Diagnostico en Gestalt
Diagnostico en Gestalt
Diagnostico en Gestalt
ESCRITORES GESTÁLTICOS –
DIAGNÓSTICO EN GESTALT
Gary Yonteff - Diagnóstico en Gestalt
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• “La principal intervención es la interpretación, siendo lo que se
interpreta los aspectos inconscientes de la transferencia.
• “La causalidad lineal, el presente es determinado de manera
lineal por los eventos pasados.
La vía humanista existencial opta por:
• Una teoría fenomenológica de la conciencia,
• Una teoría de relación dialogal y
• Una teoría de proceso de causalidad no lineal.
Todos los pacientes son distintos y por tanto nos dejamos afectar
por sus propias diferencias, y a través del diagnóstico podemos
prestar atención a quién es la persona como individuo único y su
relación con las características compartidas con otros pacientes.
Podemos comprender a la persona única, pero no podremos
comprender su unicidad si esta no es comprendida en
comparación con otras.
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nutrimos también de la información de casos de otras corrientes
terapéuticas.
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mediante un análisis de estructura clara, es decir no hacer análisis
que van sumando, sino que toman en cuenta la estructura del
todo, las partes integran el todo.
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La importancia de la hipótesis
diagnóstica en el proceso terapéutico
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¿LOS TESTS AYUDAN A REALIZAR LA HIPÓTESIS DIAGNÓSTICA?
Los tests son orientativos y presentan ciertas limitaciones. Así mismo,
exploran de forma general distintas áreas y recogen información sobre muchos
temas (algo que siempre resulta útil). Los tests no dejan de ser un “listado de
quejas”, y aquello de lo que uno se queja puede ser verdad o no. Por ello, el
diagnóstico es un juicio de toda la realidad que el profesional observa, más allá
únicamente de lo que relata el paciente, contesta en un test o sucede en
terapia.
Por ejemplo, uno de los trastornos que en ocasiones puede crearnos confusión
es el trastorno antisocial de la personalidad. En muchos casos estamos ante
un paciente que miente. Por este motivo, un informante externo puede ayudar
a comprender qué sucede en la vida real de esa persona. Lo que el paciente
explica como “he tenido una leve pelea con mi madre y me ha echado de casa”
puede ser relatado por el hermano como “ha robado 500 euros para comprar
drogas y mi madre lo ha echado de casa”.
La duda ante el diagnóstico es altamente enriquecedora. Preguntarse por qué
aparecen ciertos síntomas, qué sucede en realidad, qué aspectos se nos
pueden estar escapando, etc., despierta reflexiones que abren posibles
ventanas. Estas ventanas son las hipótesis diagnósticas, que, con un trabajo
multidisciplinar, se abordan con la máxima eficacia.
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idioma”. Saber manejar esta herramienta abre aquellas posibles ventanas que
comentábamos, aquella posible hipótesis diagnóstica que, sin conocerla,
difícilmente exploraremos.
Conocer el DSM-5 permite a los profesionales realizar un informe que todos
podrán entender, interpretar correctamente la información de un artículo
científico, explicar qué le sucede al paciente y relatarlo desde un lenguaje
unificado, etc. Nos guste más o menos el manual, no hay duda de su esencial
función y necesidad.
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El diagnóstico en la Psicoterapia Gestáltica
Por Psic Rafael Perandones
Desde siempre ha existido entre los terapeutas humanistas y entre los gestálticos en
particular, un fuerte rechazo a lo que tiene que ver con el diagnóstico psicológico. Yo
no era ajeno a esa tendencia hasta que me fui dando cuenta de que lo que rechazaba
no era al diagnóstico en general, sino a un tipo de diagnóstico, y que, en los hechos,
todos, lo reconozcamos o no, hacemos diagnósticos.
Creo, junto con Yontef, que el diagnóstico que rechazamos los terapeutas gestálticos, es
aquel que tiende a etiquetar a la persona dentro de categorías, más o menos rígidas, que es
impartido desde una postura vertical, donde el técnico es quien posee la sabiduría y la
imparte al paciente de forma autoritaria. Esto implica, al decir de Yontef, “una falta de fe en
la capacidad del individuo para elegir y crecer, para reconocer su situación personal por sí
mismo” y termina colaborando a mantener al paciente en una determinada postura
existencial que muchas veces es utilizada por éste para justificar su accionar y de esa forma,
manipular a su ambiente. Este modelo, además, tiende a hacer figura más en la enfermedad
que en la persona misma e implica un riesgo muy importante de que el terapeuta “caiga en
la tentación” de hacer figura en aquellos elementos que le permitan confirmar su
diagnóstico y no en la actualidad del paciente. Como dicen los redactores del “Diagnostic
and Statistical Manual of Mental Disorders” (DSM IV), “los criterios diagnósticos específicos
deben servir como guías y usarse con juicio clínico, sin seguirse a rajatabla como un libro de
cocina”
Por otra parte, en nuestra corriente nos manejamos con un encuadre horizontal, donde
terapeuta y paciente, manteniendo claramente los lugares correspondientes, trabajan
juntos para lograr el bienestar del paciente. En este enfoque, la autoridad no está colocada
en el profesional o en el marco teórico que le sostiene, sino en la experiencia de ambos
dentro del diálogo terapéutico.
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Yontef describe al diagnóstico en la Psicoterapia Gestáltica como el “proceso de prestar
respetuosa atención a quien es la persona como individuo único y en relación con aquellas
características compartidas con otros individuos…Discriminamos acerca de los patrones
generales, qué tipo de persona es el paciente, cuáles son los problemas y potenciales más
importantes, cuál será el curso del tratamiento, qué enfoques posiblemente funcionen,
signos de peligro… Nuestra opción es diagnosticar de una manera bien pensada, con total
darse cuenta”
Es de suma importancia para el éxito del proceso terapéutico, tener en cuenta aspectos
como la naturaleza de la estructura de personalidad del paciente, que nos puede ayudar a
evitar realizar intervenciones que pongan en riesgo al proceso o al propio paciente;
comprender la realidad fenomenológica del paciente, conocer cómo son sus habilidades
para mantener el diálogo; conocer acerca de su manejo de la agresividad o acerca de su
capacidad de disfrute, nos puede aportar un material imprescindible para conocer a la
persona que tenemos enfrente.
