Guia Derecho Civil Parte General y Persona
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Grado en Derecho
UNED - España
UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La irónica observación de Kant en el siglo XIX: «los juristas buscan todavía una
definición de su concepto del Derecho». Con esto ponemos de manifiesto la dificultad de
una definición o conceptuación del Derecho civil que resulte satisfactoria. Sin embargo,
tras una multisecular vivencia jurídica, lo cierto es que no puede decirse conquistada una
definición precisa del Derecho.
Para los tratadistas franceses del siglo XIX (agrupados después bajo la escuela de la
exégesis), el Derecho civil venía representado única y exclusivamente por el Code Civil
de 1804 de Napoleón Bonaparte (Code Napoléon). Los autores alemanes del siglo xx
identificaron el Derecho civil con el conjunto normativo contenido en el Bürgerliches
Gesetzbuch (Código Civil alemán de 1896, BGB). Ninguno de estos códigos llegó a
formular una definición.
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los Códigos Civiles, sino que la legislación posterior y las coordenadas sociales han
diversificado su contenido, cuando no han roto algunos de los principios básicos.
Los aprioristas hacen especial hincapié en la nota de permanencia del Derecho civil
desde una perspectiva metahistórica.
[1]
Los autores españoles que se adscriben a las posiciones historicistas suelen ser
proclives a adoptar posiciones iusnaturalistas como, por ejemplo, el profesor F. De
Castro. Si bien destaca que el Derecho civil no puede intentar definirse sobre bases
lógicas, en cuanto que «sus caracteres se han ido perfilando durante siglos»; pone de
relieve la relación existente entre el Derecho civil y el Derecho natural.
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dijo el Prof. Lacruz—.
Para demostrar lo anterior, hay que detenerse en la propia estructura del Código Civil
español, tributario del francés. Las materias sobra las que recae su regulación serían las
siguientes:
En el primero tenemos las fuentes del Derecho y de aplicación y eficacia de las normas
jurídicas. Se integraron en el Código Civil por cuestiones históricas. Cualquier análisis
de tipo histórico revela los problemas centrales que el Derecho civil ha sido objeto de
consideración por los diversos Ordenamientos jurídicos que pueden identificarse
históricamente.
[2]
que pueden configurarse como contenido de las diversas formas históricas del Derecho
civil ha sido tradicionalmente individualizadas en la persona, en la familia y en el
patrimonio:
Aceptado sin paliativos el carácter social del Derecho, o mejor, de los fenómenos
jurídicos, ello supone la constante tensión existente entre el grupo social político
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organizado y el individuo o los individuos que lo integran. El problema de la delimitación
entre la esfera individual y la esfera social es un problema eterno, en cuanto el propio
ámbito de poder y libertad de la persona es una constante histórica variopintamente
resuelta. El problema es uno solo: el marco de libertad y de autonomía del individuo frente
al grupo social políticamente organizado. Las realidades de esa oposición se han
denominado aquí persona y patrimonio.
Otra consideración aparte merece las bases institucionales de la familia, porque aquí
la tensión existente entre el individuo y el grupo se plantea de un modo indudablemente
peculiar. Los términos de la tensión vienen puestos en otro sentido: el de saber si el grupo
al que se viene denominando familia se ha de adscribir al núcleo de la esfera de poder de
la persona o bien al círculo de actuación del grupo social organizado.
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criterio determinado. Algunas veces, la recopilación era ordenada cronológicamente;
otras veces, conforme a la fuente; finalmente, el criterio brillaba por su ausencia. A partir
de ahora, la palabra código pasa a tener un significado precios y representa un ideal a
alcanzar para todas las naciones europeas. Dicho período puede considerarse abierto con
la publicación del Código Civil francés en 1804 y cerrado con la aprobación del CC
alemán o Bürgerliches Gesetbuch de 1896.
Como señalara Piano Mortari, ni siquiera con el paso a la Edad Moderna se eliminaron
las instituciones características del particularismo medieval, ni la existencia de bloques
normativos diferenciados y privilegiados. Por tanto, no es de extrañar que el Derecho
precodificado se encontrase en contradicción con la idea de la igualdad política entre los
ciudadanos y, de otra, con las exigencias de los Estados absolutos de la Edad Moderna.
[4]
Hacia finales del xviii y comienzos del xix se manifiesta con nitidez la posibilidad de
delimitación de sectores normativos con principios propios y característicos que se ve
extraordinariamente facilitada porque el Derecho pasa a ser feudo exclusivo del poder
legislativo, interesados en la uniformidad jurídica, bien como colofón de la unidad
política, bien como presupuesto de la misma. Siguiendo al Prof. Hernández Gil «la
codificación fue introducida para coadyuvar al dogma del Estado como pieza clave de la
organización política».
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isabelino. Nace dicho trabajo gracias a la recién creada «Comisión General de Códigos»
(la denominación oficial siempre ha dependido del correspondiente Ministerio de Justicia,
es Comisión General de Codificación), donde participaron juristas como Bravo Murillo,
Luzuriaga y García Goyena. De este último son las Concordancias, texto hoy
fundamental para cuestiones interpretativas del Código Civil.
Las características de dicho Proyecto dos: de una parte, era notoriamente afrancesado,
es decir, seguía muy de cerca los patrones propios del Código Civil francés; mientras que,
de otra, hacía tabla rasa de los Derechos forales, pronunciándose abiertamente por la
unificación de la legislación civil española. Ambas provocaron su fracaso. Como ha
señalado M. Peña Bernaldo de Quintero, el Proyecto isabelino es el Código Civil
definitivo «en una etapa muy avanzada de su elaboración». El fracaso trajo consigo la
necesidad de afrontar la modernización de la legislación civil de modo fragmentario y en
las décadas siguientes se fue desgranando paulatinamente la aprobación de leyes
importantísimas que deberían haber sido incorporadas al Código Civil. Fueron aprobadas
la Ley Hipotecaria, la Ley de Aguas, la Ley de Matrimonio civil, la Ley de Registro Civil,
la Ley de Propiedad Intelectual… Tales leyes (y muchas disposiciones) reciben la
adjetivación de especiales en cuanto se considera que los aspectos «comunes o
fundamentales de ellas deberían ser recogidos en el CC». Esta calificación resulta ab
initio de que son leyes extracodificadas.
[5]
Al mes siguiente, el nuevo Ministro de Justicia del gobierno liberal presidido por
Sagasta, Manuel Alonso Martínez, trató de impulsar la tarea codificadora, recurriendo a
la idea de la Ley de bases: se presentaría a las Cámaras legislativas una Ley en la que se
contuvieran los principios y fundamentos a desarrollar en el CC, mientras que la
redacción del texto articulado quedaría encomendada a los organismos técnicos. Sin
embargo, Alonso Martínez no pudo llevar a cabo dicho procedimiento por ser rechazado
en el Congreso, viéndose obligado a presentar ante las Cámaras, por libros, el texto
articulado. El siguiente Ministro de Justicia (Silvela), volvió a insistir en la idea de la Ley
de bases de 1885, la cual fue aprobada como Ley del 11 de mayo de 1888… siendo
Ministro de Justicia de nuevo Manuel Alonso Martínez bajo la regencia de María Cristina,
por ser Alfonso XIII un niño. La Comisión de Códigos, de forma algo atropellada y, con
ciertos avatares llamativos, llevó a cabio su misión de redactar el texto articulado,
publicado en la Gaceta de 25, 26 y 27 de julio de 1889.
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excepcionalmente, profundas) reformas, aunque la mayor parte ha resistido y sigue fiel
a los textos originarios. Las fundamentales y más profundas son las debidas a la necesidad
de adecuar el contenido del Código a la Constitución española de 1978. Partiendo ésta de
la igualdad entre mujer y hombre y de los hijos matrimoniales con los extramatrimoniales,
principios desarrollados en las Leyes 11/1981, de 13 de mayo; 30/1981, de 7 de julio y
11/1990, de 15 de octubre.
Durante los siglos XVIII y XIX existía en España una cierta diversidad de regulaciones
civiles porque Aragón, Navarra, Mallorca, Cataluña y las Provincias Vascongadas
mantenían reglas propias en materia civil (al menos respecto a la familia y a la herencia).
Dicha falta de uniformidad legislativa era antagónica con las ideas motrices de la
codificación porque ésta requería la unificación legislativa en toda España y los
prohombres del mundo del Derecho de los territorios forales, no sólo se enfrentaban a la
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las compilaciones forales
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territoriales, teniendo en cuenta no sólo su actual vigencia, sino el
restablecimiento de las no decaídas y las necesidades del momento presente».
― Tratar de determinar el substratum común de los «diversos Derechos
hispánicos» con vistas a la elaboración de un Código Civil general, cuyas
características debían de perfilarse en un nuevo Congreso Nacional de Derecho
Civil.
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De las obligaciones y contratos y de la prescripción.
[9]
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de los juristas navarros. Es la más extensa. De un lado, para convertirlos en Derecho
propio, repite y transcribe, con diferencias de detalle, bastantes artículos del mismo CC.
De otra parte, la Compilación recoge en su articulado disposiciones tributarias de la
dogmática alemana del pasado siglo.
«El Estado tiene competencia exclusiva sobre la legislación civil, sin perjuicio de la
conservación, modificación y desarrollo por las CCAA de los derechos civiles forales o
especiales, allí donde existan».
[10]
La tensión entre Derecho civil común y Derechos civiles forales o especiales sigue
irresuelta también tras la Constitución. Queda claro que los Derechos civiles que se
separan de la legislación civil general o estatal son forales o especiales. Igualmente, la
Constitución parte de una perspectiva historicista, en cuya virtud sólo las CCAA en que
existían derechos forales o especiales en el momento de la publicación de aquélla tienen
competencia para conservarlos, modificarlos o desarrollarlos.
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d) Para otros, el límite constitucional de desarrollo de Derecho civil foral ha de
identificarse con las instituciones características y propias de los territorios
forales.
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y la disposición normativa que sirve de vehículo a aquélla, sobre todo hoy en día en que
la mayor parte de las normas revisten la forma de Derecho escrito.
1º) No es necesario que exista una disposición o un texto normativo concreto para
que pueda hablarse de norma jurídica; las costumbres son normas jurídicas
vinculantes y normalmente no están recogidas o recopiladas en texto alguno.
2º) Las disposiciones normativas escritas no son todas ellas portadoras de una
norma jurídica, sino que, al contrario, requieren comúnmente la combinación
de varias para delimitar el mandato jurídico que merece la calificación de
norma.
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La consecuencia jurídica ha de referirse, en cambio, al campo del deber ser. Las reglas
jurídicas son reglas de carácter preceptivo que contienen siempre una valoración del
conflicto de intereses a resolver, así como la de la atribución de derechos o imposición de
obligaciones que comportan. Por tanto, la norma jurídica no puede entenderse en clave
descriptiva
Frente a ellos, al sector normativo que constituye el tronco común del Derecho y que
regula las relaciones entre personas sin ulteriores calificativos, se le denomina Derecho
común que tienen una mayor generalidad y cumple una función supletoria respecto del
Derecho especial. En nuestro Ordenamiento jurídico, por razones históricas, la función
del Derecho común viene desempeñada por el Derecho civil y, en particular, por el
Código Civil, cuyo artículo 4.3 dispone que «las disposiciones de este Código se aplicarán
como supletorias en las materias regidas por otras leyes»; hay que reconocer que el
desarrollo de los Derechos especiales, a partir de la Codificación, ha mitigado el valor del
Código Civil como Derecho común.
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las normas son de aplicación en todo el territorio de una comunidad política dada (llamada
Nación). Ahora bien, hay excepciones de bastante trascendencia y, por principio, es
contrapuesta, por ejemplo, a la existencia de Estados federales que cuentan con una
legislación propia (los Länder alemanes, los cantones suizos…).
En España, adquieren importancia los Derecho forales. Es obvio que las normas
consuetudinarias, las costumbres, difícilmente encontrarán un campo de aplicación que
coincida con el territorio nacional. Hay que destacar que el Estado autonómico surgido
de la Constitución implica que las CCAA cuentan con un Derecho propio. Las nromas se
dividen en:
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vez, desde el tenor literal, se puede deducir que existen instituciones o grupos sociales
legitimados para crear normas jurídicas: las Cortes Generales pueden dictar leyes, los
miembros del pueblo pueden crear costumbres y usos vinculantes, etc.
Desde el punto de vista técnico, el cómo se generan las normas es hablar de las fuentes
del derecho, al «modo de producción de las normas jurídicas» (F. de Castro) en un doble
sentido:
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Tras la Ley, en la enumeración de fuentes del Derecho, se sitúa la costumbre. La nota
distintiva fundamental se encuentra en el origen del que proceden: la ley es la fuente del
Derecho que procede de la organización política con el fin de crear las pautas o normas
de organización de la convivencia; la costumbre procede de la propia sociedad no
organizada que acaba imponiendo preceptivamente una conducta reiterada. Por lo tanto,
la costumbre emana directamente de la sociedad.
Las costumbres es el vehículo idóneo para las normas (unas veces buenas, otras no
tanto) que consagran modos tradicionales de vida y de dominación. Por eso, los Estados
que nacen de las revoluciones liberales o eliminan o rebajan notoriamente la
trascendencia normativa de la costumbre.
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natural—. Como secuela, el actual ar. 1.3 exige que la costumbre no sea contraria a la
moral o al orden público. Mas la virtualidad de esos límites es en la actualidad dudosa,
porque el orden público se infiere de disposiciones legales y la moral es la moral social
dominante y no la moral particular del aplicador del Derecho, no pareciendo probable que
la sociedad observe conductas contrarias a su propia moral social.
