Primer Cantar (Completo)
Primer Cantar (Completo)
Primer Cantar (Completo)
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -~ Cantar primero
cierto que perdería sus bienes y también los ojos de la cara, e in-
cluso la vida y el alma. Gran dolor tenían aquellas gentes cristia-
nas; se escondían del Cid, pues no se atrevían a decirle nada.
El Campeador se dirigió a su posada, y al llegar a la puerta,
la encontró bien cerrada: por miedo del rey Alfonso así la te-
nían atrancada, y, a no ser que la forzasen, no la abriría nadie.
Los que iban con el Cid con grandes voces llamaron, los de
dentro no les respondieron una sola palabra. El Cid se acercó a
la puerta, sacó el pie del estribo y le dio una patada, pero no se
abrió la puerta, pues estaba bien cerrada.
Entonces una niña de nueve años apareció ante sus ojos:
-¡Oh, Campeador, que en buena hora ceñisteis la espada!5
El rey lo ha prohibido, anoche llegó su carta severamente cus-
todiada y debidamente sellada. No nos atreveremos a acogeros
por nada del mundo; si no, perderíamos los bienes y las casas,
e incluso los ojos de la cara. Cid, con nuestro mal, vos no ga-
náis nada. ¡Que el Creador os ayude con todas sus mercedes
santas!
Esto dijo la niña y se volvió para su casa. Bien vio el Cid
que no contaba con el favor del rey. Se alejó de la puerta, atra-
vesó Burgos, llegó a Santa María, y allí descabalgó; se hincó de
rodillas y rezó de corazón. Terminada la oración, enseguida el
Cid volvió a montar a caballo, salió por la puerta de la ciudad y
cruzó el río Arlanzón; al salir de la ciudad paró sobre un pedre-
gal, mandó plantar la tienda y luego bajó del caballo. Sabed.lo:
el Cid Ruy Díaz, el que en buena hora ciñó la espada, acam~ó
al aire libre con los caballeros que lo acompañaban, pues nadie
lo acogió en su casa; así pasó la noche el Cid, como si estuviese
en despoblado, en medio del campo.
5En buena hora ceñisteis la espada: que fue armado caballero en un buen momento
(por el influjo de las estrellas), es decir, que es afortunado.
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Cantar primero
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Cantar primero
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Cantar primero
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Cantar primero
el Cid dirigía su
Ma rtín An tolí nez se volvió a Burgos mientras
caballo hacia San Pedro a tod a velocidad.
a, cua ndo el
Los gallos can tab an que rien do rom per el alb
am ent e le ser-
bue n Cam pea dor , con los caballeros que gus tos
n cristiano, re-
vían, llegó a San Pedro. El abad don Sancho, bue
a Jim ena con
zaba los maitines al filo del alba; allí estaba doñ
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ador:
cinco ilustres damas rezando a San Pedro y al Cre
dor.
-T ú, que a todos guías, ayuda al Cid Campea
sup iero n la
En esto, llam aro n a la pue rta y enseguida todos
Sancho! Co n lu-
noticia. ¡Dios, qué alegre se puso el abad don
a recibir con
ces y con candelas se pre cip itar on al patio par
eno rme gozo al que en bue na hor a nació.
Sa nch o-,
-D oy gracias a Dios, Cid -d ijo el abad don
puesto que aqu í os veo y seréis mi huésped.
en deu da
-G rac ias , señ or abad, -d ijo el Ci d-, que do
vasallos; y com o
con vos. Ap orta ré com ida para mí y para mis
más adelante os
me voy desterrado, os daré cincuenta marcos, y
sarle gastos al
daré el doble, si me ma nte ngo vivo, no quiero cau
os entrego cien
mo nas teri o. Aq uí tenéis: par a doñ a Jimena,
hijas y a sus da-
marcos, par a que la sirváis este año, a ella, a sus
s brazos, os las
mas. Do s hijas dejo niñas, tomadlas en vuestro
a mi mu jer dad-
encomiendo a vos, aba d don Sancho. A ellas y
base u os falta-
les cua nto necesiten. Au nqu e este anticipo se aca
, pues por cada
se algo, dadles lo que necesiten, yo os lo ma ndo
marco que gastéis, yo daré cuatro al monasterio.
El abad se lo concedió con gusto.
la medianoche y el amanecer.
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Maitines: oficio religioso q~e se celebra entre
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cantar de_Ml° Cl9,_
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Canta r primero
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Cantar de Mio fC~id~ - - - - - - - - - - - - - - - - - -
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io~C
Cantar de M1~ g___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __;....___ ·- - ~....
2íd
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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cantar primero
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Cantar de Mio Cid
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Cantar primero
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Cantar primero
dejó una tienda plantada y levantó las otras, se fue Jalón abajo
con la bandera desplegada (llevando todos puestas las lorigas1Gy
envainadas las espadas), para tenderles una trampa. Los de Al-
cocer que lo veían, ¡Dios, cómo alardeaban!:
. -Le ha faltado al Cid el pan y la cebada; ha dejado una
tienda, a duras penas se lleva las otras; el Cid va como si huyera
derrotado. Asaltémosle y obtendremos un gran beneficio, antes
de que lo atrapen los de Terrer, que si no, no nos darán nada;
nos devolverá duplicadas las parias que él nos cobró.
Salieron de Alcacer con prisa desacostumbrada. Nuestro
Cid, cuando los vio fuera, hizo como que se escapaba, siguió
Jalón abajo cabalgando con los suyos.
-Se nos escapa la ganancia -decían los de Alcacer.