En la Psicoterapia Gestáltica, y en el modelo humanista en general, nuestro objetivo es la persona como totalidad y no solo
determinados aspectos de ella
Pero además, un buen diagnóstico debe servirnos para aportar información que puede ser
vital para el proceso terapéutico dado que nos permite conocer más profundamente la
continuidad de la identidad personal del paciente, comprender la estructura psicológica del
mismo y a utilizar su historia clínica y evolutiva en su beneficio. Por otra parte, un lenguaje
diagnóstico común nos permite el intercambio de información con otros técnicos que
trabajen o hayan trabajado con el paciente, facilitando también el trabajo interdisciplinario
que, en muchos casos, resulta imprescindible. Quienes hayan leído mis anteriores artículos
en la revista recordarán que, desde hace 12 años trabajo en una Institución de Asistencia
Médica Colectiva donde formo parte del Departamento de Psicología. Esta experiencia, que
ocupa una parte muy importante de mi quehacer profesional, me implica estar en contacto
permanente con colegas que manejan otros encuadres psicológicos, pero también con
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psiquiatras y otros médicos en general. Además, parte de mi trabajo en la institución me
exige tener manejo de la historia clínica del paciente, por lo que, tener un lenguaje
diagnóstico común no solo me es conveniente, sino que es una verdadera necesidad. Estoy
además, y mi artículo anterior hablaba de eso precisamente, absolutamente convencido de
la imperiosa necesidad del trabajo mancomunado entre los distintos técnicos que
intervienen en el proceso de sanación del paciente.
Más adelante retomaré el tema del campo, pero ahora quiero detenerme en otro de los
aspectos fundamentales de nuestro enfoque, la diada “figura/ fondo” y el proceso de
surgimiento, resolución y cierre de una “buena gestalt”.
En ella podemos observar una copa, si hacemos figura en la parte blanca, o dos rostros
enfrentados, si hacemos figura en la parte negra. Lo que no podemos es ver ambas cosas a
la vez. Esto se explica por el fenómeno de la figura/fondo, una de las leyes de la Psicología
de la Gestalt, corriente de la Psicología Experimental que estudia los fenómenos de la
percepción, y que dice que cuando elegimos una figura, el resto pasa a ser fondo. Así,
podemos ver la copa sobre un fondo negro o los rostros de perfil sobre un fondo blanco,
pero no ambas cosas a la vez.
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En la Psicoterapia Gestáltica creemos que el funcionamiento sano requiere que la figura
cambie según las necesidades de la persona, pero es fundamental que esas figuras se
resuelvan correctamente para que puedan pasar al fondo y de esa forma permitir la
irrupción de una nueva figura. Cuando esto no ocurre, se genera lo que llamamos una
“gestalt inconclusa” que impide la satisfacción de la persona, generando un consumo de
energía que deja de estar disponible para su normal funcionamiento. A modo de ejemplo:
tenemos una persona que está realizando un trabajo importante que tiene que entregar de
forma inminente. Esta es su figura, por lo que toda su atención y energía está puesta en ella.
Todo lo demás pasa a ser fondo, por lo que es probable que, el paso del tiempo, distintos
estímulos a su alrededor, etc, le pasen totalmente inadvertidos. Sin embargo, en un
momento comienza a sentir un fuerte malestar estomacal. Al principio es probable que su
nivel de concentración sea tan grande que ni siquiera lo sienta, pero a medida que vaya
siendo más intenso, este malestar, comenzará a ser más figura y la figura anterior se irá
desplazando hacia el fondo. Hasta que llegará un momento en que los cólicos sean tan
intensos que está figura se apoderará por completo del sujeto y hasta que no logre
resolverla difícilmente pueda volver a la figura anterior.
Según este modelo, cuando aparece una necesidad, es decir, una figura emerge del fondo,
lo primero que la persona percibe es una sensación, el siguiente paso del ciclo es el darse
cuenta, momento fundamental en que la persona toma conciencia de que es lo que siente.
El siguiente momento es el de movilización de la energía, en el cual la persona hace un
inventario de sus recursos disponibles a efectos de satisfacer su necesidad. El siguiente
momento es cuando la persona hace contacto con aquello que le va a permitir dar
satisfacción a su necesidad. Luego de esto viene el momento de resolución y cierre de la
figura o gestalt y, por último, la retirada, con la cual la gestalt se completa y la figura puede
pasar al fondo dando lugar de esa forma a la irrupción de una nueva figura.
Un ejemplo que yo utilizo mucho para ejemplificar cómo funciona esto es el del hambre. En
el primer momento, lo que existe es una sensación incómoda, un vacío en el estómago, una
necesidad que debe ser satisfecha. Para que esto ocurra, esta necesidad debe ser llevada a
la conciencia a través del darse cuenta. Ahí es cuando la persona puede identificar aquello
que siente, ponerle un nombre, “tengo hambre” y por lo tanto puede poner en juego el
siguiente momento del ciclo, al movilizar su energía la persona puede realizar un inventario
de sus recursos disponibles para satisfacer su necesidad, “en la heladera tengo un pedazo
de queso y unas fetas de jamón” Esto por sí solo no es suficiente, por lo que la persona
deberá hacer contacto: solo una vez que coma su necesidad podrá ser satisfecha. Una vez
logrado esto, la gestalt se resuelve, pero es necesario un cierre y la retirada para que ésta se
complete, pase al fondo, y de esa forma, la persona pueda tomar contacto con una nueva
necesidad, una nueva figura.
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general, la persona repite esos bloqueos en las distintas situaciones figura/fondo y en los
distintos campos en los que se mueve.
Un ejemplo concreto, un chico descubre a través de su darse cuenta que hay una chica que
le gusta, realiza una planificación estratégica muy profunda acerca de cómo abordarla,
ensaya día y noche cuál será su forma de pararse frente a ella, su discurso, etc. (movilización
de la energía), pero, cuando llega el momento de entrar en contacto, sus temores a ser
rechazado, su baja autoestima, su miedo al fracaso, lo inmovilizan y se retira sin lograr dar
satisfacción a su necesidad. Si este chico nos relata el episodio en una sesión de terapia,
podremos hacer una observación fenomenológica que nos permita detectar si la persona
realmente contacta con las emociones que esto le genera o si se limita a “hablar acerca de”;
podremos preguntarle si esto es algo nuevo o si le ha ocurrido en otras oportunidades y de
esa forma podremos detectar si es una situación aislada o si se trata de un patrón de
funcionamiento.
Cada momento de este ciclo es muy importante. No es poco frecuente encontrarnos con
personas que no logran contactar con lo que sienten. “Me siento mal, pero no logro darme
cuenta de qué es lo que me pasa” es un discurso escuchado de forma bastante frecuente en
el consultorio. Es que pagamos tributo a siglos de desconexión con nosotros mismos. En
esos casos, será muy importante trabajar mucho en resensibilizar a la persona. Es muy
importante también, conocer cómo es el proceso de darse cuenta de la persona. Cómo fluye
o cómo se interrumpe, qué cosas la persona deja entrar a su conciencia y qué cosas deja
afuera, etc. Por otra parte, una vez que la persona ha logrado avanzar en los distintos
momentos del ciclo, ¿logra hacerse cargo de su necesidad o de su deseo y contactar con
aquello que le va a permitir satisfacerlo, o por el contrario, es de los que manipulan
esperando que los demás se den cuenta de su necesidad y la satisfagan por él? Y, una vez,
resuelta la gestalt, ¿logra soltarla y dar de esa forma lugar al surgimiento de una nueva, o
queda “prendida” de la misma?
