufacturera. Esos
bienes transables serían, por sobre todas las cosas, los que estuvieran relacionados con
la venta de materias primas o industrias primarias, destacándose los bienes
agropecuarios y el sector energético. De esta manera, se fortalece un perfil productivo
exportador pero no de productos con alto valor agregado sino la dependencia del
exterior para la colocación de bienes que no generan grandes ingresos ni tienen una
mano de obra extensiva.
Ese cambio en el sendero de acumulación está estrechamente relacionado con el
cambio en la estructuración del bloque dominante. Sin lugar a dudas, los grupos más
favorecidos por la política cambiaria fueron los que se encuentran relacionados con el
sector agropecuario y el sector energético. Por otra parte, los sectores más perjudicados
fueron los que habían liderado la década anterior, es decir las empresas privatizadas y el
sector financiero.
Existe otro mecanismo que actuó como un redistribuidor del ingreso pero al
11
interior del bloque dominante, que es el establecimiento de las llamadas retenciones a
las exportaciones. Estas jugaron un papel determinante para favorecer a aquellos
sectores del bloque dominante que estuvieron más relegados. Estos mecanismos
aduaneros sirvieron para generar grandes ingresos al Estado Nacional, que se utilizaron
en gran parte para el subsidio a los servicios públicos, pero también se transfirieron a
los bancos y el sector financiero en general para poder costear las pérdidas que la
pesificación de la economía implicaron para esos sectores. A partir del año 2002 y con
la relativa estabilidad económica que se había podido establecer, se recuperaron esos
sectores que habían resultado “perdedores” dentro del bloque dominante: el sector
bancario fue compensado por la pesificación, las empresas privatizadas recibieron
subsidios y las actividades manufactureras comenzaron un proceso de sustitución de
importaciones que reactivo a dichas empresas. Como se puede ver, si bien hubo
cambios en la estructuración del bloque dominante, es importante mencionar que se
realizaron esfuerzos económicos para evitar que aquellos grupos que no se vieron
particularmente beneficiados por el modelo puedan soportar el período y reproducirse.
Al contrario del discurso más difundido, el modo de producción que se dio en la
Argentina de principio del nuevo siglo buscó evitar la caída de los sectores
tradicionalmente dominantes, si bien generó los mayores beneficios para un nuevo
sector que durante los noventa había quedado por fuera del sistema. La salida de la
Convertibilidad por medio de la devaluación generó que los principales beneficiarios
hayan sido los grupos económicos nacionales más fuertes, así como el capital
extranjero8 nucleado en grandes firmas, con una gran presencia en el ámbito fabril y el
sector primario (agro y energía). La hegemonía dentro del bloque dominante pasó a
estar entonces en los sectores productivos. Es importante destacar en este caso que gran
parte de los capitales generados por el nuevo modelo se redistribuyeron hacia la
producción de las materias primas, por lo cual los mismos sectores beneficiados
diversificaron la producción y las inversiones realizadas.
Lo que se produjo al interior del país al momento de la devaluación fue una
caída brutal del salario real de los trabajadores, perdiendo su capacidad de compra en
porcentajes alarmantes (Schorr – Wainer 2005) Específicamente los obreros de las
industrias más chicas, de pequeñas y medianas empresas, son los que sintieron de
manera más fuerte la caída (Arakaki – Pique 2009). Esto fue acompañado a su vez por
un aumento exponencial de las tasas de productividad, lo que demuestra un aumento en
las horas de trabajo de los obreros. Tal como lo señalan Arakaki y Piqué (2009) tanto la
cuestión salarial como las condiciones de trabajo son uno de los aspectos que quedan
pendientes para una visión estratégica del modelo posterior a la devaluación.
El gráfico 1 (Ortiz – Schorr 2007) que aparece a continuación, demuestra
claramente cómo a partir del año 2002 se produce un aumento en la productividad de
los obreros, en el momento con los salarios reales más bajos. Esto demuestra que un
primer impacto de la devaluación fue directamente contra los salarios. Por otra parte, se
puede ver claramente un aumento en la apropiación del excedente por parte de los
capitalistas, lo que demuestra la transferencia de ingresos que durante el año de la
12
devaluación se produce. Ahora bien, ya a partir del 2003 se puede ver un crecimiento de
los salarios reales, pero que no deja de estar acompañado de un crecimiento en la
productividad y un sostenimiento de la tasa de apropiación.

