Juan Facundo Quiroga Vida y Obra
Juan Facundo Quiroga Vida y Obra
Juan Facundo Quiroga Vida y Obra
Juan Facundo Quiroga nació el 27 de noviembre de 1788 del matrimonio entre José Prudencio
Quiroga y de Rosa Argañaraz, oriunda de los Llanos. Su padre fue un
hacendado sanjuanino que migró a la norteña La Rioja, estableciendo su estancia en el sureste,
en la zona llamada Los Llanos,1 y que varias veces ejerció como comandante de las milicias de
la zona.
Su educación fue relativamente buena, para las oportunidades que ofrecía la provincia.2
Hacia 1815 viajó a Buenos Aires, donde recibió alguna formación militar por un breve período.
En 1817 contrajo matrimonio con Dolores Fernández Cabezas con quien la unía un parentesco.
Tuvieron cinco hijos llamados: Juan Ramón, Jesusa (María del Corazón de Jesús), Juan Facundo,
Mercedes y José Norberto.
Ese mismo año fue nombrado jefe de las milicias de la comarca, con el grado de capitán. 3 y
participó en las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y
enviando ganados al Ejército del Norte y al Ejército de los Andes. En particular, colaboró con el
comandante Nicolás Dávila, segundo jefe de la columna del Ejército de los Andes que
liberaríaCopiapó.
El otro hecho ocurrió en el año 1819, en la ciudad de San Luis, donde permanecía prisionero
por una causa menor —acaso una riña— junto a más de una veintena de altos
oficiales realistas.5 Cuando los jefes realistas, según las crónicas independentistas, se
amotinaron, Quiroga los enfrentó y mató a varios de ellos, usando como maza los
mismos grillos que llevaba puestos. Aquel terrible suceso se conoció, desde ese entonces,
como la sublevación de los prisioneros de San Luis, en donde fue muerta gran parte de la alta
oficialidad realista del Reino de Chile.6
Sin embargo, luego de acceder al gobierno provincial, los Dávila desconfiaron de Quiroga por
el prestigio que éste había obtenido entre la población. Tras eliminar en un duelo a Miguel
Dávila en la batalla de El Puesto, Facundo Quiroga accedió provisionalmente al gobierno
provincial. Si bien renunció a éste unos meses después, desde entonces se mantuvo como el
caudillo indiscutido de los riojanos.
Hasta ese momento, Facundo era un militar destacado con cierta inclinación a imponer su
voluntad sin consideraciones, pero de ninguna manera un caudillo violento o sanguinario,
como lo sería posteriormente. Su táctica principal era simular una carga para luego retirarse,
tentando al enemigo a perseguirlo para luego dar vueltas y plantarles cara mientras una tropa
de reserva atacaba al adversario por la retaguardia. La uso siempre y siempre le funciono
excepto con Paz.7 Tampoco se inclinaba decididamente hacia el federalismo ni hacia el
unitarismo. Más tarde declararía que era unitario por convicción, pero que se hizo federal
porque ésa era la voluntad de los pueblos. Pese a que lideró la provincia durante más de una
década, y tuvo decisiva influencia en las provincias vecinas durante muchos años, sólo fue
gobernador oficial de su provincia de La Rioja unos cuatro meses.
También consideró que la autonomía de su provincia se veía perjudicada por la leva forzada
realizada por el coronel Gregorio Aráoz de La Madrid en Tucumán y Catamarcapara la Guerra
del Brasil.
Por último, consideró lesivo a la Iglesia Católica el tratado realizado por el gobierno de Buenos
Aires (como encargado de las relaciones exteriores del conjunto de las Provincias Unidas)
con Gran Bretaña, por el cual se establecía la libertad religiosa. Por esas tres razones decidió
tomar partido en la lucha entre unitarios —partidarios de un gobierno central y liberal fuerte
establecido en Buenos Aires— y federales. En más de una oportunidad llevó al frente de sus
tropas una bandera negra con la inscripción «Religión o Muerte», como manifestación de
oposición a la política religiosa liberal de Rivadavia. De Facundo ha llegado la historia oral
según la cual era un devoto cristiano católico que todos los días leía alguna parte de La Biblia.