Volvamos ahora al tema del campo y la relación del individuo con su ambiente. Muchos
terapeutas gestálticos entienden que lo único importante es lo que ocurre en el “aquí y
ahora” en el campo que se constituye en la relación terapéutica, sin embargo, cada vez
somos más los que creemos que es de fundamental importancia conocer la historia del
paciente y, sobretodo, como veíamos más arriba, observar paralelos entre lo que ocurre en
el “aquí y ahora” y esa historia, como forma de encontrar patrones de funcionamiento.
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Observar al sistema en acción, permite en muchos casos, tomar contacto con aspectos o informaciones que de otra forma el
paciente nunca traería a la consulta
Esto implica una nueva coincidencia con los criterios diagnósticos del DSM IV que establece,
por ejemplo, como condición para diagnosticar un Trastorno de Personalidad, que el mismo
sea “un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento”
planteando que el técnico tiene que valorar los rasgos de personalidad a lo largo del tiempo
y en diferentes situaciones.
Y lo que es más importante aún, no solo es fundamental conocer la historia del paciente,
sino también de su sistema familiar, dado que muchos de esos patrones son aprendidos por
el sujeto en etapas muy tempranas de su desarrollo y algunos incluso, adquiridos de otros
miembros del sistema que los desarrollaron antes que él.
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Y por último, cada día siento más la necesidad de ampliar mi percepción del paciente
integrando a otros miembros de sus sistemas íntimos. El trabajo con parejas y familias me
resulta sumamente esclarecedor para comprender la “cultura” de esos sistemas y observar
fenomenológicamente a sus miembros en acción, reproduciendo en el consultorio la
realidad cotidiana de una forma mucho más fidedigna y descarnada que en el encuadre
individual y pudiendo plasmar en vivo y en directo la premisa de que “el todo es mucho más
que la suma de las partes”. El encuadre ampliado permite además observar las formas de
relacionarse del paciente más allá de la relación terapéutica: cómo son sus vínculos, si
considera solo sus necesidades o es capaz de ver las del otro, o ninguna, si genera vínculos
“pegoteados” o logra mantener una distancia sana; si logra tener interacciones significativas
o solo se relaciona de manera superficial; si logra sostener una relación, etc. Por otra parte,
observar al sistema en acción, permite en muchos casos, tomar contacto con aspectos o
informaciones que de otra forma el paciente nunca traería a la consulta, por ejemplo,
conductas desadaptadas que el paciente no vive como problemáticas (egosintónicas). En
este punto también tenemos una clara coincidencia con los redactores del DSM IV, que
recomiendan recabar información de otros observadores en casos como el mencionado
anteriormente.
A modo de cierre, en la Psicoterapia Gestáltica, el diagnóstico no solo tiene lugar, sino que
es necesario, pero debe apuntar no a la categorización de la persona, sino a alcanzar una
mayor comprensión de la totalidad que ésta significa, y se construye en un proceso que
surge del contacto entre el terapeuta y el paciente en el “aquí y ahora” de la relación
terapéutica, con la finalidad de diseñar un enfoque de intervención basado en el
conocimiento que éste aporta.
FUENTES
YONTEF, Gary, “Proceso & Diálogo en Psicoterapia Gestáltica”, Cuatro Vientos, Santiago de Chile,
1995
ZINKER, Joseph C., “El proceso creativo en la Terapia Gestáltica”, Paidos, Buenos Aires, 1977
ZINKER, Joseph C., “In search of good form”, A Gestalt Institute of Cleveland Publication, Cleveland,
1994 “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders” (DSM IV)
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El terapeuta Gestalt: herramientas para el
psicodiagnóstico
Mariano Cruz Zamora
Formación:
IPETG de Alicante
Directora:
Elena Revenga Arranz
(Para conseguir el texto completo de la tesina, hay que ponerse en contacto con
el autor. Lo que se ofrece a continuación es un resumen de la misma.)
Presentación de la tesina
Conforme han ido gestándose estas reflexiones sobre algunas herramientas para
el psicodiagnóstico al servicio del Terapeuta Gestalt, he advertido que
decantarme por este tema tenía sus antecedentes.
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De un lado, me atraía mucho la idea de elaborar una síntesis de lo que ha sido mi
proceso personal, formativo y laboral durante los últimos 15 años. Estos tres
elementos configuran de alguna manera una Gestalt importante que ahora se
cierra en mí, en la que puedo descubrir, si lo expreso en lenguaje axiológico, la
interrelación entre lo intrínseco (mi proceso terapéutico personal) lo sistémico (la
formación en Gestalt, Psicoterapia Clínica Integrativa y Axiología) y lo extrínseco
(mi trabajo como educador social y terapeuta en diversos espacios). Expresado
en términos energéticos, una Gestalt durante la cual he ido aprendiendo a tomar
contacto y a gestionar de una manera más saludable mi propia capacidad de
ternura y agresión.
Por otro lado, el tema del diagnóstico me resultó muy propicio como cauce
integrador para elaborar esta recapitulación: destacar la importancia del
esclarecimiento diagnóstico para un posicionamiento más eficaz del terapeuta
clínico en el encuentro con los pacientes.
Desde el enfoque gestáltico, encuadrado dentro del movimiento de la psicología
humanista, hacemos una opción por contemplar al ser humano desde una
perspectiva fenomenológica, donde somos mucho más que una suma de partes y
apostamos por la superación de visiones reduccionistas. Expresado en términos
axiológicos, nuestro valor intrínseco otorga matices infinitos a nuestra
particularidad de ser.
Enraizados en este punto de vista, podemos abrirnos a considerar que, como
terapeutas, el diagnóstico no tiene por qué significar el encorsetamiento del
paciente en una u otra ordenación sistémica. Más bien, puede suponer una guía
abierta y susceptible de reformulación que acompañe y se supedite al proceso
dinámico de la persona, que es lo que realmente nos importa. En nuestro
quehacer terapéutico, el diagnóstico puede ayudarnos a vislumbrar las
coordenadas del conflicto que trae la persona. En el marco de la supervisión,
puede servirnos como mapa de referencia que nos permita seleccionar las
figuras más relevantes, las distorsiones que están a la base del conflicto
neurótico.
Cuando una persona llega a nuestra consulta, al igual que nosotros en su
momento, lo hace por la vivencia de angustia, sufrimiento, insatisfacción, etc.,
que ha irrumpido en su existencia, como figura, de tal manera que siente la
necesidad de pedir ayuda.
Este momento de crisis desvela un conflicto ocurrido en el contacto de la
persona consigo misma y con el mundo. La manera como hasta ahora ha
funcionado (el carácter que ha forjado) deja de ser útil y nos vemos envueltos en
el conflicto neurótico. Se produce la fricción entre el organismo y el medio en el
que vive.
