El Cementerio Judío Medieval de La Encarnación' en Ávila
El Cementerio Judío Medieval de La Encarnación' en Ávila
El Cementerio Judío Medieval de La Encarnación' en Ávila
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issn:
castellumscoop@gmail.com
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Sefarad, vol. 73:2, julio-diciembre 2013, pgs. 309-338. issn: 00037-0894. doi: 10.3989/sefarad.013.010
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Calle A
Calle
Necrpolis Juda
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Vacas
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Ro Adaja
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La Puerta de San Vicente forma parte del esquema original de la muralla medieval,
fechndose en la segunda mitad del siglo xii. La Puerta del Carmen actual es fruto de
reformas realizadas en el siglo xv sobre la ya existente; mientras que el Arco del Mariscal
tal y como se nos aparece hoy es obra de los siglos xiii y xiv.
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El snodo episcopal de vila de 1481 aprobaba varias disposiciones hostiles
hacia los judos, editadas en A. Garca y Garca (dir.), Synodicon Hispanum. VI. vila
y Segovia (Madrid: BAC, 1993), 39-239: 201-206. Un anlisis del tratamiento de los
judos (y moros) en el texto sinodal en J. A. Calvo Gmez, Contribucin al estudio de
la reforma catlica en Castilla: El snodo de vila de 1481, Studia Historica. Historia
Medieval 22 (2004), 189-232: 223-228.
Sefarad, vol. 73:2, julio-diciembre 2013, pgs. 309-338. issn: 00037-0894. doi: 10.3989/sefarad.013.010
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Debido al desplazamiento de la ocupacin urbana por parte de los judos de vila, es lcito pensar que en los ltimos momentos de su residencia anteriores a la expulsin de 1492, hubieran habilitado otra zona
contigua como lugar de enterramiento, pero ello queda a da de hoy en el
terreno de la hiptesis.
Sobre la existencia de un nuevo cementerio, por el momento, tan solo
podemos mantenerlo a ttulo de hiptesis, y apoyarlo en el silencio de
fuentes documentales determinadas. El erudito Cndido Ajo Gonzlez
hace mencin a un documento de mayorazgo que funda el 26 de febrero de 1459 Nuo Gonzlez del guila para su hijo Diego del guila, y
entre cuyas propiedades, se hace referencia a una tierra, cabe el Piln
10
de la Mimbre, y que lindaba con el fonsario antigo de los iudios . Si
tenemos en cuenta la fecha temprana de la mencin y el uso del apelativo
antig[u]o aplicado al cementerio, sera razonable pensar que ya en esa
poca los judos podran utiliza un cementerio nuevo en otro paraje que
desconocemos, y del que no carecemos de testimonio explcito hasta la
fecha. No se puede descartar el recurso al adjetivo antig[u]o para hacer
alusin a una ampliacin nueva del cementerio existente en una parcela
aledaa a este.
Un argumento ex-silentio que podra hacernos pensar en la existencia de
un cementerio judo adicional en la ciudad, se contiene tambin en un documento fechado en Crdoba, el 2 de junio de 1486 y dirigido al corregidor de
vila. En l se reconocan los trminos que rodeaban la ciudad y que eran
propiedad de la misma, resendolos de manera detallada. Aunque menciona dos veces el paraje del Piln de la Mimbre, en los terrenos del actual
Convento de la Encarnacin, sorprende que no se aluda de manera explcita
a la existencia de un osario de judos en ese lugar (las menciones son a
hasta volver al Piln de la Mimbre, y a hasta llegar al dicho Piln de la
11
Mimbrara) . Sin embargo, la misma fuente documental s cita la existencia de un cementerio de moros cuando describe la zona de Santa Ana (e
10
C. M. Ajo Gonzlez, Historia de vila y de toda su tierra, de sus hombres y sus
instituciones, por toda su geografa provincial y diocesana. Vol. XII. El siglo xv: primer
Siglo de Oro abulense, etc. (Salamanca, 1994), 527. Hay que entender de las palabras de
este autor que se tratara del documento original. Lamentablemente, no nos proporciona
la signatura del documento en cuestin, que no hemos podido cotejar.
