Tema 27 Nacimiento y Expansion Del Islam
Tema 27 Nacimiento y Expansion Del Islam
Tema 27 Nacimiento y Expansion Del Islam
El Islam nació en Arabia, un territorio de casi 3 millones de km2. Las zonas más
prósperas eran la franja situada al noroeste en paralelo al mar Rojo (Hiyaz) y el sur,
sometida al régimen climático de los monzones (Arabia Felix). Esta tierra era rica en
hierro, oro, incienso, mirra... y contaba con importantes ciudades. Destacó el reino de
Saba, cuya mítica reina, Bilqis, llegó a la corte de Salomón con ricos productos. En la
zona occidental de la península arábiga, entre el Hiyaz y el desierto existieron oasis que
dieron vida a importantes ciudades como Yatrib (Medina) y La Meca, situada
estratégicamente entre rutas comerciales que unían Yemen con el Mediterráneo y el mar
Rojo con el golfo Pérsico. A la importancia mercantil se sumaban connotaciones
sagradas que recordaban a Abraham. En estas ciudades la presencia de comunidades
judías jugó un papel destacado. Al norte y noreste de Arabia destacaron los reinos de los
gassaníes y de los lajmíes, ambos de religión cristiana. En los bordes de los grandes
desiertos habitaban los beduinos, dedicados al pastoreo, al comercio caravanero y al
saqueo ocasional de poblaciones sedentarias. Los rasgos de su economía eran su
dependencia del camello, por su gran adaptación a la vida desértica, y la propiedad
colectiva. La base de la organización social de los árabes era la tribu, conformadas por
linajes clánicos. La tribu reconoce un sayyid elegido entre los jefes de los clanes, que no
tiene poder absoluto. Es un primus inter pares asesorado por un consejo de ancianos.
Era una sociedad fuertemente patriarcal, donde los conflictos entre las tribus eran
frecuentes. En general, las tribus eran animistas. Rendían culto a divinidades astrales y
estelares, así como a espíritus o yinns asociados a la naturaleza y conectados con los
humanos. Existía la idea de que solo la unidad de los árabes se lograría la paz y la
prosperidad, aunque había cierta tensión hacia la unidad. Por esa tensión que no podía
ser canalizada ni por el judaísmo ni por el cristianismo, surgió, con anterioridad al
islam, una tendencia monoteísta árabe: el hanifismo. El hanif era un crítico de la
sociedad en la que vivía, que practicaba el ascetismo y, no conforme con el politeísmo,
profesaba un difuso monoteísmo de tradición ismailí.
En este contexto nació Muhammad hacia el 570 en La Meca, dentro del clan de los
Banu Hashim, de la tribu de los Qurays, una rama colateral de los que dominaban la
ciudad. Se encargó del negocio comercial de la viuda rica Jadiya, con la que se casó
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posteriormente y tuvo a su hija Fátima. Cerca de La Meca, en el monte Hira, se retiraba
a menudo a meditar, y fue allí cuando en 610 tuvo la primera revelación de Allah a
través del ángel Gabriel. La revelación fue progresiva, con alguna larga interrupción que
turbó al profeta, y finalizó con la muerte de este. Al principio solamente la confió a sus
allegados, después habló ante los mequíes. Fue entonces cuando comenzaron los
primeros choques contra los mequíes, representantes de una sociedad materialista
basada en las ventajas económicas que reportaba el politeísmo. La presión social sobre
su comunidad, la muerte de algunos de sus grandes apoyos (Jadiya) y el llamamiento de
los ciudadanos de Yatrib para mediar entre los enfrentamientos tribales hizo que
Mahoma abandonase La Meca. Se produjo entonces la hégira en el verano de 622, que
marcó el inicio del calendario islámico. La ciudad de Yatrib cambió el nombre por
Medina (la ciudad por excelencia, capaz de reconocer al enviado de Dios). Allí
construyó su residencia y un santuario según el modelo de la sinagoga judía, que más
adelante sería la masyid o mezquita de la peregrinación. La comunidad islámica o umma
consiguió autonomía económica a través de razzias a las caravanas de La Meca, que
acabaron en el choque militar de Badr (624) con victoria musulmana. Otros
enfrentamientos contra los mequíes le permitieron entrar en La Meca en 630 sin casi
resistencia y hacerse con el control. Dos años después muere en Medina, siendo
reconocido como autoridad política y religiosa de buena parte de la península arábiga.
Un solo dios frente al pluralismo pagano, que exige una relación individual.
Mahoma es el profeta, no el mediador divino hecho hombre.
Existen cielo e infierno, recompensa y castigo. La salvación por la fe y obras.
No existe el pecado original.
La fe es el esfuerzo de caminar por la senda de Dios (yihad), siendo posible a
través de la comunidad.
Ayuda y limosna a los pobres de la comunidad.
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La oración. De dos tipos: la individual y la ritual, esta última acompañada
de movimientos y ritos prescritos (abluciones) y debe hacerse cinco veces al
día. Los viernes a mediodía se hacía en la mezquita.
La limosna. Voluntaria y obligatoria (zakat, en torno al diezmo de los
bienes).
