El portero había recibido orden de no dejarnos salir; lo echamos violentamente a un lado, y muchos, sin sombrero, desolados,
corrimos a casa de M.
Miguel Cané
Hicimos traer la cuarta, y cuando arrojamos el casco vacío, yo no sé ya si llovía o tronaba; lo que puedo decir es que la habitación se nos andaba alrededor, que bajamos la escalera a trompicones, ensillamos como pudimos y algunos minutos después corríamos a rienda suelta por el camino de Tarazona, sin cuidarnos más de los truenos, el granizo y la lluvia, que de las desazones del gran turco. Y así
corrimos sin parar hasta el barranco de la venta.
Gustavo Adolfo Bécquer
A una voz del capitán, asido a la rueda del timón, yo y el timonel corrimos hacia las escotillas de la cámara y de la máquina y extendimos sobre ellas las gruesas lonas embreadas de la cámara y de la máquina y extendimos sobre ellas las gruesas lonas embreadas, tapándolas herméticamente.
Estos son mis sentimientos para contigo desde el día en que corrimos juntos un gran peligro, y en que diste pruebas de tu virtud, tales como el hombre más de bien podía haber dado.
¿Te acordás cuando yo anduve por Bahía Blanca? Las
corrimos juntos con el Japonés. Ahora el aburrimiento se ha disuelto en los ojos, y los cogotes se atiesan en la espera de una historia.
Roberto Arlt
Mi madre y yo también, a pesar de mi collonería, corrimos en su auxilio y el de Prudencio, y los vendamos a ambos la cabeza con pañuelos, pues ambos la tenían rota.
Arremetí ciego a mi vecino, que no puedo recordar bien si era un joven llamado Granillo, de la Rioja, o Cossio, de Corrientes; di y recibí algunos moquetes; pero la curiosidad pudo más, y todos
corrimos, casi desnudos, a los claustros superiores.
Miguel Cané
La laguna donde habíamos dado el día antes de beber a nuestros animales. Di la voz, y
corrimos temerosos de no tener tiempo. El calor picoteaba ya el cuerpo, y a punto nos largamos de cabeza en el agua, luminosa de reflejos.
Ricardo Güiraldes
El terral soplaba con furia, removiendo y aventando las arenas, como si quisiese tomar posesión de aquel páramo inmenso todo el día aletargado por el calor. Espoleamos los caballos y corrimos contra el viento y el polvo.
Decidíamos ir a buscarlo, cuando entre las cortinas del torrente, apareció súper remojado nuestro amado viejecito. Corrimos a secarlo, pero para sorpresa de todos, vimos que traía cargando, enrojecido por el esfuerzo, la enorme cazuela de mole que no pesaba un gramo.
Cierta noche de invierno nos vimos arrojados de la cama por la música subitánea del pavoroso timbrecito, y cuando corrimos a trompicones hasta el tablero indicador, encendimos la luz de gas y vimos la indicación «Cuarto de los niños», la señora McWilliams cayó como muerta, y a mí estuvo en un tris de pasarme lo mismo.
Jadeante ha logrado su cometido. INCENDIO VORAZ "¡Que emoción, hay un incendio¡", y todos corrimos a ver; era en calle Chacabuco, a unos pasos a pie.