Estaba asesorado por fray Pedro Ignacio de Castro Barros, quien había sido diputado por el
cabildo de La Rioja durante elCongreso de Tucumán en el año 1816.
Por su parte, Rivadavia fue electo presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata por
el Congreso General de 1824, aunque, inicialmente, sin una constitución que lo avalara. Su
política fue decididamente centralista y pretendió imponer su voluntad por la fuerza a los
gobiernos provinciales opositores despreciando a los caudillos como Quiroga; esto y las
actividades punitivas contra los federales del general tucumano unitario Aráoz de La Madrid
hizo que, durante plena guerra Guerra del Brasil, cuando Argentina requería el máximo de
cohesión, Quiroga se encontrara forzado a liderar la rebelión de las provincias del interior ante
el centralismo porteño. De modo tal que se negó a enviar tropas y víveres para hacer frente a
la guerra contra el imperio brasileño que había invadido la Provincia Oriental del Uruguay.
Iguamente se dedicó en continuar con la guerra civil en el interior a fin de imponer gobiernos
afines a su causa.8
El gobernador depuesto llamó en su ayuda a Lamadrid, que se había apoderado del gobierno
de la provincia de Tucumán. Éste invadió Catamarca y repuso a Gutiérrez en el gobierno
catamarqueño.
De allí pasó a San Juan, donde aseguró el poder para el partido federal, colocando en el
gobierno a un pariente suyo. Ese mismo año de 1826, el Congreso sancionó unaconstitución
unitaria, que fue rechazada por la mayor parte de las provincias. Sólo Salta y Tucumán
aprobaron esa constitución. El enviado por el Congreso para presentar la constitución a
Quiroga encontró a éste en San Juan, recostado sobre su recado en un campo de alfalfa, bajo
un toldo de cuero. Sin levantarse, garabateó en la primera hoja«Despachado» y envió al
diputado porteño de regreso a Buenos Aires.
Cuando supo que Lamadrid había sobrevivido y que nuevamente ocupaba el gobierno de
Tucumán, además de reponer a Gutiérrez en el de Catamarca y de invadir Santiago del Estero,
volvió a salir a campaña: pasando por Santiago del Estero y reuniendo a las suyas las fuerzas de
su gobernador, Juan Felipe Ibarra, se dirigió sobre Tucumán. Allí derrotó por completo a
Lamadrid en la batalla de Rincón de Valladares, el 6 de julio de 1827. Impuso una fuerte
contribución a la provincia para resarcirse de los gastos que le habían obligado a hacer. Como
la legislatura se negó al pago de esa indemnización, le escribió:
«… si no se me satisface antes de las dos horas de este día, me haré pagar, no la suma de
24.000 pesos, sino todos los gastos que he hecho, y todas las pérdidas que he sufrido en mis
negocios. Cuidado, pues, no haya equivocación. Las generosidades tienen sus límites… pasada
la hora mencionada, sin haber recibido la pequeña suma que pido, empezaré a hacer sentir
inmediatamente los estragos de la guerra.»
Ante la amenaza cobró lo exigido sin problemas y colocó un gobierno federal en Tucumán. La
batalla de Rincón aceleró la renuncia del presidente Rivadavia al gobierno nacional, y desde
entonces controló la política de las provincias de Cuyo, La Rioja y Catamarca, y tuvo una fuerte
influencia sobre Santiago del Estero y Córdoba.
Las derrotas de La Tablada y Oncativo[editar]
Al día siguiente, cuando Paz regresaba a la ciudad, fue nuevamente atacado por Quiroga, en lo
que, según expresión del propio Paz, fue
«… la operación militar más arrojada de la que he sido testigo o actor en mi larga carrera… Me
he batido con tropas más aguerridas, más disciplinadas, más instruidas, pero más valientes,
jamás.»
En esta célebre batalla formaba parte, por su valentía y lealtad, de la escolta personal de
Facundo Quiroga el entonces jovencísimo Ángel Vicente Peñaloza (más conocido por su apodo:
El Chacho).