Hay que tener en cuenta que el art. 281.2 de la LEC-2000 establece que
serán objeto de prueba la costumbre y el derecho extranjero. La prueba de la costumbre no será
necesaria si las partes estuviesen conformes en su existencia y contenido y sus normas no
afectasen al orden público. El derecho extranjero deberá ser probado en lo que respecta a su
contenido y vigencia, pudiendo valerse el tribunal de cuantos medios de averiguación estime
necesarios para su aplicación.
[18]
prestación de ciertos servicios por un determinado porcentaje, se persigue que todos los
contratos de esos servicios que se celebren, se entiendan sometidos a la tarifa usual,
aunque no se especifiquen expresamente al celebrar el contrato concreto e, incluso alguno
de los contratantes ignore la existencia de ese uso o hábito. Esto se consiguió en la reforma
del título preliminar del CC de 1974.
Cuando el mundo de los negocios en que imperan esos usos es un mundo cerrado, la
cuestión tiene secundaria importancia. Pero cuando todos somos beneficiarios y víctimas
de las decisiones y modos de proceder en ese mundo, la cosa cambia. Con todo, los riesgos
que la admisión de los usos como fuente del Derecho crean, se ven paliados por los límites
que se imponen a las condiciones generales de los contratos y por la existencia de
disposiciones legales que persiguen poner coto a los más graves abusos (como la Ley
General de Protección de Consumidores y Usuarios y la Ley 7/1998 de las condiciones
generales de contratación, refundidas en el RDL 1/2007, de 16 de noviembre).
La enumeración de fuentes del art. 1 del CC se cierra con los principios generales del
Derecho, fuente subsidiaria de segundo grado; es decir, que las normas que se contienen
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en esos principios se aplican sólo en defecto de ley o costumbre aplicables al caso.
La inclusión debe ser entendida como medio para negar que los Jueces tengan las
manos libres a la hora de fallar un pleito, para resolver el cual no hay ley o costumbre
aplicable. El número 7 del art. 1 del CC imponen a los jueces fallar en cualquier caso los
pleitos que sean sometidos a su decisión—de no hacerlo pueden cometer delito de
prevaricación, tipificado en los arts. 446-449 CP—. Cuando no hay ley o costumbre, cabe
la alternativa de encomendar al Juez que falle como personalmente entienda, es decir,
consentir que el Juez cree el Derecho en este caso. Nuestra tradición jurídica, cultural y
política es contraria a esto. Por eso, el Juez debe acudir a una norma que le viene dada y
que se encuentra en lo que se llama «el limbo de las normas jurídicas»: los principios
generales del Derecho, o principios básicos que inspiran a todo nuestro Ordenamiento y
que se corresponde con nuestro sistema de vida.
Los principios generales del Derecho se integran, de una parte, por los principios del
Derecho tradicional, por los principios del Derecho natural, por las convicciones ético-
sociales imperantes; y, de otra, por los principios lógico-sistemáticos o los principios
lógicos positivos. En cuanto al primero, las convicciones personales de cada cual darán
mayor relieve a unos u otros. Parece cierto que hay, al menos, criterios o principios que
socialmente se consideran justos y que deben ser aplicados cuando no hay norma legal o
consuetudinaria. En la actualidad, una buena parte de los principios que se afirman ser de
justicia o de Derecho natural tienen un rango normativo especialísimo, al estar recogidos
en la Constitución.
Los principios lógicos-sistemáticos son los criterios generales que, por inducción, se
infieren de las disposiciones concretas. Esto es, que se encuentran ya recogidos en las
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leyes y costumbres. Esto ocurre con el principio contrario al enriquecimiento injusto que
se infiere de los artículos 1.895 y siguientes del CC, aunque no es formulado. La técnica
interpretativa es la de analogía.
5. La jurisprudencia
El término jurisprudencia se identifica con los criterios sentados por los Jueces y
Tribunales en su cotidiana tarea de interpretación y aplicación del Derecho. La
jurisprudencia coincide con la doctrina sentada por el Tribunal Supremo. Esto supone que
los Jueces están sometidos al imperio de la ley o, mejor dicho, «están sujetos a la
Constitución y al resto del ordenamiento jurídico» (art. 9.1 CE). El artículo 6 de la LOPJ
establece que «Los Jueces y Tribunales no aplicarán los reglamentos o cualquier otra
disposición contrarios a la Constitución, a la ley o al principio de jerarquía normativa».
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interpretar y aplicar las normas en contacto con las realidades de la vida y los conflictos
de intereses da lugar a la formulación por el TS de criterios que si no entrañan la
elaboración de normas, contienen desarrollos singularmente autorizados y dignos, con
su reiteración, de adquirir cierta trascendencia normativa». A esto se le añade que la
jurisprudencia forma parte integrante del orden jurídico (complementándolo). Por lo
tanto, aunque sea de segundo orden, la jurisprudencia es también fuente del Derecho.
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las normas jurídicas, procurando que la primacía de las normas jurídicas no pueda ser
puesta en duda por cualquier Tribunal.
Aunque los Jueces y Tribunales inferiores sean libre para interpretar y aplicar el
Ordenamiento jurídico, su criterio queda mediatizado por el propio del TS (art. 12.2
LOPJ); el cual puede casar (anular) las sentencias o resoluciones de aquéllos cuando no
se adecuen a la doctrina jurisprudencial. El recurso de casación foral, contemplado en la
LOPJ y, hasta 1992, también la Ley de Demarcación y Planta (arts. 73.1 y 54.1,
respectivamente). Aquí será competencia el Tribunal Superior de Justicia. Así resulta de
los artículos 1729 y siguientes de la LEC-1881, conforme a la redacción de la Ley
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siempre que la resolución del recurso presente interés casacional.
3. Presenta interés cuando la sentencia recurrida se oponga a doctrina
jurisprudencial del TS o resuelva puntos y cuestiones sobre los que exista
jurisprudencia contradictoria de las Audiencias Provinciales o aplique normas
que no lleven más de cinco años en vigor, siempre que, en este último caso, no
existiese doctrina jurisprudencial.
[22]
Pues bien, para casar una sentencia por infracción de la jurisprudencia o por interés
casacional se requiere en primer lugar que la doctrina jurisprudencial en que se
fundamente el recurso haya sido dictada en un caso similar; lo que, en definitiva, significa
que las normas jurídicas aplicables sean sustancialmente las mismas. En segundo lugar,
se requiere que la argumentación realizada por el Tribunal en los fundamentos de Derecho
haya sido precisamente la causa determinante del fallo (ratio decidendi) y no una mera
consideración o argumentación hecha incidentalmente, o de pasada, o referida a una
cuestión marginal (obiter dicta).
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Hay que hallar, ahora, el punto de contacto entre el ordenamiento y la realidad social;
para ello y sobre la base de los conceptos, el aplicador del Derecho debe decidir en qué
categoría de instituciones o conceptos se debe integrar la situación planteada. Esa labor
se conoce como calificación. Si el legislador ha regulado una determinada situación social
típica, creando ad hoc la institución adecuada y definiéndola con los rasgos que esa
situación posee en la vida real, el aplicador del Derecho no encontrará graves problemas.
Pero también con cierta frecuencia, el aplicador del Derecho no encuentra una institución
concreta perfectamente adecuada que recoja la regulación de la situación. Así sucede
cuando el legislador no se adapta con presteza a las nuevas necesidades sociales o es
insensible a las nuevas situaciones.
Cuando sucede, el aplicador debe buscar soluciones sobre la base de las instituciones
jurídicas existentes; de esta manera se le acabarán aplicando las normas que regulen la
institución más parecida y compatible con esa nueva situación. Esto se conoce como
analogía.
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anticuada o la situación que se plantea reviste particularidades que la apartan de la
tipicidad. Cuando en la práctica se dan notas atípicas, se hace necesaria una tarea de
adaptación del tenor de las normas. Este, junto con la averiguación del sentido de las
normas, es el cometido de la interpretación.
2. La analogía
[24]
Esta forma de emplear la analogía se conoce como analogia legis, es decir, un vacío
normativo concreto es rellenado acudiéndose a otra norma concreta y determinada.
Pero también puede ocurrir que ni siquiera se encuentra una norma legal específica
que regule un supuesto tan similar al carente de regulación. Aquí se puede emplear la
analogía dando entrada a los principios generales del Derecho que son aplicables
mediante esa técnica de la analogía. Este tipo de analogía se llama analogia iuris. Dentro
de los principios generales del Derecho están los principios sistemáticos que se hallaban
mediante un proceso de inducción, a través del cual la ratio determinante del mandato
contenido en un conjunto de normas, por abstracción, era asilada y formulada como regla
general. Ese proceso da como resultado la formulación de principios que deben ser
aplicados en defecto de disposición legal o consuetudinaria; es decir, se deben aplicar
como fuente del Derecho subsidiaria de segundo grado. Este proceso es la analogia iuris.
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que el criterio que inspira a la norma que resuelve un caso concreto, sea adecuado y apto;
esto es, que la ratio decidendi valga para el caso regulado y los similares. Luego la función
de semejanza ha de ser decidida en casa caso.
Pero puede ocurrir que, aun dándose efectivamente sus condiciones, sin embargo, el
recurso a la analogía se encuentre vedado, como ocurre con las normas penales; según el
art. 4.2 CC «no se aplicarán a supuesto ni en momentos distintos de los comprendidos
expresamente en ellas»:
[25]
Plantado desde la óptica de los Jueces, así lo dispone el art. 1.7 del CC. Ahora bien,
desde un punto de vista más acorde con la realidad, el propio legislador abre ciertos
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portillos por los que la omnicomprensividad del ordenamiento no puede identificarse
directamente con el sistema de fuentes establecido, sino que requiere verse completada
con la vivencia práctica de la aplicación cotidiana.
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3.3 La equidad
Se deben aplicar la ley, las costumbres o los principios generales; sin embargo, en
ocasiones, cabe que se resuelva un conflicto aplicando los criterios de justicia que a su
entender produzcan la mejor solución. Cuando se falla un conflicto sobre esta base se dice
que se está fallando en equidad. Esto ocurre, por ejemplo, cuando en vez de acudir a un
Juez, se designa un árbitro para que resuelva un conflicto sobre la base de la equidad: el
llamado arbitrio de equidad, en el cual el árbitro falla «según su saber y entender» (art.
4.1 de la derogada Ley 36/1988, de Arbitraje) o «en conciencia» o «et aequo et bono»
como afirma el punto VII de la Exposición de motivos de la vigente Ley 60/2003, de 23
de diciembre, de arbitraje.
Esta posibilidad es excepcional. Así lo dispone el artículo 3.2 del CC que «las
resoluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en ella (en la
equidad) cuando la ley expresamente lo permita».
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normas» (art. 3.2 CC). La equidad se emplea como instrumento en la aplicación del
mismo, sirviendo para adaptar la generalidad y el rigor de las normas jurídicas a las
circunstancias del caso concreto. Si se producen resultados desmesurados o injustos, debe
mitigar su rigor; debe ponderarla. Un claro ejemplo está en el artículo 1103 del CC cuando
establece que la responsabilidad en que incurre el deudor que incumple negligentemente
una obligación «podrá ser moderada por los Tribunales según los casos».
[27]
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Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto,
los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas.
Aquí encontramos cinco criterios: el criterio literal o gramatical, el criterio sistemático
(con el contexto), criterio histórico, criterio sociológico y el criterio lógico o teleológico.
Ya en el siglo XIX, Savigny formuló la teoría de la interpretación normativa sobre la base
de establecer como criterios técnicos de indagación del sentido de las normas los
fundamentos gramaticales, sistemáticos, históricos y lógicos de ellas.
1. Que la libertad del intérprete sigue siendo igual de amplia que antes de la
reforma del Título preliminar, sino superior, dada la incorporación del criterio
sociológico. De tal manera, es dudoso que pueda recurrirse en casación por
infracción del propio artículo 3.
2. Que no haya una jerarquía legal entre los diversos criterios interpretativos, sino
una mera indicación de técnicas interpretativas.
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de sus palabras». Pero las palabras no tienen un único sentido propio. En realidad, la
consecuencia que se quiere imponer es la de evitar interpretaciones que fuercen el tenor
literal de la norma más allá de unos límites razonablemente permisibles. Por ello se dice
que cuando el sentido de una norma se desprende con claridad de las palabras que emplea,
no hace falta interpretar (in claris non fit interpretatio).
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La combinación de todos estos elementos o criterios de interpretación puede producir
como resultado que se asigne a la norma un sentido alejado del que a primera vista pueda
parecer que se desprende estrictamente de sus palabras. Por eso quiebra la regla de que
in claris non fit interpretatio.
Con espíritu de la norma se hace referencia a que las normas se encuentran animadas
de una fuerza que sobrepasa el tenor estricto de sus palabras y que está separada de la
motivación concreta que indujo a un determinado legislador a dictarla. Es preferible una
interpretación que procure objetivar el espíritu o voluntad de la norma, como algo
independiente del espíritu o voluntad del autor de ella. Esto es posible cuando la adecuada
técnica legislativa así lo consiente. Se puede dictar una norma que en su tenor dé cabida
[29]
Las normas que imponen limitaciones a la libertad de los sujetos o que restringen sus
derechos han de ser interpretadas restrictivamente, porque son normas odiosas (odiosa
sunt restingenda). A la inversa, las normas que favorecen la libertad de los sujetos o les
dispensan mejor trato, deben interpretarse extensivamente (favorabilia sunt amplianda).
