Pascual Pacheco

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La niñez en la pintura de Bartolomé Esteban Murillo

A infância na pintura de Bartolomé Esteban Murillo


The childhood in the painting of Bartolomé Esteban Murillo
Laura PASCUAL PACHECO1

Resumen: La figura de Murillo es una de las más importantes del panorama del arte
español de todo nuestro tiempo. Fue creador de temas utilizando la imagen de los niños
como protagonistas indiscutibles de sus lienzos. Estos temas iban desde los episodios
bíblicos más conocidos, los ángeles, y como novedad, los niños pobres como
protagonistas y testigos a través del arte de esa situación social que se vivía en su siglo.
El contexto cultural y social del artista influía en su actividad creadora y también las
representaciones en el arte de estos temas en siglos anteriores. Por lo que a través de la
obra de Murillo podemos ver la interpretación que el pintor da de estos temas y la
diferenciación artística de estos niños del siglo XVII en la pintura.

Abstract: Murillo’s figure is one of the most important figures in the Spanish art scene
of our time. He created themes using the image of children as indisputable protagonists
of their canvases. These themes ranged from the best known biblical episodes, the
angels, and as novelty, the poor children as protagonists and witnesses through the art
of that social situation that was lived in this century. The cultural and social context of
the artist influenced his creative activity and also the art representations of these themes
in previous centuries. So through Murillo’s work we can see the painter’s interpretation
of these themes and the artistic differentiation of these 17th century children in painting.

Palabras clave: Murillo – Niños – Ángeles – Pobreza.

Keywords: Murillo – Children – Angels – Poverty.

ENVIADO: 09.07.2019
ACEPTADO: 15.11.2019

***

1
Universidad Complutense de Madrid. E-mail: laupas04@ucm.es.
José María SALVADOR GONZÁLEZ, Matheus Corassa da SILVA (orgs.). Mirabilia Ars 11 (2019/2)
Metaphors and Symbols in Art History
Metáforas y Símbolos en la Historia del Arte
Metáforas e Símbolos na História da Arte

Jul-Dez 2019/ISSN 1676-5818

Introducción

Murillo fue una de las figuras más importantes de la España del Siglo de Oro en
pintura. A lo largo de su trayectoria profesional elaboró muchas obras y muy
importantes para la Historia del Arte. Pero además de destacar por pinturas religiosas
de Inmaculadas o escenas de Santos, Bartolomé Esteban Murillo destacó por
incorporar en su colección la representación de los niños. Su protagonismo en el arte
no había sido tan habitual como hasta ese momento.

Murillo crea obras donde ellos son los protagonistas. Pero sobre todo los diferencia.
Los incorpora en obras religiosas, pero también en obras de carácter profano. Por
ello, y es algo más que obvio, no puede representar igual a un niño que represente a
Jesús que a un mendigo. A la hora de pintarlos, no los representa de la misma forma,
porque no sería correcto en la época ni tampoco los modelos que emplearía para las
distintas representaciones estarían en las mismas circunstancias por ello.

Por ello, en este artículo se va a querer incidir en ver las diferencias formales y
estilísticas que tiene Murillo a la hora de pintar la niñez en su obra. Será importante
conocer el contexto, su estilo y su técnica, para más adelante poder analizar las
diferencias dentro de sus propias obras.

I. Murillo como creador de temas

Murillo fue un creador de temas innovadores en su época que en estos últimos años
no ha sido valorado como debiera ser, y es uno de los grandes maestros de la pintura
del Siglo de Oro. Tiene gran personalidad, y eso se refleja en su obra artística, en su
suavidad pictórica, en la variedad cromática y en la maestría narrativa. Esto le sirvió a
la hora de hacer escenas con gran sensibilidad. Fue un artista que siguió sus ideas a la
hora de hacer arte por el contexto de su época, por sus inspiraciones y su estilo. Esto
lo aplicaba al gusto sevillano, en el cual los ciclos narrativos y las escenas religiosas
eran los encargos más habituales. Pero en comparación con otros autores de la época,
les daba su toque dulce y emotivo.