Es entonces cuando se produce el encuentro paciente – terapeuta. En este
encuentro no somos, como terapeutas, un papel en blanco. También nosotros,
en un momento de nuestra vida, experimentamos esta situación crítica de
nuestra existencia desajustada; como pacientes, transitamos nuestro propio
camino de conocimiento y crecimiento personal. Como terapeutas gestalt,
además, vamos recorriendo itinerarios formativos que nos proporcionan y
facilitan herramientas para nuestro trabajo. Desde la perspectiva gestáltica,
consideramos que el terapeuta es la principal herramienta para el
acompañamiento del proceso terapéutico. Estimo que esta herramienta que
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somos se va configurando a través de nuestra propia experiencia y de nuestra
formación. Y en el aquí y ahora del encuentro terapéutico desarrollamos nuestra
escucha, siendo éste el marco donde nosotros somos, estamos presentes y
prestamos atención a otra persona que es y está presente.
Pues bien, los diversos grados de inquietud, malestar, insatisfacción o angustia
con que una persona viene al encuentro terapéutico nos anuncia, al menos, tres
posibles realidades. Puede ser que exprese un interés en avanzar en su proceso
de maduración o de desarrollo de un mayor grado de conciencia. Puede ocurrir
que esté atravesando un momento de crisis en su vida para el que necesita
acompañamiento cualificado. Y, por último, puede presentarse con una patología
evidente, donde la angustia adquiere un nivel tal que cursa con síntomas clínicos
incapacitantes y la persona queda inhabilitada para una contención suficiente y
necesaria.
En este sentido, el diagnóstico nos permite poder discriminar una u otra
situación, nos posibilita tener capacidad para diferenciar cuándo el paciente
cuenta con los recursos necesarios para contenerse durante el proceso
terapéutico o cuando precisa, por ejemplo, de medicación para poder contener
lo que él solo no puede.
Así mismo, el establecimiento de hipótesis diagnósticas abiertas y flexibles no
resulta contradictorio, sino necesario, en la consideración de los procesos
terapéuticos como procesos dinámicos, donde cada individuo, lejos de
constreñirse a condiciones inalterables de su existencia, va descubriéndose en
sus múltiples potencialidades. En este sentido podemos observar que, si bien el
diagnóstico nos permite discriminar, el pronóstico no está en función del
diagnóstico, sino de la propia dinámica personal en el transcurrir del proceso
terapéutico.
En Gestalt nos importa de manera especial y prioritaria la dinámica con que la
persona establece contacto consigo misma y con su entorno, así como
escudriñar los modos en que interrumpe una regulación saludable de sí mismo
como organismo vivo. El diagnóstico nos posibilitará tomar en cuenta a la
persona en su globalidad y poder elegir las propuestas terapéuticas que nos
resulten más adecuadas en cada momento y que promuevan el restablecimiento
de la salud.
La tesis que planteo es, pues, que, como terapeutas gestalt, somos instrumentos
y tenemos herramientas para ofrecer a la persona que viene a consulta la mejor
ayuda posible en el acompañamiento de su proceso vital. En la polaridad
“diagnóstico sí” - “diagnóstico no”, enmarco mi posición entre aquellos que
tratan de encontrar un enfoque de síntesis e integración, donde las herramientas
diagnósticas están imbricadas en la actitud gestáltica de un encuentro
terapéutico.
En este sentido, y teniendo en cuenta mi propia experiencia, desarrollo este
trabajo considerando cuatro capítulos que, a continuación, expongo de manera
resumida.
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Parte primera: teoría energética
Esta primera parte es una exposición resumida del aprendizaje sobre la gestión
del Impulso de Vida en los diferentes caracteres desarrollada por Juanjo Albert
(IPETG) en la Formación en Psicoterapia Clínica Integrativa.
Partimos de la consideración de que el temperamento es la base energética que
nos es dada en la concepción y con la que venimos al mundo. Esta energía es
congénita, es decir, se configura por la conjunción de la parte hereditaria
(dotación genética) y las experiencias intrauterinas y se irá asentando en la
estructura corporal que, hereditariamente, distinga a cada persona. De tal forma
que esta energía es potencial, desarrollándose psicológica, emocional y
corporalmente sus cualidades y capacidades en el transcurso de nuestra vida.
Desde la teoría energética (inspirada en Reich y Lowen) podremos ir observando
cual es la manera en que la persona ha aprendido a gestionar el Impulso Unitario
con el que venimos al mundo (con sus componentes tierno y agresivo). Esta
energía original se moviliza de manera que por el subimpulso tierno contactamos
con nuestra necesidad y por el subimpulso agresivo vehiculizamos la expresión
de la misma, estableciéndonos en la dinámica natural desde el displacer al placer.
Con el nacimiento, provistos con esta energía vital de ternura y agresión que se
encarna en nuestro cuerpo, entramos en contacto con la realidad, con nuestro
medio que, por lo general, aporta mayor dosis de hostilidad y frustración que la
vivencia intrauterina. De esta manera, la angustia como expresión de la estasis
energética, surge al perturbarse la alternancia natural entre relajación y tensión,
es decir, al interrumpirse el libre flujo del instinto.
Es en este momento donde va a comenzar la tarea de gestión (conteniendo o
dejando fluir) de nuestro impulso de tal manera que nos permita acomodarnos
en la dinámica placer – displacer. Y en ese proceso de gestión ocurrirán los
ajustes y desajustes que, con el desarrollo, irán tornándose en distorsiones
cognitivas, emocionales y corporales que darán lugar a cada estructura
caracterológica. Esta reorganización del impulso original que constituye el
carácter, va a cumplir una función defensiva de los intolerables efectos internos
de la frustración.
La frustración puede proceder tanto del mundo externo como del mundo
interno. Pero la contención del impulso la realiza el propio impulso unitario que
pierde, de esta manera, su natural discurrir.
Desde estos presupuestos, expongo el desarrollo de la dinámica energética en
las estructuras caracteriales:
1. Carácter esquizoide
2. Carácter oral
3. Carácter masoquista
4. Carácter psicopático (en su vertientes obsesiva e histérica)
5. Carácter rígido:
Histérico
Pasivo – femenino
Fálico – narcisista obsesivo
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Fálico – narcisista compulsivo
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En su aplicación clínica, desde una lectura psicodinámica, el PVH muestra un
mapa caracterial de la persona, su presente experiencial, a través de la valoración
subjetiva que ella elabora sobre un ordenamiento objetivo de los valores. Esta
ordenación subjetiva recoge el grado o nivel de percepción, en el terreno
individual o grupal, tanto en el ámbito interno como externo. De esta manera, el
PVH es un instrumento para conocer nuestro presente a través de nuestra
capacidad para valorar y, por ende, de nuestro ordenamiento de valores: lo que
somos capaces de percibir acerca de lo que sentimos, pensamos y actuamos
tiene una implicación axiológica.
La ordenación axiológica subjetiva que realizamos al rellenar esta prueba
muestra la particularidad de la vivencia personal y los factores que están
incidiendo en la misma. En este sentido, pretendo hacer hincapié, en un
acercamiento al PVH como un mapa fenomenológico, de manera que la
percepción y la escucha del todo nos acercarán más a la realidad de la vivencia
de la persona o grupo y nos proporcionará una información valiosa sobre lo que
está percibiendo como figura y fondo en su momento actual.