11
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desde el Honsario de los Moros, que esta cabe Santa Ana) . Cabra pensar
que no se mencionara ese cementerio judo junto al paraje del Piln de la
Mimbre porque ya no estuviera en uso en aquel momento, pero no deja de
13
ser una suposicin, a falta de argumentos de ms peso .
12
13
Un testimonio coetneo de 1477 de Murcia hace referencia al caso de una parcela
que haba sido osario viejo de los judos y cuya propiedad reclamaban estos al concejo.
Parece que la nica manera que tuvo este ltimo de verificar la reclamacin de los judos
fue cavar en el e fallaron fuesas e sacaron guesos dellas, cit. L. Rubio Garca, Los
judos de Murcia en la Baja Edad Media. Coleccin documental. Vol. II: 1469-1500
(Murcia: Universidad, 1994), 121 (doc. 950).
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2. La intervencin arqueolgica
Los trabajos arqueolgicos, llevados a cabo entre los meses de octubre
15
y diciembre de 2012 , se emprendieron en un momento en que las obras
del colector ya haban comenzado, siendo determinante el socavado de
la zanja de la citada infraestructura, tanto para el reconocimiento de las
fosas de inhumacin, como para el estado de conservacin de las mismas.
Tras el registro de las estructuras negativas distribuidas a lo largo de
los perfiles norte y sur, se procedi a su excavacin. Hay que aadir un
tramo (20 x 4 m aproximadamente) en el extremo oriental de la zanja, casi
en el lmite por el saliente de la parcela, donde fueron excavadas 20 sepulturas en planta, previamente al avance de la trinchera. La zanja cont
con una longitud de 442 m, y atravesndola de Oeste-Este, los vestigios
funerarios ocuparon una extensin lineal en torno a los 300 m.
En total han sido documentadas 108 tumbas, de las cuales se excavaron 100. Entre estas, 90 enterramientos depararon restos seos, estando
ausentes en los restantes, bien por la destruccin de la propia zanja, el
avanzado estado de desmineralizacin de los huesos, o porque la fosa no
se llegara a utilizar (Tumbas 1 y 49). En cuanto a los vestigios esquelticos, individualizados y reconocidos debidamente, fueron re-enterrados en
julio de 2013 en la misma parcela.
14
S. de Tapia, Los judos de vila en vsperas de la expulsin, Sefarad 57 (1997),
135-178: Se trata del repartimiento quel Rey e la Reina nuestros seores, mandaron
fazer en esa dicha ibdad de peones e bestias e hachas e palas para la Vega de Granada,
fechado el 8 de febrero de 1483.
15
Realizados por arquelogos y operarios de
Gestin del Patrimonio Histrico y Natural).
castellum,
S. Coop. (Arqueologa y
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El resto de los trabajos consistieron en el control arqueolgico de zonas aledaas, quedando descartada la existencia de estructuras funerarias
16
y otros posibles restos arqueolgicos .
2.1. Secuencia estratigrfica del cementerio
La estratigrafa general del yacimiento, muy sencilla, qued definida
por una cubierta vegetal, de tipo herbceo y matorral bajo, muy descuidada, entre la que se abran paso los afloramientos granticos. Buena parte
de la parcela se encontraba enmascarada superficialmente por el acopio
de escombros procedentes de deshechos de material constructivo, ajenos
a los enterramientos. Ambos niveles de tierra yacan sobre el estrato de
cubricin de las tumbas, cuya potencia variaba, de manera bastante pro-
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situndose la media entre 0,60-0,90 m. Existen once tumbas cuya potencia mxima se sita entre 1,00-1,26 m; y por el contrario, en trece de ellas
la cmara de enterramiento alcanza cifras por debajo de los 0,30 m.