Pero también se ha denominado a Murillo como un pintor que creaba temas; no es


que él hubiese inventado temas como el de la Concepción, pero a partir de él
innovaba en el tema, dándole su toque personal y le daba la forma plástica en sus

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lienzos. Porque Murillo tiene un estilo personal, que se reconoce hoy en día. Aporta a
sus obras un carácter infantil, alegre y soñador que no ha transmitido ningún artista
antes que él en obras de carácter religioso ni profano.

Pero lo más destacable en este sentido es que innovó en su pintura incluyendo un


género que empezó a representar, y que antes no se había visto de esta manera: el de
los niños. A Murillo se le considera uno de los mejores retratistas de la niñez de la
historia del arte. Consiguió captar la esencia de la inocencia en unos, y de la picardía
en otros. Sabía representar a estos niños en distintos contextos y edades y sobre todo
en diferentes temáticas, convirtiéndolos en Jesús o creando escenas de niños más
pobres, pero con carácter travieso y divertido realizando acciones cotidianas.2

El mérito que tiene es la sensibilidad artística con la que supo percibir el cambio que
se estaba produciendo en el gusto estético de la época, y la progresión de esta va a ir
transformando su estilo, hasta incluso poderse equiparar con la suavidad del Rococó.3
En sus obras no hay un misticismo o dramatismo, como se podía ver en maestros
anteriores a él, o en contemporáneos, como Ribera o Zurbarán. Al contrario, la obra
de Murillo embelesa al público, transmite dulzura, y sus vírgenes son de una belleza
incomparable con cualquiera.

Además es fiel a su estilo, se arriesgó a que no le gustara a la sociedad de su época,


dada la gran diferencia estilística con sus contemporáneos por la suavidad de su
pincelada, pero él refleja en su arte aquello con lo que se siente identificado.

En los temas religiosos no es que inventara temas, sino que los renovó en una época
donde la religión ocupaba casi toda la esfera artística en España. Madrazo más tarde le
denominará como el pintor de la Concepción, porque creará unas Marías simplificadas
y ascendentes; pero, sobre todo, lo que nos importa es que los ángeles que
representará junto a ellas las rodearán con gracia y movimiento, con alegría infantil y
sin restarle importancia en el conjunto. Renueva el modelo formal y pictórico que se
había visto hasta hora de las vírgenes.

2
PORTÚS PÉREZ, J.Niños de Murillo (Exposición del 12 de septiembre al 9 de diciembre de 2001.
Museo Nacional del Prado. Madrid), Madrid: Museo del Prado, 2001.
3
ANGULO ÍÑIGUEZ, D. Murillo. Madrid: Espasa-Calpe, 1981.

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Y ocurrirá de la misma manera cuando represente al niño Jesús o a San Juan Bautista
de niño: serán figuras que transmitirán ternura y dulzura, los rasgos serán suaves y
parecerá que quieren cautivarte con su mirada. La forma que tiene Murillo de atrapar
al público con sus imágenes de “niños santos” es verdaderamente todo un misterio
que en este ensayo se intentará aclarar.

Pero, sobre todo, el tema más innovador que va a incluir en su colección serán las
obras de género, en las cuales sus protagonistas son niños mendigos. No los va a
retratar de la misma forma que a Jesús, porque no tienen el mismo rango social, y eso
se va a poder observar analizando sus obras. Pero no por ello va a dejar de
representarlos como niños, con cierta dulzura y nostalgia por su situación, aunque en
algunos casos se verán juguetones, y sobre todo destacarán por la picardía que
transmiten. Esto será lo destacable y lo que de la misma manera el espectador conecte
con el cuadro.4

Tienen una fuerte carga costumbrista y son escenas que transmiten vida y alegría. Son
además escenas cuidadas al mínimo detalle, porque son muy variadas. Esos niños
comen, juegan, y aparecen siempre muchos elementos de la naturaleza que aprovecha
Murillo para demostrar su dominio de la naturaleza muerta, y esto, sumado con la
carga narrativa de la escena, hace que sean unas obras diferentes y que se convierten
en referentes de la historia de la pintura.

II. Lo sagrado en Murillo

En este punto, sabemos el cambio que supuso Murillo para la pintura religiosa de la
época, pero ¿por qué?