Es por esto que considero este instrumento como gestáltico en la medida que,
como continuadores de las intuiciones de Roquet, aprendemos a interpretarlo
desde un punto de vista psicodinámico.
Por último, realizo una breve exposición de las fórmulas axiológicas de cada
carácter. A partir de las intuiciones y la investigación desarrollada por Alfonso
Castro, y recogida en el libro “Cómo somos” de Armando Molina[2], trato de
apuntar la conexión entre las tipologías axiológicas, la caracterología
eneagrámica y los caracteres bioenergéticos a partir de la estructura
tridimensional que presenta el PVH.
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Los elementos que he seleccionado son:
Aquí y Ahora
Cuando me encuentro en la sesión terapéutica puedo observar cómo es la
presencia del paciente y la mía propia. Cómo habla, viste, se expresa, calla,… cual
es su postura corporal, lo que enseña y lo que cubre, qué es lo que resalta como
figura relevante en su discurso y en su estar. Cómo le pregunto, me siento ante
él, le escucho. En principio somos dos desconocidos que nos encontramos. A lo
largo de nuestro viaje en común ocurrirán otros momentos presentes en los que
nos seguiremos desvelando, y el paciente hará emerger otras figuras como
prioridades experienciales de su fondo existencial.
Dentro de lo que ocurre en el aquí y ahora terapéutico, también considero cómo
el paciente cuenta su historia o lo que ocurre en su vida. En la dinámica figura –
fondo, además de considerar lo que ocurre en el encuentro terapéutico, en el
campo que constituye el fondo para el paciente, también están los componentes
de su contexto más amplio: familiar, social, biográfico, caracterial,
psicopatológico, etc.
Desde la óptica gestáltica resaltamos la importancia fenomenológico –
existencial del presente y de lo que ocurre como experiencia en el aquí y el
ahora, incluyendo las referencias al pasado o al futuro.
El darse cuenta
La insatisfacción o angustia que experimentamos irrumpe como figura en
nosotros, a veces con tal brusquedad y evidencia, que pone en cuestión nuestra
particular manera de ser.
Es posible que, como señala Peñarrubia, se haya oscurecido nuestra capacidad
para percibir. Al mismo tiempo, podemos considerar que este “darse cuenta” de
los síntomas (cualquiera que sea su forma) angustiosos son un indicativo de que,
al menos en el ámbito de la neurosis, no hemos perdido del todo el contacto con
nosotros mismos.
Si en un primer momento nos damos cuenta de nuestro desajuste, a lo largo del
proceso terapéutico este “percatarse” lo convertimos, en gestalt, en la
herramienta esencial a través de la cual realizamos el viaje al encuentro con
nuestra esencia.
Como terapeutas, es significativo observar cual y cómo es el nivel del “darse
cuenta” del paciente (y del nuestro propio) y permanecer en el señalamiento
continuo de cómo ocurren los procesos que experimentamos en el presente.
Si el primer darse cuenta del paciente, aunque rudo, es el malestar que le
encamina hacia la terapia, con demasiada normalidad advertimos las
incongruencias que se desvelan en la interrelación atencional de las tres zonas a
las que prestamos atención: la interna, la externa y la intermedia. En nuestro
crecimiento como personas con falso o deteriorado contacto, en nuestra
identificación con el carácter aprendido, cobra excesiva relevancia el desarrollo
de esta zona intermedia, escindiéndose de las demás. Como señala
Peñarrubia,“tradicionalmente se considera esta zona como el lugar privilegiado de la
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neurosis: aquí residen los prejuicios, fobias, paranoias, distorsiones en general de lo
que nos llega de fuera o de dentro” [4]
Una actitud permeable al continuo atencional nos permitirá descifrar, entre otras
cosas, dónde y cómo se producen las interrupciones en el contacto, en qué
zonas resulta más dificultoso para el paciente dirigir su atención, cual es la
manera y cuando se produce, de evitar una relación más sana con nosotros
mismos.
a) Introyección
Mecanismo mediante el cual incorporamos a nuestra existencia lo que recibimos
de nuestro entorno sin un proceso adecuado de digestión y asimilación.
b) Proyección
Lo que ocurre en la proyección es que depositamos en los demás aquellos
elementos que no aceptamos de nosotros mismos. Es una manera de no
apropiarnos de nuestra propia realidad.
c) Confluencia
Es el mecanismo que señala la distorsión en el contacto mediante la cual se
pierden los límites entre uno mismo y el medio.
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d) Retroflexión
Es un mecanismo de retirada del entorno por el cual, en lugar de completar el
contacto, la persona dirige hacia sí misma la acción destinada a otro.
Polaridades
El concepto de polaridades ha sido un elemento presente en el pensamiento
religioso y filosófico desde épocas remotas. Desde la concepción holística e
integrativa del hombre que sostiene la terapia gestalt asumimos que nuestra
existencia deviene en una secuencia de polaridades que nos configuran.
El trabajo gestáltico de diferenciación e integración de nuestras polaridades nos
permite, antes que dividir a la persona, propiciar la unificación al permitir que se
haga figura la polaridad más oculta o desconocida. Un modo típico de desarrollar
esta exploración en gestalt es la técnica de la silla vacía. Mediante esta estrategia
tenemos la oportunidad de poner frente a nosotros la parte oculta o
desconocida, la sombra que no reconocemos y que evitamos. Reconocerla, darle
cuerpo y expresión, darnos cuenta de cómo es su existencia en nosotros nos
posibilita la reconciliación con lo que somos, la auto regulación organísmica
como una integración más completa de nuestra personalidad.
Prestar atención a esta falta identidad que el paciente nos muestra, con la
sobreidentificación con una parte y el olvido de su opuesta, se convierte en una
herramienta para el diagnóstico y el trabajo terapéutico.
Las polaridades en que nos detendremos son:
a) “Perro de arriba” – “Perro de abajo”
b) Interno – Externo
c) Masculino – Femenino
23
obvio, señalar contradicciones, etc. En definitiva, detectar y reconocer las
Gestalt inconclusas y recuperar el manejo de su vida.
En primer lugar, hago una breve presentación del caso: notas autobiográficas,
cómo se presenta (el relato de sus crisis de angustia), el diagnóstico que aporta y
la motivación que trae a la terapia, las primeras observaciones como terapeuta y
el encuadre.
En segundo lugar, expongo un informe detallado de lo que el Perfil de Valores
Hartman del inicio de la terapia muestra como descripción de su vivencia: la
manifestación de sus síntomas como expresión de su angustia, el peso de un
super – yo rígido que la asfixia, sus conflictos de autoestima, el mecanismo de
proyección de su hostilidad negada y reprimida, la represión de su impulso y las
dificultades para el reconocimiento de la propia necesidad y la entrega amorosa.
En tercer lugar, desarrollo las notas significativas que la teoría energética aporta
para la comprensión y la elaboración de la hipótesis diagnóstica en este caso.
Profundizando en el diario de sesiones con esta paciente, vamos descubriendo el
significado de los síntomas clínicos que presenta y la angustia que disfrazan.
