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El caso de la
fruticultura en el Alto Valle de Río Negro. Una mirada desde
la antropología económica
Liliana S. Landaburu1
Susana R. Presta2
Resumen
La situación actual del circuito productivo ubica a la pequeña producción rural, así
como también a los pequeños y medianos empaques, en un proceso de descapitaliza-
ción. La concentración del capital en la zona y su desplazamiento al Valle Medio, nos
permitirá dar cuenta del proceso histórico y sistemático de exclusión, permitiéndonos
abordar una reflexión crítica desde la disciplina.
Abstract
Different disciplines have studied the social space of production in the Alto Valle
de Río Negro, argentine Patagonia, from the technical and technological changes,
productivity and process of social exclusion.
1
Facultad de Filosofìa y Letras, Universidad de Buenos Aires. Becaria Doctoral UBA. Miembro del Núcleo Argentino de
Antropología Rural (NADAR). Correo electrónico: liliana-landaburu@hotmail.com
2
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Becaria Posdoctoral
CONICET. Correo electrónico: spresta@hotmail.com
The current status of the production chain, located at the small rural production, as
well as the small and medium-sized packaging, results in a process of decapitalization.
The concentration of capital in the area and its extension to the Middle Valley, will
allow us to consider the historical and systematic process of exclusion and make a
critical reflection from the discipline.
El espacio social del Alto Valle de Río Negro, en la Patagonia argentina, se ha con-
formado con la penetración de formas capitalistas de producción. Es el mayor oasis
irrigado que se encuentra a lo largo del río, en la provincia de Río Negro, posee una
superficie productiva actual de cien mil hectáreas, de las cuales el setenta por ciento
se encuentra bajo riego y representa el 80% del producto sectorial, siendo los cultivos
de pera y manzanas los mas importantes en la zona.
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“Se trata de un productor que combina trabajo doméstico y acumula capital, lo cual permite en un lapso significativo ampliar
el proceso productivo aumentando la productividad del trabajo” ( Archetti y Stolen, 1975:149).
En la década del 50, el Alto Valle se fue afianzando cada vez más como líder en la
región, considerado a partir de entonces el “período de oro” para estos agentes, posi-
bilitando la inversión de las ganancias en las chacras, fundamentalmente la compra
de tractores y herramientas de trabajo.
A diferencia del periodo anterior, todas las empresas de la región para este período
son de capitales nacionales; el control del empaque, la comercialización y la exporta-
ción de fruta del Alto Valle por parte del capital británico habían sido reemplazados
por el control del capital nacional.
4
“Entendemos por liminalidad en este contexto, los bordes y márgenes, es decir, los límites del circuito productivo y, a su
vez, una situación interestructural ligada a este periodo histórico (Landaburu,2007).
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En este punto amerita considerar que, paralelamente a estas propuestas, las recetas
del denominado Consenso de Washington5 impactaron tanto en el ámbito urbano como
rural. El modelo neoliberal, aplicado universalmente, trajo consigo la reformulación
del Estado, privilegiando la lógica de la competencia, el mercado como regulador de
los distintos órdenes sociales, la concentración económica, el ajuste, la precarización
del empleo, la caída del salario, la exclusión y la desigualdad social.
5
Hoy se debate ampliamente sobre los efectos de las primeras reglas que se adoptaron en los noventa en materia de reformas
estructurales. El economista John Williamson acuñó el término Consenso de Washington para denominar los acuerdos entre
los aparatos financieros de Estados Unidos y las Instituciones de Bretton-Woods. El acuerdo consistía en:
-disciplina de las finanzas públicas para recurrir a déficit
-determinación de propiedades en los gastos públicos
-reforma de la fiscalidad
-liberación financiera
-adopción de un tipo de cambio único
-liberalización comercial
-promoción de la inversión extranjera directa
-privatización de las empresas públicas
propiciadas por los Estados y sus gobiernos locales. Estos lineamientos, presentes
en todos los programas internacionales, implican tener en cuenta que los Estados se
encuentran endeudados económicamente con los organismos internacionales ( BID,
BM, entre otros), de modo tal que se transforman en “socios” o “colaboradores” de
los organismos multilaterales que proponen y propician los proyectos de DTR.