El relleno de amortizacin es un echadizo aportado en un mismo momento, con matriz de color pardo, ms o menos intenso, en funcin del
porcentaje del propio estrato geolgico proveniente de su excavacin,
mientras que en otras ocasiones se torna grisceo. Apenas contiene inclusiones, salvo algunos casos en que estas aparecen en forma de pequeos
guijarros, siendo muy escaso el material arqueolgico en forma de fragmentos cermicos, y siempre ajeno al ritual funerario.
En cuanto al estado de conservacin de las sepulturas, las ubicadas
en ambos perfiles de la zanja (Tumbas 1-86) han sido daadas en mayor
o menor medida. En funcin de esta afeccin podemos establecer tres
grandes grupos:
a) Aquellas cuyas fosas apenas han sido afectadas, pudindose determinar con exactitud su tipologa y atributos mtricos (63 tumbas);
b) las que han sido rotas o seccionadas por la zanja del colector, longitudinalmente de O-E, ms o menos hacia su mitad (23 tumbas);
c) y por ltimo, un grupo de tumbas indeterminadas, en lo referente
a su tipologa y medidas, cuyo alto grado de alteracin tan solo ha
permitido documentar su emplazamiento (22 tumbas).
2.3. Tipologa de las tumbas
Se han identificado dos tipos de fosas de inhumacin: escalonadas
y tumbas excavadas en fosa simple. A estos habra que aadir aquellas
indeterminadas (6 tumbas, el 5,5 % del total) que no han podido ser incluidas en ninguno de estos dos grupos.
Fosa simple. Se trata de una tumba excavada en un solo nivel y de
diseo variable en cuanto a la morfologa de su planta, siendo la tipologa
ms sencilla (Fig. 3). El cadver se deposita en el fondo, directamente
sobre la tierra virgen, cubierto por parihuela o en el interior de una caja de
madera. El nmero de tumbas identificadas de este tipo es de 28 (25,9%
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PLANTA
TUMBA 96
100
ESCALA: 1/20
TUMBA 97
SECCIN NORTE-SUR
SECCIN OESTE-ESTE
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21
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91
87
107
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108
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92
96
100
99
101
105
93
88
104
90
94
97
106
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An as, se han documentado hechos aislados y excepcionales, debidos a otros aspectos del ritual funerario, como son la reutilizacin de una
estructura de inhumacin (Tumbas 51a y 51b); la invasin de una tumba
sobre la fosa de inhumacin de otra, obedeciendo a un intento de asociacin que podra estar respondiendo a un deseo de depositar el cadver en
una zona muy determinada, en contacto con otras inhumaciones (Tumbas
39, 40 y 41 / 44 y 45 / 53 y 54 / 72 y 73 / 91, 92 y 95 / 101 y 102). Quizs
nos encontremos ante grupos familiares que pretenden inhumarse prximos unos a otros pero sin alterar los depsitos cadavricos anteriores, ya
que en ninguno de los casos hay interferencia entre los enterramientos.
En los casos de las Tumbas 44 y 45 / 101 y 102, se crean, parcialmente, dos niveles de enterramiento, al quedar una estructura funeraria y por
lo tanto su enterramiento, por encima del primigenio.
2.6. El ritual funerario
Es evidente que, en lneas generales, el ceremonial funerario de los judos de vila no se diferenciara del de otras comunidades de judos peninsulares, aunque tambin se observan ciertas singularidades. Una de ellas,
es la prctica ocasional de depositar las inhumaciones en cajas de madera.
Todos los enterramientos documentados de este cementerio judo de
vila presentan orientacin O-E, dirigidos al sol en el momento de su
salida, siendo sta la causa ms probable de la diferencia de grados que
se aprecia, junto con las necesidades de adaptacin al espacio, surgidas
conforme fue creciendo el cementerio.
