Teoria Del Etado
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El concepto de forma de Estado tiene una extensión de significado muy amplia, lo que
Confiere al vocablo gran libertad de interpretación. Este concepto es utilizado por algunos
especialistas en Derecho Político para diferenciar la distribución espacial de la actividad estatal
de la distribución de tal actividad entre los órganos que componen el Estado o forma de
gobierno. Este significado de forma de Estado refiere al grado de descentralización y
consiguiente centralización con base territorial, existente en un Estado. Así, se distingue:
Estado Unitario, Estado Federal y Estado Confederado.
En síntesis, la forma de Estado se refiere a su organización total como unidad política, como
estructura con personalidad en la comunidad internacional; de tal manera bajo este esquema de
organización política nos referimos al Estado Unitario y al Estado Federal.
El concepto de ―forma de Estado‖ tiene una extensión de significado muy amplia, lo que confiere
al vocablo gran libertad de interpretación. Este concepto es utilizado por algunos especialistas
en Derecho Político para diferenciar la distribución espacial de la actividad estatal de la
distribución de tal actividad entre los órganos que componen el Estado o ―forma de gobierno‖.
Este significado de ―forma de Estado‖ refiere al grado de descentralización –y consiguiente
centralización– con base territorial existente en un Estado. Vemos que la personalidad concreta
del Estado, aquello que lo hace distinguir de un país a otro, tiene su apoyo en el triple aspecto
sociológico, geográfico y jurídico. El aspecto sociológico constituido por los matices especiales
de su población. El geográfico, por la ubicación especial de su territorio, y el jurídico, por su
peculiar estructura jurídica. Tomando en cuenta esos aspectos del Estado, en cuanto a las
características de sus elementos, se clasifica el Estado y se distinguen las formas de Gobierno y
las formas de la misma organización política. Aun cuando en el lenguaje vulgar se confunden
Estado y Gobierno, se tienen los elementos para considerar que no son términos equivalentes,
pues la palabra Estado designa la organización política en su conjunto, en su completa unidad
formada por los diversos elementos que la constituyen. En cambio Gobierno es un término que se
utiliza para designar el conjunto de los poderes públicos, de los órganos del Estado a quienes se
atribuye el ejercicio supremo de la soberanía. En síntesis el Estado es un concepto más amplio;
abarca el todo. El Gobierno únicamente se refiere a uno de sus elementos, el que tiene la
dirección propia del Estado, es decir, los órganos a través de los cuales este se manifiesta. El
Estado se integra por la unión de los dos grupos, gobernantes y gobernados.
Aun cuando suelen confundirse Estado y Gobierno, reiteramos que no son términos equivalentes;
la forma de Estado está determinada por la posición que ocupan y las relaciones que guardan
entre si el gobierno, el pueblo y el territorio, los tres elementos constitutivos del Estado.
El Estado Simple o Unitario es aquel que no tiene partes internas, que a su vez, merezcan el
calificativo de estados. Lo que no es sino otra manera de decir que es aquel que no es federal. Se
podría definir que el Estado Simple o Unitario, es aquel en que la soberanía se ejerce
directamente sobre el mismo pueblo, que se encuentra en un mismo territorio; en otras palabras
es aquel que en su territorio y para población que ahí vive incluye una organización política y
jurídica, un único aparato de Estado, dotado de la plenitud de soberanía independencia. Esta
organización política y jurídica dispone exclusivamente de la totalidad de competencias estatales
sin ninguna distribución posible. También podríamos decir que el Estado Simple es aquel en el que
existe un poder originario de mando y, por tanto, una solo organización estatal, y cuya estructura
se organiza en consecuencia. La forma unitaria es la forma estatal más simple, la primera
cronológicamente en aparecer, la más extendida, la única existente y previa al surgimiento de los
estados unidos con la Constitución Federal de 1787. Es la forma espontánea, natural, del Estado,
aquella cuya aparición motivó la adopción del término por Maquiavelo en torno a lo cual se elaboró
el concepto de soberanía. Históricamente es la primera forma estatal donde solo existe un
órgano de producción de normas generales y un ámbito espacial de aplicación, o sea, el sistema
jurídico del Estado se integra con un orden normativo. El Rey, el parlamento, el congreso, las
asamblea o las cortes del Estado, según sea la época y el país, es el único órgano que hace y
reforma la Constitución y que produce o modifica las normas generales convencionales (Leyes).
Esa Constitución, sus reformas y las normas convencionales, tiene un solo ámbito espacial de
aplicación y de validez: el territorio del Estado.