Releemos el relato de Desiré sobre su dinámica familiar y lo relacionamos con la
dinámica familiar en la estructuración del carácter rígido.
Ahondamos aún más en la gestión del impulso propia del carácter rígido en su
vertiente fálico – narcisista obsesivo.
Cómo se expresa en ella la inhibición del impulso tierno: la experiencia
instaurada de la polaridad deseo – temor al deseo, tanto en la relación
terapéutica como en la relación con la figura paterna y en la relación afectiva con
sus hijas.
Cómo se manifiesta el manejo contenido del impulso agresivo a través de las
formaciones reactivas: la ira disfrazada de perfeccionismo, el encubrimiento de la
necesidad de intimidad por medio de la distancia, su autocrítica y acusación
llevada al límite en la proyección paranoide de que los demás se burlan y la
rechazan, el autocontrol, etc.
Por último, revisamos cómo es su manejo en el ámbito de la sexualidad:
sexualidad como defensa por cuanto queda disociada de la entrega amorosa, la
ternura y la intimidad.
En el apartado siguiente, desarrollo cómo va discurriendo el proceso desde el
enfoque gestáltico, atendiendo a lo que se presenta como figura y lo que
permanece en el fondo, a sus dificultades para el contacto emocional y la
prevalencia de su atención en la escucha de la zona intermedia, lo que nos
descubre el trabajo con polaridades, cómo queda interrumpido el ciclo gestáltico
de necesidades y los mecanismos que se presentan.
Conclusión
Mediante la exposición del recorrido terapéutico con Desiré, en el marco de la
supervisión, concluyo que la aplicación de las herramientas desarrolladas en la
parte teórica de este trabajo significan una excelente aportación para la
clarificación de una hipótesis diagnóstica que, de manera procesual, nos permite,
como terapeutas, profundizar en los conflictos nucleares de nuestros pacientes
24
de forma que, en el encuentro terapéutico, nuestro trabajo clínico sea más útil y
acertado.
Las herramientas tenidas en cuenta me han permitido afinar mis sentidos y
focalizar mi escucha (la mía propia y la del paciente) y esto, a su vez, me ha
permitido identificar y comprender las raíces estructurales que sustentaban la
vivencia de Desiré.
La angustia (cualquiera que sea su grado y manifestación) como manifestación
del desajuste existencial irrumpe en nosotros y se convierte en motor para iniciar
un proceso terapéutico. Atender a sus manifestaciones, explorar los modos en
que acontece, escudriñar la infección de fondo y la manera en que quedó
instaurada y permanece la herida original nos permite acompañar en
profundidad un proceso terapéutico.
Si una de las notas de identidad de la Gestalt es desarrollar una actitud holística
y fenomenológica para contemplar al ser humano, podemos reconocer que, en el
apasionante oficio de la terapia, percibir las consonancias y disonancias en el
cuerpo, la emoción y el pensamiento (del paciente y las nuestras propias) es una
buena herramienta para nuestro trabajo.
Así está siendo mi experiencia en el trabajo clínico, inspirado y estimulado por la
orientación integradora de la formación transmitida por el IPETG de Alicante. Las
herramientas presentadas en esta tesina, integradas en el enfoque gestáltico,
vienen acompañando el proceso terapéutico con Desiré e, imbricadas en la
riqueza de su propia vivencia, están posibilitando el reencuentro con su “propia
amorosa compañía”.
FUENTES
25
Una propuesta inicial de Evaluacion y
diagnóstico en Gestalt
COMO EVALÚA Y DIAGNOSTICA YONTIEF…
Comienzo centrándome y poniendo entre paréntesis… permitir que lo obvio (lo “dado”) me
impresione, entonces nos planteamos auto-cuestionamientos… ¿Qué veo, que oigo,
como me afecta? Etc..
26
PATRONES DE LA SESIÓN Y PARALELOS CON LA HISTORIA DEL PACIENTE ( aquí y
ahora actualiza su historia)
QUE HACE QUE ESTO SEA COMPRENSIBLE (como explicamos lo que observamos,
investigamos proponiendo hipótesis)
FACTORES RELEVANTES
PARA
27
EXPRESION DEL DARSE CUENTA.- expresión de sus emociones, deseos, pensamientos,
fantasía, necesidades / desvía, desplaza, reduce a chisme/ transmisión de energía
emocional y significado asociado con el sentimiento, deseo o pensamiento o solo un
acercadeísmo
“no ser sistemático acerca del diagnostico, equivale a no hacer la mejor terapia posible, sin
cumplir, por lo tanto, con el objetivo de nuestra profesión… tomar en cuenta la información
conductual y otros datos fenomenológicos, es decir, ninguna información queda
sistemáticamente excluida.”…”Lo esencial de la obligación profesional para un diagnóstico
preciso, es algo que también está en el centro de la disciplina fenomenológica: conocer la
diferencia entre hipótesis y hechos.” (389)
BIBLIOGRAFIA
YONTEF, GARY (1995) Proceso y dialogo en psicoterapia gestalt. Ed. Cuatro Vientos,
Chile.
2 ed. Español 1997. Cap. 13 pp.363-390.
28
de contacto con la familia; cuando se realiza la ficha telefónica, ya sea con
un propio miembro de la familia, como con un profesional externo, como
por ejemplo puede ser un Trabajador Social que deriva el caso. Estos
primeros planteamientos tomarán forma o serán descartados durante el
proceso de trabajo con la familia.
A partir de las sesiones de trabajo familiar se realizarán hipótesis
concretas:
29
tener en cuenta a todos los miembros del sistema, la información
que nos aportan será sobre el funcionamiento relacional del
sistema y producen información que posteriormente
comprobaremos si es acertada o errónea, él y trabajo y
planteamiento de estas hipótesis requieren la participación activa
del terapeuta en el proceso.
Tenemos que tener en cuenta que para poder plantear hipótesis el
terapeuta debe hacer una buena recogida de información, des del
primer contacto que se tiene con el sistema familiar.
Podríamos resumir que a través del planteamiento de hipótesis
podremos orientar el trabajo terapéutico, como anteriormente se
ha mencionado establecer unas líneas concretas de actuación
teniendo en cuenta la importancia de confirmar estas hipótesis o
descartarlas.
Aspectos más relevantes en la adquisición de información para la
elaboración de Hipótesis relacionales
Para que el terapeuta pueda hacer una buena recogida de información
debe tener en cuenta el planteamiento de aquellas cuestiones que le
ayudarán a plantearse hipótesis concretas.
Como bien nos dice el texto de Ana Baldero, tenemos que tener en cuenta
cuatro tipos de preguntas con las que el terapeuta puede guiarse:
30
que puede cubrir otros malestares familiares; ver las opiniones de la
propia persona que exterioriza el síntoma (paciente identificado), ver las
visiones de los otros miembros de la familia, las reacciones de cada uno
de ellos, cuando empieza a darse la situación concreta.
