El documento describe la historia de la antropología física forense en México. Comenzó en la década de 1970 y ha crecido desde entonces, con más investigaciones e instituciones que reconocen su valor. Un hito clave fue el proyecto CARAMEX en 1996 que desarrolló un sistema de retrato hablado asistido por computadora. Esto ayudó a establecer la antropología física forense como disciplina y permitió más investigaciones sobre identificación humana.
El documento describe la historia de la antropología física forense en México. Comenzó en la década de 1970 y ha crecido desde entonces, con más investigaciones e instituciones que reconocen su valor. Un hito clave fue el proyecto CARAMEX en 1996 que desarrolló un sistema de retrato hablado asistido por computadora. Esto ayudó a establecer la antropología física forense como disciplina y permitió más investigaciones sobre identificación humana.
El documento describe la historia de la antropología física forense en México. Comenzó en la década de 1970 y ha crecido desde entonces, con más investigaciones e instituciones que reconocen su valor. Un hito clave fue el proyecto CARAMEX en 1996 que desarrolló un sistema de retrato hablado asistido por computadora. Esto ayudó a establecer la antropología física forense como disciplina y permitió más investigaciones sobre identificación humana.
El documento describe la historia de la antropología física forense en México. Comenzó en la década de 1970 y ha crecido desde entonces, con más investigaciones e instituciones que reconocen su valor. Un hito clave fue el proyecto CARAMEX en 1996 que desarrolló un sistema de retrato hablado asistido por computadora. Esto ayudó a establecer la antropología física forense como disciplina y permitió más investigaciones sobre identificación humana.
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En México la antropología física forense
tiene más de treinta y cinco años de
haber sido aplicada por primera vez en un contexto legal. • La aplicación de la antropología física antes de 1972, la antropología física en el ámbito • forense de 1972 a 1996 y la antropología física forense contemporánea. • La aplicación de la antropología física antes de 1972 • La aplicación de la antropología física en el ámbito legal mexicano se perfilaba aproximadamente • desde principios del siglo pasado, sólo que ésta no se concebía como en la actualidad y sus • objetivos eran completamente distintos a los que ahora se persiguen. El uso de esta disciplina estaba • sumamente influenciado por el pensamiento europeo, principalmente por la corriente lombrosiana, • pues hay que recordar que la antropología física en el Viejo Mundo fue empleada en el ámbito • legal para sustentar aquellos intentos por buscar una determinada disposición biológica para • explicar y justificar las acciones anti-sociales y criminales de ciertos individuos (Comas, 1983). ESTUDIOS DE ANTROPOLOGIA CRIMINAL POR • Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara (1892), Las arcadas dentales en relación con las tendencias • criminales del individuo realizado por Francisco Morán (1914), Breves notas acerca de la • colección de cráneos de delincuentes del Museo Nacional presentado por Javier Romero (1939), • La criminología y una técnica de craneología constitucionalista producida por Anselmo Marino • Flores (1945), Ensayo de antropología criminal en el Reclusorio de Perote, Veracruz escrito por • Felipe Montemayor (1955), Craneología y criminología publicado por Anselmo Marino Flores y • Carlos Serrano Sánchez (1964), Estudios cromosómicos en una prisión mexicana presentada por • los médicos C. Zavala, G. Mora y R. Lisker (1970), Aberraciones cromosómicas en reclusas; estudio • en la cárcel de mujeres en la ciudad de México nuevamente por C. Zavala, A. Cobo, C. Núñez • y R. Lisker (1971), por último, Cárcel de la ciudad de Querétaro realizado por María Guadalupe • Estrada Reyes, Sergio López Alonso y Zaid Lagunas (1982). Esta última publicación no corresponde • como tal al periodo que estamos abordando; sin embargo, sus características son muy semejantes • a las anteriores. La antropología física en el periodo de 1972 a 1996 • Desde la postura que guardan los autores del presente texto, este periodo en realidad correspondería • al origen de