Se puede decir que el Estado Federal tiene ciertas características tale como:
Es un Estado de Estados, es decir una entidad estatal formada, a su vez, por entes territoriales
que organizan cada uno de ellos políticamente una sociedad y, en consecuencia, ostentan un poder
originario de mando. En efecto, cada Estado miembro ostenta su propio constituyente, su propio
gobierno y su administración y ejerce su poder en su propio territorio. A su vez el Estado común,
la Federación, ostenta los mismos rasgos y actúa sobre el conjunto del territorio de la
federación misma; como consecuencia de lo anterior en un Estado Federal existe una pluralidad
de Constituciones, tantas como Estados, más la Federal, cada una de las cuales fundamenta su
validez en el poder originario de cada Estado que rige. No obstante, como resulta funcional para
el Estado Federal el que exista el mayor grado posible de homogeneidad política en el gobierno
de los Estados, y entre éstos y el Federal, no es infrecuente que las Constituciones federales
condiciones al poder constituyente de los Estados federados imponiéndoles límites y
condiciones; en todo caso, la funcionalidad se inclina a que los Estados adopten el sistema de
gobierno en lo fundamental semejante al existente en la federación. La distribución de
competencias se establece en la Constitución Federal, entre los Estados y la Federación, de este
modo, mediante reglas constitucionales comunes, escritas y determinadas, se establecen que
asuntos entren en la esfera de acción de los dos tipos de entidades estatales, y que poderes
sobre dicha asuntos corresponden a cada cual. La distribución de competencias es esencial
porque es la técnica que permite la coexistencia, sobre la misma población y territorio, de dos
entidades estatales diferentes. Los Estados Federales cuentan con algún mecanismo de
participación de los Estados en la formación de la voluntad Federal. La técnica seguida es la de
crear una Cámara específica en el parlamento federal, definida como Cámara de los Estados, e
integrada por representantes de éstos, cuyo consentimiento es necesario, en cualquier caso,
para decidir aquellas cuestiones que afecten grave, directa e inmediatamente a la posición
constitucional y a la existencia e intereses vitales de los estados Federados. Esta Cámara
Federal tiene, siempre y necesariamente, el poder de bloquear cualquier reforma de la
constitución común.
Para el Estado, como para el ser humano, vivir es convivir, y en este sentido es inherente a la
calidad de Estado formar parte de una estructura global y de configuración policéntrica a la que
se denomina sociedad internacional, constituida por un conjunto de Estados, regida por el
Derecho Internacional y estructurada en una red de relaciones interestatales, regionales y
mundiales que dan lugar a ciertas organizaciones supraestatales interpuestas entre el Estado y
la globalidad de la sociedad internacional.
c) Es necesario distinguir asimismo entre el federalismo global del local, porque mientras que
aquel es extendido a toda la comunidad, éste es restringido únicamente a ciertas áreas
geográficas. El ejemplo más claro para el primero es la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), y para el local el de la Organización de los Estados Americanos (OEA), coincidiendo
ambos en no contar sus partes con poder de decisión, salvo algunos organismos técnicos de
competencia limitada.
Pocas realidades tienen una importancia tan grande en el mundo actual como el Estado. Para bien
o para mal representa un papel de primera magnitud en la vida del hombre contemporáneo y su
presencia se hace sentir decisivamente en la realización de su destino. Lo mismo en su
continente que en otro, en un país industrial altamente desarrollado que en un pueblo semifeudal
que apenas acaba de salir del colonialismo, la política seguida por el Estado, en el campo
económico, cultural o moral, puede abrir al pueblo las puertas del bienestar y la prosperidad o
sumirlo en los abismos de la desesperación y la ruina. El Estado, está vinculado íntimamente con
la naturaleza social del hombre. Es una comunidad que por su organización y fines ayuda al
individuo humano a la plena expansión de su personalidad y crea el ambiente propicio para la
cooperación social en el orden, la paz y la justicia. Es, en verdad, una sociedad que por su
amplitud, la diversidad de sus funciones y la gran variedad de recursos materiales y espirituales
con que cuenta, puede considerarse como la única sociedad que cubre integralmente el ámbito de
los fines existenciales humanos en el plano de lo temporal intramundano. Esta característica del
Estado había sido ya considerada por los grandes pensadores políticos desde la antigüedad como
algo esencial a la comunidad política. Por eso la doctrina del Derecho Natural designó al Estado
con el nombre de sociedad perfecta. Es la sociedad autárquica o autosuficiente que contiene en
sí todo lo necesario para promover la vida buena de los hombres, o como ahora se diría, para el
bienestar general. No es el simple valerse por sí mismo en el campo económico -que ha déjalo ya