8
El proceso de transnacionalización de la economía no debe subestimarse, dado que existe una
tendencia que no se ha revertido, a pesar del discurso por parte del gobierno. En la cúpula
empresarial es clara la incidencia de las firmas controladas por capitales extranjeros.
Por todo lo anterior, es posible decir que se produjo una transferencia de ingreso
del sector de los trabajadores hacia los sectores del capital. Esto se puede observar sobre
todo cuando se analiza cuáles fueron las industrias que se vieron más favorecidas por el
cambio en el valor de la moneda. La mayoría de ellas presentan como principales
características una baja cantidad de puestos de trabajo, salarios bajos y se establecen en
mercados oligopólicos, lo que limita la competencia y establece precios de manera no
natural. Además, la suma de todos estos factores llevó a un aumento exponencial de la
tasa de ganancias de las empresas hegemónicas, lo que fortalece la tesis de una
transferencia del ingreso hacia el sector del capital.
A pesar de esta transferencia de ingresos, no se debe olvidar que se ha gestado a
partir de los últimos años del gobierno de Néstor Kirchner un proceso creciente de
fortalecimiento de las organizaciones sindicales, como actores con una capacidad cada
vez mayor de negociación, no sólo en términos de salarios. Esta potenciación de uno de
los actores olvidados durante la década de Convertibilidad permite un enfrentamiento de
las clases con un margen algo más importante, sentando bases y precedentes para
futuras negociaciones. Si bien es alto el nivel de empleo informal aún, la organización
de los sectores obreros puede permitir obtener beneficios de parte de los sectores del
capital.
Lo anterior se debe a que a pesar de la caída del principio de los salarios, es
posible encontrar una suba de los salarios y de los puestos ocupados, sobre todo a partir
del año 2003, tendencia que se mantiene en alta. Más allá de la veracidad de los datos
estadísticos del INDEC y de las números altamente negativos de las consultoras de la
13
oposición al gobierno, ciertamente es posible hacer hincapié en las mejoras de trabajo
para amplios sectores de la sociedad que se habían visto por fuera del sistema
productivo a partir del cambio de modelo acontecido en nuestro país a partir de 1975.
No es menor señalar entonces un proceso que se ha dado y que se mantiene,
relacionado con la necesidad de conocimiento de los oficios y profesiones, que cayeron
en desuso a partir de las fuerzas centrífugas del mercado económico. Se comenzó a
requerir conocimientos en oficios que desaparecieron por al menos dos generaciones de
la sociedad y que de pronto, por la reactivación, sobre todo, de las pequeñas y medianas
industrias se transformaron en vitales. Por otra parte, la vuelta de científicos que se
habían radicado por fuera del país, con especializaciones relacionadas con las
investigaciones técnicas que aportan a la industria y la producción energética han
sumado en esa misma dirección.

Algunas conclusiones acerca del nuevo modelo

Las modificaciones en la estructura económica del país contaron con dos


factores que permitieron los cambios mencionados en los párrafos anteriores. El
primero de ellos es el establecimiento de un tipo de cambio alto, que incentiva la
producción para la exportación de bienes. El segundo es la existencia de un escenario
internacional favorable, por los precios de los productos que la Argentina puede
exportar así como un período de relativo crecimiento económico en general, que se vio
detenido por la última crisis económica mundial.
Si analizáramos de manera esquemática los resultados obtenidos y los cambios
en las variables internas que se produjeron, deberíamos mencionar en un primer lugar,
un cambio en el sendero de acumulación; se cambió de la provisión de servicios a la
producción de bienes transables, especialmente los relacionados con la producción
primaria. Así, aparece como clave la producción en el agro y el sector energético.
Evidentemente esto trajo otra consecuencia, que es la consolidación de una
nueva correlación de fuerzas al interior del bloque dominante, conformado (de manera
drásticamente simplificada) por dos grandes grupos: un sector que podríamos
denominar “productivo” y un sector financiero y de provisión de servicios. Si bien
durante los años 90 el segundo grupo fue el hegemónico, el cambio del sendero de
producción ubicó al grupo productivo en su lugar. A pesar de eso, como se vio, se
produjo una redistribución del ingreso dentro del mismo bloque dominante, teniendo en
cuenta que los ingresos generados por las exportaciones a través de las retenciones,
sirvieron en muchos casos como subsidios a empresas de servicios o compensaciones
por la pesificación para los bancos.