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También se efectúan clasificaciones atendiendo al sujeto que interpreta. En primer
término, se distingue la interpretación auténtica que se identifica con las reglas
interpretativas incorporadas por el propio legislador a la norma que debe ser interpretada.
Por ejemplo, el artículo 346 del CC.
[30]
5.1 La publicación
En el art. 9.3 de la Constitución, se establece que ésta «garantiza […] la publicidad de
las normas». El artículo 91 establece que el Rey ordenará su inmediata publicación. Con
anterioridad, el CC establecía como presupuesto necesario y requisito sine qua non de la
vigencia de las leyes su publicación, su completa publicación, en el BOE o Gaceta de
Madrid o la Gaceta. Los Ordenamientos jurídicos modernos no admiten la existencia de
disposiciones normativas secretas. Toda norma jurídica escrita debe ser publicada para
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que su mandato normativo resulte cognoscible a los ciudadanos.
[31]
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nueva ley que la contradiga o derogue. En tal caso, el art. 2.2 del CC dice que «las leyes
sólo se derogan por otras posteriores».
Derogar, pues, significa dejar sin efecto, sin vigor, una ley preexistente por publicarse
una nueva disposición normativa que contempla o regula los mismos supuestos o materias
que la antigua. La derogación depende en exclusiva de lo que disponga la nueva ley:
De ahí que el art. 2.2 del CC se limite a decir que «la derogación tendrá el alcance que
expresamente se disponga y se extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva,
sobre la misma materia, sea incompatible con la anterior». La derogación puede tener
lugar de dos formas fundamentales:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
disposiciones normativas contrastantes; aunque el legislador no haya
manifestado la eficacia derogatoria de la nueva disposición, ésta se produce
por imperativo del art. 2.2 del CC.
[32]
Al contrario, si optamos por defender la vigencia del RDL 2/1985 sólo respecto de los
contratos celebrados con posterioridad a la entrada en vigor, estaremos predicando su
carácter irretroactivo: su incapacidad para regular situaciones ya reguladas por la ley
anterior. En este caso, el RDL 2/1985 contiene una disposición transitoria que dice: «Los
contratos de arrendamiento […] celebrados con anterioridad seguirán rigiéndose en su
totalidad por lo dispuesto en el texto refundido de la Ley de Arrendamientos Urbanos y
demás disposiciones vigentes», es decir, el Real Decreto-ley es irretroactivo: sólo se
aplicará a los contratos de arrendamiento que se celebren tras su entrada en vigor.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
seguridad jurídica».
Desde los trabajaos preparatorios del Code Napoléon hasta nuestros días, la
irretroactividad de las leyes ha estado conectada al principio de seguridad jurídica: como
regla, los actos realizados bajo un determinado régimen normativo no deben verse
enjuiciados con al ley nueva. Ahora bien, la irretroactividad tendencial a la que apunta
nuestro ordenamiento dista mucho de ser una regla absoluta:
[33]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
prescindirse del conocimiento real de las normas por su destinatarios, de tal suerte que la
norma se aplicará, sea conocida o no.
En primer término, las normas deben ser objeto de publicidad (art. 9.3 CE). Esta
publicidad implica la teórica posibilidad de que cualquiera pueda tener acceso a la norma
en cuestión. Ahora bien, un ciudadano cualquiera tendrá muchos problemas para
encontrar el sentido de la norma publicada. Por eso se establece la regla de la efectividad
del ordenamiento y deber de cumplimiento de las normas, sean o no conocidas. Así lo
expresa el artículo 6.1 del CC, cuando dice que «la ignorancia de las leyes no excusa de
su cumplimiento». Por consiguiente, aun sin que exista el deber de conocer las normas y
sin que éstas sean efectivamente conocidas, sí existe el deber general de cumplimiento.
[34]
ciertos límites y condiciones: sólo será válida cuando no contraríe el interés o el orden
público ni perjudique a terceros.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
8. La violación de las normas: actos contrarios a las normas imperativas
y actos en fraude a la ley.
[35]
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del número de extranjeros en los equipos de fútbol, cabría que un jugador extranjero
contrajera matrimonio adquiriendo la nacionalidad por el transcurso de un año de
residencia en España (art. 22.2 CC) y dejando un hueco en su club. No es ilícito que un
extranjero contraiga matrimonio con una española; tampoco lo es que, mediante un año
de residencia, ese extranjero adquiera la nacionalidad española; pero el resultado que
realmente persigue sí lo es: eludir la aplicación de las normas que regulan la composición
de los equipos de fútbol.
Dispone el mencionado art. 6.4 que los actos ejecutados en fraude a la ley «no
impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[36]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La clasificación de las relaciones jurídicas puede hacerse desde tantos puntos de vista
distintos que resultaría interminable, al tiempo que una precisa categorización de las
relaciones jurídicas supondría un conocimiento institucional. Ante ello, para el Derecho
civil existirán básicamente cuatro tipos de relación jurídica en los que el contenido
fundamental sería el jurídico-obligatorio, el real, el familiar y el sucesorio. Como
presupuesto de la relación jurídica, habría de considerarse la existencia del dato personal,
es decir, de los sujetos o protagonistas de la relación jurídica: las personas, que son los
únicos titulares de derechos y obligaciones según el ordenamiento jurídico:
[37]
1. Los sujetos de la relación jurídica. Dado que los derechos y deberes sólo
pueden atribuirse a las personas, es evidente que en toda relación jurídica el
componente personal es estructuralmente necesario. La persona que tiene
derecho a algo se denomina sujeto activo. Por el contrario, quien se encuentra
obligado a reconocer, satisfacer o hacer efectivo el derecho de cualquier otra
persona, merece la calificación de sujeto pasivo. La posición de sujeto activo
o pasivo puede ser desempeñada por una o varias personas.
2. El objeto de la relación jurídica. Es la realidad material o social subyacente en
la relación intersubjetiva, así el substrato característico de la relación jurídica
acaba coincidiendo con el sector de la realidad social analizado. En las
relaciones obligatorias, el objeto es la actividad o conducta propia de la persona
obligada al cumplimiento de algo; en las relaciones jurídico-reales, las cosas
sobre las que recaen los derechos reales, etc.
3. El contenido de la relación jurídica. Se entiende por tal el entramado de
derechos y deberes que vinculan a los sujetos o partes de la relación jurídica,
que se sitúan en una posición de poder o, por el contrario, de deber.
La situación de poder implica que una persona tiene autoridad suficiente para reclamar
a cualesquiera otras una posición de sumisión y respeto del propio derecho.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La situación de deber implica que un determinado sujeto se encuentra vinculado a la
realización de un determinado comportamiento respetuoso del derecho ostentado por
cualquier otra persona.
El Ordenamiento jurídico persigue crear cauces y garantías para que esa libertad de
decisión personal pueda ser adecuadamente ejercitada; al mismo tiempo, procura
establecer los criterios de resolución de los conflictos y litigios que surgen. También debe
ser garantizada la libertad frente a las agresiones que pueden proceder de otros sujetos
privados, individual o colectivamente considerados. El Ordenamiento jurídico, en
consecuencia, debe facilitar los medios necesarios a las personas para que éstas persigan
[38]
sus propios fines y desarrollen su personalidad de la manera que tengan por conveniente,
dentro del respeto a la libertad de los demás. No basta, por ello, con crear baluarte de
defensa de la persona frente a la posible agresión estatal, sino que es necesario defenderla
frente a todo tipo de agresión.
El «tener derecho a…» significa ostentar el poder de exigir algo a alguien: el poder de
exigir la observancia de una determinada conducta. Por ello suele definirse el derecho
subjetivo como la situación de poder concreto otorgada por el Ordenamiento jurídico a
un sujeto para que defienda y satisfaga sus propios intereses.
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La idea de derecho subjetivo constituye un concepto unitario que se encuentra
compuesto de una serie de posibilidades de actuación que son susceptibles de distinción
y de utilización separada por su titular. A tales posibilidades de actuación se les conoce
como facultades.
Por tanto, las facultades son, por principio, de menor amplitud objetiva que el derecho
subjetivo y se han de considerar dependientes de la vida o dinámica del propio derecho
subjetivo matriz. La mayor parte de las facultades pueden desgajarse o independizarse
del derecho subjetivo matriz una vez constituido y generar un nuevo derecho subjetivo
derivado que tendrá un menor alcance o contenido menor.
La facultad de goce del propietario (art. 348) puede dar lugar al nacimiento del derecho
de usufructo (art. 467). Es más fácil de comprender que el alquiler de cualquier cosa
otorga al arrendatario el derecho subjetivo de usar la cosa durante el tiempo previsto y en
las condiciones pactadas. En consecuencia, la caracterización de cualquiera de las
posibilidades de actuación como mera facultad, depende no sólo de disquisiciones
lógicas, sino de circunstancias concretas motivadas ora por el propio Ordenamiento
jurídico, ora por el titular del derecho subjetivo.
[39]
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Ejercitar un derecho es hacer uso del poder que comporta. El derecho de propiedad,
por ejemplo, se ejercita al decidir el destino que se da a la cosa propia, su explotación, su
cesión a otro sujeto. Ahora bien, no es preciso que se el propio titular quien ejercite sus
derechos subjetivos. Cabe, por el contrario, que sean ejercidos materialmente por otra
persona. Esto ocurre, necesariamente, cuando el titular es incapaz de ejercitar sus
derechos, por ejemplo, cuando no ha alcanzado la edad suficiente. Cuando tal sucede, el
ordenamiento jurídico establece que los derechos del incapaz sean ejercidos por sus
representantes legales. También puede ocurrir que encomiende su ejercicio a otra persona
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por mediación de un representante.
Ejercitar los derechos persigue procurar satisfacción al interés del titular, que es
precisamente lo que justifica el otorgamiento del derecho subjetivo de que se trate. Por
ello el titular de un derecho subjetivo, para satisfacer su interés, puede ejercitar el
conjunto de facultades o poderes concreto que forman parte de su derecho. Ahora bien,
en el ejercicio existen límites que restringen la posibilidad o las modalidades del ejercicio
de los derechos.
[40]
Aquí se agrupan las consecuencias relativas al ejercicio de los derechos nacidas a causa
de la concurrencia de diversos derechos recayentes sobre un mismo objeto o que
despliegan su eficacia en un ámbito que puede verse afectado por diversos derechos
contrastantes entre sí. Por tanto, los límites vienen dados por un factor externo o
extrínseco al ejercicio del derecho.
Se comprenderá que una de las funciones básicas del Ordenamiento jurídico consiste
en erradicar en la medida de lo posible las situaciones posibles de colisión de derechos.
El sistema está lleno de una jerarquización de unos derechos sobre otros lo que implica
situar a algunos derechos en posición de subordinación respecto de otros, atendiendo a
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criterios decisorios y a razones de política jurídica de muy diverso orden. Así:
[41]
incompatible el ejercicio simultáneo de todos los cotitulares. Se rigen por las reglas
establecidas en los artículos 392 y siguientes del Código Civil.
El Ordenamiento jurídico exige que los derechos subjetivos sean ejercitados conforme
a su propia función y significado, vetando su ejercicio de manera desorbitada o contraria
a los parámetros de conducta socialmente asumidos. Tal delimitación se lleva a cabo por
el Ordenamiento (jurisprudencia) acudiendo a unos conceptos acogidos en el Título
preliminar del CC: la buena fe y el abuso del derecho. Constituyen límites intrínsecos,
esenciales o institucionales, en cuanto el ejercicio de cualquier derecho ha de realizarse
de acuerdo con tales principios generales del Derecho.
5.1 La buena fe
El art. 7 dispone que «los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la
buena fe». Lo derechos (y también los deberes) deben materializarse de conformidad con
el modelo de conducta que socialmente es considerado honesto y adecuado.
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de derecho que actúa de mala fe y, de otro lado, una referencia en sentido objetivo en
materia de integración del contrato (art. 1258). Naturalmente siempre ha sido considerada
por doctrina y jurisprudencia como un principio general del Derecho de carácter
expansivo.
[42]
1. Los dos primeros apartados del precepto establecen la necesidad de adecuar las
actuaciones procesales a las exigencias de la buena fe, sea de forma positiva
(reclamando la aplicación de las «reglas de la buena fe»), sea por vía negativa
(excluyendo el abuso de derecho o el fraude de ley o procesal, apartado 2).
2. El apartado 3 prevé la posibilidad de que a la parte procesal que haya
conculcado las reglas de la buena fe se le puedan imponer multas coercitivas,
que llegan hasta los 6.000€.
3. Finalmente, el apartado 4 regula el supuesto de que la vulneración de las reglas
de la buena fe llevada a cabo por los profesionales intervinientes en el proceso,
en cuyo caso puede instarse la correspondiente sanción disciplinaria.
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Algunas afirmaciones mantenida en relación con la buena fe han de entenderse
reiteradas respecto del abuso del derecho: se incorpora al CC por una reforma de 1973-
1974. La fijación de fronteras definidas entre la buena fe y el abuso del derecho resulta
tarea cuasi hercúlea.
1. El clásico axioma qui iure suo utitur neminem laedit, proclamado en las fuentes
romanas y que se plasmó, dentro de nuestro Derecho histórico en la regla non
fase tuerto a otro, quien usa de su derecho (Partida 7.ª), quiere decir que el
ejercicio del derecho es lícito aun cuando, merced de él, se lesionen simples
intereses de terceras personas… mas no debe darse a esa máxima un alcance
[43]
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demasiado literal y absoluto, que la pondría en pugna con las exigencias éticas
del Derecho.