Todo lo que transmitía en sus obras con ese carácter más dulce y cuidadoso, sobre
todo en los niños, se debe a su gran devoción por la religión. Esto unido a su gran
pasión que era la pintura generaba la unión perfecta. Supo representar desde Sagradas
Familias hasta al Niño Jesús, y a partir de estas pretendía inculcar una fe cristiana
instintiva e infantil a partir de la palabra de Cristo. Él sabía que el alma cristiana se
representaba a través de la figura de los niños, y por ello ve oportuno presentar a un
cristiano adulto esta infancia y pureza a la que cualquiera debería aspirar.

4
PORTÚS PÉREZ, op. cit.

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Los seguidores de la religión cristiana como Murillo veían al niño Jesús como el
modelo a seguir, el niño perfecto, el paradigma de la santidad, la virtud y el amor. Por
ello, Murillo en su pintura lo que hace es humanizar este ideal con su propia visión
para que sea atractivo para el espectador.

En las Sagradas Familias lo que representaba eran escenas domésticas, pero de escenas
ya conocidas de carácter divino. Son escenas hogareñas y de alegría familiar.
Todo esto no quita que las escenas de Murillo sean naturalistas, como era
característico del estilo barroco que se daba en el siglo XVII, aunque siempre con el
decoro que no podía faltar por el contexto social que se vivía.

III. Los niños en las pinturas de género

Por otro lado, también sabemos que lo más novedoso de la obra del pintor sevillano
eran estas escenas de niños traviesos y pícaros en sus escenas de género.

¿Qué le llevaría a ejecutar estas escenas? Se dice que lo más probable es que las
presenciara, pero también representan un conjunto de ideas que estaban presenten en
la cultura de la época.

Sin embargo, en esta época las pinturas de género estaban relegadas a un segundo
plano, ya que se consideraba la pintura narrativa superior, porque se necesitaba
imaginación poética para su desarrollo en el arte. Esta idea en Sevilla era más fuerte,
porque se daba mucho valor a las imágenes religiosas y se pretendía hacer una
difusión de la fe católica. Se pensaba que las escenas de géneros representaban ideas
mundanas y que no aportaba ninguna moralidad que beneficiase al pueblo.

Hubo un debate intenso, porque los que renegaban de la pintura de género acudían a
aplicar la teoría de Aristóteles, por ejemplo, para desbancar este tipo de pintura,
mientras que había otros tratadistas que apoyaban estas obras, como Francisco
Pacheco en El arte de la pintura. Plinio el Viejo parece ser que también habría apoyado
este tipo de pintura, y esto podría haber sido una motivación para los artistas de estos
temas.

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Murillo en estos temas refleja su pintura más naturalista, pero sin abandonar su
cuidado especial, que permanece en toda su obra. Pinta personajes reales realizando
diferentes actividades, de forma muy detallista en los elementos complementarios al
personaje, como frutas o animales, no olvidándose de ningún detalle, y eso se puede
comprobar en su obra. También es probable que siguiera modelos de la antigüedad.

Pero Murillo tendría que tener influencias visuales a la hora de realizar esta obra, y la
más clara es el otro artista sevillano famoso en su tiempo, Diego Velázquez, que en su
primera etapa como pintor en Sevilla realizó obras como Vieja friendo huevos. Murillo
encontró en la estética de Velázquez una inspiración para su obra, porque trataba los
temas cotidianos con mucha profesionalidad y lograba un naturalismo que gustaba a
Murillo y a personas de alto nivel de vida que no tenían tantos prejuicios. De hecho, la
primera obra conocida de este género de Murillo, Niño espulgándose, tiene un estilo muy
semejante al tipo de obras que realizaba Velázquez en estos años, con una paleta
cromática más oscura y una luz sutil, que hacía destacar aquello a lo que el pintor
quería dar importancia. Pero Murillo fue evolucionando en este género poco a poco,
Velázquez se quedaba atrás en este estilo, y Murillo pretendía dar más vida a sus niños
de forma que resultasen cuadros más atractivos y naturales.