Como se puede ver, la devaluación estableció mecanismos para que la burguesía
nacional y extranjera pudiera recuperar su lugar, reponerse de la crisis económica y la
caída en picada de la economía argentina desde 1997. Es por eso que la devaluación
contó con el apoyo de todos los sectores del capital, a pesar de las resistencias de los
grupos “ganadores” de la década anterior que, a pesar de todo, se vieron compensados
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y, a partir del año 2003, con una relativa estabilidad económica pudieron reactivarse.
Ese nuevo impulso a la burguesía también generó una concentración del capital muy
fuerte en un grupo cada vez más minoritario de empresas, que acumularon grandes
porcentajes de participación en las exportaciones.
Las conclusiones acerca del modelo pueden simplificarse de la siguiente manera:
1. Una concentración económica que no se vio revertida a pesar de la
mejora en la redistribución del ingreso, así como una extranjerización de
la industria nacional. Es importante en este sentido destacar que, a pesar
de lo anterior, es claro el crecimiento de la industria y el crecimiento de
las inversiones en este sector, especialmente en las producciones
relacionadas con el tratamiento de bienes primarios.
2. Se dio un crecimiento industrial que afectó de manera heterogénea a los
sectores producidos, sumado a una regresiva redistribución del ingreso a
partir de la devaluación, dado por la caída del ingreso real de los
trabajadores, así como un aumento de la tasa de explotación y la
productividad de los obreros.
3. Se afianzó y consolidó un modelo productivo-exportador que no
soluciona los problemas de base de la economía nacional. En este sentido
se puede mencionar que se especializó la producción en recursos básicos,
impidiéndose la integración del tejido productivo, en tanto que no se
pueden desarrollar otras áreas industriales tales como la industria pesada.
Esa sigue siendo la deuda pendiente de la economía argentina, porque
siempre que se desarrollaron procesos de sustitución de importaciones se
cayó en el círculo vicioso de favorecer el establecimiento de industrias
que generan pocos puestos de trabajo así como bajos salarios, sin
promover el desarrollo de la industria más compleja, que requiere mayor
innovación tecnológica o mayores cantidades de mano de obra. En este
sentido, el proceso actual de industrialización no cumple con las
máximas expectativas que se propone.
4. Se favoreció a la tradicional política económica hacia el exterior por
medio de la cual se especializa la producción en algunos productos, sin
intentar diversificar las exportaciones. En ese marco, la producción de
soja y su casi total exportación a un grupo reducido de países (China
entre ellos, como ya se mencionó) no sólo evita la producción de otros
artículos, sino que también ata todo el modo económico a los designios
del contexto internacional, sobre el cual Argentina no tiene ninguna
influencia.
5. Es muy importante el papel de la transferencia de recursos públicos a
empresas privatizadas y bancos, para el sostenimiento del bloque de
poder dominante. Como ya se mencionó en el desarrollo del trabajo, los
ingresos obtenidos por medio de las retenciones a las exportaciones de
ciertos sectores del bloque dominante fueron redistribuidos por los
sectores que habían quedado más relegados por el modelo dentro del
mismo, por lo cual pudieron soportar los embates de la devaluación y
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aumentar lentamente sus propios ingresos. Por otra parte, los subsidios a
los servicios públicos otorgados a empresas privatizadas durante los
noventa permitieron que la caída de los salarios no fuera tan drástica, así
como se pudo mantener la inflación dentro de límites relativamente
soportables para los sectores productivos y la pequeña y mediana
industria renaciente. Es sabido que la suba de los precios de los servicios
necesariamente impactan de manera más importante sobre estos últimos
que sobre los grandes conglomerados productivos.
6. Se dio una fuerte recuperación industrial, que incrementó las
importaciones, teniendo en cuenta la dependencia tecnológica del
exterior que no fue posible revertir. Cabe señalar que los esfuerzos en
este sentido se han mantenido reducidos, por lo cual es poco probable
que se pueda dar vuelta un proceso que acompaña a la industria nacional
desde el comienzo. Esta dependencia evita el desarrollo tecnológico por
un lado, a la vez que acelera el deterioro en los términos de intercambio
en la manera más pura expresada por Raúl Prebisch. Es posible que al
primer atisbo de crisis en la economía argentina uno de los mayores
problemas que se enfrenten sea la renovación de la tecnología y los
equipos necesarios para la producción industrial.