Las soluciones intentadas, ver qué es lo que el propio sistema por si solo
ha trabajado; qué soluciones se plantean, qué miembros han tomado
alguna iniciativa, la diferencia de opiniones de cada miembro, qué
miembros se ven implicados y qué miembros creen que están al margen
de lo que está sucediendo. Sobre los objetivos, poder recoger información
sobre si la familia se ha planteado alguna cosa y si lo ha hecho como ha
llegado a marcarse aquellos objetivos; donde quieren llegar, como
hacerlo, con que situación se conformarían.
Señala y explica los elementos que consideres más relevantes para la
elaboración de hipótesis relacionales iniciales, hipótesis relacionales
sobre el funcionamiento familiar e hipótesis relacionales acerca del
síntoma. También, elabora un ejemplo de cada una ellas, ya sea a partir de
tu experiencia laboral, de experiencias laborales de otros profesionales
que tú conozcas o de películas.
Hipótesis relacionales iniciales
En este momento nos situaríamos en el inicio del proceso terapéutico.
Esta hipótesis inicial será la considerada más especulativa ya que el
trabajo con la familia no habrá tenido aún un desarrollo.
Tendremos en cuenta:
·El ciclo Vital por el que pasa la familia. Podemos ver con qué
dificultades se enfrenta la familia en el momento, tanto observar la
familia nuclear con la que trabajamos y las familias extensas.
El nivel emocional, cognitivo y pragmático. En lo emocional cómo la
familia se expresa, qué nivel de conocimiento tiene de lo que está
sucediendo y qué expresan y sienten frente a ello. Observaremos la
comunicación analógica. A nivel pragmático, las conductas, los
hechos y cómo se viven y describen por el sistema familiar. A nivel
cognitivo podremos ver como la familia se expresa a nivel verbal,
que explican como lo hacen, qué causas observan.
·La conyugalidad y parentalidad. Incidir sobre estos dos
subsistemas para poder observar cuál es la relación. Qué
características de esta situación pueden influir en lo sucedido.
Reglas y patrones relacionales. Identificar reglas y patrones
familiares. Este punto será fundamental para comprender el
funcionamiento familiar.
Sistemas de creencias. Observar el sistema de creencias tanto en la
familia nuclear como de origen. Identificar estas creencias y ver
qué influencias tienen éstas sobre lo que ocurre en la familia.
Ejemplo
Una familia donde la hija mayor denuncia a la madre por maltrato y a la
vez ésta dice que sospecha de una relación entre su hija y su pareja (no
padre de la chica) y justifica la agresión a través de esto. Durante el
32
trabajo del caso y la exploración de la familia nuclear y las extensas la
madre explica que ella es fruto de una violación de su abuelastro a su
madre.
Hipótesis planteada por el terapeuta, la madre no ha sido capaz de
elaborar esta situación tan traumática de si vida y proyecta en su hija
aquello que le sucedió a su propia madre y marcó su vida.
Hipótesis relacionales acerca del síntoma
En este punto tendremos en cuenta:
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ESTRATEGIAS DE COMPROBACIÓN DE HIPÓTESIS
CLÍNICAS
Antonio Godoy, Aurora Gavino y Mª Teresa Anarte
Universidad de Málaga
Método
En el estudio que hemos llevado a cabo participaron en total 206 estudiantes de tercer curso
de Psicología. Todos ellos recibieron una tarea en la que debían elegir entre dos pruebas
diagnósticas, una de las cuales permitía confirmar la hipótesis, y la otra, refutarla. Algunos
de los estudiantes podían elegir entre utilizar una de las pruebas, la otra, las dos, o ninguna
de ellas; en tanto que otros recibieron únicamente tres opciones de respuesta (les faltaba la
opción consistente en elegir las dos pruebas diagnósticas). De la misma forma, algunos
participantes recibieron expresiones numéricas (y otros, expresiones verbales) para indicar
la probabilidad de la hipótesis; algunos, información que dotaba a la tarea de especial
importancia clínica; y, por último, en otros casos, las pruebas diagnósticas permitía
aumentar la seguridad en la hipótesis previa.
Resultados
Con cuatro opciones de respuesta, el resultado principal obtenido ha sido que pocos sujetos
han intentado refutar la hipótesis, bastantes han manifestado que no utilizarían ninguna de
las pruebas, y un número muy similar al esperado por azar (25%) los que dicen que
34
utilizarían la prueba que permitía apoyar la hipótesis. No se ha dado, pues, tendencia a
utilizar ambas pruebas, lo que habría proporcionado un máximo de información, ni tampoco
a confirmar la hipótesis. Entre los que disponían de tres opciones de respuesta, también
fueron muy pocos los que eligieron la prueba que permitía refutar la hipótesis.
Discusión y conclusiones
La finalidad del presente trabajo era investigar si, entre los estudiantes de Psicología, la
estrategia de confirmación de hipótesis se da con frecuencia. Los resultados mostraron que,
en general, los estudiantes tendían, más que a confirmar la hipótesis, a no elegir la prueba
que permitía refutarla, lo que coincide con los resultados encontrados por la mayoría de
autores que han investigado este asunto en el área clínica (Garb, 1998).
Expresar las probabilidades de forma numérica mejoró poco las decisiones clínicas, lo mismo
que dotar la tarea de importancia. Sin embargo, la posibilidad de aumentar la seguridad en
la hipótesis sí incrementó el número de sujetos que recabó información, bien confirmatoria,
bien refutadora. Este aumento en la utilización de ambos tipos de información sugiere que
los estudiantes utilizaron la tarea más para aumentar la seguridad en sus juicios que para
comprobar la hipótesis.
Referencias
Garb, H. N. (1998). Studying the clinician. Judgment research and psychological assessment. Washington, DC:
American Psychological Association.
El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Psicothema: Gody,
A., Gavino, A., y Anarte, Mª T. (2008). Estrategias de comprobación de hipótesis clínicas. Psicothema, Vol. 20
(2), pp. 188-192).
35
¿Saber como elaboramos las hipótesis diagnósticas,
nos puede ayudar a evitar errores?
36
¿Como generamos las hipótesis diagnósticas?
Estrategia probabilística
Estrategia causal:
Estrategia determinística:
37
Se basa en la información de experiencias previas que se
transforman en algoritmos clínicos con sistemas de puntuación,
escalas y cuestionarios. Se conoce como clinimetría es una medida
cuantificable de los datos clínicos.
Verificación de la hipótesis
La adecuación :
La parsimonia:
El criterio de falsación:
38
El signo clínico patognomónico es aquel distintivo de una
enfermedad y sólo de ella. El médico AP debe tener una formación
específica tanto en signos positivos, como en negativos. Y luego
esta lo que yo denomino signos discriminativos positivos y
negativos asociados o no , no son típicos de una sola enfermedad,
pero nos deben poner alerta sobre otras hipótesis diagnósticas ,
por ejemplo en el caso de un ojo Gollum: el exoftalmos o hematuria
microscópica terminal sin leucocituria en caso clínico un paciente
Malí.