la antropología física forense, tal cual es concebida en la actualidad. La afirmación • parte de dos hechos que se consideran fundamentales para que la antropología física forense • haga acto de presencia en nuestro país. Estos hechos son: las primeras intervenciones de un • antropólogo físico en casos forenses y el reconocimiento institucional de otro como perito en la • materia. El primer hecho tiene lugar en 1971 cuando el jurista Javier Piña y Palacio y el Dr. Rafael • Moreno González, médico especializado en otorrinolaringología, inician una investigación en los • Servicios Periciales de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, con la finalidad de identificar • un esqueleto encontrado en las inmediaciones de Tlalpan. La muerte de tal individuo fue re- • sultado de un suicidio pero uno de los aspectos que llamo • inquietantemente la atención de los peritos forenses fue el • cuidado que presentaba la dentadura del occiso. • Con respecto a los trabajos de investigación y publicaciones que se realizaron en este periodo, • se tiene el siguiente registro que será presentado cronológicamente: Métodos de superposición • radiológica craneal con fines de investigación identificativa de Luís Alberto Vargas y Mario Alva • (1973), Algunos datos para la identificación cráneo-radiográfica, propuesto por Arturo Romano • (1974), La antropología física y la medicina forense de José María Lujan (1975). El momento actual • El inicio de este periodo se puede marcar en el año de 1996 y nuevamente a partir de dos • acontecimientos que determinan el resurgimiento e interés por la especialidad. Uno se concreta en • el ámbito de la investigación y otro en el de la docencia. El primero es el trabajo de investigación • conocido como La Cara del Mexicano o CARAMEX, realizado por los antropólogos físicos, el Dr. • Carlos Serrano, quien se desempeño como responsable del proyecto y por la Dra. María Villanueva • como corresponsable, sin olvidar al antropólogo físico Jesús Luy y al ingeniero Karl Link encargado • de toda la parte computacional. Este proyecto surgió a partir de una de las tantas necesidades • que tiene la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal con respecto a los sistemas de • identificación que emplea. • Así el proyecto como tal empezó a desarrollarse • desde 1993 y concluyó satisfactoriamente su primer etapa en 1996, tal como lo confirma • una de las publicaciones tituladas: El proyecto la cara del mexicano: un sistema de retrato hablado • asistido por computadora para la población mexicana, (Serrano y Villanueva, 1996). Cabe mencionar • que este proyecto pudo llevarse a cabo gracias a un convenio interinstitucional firmado por la • Universidad Nacional Autónoma de México y la PGJDF. Asimismo, se emitió otro convenio entre • el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y dicha Procuraduría. • El uso de la tomografía computarizada para obtener datos sobre el grosor de tejido blando • facial y su aplicación en la reconstrucción facial escultórica de Lilia Escorcia y Lorena Valencia- • Caballero (2000) y Arqueología forense, presentada por Carlos Jácome (2000). • Retomando la importancia del primer acontecimiento se debe mencionar que éste fue el punto • clave para que se iniciara y reconociera “institucionalmente” el trabajo de investigación. Es decir, • gracias al proyecto CARAMEX se abrió una brecha importante para que otras instituciones, como • las mismas procuradurías de justicia, reconocieran el gran aporte que brindan las investigaciones • realizadas por antropólogos físicos en el ámbito forense. Este primer logro permitió la realización • de otro proyecto de investigación realizado en 2001 y al que se le titulo: Grosor del tejido blando • en una serie mexicana, María Villanueva, Carlos Serrano, Lorena Valencia-Caballero y Lilia Escorcia • (2006). Esta investigación se inició en febrero del mismo año y se llevó a cabo gracias a la • oportunidad que brindó el Dr. Carlos Serrano a las antropólogas físicas Escorcia y Valencia- Caballero. • El trabajo consistió en el análisis de una muestra de 208 cadáveres para determinar el grosor • del tejido blando facial de individuos pertenecientes a la población mexicana. El registro de la • muestra se realizó en las instalaciones del SEMEFO