También es destacable la influencia que supuso en Murillo la pintura de los Países


Bajos. Conocería obras de Flandes seguramente, porque Sevilla aún era un centro de
comercio muy importante con el extranjero. En ese territorio las obras de género eran
mucho más comunes que en España, por lo que es probable que tomara muchas
ideas, sobre todo en cuanto en diferentes temáticas dentro del género. A Sevilla
también llegarían obras desde Italia, y así es como también conocería la obra del
maestro Caravaggio, de quien absorbería la maestría de la luz y el naturalismo y el
cambio de formato de este tipo de obras. En España, la pintura de género siempre se
había elaborado en pequeño formato, y, sin embargo, gracias a Caravaggio Murillo
comprobó que en Italia este tipo de pintura adquiría un tamaño mucho mayor.

Es importante destacar que en el siglo XVII la picaresca era un género que estaba
presente. Los personajes que se describen en El Lazarillo de Tormes o en Guzmán de
Alfarache son personajes jóvenes, pícaros y pobres, como los pintados por Murillo.

Pero difieren mucho en cuanto a cómo se desarrollan estos personajes en la literatura


a cómo los representa Murillo en sus cuadros. En la pintura no dependen de ningún

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amo, ni se convierten en delincuentes, sino que son pinturas más alegres y sin ningún
ápice de maldad. Pese a sus diferencias, es inevitable a día de hoy leer una de esas
obras literarias y no imaginar en tu mente al personaje de la forma en la que Murillo
pintaba a sus niños.

En cuanto al naturalismo, sus pinturas son admiradas por su tratamiento en ellas. El


artista no solo recurriría a situaciones que presenciaría en la calle, sino que a partir de
la experiencia y de clichés de este tipo de pintura crearía sus obras. Todo influía para
convertir este género, denominado como menor en obras maestras. No eran obras
instantáneas, sino que eran premeditadas por el artista, por lo que había dibujos
preparatorios al respecto. Dentro de este naturalismo, incorporará la expresividad en
su obra, pero el atractivo de Murillo es la precisión con la que representaba las
expresiones de estos niños. Son realmente convincentes a la hora de transmitir alegría
y espontaneidad en la acción en las que se representan. Es posible que Murillo lograra
este efecto gracias a su propia experiencia familiar, ya que en su familia eran catorce
hermanos y él tuvo nueve hijos. Las expresiones de estos niños se podrían definir con
la palabra vitalidad. La obra cobraba vida, y esto es muy importante para el
naturalismo del Barroco.

IV. Tipología de los niños en su colección artística

Son diferentes tipos de niños y no los puede representar de igual manera, por lo que
hay una distinción formal entre ellos. Para poder analizarlo, estas representaciones se
dividen en niños santos, como, por ejemplo, representaciones del Niño Jesús o San
Juan Bautista niño, ángeles que acompañan, sobre todo, las representaciones de las
Inmaculadas y, por último, y no menos importantes, los niños mendigos. Los dos
primeros tipos se asemejarán más entre sí; sin embargo, la diferencia se verá más clara
con los niños más pobres, sobre todo por la diferencia social y temática, dado que
unos representan personajes icónicos en la religión cristiana, mientras otros son
personas de a pie que no tienen ningún tipo de divinidad.
Por lo tanto, la clasificación es la que sigue.

IV.1. Niños santos

A lo largo de la historia del arte antes de Murillo ha habido pocas representaciones de


niños dentro de la religión cristiana, a menos que fueran representaciones de Jesús.

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Sobre todo, aparecían en obras donde se representaba su nacimiento, la huida a


Egipto, la Adoración de los Reyes Magos…, y no destacaba tanto quizás la figura en sí
del bebé Jesús, sino del conjunto o de la Virgen María. Obviamente el niño Jesús
siempre solía tener una luz que hacía ver al espectador que era el Hijo de Dios, pero
los pintores no habían conseguido representarlo como es, un niño, sino que la
mayoría de las representaciones, como, por ejemplo, en la Edad Media, son cuerpos
pequeños, pero los rostros a veces parecían de adulto, por lo que el tratamiento
formal de estos no destacaba por ser brillante.

Murillo cambia el concepto y el tratamiento. No solo consigue que su niño Jesús tenga
personalidad infantil gracias a su técnica pictórica y a su estilo, sino que además crea
una temática nueva, haciendo obras en las que dentro de un simple paisaje se le puede
ver a él y a San Juan Bautista, ya no tan bebés e interactuando entre ellos, como puede
ser en la obra Los niños de la concha. Es importante esta idea de que Murillo representa a
unos niños no tan pequeños, sino que ya saben andar, son más protagonistas que
antes e interactúan con los demás personajes en la escena.