De esta manera, las 108 tumbas documentadas quedaran ordenadas
segn su orientacin de la siguiente manera:
a) Oeste-Este (270 LN): 25 tumbas, lo que supone el 23,14% del
total.
b) Noroeste-Sureste: con variaciones de la latitud (305-275 LN) se
han contabilizado 51 tumbas, el 47,22%.
c) Suroeste-Noreste: con variaciones de la latitud, (250-265 LN) se
han registrado 24 tumbas, el 22,22%.
d) Por ltimo, aquellas tumbas que por estar muy alteradas, no se han
excavado, quedando su orientacin indeterminada, y que han sido
8, el 7,4%.
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La presencia de posibles asociaciones se puede atribuir al intento de reunir en un determinado lugar a miembros de una misma familia, como sealbamos anteriormente, ya que histricamente, y no solo en los cementerios
judos, se busca siempre que sea posible la cercana entre familiares. Pero
la interferencia entre estructuras funerarias, tambin puede ser provocada
por las necesidades de adaptacin al espacio disponible. Esta acomodacin,
acompaada de las ligeras variaciones en la orientacin referidas, evitara
en lo posible el daar a las estructuras funerarias ya existentes. Sea debido
a una causa u otra, aunque siempre la de proximidad familiar parezca la
ms plausible, en el cementerio judo de la Encarnacin hemos documentado nueve casos de asociacin entre tumbas, sin que se produzcan interferencias entre los depsitos cadavricos. Este tipo de agrupaciones, ms o
menos complejas, atribuidas a relaciones de parentesco, tambin han sido
atestiguadas en otras necrpolis peninsulares, por ejemplo, Valladolid, To23
ledo (fosas que albergan hasta tres cuerpos, separados entre s), o Sevilla .
En un solo caso de las 100 tumbas excavadas se observa la reutilizacin de la estructura funeraria (Tumbas 51a y 51b) (Fig. 7). La
nm. 51b (fosa simple) modifica ligeramente, en sus cotas iniciales, la
morfologa de la 51a (fosa escalonada), sin que esta reutilizacin afecte
al enterramiento, ubicado en cmara inferior. Las superposiciones de
sepulturas siempre que aparecen, nos plantean el interesante problema
de su sealizacin al exterior. En este caso, un elemento de sealamiento vertical yaca formando parte del relleno de amortizacin de la fosa
de inhumacin. Lgicamente se establece una relacin de anterioridad
(Tumba 51a) y posterioridad (Tumba 51b); y en este caso, de forma
excepcional, s que podemos hablar de la existencia de dos niveles de
enterramiento.
Un ejemplo similar se ha documentado en el Cerro de la Horca de Toledo (Tumba 63), con un enterramiento doble a dos alturas, dentro de gran
24
fosa trapezoidal, y desprovista de arquitectura asociada . Otras formas de
J. Moreda Blanco, R. Serrano Noriega, La necrpolis juda del Paseo de la
Acera de Recoletos (Valladolid) (Valladolid: Junta de Castilla y Len, 2009); A. Ruiz
Taboada, La necrpolis medieval del Cerro de La Horca en Toledo, Sefarad 69 (2009),
25-41: 35-39; I. Santana Falcn, A. Mantero Tocino, La muerte en la aljama juda de
Sevilla, en De la muerte en Sefarad. La excavacin arqueolgica en la nueva sede de la
Diputacin de Sevilla (Sevilla: Diputacin, 1995), 81-118: 95.
23
24
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SECCIN OESTE-ESTE
S.I. Zanja
TUMBA 51b
TUMBA 51a
SECCIN SUR-NORTE
N
S.I. Zanja
TUMBA 51b
0
100
ESCALA: 1/20
TUMBA 51a
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macin (Tumbas 49, 51b, 53 y 84). Sin embargo, no han sido documentadas en la nica zona donde se ha realizado la excavacin en
planta, es decir, en el extremo oriental de la zanja (Tumbas 87-108).