del DF. • En cuanto a la influencia que generó el primer curso de antropología forense en la ENAH, hay • que resaltar que éste se continuó impartiendo ocasionalmente, tanto por el mismo Dr. Crespo como • por algunos otros antropólogos, entre ellos se puede mencionar a: Alfonso Gallardo, Arturo Talavera • y Luís Valencia. También, a partir de la influencia y promoción originada por el antropólogo • puertorriqueño, en 1999 se inició un Proyecto de Investigación Formativa (PIF) titulado “El campo • de la Arqueología y la Antropología Forense en México” a cargo de Martín Rojas y de Arturo • Talavera. • En el mismo contexto, otro hecho se vive en el año 2001, cuando nuevamente el Dr. Crespo • estableció las bases fundamentales para organizar el Primer Diplomado de Antropología Forense, • acreditado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la promoción de la línea • de investigación en dicha especialidad para el programa de postgrado en antropología física de la • ENAH. • Con respecto al diplomado, en él participaron antropólogos físicos, médicos, criminalistas, • juristas, radiólogos, entre otros, con la finalidad de capacitar, certificar antropólogos físicos y difundir • esta tarea en otras áreas forenses. • Por otro lado en la ENAH, además de otorgarle cierta importancia a los cursos y diplomados de • antropología forense, también hubo otra oportunidad muy importante para desarrollar diversos • proyectos de investigación relacionados con la materia. Esta oportunidad fue brindada por los dirigentes • del panteón civil San Nicolás Tolentino, quienes donaron una gran cantidad de restos óseos • contemporáneos al laboratorio de osteología de dicha escuela. Este hecho resultó invaluable porque • ahora se cuenta con una amplia colección de restos óseos contemporáneos que en su mayoría • se encuentra en muy buen estado de conservación, cada uno de los restos cuenta con datos referentes • a la edad y al sexo del individuo y de ello se puede obtener información de suma importancia • para la identificación humana. Sin embargo, este hecho ocurrió hace aproximadamente siete • años y aún no se han generado resultados concretos de investigaciones formales, salvo algunas • exposiciones de los materiales obtenidos al momento de la exhumación de los restos y contadas • ponencias en congresos de antropología física. No se debe pasar por alto que previamente a dicha • colección osteológica, en 1994, la Dra. Martha Pimienta Merlín se dio a la tarea de conformar otra • colección de restos óseos contemporáneos a partir de analizar los cadáveres de las aulas de disección • anatómica en la Facultad de Medicina de la UNAM. Los restos proceden de varias instituciones • públicas de salud y se trata de individuos que murieron en la cuidad de México. Al respecto, • Martha Pimienta (2000) realizó un trabajo de investigación referente al dimorfismo sexual, con la • finalidad de establecer nuevas formulas para determinar el sexo en el esqueleto postcraneal. Este • trabajo le permitió obtener el grado doctoral • Por último y más importante, la apertura • del Área de Antropología Forense y la colaboración para la creación de una base de datos digital • que permite catalogar información e imágenes de restos óseos procedentes de contextos forenses • de diferentes partes del mundo (http://forensicosteology.org). • Uno de los mayores problemas que se visualiza en la práctica de difusión • de la antropología forense en los diferentes diplomados que se organizan, es que se ha desvirtuado • el objetivo principal de actualizar y capacitar a los profesionales en la materia, debido a que estos • diplomados se conciben más como un gran negocio que deja muy buenos ingresos por el costo que • tienen, y se han olvidado de mantener la calidad del contenido y la preparación de los ponentes. • Otra institución que no se debe dejar de mencionar es el Instituto Nacional de Ciencias Forenses • (INACIPE) porque éste es el único encargado de capacitar, certificar y procurar peritos en • antropología forense, y de otras especialidades, a la Procuraduría General de la República. Sin • embargo, debido a la necesidad de cubrir la demanda de la aplicación antropológica forense, dicha • institución, ha certificado como peritos en la materia a antropólogos sociales.