IV.2. Ángeles

Los niños santos o divinos de Murillo, como se ha podido ver, crecen en la obra de
este artista, pero los ángeles rejuvenecen. En el arte anterior a este autor los ángeles
siempre habían sido representados como adultos; sin embargo, en la obra de Murillo
podemos ver que son más bien bebés, como si fueran putti de la mitología clásica.
Nuestro pintor los sitúa venerando y rodeando a sus Inmaculadas.

Los ángeles que son más mayores en sus obras también los representa con una
suavidad, pero no tanto infantil como a un niño pequeño, sino como jóvenes o
adolescentes.

IV.3. Niños pobres

Este tipo de niños son los más llamativos, porque aparecen en un tipo de obras que
surgen en el siglo XVII con el Barroco, y que Murillo lo desarrolla con su estilo
propio.

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Representa niños de la sociedad de clase baja de la época, que juegan, mendigan


comida y, sobre todo, tienen esa personalidad pícara. No podemos olvidar que el
género de la picaresca estaba muy presente y que este tipo de escenas de género no se
habían hecho antes. Murillo será inspiración para muchos artistas de siglos
posteriores.

No son niños tan delicados o dulces como los otros, aunque formalmente sus
representaciones serán magistrales y no se han visto niños como estos, pero
destacarán por su naturalidad y un aire travieso. No estarán tan idealizados, porque no
tienen carácter divino, sino que son niños reales: es una pintura mucho más realista.

V. La niñez en la obra de Murillo

La niñez en la obra de este artista representa un pilar fundamental. Para ver las
diferencias de forma clara hay que recurrir al análisis de la colección del pintor.
Viendo las diferencias entre la tipología de niños y niñas que encontramos en su obra
podemos saber por qué es único este artista a la hora de pintar la infancia en el arte, y
por qué hay esta distinción formal entre los niños divinos, los angelitos y los pobres.

V.1. Niños divinos

a) Los niños de la concha

Esta obra siempre ha sido admiraba por su gran belleza. Aunque los niños tienen
expresiones y gestos naturales, no dejan de ser por ello el Niño Jesús y San Juan
Bautista. Murillo demuestra gran maestría en esta obra, porque cubre la escena con
una atmósfera celestial, pese a parecer dos niños corrientes, aunque sabemos que no
es así; las figuras son sutiles, pero con un halo de infantilidad destacable. Dentro de
que son seres humanos, el artista quiere destacar la espiritualidad que envuelve sus
personalidades.

Parece ser que históricamente este cuadro es irreal, ya que estos dos personajes, Jesús
y Juan Bautista, se conocieron ya siendo adultos, pero es algo que no interesaba a
Murillo ni a sus compradores: este episodio, por tanto, ocurre cuando Jesús y Juan
son adultos, pero Murillo ha querido ambientarlo en otra época, cuando ellos son
niños, para aportar el carácter suave de los niños. Murillo además cambia el rol de los

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papeles, porque en la Biblia sería San Juan quien vertería agua sobre Jesús, pero en
esta obra están intercambiados los papeles: se cree que Jesús le da de beber a San Juan
como símbolo de amor cristiana que da por sus fieles, como símbolo de caridad
cristiana o como un inicio a la eucaristía, pero, sea cual sea el significado, es una buena
acción que realiza el Mesías por la humanidad y que, tratándose de un Jesús más niño,
representa un acto mucho más puro.5

Las formas de los dos niños son suaves, regordetas, las carnes parecen estar blandas,
los pelos son rubios y castaños y están más asociados a un infantilismo tierno y
delicado. Incluso podríamos destacar el tratamiento del pelo de la oveja que los
acompaña o de los ángeles que están prediciendo el destino de ambos. La luz que les
ilumina y deja entrever las mejillas rosadas ayuda al efecto que quiere producir el
artista. Pero el ambiente místico e infantil de esta obra es la que la hace atractiva al
espectador.