2. La doctrina moderna ha elaborado la teoría llamada del abuso del derecho,
sancionada ya en los más recientes ordenamientos legislativos, que consideran
ilícito el ejercicio de los derechos cuando sea abusivo; la conformidad
sustancial del pensamiento jurídico moderno en torno a la idea de que los
derechos subjetivos, aparte de sus límites legales, tienen otros de orden moral,
teleológico y social, y que incurre en responsabilidad el que traspasa en
realidad los impuestos al mismo por la equidad y la buena fe, con daño para
terceros o para la sociedad. El abuso del derecho tiene tres notas esenciales:
a. Uso de un derecho, objetiva o externamente legal.
b. Daño a un interés (de terceros) no protegido por una específica
prerrogativa jurídica.
c. Inmoralidad o antisocialidad de ese daño, manifestada en forma
subjetiva (cuando se actúa con la intención de perjudicar o
sencillamente sin un fin serio y legítimo) o bajo la forma objetiva
(cuando proviene de exceso o anormalidad en el ejercicio del derecho)
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
dicha contemplación era limitada. Lo contrario ocurre en CC, el apartado 2 del vigente
artículo 7 dispone que
la Ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión,
por su objeto o por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites
normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente
indemnización y a la adopción de las medidas juridiciales o administrativas que impidan la
persistencia en el abuso.
La LOPJ impone a los Jueces y Tribunales «rechazar fundadamente las peticiones,
incidentes y excepciones que se formulen con manifiesto abuso del derecho o entrañen
fraude de ley o procesal». Conforme al CC, los presupuestos de aplicación del abuso del
derecho son:
[44]
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Conviene concluir recordando una serie de precisiones jurisprudenciales contrastadas
que pretenden poner coto a su utilización indiscriminada:
Son numerosísimas las sentencias del TS que recurren a la idea de la doctrina de los
actos propios, rechazando el ejercicio de un derecho cuando resulta incompatible con la
conducta anteriormente observada por su titular respecto del mismo derecho o de las
[45]
facultades que lo integran, conforme a la tradición medieval nemo potest venire contra
factum proprium.
En tal sentido, la regla contra factum proprium non venire constituye un límte
institucional más del ejercicio de los derechos subjetivos que, además, ha sido
incorporado a la jurisprudencia constitucional desde el primer año de funcionamiento del
TC. Finalmente, el art. 111-8 de la Ley 29/2002, de 30 de diciembre, primera Ley del CC
de Cataluña, recoge que «Nadie puede hacer valer un derecho o una facultad que
contradiga la conducta propia observada con anterioridad si ésta tenía una significación
inequívoca de la cual derivan consecuencias jurídicas incompatibles con la pretensión
actual».
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[46]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
el caso de que termine por reclamar sus intereses en un momento tan tardío que,
razonablemente, el sujeto pasivo no pensara que tal derecho se encontraba vivo y activo.
El fenómeno, además se agravaría, en términos teóricos, si pensamos que en nuestro
sistema jurídico la mayor parte de los derechos y obligaciones se transmiten en virtud de
herencia.
Tanto el Derecho positivo cuanto las propias previsiones de los particulares (relaciones
contractuales) suelen ser bastante prolíficos en el señalamiento de plazos o períodos
temporales, cuya finalización acarrea la pérdida para el titular de los derechos subjetivos
de la posibilidad de ponerlos en acción. La configuración de tal decadencia temporal
puede realizarse técnicamente de dos maneras diversas.
[47]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
que formen parte de un día hábil.
Los plazos expresados por horas se contarán de hora en hora y de minuto en minuto desde la hora
y minuto en que tenga lugar la notificación o publicación del acto de que se trate y no podrán
tener una duración superior a veinticuatro horas, en cuyo caso se expresarán en días.
2. Siempre que por Ley o en el Derecho de la Unión Europea no se exprese otro cómputo, cuando
los plazos se señalen por días, se entiende que éstos son hábiles, excluyéndose del cómputo los
sábados, los domingos y los declarados festivos.
Cuando los plazos se hayan señalado por días naturales por declararlo así una ley o por el Derecho
de la Unión Europea, se hará constar esta circunstancia en las correspondientes notificaciones.
3. Los plazos expresados en días se contarán a partir del día siguiente a aquel en que tenga lugar
la notificación o publicación del acto de que se trate, o desde el siguiente a aquel en que se
produzca la estimación o la desestimación por silencio administrativo.
4. Si el plazo se fija en meses o años, éstos se computarán a partir del día siguiente a aquel en que
tenga lugar la notificación o publicación del acto de que se trate, o desde el siguiente a aquel en
que se produzca la estimación o desestimación por silencio administrativo.
El plazo concluirá el mismo día en que se produjo la notificación, publicación o silencio
administrativo en el mes o el año de vencimiento. Si en el mes de vencimiento no hubiera día
equivalente a aquel en que comienza el cómputo, se entenderá que el plazo expira el último día
del mes.
5. Cuando el último día del plazo sea inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil
siguiente.
[48]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
cómputo los sábados, domingos y festivos.
3. Los plazos señalados por meses o por años se computarán de fecha a fecha.
Cuando en el mes del vencimiento no hubiera día equivalente al inicial del cómputo, se entenderá
que el plazo expira el último del mes.
4. Los plazos que concluyan en sábado, domingo u otro día inhábil se entenderán prorrogados
hasta el siguiente hábil.
2. La prescripción
[49]
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(art. 1969). Hay algunas especialidades contenidas en los artículos 1970 a 1972, las cuales
no atentan contra la regla general referida:
La expresión «desde el día en que pudieron ejercitarse» los derechos (o las acciones
según el tenor literal del CC) significa que debe iniciarse el cómputo del plazo
prescriptivo desde que el titular del derecho tuvo conocimiento (o puedo razonablemente
tener conocimiento).
[50]
debe computarse desde las cero horas, es evidente que el plano finaliza a las 00.00h del
día 3 de mayo de 1993, es decir, tiene hasta el 12 de mayo de 1993.
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misma. El artículo 1935 autoriza «renunciar la prescripción ganada» a todas las personas
con capacidad para enajenar, al tiempo que prohíbe renunciar al «derecho de prescribir
para lo sucesivo». Parece claro que la situación de poder otorgada al beneficiario es
realmente un derecho subjetivo autónomo al que puede renunciarse una vez adquirido y
consolidado; mientras que, por el contrario, la renuncia futura queda vetada de forma
absoluta.
1. Los derechos reales sobre bienes inmuebles prescriben a los 30 años (art.
1963), salvo la acción hipotecaria que lo hace a los 20 (art. 1964).
2. Los derechos reales sobre bienes muebles prescriben a los 6 años (art. 1962).
3. Los derechos de crédito o personales cuentan con el plazo general de 15 años,
aplicable salvo que se disponga otra cosa diferente por la ley en cada caso (art.
1964).
4. El derecho a cobrar prestaciones periódicas pagaderas en plazos inferiores a un
año prescribe a los cinco años, en los casos mencionados por el art. 1966 del
CC.
5. A los 3 años prescribe el derecho a cobrar los servicios profesionales y algunos
otros derechos concretos, como la deuda por la adquisición de bienes a un
comerciante (art. 1967).
6. Finalmente, en el plazo de un año prescriben los interdictos posesorio y, asunto
muy importante, el derecho a reclamar la indemnización que nace de
responsabilidad civil extracontractual (art. 1968).
[51]
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conozca su causa si no presenta el recurso de amparo dentro de los «20 días siguientes a
la notificación de la resolución recaída» (art. 43.2 LOTC). Podríamos recordar a Goethe
en aquello de que resulta preferible la injusticia al desorden general.
[52]
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[53]
1. El Derecho de la persona
La razón es que han de ser tenidos en cuenta como posibles sujetos de derechos y
obligaciones tanto los seres humanos propiamente dichos, cuanto ciertas entidades,
agrupaciones o colectivos a los que el Derecho ha personificado por razones de distinta
índole. Por ello, se ha impuesto la necesidad de hablar de persona físicas, de una parte, y,
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
de otra, de persona jurídica.
Por el contrario, las denominadas personas jurídicas son tales en caunto sea reguladas
y admitidas por el Derecho positiva. Así pues, sea por la inmanente personalidad del ser
humano o por la asimilación al mismo, mediante la personificación de ciertas entidades
o agrupaciones de individuos, el Derecho acaba reconociendo o atribuyendo personalidad
tanto a las personas naturales cuanto a las jurídicas. Aunque la doctrina ha impuesto la
expresión de personas físicas para referirse a los seres humanos, nuestro CC sólo utiliza
al respecto el giro de personas naturales (rúbrica del cap. 1º, Tít., II del libro I).
[54]
referirse al conjunto normativo que regula la capacidad de obrar de las personas físicas o
naturales y su incardinación en la sociedad.
Capacidad jurídica significa tener la aptitud o idoneidad necesarias para ser titular de
derechos o/y obligaciones. No es susceptible de graduaciones o matizaciones: se tiene o
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no se tiene; se es persona o no.
[55]
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1. La ausencia declarada.
2. Las restricciones de capacidad impuestas al concursado y al quebrado.
3. El desempeño de cargos y funciones, aun en el caso de compartir un
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determinado régimen de derechos y obligaciones, como ocurriría en el
desempeño de la patria potestad o en el ejercicio de la representación legal.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
susceptibles de libre disponibilidad.
4. El nacimiento
[57]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Hoy día no existe en Derecho privado un régimen jurídico especial del primogénito,
puesto que la situación jurídica de los nacidos es exactamente la misma. Otra cosa es la
consideración de la mayor edad entre los hermanos sirva como criterio de elección entre
ellos (ejemplo, art. 184.2). El art. 57 de la CE declara respecto de la Corona española la
regla excepcional de que «la sucesión en el trono seguirá el orden regular de
primogenitura y representación»; la primogenitura es y sigue siendo determinante para la
sucesión en los títulos nobiliarios (Decreto de 4 de julio de 1948, art. 5).
[58]
Los efectos civiles favorables en los que pensaban tradicionalmente los CC eran la
posibilidad de adquirir bienes de una herencia o en donación. Después, como señaló De
Castro, la posibilidad de que el nacido con daños que tuviera su origen en una negligencia
médica durante la gestación, pudiera reclamar una indemnización; pero también por los
daños sufridos en los bienes que le correspondan o en su situación familiar (muerte del
padre o de la madre). También ha sido considerado «efecto civil favorable» que una mujer
embarazada solicite la pensión de alimentos antes de que el hijo nazca y en previsión de
su nacimiento (SSAP de Cuenca, de 27 de mayo de 1999, La Coruña, 26 abril, de 2012).
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5. La extinción de la personalidad: la muerte
[59]
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5.3. La conmoriencia
La determinación del momento de la muerte adquiere tintes de particular complejidad
cuando fallecen simultáneamente dos o más personas que tuvieran recíprocamente
derecho a heredar a las otras. En tales casos, desde el Derecho romano—pasando por las
Partidas—, hasta la aprobación del CC, se solucionó el tema recurriendo a una serie de
presunciones, basadas en la fortaleza física de los conmorientes, de forma tal que:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Nuestro Código introdujo una regla distinta en el art. 33, en defecto de prueba en
contrario, se reputa que los conmorientes han fallecido de forma simultánea y, por ende,
«no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro». El tenor literal es tributario de
la occasio legis, es decir, parte de la base de que los conmorientes son herederos entre sí.
No obstante, debe mantenerse incluso en el supuesto de que, siendo la muerte simultánea,
su causa y lugar sean diferentes. La razón, según el Prof. Puig Ferriol, es que no se refiere
al fallecimiento de personas en supuestos de catástrofes. Ergo, la norma deberá aplicarse
a todo caso de duda sobre la supervivencia entre dos personas fallecidas simultáneamente.
[60]
protección civil del honor, la intimidad o la imagen a los herederos o parientes (en defecto,
MF); como expresa la Exposición de Motivos de dicha Ley: «aunque la muerte del sujeto
de derecho extingue los derechos de la personalidad, la memoria de aquél constituye unja
prolongación de esta última que debe también ser tutelada por el Derecho».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
del Código Penal.
Sólo a partir del primer tercio del siglo XX, partiendo de las consideraciones realizadas
por el jurista Otto von Gierke se ha subrayado doctrinalmente la trascendental
[61]
importancia del tema. La razón radica en el seguimiento del método exegético respecto
de los CC.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
7.1. La vida y la integridad física
La protección jurídica de la persona parte del reconocimiento del derecho a la vida y
a la integridad física, contemplado en el art. 15 de la CE: «Todos tiene derecho a la vida
y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura
ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte».
Posteriormente, la LO 11/1995, de 27 de noviembre, ha declarado abolida finalmente la
pena de muerte, incluso en tiempo de guerra.
Esto también tiene repercusión civil, en cuanto que cualquier agresión o lesión de la
vida o integridad física, aunque no constituya delito, da origen a la responsabilidad
extracontractual.
[62]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
En dicho marco de ideas se inscribe la vigente legislación sobre trasplantes y de ahí
que España siga liderando la tasa mundial de donantes de órganos por cada millón de
habitantes: Ley 30/1979, de 27 de octubre, sobre extracción y trasplante de órganos (LTO)
y el RD 2070/1999, de 30 de diciembre, que ha introducido modificaciones en los criterios
de determinación de la muerte y en la posibilidad de obtención de órganos humanos.