El ayuno (sawn) practicado en el noveno mes musulmán, el de Ramadán.
Abstención de comer, beber y tener relaciones sexuales.
La peregrinación a La Meca (hayy) al menos una vez en la vida en el
duodécimo mes. Consta de una serie de ritos y actos algunos preislámicos.
Tras la muerte del Profeta se produjo un debate sobre la sucesión, pues este no lo
había dejado establecido. El sucesor será Abu Bakr (632-634), su suegro y fiel
colaborador, lo que pone de relieve que la nueva clase dirigente de la umma apostó por
el poder urbano de mequíes y medinenses en detrimento de los beduinos. Además, se
relegaron factores de proximidad parental (Alí era primo hermano de Mahoma). Abu
Bakr adoptó el título de jalifat rasul Allah (representante del enviado de Dios) o califa.
Él debía velar por el cumplimiento de la doctrina islámica, gobernar y defender la umma
haciendo el llamamiento al esfuerzo colectivo de la comunidad en defensa del Islam o
yihad. Abu Bakr fue el primer representante de los cuatro califas rasidun, los
“ortodoxos”. En su gobierno hizo frente a la ridda o revuelta de los beduinos,
descontentos por la sucesión, la aparición de otros profetas considerados impostores por
la umma y los inicios de la expansión militar hacia el Imperio bizantino (Palestina) y el
Imperio sasánida (Irak). Estas conquistas se van a realizar bajo el segundo califa
ortodoxo Umar (634-644). Este califa consolidó el poder de la oligarquía urbana mequí,
interesada en el comercio caravanero. Es por ello por lo que los objetivos militares de
Umar pasaban por puntos clave del comercio: Mesopotamia, Siria-Palestina y Egipto.
Tradicionalmente se han considerado tres factores que explican esta rápida expansión.
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Sus propiedades y religión eran respetadas si no habían puesto resistencia, pero
debían pagar una serie de tributos (yizya –personal– y jaray –sobre la tierra–).
Creación de organismos financieros. El principal fue el registro o diwan, como
un ministerio de finanzas.
Umar fue asesinado por un esclavo en Basora, siendo sucedido por Utmán (644-
656), de la familia de los omeyas. Durante su gobierno se elaboró la primera y definitiva
versión del Corán y se produjeron los primeros síntomas de descontento en el seno de la
umma entre los mediníes y los mequíes, debido a la escasa visión política del califa.
Utmán fue asesinado y seguidamente se proclamó califa a Alí (656-661) con apoyo de
los mediníes. El clan omeya, dirigido por el gobernador de Siria, Muawiya, se opuso a
la proclamación de Alí militarmente. Los primeros enfrentamientos favorecieron a Alí,
pero Muawiya pidió un juicio de Dios para solucionar la disputa sobre la muerte e
Utmán. Alí, piadoso al extremo, se lo concedió. El tribunal apoyó a Muawiya. Los
partidarios de Alí le reprocharon que no podía dejar los asuntos divinos en manos
humanas y la umma se fracturó, dando lugar a la primera fitna. Así, los partidarios de
Alí son denominados chiíes, quienes defendían que el califato debía recaer en la familia
del Profeta. Por otra parte, los secesionistas del bando de Alí son los jariyíes, que
defendían que todo musulmán tenía derecho a ser nombrado califa. Asesinaron a Alí en
661. En tanto que los omeyas fueron apoyados por los sunníes. En 660 Muawiya fue
proclamado califa en Jerusalén, dando lugar al Imperio omeya.
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logró este califa fue aprovechada por sus sucesores para dar un nuevo impulso a la
expansión. El Imperio omeya se extendía a la caída de la dinastía (750) desde la
península Ibérica, por el norte de África, Egipto, Arabia, Mesopotamia hasta el Jurasán.
Al frente de las provincias se hallaba un gobernador (wali, emir), cuya designación
dependía del soberano. Los gobernadores en sus provincias actuaban como verdaderos
monarcas.
El último apogeo del mundo islámico lo encabezó el imperio otomano, que logró
acabar con los restos del Imperio bizantino tomando Constantinopla en 1453. Los
otomanos controlaron buena parte de los antiguos territorios de las dinastías omeya y
abasí, desde marruecos hasta Mesopotamia, incluyendo los Balcanes y Crimea.
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niveles, así como aquellos relacionados con la industria (algodón, caña de azúcar). En
cuanto a la ganadería primaba la ovicaprina.
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Como recomendación bibliográfica destaco las siguientes obras:
Tamayo, J.J., Islam. Cultura, religión y política. Madrid, Trotta, 2009. Este libro
aborda la figura de Mahoma, los fundamentos religiosos del Islam y hace un recorrido
por los principales hitos de la historia del islam, destacando su presencia en España y
sus diferentes tendencias (sunnitas, chiítas...).
Cahen, C., El Islam. 1, Desde los orígenes hasta el comienzo del Imperio otomano.
Madrid, Siglo XXI, 1986. Es interesante esta obra porque el autor analiza la historia del
Islam prestando más atención a aspectos económicos, culturales y sociales más que a
los políticos.