42 Quebrantamiento y Restauración
42 Quebrantamiento y Restauración
42 Quebrantamiento y Restauración
¿Qué pasó? ¿Cómo fue que este árbol tan lleno de vida, en unos cortos
meses, llegó a ser simplemente un tronco caído? La respuesta es que se
separó de la raíz. No sé por qué se separó; no sé si fue cuestión de
insectos, de humedad o de disturbio de la tierra. La cosa es que se separó;
y al separarse, quedó alejado de la fuente de su vida.
I. La comunión con Dios, con los demás y con nosotros mismos fue el
propósito de nuestra creación
Sin embargo, ninguna otra parte de la creación terrestre fue creada con la
capacidad de tener comunión con Dios. Las otras cosas creadas cobraron
existencia por la palabra divina, pero en la nariz del hombre sopló Dios el
hálito de vida. Así recibió el hombre un espíritu capaz de tener comunión
íntima con su Creador.
Más bien, el amor de Dios es tan inmenso que él decidió crear más seres
capaces de compartir ese amor. Decidió multiplicar ese amor que ya existía,
creándonos para poder compartir con él ese amor.
Como parte de su plan, Dios también decidió crear comunidad entre los
seres humanos. Esta comunión empezó con la unidad básica de la sociedad
humana, la familia. Dios declaró que no era bueno para el hombre estar
solo, y creó a Eva para acompañarlo.
Sin embargo, esta triple armonía – entre el hombre y Dios, el hombre y los
demás, y el hombre consigo mismo – no duró. Ahora vivimos con la triste
realidad de que
II. Nuestra comunión está quebrantada por el pecado
3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y
dio también a su marido, el cual comió así como ella.
3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
3:8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día;
y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los
árboles del huerto.
3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba
desnudo; y me escondí.
3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del
árbol de que yo te mandé no comieses?
3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del
árbol, y yo comí.
3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la
mujer: La serpiente me engañó, y comí.
Cuando Adán y Eva pecaron comiendo el fruto que Dios les había prohibido,
se encontraron inmediatamente separados. Dios les había dicho que
morirían el día que comieran del árbol prohibido, y así sucedió. La muerte
es, a fondo, la separación; y en este momento se hallaron separados el uno
del otro, separados de Dios, y con la integridad de su propio ser
fragmentada.
Para restaurar esas relaciones rotas, Dios envió a su Hijo Cristo. Él tomó
sobre sí todo nuestro quebrantamiento, toda nuestra culpa y nuestro
pecado. Dios lo trató de la manera en que nosotros merecíamos ser
tratados.
¿Sabes por qué lo hizo? Lo hizo porque nos ama. Dios quiere estar en
relación contigo. Él quiere que tú también puedas tener paz con los demás,
y paz contigo mismo. Él quiere que seas restaurado.
Así como las semillas sólo brotan cuando reciban la combinación correcta
de agua, temperatura y los nutrientes indicados, nuestro espíritu y nuestra
alma sólo nacerán si recibimos por fe la presencia de Cristo en nuestra vida.