Actualmente, hay que presentar especial atención al RD 1723/2012, de 28 de diciembre,
donde se regulan las actividades de obtención, utilización clínica y coordinación
territorial de los órganos humanos destinados al trasplante y se establecen requisitos de
calidad y seguridad; y el RD 9/2014, de 4 de julio, que establece las normas de calidad y
seguridad para la donación, la obtención, la evaluación, el procesamiento, la
preservación, el mantenimiento y la distribución de células y tejidos humanos.
Estas disposiciones toman como idea motriz que el altruismo y la solidaridad que
deben caracterizar las relaciones sociales conllevan la permisividad y licitud de la cesión
de órganos siempre que se respeten los principios legales en la materia:
[63]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
existir oposición, la extracción de órganos es lícita y posible. Una vez fallecido, la
voluntad de los familiares al respecto resulta intrascendente. En la práctica hospitalaria,
la oposición de los familiares a la extracción de órganos del difunto suele conllevar de
facto la inaplicación del artículo 5 LTO y, a la postre, la imposibilidad de obtención de
órganos.
8. El derecho a la libertad
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
nadie puede quedan vinculado contractualmente con otra persona de forma tal
que su libertad quede excluida de forma vitalicia (art. 1583).
3. La libertad de fijación de residencia y de circulación por el territorio nacional,
incluyendo la entrada y salida del país, en los términos que la ley establezca
(art. 19).
4. La libertad ideológica y de expresión [arts. 16 y 20.1.a)].
5. La libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica [art.
20.1.b)].
6. La libertad de cátedra [art. 20.1.c)], desarrollada por el art. 3 de la LO 8/1985,
de 3 de julio, reguladora del derecho a la educación; por el art. 2 de la LO
11/1983, de 25 de agosto, de reforma universitaria y, posteriormente, por los
arts. 2.3 y 33.2 de la LO 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades.
7. La libertad informativa [art. 20.1.d)], que recibe el oportuno contrapeso en la
LO 2/1984, de 26 marzo, reguladora del derecho de rectificación. En su virtud
«toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de rectificar la información
difundida por cualquier medio de comunicación social de hecho que la aludan,
que considere inexactos y cuya divulgación pueda causarle prejuicios» (art. 1).
En desarrollo de la libertad de los profesionales de la información, la LO
2/1997, de 19 de junio, desarrolla una denominada cláusula de conciencia a su
favor.
[65]
9.1 Introducción
El art. 15 CE, junto a la integridad física, considera el derecho que tenemos todos a la
integridad moral, esto es, al reconocimiento de la propia dignidad y al respeto y
consideración por parte de los demás miembros de la comunidad; se plasma y concreta
en el art. 18.1: «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la
propia imagen»; desarrollada por la LO 1/1982, de protección civil del derecho al honor,
a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Los restantes párrafos del art. 18
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
de la CE realizan una concreción inicial de la intimidad personal y familiar, al garantizar
la inviolabilidad del domicilio (párr. 2); el secreto de la correspondencia y de las
comunicaciones telegráficas y telefónicas (párr. 3) y la limitación del uso de la
informática (párr. 4).
[66]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
afirmara el TS el 7 de febrero de 1962. Desde el punto de vista negativo, es más fácil
identificar los actos en cuya virtud una persona queda deshonrada; por ello «la
jurisprudencia, pues, sin dar un concepto teórico y general del honor, lo identifica con la
fama, consideración, dignidad, reputación, crédito, sentimiento de estimación, prestigio,
etc.».
El derecho a la propia imagen significa que para hacer pública una imagen es necesario
contar con su consentimiento. Así, la apropiación del derecho a la propia imagen con
fines publicitario y/o comerciales constituye una intromisión ilegítima (art. 7.6 LOHIP).
26 de febrero (Pon Sr. Martín Castán), considera que la libertad de expresión comprende
la crítica de la conducta del otro, aun cuando sea desabrida y pueda molestar.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
reputación y buen nombre, así como la revelación o publicación del contenido de cartas, memorias
u otros escritos personales de carácter íntimo.
4. La revelación de datos privados de una persona o familia conocidos a través de la actividad
profesional u oficial de quien los revela
5. La captación, reproducción o publicación por fotografía, filme o cualquier otro procedimiento,
de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de ellos, salvo los
casos previstos en el artículo 8.2.
6. La utilización del nombre, de la voz o de la imagen de una persona para fines publicitarios,
comerciales o de naturaleza análoga.
7. La imputación de hechos o la manifestación de juicios de valor a través de acciones o
expresiones que de cualquier modo lesionen la dignidad de otra persona, menoscabando su fama
o atentando contra su propia estimación, (redactado así por CP, LO 10/1995)
8. La utilización del delito por el condenado en sentencia penal firme para conseguir notoriedad
pública u obtener provecho económico, o la divulgación de datos falsos sobre los hechos
delictivos, cuando ello suponga el menoscabo de la dignidad de las víctimas; añadido por la LO
5/2010, de 22 de junio)
Hay excepciones previstas en el art. 8 de la propia LO 1/1982 y en la LO 4/1997, de 4
de agosto, por la que se regula la utilización de videocámaras por las FCSE que en su
art. 2.1 establece que «la captación, reproducción y tratamiento de imágenes y sonidos,
en los términos previstos en esta Ley, como las actividades preparatorias, no se
considerarán intromisiones ilegítimas en el derecho al honor, a la intimidad personal y
[68]
familiar y a la propia imagen». Por otro lado, se han considerado conductas atentatorias
contra la intimidad familiar y «domiciliaria» las inmisiones de olores y ruidos procedentes
de un parte temático (STS de 5 de junio de 2014).
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
c. La información gráfica sobre un suceso o acaecimiento público cuando la imagen
de una persona determinada aparezca como meramente accesoria.
[69]
De otro lado, lo dicho es así «salvo las excepciones establecidas en casos especiales
por este Código». Con ello se indica que existen supuestos en el CC y en otras leyes que
requiere una edad superior, por lo que acaso cupiera hablar de una capacidad de obrar
especial para casos específicos (para adoptar, 25 años, según el art. 175.1). Aún así, según
el art. 315.1 del CC, redactado por la Ley 11/1981 para adaptarlo al mandado de la CE en
su artículo 12: «la mayoría de edad empieza a los 18 años cumplidos».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
obstante la tesis inicial de Unión de Centro Democrático (compartida por Alianza
Popular): otorgar en dicho momento cronológico la mayoría de edad política y dejar a la
ley ordinaria el establecimiento de las distintas edades capacitadoras. Sin embargo, el
Grupo Socialista y de Minoría Catalana, mantuvieron la postura de que la mayoría de
edad debía reconocerse a todos los efectos a los 18 años, argumentando que, en otro caso,
se produciría la incongruencia de que se podría ostentar un cargo público estando
sometido a la patria potestad, sin olvida la necesidad de reconocer la plena incorporación
de la juventud a la vida ciudadana.
[70]
No sólo era conveniente u oportuno, sino que venía requerido por la lógica interna de
nuestro sistema jurídico: admitido que la mayoría de edad se encuentra en estrcita
dependencia de la formación e instrucción de los jóvenes, así como de su aptitud real
para desenvolverse en las relaciones sociales por ´si mismos y de la asunción de su
particular esfera de responsabilidad, no dejaba de ser incongruente que se pretendiera
mantener en los 21 años, cuando:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
1.3. La constitucionalización de la mayoría de edad
¿Cómo enjuiciar, pues, la constitucionalización de la mayoría de edad cuando siempre
ha dio una cuestión extraña a la Constitución? Tanto fuera como dentro del Parlamento,
se emitieron opiniones contrarias a la inserción constitucional de la mayoría de edad.
Dicha postura, mantenida por juristas y políticos conservadores, se asentaba en
argumentación que hacían hincapié en el hecho de que, propiamente hablando, la mayoría
de edad nunca ha sido materia constitucional, dado que la mayor flexibilidad de la
legislación ordinaria permite una mejor adecuación a la realidad concreta; dejando a las
ramas del Derecho el establecimiento de la edad capacitadora del libre desenvolvimiento
de la persona. Para apostillar dichos argumento se insistía sobremanera en el carácter
rígido de nuestra Constitución (superrígida, según otro) y se argumentaba con la hipótesis
de que resultaría cuanto menos asombroso tener que reformar la CE por mor de una
simple cuestión cronológica.
[71]
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2. La minoría de edad
Tal y como manifiesta F. Jordano Fraga «en la realidad del tráfico vemos que cierto
tipo de transacciones elementales se realizan por menores de edad (compra de chucherías
y material escolar, trasporte urbano) y nadie duda de su capacidad para entender su
alcance y manifestar una voluntad libre y vinculante», de ahí que la incapacidad general
del meno ha encontrado dos escollos en el Código, ya que los mayores de 14 años, con
dispensa del Juez de primera instancia, con anterioridad a la Ley 15/2015, podían contraer
matrimonio (antiguo art. 48.CC) y actualmente pueden otorgar testamento (art. 663.1
contrario sensu).
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que la adquisición de la capacidad de obrar es gradual y paulatina. Como manifestaciones
fundamentales, recordamos:
1. El menor puede realizar por sí mismo determinados actos, de acuerdo con las
leyes y sus condiciones de madurez (art. 162.2.1 CC). Dicho planteamiento se
encuentra reforzado tras la reforma del art. 1263 CC por la Ley 26/2015, de 28
de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la
adolescencia, que determina que los menores no emancipados podrán prestar
consentimiento en aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí
mismos o con asistencia de sus representantes, y los relativos a bienes y
servicios de la vida corriente propios de su edad.
2. El menor que haya cumplido 16 años podrá administrar por sí mismo los bienes
que haya adquirido con su trabajo o industria (art. 164.2.3 CC).
3. Los padres no podrán disponer de los derechos de que sean titulares lo hijos,
ni de sus bienes inmuebles, objetos preciosos o valores mobiliarios, salvo que
cuenten con el consentimiento del menor que haya cumplido 16 años
(expresado doc., público) o con autorización judicial.
4. Igualmente es necesario el consentimiento del menor que haya cumplido 16
años cuando sus padre pretendan emanciparle (art. 317).
[72]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
es en gran medida igualmente superflua por redundante con lo ya recogido en otras
normas, como respetar a los familiares, las normas de convivencia de los centros escolares
o a los profesores. Esto muestra la destacada tendencia de nuestros legisladores a
pretender regular absolutamente todo.
Por tanto, la LO 1/1996 ha sido objeto de una amplia revisión: Ley 26/2015, de 28 de
julio; LO 8/2015, de 22 de julio, también denominada modificación del sistema de
protección a la infancia y a la adolescencia. Ésta refuerza el principio del interés superior
del menor y contempla la posibilidad de su ingreso en centros de protección específicos
para menores con problemas de conducta en los que esté prevista la utilización de medidas
de seguridad y de restricción de libertades o derechos fundamentales.
3. La emancipación
[73]
La emancipación por concesión de la Patria fue una figura creada por el Decreto-ley
(franquista) de 7 de marzo de 1937 con miras a incrementar el alistamiento de jóvenes en
uno de los dos ejércitos contendientes en la guerra civil. La doctrina siguió defendiendo
la vigencia de dicho DL hasta tiempos bien recientes y el RRC seguía afirmando que «la
emancipación por concesión de la Patria se inscribe en virtud de certificación de
alistamiento voluntario en tiempo de guerra, expedida por el Jefe del Cuerpo o autoridad
equivalente» (art. 176.2). Actualmente ha de considerarse abrogada, pese a no haber sido
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
derogada el DL de 1937. De hecho, en la vigente redacción del artículo 176 RRC
(conforme al RD 1917/1986, de 29 de agosto) no existe la menor alusión a la figura
comentada.
de una misma moneda: a petición de los menores que hayan cumplido 16 años y acrediten
la conveniencia de la misma, el Juez podrá conceder la emancipación.
En el caso de estar sujetos a tutela (art. 321, redactado por la Ley 21/1987, de 11 de
noviembre), el CC no requiere presupuesto complementario alguno, aunque la solicitud
debe ser fundada. Por el contrario, los que están sujetos a la patria potestad, la libertad
judicial de conceder o no la emancipación requiere que se haya producido alguno de los
supuestos contemplados en el art. 320:
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menor, reintegrarse al sometimiento a la patria potestad, frente al resto que tienen
naturaleza irrevocable. La Ley de Registro Civil (Ley 20/2011) en su artículo 70.4
dispone que «La emancipación tácita o por vida independiente podrá inscribirse mediante
la acreditación documental de la situación de independencia y el consentimiento de
quienes ejercen la patria potestad», al tiempo que establece que «la concesión de
emancipación y la emancipación por vida independiente, como el beneficio de la mayor
edad, no producirán efectos frente a terceros mientras no se inscriban en el RC». Requiere,
el menos, una cierta autonomía económica del menor, sin que por el contrario resulten
determinantes el vivir separadamente de la familia.
Los menores artistas (niños artistas), el RDL 1/1996 aprueba el texto refundido de la
Ley de propiedad intelectual establece en su artículo 44 que «los autores menores de 18
años y mayores de 16, que vivan de forma independiente con consentimiento de sus
padres o tutores o con autorización de la persona o institución que los tengan a su cargo,
tiene plena capacidad para ceder derechos de explotación».
[75]
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Para los emancipados casados, el CC establece una regla especial: «para que el casado
menor pueda enajenar o gravar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles u objetos
de extraordinario valor que sean comunes, basta si es mayor el otro cónyuge, el
consentimiento de los dos; si también es menor, se necesitará, además, el de los padres o
tutores de uno y otro» (art. 324).