Todos, grandes y chicos, se lanzaron fuera con el ansia del
botín, sin pensar en lo que dejaban atrás; así dejaron abiertas
las puertas, sin nadie que las defendiera. El buen Campeador
volvió la cara y vio que entre ellos y el castillo había gran dis-
tancia, así es que mandó regresar al estandarte tras el cual sus
hombres espoleaban a sus caballos:
-¡Atacadlos, caballeros, a todos sin ningún temor! ¡Con la
ayuda del Creador, nuestra es la victoria!
Empezaron a luchar todos revueltos en medio de la lla~ura.
¡Dios, qué gran alegría en aquella mañana! Nuestro Cid y Alvar
Fánez se adelantaron, azuzando a sus buenos caballos, que ga-
lopaban a su gusto y se situaron entre los hombres y el castillo.
Los vasallos del Cid atacaron sin piedad y en un momento Y
poco espacio mataron a trescientos moros. Mientras dab~n
grandes alaridos los que luchaban en la emboscada, el Cid Y Al-
var Fáñez avanzaban hacia el castillo; con las espadas desnudas,
1s L . - - _---:- . d acero dispuestas en forma de
onga: armadura formada por pequenas laminas e
escamas.
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Cantar de Mio Cid~ - - - - - - - - - - - - - - - -
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Cantar primero
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. Cid
cantar de Mio
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Cantar p rimero
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ras por encima del arzón , iban a atacar con todo el corazón.
Con grandes voces los llama ba el que en buena hora nació:
-¡Aracadlos_, caballeros, por amor del Creador! ¡Yo soy Ro-
drigo Díaz, el Cid Camp eador !
Todos acome tieron en las filas donde estaba Pedro Bermú-
dez, eran trescientas lanzas, todas con sus pendo nes y a tres-
cientos moros matar on de un solo golpe y otros tantos cuando
arremetieron al revolver para atrás.
Era digno de ver tantas lanzas bajar y subir, tantos escudos
perforar y traspasar, tantas lorigas romperse, tantos pendo nes
blancos salir rojos de sangre, tantos buenos caballos andar sin
sus jinetes. Los moros gritab an «Mahoma» y los cristianos,
«Santiago». En muy poco espacio había ya mil trescientos mo-
ros muertos.
¡Qué bien peleaba sobre su dorado arzón nuestro Cid Rodri-
go Díaz, el buen luchador! Minay a Álvar Fáñez, que fue señor
de Zurita; Martí n Antolínez, el burgalés ilustre; Muño Gustioz,
que con el Cid se crio; Martí n Muño z, el que mand ó en Monte -
mayor; Álvar Álvarez y Álvar Salvadórez; Galin do García, el
buen aragonés; y Félix Muño z, el sobrin o del Campeador, y to-
dos cuantos allí estaba n acudi eron en socorro de nuestr o Cid
Campeador y de su pendó n.
A Minaya Álvar Fáñez le matar on el caballo, enseguida lo so-
corrieron los guerreros cristianos. Como había roto la lanza, echó
mano a la espada; aunqu e luchaba a pie, iba dando buenos golpes.
t
Cuando lo vio el Cid Rodrigo Díaz, el castellano, se puso al coS ª-
do de un jefe moro que tenía un buen caballo Y le dio _tal golpe
con la espada, que lo cortó por la cintur a y arrojó el medio cuerpo
al Al,, F',...
campo, luego fue a darle el caballo a Minaya var anez:
n AfZón·
· Parte delantera de la silla de montar.
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Cantar primero
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Ca ntar de~ o Ci d --
a ca ba llos , to d o s co n sus silla s y bie
mo resente treint arzones. n
1
gar e ca P s co lg an do d e los
espadad.. M .
areiados y con sendas 1n ay a A
.,
lvar Fáñez.
ap ' gu st o - IJ O
-L o haré yo con u n a bolsa llena d e oro
n u ó el C id -
-H e aquí -c o n ti e B ur gos pagad tnil _Y
M ar ía d
plata hasta el borde; en
y a m
S an
is
ta
hi ja s lo q u e sobre, q u e recen po/1u:
sas, dad a mi mujer da , se rá n da m as ricas. llli
ios m e d a vi
de noche y de día; si D
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SIGUEN LAS CONQUISTAS DEL CID
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. Cid
cantar de Mio
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- Cantar primero
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C~an ~t~ar primer o
__ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _____=::
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Cantar de Mio Cid
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., ~ ♦ -~ ~ ~
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ed conde, y cuando hayáis comido a v
- Pues, Com , . :. os y a
otros d os Os daré la libertad; pero de todo lo que habeis perd'd
1 o
y yo he ganado en el ~ampo de ~atall~, sabed que no os voy a
dar nada, que lo necesito para m1 y mis vasallos, porque hemos
caído en desgracia. Con lo que vamos cogiendo de vos y de
otros nos vamos arreglando; como he incurrido en la ira del rey
y he sido desterrado, llevaremos esta vida hasta que Dios quiera.
El conde se animó y pidió agua para lavarse las manos.
Como la tenían preparada, se la dieron enseguida. ¡Con qué
gusto comió el conde con los caballeros que el Cid había elegi-
do! A su lado estaba el que en buena hora nació:
-Si no coméis suficiente, conde, que yo no quede satisfe-
cho, aquí nos quedaremos los dos y no nos separaremos.
El conde respondió:
-¡Comeré de buena gana!
Con los dos caballeros estuvo comiendo deprisa y el Cid se
quedó satisfecho porque vio que el conde don Ramón movía li-
gero las manos.
-Con vuestro permiso, Cid, ya estamos listos para mar-
char; mandad que nos den los caballos y cabalgaremos al ins-
tan te. Desde que soy conde no he comido tan a gusto, no
olvidaré nunca el placer que he tenido 0
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Can tar primero
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