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La 

Edad Moderna no solo trajo consigo acontecimientos como el descubrimiento de


América o el Renacimiento. También significó grandes avances a nivel económico. Y
trasformo La demografía y la producción agrícola .
La producción agrícola continuaba siendo la gran actividad económica de la Edad
Moderna. Gracias a la agricultura se generaba riqueza, los nobles podían disponer de unas
rentas y también los Estados recaudaban impuestos gracias a los ingresos que generaba esta
actividad.
La economía de la Edad Moderna se desarrolló entre los siglos XV y XVII. Se caracteriza
por la agricultura, como principal actividad económica, la aparición del capitalismo, la
creciente influencia de la burguesía y un incremento de las relaciones comerciales.
Así, la burguesía asumía un papel mucho más activo en la economía frente a la nobleza, o
empezaban a aparecer los primeros elementos del capitalismo. Y es que, durante esta época
histórica se empezaban a desarrollar grandes operaciones comerciales, surgían sociedades
mercantiles, a la vez que se desarrollaban mecanismos de crédito.
En aquellos tiempos, la agricultura era extensiva, es decir, se dedicaban grandes áreas de
terreno a un solo tipo de cultivo (monocultivo); que principalmente era el cereal. En cuanto
a la propiedad de la tierra, continuaba concentrándose en la nobleza y en la Iglesia.
Ahora bien, la dependencia de una actividad como la agricultura sometía al pueblo a fuertes
vaivenes. Así, la caída de la actividad agraria podía desembocar en escenarios muy
convulsos a nivel económico y social. Esto podía ocurrir ante circunstancias meteorológicas
desfavorables, lo que podía dar lugar a hambrunas.
En la demografía, la distribución de la población entre los diferentes países del continente
fue divergente, atendiendo a su extensión, características del poblamiento, demografía y
sistema socio-económico. En términos generales, el mundo urbano creció cuantitativamente
entre 1500 y 1750 en la mayoría de países occidentales, aunque con distinta intensidad.
Inglaterra fue la que más se desarrolló en este aspecto; un desarrollo, sin embargo, que ya
tenían algunos países mediterráneos, como España e Italia, y otros del norte, como Bélgica
o los Países Bajos. Pese al crecimiento urbano, la gran evolución que identifica el autor en
relación al poblamiento es el exponencial desarrollo del mundo rural no agrícola. En efecto,
si en 1500 había 152 núcleos rurales de este estilo, en 1750 ascenderán hasta los 236, en
contraste decrecimiento del ámbito agrícola, pasando de 612 en 1500 hasta los 505 a
mediados del siglo XVIII. La transformación del mundo rural fue, nuevamente, desigual en
el continente. Si Inglaterra, Alemania, Francia, Austria/Hungría y Polonia fueron las
comunidades que más experimentaron este proceso, Italia y España lo hicieron con menos
incidencia. En suma, la distribución del poblamiento en la Europa moderna supuso que los
países donde más temprano se desarrolló la revolución agrícola crecieran a los niveles
cuantitativos que ya tenían las zonas mediterráneas.

Este periodo de la historia en la Europa de la edad moderna, se trasformó y cambio tanto su


producción agrícola con la introducción de nuevos productos procede de américa y el
crecimiento de la población aumento r liego del pase la peste negra

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