Infografia 1 Tema 1
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I. Introducción
La fermentación tiene cuatro funciones principales, que contribuyen en al proce-
so de alimentación de las sociedades:
· Los alimentos y bebidas fermentadas tienen una función social muy mar-
cada, con una fuerte presencia en consumos celebratorios y festivos. Lo
complejo de su elaboración y la participación comunitaria en la misma
generalmente da lugar a celebraciones al consumirse. También son facili-
tadores de la convivialidad por sus efectos psicoactivos, función que aún
actualmente subsiste y es fácilmente identificable en las bebidas alcohó-
licas. La chicha en América del Sur y el pulque en Mesoamérica circularon
siempre en encuentros y celebraciones. En el Ártico y Escandinavia los
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Capítulo 1 - La fermentación: una mirada antropológica
· Las habilidades para fermentar y los productos así obtenidos forman par-
te del patrimonio cultural de pueblos nativos y campesinos de muchas
áreas del mundo y su conocimiento se mantiene y propaga oralmente.
Ellos contribuyen a la identidad cultural, al sentido de pertenencia y a la
cohesión del grupo familiar y social. La circulación familiar o comunitaria
de los “starters” o iniciadores (en aquellas fermentaciones que los utilizan)
cumple funciones de aseguramiento de la calidad a la vez que refuerza
el sentido de pertenencia e identidad de las personas a su espacio y su
cultura. Un buen ejemplo es la elaboración de quesos de cabra en la puna
argentina.
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Patricia Schneier
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Capítulo 1 - La fermentación: una mirada antropológica
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principales investigadores en el tema concluye que nuestro gusto por el alcohol pro-
viene de estos antepasados, que comían frutos muy maduros y en estado de des-
composición, relacionando el consumo de etanol con la recompensa nutricional [2].
En tiempos actuales, entre los chimpancés salvajes de Bossou (Guinea) se ha regis-
trado el consumo recurrente, espontáneo y motivado por el agrado, de etanol de la pal-
ma de la rafia. Consumen la dulce savia que se ha fermentado naturalmente, utilizando
las hojas de la palma a modo de esponja (sumergiéndolas en contenedores de savia
de los pobladores que también la recogen), las cargan con ese líquido y lo ingieren,
muchas veces en gran cantidad. Con un promedio de etanol de 3,1% (v/v), pudiendo
llegar hasta 6,9% (v/v), esto no es un freno (o tal vez sea un aliciente) para su consumo.
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Capítulo 1 - La fermentación: una mirada antropológica
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chocolate, vinagre, etc. La diversidad de los productos varía según el área geográfica,
las técnicas de fermentación, las costumbres locales e incluso las creencias religiosas;
la mayoría se producen en pequeña escala utilizando recetas tradicionales [4].
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Capítulo 1 - La fermentación: una mirada antropológica
Aunque el origen exacto del cacao (cacahuat) sigue siendo una incógnita, se sabe
que el uso del chocolate (xocolatl) comenzó en las Altas Culturas de Mesoamérica,
durante la civilización Olmeca (1500 a 500 a.C.); allí lo mezclaban con especias con fi-
nes curativos o como obsequio. Ya desde sus inicios, el cacao tenía sus tres funciones
principales: energizante, obsequio y ritual (como ofrenda a los dioses y vínculo con
ellos). Su hallazgo más temprano se encontró en una urna funeraria con restos de
una bebida de chocolate, asociada a objetos suntuarios en un entierro en la costa del
Golfo de México. Todos los hallazgos arqueológicos apuntan a que esta bebida era
consumida exclusivamente por jerarcas o personas con prestigio social.
La civilización Maya (200 a 900 d.C.) continuó utilizando el chocolate tal como los
Olmecas y posteriormente fueron los Aztecas o Mexicas (900 a 1521 d.C.) quienes
aprendieron de los Mayas el cultivo y el uso del cacao.
Las antiguas comunidades de Mesoamérica practicaban un proceso muy laborio-
so para elaborar el cacao. Descripto con la mirada actual, las bayas de cacao pasan
por un proceso de fermentación natural, con levaduras que degradan la pulpa de
la baya, seguido por un aumento de temperatura debido a la fermentación láctica
de la pulpa del cacao, todo lo cual contribuye a disminuir la acidez y generar los
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precursores de sabor. Por último, los granos se dejan secar al sol durante días, para
molerlos y retirar la cáscara.
A pesar de no ser un cultivo originario de la región, pensaban que había sido
descubierto por sus dioses, que lo entregaron a los hombres. La mitología prehispá-
nica de México nombra a dos dioses: Quetzalcòatl, representado como “Serpiente
emplumada” (de origen Azteca; ver Figura 1) y Ek-Chuah, “Dios del cacao, de la guerra
y benefactor de los mercaderes” (de origen Maya).
Los mayas celebraban un festival anual con rituales en honor al dios del cacao, Ek
Chuah, existiendo actualmente evidencias arqueológicas de estas ceremonias.
El xocolatl era muy valorado por sus beneficios de energizante: se lo consumía
como reconstituyente para dar fuerza y despertar el apetito sexual, tratar la fatiga,
aumentar el peso de los desnutridos, estimular el sistema nervioso de los apáticos,
agotados o débiles, etc. También se lo apreciaba por su sabor: los nobles mexicanos
hacían cocer el cacao con agua y para hacerlo más rico le agregaban miel silvestre,
jugo de arce y vainilla, mientras que la población más humilde le agregaba atole de
maíz para hacerlo nutritivo.
Tanto se valoraba el cacao que sus bayas no fermentadas se utilizaban también
como monedas de cambio. Este uso perduró hasta años después de consumada la
Conquista; de hecho Hernán Cortés le pagaba a sus soldados con cacao. En 1528, a solo
siete años de consumada la Conquista, Cortés enviaba cacao al emperador Carlos V, que
pronto lo empezó a usar en España como bebida medicinal fortificante, ya despojado
de toda función ritual o sagrada. Al principio, solo era utilizado por los nobles de la Corte
por su escasez y alto valor, pero posteriormente su uso medicinal se generalizó [7].
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