Al llegar a La Rioja, encontró que algunos personajes estaban festejando su derrota. Hizo
fusilar a diez personas y ordenó que toda la población de la ciudad se trasladara a los Llanos
con sus haciendas y destruyera todo lo que no se podían llevar. A partir de ese momento,
Quiroga fue realmente el Tigre. Varios de sus enemigos, como La Madrid, fueron tan crueles
como Quiroga. El mismo Paz hizo fusilar a varios prisioneros de La Tablada y envió
expediciones a «pacificar» las sierras de Córdoba, que se saldaron con muchos federales
fusilados.
Quiroga decidió volver a enfrentar a Paz. Le escribió una larga carta en que le decía que
«…las armas que hemos tomadas en esta ocasión no serán envainadas sino cuando haya una
esperanza siquiera de que no serán los pueblos nuevamente invadidos. Estamos convenidos en
pelear una vez para no pelear toda la vida. Es indispensable ya que triunfen unos u otros, de
manera que el partido feliz obligue al desgraciado a enterrar sus armas para siempre.»
A continuación invadió Córdoba por segunda vez, dividiendo sus tropas en dos columnas; una,
bajo su mando directo, avanzó desde San Luis por el sur, mientras la otra, mandada por el
gobernador riojano Benito Villafañe, marchaba por el norte. Paz decidió salirle al cruce a
Quiroga. El gobernador porteño Juan Manuel de Rosas envió dos mediadores a tratar de evitar
la batalla, pero el hábil estratega Paz los utilizó para engañar a su enemigo: los envió a su
campamento e inmediatamente avanzó hacia el ejército federal. Creyendo que todavía estaba
en vigencia una tregua, Quiroga fue sorprendido y derrotado el 25 de febrero de 1830, en
la batalla de Oncativo (llamada también de laLaguna Larga).
Quiroga huyó hacia Buenos Aires, mientras Paz invadía las provincias que el riojano había
dominado y formaba la Liga Unitaria o Liga del Interior, de la cual Paz era el jefe militar y
político. Rosas lo hizo recibir como a un vencedor, pero permaneció en la casa de su socio
Costa, alejado de las cuestiones militares.
La victoria federal[editar]
El general Lamadrid, que no había podido enfrentar a Quiroga en la batalla, fue nombrado
gobernador de La Rioja, mientras Villafañe se exiliaba en Chile. Lamadrid se dedicó a perseguir
a los federales y fusilar a decenas de ellos. También a saquear los bienes de Quiroga, entre
ellos, los «tapados» de dinero (bolsas enterradas en medio del campo, en lugares conocidos
sólo por el dueño), a los que accedió por medio del soborno y la tortura. Lamadrid obligó a la
madre de Quiroga a barrer la plaza de La Rioja cargada de cadenas.
En respuesta, Quiroga decidió volver a la lucha que había abandonado: pidió a Rosas fuerzas
con que regresar a la lucha. Dado que el gobernador porteño junto al santafesino Estanislao
López estaban invadiendo Córdoba, sólo pudo poner a su disposición unos 450 delincuentes y
vagos de la cárcel. Facundo los entrenó con cuidado y pronto los convirtió en soldados.
A principios de 1831, Quiroga avanzó por el sur de Córdoba hacia Cuyo. En el camino se le
unieron varios soldados desertados del ejército de Paz en la batalla de Fraile Muerto.10 Ocupó
la villa de Río Cuarto después de una violenta batalla, y poco después derrotó sobre el río
Quinto al coronel Juan Pascual Pringles, que fue muerto por un oficial ante quien no se quiso
rendir. El coronel Pringles, héroe de la campaña del general José de San Martín al Perú, era
muy respetado por Quiroga, que gritó al oficial que lo había matado:
«¡Por no manchar con tu sangre el cadáver del valiente coronel Pringles, no te hago pegar
cuatro tiros ya mismo! ¡Cuidado, otra vez, miserable, que un vencido invoque mi nombre!»
Unos días más tarde, recibió la noticia de que su mejor amigo, el general Villafañe, había
intentado regresar desde Chile. Pero en el camino se había cruzado con un oficial unitario que
lo había asesinado.11 Perdió los estribos, y cometió el acto más monstruoso de su carrera:
mandó fusilar a todos los prisioneros de Río Cuarto y de Rodeo de Chacón que estaban en el
cuartel: en total, veintiséis muertos. Fue el único asesinato en masa que ordenó Quiroga, a
pesar del mito establecido por Sarmiento, de que mataba gente cada vez que le venía en gana.