En síntesis, aquellos que propusieron las políticas neoliberales para América Latina
con sus consecuencias devastadoras tanto para el ámbito rural como urbano, son los
mismos que desde diferentes organismos, propiciarán el concepto de DTR como forma
de paliativo a la pobreza, los cuales implicarán nuevas acciones y formas organizativas.
Como hemos visto, estos programas, dirigidos a paliar la pobreza rural, no sólo
fueron aplicados a espacios rurales puntuales denominados “arcaicos” o con índice
de conflictividad, producto de la desocupación, el despoblamiento y el desarraigo, los
cuales incluyen la participación de la comunidad en programas de economía social y
solidaria, sino también fueron operados por las diferentes economías regionales, las
cuales debían modernizarse e iniciar así su reconversión productiva y su inserción a
una economía globalizada.
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Ahora bien, la tolerancia requiere, como vimos, una final aceptación por parte del
otro, forja una relación de subordinación a partir de este consenso. Pero, de ningún
modo, se acepta a ese otro, puesto que se lo considera “errado” (y en actitud “errante”)
por el hecho de no compartir o reconocer la validez de la propia verdad universal. Sin
embargo, la tolerancia suele ataviarse con los ropajes de la solidaridad, en tanto actitud
de responsabilidad por el otro y respeto de su alteridad. De esta forma, nos resulta poco
adecuado hablar en términos de solidaridad (tan aclamada por la economía social), cuan-
do lo que existe es una actitud tolerante, y la alteridad y la diferencia son vistas como
obstáculos que “atrasan” el proceso de desarrollo. La vida y la racionalidad de ese otro
sólo serán toleradas en cuanto se subsuman a la consecución de la validez pretendida.
deben poder resolver cualquier problema que surja en el proceso de producción. De este modo, la creatividad, la capacidad
reflexiva, el compromiso, la responsabilidad y mayor autonomía de los trabajadores son aspectos fuertemente alentados por
la empresa. Si bien este modelo empresarial presenta especificidades concretas, conjuga asimismo elementos de los modelos
tayloristas-fordistas. La nueva gestión del trabajo se sostiene, a la vez, sobre la producción de un saber técnico y un saber ser
(Figari 2003:108). En el marco de este sistema de producción, los trabajadores ya no serán considerados como un apéndice
de la máquina desprovisto de capacidad de resolución y pensamiento, sino que ahora serán incitados a aportar opiniones,
participar en discusiones sobre la toma de decisiones en torno a la organización del trabajo y a usar su creatividad para solu-
cionar problemas (Rosendo 1998; Castillo 1988; Neffa 1999). Surge una racionalidad distinta donde la toma de decisiones
y la resolución de problemas, más allá de basarse sobre cifras y lógicas, se orientan a los elementos subjetivos y afectivos,
los cuales se adaptan mejor a los fines que persigue la empresa. Por tanto, la concepción de un trabajador flexible aparece
como la síntesis del actual proceso de trabajo y, a la vez, reformula el significado que adquiere el trabajo para los sujetos.
Ahora bien, las anteriores consideraciones nos permitirán atender a dos cuestiones
cuya vigencia resulta insoslayable en el actual contexto socioeconómico y político; a
saber: la actualización –a partir del concepto de desarrollo– en términos de “deber”
de la expansión de la racionalidad occidental hacia el resto del mundo con el fin de
integrarlos a las “formas materiales y espirituales de su civilización”; así como tam-
bién el “legado” de los postulados evolucionistas y funcionalistas en los discursos que
configuran en la relación Estado-sociedad civil en la economía social argentina. Ambas
cuestiones requieren ser contextualizadas, a nuestro entender, a partir de la existencia
de un imperialismo global, el cual implica un reordenamiento y una redefinición de las
unidades geohistóricas básicas del imperialismo moderno en términos que expresan
un creciente predominio del mercado global sobre los Estados nacionales (Coronil
2003). Desde el siglo XVI, estas unidades se han constituido a través de cambiantes
relaciones entre Estados y mercados. Lo que distingue al imperialismo global es que,
por primera vez, el mercado mundial ejerce un papel dominante sobre los Estados en
su conjunto, condicionando sus funciones y determinando la formación de identida-
des colectivas dentro y fuera de sus fronteras (Coronil 2003: 21). La globalización
del mercado va unida no a la desaparición, sino a la redefinición del Estado y de sus
relaciones con la economía.