39
Por esto para Gigerenzer, por el contrario, los heurísticos serían
una estrategia adecuada ante la incertidumbre, al tomar decisiones
de forma más rápida, precisa y eficiente que mediante un
procedimiento analítico (guías, protocolos o algoritmos).
40
especialidad, en cada una rotaciones. Es decir, hacernos expertos
de lo frecuente .Educar la intuición es primordial.
Bibliografía
41
Los enlaces de autor abren el panel de
superposiciónManuel Ortega Calvo aJosé Luis Gómez-Chaparro
Moreno bAntonio González-Meneses López cJavier Guillén
Enríquez dAnton
42
redundante y llamativa frente a las más relevante buscaban la
verificación de sus hipótesis en lugar de la refutación de las mismas la
cantidad total de hipótesis que planteaban oscilaban entre 4-7 y
dependía de la tarea diagnóstica evaluaban las hipótesis de forma
secuencial, los errores parecían relacionados con la combinación e
interpretación de la información, la elección de las hipótesis correctas
dependía principalmente del conocimiento básico del evaluador.
especificar la demanda,
fijar los objetivos sobre el caso y
establecer las condiciones históricas y actuales potencialmente
relevantes.
43
pequeño, más dificultades pueden aparecer en el primer contacto con
el mismo, por lo que se deberá crear un ambiente agradable y
escoger el mejor momento del día para realizar la evaluación.
44
funcionamiento general del niño y en distintos ambientes. Los
instrumentos con los que se evaluarán las variables seleccionadas,
deben ser susceptibles de cuantificación y por lo tanto serán más
específicos que los utilizados en la fase anterior. Se deberán elegir
instrumentos que evalúen específicamente el problema y otros
relativos a aspectos que puedan estar relacionados directa o
indirectamente con el problema. En la elección de instrumentos de
evaluación psicológica infantil, se debe tener en cuenta los procesos
evolutivos, el propósito de la evaluación, las características del niño, la
familia, el contexto, las características del evaluador y el método
elegido. Además es imprescindible utilizar distintos informadores.
Fase 4: Resultados
El objetivo es comunicar los resultados del proceso evaluativo.
46
informe oral se pueden subsanar algunas de las dificultades que a
veces puede presentar el escrito, sin embargo las expectativas de
cambio de los padres pueden generar posibles sesgos en la recepción
de la información.
Aquí se seleccionan las variables explicativas del caso, que son las que
supuestamente se mantienen, controlan o explican el problema, y
serán las que posteriormente se manipulan con el fin de lograr un
cambio.
5. Deducción de predicciones
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La consecución de las tareas citadas anteriormente posibilitará la
deducción de predicciones sobre los cambios que supuestamente se
darán en el niño, una vez aplicado el programa de intervención. Estas
predicciones se verificarán en la fase siguiente por medio de la
aplicación de un diseño experimental.
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Para la consecución de estos objetivos se deberán realizar las
siguientes tareas:
2. Análisis de datos
Fase 8: Resultados
El objetivo es comunicar los resultados obtenidos después de la
aplicación del tratamiento. El informe en evaluación psicológica
infantil debe contemplar además de los cambios post-tratamiento,
otros posibles cambios evolutivos que puedan darse posteriormente
en el niño y que puedan afectar a los resultados de la intervención.
Fase 9: Seguimiento
Los objetivos son la nueva recogida de datos y la comprobación de si
se mantiene los resultados del tratamiento. Para realizar esto se
deberán llevar a cabo algunas de las tareas realizadas en distintos
momentos del proceso: nueva toma de contacto con el cliente, nueva
evaluación de las conductas objetivo, nuevo análisis de los datos,
comparándolos con los anteriores, comprobación de la estabilidad y
mantenimiento de los resultados del tratamiento y, en su caso,
informe al cliente y sus allegados.
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HIPÓTESIS DIAGNOSTICA
En algún momento de nuestra vida somos conscientes que la pérdida de un ser querido
llegara. Pero en las condiciones que la paciente perdió a su familia no, fue una muerte
inesperada a la que la conllevo a que desencadenara una serie de temores, que hicieron
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Ansiedad: Forma parte de la condición humana y sirve para afrontar situaciones de
peligro o riesgo. Sin embargo, cuando es demasiado intensa, se convierte en una fuente
de sufrimiento que es necesario controlar. Es un sistema de alerta que se activa en
previsión de un peligro o amenaza futuro. Como respuesta intensa que es, resulta muy
fácil que se asocie a diferentes estímulos o situaciones. Genera una marcada activación
del organismo que sirve para que se pongan en marcha conductas como el
escape, la evitación o la lucha con los elementos amenazantes.
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Miedo: El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación,
habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro real o supuesto,
presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión
natural al riesgo la amenaza, y se manifiesta en todos los animales lo que incluye al ser
humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado
con la ansiedad.
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Disociación
El individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de origen interno o externo
mediante una alteración temporal de las funciones de integración de la conciencia,
memoria, percepción de uno mismo o del entorno, o comportamiento sensorial/motor
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Crisis de angustia
Períodos discretos en los que se produce inicio súbito de aprensión, miedo o terror
intensos, a menudo asociados a la sensación de muerte inminente. Durante estas crisis
hay síntomas como alteración de la respiración o sensación de ahogo; palpitaciones,
opresión precordial o pulso acelerado; dolor o molestias torácicas; sofocación, y miedo
a volverse loco o a perder el control. Las crisis de angustia pueden ser inesperadas (no
suscitadas) cuando el inicio de la crisis no se asocie con un precipitante situacional,
ocurriendo como «llovido del cielo»; determinada situacionalmente, cuando la crisis
ocurra casi invariablemente después de la exposición a un precipitante situacional
(«señal») o en su anticipación; y predispuesta situacionalmente, cuando la crisis tienda
a producirse en la exposición a un precipitante situacional, pero no se asocie
invariablemente con él
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Psicología de la Anormalidad
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requiere criterios neuropsicológicos, que deben considerarse especialmente cuando se
quiere establecer un diagnóstico diferencial con un cuadro depresivo o con un proceso
normal de envejecimiento.
La demencia es un síndrome debido a la disfunción cerebral, que produce
desintegración de la conducta en los planos intelectual y emocional, alterando
significativamente la función social y laboral del paciente. Contrario a la opinión clásica,
puede ser reversible o irreversible, según la causa del daño y la oportunidad del
tratamiento.
El delirium o estado confusional puede coexistir con un síndrome demencial. Además
de los datos de confusión, el delirium se caracteriza por una alteración prominente en la
percepción con alucinaciones y sueños vívidos, fantasías e ilusiones absurdas,
incapacidad para dormir, e intensas alteraciones emocionales.
De acuerdo a lo antes mencionado y lo manifestado por la doctora Sara Tobin la
paciente presenta varios diagnósticos, el trauma cráneo encefálico que tubo a raíz del
accidente automovilístico y la pérdida sufrida de sus familiares, fueron los
desencadenantes que la llevaron a vivir esa situación de abandono e indigencia
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