Por su parte, Paz fue capturado por las fuerzas de Estanislao López, y el mando pasó a
Lamadrid. Éste se retiró a Tucumán, para hacerse fuerte en su propia provincia. Hasta allí lo
fue a buscar Quiroga, que lo venció (por tercera vez) en la batalla de La Ciudadela, el 4 de
noviembre de 1831. Esta batalla terminó con la Liga Unitaria.12
Estando en Tucumán, envió a la esposa del general Lamadrid -quien se encontraba refugiado
en Bolivia– a su encuentro, sin molestarla y con escolta oficial; también le envió una carta,
recordándole el trato que él había dado a su madre. La terminaba con una despedida digna de
su autor:
«¡Adiós, general, hasta que nos podamos juntar para que uno de los dos desaparezca!, porque
esta es la resolución inalterable de su enemigo Facundo Quiroga.»
El gesto que tuvo Quiroga fue siempre tenido en cuenta por el general Lamadrid quien, al
enterarse que Quiroga había permitido el viaje de su familia le contestó:
«…Usted general podrá ser mi enemigo cuanto quiera, pero el paso que ha dado de mandarme
a mi familia la cual espero con ansia, no podré olvidarlo jamás».
Quiroga pasó los siguientes años en Buenos Aires, donde desempeñó un papel relevante: allí
se debatía si el país debía darse o no una Constitución federal. Quiroga era partidario de una
rápida organización nacional, pero otros caudillos —especialmente Rosas— no estaban de
acuerdo, ya que sostenían que aún debía esperarse a que maduren las condiciones.14
Las ideas constitucionales de Quiroga aparecen expuestas en la carta que le enviara a Pío Isaac
Acuña, destacado dirigente del partido federal catamarqueño, presidente de laSala de
Representantes y gobernador delegado de esa provincia:
El comandante de la columna del centro, José Ruiz Huidobro, era un oficial que había
acompañado a Quiroga en su campaña de 1831, y al regresar intentó derrocar a los Reinafé.
Pero fue derrotado por la rápida reacción de éstos, y pagó con varios meses de cárcel su
intento. Dado que era evidente que detrás de Ruiz Huidobro estaba Quiroga, los Reinafé
decidieron que éste era un peligro para ellos. Era, además, un adversario peligroso para su
jefe, Estanislao López.
A fines de 1834 estalló una guerra civil entre las provincias de Salta y Tucumán, cuyos
gobernadores, Pablo Latorre y Alejandro Heredia, se habían enemistado por la autonomía de
la provincia de Jujuy. El gobernador porteño Manuel Vicente Maza envió a mediar al general
Quiroga, con instrucciones especialmente escritas para él por Rosas, que lo acompañó un
tramo del viaje.16
En el viaje de ida, varios amigos le avisaron que los Reinafé querían matarlo; pero desoyó los
avisos y siguió camino sin problemas. Al llegar a Santiago del Estero se enteró de que la guerra
civil en el norte había finalizado y que Latorre había sido asesinado. Se dedicó a mediar para
lograr una serie de tratados entre las provincias del norte, entre cuyas cláusulas figuraba la
autonomía jujeña.
Iniciado su camino de regreso a principios del año siguiente, tuvo nuevos avisos sobre que
había planes para asesinarlo. Pero tal vez tenía más miedo a pasar por cobarde que a la
muerte. El 16 de febrero de 1835, una partida al mando del capitán de milicias
cordobés Santos Pérez emboscó su carruaje en los breñales de un lugar solitario
llamadoBarranca Yaco, en el norte de la provincia de Córdoba. Quiroga se asomó con tono
envalentonado (algo que le había dado buen resultado en las batallas) por la ventana de la
galera exclamando
siendo -como toda respuesta- muerto de un tiro en un ojo por Santos Pérez. Su cuerpo fue
luego tajeado y lanceado, y todos los demás miembros de la comitiva fueron asesinados
también. Entre ellos se contaba su secretario, el exgobernador de la provincia de San Luis, José
Santos Ortiz y un niño.