El mismo tipo de estructuras negativas, con idntica atribucin, ha
sido documentado por sus excavadores en el cementerio judo medie27
val del Paseo de la Acera de Recoletos, en Valladolid .
Tambin asociable con los elementos de sealizacin, en cuatro tumbas, siempre al interior y sobre la fosa subyacente o cmara de enterramiento, se ha documentado un fragmento de granito gris, irregular y de
tamao medio-grande, a modo de hito. Tres de ellas sobre los pies (Tumbas 6, 35 y 74); y en una ocasin en la cabecera (Tumba 54).
En cuanto a estructuras de cubricin ptrea de las tumbas, se han documentado algunas lajas o fragmentos de las mismas que bien pudieran
identificarse como tal, en alguna de las tumbas destruidas, bien de su fosa
superior, o de la subyacente (fosas escalonadas). Estas son muy toscas,
realizadas en granito berroqueo de grano grueso, por lo que estn muy
erosionadas. En el caso de la Tumba 39, cubriendo la cmara inferior,
se han identificado los materiales ptreos, sobre una cubierta vegetal o
parihuela.
Segn el uso funerario judo, los difuntos se solan enterrar sin ajuar,
aunque en contadas ocasiones se documenten algunos elementos de adorno y joyas muy sencillos. En el caso del cementerio judo de vila, su
escasez ha quedado patente, ya que de 100 tumbas excavadas, tan solo se
han recuperado evidencias en dos de ellas, coincidiendo en esta baja proporcin con el resto de cementerios judos que han sido objeto de alguna
intervencin arqueolgica.
Formando parte del relleno de amortizacin de la Tumba 17, donde
no fueron documentados restos seos, se recuper un pequeo colgante o
elemento de adorno de cabeza, en plata. La presencia de restos de tejido
en uno de sus extremos, coincidiendo con una pequea anilla o eslabn
para su suspensin, y los hallazgos similares encontrados en otros cementerios (Barcelona, Gerona, Valencia), nos induce a trasladar su procedencia de algunos elementos textiles, bien del tipo de mantos de oracin, usa27
Moreda Blanco, Serrano Noriega, La necrpolis juda del Paseo de la Acera de
Recoletos, 41.
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dos como sudario, sobre las caras de algunos sujetos, as como tocados en
la cabeza de ciertos individuos masculinos.
Dos aretes filiformes de seccin circular, elaborados en plata, con
cierre sencillo mediante gancho; se documentaron en su posicin original en la Tumba 85. Pendientes similares se han registrado en Valladolid, en un sepulcro infantil de Montjuc, en un enterramiento de
la Cuesta de los Hoyos, en Segovia, y en los enterramientos de Deza
28
(Soria) .
Aunque se han recuperado algunos fragmentos cermicos, en ningn
caso se puede decir que estn vinculados al ritual funerario. No obstante,
aparecen directamente relacionados con las fosas de inhumacin, ya que
una parte de ellos estaban integrando diferentes rellenos de amortizacin
de las mismas; otros formaban parte del nivel de cubricin del cementerio; incluso algunos estn involucrados con diferentes acciones que han
causado afeccin a determinados enterramientos.
Aparte de una importante muestra de fragmentos elaborados a
mano, de cronologa prehistrica calcoltica, y exceptuando aquellos
ejemplares que por su pequeo tamao no pueden ser adscritos funcionalmente, la muestra puede englobarse en el periodo medieval-bajomedieval. La cermica calcoltica, junto con la estructura negativa
identificada en el extremo oriental de la zanja, pertenecera a uno de los
muchos asentamientos prehistricos, ms o menos estable y con mayor
o menor entidad, situados en las estribaciones montaosas que delimitan el Valle Ambls.
