El Realismo Peruano
El Realismo Peruano
El Realismo Peruano
El realismo surgió en Europa, Francia, hacia la mitad del siglo XIX como reacción al romanticismo. Destacaron autores
como el francés Gustave Flaubert (Madame Bovary) y el ruso Fiódor Dostoievski (Crimen y castigo), entre otros. En el
Perú, el realismo se manifestó como reflejo del europeo, a fines del siglo XIX, en el periodo de la posguerra del
Pacífico, pero no como mera imitación, sino con preocupaciones propias de nuestra realidad.
El realismo peruano se tradujo en una generación de intelectuales que realizaron un balance objetivo de la realidad
nacional, con afán crítico. Esto significó el primer intento de evaluación objetiva de la realidad nacional.
Características
Exponentes
MANUEL GONZÁLEZ PRADA (Lima, 1848 – 1918): “El apóstol de la muerte”, “El sibarita”
DATOS BIOGRÁFICOS
- Organiza y preside en 1887 “El círculo literario” que se convertiría después en el partido político “La Unión
Nacional”.
- Se le considera: “El jefe del Realismo peruano”, “El más alto exponente del realismo peruano”. Se distingue como
uno de “los mejores ensayistas del Perú” y como poeta lírico se lo calificó como “El precursor del Modernismo
peruano”.
- Ilustre orador que en cada uno de sus discursos en el Ateneo, en el Politeama y en el Olimpo, analizó y criticó
nuestra realidad de la época, buscando la regeneración moral y compromiso de la reivindicación nacional.
- En 1912 sucede a Ricardo Palma en la dirección de la Biblioteca Nacional, cargo al que renunciaría en 1914 pero
regresa en 1916.
- Poesías: “Minúsculas”, “Presbiterianas”, “Exóticas”, “Trozos de vida”, “Baladas peruanas”, “Grafitos”, “Libertarias”,
“Poesías selectas” (antología).
Antología
DISCURSO EN EL POLITEAMA
Señores:
Los que pasan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro.
La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el
hombre no supo defender con el hierro.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora y juez de la
generación que desciende. De aquí de estos grupos alegres y bulliciosos, saldrá el pensador austero y taciturno; de
aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado; de aquí, historiador que marque la frente del culpable
con un sello de indeleble ignominia.
Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia más triste, porque ninguna
tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas que satisfacer.
En la orgía de la época independiente, vuestros antepasados bebieron el vino generoso y dejaron las heces. Siendo
superiores a nuestros padres, tendréis derecho para escribir el bochornoso epitafio de una generación que se va,
manchada con la guerra civil de medio siglo, con la quiebra fraudulenta y con la mutilación del territorio nacional.
Si en estos momentos fuera oportuno recordar vergüenzas y renovar dolores, no acusaríamos a unos ni
disculparíamos a otros. ¿Quién puede arrojar la primera piedra?
La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne y machacó nuestros huesos; pero los verdaderos vencedores, las
armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia y nuestro espíritu de servidumbre.
III
Si la ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores, acudamos a la
Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la Naturaleza, adoremos la Libertad, esa madre
engendradora de hombres fuertes.
No hablo, señores, de la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras universalidades retrógradas.
Hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de la Ciencia con ideas de radio gigantesco, de la Ciencia que
trasciende a la juventud y sabe a miel de panales griegos, de la Ciencia positiva que en sólo un siglo de aplicaciones
industriales produjo más bienes a la Humanidad que milenios enteros de Teología y Metafísica.
Hablo, señores, de la libertad para todos, y principalmente para los más desvalidos. No forman el verdadero Perú las
agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación
está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años ha
que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las
virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer y escribir, y veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la
dignidad del hombre. A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía
embrutecedora del hombre blanco.
Cuando tengamos pueblo sin espíritu de servidumbre, y políticos a la altura del siglo, recuperaremos Arica y Tacna, y
entonces y sólo entonces marcharemos sobre Iquique y Tarapacá, daremos el golpe decisivo, primero y último.
Para ese gran día, que al fin llegará porque el porvenir nos debe una victoria, fiaremos sólo en la luz de nuestro
cerebro y en la fuerza de nuestros brazos. Pasaron los tiempos en que únicamente el valor decidía de los combates:
hoy la guerra es un problema, la Ciencia resuelve la ecuación. Abandonaremos el romanticismo internacional y la fe
en los auxilios sobrehumanos: la Tierra escarnece a los vencidos, y el Cielo no tiene rayos para el verdugo.
En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado; los troncos añosos y
carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. Que vengan árboles nuevos a
dar flores nuevas y frutas nuevas ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!