Privar de la capacidad de obrar a una persona que goza de ella es una cuestión que
queda única y exclusivamente encomendada a la autoridad judicial: sólo el Juez, tras el
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
correspondiente proceso (regulado en los arts. 756 y ss., de la LEC-2000) y mediante
sentencia, en virtud de las causas establecidas en el art. 200, podrá declarar incapaz a una
persona cualquiera (art. 199 CC).
1º) La incapacitación declarada por la sentencia puede ser total o parcial, es decir,
es graduable. Así lo establece el art. 210: «la sentencia que declare la
incapacitación determinará la extensión y los límites de ésta, así como el
régimen de tutela o guarda a que haya de quedar sometido el incapacitado».
2º) La sentencia por la que se declara la incapacitación es revisable, ya que no tiene
eficacia de cosa juzgada, dado que las condiciones físicas o psíquicas pueden
variar (mejorando o empeorando):
La sentencia recaída en un procedimiento de incapacitación no impedirá que, sobrevenidas
nuevas circunstancias, pueda instarse judicialmente una nueva declaración que tenga por objeto
dejar sin efecto o modificar el alcance de la incapacitación ya establecida (art. 212 CC).
Tanto los artículos 210 como el 212 fueron derogados por la LEC-2000 ddo que su
contenido ha sido incorporado a la propia Ley: El art. 760 sigue declarando el carácter
gradual de la incapacitación; y el art. 761, con ligerísimas variantes, sigue afirmando lo
mismo que el art. 212.
[76]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La autorización será previa a dicho internamiento, salvo que razones de urgencia hicieren
necesaria la inmediata adopción de la medida. En este caso, el responsable del centro en que se
hubiere producido el internamiento deberá dar cuenta de éste al tribunal competente lo antes
posible y, en todo caso, dentro del plazo de veinticuatro horas, a los efectos de que se proceda a
la preceptiva ratificación de dicha medida, que deberá efectuarse en el plazo máximo de setenta
y dos horas desde que el internamiento llegue a conocimiento del tribunal. El inciso «la
autorización será previa a dicho internamiento, salvo que razones de urgencia hicieren
necesaria la inmediata adopción de la medida» del párrafo segundo del artículo 763.1, ha
sido declarado inconstitucional por STC 132/2010, de 2 diciembre (Sala Pleno), con el
efecto establecido en el Fundamento Jurídico 3.
En los casos de internamientos urgentes, la competencia para la ratificación de la medida
corresponderá al tribunal del lugar en que radique el centro donde se haya producido el
internamiento. Dicho tribunal deberá actuar, en su caso, conforme a lo dispuesto en el apartado 3
del artículo 757 de la presente Ley.
2. El internamiento de menores se realizará siempre en un establecimiento de salud mental
adecuado a su edad, previo informe de los servicios de asistencia al menor.
3. Antes de conceder la autorización o de ratificar el internamiento que ya se ha efectuado, el
tribunal oirá a la persona afectada por la decisión, al Ministerio Fiscal y a cualquier otra persona
cuya comparecencia estime conveniente o le sea solicitada por el afectado por la medida. Además,
y sin perjuicio de que pueda practicar cualquier otra prueba que estime relevante para el caso, el
tribunal deberá examinar por sí mismo a la persona de cuyo internamiento se trate y oír el
dictamen de un facultativo por él designado. En todas las actuaciones, la persona afectada por la
medida de internamiento podrá disponer de representación y defensa en los términos señalados
en el artículo 758 de la presente Ley.
[77]
En todo caso, la decisión que el tribunal adopte en relación con el internamiento será susceptible
de recurso de apelación.
4. En la misma resolución que acuerde el internamiento se expresará la obligación de los
facultativos que atiendan a la persona internada de informar periódicamente al tribunal sobre la
necesidad de mantener la medida, sin perjuicio de los demás informes que el tribunal pueda
requerir cuando lo crea pertinente.
Los informes periódicos serán emitidos cada seis meses, a no ser que el tribunal, atendida la
naturaleza del trastorno que motivó el internamiento, señale un plazo inferior.
Recibidos los referidos informes, el tribunal, previa la práctica, en su caso, de las actuaciones que
estime imprescindibles, acordará lo procedente sobre la continuación o no del internamiento.
Sin perjuicio de lo dispuesto en los párrafos anteriores, cuando los facultativos que atiendan a la
persona internada consideren que no es necesario mantener el internamiento, darán el alta al
enfermo, y lo comunicarán inmediatamente al tribunal competente.
6. La prodigalidad
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
de que tales familiares no existan o no tengan derecho a alimentos (arts. 142 y ss. CC),
cada uno es libre de gastar o malgastar cuanto le venga en gana.
[78]
De otra parte, conforme al art. 760.3 LEC-2000, «la sentencia que declare la
prodigalidad determinará los actos que el pródigo no puede realizar sin el
consentimiento de la persona que deba asistirle».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[79]
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Para el Derecho civil el término ausencia tiene una significación más concreta y
precisa que en sentido común: aquél que se encuentra fuera del lugar en que
habitualmente desarrolla su vida y el que ha desaparecido sin dejar noticias o sin
comunicarse con sus allegados y familiares. Lo fundamental es que se desconoce su
paradero o incluso si se encuentra vivo. Es evidente que las relaciones jurídicas atinentes
al ausente (desde el matrimonio hasta la administración de sus bienes o deudas) y,
lógicamente, a terceros no pueden quedan indefinidamente en suspenso.
Por ello, nuestro CC establece una serie escalonada de medidas que, comenzando por
una representación interina y provisional, puede concluir incluso con la declaración de
fallecimiento. En lo fundamental, la redacción actual del CC sobre el ausente proceda de
la Ley de 8 de septiembre de 1939: las consecuencias personales de la guerra civil
española provocaron la necesidad de sustituir el texto originario del CC por una redacción
más cuidada y completa.
Nuestra Ley 4/2000, de 7 de enero, tuvo como designio central acortar los plazos
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
establecidos en la regulación anterior del CC, tratando de evitar sobre y ante todo las
consecuencias perniciosas para las familias de los pescadores. La regulación
procedimental se encuentra en la Ley 15/2015, de 2 de julio, de la Jurisdicción
Voluntaria, en el Título II, Capítulo IX (arts. 67-77), que otorgan al Secretario Judicial
(redenominado Letrado de la Administración de Justicia—o LAJ—) un papel destacado
en estos procedimientos.
[80]
Según el artículo 181, el defensor nato del desaparecido será su cónyuge mayor de
edad y sin separación legal. En caso de separación de hecho, el cónyuge deja de ser
«representante y defensor nato del desaparecido», dado que la falta de coincidencia de
intereses entre ambos cónyuges desaconsejaría su nombramiento (arg., ex art. 184.1.º).
En caso de falta o inexistencia de cónyuge, habrá de ser nombrado defensor «el pariente
más próximo hasta el cuarto grado, también mayor de edad». Si no existiera, dispone el
artículo 181 que «el Secretario Judicial nombrará persona solvente y de buenos
antecedentes, previa audiencia del MF».
Inicialmente las funciones propias del defensor deben entenderse limitadas al amparo
y representación del desaparecido «en juicio o en los negocios que no admitan demora
sin perjuicio grave» (art. 181.1). Sin embargo, el propio art. 181.3 faculta al Secretario
Judicial para «adoptar las providencias necesarias a la conservación del patrimonio del
desaparecido, según su prudente arbitrio». Según ello, será el propio decreto del
Secretario Judicial el que delimitará la extensión de las facultades del defensor.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Si transcurre un determinado período de tiempo sin que reaparezca el presunto ausente
o se tengan nuevas noticias del desaparecido, la mayor parte de los sistemas jurídicos
tratan de promover una segunda fase, conocida como declaración de ausencia legal. Esta
situación es, sencillamente, el supuesto de hecho de la «declaración judicial de ausencia
legal».
[81]
1º) Primero. Pasado un año desde las últimas noticias o a falta de éstas desde su
desaparición, si no hubiese dejado apoderado con facultades de administración de
todos sus bienes.
2º) Segundo. Pasados tres años, si hubiese dejado encomendada por apoderamiento
la administración de todos sus bienes.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
3.2 Personas legitimadas para promoverla
El CC es sumamente generoso en la legitimación para instar la declaración de ausencia
legal, pues, según los artículos 182 CC y 68.2 LJV podrá pedirla «cualquier persona que
racionalmente estime tener sobre los bienes del desaparecido algún derecho ejercitable en
vida del mismo o dependiente de su muerte» al tiempo que el MF y los familiares quedan
obligados a promoverla.
[82]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
1. El cónyuge presente mayor de edad no separado legalmente o de hecho.
2. Cualquiera de los hijos mayores de edad, siendo preferidos los que convivían
con el ausente y, en caso de ser varios, el mayor de entre ellos.
3. El ascendiente más próximo (padre, abuelo, después bisabuelo, tatarabuelo) de
menor edad, con independencia de que pertenezca a la línea paterna o materna.
4. Los hermanos mayores de edad que hayan convivido familiarmente con el
ausente, con preferencia del mayor de entre ellos.
Esto vincula al Secretario Judicial, quien sólo podrá alterarlo si apreciare un motivo
grave que así lo aconsejara, debiendo además fundamentarlo. La convivencia con el
ausente a que se refieren los números 2º y 4º se entiende circunscrita temporalmente al
momento de desaparición del ausente. Los hermanos ven restringidas ciertas atribuciones,
expectativas o facultades en relación con los restantes familiares del ausente. Por tanto,
nos referiremos en adelante a ellos como representantes legítimos impropios.
B) El representante dativo
En caso de inexistencia (o ineptitud) de los familiares, el art. 184.2 faculta al Secretario
Judicial para designar, a su prudente arbitrio, representante dativo a cualquier «persona
solvente de buenos antecedentes». No ha de tener entronque familiar con el ausente
(aunque puede tenerlo) y su nombramiento es de segundo orden (subsidiario), ante la
eventualidad de que los familiares no puedan desempeñar la representación de éste.
Se les aplican, mutatis mutandis, los preceptos que regulan el ejercicio de la tutela y
las causas de inhabilidad, excusa y remoción de los tutores (art. 185.2 CC y 71.1 LJV).
[83]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
LJV).
4. La declaración de fallecimiento
Ahora bien, puede promoverse la declaración de ausencia legal sin haber instado
medidas provisionales, igual que procede la declaración de fallecimiento sin previa
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
declaración de ausencia legal (at. 74 LJV).
[85]
Los plazos indicados se computarán desde la expiración del año natural en que se
tuvieron las últimas noticias o del año en que ocurrió la desaparición (art. 193 CC).
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
3) En caso de que en el testamento del declarado fallecido se hubiesen instituido
legados, quedarán igualmente en suspenso durante un período de 5 años (art.
196.3). Se exceptúan de dicha cautela los denominados «legados píos».
[86]
que se hayan adquirido, pero no podrá reclamar de sus sucesores rentas, frutos, ni
productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de su presencia o de
la declaración de no haber muerto».
Esto es, en las relaciones entre el reaparecido y sus sucesores o herederos, es importe
el principio de subrogación real, considerándose que los bienes en su día inventariados o
los bienes o valores que lo hayan sustituido, corresponden al reaparecido. Sin embargo,
no tiene carácter retroactivo, ya que durante el período en que sus sucesores hayan sido
titulares de los bienes, realmente deberían ser considerados legítimos propietarios de los
mismos. Por tanto, si, en cuanto tales, han llevado a cabo transmisiones a título gratuito,
los bienes donados o cedidos no podrá recuperarlos el reaparecido, salvo que pueda
acreditar la mala fe de los herederos.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
matrimonio del ausente, en cuyo caso, para reanudar la convivencia conyugal, habrían de
celebrar nuevo matrimonio». Esto choca frontalmente con el vigente art. 85; por tanto, se
impone la nueva celebración de matrimonio.
[87]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
1. La importancia propia de la nacionalidad estatal, de forma tal que parece que
adquirirla supone entrar en el «olimpo de los dioses» por los controles para su
adquisición.
2. La generosidad de procedimientos de recuperación y mantenimiento de la
nacionalidad de origen y de supuestos de doble nacionalidad convencional que
parecen perseguir la ampliación del número de nacionales.
[88]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
3. La redacción dada a los artículos 17-26 por la Ley 51/1982, de 13 de julio.
4. La redacción correspondiente a la establecida por la Ley 18/1990, de 17 de
diciembre, que reforma, una vez más, los artículos 17-26, además del art. 15
sobre la vecindad civil.
5. La modificación del CC en materia de nacionalidad introducida por la Ley
36/2002, de 8 de octubre, que da nueva redacción a los arts. 20, 22-26.
6. La disposición adicional séptima de la polémica Ley 52/2007, de 26 de
diciembre, relativa a quienes sufrieron persecución o violencia durante la
guerra civil y la dictadura (Ley de Memoria Histórica).
7. La Ley 12/2015, de 24 de junio, en materia de concesión de la nacionalidad
española a los sefardíes originario de España.