Las principales críticas que se le pueden realizar al modelo post-convertibilidad
radican entonces en la falta de una estrategia real para el desarrollo de la industria, que
avance más allá de los bienes primarios y que permita una integración del tejido
productivo. Únicamente una puesta en marcha de un proyecto como éste, sumado a
diferentes variables, puede permitir un cambio real en la participación de los asalariados
en el ingreso, así como un progresivo avance hacia el desarrollo económico del país. Si
el modelo se mantiene tal como se encuentra en la actualidad, con una primarización de
la industria, es posible que se pierda una oportunidad de superar la situación de
subdesarrollo, así como la concentración de capital económico y la extranjerización del
mismo, fenómenos que, a pesar de los cambios que se produjeron en la economía, no
han sido revertidos.
Tal como mencionan Schorr y Wainer (2005), existen dos cuestionamientos que
se le pueden realizar al modelo del dólar alto, que consisten, el primero de ellos, en que
un tipo de cambio alto beneficia mayormente a la fracción exportadora del poder
económico local, generando una concentración económica mayor. El segundo de los
cuestionamientos apunta directamente al supuesto que el modelo propone, que consiste
en que la devaluación por sí sola revierte los procesos de desindustrialización, crisis
laboral y distribución regresiva del ingreso. Como se pudo observar a lo largo del
trabajo, la excesiva atención que recibió la industrialización en el nivel primario impidió
un desarrollo integrado y consistente del resto del tejido industrial. Esto hace que
tampoco se pueda superar la dependencia tecnológica que se tiene con relación al
exterior.
De cualquier manera, más allá de las críticas que pueden realizarse y que en
muchos casos están relacionadas con posicionamientos ideológicos, lo mejor que
presenta el modo de acumulación establecido con posterioridad a la devaluación es la
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posibilidad de realizar cambios que desarrollen, si no toda, al menos algunos sectores de
la economía. Al contrario del modo antecesor, que establecía una apertura total a los
capitales y producción internacional en detrimento de la producción y los capitales
locales, este modelo puede proponerse como un modelo de desarrollo inclusivo.
Los puestos de trabajo que logró conformar el modelo de “dólar alto” que se
estableció con posterioridad a la salida de la convertibilidad y las nuevas posibilidades
que se abrieron a las pequeños y medianos empresarios no sólo para el mercado interno
sino también para el mercado externo fueron sin lugar a dudas una de las claves para la
consecución de la presidencia por parte de Cristina Kirchner para las elecciones del año
2007, presidencia que sin lugar a dudas establecería nuevos mecanismos y
procedimientos y que profundizarían de manera mucho más concreta, y con más margen
de maniobra, los cambios empezados en el 2003. Se fortaleció el mecanismo de las
retenciones, la estatización de las AFJP que permitió recursos que hasta ese momento
habían quedado fuera de las manos del gobierno y el control del valor del dólar en un
tipo de cambio más alto, fueron solo algunas de las políticas puestas en marcha y que
permitieron capear el temporal de la crisis mundial que se generó durante el año 2009 y
que tuvo su nacimiento en Estados Unidos y los consecuentes problemas que generó en
Europa. El viraje a la derecha económica a nivel mundial parecen mantener al margen a
la Argentina, por lo menos hasta el momento.
La generación de empleos y la reactivación tanto productiva del sector primario
como industrial presentan grandes oportunidades para un cambio profundo en las
estructuras económicas del país. El crecimiento sostenido del PBI, la baja constante de
la pobreza y la indigencia (que alcanzaron niveles insospechados para un país que se
jactó durante años de su amplia clase media) son indicadores que no pueden dejarse de
lado al momento del análisis. Y tampoco puede olvidarse lo difícil que es en Argentina
oponerse a los sectores económicos que no han tenido jamás reparos en echar por tierra
a gobiernos democráticamente elegidos. En ese esquema es posible hablar de un nuevo
modo de acumulación, que busca un desarrollo que no buscaron otros, pero limitado por
la toma de decisiones así como por un bloque dominante que no modificó del todo su
composición, más allá de la lucha de clases que ha visto por momentos mermado el
avance del sector del capital por sobre el sector de los trabajadores.

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