de ser posible en el complejo mundo de relaciones internacionales en que vivimos- sino el estar
dotado de una estructura, de una organización, de unos fines y de un poder supremo de mando,
que le permite al Estado fundar, favorecer y regular la cooperación social en todos los campos. Y
así poner al servicio de la persona humana todo lo que ésta requiere para el cumplimiento cabal
de su destino.28 El Estado contemporáneo nace y subsiste por una coincidencia de voluntades de
la parte de la población política y económicamente más importante, aun cuando no
necesariamente la más numerosa.29 Es común que la clase gobernante o clase política, conforme
a una pequeña pero importante parte política de la población del Estado; de tal suerte que el
estado subsiste con, sin, y en ocasiones, aun contra la voluntad de la mayoría de los miembros de
su población. Los objetivos estatales, salvo el de procurar la supervivencia del propio Estado, son
diferentes en los diversos estados, así como entre distintas épocas del mismo Estado. Fiel a su
trayectoria histórica y a su naturaleza, el Estado en nuestros días sigue siendo esa estructura
suprema de poder que condiciona el bienestar de los hombres y de los pueblos. Su presencia se
hace notar en todas las regiones de lo social, como agente de promoción, o como colaborador de
la iniciativa privada, o como garantía de la actividad de las comunidades menores. 4.5. Presencia
del Estado en los diversos ámbitos. Un rápido repaso a la situación política mundial nos permite
darnos cuenta de cómo el Estado, interviene decisivamente en todos los aspectos temporales de
la vida humana, como en seguida se demuestra: En el campo social, con su política familiar y
demográfica, por medio de la cual trata de desarrollar, conservar y utilizar los recursos humanos
y así influir sobre la magnitud y el crecimiento probable de la población, su distribución por
edades, la constitución y composición de las familias, la localización regional o rural urbana de los
habitantes, y la incorporación a la fuerza de trabajo y a la educación, con el fin de facilitar los
objetivos del crecimiento económico y posibilitar la participación de la población en las
responsabilidades y beneficios del progreso; con la organización cada vez más completa de los
movimientos sindicales; con el desarrollo de los seguros sociales, que han cubierto las
necesidades de las clases más desamparadas, y mediante los cuales algunas naciones
económicamente más ricas han cubierto todos los riesgos posibles de los ciudadanos (Estado de
bienestar, en Suecia o Dinamarca, por ejemplo); con la progresiva elevación del nivel de vida de
los trabajadores que ha permitido la formación de una clase media fuerte y activa en casi todos
los países. En el campo económico, con su política industrial, financiera y bancaria, por la cual
impulsa las fuerzas económicas del país, reconoce y da validez jurídica a sus asociaciones, da
leyes y reglamentos, señala los justos límites de la iniciativa privada y evita, mediante sus
sistemas de control y vigilancia, que exista una concurrencia desenfrenada y se constituyan
monopolios que son negativos para el bienestar general. En esta actividad, la tendencia más
aceptada en el mundo moderno, y la que parece más justa, es que el Estado actúe en un plano
subsidiario y no que absorba las posibilidades económicas de las agrupaciones particulares. En el
campo cultural y educativo, con la extensión cada vez mayor de la instrucción básica para todos
los ciudadanos, con la multiplicación de Universidades e Institutos Tecnológicos y de Estudios
Superiores, con la creación de nuevos Centros de Investigación Científica, mediante los cuales
estimula los talentos naturales de la población y ayuda al hombre de cultura media a conocer
mejor los hechos nacionales y mundiales y a actuar eficazmente en la transformación de su
ambiente. En el campo científico y técnico, con el fomento de los nuevos adelantos en la
industria, la agricultura, la minería, las comunicaciones, el comercio, tales como la
automatización, el empleo pacífico de la energía nuclear, la aplicación de computadoras
electrónicas en los grandes procesos de producción, el uso de satélites artificiales para facilitar
el enlace entre los pueblos.
En el campo de las relaciones internacionales, con la atención de los nuevos fenómenos políticos
surgidos con el advenimiento de los pueblos afroasiáticos a la vida independiente, y lo que supone
de organización constitucional y técnicas administrativas; con el mayor cuidado de la creciente
interdependencia en múltiples terrenos; con la ampliación y multiplicación de organismos
internacionales que tratan de resolver los problemas humanos a escala mundial; con el cuidado de
fomenta relaciones y evitar conflictos bélicos.30 En suma, no hay campo de la actividad del
hombre contemporáneo en el que el Estado no tenga una intervención importante y a veces
decisiva. Y este fenómeno ha llegado a plantear tensiones inquietantes que cada vez se agudizan
más. Porque no cabe duda que el Estado ha adquirido una organización compleja y un poder
formidable, como en ninguna otra época de su historia los ha tenido.