Imagen 1

Murillo, Los niños de la concha. 1670-75. Óleo sobre lienzo, 104 x 124 cm. Museo del
Prado, Madrid.

5
PORTÚS PÉREZ, op. cit..

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b) La Virgen de la Servilleta

Lo más llamativo de esta obra es la actitud que presentan la Virgen y el Niño ante el
espectador. La Virgen por una parte advierte curiosidad hacia lo que está viendo, pero
el Niño está fijando su mirada al frente; sus ojos transmiten alegría a lo que está
viendo, es una mirada que atrapa al espectador, lo envuelve con su ternura. La técnica
que utiliza Murillo para esta obra es suelta y ligera, y el color es fuerte y alegre.
Consigue que la expresión del rostro del niño y la mirada encandile a quien lo observe.
La sutileza de la pincelada y la suavidad de los pliegues y de los rostros son realmente
maravillosas. Podemos además identificar perfectamente que son la Virgen María y el
Niño Jesús. Este efecto que consigue Murillo de conexión con el espectador también
lo consigue colocando un fondo oscuro, y que la luz de la obra se centre en los
personajes: juega con el efecto barroco de luces y sombras que destaca a ambos de
manera delicada.

Imagen 2

Murillo, La Virgen de la Servilleta. 1666. Óleo sobre lienzo, 72 x 67 cm. Museo de Bellas
Artes, Sevilla.

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c) La Sagrada Familia del Pajarito

Murillo realizó esta obra cuando tenía más madurez artística, y compositivamente es
más completa que las otras: la narrativa de esta obra, de hecho, le dio pie para
demostrar mejor sus habilidades artísticas. Es una escena religiosa de carácter familiar
y tierno. Se mezcla la idealización, por ser personajes tan importantes del catolicismo,
con el realismo de una escena familiar, que se podría dar en cualquier casa de la época,
siempre con el pudor adecuado para que estuviera al gusto de la época. Esto no se
puede negar, ya que Murillo seguía sus ideas y propias de lo que quería hacer en el
arte, pero sin quererlo estaba condicionado por la sociedad y por él mismo, que era un
creyente.

Se trata de una escena de la infancia de Cristo y aparece un niño mucho más joven
incluso que en la obra Los niños de la concha. Es un cuadro que encarna los valores del
trabajo y la familia, porque vemos a una María trabajando en costura y a un José
jugando con su hijo, que tiene un pajarillo en la mano y se entretiene con el perro.
Se puede ver un fuerte modelado de las formas, pero sin dejar de presentar al niño de
forma delicada. La luz la emplea de forma inteligente sobre este para hacerle destacar,
y toda la escena está llena de una gama cromática de colores pardos que oscurecen el
entorno y que contrasta con la luz proyectada en el niño.

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Imagen 3

Murillo, La Sagrada Familia del Pajarito. c. 1650. Óleo sobre lienzo, 144 x 188 cm. Museo
del Prado, Madrid.

V.2. Los ángeles de Murillo

a) La Anunciación

En esta obra se pueden observar cómo diferentes angelitos acompañan a Gabriel,


quien anuncia a la Virgen que va a ser la madre del Señor. Murillo los representa como
putti de la mitología clásica, pero con las alas características de los ángeles. Son bebés
con piel rosada, regordetes y con carácter dulce e infantil. Parecen acompañar al
Espíritu Santo que llega a María. Crean un ambiente irreal de la escena, una escena
totalmente dentro de la escenografía divina. Estas escenas en la Sevilla de la época
transmitían un misterio, pero este tipo de angelitos lo endulzaban gracias a la calidad
de Murillo, a su pincelada suelta dibujándolos, y a la variedad cromática en sus figuras.

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Imagen 4

Murillo, La Anunciación. c. 1660. Óleo sobre lienzo, 125 x 103 cm. Museo del Prado,
Madrid.

b) La Inmaculada del Escorial

El tema principal de esta obra es la devoción mariana, sobre todo, que se estaba
produciendo en el siglo XVII y que Murillo sabía presentar como el mejor.