Pero las piezas ms abundantes, son los clavos de hierro, siempre
en avanzado estado de oxidacin y en la mayora de los casos con
restos de madera adheridos. Se han documentado en 33 tumbas, siendo significativa su presencia en la totalidad de estructuras funerarias
documentadas en el extremo oriental de la zanja (Fig. 8). Los tipos
ms repetidos son los de cabeza de pestaa y vstago de seccin cuadrangular, con diferentes medidas; estando tambin representados,
aunque en escasa proporcin, los clavos de cabeza redondeada, y las
grapas.
Relacionados con los enterramientos en atad y siendo frecuentes en
el resto de cementerios judos peninsulares, suelen aparecer junto con
28
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TUMBA 95
N
Clavos
Restos madera
100
ESCALA: 1/20
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La estructura urbana respecto a los judos aparece radicalmente modificada en el siglo XV, cuando se suceden varios intentos de apartamiento
y segregacin de la poblacin juda, siendo ms efectivo y perdurable en
el tiempo, el producido a partir de 1480, y que concentra a buena parte de
los judos de la ciudad en el sector suroccidental del recinto amurallado.
A da de hoy, desconocemos si ese desplazamiento se tradujo en la apertura de un nuevo lugar de enterramiento, ms cercano al sector poblado
por los judos, o si por el contrario, se sigui utilizando el cementerio de
la Encarnacin, parte del cual ha sido objeto de excavacin reciente. A
falta de evidencias arqueolgicas y documentales adicionales, no podemos concluir de momento nada al respecto.
Uno de los principales impedimentos, a la hora de establecer una datacin ms precisa del cementerio, o al menos para las tumbas excavadas
en esta intervencin, es la ausencia de material arqueolgico significativo
desde el punto de vista cronolgico, como podra ser la epigrafa.
El material cermico recuperado en algunas tumbas, en ninguno de
los casos tiene que ver con el ritual funerario. Si exceptuamos el grupo
de cermicas elaboradas a mano, encuadrables dentro de un calcoltico
arcaico, por la tosquedad generalizada de sus acabados, el resto de la
muestra, elaboradas a torno, se pueden ubicar, a grosso modo, en poca
Medieval-Bajomedieval, periodizacin totalmente acorde con el espacio
cronolgico de utilizacin del cementerio, es decir, entre los siglos XII y
XV. En cuanto a los escasos elementos de adorno recuperados, hay que
resear dos aretes de plata y un pequeo colgante, que debido a su sencillez y a la pervivencia de unas formas y estilos a travs de un espacio
de tiempo muy dilatado no sirven para fechar una sepultura, pero podran
incluirse tambin, en general, dentro de ese mismo periodo.
Las propias estructuras funerarias, tan solo nos han aportado en algunos casos relaciones de anterioridad-posterioridad entre ellas, aunque en
lo que respecta a la tipologa, tampoco nos sirve como elemento de datacin. A partir de las investigaciones llevadas a cabo en otros cementerios
judos peninsulares, y en relacin a las variadas tipologas de tumbas utilizadas parece claro que todos los tipos conviven de forma coetnea, por
lo que probablemente las diferencias morfolgicas se deban ms bien a
causas sociales o econmicas, e incluso a usos y costumbres desiguales
para la muerte en distintos sectores o familias dentro de la comunidad
juda, o simplemente a prcticas constructivas.
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Bien es cierto, que podramos establecer una seriacin entre las tumbas distribuidas a los largo de los perfiles de la zanja, y aquellas que han
sido excavadas en el extremo oriental de la parcela (en fosa simple de escasa profundidad). Puede que ello est respondiendo a un sector diferente
del cementerio, pero coetneo, obedeciendo las puntuales diferencias a
otro tipo de factores.
La re-inhumacin de los restos seos hallados en las tumbas, dentro
de la misma parcela, se produjo en julio de 2013, resultado del acuerdo entre las autoridades regionales y los representantes de la Federacion
de Comunidades Judas de Espaa. No se ha realizado ningn anlisis
antropolgico que permitiera obtener datos ms detallados acerca de la
poblacin all enterrada.
Recibido: 30/04/2013
Aceptado: 24/09/2013
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