Asesinato de Facundo Quiroga.
Al saberse quién había sido el asesino, Rosas aprovechó el cargo sobre el asesinato de Quiroga
recayéndolo sobre los hermanos Reinafé. Éstos fueron derrocados y ajusticiados unos años
más tarde junto a Santos Pérez. Los opositores a Rosas lo acusaron de estar tras el
homicidio.17 Tal vez fue asesinado por venganza, pero también para favorecer a Estanislao
López; si fue así, el plan fracasó por completo: López perdió el control de Córdoba y Entre Ríos,
y también mucho de su prestigio. Todo el poder en la Argentina pasó rápidamente a Rosas,
que se transformó en el único líder del Partido Federal y controló la situación política en gran
parte de las provincias argentinas. Entre las que pasaron a ser dirigidas por partidarios de
Rosas ese mismo año, llaman la atención los casos de Córdoba, que había sido mandada por
los asesinos de Quiroga, y La Rioja.
“Aquí yace el general Juan Facundo Quiroga. Luchó toda su vida por la organización federal de
la República”.
Valoración histórica[editar]
Juan Facundo Quiroga fue un militar excepcionalmente valiente, decidido y capaz, cuya mayor
desgracia fue medirse dos veces con el único general enemigo que fue superior a él: José
María Paz.
Quiroga se fue haciendo progresivamente más cruel, empujado por la crueldad de sus
enemigos -especialmente de Lamadrid quien había vejado o afrentado a los parientes más
queridos de Quiroga— y por la frustración de las derrotas. Aprovechó estratégicamente el
terror que su imagen creaba a su alrededor.
Como político, era un federal convencido que defendió la autonomía de su provincia y de sus
provincias vecinas, pero que nunca se decidió a luchar por la organización constitucional del
país. Al final de su vida cayó envuelto en confusas luchas por el poder a nivel nacional, rodeado
de conspiraciones que él había contribuido a crear.
(Arc
hivo General de la Nación)
De buenos modales, galante con las señoras, tuvo una conducta
recatada, no conociéndosele aventura amorosa.
El año 31 marcó el regreso a la batalla en el interior. Luego de la
campaña en diciembre de 1833, Facundo se radicó en Buenos Aires
junto a sus hijos menores a quienes vestía de frac o levita. Cuenta
Luna que, “cuando uno de ellos le propuso dejar los estudios para
iniciar la carrera de las armas, lo destinó de tambor en un batallón
hasta que se arrepintiera” .
Rosas necesitaba más que nunca la amistad del riojano, y por eso lo
invitó a hospedarse en su propio hogar, su gran casa ubicada en las
actuales Bolívar y Moreno. Quiroga rechazó el ofrecimiento con
gentileza y prefirió comprar una casa frente al templo de Santo
Domingo.
Sabemos por Pastor Obligado, aquel cronista y político que
escribió Tradiciones Argentinas y nos dejó testimonio de muchas
conversaciones y episodios de nuestra historia, lo que ocurrió una
noche en casa de Braulio Costa donde la suerte había acompañado a
Quiroga generosamente…
— ¿Por qué no compra esta casa de al lado? — le aconsejó el doctor
Vélez, sabedor por Sarratea de que el dueño Lezica veíase obligado a
vender para pagar las deudas del quebranto en sus negocios.
Con los años, la parcela de la casa de Quiroga pasa a ser, luego del
fallecimiento de Dolores Fernández en 1868, propiedad de Droguería
Demarchi Hnos. y además de sede del consulado suizo. Ya en el siglo
XX serán empresarios de la industria química de la mano del ingeniero
Alfredo Demarchi, y precursores del negocio del alumbrado y la
energía eléctrica dando origen a la construcción de grandes
usinas incluida la que hoy conocemos como La Usina del Arte en
el barrio de La Boca. Socios fundadores de las principales
compañías de gas e incluso de la Compañía Italo Argentina de
Electricidad y hacedores de negocios inmobiliarios y emprendimientos
urbanos en Avellaneda, Dock Sud y propietarios de la conocida Isla
Demarchi que fue noticia en los últimos años.
Introducción
Figura 3. Imagen de parte del ataúd metálico parado oculto tras el muro.