Esta Virgen completamente pura se encuentra rodeada por unos ángeles a sus pies y
sobre ella en una atmósfera de nubes y luces celestiales, haciendo referencia a su
asunción a los cielos. La presencia de los ángeles ayuda a recalcar esta idea. Son de
nuevo ángeles niños y se representan de forma similar a la anterior obra. Estos
sostienen en este caso unas flores o ramas de olivo. Sigue el mismo patrón para pintar
a los ángeles que acompañan a sus Inmaculadas: niños pequeños, de piel rosada,
elaborados con pinceladas sueltas y con el sentido de la inocencia y la pureza que no

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se ha perdido y que debe estar presente en una escena mariana, como es la de la


Inmaculada Concepción.6

Imagen 5

Murillo, La Inmaculada del Escorial. 1660-1665. Óleo sobre lienzo, 206 x 144 cm. Museo
del Prado, Madrid.

6
Página web del Museo Nacional del Prado.

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V.3. La niñez y la pobreza en la obra del artista

a) Niños comiendo melón y uvas

En esta obra podemos ver a dos niños con harapos y vestimenta pobre que están
comiendo melón y uvas. En la época en la que Murillo retrata a estos niños en Sevilla
se producían epidemias y hambrunas, y era habitual ver a los niños hambrientos o
abandonados por las calles de la ciudad. Sin embargo, Murillo los representa sanos,
alimentados y sin parecer con la necesidad de un adulto para abastecerse; esto
demuestra en parte que Murillo no tenía por qué seguir el guión de la novela picaresca
para sus obras.

Estos niños parecen ajenos al espectador y disfrutan de la comida con gran


naturalidad. Esta naturalidad es la que parece que le interesaba reflejar a Murillo.
Niños que se presentan pobres y que tienen que comer en la calle, comen rápido y
con ganas, lo cual da a entender que tenían hambre. La escena está envuelta en un
tenebrismo barroco que no tenían las representaciones de los ángeles en las obras
anteriores, por ejemplo. Pese a esta iluminación, la escena tiene vida y es alegre y con
carácter psicológico, gracias al contacto de miradas de ambos niños.7

Emplea el color para darle viveza al conjunto, que se puede ver sobre todo en los
tonos amarillentos y verdosos de la fruta y en la luz artificial que recae sobre los
rostros de los dos niños. Puede resultar una escena realista, pero en verdad Murillo lo
que pretende es, dentro del tema desgraciado de unos niños comiendo en la calle,
dulcificarlo creando una escena más alegre de lo que sería en realidad en la Sevilla del
siglo XVII.

7
PORTÚS PÉREZ, J. Niños de Murillo (Exposición del 12 de septiembre al 9 de diciembre de 2001.
Museo Nacional del Prado. Madrid). Madrid: Museo del Prado, 2001.

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José María SALVADOR GONZÁLEZ, Matheus Corassa da SILVA (orgs.). Mirabilia Ars 11 (2019/2)
Metaphors and Symbols in Art History
Metáforas y Símbolos en la Historia del Arte
Metáforas e Símbolos na História da Arte

Jul-Dez 2019/ISSN 1676-5818

Imagen 6

Murillo, Niños comiendo melón y uvas, c. 1650, Óleo sobre lienzo, 145,6 x 103,6 cm. Alte
Pinakothek, Múnich, Alemania.

b) Niños jugando a los dados

En esta obra Murillo representa a los niños con un carácter algo más travieso: el
artista juega más con la psicología. Mientras los dos niños están inmersos en el juego
de los dados, el niño más pequeño mira directamente al espectador y establece
conexión con él.8

En esta obra vemos la influencia caravaggiesca y de otros artistas neerlandeses que


hicieron obras donde los personajes jugaban. Pero Murillo innova; son niños y
además interactúan con el público. Representa de nuevo a unos niños pobres, con aire
de inocencia, pero pilluelos al mismo tiempo.9 Murillo crea una ambientación artificial,
8
PORTÚS PÉREZ, op. cit.
9
Ibid.

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pero con una luz fuerte que incide en los niños, sobre todo el que se encuentra
masticando un pedazo de pan. La atmósfera alegre que se apreciaba en la anterior
obra se vuelve a percibir en esta a través de su técnica pictórica. Es una escena de
ocio, pero dando un paso más allá en el tratamiento de los protagonistas.