[89]
2. La nacionalidad de origen
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
2.2. Ius soli o nacimiento en España
Los supuestos que originan la atribución de nacionalidad española de origen son los
siguientes:
[90]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
2.5. La descendencia de personas exiliadas o represaliadas: la Ley
52/2007
La Ley 52/2007, de 26 de diciembre (Ley de Memoria Histórica) declara en su
Exposición de Motivos que «amplía la posibilidad de adquisición de la nacionalidad
española a los descendientes hasta el primer grado de quienes hubiesen sido
originariamente españoles. Con ello se satisface una legítima pretensión de la emigración
española, que incluye a los que perdieron la nacionalidad española por el exilio a
consecuencia de la Guerra civil o la Dictadura». Pero no se corresponde con la disposición
adicional séptima, que está referido a dos supuestos distintos, resultando evidente que los
nietos no son descendientes de primer grado y, por tanto, indiscutible la inconveniencia
de la Exposición de Motivos:
1) Los hijos de padre o madre que originariamente hubieran sido españoles (párr.
1.º).
2) Los nietos «de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad
española como consecuencia del exilio».
[91]
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En esta misma línea, la nueva LRC (Ley 20/2011; disp.., final 7.ª) permitía que los
nietos de las exiliadas españolas que conservaron la nacionalidad tras haber contraído
matrimonio con un extranjero, siempre que no trasmitiesen la nacionalidad española a sus
hijos, por seguir la del padre, formalizasen su derecho de opción a la nacionalidad
española dentro del plazo de un año desde la entrada en vigor de esta disposición.
3. La nacionalidad derivativa
3.1. La opción
La adquisición de la nacionalidad española mediante opción permite facilitar dicha
finalidad a aquellas personas que carecen de los requisitos necesarios para ostentar la
nacionalidad española de origen. Los supuestos son los siguientes:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
el ejercicio del derecho de opción en este caso, conforme a lo dispuesto en el
art. 20.3, «no estará sujeto a límite alguno de edad».
En general, la declaración deberá ser realizada en el plazo de dos años, a contar desde
el momento en que se da el supuesto de hecho propio de la adquisición de la nacionalidad
española por opción. Con anterioridad a los 18 años, el plazo de dos años no entra en
juego. La habilitación especial contemplada por la letra b) del art. 20.2, en cuya virtud el
mayor de 14 años puede formular por sí mismo la declaración de opción, asistido de su
representante legal, evidencia una vez más cuanto hemos indicado al hablar de la minoría
de edad.
Una vez transcurridos los plazos, el eventual optante pierde todo derecho a utilizar
dicha vía de adquisición derivativa de la nacionalidad española. Podrá naturalizarse
mediante el plazo de residencia de un año [art. 22.2.b)].
[92]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
excepcional a los efectos de la adquisición de la nacionalidad española por carta de
naturaleza».
Antes de dicha Ley 12/2015, tal y como se recoge en el preámbulo (aptdo. iii), existían
dos medios: primero, acreditando ser sefardí y probando su residencia legal en España
durante al menos dos años (art. 22), asimilándose la situación de los sefardíes a la de los
nacionales de Estados con especial vinculación con España. En segundo lugar, por carta
de naturaleza.
[93]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
d. El que al tiempo de la solicitud llevare un año casado con español o
española y no estuviere separado legalmente o de hecho,
comprendiéndose dentro de este supuesto el cónyuge de los
funcionarios diplomáticos o consulares españoles que se encontraran
acreditados en el extranjero.
e. El viudo o viuda de español/a, si a la muerte del cónyuge no existiera
separación legal o de hecho.
f. El nacido fuera de España de padre o madre, abuelo/a (novedad de la
Ley 36/2002), que originariamente hubieran sido españoles.
La residencia legal sólo es uno de los presupuestos necesarios. El art. 21.2 advierte ya
que la concesión podrá denegarla el Ministerio de Justicia «por motivos razonados de
orden público o de interés nacional». El art. 22.4 exige que «deberá justificar, en el
expediente regulado por la legislación del RC, buena conducta cívica y suficiente grado
de integración en la sociedad española».
La concesión es futo de un juicio razonado por parte del poder ejecutivo, una vez
acreditados los requisitos materiales: buena conducta cívica e integración en la sociedad
española, a través de un procedimiento administrativo tramitado electrónicamente,
introducido por la DA 7.ª de la Ley 19/2015, de 13 de julio, de medidas de reforma
administrativa en el ámbito de la Administración de Justicia y del RG y regulado por un
[94]
Por eso, el último párrafo del art. 22 expresa que la decisión administrativa «deja a
salvo la vía judicial contencioso-administrativa». Es decir, el crea reunir los requisitos
legalmente fijados puede recurrir a la autoridad judicial para que, mediante la oportuna
sentencia, establezca si realmente la naturalización debería haber tenido (o no) lugar. Esto
es una novedad de la Ley 18/1990, pues hasta su aprobación la competencia correspondía
a la jurisdicción civil.
Conviene recordar que el art. 21.3 regula quiénes pueden ser peticionarios de la
naturalización por residencia, englobándose dentro de ellos el mayor de 14 años asistido
de su representante legal. Finalmente, la disposición final cuarta de la Ley 54/2007, de 28
de diciembre, de Adopción Internacional, ha modificado el apartado 2 del art. 63 de la
Ley de 8 de junio de 1957, del Registro Civil, estableciendo ahora que «las autoridades
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
competentes para la tramitación y resolución de las solicitudes de adquisición de la
nacionalidad por residencia, para la exclusiva finalidad de resolver la solicitud presentada
por el interesado, recabarán de oficio de las Administraciones Públicas competentes
cuantos informes sean necesarios para comprobar si los solicitantes reúnen los requisitos
exigidos en el art. 22 del CC».
1. Que el mayor de 14 años, y capaz de prestar una declaración por sí, jure o
prometa fidelidad al Rey y obediencia a la CE y a las leyes.
2. Que la misma persona declare que renuncia a su anterior nacionalidad, aunque
no deben cumplir este requisito los naturales de países mencionados en el
apartado 1 del art. 24 y los sefardíes originarios de España, según la redacción
dada a la letra B por la disposición final primera de la Ley 12/2015, sobre
nacionalidad de los sefardíes originarios de nuestro país.
3. Que la adquisición se inscriba en el RC español.
Si hace dos siglos podía afirmarse que sustancialmente las diferencias quedaban
restringidas, en lo fundamental, al ámbito sucesorio y a ciertos aspectos patrimoniales de
las relaciones interconyugales; hoy son varias las CCAA que, de una forma u otra, a través
de un Código propio (como Aragón o Cataluña) o a través de leyes autonómicas, reclaman
un tratamiento autónomo de no pocas instituciones civiles de interés.
Por tanto, resulta necesario determinar a través de la llamada vecindad civil si a una
persona debe serle aplicable el Derecho civil común o el Derecho civil foral o especial
vigente. En tal sentido, afirma el art. 14.1 que «la sujeción al Derecho civil común o al
especial o foral se determina por la vecindad civil».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
españoles
Inicialmente pudiera pensarse que tal vecindad civil supone la atribución de un
concreto status jurídico conectado al hecho de residir, de ser vecino, de un determinado
territorio o municipio. La cuestión es más complicada, porque no requiere propiamente
residencia, sino básicamente voluntariedad en la aplicación del sistema o subsistema civil
de que se trate; y es independiente, de una parte, de la condición política que supone la
pertenencia a cualquiera de nuestras CCAA; y, de otra, de la vecindad administrativa a
un determinado municipio.
[96]
Las CCAA no tienen competencia para regular la vecindad civil, estando reservada a
la legislación estatal. Así lo ha establecido el Pleno del TC en su Sentencia de 6 de mayo
de 1993, declarando inconstitucional el inciso del art. 2.1 de la Compilación del Derecho
Civil de Baleares, en el que se preveía que las normas civiles forales serían de aplicación
«a quienes residan en él, sin necesidad de probar su vecindad civil». Razona el Tribunal
que la CE «optó, inequívocamente, por un sistema estatal y, por tanto, uniforme del
Derecho civil interregional y excluyó que pudieran las CCAA establecer regímenes
peculiares para la resolución de los conflictos de leyes.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
vecindad civil de cualquiera de ellos.
De otra parte, cualquier menor de edad que haya cumplido 14 años podrá optar por la
vecindad civil del lugar de nacimiento o por la última vecindad de cualquiera de sus
padres. Por tanto, el ius soli puede desempeñar un papel de cierta relevancia.
El primer criterio viene representado por el ius sanguinis. El art. 14.2 expresa que
«tienen vecindad civil en territorio de derecho común, o en uno de los de derecho especial
o foral, los nacidos de padres que tengan tal vecindad». Requiere como presupuesto que
ambos progenitores tengan la misma vecindad civil. En consecuencia, el criterio del ius
sanguinis es un criterio prioritario en los casos de coincidencia de vecindad civil en los
progenitores. En cambio, en caso de disparidad de vecindad civil, el ius sanguinis no
desempeña papel relevante. De otra parte, la Ley 11/1990 ha incorporado al art. 14 un
nuevo inciso, en cuya virtud la vecindad civil común de los adoptantes hace que dicha
vecindad sea atribuida, ope legis, a los adoptados no emancipados.
[97]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
criterios legales de atribución de la vecindad civil establecidos en el primer párrafo del
art. 14.3.
Entre el lugar de nacimiento y la vecindad de derecho común, es claro que ésta resulta
aplicable sólo de forma subsidiaria en un doble sentido. En caso de hayan sido concordes
en atribuir la vecindad civil, el lugar de nacimiento resulta irrelevante. En caso de que el
lugar de nacimiento, iure soli, comporte la atribución de una determinada vecindad
(común o foral), la remisión a la vecindad común tampoco tendrá eficacia, pues la
cláusula general de cierre del art. 14 establece que «en caso de duda prevalecerá la
vecindad civil que corresponda al lugar de nacimiento».
[98]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
no emancipados deberán actuar con la asistencia de su representante.
Desde la Ley 11/1990, el art. 14.5 prevé que, a consecuencia de la residencia, habitual
y continuada, cualquier español puede (no quiere decir que deba) adquirir una nueva
vecindad civil:
La vecindad civil se adquiere: 1º. Por residencia continuada durante dos años, siempre que el
interesado manifieste ser ésa su voluntad. 2º. Por residencia continuada de 10 años, sin
declaración en contrario durante este plazo. Ambas declaraciones se harán constar en el Registro
Civil y no necesitan ser reiteradas.
Esto permite la adquisición de una vecindad civil distinta a la que anteriormente se
ostentara y el mantenimiento de ésta. Con todo, deben aclararse algunos extremos:
[99]
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Quien desee mantener su vecindad civil anterior puede hacerlo, mediante la oportuna
declaración o manifestación ante el RC, en cualquier momento. Ahora bien, una vez
transcurrido el plazo decenal sin manifestación alguna del interesado, ¿se adquiere
automáticamente la vecindad civil que corresponda por el lugar de residencia? La
respuesta afirmativa se impone al tenor literal de la norma y, de otra, a lo dispuesto en el
art. 225 RRC: «el cambio de vecindad civil se produce ipso iure por la residencia habitual
durante diez años seguidos en provincia o territorio de diferente legislación civil, a no ser
que antes de terminar este plazo el interesado formule declaración en contrario».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
En nuestra Constitución, el domicilio está recogido en el art. 18 que garantiza su
inviolabilidad. Se identifica con la vivienda en la que (habitual o pasajeramente) reside la
persona, para garantizar que—salvo en caso de flagrante delito—nadie puede penetrar en
ella sin autorización judicial o consentimiento del propio interesado (art. 569 LECrim,
reformado por la Ley 22/1995, de 17 de julio).
[100]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
10.3. El domicilio de los litigantes en la LEC-2000
La LEC-2000 ha optado por abandora cualquier pretensión historicista, prefiriendo
plantear el tema del domicilio de los litigantes como lo que es: un dato de carácter
puramente instrumental dirigido a que las partes conozcan los actos procesales que sean
de su interés, sin que, por tanto, la fijación de un «domicilio procesal» pueda
predeterminar el domicilio propiamente dicho.
[101]
realizará mediante transferencia bancaria o en la oficina del arrendador (en general, art.
1171).
No hay consideración alguna del lugar de residencia habitual, sino una mera utilización
instrumental de un lugar determinado como espacio físico de imputación de una concreta
actividad de relevancia jurídica. El domicilio electivo no es un verdadero domicilio. El
CC no regula ni utilizar semejante expresión. En la práctica, el domicilio electivo es
objeto de profusa utilización y tiene una gran importancia; hasta el extremo de que, desde
antiguo, el TS ha declarado que en las relaciones contractuales el domicilio real carece de
relevancia cuando se ha pactado otro cualquiera.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[102]
Los modernos estados han mostrado un enorme interés por contar con un fichero de
sus ciudadanos, de gran utilidad para las más diversas cuestiones (censo electoral,
protección de la familia numerosa, etc.). Este fichero viene representado por el RC, un
Registro que—parafraseando el art. 325 CC—está destinado al efecto de que consten en
él «los actos concernientes al estado civil de las personas». Para la gran mayoría de los
autores son estados civiles de la persona cualesquiera cualidades o circunstancias estables
de la misma que, de una forma u otra, afecten a su capacidad de obrar. Es evidente que el
RC no sólo comprende circunstancias o situaciones integrables dentro del concepto de
estado civil, sino que extiende su competencia a otras; así lo manifiesta el art. 1.1 de la
Ley del RC de 1957: «en el Registro Civil se inscribirán los hechos concernientes al
estado civil de las personas y aquellos otros que determina la Ley».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
siguientes datos:
1. El nacimiento.
2. La filiación.
3. El nombre y apellidos.
4. La emancipación y habilitación de edad.
5. Las modificaciones judiciales de la capacidad de las personas o que éstas han
sido declaradas en concurso, quiebra o suspensión de pagos.