El ataúd es de bronce, como se ha dicho, o de una aleación rígida similar con
alto contenido de cobre por el color verde fuerte producto de su oxidación, y
las juntas, hechas formando solapas parecen unidas con plomo, no soldadas.
Está parado, sostenido por al menos un hierro clavado en la pared, de costado,
que impide que se caiga hacia delante. Entre ese hierro y el frente del ataúd
hay una cruz con un cristo, posiblemente de fundición, cromada, del siglo XX,
suelta y sostenida por presión. En la parte superior hay una cruz de estaño,
también del siglo XX, hecha en molde, muy alterada por el agua. En los pies
hay diversos objetos que fueron imposibles de identificar por la altura de la
ventana y la tierra y escombro que hay en el suelo. Hay que destacar que el
agua cae en forma constante sobre el ataúd, goteando de manera permanente.
Parada a un lado se encontraba una cruz de hierro forjado con sus extremos de
estaño, obra típica del siglo XIX, con un corazón de chapa de hierro en su
centro, suelto y apoyado sobre ella, aunque es evidente que en origen estaba
soldada sobre la cruz. Un brazo de la cruz había sido doblado para que cupiera
en el lugar. Si bien toda la cruz estaba muy alterada, al igual que las otras dos
que había en el sitio, se decidió retirar el corazón, cuya foto se anexa (fig. 4),
ya que estaba en un estado terminal de destrucción, con las letras apenas
legibles. Se realizó una inspección del objeto y previo a una prueba de
solubilidad de la pintura de los restos de escritura se realizó una
consolidación in-situ con Paraloid B72 al 3% en acetona, con el objeto de
minimizar el proceso de oxidación y consolidar los restos de pintura sobre la
chapa. Luego se lo embaló con materiales inertes para su traslado al Centro de
Arqueología Urbana con el fin de realizarle más estudios.
Figura 4. Placa en forma de corazón con restos de escritura hallada sobre una cruz de hierro
forjado en el momento de la perforación de la pared de la bóveda de Facundo Quiroga
Tras esto se procedió a cerrar la bóveda con un candado nuevo cuyas dos
copias de la llave se entregaron al cuidador responsable y se realizó un acta
formal describiendo lo actuado. La totalidad de los objetos hallados tanto en el
interior de la bóveda como asociados al ataúd de quien creemos que fuera
Facundo Quiroga, fueron dejados en el sitio, a excepción de esa placa
metálica, entendiendo que se trata de objetos que no debían ser movidos del
lugar por ningún motivo, a menos que su destrucción fuera inminente.
1- ..RT.RO….
2- ..TN…Z
3- FALLECI…
4- …DE ….
5- Ilegible
También se observó que el dibujo de las letras podría indicar el posible uso de
la técnica de estarcido.
Todos estos datos fueron documentados en una ficha técnica junto a las
recomendaciones para su conservación.
Queda claro también que todo el conjunto se halla en mal estado y que el agua
terminará por destruir todo, los objetos y el ataúd, que presenta signos de
corrosión, necesitando que se tomen medidas para su preservación y que
Quiroga pueda des- cansar definitivamente en forma digna.
Hace 10 años, el arquitecto y arqueólogo argentino Daniel
Schávelzón, Jorge Alfonsín y quien escribe quisieron develar este
misterio. ¿El general Quiroga estaba de pie? En realidad en esta
tumba no había un ataúd del general, ni de pie ni
acostado. ¿Dónde estaba el general? Schávelzón, valiéndose de un
eco sonar, buscó tras las paredes asimétricas de esta tumba y con el
permiso de la familia se perforó una pared donde se descubrió un
esplendido ataúd de bronce. De pie, como le corresponde a un macho
argentino que se presenta ante el Creador.
Barranca Yaco
El juez de paz local, en esa tarde lluviosa, mandó buscar los cuerpos
de Quiroga y de Santos Ortiz, y los depositaron en la iglesia. Al día
siguiente, el cuerpo de Quiroga fue llevado a Córdoba, donde fue
enterrado en la Catedral y el de su secretario a Mendoza, a pedido de
su esposa. Se ignora qué fue lo que ocurrió con el resto de los
cadáveres.
Los Reinafé
Sinsacate y después