Imagen 7

Murillo, Niños jugando a los dados. 1665-1675. Óleo sobre lienzo, 140 x 108 cm,
Bayerisches Nationalmuseum, Múnich, Alemania.

Conclusiones

Murillo revoluciona el arte de pintar a los niños en sus obras, volviéndolos


protagonistas de ellas y representándoles como nunca antes nadie lo había hecho.
Gracias a su ingenio crea nuevas temáticas artísticas donde estos niños y niñas tienen
mucho que ver. Sobre todo en la pintura de género. Esto tiene que ver en gran parte

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con la sociedad y las diferencias que hemos podido encontrar en las distintas obras del
artista lo corroboran. Está claro que Murillo no puede representar de igual manera un
niño Jesús que un pobre de la calle, porque la sociedad de su tiempo y su propia
mentalidad y moralidad no se lo permitían. Sin embargo, todos estos niños tienen algo
en común, y es la esencia pura de la niñez. Todas las obras tienen una ambientación
alegre e infantil, que conectan mucho más con lo que de verdad simboliza un niño.
No como en siglos pasados, cuando los niños transmitían pureza, aunque con mucha
frialdad frente al espectador. Pero lo que Murillo consigue es ese acercamiento y esa
calidez que cualquier niño de carne y hueso representa en la realidad. Este es el truco
del éxito de la representación de estos pequeños en su obra.

Las diferencias son claras y están condicionadas por la sociedad de su tiempo; sin
embargo, Murillo creó un concepto algo más realista de la escenografía cristiana en
cuanto al tratamiento corporal y pictórico del niño Jesús, como en la escena tan
familiar de La Sagrada Familia del pajarito, que podría ser una escena familiar corriente,
y también una concepción más delicada y menos brusca de los niños pobres, que,
aunque aparezcan sucios, no los representa ni enfermos ni tristes. Esto provoca el
equilibrio perfecto para no crear una escena religiosa rechazada por la sociedad, pero
que a su vez se acerca a la normalización real de la representación de lo que es un
niño, porque al fin y al cabo los niños divinos, los ángeles y los pobres son todos
niños como concepto universal.

Las metodologías empleadas en el trabajo han sido fundamentales para desarrollar la


tesis, para poder identificar las diferencias formales en los distintos tipos de niños en
la obra de Murillo y el por qué se deben representar con estas distinciones entre ellos.
Los análisis formal y social se complementan bien a la hora de definir el estilo del
artista, y para cada tiempo en la historia del arte es esencial entender el contexto y el
por qué se realizan las obras en un momento determinado.

Este tema es muy importante, ya que estas representaciones infantiles del artista han
ido influyendo en el arte posterior. Murillo es considerado uno de los grandes artistas
de todos los tiempos, y sin quererlo impone un modelo de representación infantil que
imitan otros artistas. La atmósfera reproducida por Murillo y el carácter inocente y
alegre de los niños se irán viendo en obras desde las más realistas hasta en artistas del
movimiento impresionista.

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Bibliografía

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GAYA NUÑO, J. A. La obra completa pictórica de Murillo. Barcelona: Noguer, 1978.
LUNA, J. J. De Tiziano a Goya: grandes maestros del Museo del Prado (Exposición celebrada en el Museo
Nacional de China del 29 de junio al 24 de agosto de 2007 y en el Museo de Shangai del 12 de
septiembre al 12 de noviembre de 2007). Madrid: Museo Nacional del Prado, 2007.
MONTOTO, S. Bartolomé Esteban Murillo. Sevilla: Sobrino Izquierda, 1923.
NAVARRETE PRIETO, B.; PÉREZ SÁNCHEZ, A. E. El joven Murillo (Exposición celebrada en el
Museo de Bellas Artes de Bilbao del 19 de octubre de 2009 al 17 de enero de 2010, y en el Museo
de Bellas Artes de Sevilla del 18 de febrero al 30 de mayo de 2010). Bilbao y Sevilla: Museo de
Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía, 2009.
PORTÚS PÉREZ, J. Niños de Murillo (Exposición del 12 de septiembre al 9 de diciembre de 2001.
Museo Nacional del Prado. Madrid). Madrid: Museo del Prado, 2001.
Website del Museo del Prado.

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