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Obviamente, quedó implícito en este proyecto que sería imposible resolver las
deficiencias existentes en la comercialización de la fruta, la gestión empresarial y las
organizaciones de productores, existiendo un objetivo específicamente técnico del
proyecto y paralelamente una carencia absoluta de la cuestión social.
“Antes había delegaciones por todos lados, los chacareros formábamos gru-
pos, había delegados, nos reuníamos todas las semanas, recibíamos algo de
información, pero ahora que más necesitamos la ayuda, no existe ningún tipo
de ayuda, ni técnica ni nada” (chacarero, Diario de Campo).
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Programa Federal de Reconversión Productiva para la pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria.
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En estos grupos, los agentes técnicos cumplían una función muy importante en el
ámbito local, eran la conexión con el productor, realizando la asistencia tecnológica
y también el asesoramiento en los comercios agroquímicos de la zona.
Esta visión tradicional del proceso en los espacios rurales, hace referencia a un cha-
carero “arcaico”, incapaz de “adaptarse” a los cambios. En el marco del paradigma
neoliberal de desarrollo rural, mientras el grupo “viable” recibiría algún apoyo des-
tinado a mejorar su capacidad productiva, el grupo “inviable” sería apto únicamente
para programas sociales de alivio a la pobreza (Kay, 2004).
8
INTA, 2003. Estudio Sectorial.
Debemos considerar que de los grandes empaques del total de la producción que
comercializan, un 50% es producción propia y el otro 50% proviene de las diferentes
unidades productivas independientes, lo cual implicaba un proceso de subsunción in-
directa al capital (Gordillo, 1998). Las empresas supervisan el proceso de producción
en las chacras y generalmente adelantan los insumos necesarios para los procesos
culturales, siendo las pequeñas producciones las que se hacen cargo de la contratación
de la fuerza de trabajo.
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en un establecimiento de empaque en el centro del Alto Valle, con capacidad para procesar
25 millones de kilos, once cámaras de frío convencional y cuatro de atmósfera controlada.
Asimismo, construyó un establecimiento de empaque y conservación en el valle medio
del río Negro, articulado a un proyecto de expansión productiva en la región.
El signo del futuro productivo regional, sus previsibles escenarios respecto del
empleo asalariado, fijo y temporal y la capacidad de supervivencia de los agricultores
tradicionales deberá necesariamente incorporar, como variable de ajuste fundamental,
el comportamiento de la gran empresa integrada de capital externo. El valle del Río
Negro ha cambiado drásticamente de perfil y la nueva dinámica incorporada apunta
a un proceso cuyas consecuencias no son fácilmente detectables en la actualidad,
pero que parece estar signado por una aceleración de diversas formas de expulsión
y/o exclusión, de amplia cobertura y significativo efecto social (Rofman, 2000: 353).
Ahora bien, nos preguntamos cuál es la situación de los chacareros ante esta nueva
configuración del circuito productivo, ante la unificación de la oferta exportadora, así
como también su expulsión-exclusión.
Consideramos que desde una mirada micro podremos describir los procesos que
subyacen al interior del sistema, y a partir de la voz de los propios agentes y los progra-
mas aplicados, comprender el impacto que la dinámica del capital genera en la zona de
estudio. En este sentido, entender no sólo la relación desarrollo –exclusión sino también
comprender otra relación que subyace, a saber: desarrollo– concentración de la riqueza.
Debe quedar claro que el proceso de exclusión ha creado al interior del sistema
una situación de explotación y subordinación sistemática frente al capital. Para los
chacareros, a partir de la subsunción indirecta (Gordillo, 1992) de sus unidades pro-
ductivas, dado que dichas unidades están supervisadas y gestionadas por los medianas
empresas y complejos agroindustriales.
Ahora bien, diferentes autores (Neiman, 2000, 2003; Bendini, 2003; Tsakouma-
gkos, 2008) han abordado la “pluriactividad” en tanto necesidad de estas unidades de
recurrir a diferentes trabajos extraprediales para sostener la unidad productiva o para
poder reproducirse. A nuestro entender, esta categoría de análisis no nos permite dar
cuenta del entramado subyacente al interior del circuito productivo, y en tal sentido
poder analizar los efectos en el mismo, así como tampoco contemplar los procesos
de construcción de subjetividades.
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Para ampliar y comprender la especificidad y características de las categorías liminalidad y estrategias equivalentes, suge-
rimos Landaburu, 2007:187
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En esa época recordamos a un pequeño productor que en una charla informal nos dijo:
Los primeros días de noviembre del pasado año, los chacareros salieron a las calles
de las diferentes ciudades –Villa Regina, Chichinales, Valle Azul, Godoy, Roca– re-
clamando por un precio justo para su producción.
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Sugerimos complementar la lectura ¿Racionalidad o doble racionalidad económica? Landaburu L, Presta S. 2009. www.
scielo.org.ar
“Tienen que salir los chacareros, porque nos va a pasar lo del año pasado; ellos
son los que tienen que salir” (propietario de mediano empaque, Registro de
campo).
Cuando se refieren al año pasado, están hablando del corte de ruta de enero del 2009.
La relación espacio temporal se organiza a partir de la cosecha de fruta y en este
sentido están hablando de la cosecha pasada y no de la presente.
Amerita considerar que ellos tampoco pueden resistir la presión que genera el circui-
to, y, al igual que los chacareros, están comenzando a sentir su propia vulnerabilidad.
Pues bien, a las reflexiones en torno a la exclusión de los chacareros del valle, debe-
ríamos añadir hoy una nueva realidad, la de las pequeñas y medianas empresas que
estarían reproduciendo un proceso similar al sufrido por las pequeñas producciones
rurales en la década del noventa. Ante este escenario, además del Programa Cambio
Rural que hemos analizado y el de Modernización para Empaques y Frigoríficos que
quedó trunco, en el Alto Valle actualmente se está ejecutando el Programa Federal de
Apoyo al Desarrollo Rural Sustentable, que incluye diferentes programas específicos
para la zona tanto del Alto Valle como para el Valle Medio.
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Un breve análisis diferencial de los programas en relación con las nuevas áreas
geográficas, nos permite observar claramente que en la zona del Valle Medio se
encuentran focalizados los programas de mayor envergadura, mientras para el Alto
Valle se han diseñado programas de asistencia y autogestión.
En este sentido, compartimos con Meillassoux (1992) que las políticas de de-
sarrollo prevén estrategias vinculadas al enriquecimiento de los ricos a través de
inversiones, manteniendo a los pequeños productores y campesinos con la “cabeza
fuera del agua”. Las campañas de producción a través de incentivos condujeron a
los campesinos y a pequeños productores a endeudarse a partir de inversiones que
les fueron impuestas, paradójicamente, cuando lograron aumentar su producción y
bajaron los precios de las materias primas, lo cual implica considerar una política
deliberada a escala mundial.
Reflexiones preliminares
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productividad de la materia prima, mientras la zona tradicional del Alto Valle posee
programas vinculados mayoritariamente a emprendimientos enmarcados en la eco-
nomía social.
En este sentido, tal normalización implicó, como señalamos en las primeras páginas
de este trabajo, un Estado en tanto “socio” en los programas de DTR y su ejecución
en las áreas locales.
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