Por mandato expreso de la LPPD (Ley 41/2003 que no modificó la LRC, sí lo hizo la
Ley 1/2009, de 25 de marzo) deben constar también el nombramiento del administrador
del patrimonio protegido del discapacitado (art. LPPD) y la designación de cualesquiera
personas relacionadas con la tutela o la administración del patrimonio.
[103]
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Conforme al art. 15, el RC no afecta sólo a los españoles, sino constarán los hechos
inscribibles que afectan a los españoles y los hechos acaecidos en territorio española,
aunque afecten a extranjeros.
1.3. El nombre
El nombre o nombre de pila (esto es, bautismal) es el dato identificador inicial y
posiblemente principal de toda personas. En tiempos históricos, el nombre era
directamente extraído del santoral y, por lo general, observando la fecha de nacimiento.
De otra parte, los compromisos con Dios y con los hombres trajeron consigo durante
siglos que buena parte de los españoles llevaran varios y plurales nombres, pues así se
podía cumplir socialmente con los abuelos, los padrinos, etc. Noe era extraños así que,
hasta la LRC de 1957, fuera corriente ser portador de tres, cuatro o cinco nombres. Por
su parte, las personas de sexo femenino se encontraban condenadas a llevar el nombre de
María seguido de una o varias advocaciones virginales.
La LRC de 1957 es claro que al dar nombre al nacido «no podrá consignarse más de
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
un nombre compuesto, ni más de dos simples» (art. 54). La Ley 40/1999 permite sustituir
el nombre que obre inscrito en el RC en castellano por su equivalente onomástico en
cualquiera demás lenguas españolas.
[104]
tres días comuniquen el orden de los apellidos. Transcurrido dicho plazo, el Encargado
acordará el orden de los apellidos atendiendo al interés superior del menor (art. 49 LRC-
2011).
2. La organización del RC
1. Nacimiento y general.
2. Matrimonios.
3. Defunciones.
4. Tutelas y representaciones legales.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
encargados de los diversos registros, para que en el Registro de destino (el de nacimiento)
se lleve a cabo la correspondiente nota marginal o de referencia. Junto a la inscripción
de nacimiento, han de anotarse también todos aquellos hechos inscribibles para los que la
legislación no establece especialmente que sean inscritos en otra Sección (art. 46 LRC):
Por otro lado, el art. 39 LRC prevé que al margen de la inscripción de nacimiento se
pondrá nota de referencia de las inscripciones de matrimonio, tutela, representación y
defunción del nacido.
La Sección 2ª tiene por objeto la inscripción «del acto del matrimonio y de la fecha,
hora y lugar en que se contrae» (art. 69). Como anotaciones marginales se consideran las
siguientes:
[105]
La Sección 3ª («De las defunciones», arts. 81 y ss.), tiene por objeto inscribuir la
muerte de la persona, con indicación de la fecha, hora y lugar en que acontece. La
inscripción del óbito se practica de quien tenga conocimiento de ella y, particularmente,
de los parientes del difunto o habitantes de su misma casa (art. 84). Aquí se inscribe
exclusivamente el hecho físico y real de la muerte y no así la declaración de fallecimiento.
El art. 46 establece que la declaración de fallecimiento será una circunstancia inscribible
mediante anotación marginal en la propia inscripción de nacimiento.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
General de los Registros y del Notario.
[106]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
relativas a las circunstancias personales de los españoles que hayan sido objeto
de inscripción en los Registros Consulares. Cumple también el importante
cometido de acoger todos aquellos hechos para cuya inscripción no resulte
competente en ningún otro registro, como aquellos que no puedan inscribirse
por concurrir circunstancias excepcionales de guerra y cualesquiera otras que
impidan el funcionamiento del Registro territorialmente competente (art. 18
LRC).
[107]
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3.1 Inscripciones
Las inscripciones propiamente dichas constituyen el tipo de asiento fundamental en
nuestro sistema registral y se caracterizan básicamente por ser asientos de naturaleza
permanente y sustantiva (no dependen de ningún otro asiento). El artículo 130 del RRC
considera inscripciones principales las de nacimiento, matrimonio, defunción y la
primera de cada tutela o representación legal.
El carácter principal de tales inscripciones radica en que cada una de ellas «abre folio
registral» (art. 131.1 RRC). Esto es, ocupan el espacio principal reservado en el modelo
de folio registral reglamentariamente aprobado, mientras que las restantes inscripciones
se califican legalmente de marginales (art. 130 RRC) en atención a que ocupan el espacio
correspondiente (margen interior) del folio registral principal.
3.2. Anotaciones
Las anotaciones registrales representan una serie de asientos caracterizadas por la nota
de provisionalidad y de menor importancia. La relación básica de los hechos y
circunstancias que pueden ser objeto de anotación se encuentra en el artículo 30 de la
LRC, cuyo primer párrafo establece que las anotaciones tienen «valor simplemente
informativo», mientras que el último insiste en que «en ningún caso las anotaciones
constituirán la prueba que proporciona la inscripción».
Son asientos de carácter secundario, declaraciones con valor de simple presunción (art.
96 LRC) y adquieran, con secuencia, un valor probatorio iuris tantum del hecho o
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
circunstancia que a través de la anotación publique el Registro.
La Ley 1/2009 ha añadido un nuevo apartado sexto al art. 38 LRC: «a petición del
Ministerio fiscal o de cualquier interesado se anotará, con valor informativo y con
expresión de sus circunstancias: […] 6ª La existencia de un guardador de hecho y de las
medidas judiciales de control y vigilancia adoptadas respecto del menor o presunto
incapaz».
[108]
Los encargados de los Registros Civiles Municipales extenderán por duplicado las
inscripciones marginales de la Sección I sobre las modificaciones judiciales de capacidad,
así como las inscripciones de la Sección IV sobre constitución y modificación de
organismos tutelares, prórroga o rehabilitación de la patria potestad, medidas judiciales
sobre guarda o administración, vigilancia o control de tales cargos, documentos públicos
de autotutela, y las de constitución de patrimonio protegido y de designación y
modificación de administradores de patrimonios protegidos, uno de cuyos ejemplares será
remitido al Registro Civil Central para el Libro de Incapacitaciones, cargos tutelares y
administradores de Patrimonios Protegidos.
3.4. Indicaciones
Otra novedad a la Ley vigente es la constancia en el RC del régimen de bienes del
matrimonio (gananciales, separación, comunidad absoluta, participación, etc.), a través
de un asiento denominado indicación (arts. 77 LRC, 1333 y 1436 CC, y 266 RRC).
3.5. Cancelaciones
En técnica registral, cancelar significa privar de eficacia a una inscripción o cualquier
otro asiento que con anterioridad publicaba un hecho o circunstancia susceptible de
registración. Son asientos de carácter negativo que conllevan la anulación de un asiento
anterior «por ineficacia del acto, inexactitud del contenido u otra causa» (art. 163 RRC).
Constan marginalmente o abrir folio independiente y, por su parte, el asiento totalmente
cancelado será cruzado con tinta de distinto color en el libro registral; si se cancela
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
parcialmente, se subrayará la parte cancelada cerrándose entre paréntesis con llamada
marginal al asiento cancelatorio (arts. 163.2 y 164 RRC).
[109]
a) Así, el art. 2 establece que para admitir otrs medios de prueba «será requisito
indispensable para su admisión que, se haya instado la inscripción omitida o la
reconstitución del asiento».
b) El art. 3 preceptúa que «no podrán impugnarse en juicio los hechos inscritos
en el Registro sin que a la vez se inste la rectificación del asiento
correspondiente».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
circunstancias fundamentales de la inscripción: existencia y eficacia del hecho inscrito,
sujetos intervinientes y tiempo y lugar en que se produjo.
5. La publicidad formal
[110]
mismo que puede certificarse se dará, sin garantía, nota simple informativo a
quien la solicite». Carecen de valor probatorio.
3. Las certificaciones, por el contrario, «son documentos públicos» (art. 7 LRC),
con pleno valor probatorio, tal y como lo establecía el art. 596.6 de la LEC-
1881.
El art. 375 RRC establece que «el peticionario de certificaciones anticipará su total
importe y el de los gastos de correo, giro y auxilio registral, en su caso, contra entre de
recibo» (la Ley de 1957, las certificaciones, con algunas excepciones, no eran gratuitas).
Las disposiciones relativas al régimen económico, contenidas en la LRC y en el RRC han
quedado sin contenido, pues diversas medidas legislativas han declarado la completa
gratuidad de todas las actuaciones del RC (Ley 25/1986, de 24 de diciembre, de supresión
de las tasas judiciales).
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
1. Las literales comprenden íntegramente los asientos a que se refieren, con
indicación de las firmas.
2. Las certificaciones en extracto u ordinarias contienen los datos de que
especialmente hace fe la inscripción correspondiente.
Hoy en día las certificaciones suelen ser literales, pues la autorización de fotocopias
de los libros registrales (art. 26 RRC) hace que sea más fácil proporcionar el contenido
íntegro del folio correspondiente. Dichas fotocopias se realizan en papel oficial y con una
diligencia de compulsa autenticada con la firma del Secretario del Juzgado.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
El objeto fundamental es anotar los datos relativos al matrimonio, filiación
(matrimonial y extramatrimonial), separación, nulidad y divorcio, hechos que afecten a
la patria potestad y la defunción de los hijos ocurrida antes de la emancipación (art. 37
RRC). Empero, los asientos del Libro de familia tienen valor de certificaciones y de ahí
su importancia como medio de prueba.
Con la admisión del matrimonio homosexual, ha sido necesario realizar unos retoques
en los modelos de asientos y certificaciones del RC y del Libro de familia, llevada a cabo
por las Órdenes del MJ 568/2006, de 8 de febrero, y 644/2006, de 6 de marzo. Han sido
un chusco. Con la entrada en vigor de la Ley 20/2011 ya no habrá más Libro de familia.
[112]
1. Corporaciones.
2. Asociaciones.
3. Fundaciones.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
es un conjunto de bienes (un patrimonio) adscrito a un fin. En la fundación es primordial
el componente patrimonial; mientras que, al contrario, en la asociación lo verdaderamente
relevante es el sustrato personal.
[113]
El Código utiliza el término corporaciones para referirse a todas las personas jurídico-
públicas que deben su nacimiento al propio impulso de la Administración pública y de
los diferentes organismos políticos.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
asociaciones, las sociedades pueden ser calificadas como de interés particular. Ahora
bien, dicho interés particular no es antagónico al denominado interés público, como prima
facie pudiera deducirse del art. 35 del CC: las sociedades no pueden tampoco considerarse
desprovistas de interés público o atención a los intereses generales.
1
1. Se reconoce el derecho de asociación. 2. Las asociaciones que persigan fines o utilicen medios
tipificados como delito son ilegales. 3. Las asociaciones constituidas al amparo de este artículo deberán
inscribirse en un registro a los solos efectos de publicidad. 4. Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o
suspendidas en sus actividades en virtud de resolución judicial motivada. 5. Se prohíben las asociaciones
secretas y las de carácter paramilitar.
[114]
Se entiende por fines ilícitos los contrarios a los Principios Fundamentales del Movimiento y
demás Leyes Fundamentales, los sancionados por las leyes penales, los que atenten contra la
moral, el orden público y cualesquiera otros que impliquen un peligro para la unidad política y
social de España.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
RD 3624/1977, de 16 de diciembre: ejercicio del derecho de asociación de los
funcionarios civiles de la Seguridad del Estado (art. 28 CE), para el año
siguiente, actualizar la Ley de 14 de junio de 1976, reguladora del derecho de
asociación política, en virtud de la Ley de Partidos Políticos, de 4 de diciembre
de 1978.
[115]
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Así, la situación ha devenido confusa desde el punto de vista normativo, pues algunas
de las disposiciones anteriormente citadas han sido objeto de reforma o desarrollo antes
de transcurrir un decenio desde la aprobación de la Constitución:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
asociación y el contenido de la mayor parte de esta ley son total y absolutamente
contradictorios con los principios constitucionales en la materia. Esto resulta grave
porque el CC no suministra base alguna para ofrecer un cuadro del régimen jurídico
básico de las asociaciones; ya que se encontraba regulada por la Ley especial de 30 de
junio de 1887 (antes del CC).
[116]
3. Constitución de la asociación
La LO 1/2002, siguiendo la regla romana antecitada, en su art. 5.1 dispone que «las
asociaciones se constituyen mediante acuerdo de tres o más personas físicas o jurídicas
legalmente constituidas». La anterior ley hablaba de personas naturales. Sin embargo, la
CE no distingue entre personas físicas o personas jurídica, con lo cual, la teoría de que
las personas jurídicas también son libres de asociarse ha triunfado con el tenor literal del
art. 5.1.
Es cierto de iure conditio, que quienes deseen constituir una asociación (o incorporarse
a una existente) debe tener capacidad de obrar.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Quienes deseen constituir una asociación, como primer paso, habrán de llevar a cabo
un acto dirigido a manifestar su voluntad de constituir una asociación, al tiempo que
habrán de redactar y aprobar unos estatutos. La LA habla de acta constitutiva, acuerdo
de constitución o acta fundacional que constituye el documento suscrito por los socios
fundadores que deja constancia de la voluntad común y concorde de constituir una
asociación. Puede tratarse de un documento público (acta notarial), cuanto de un
documento privado (art. 5.2 LO 1/2002), redactado y suscrito por las propias personas
interesadas en constituir la asociación.
[117]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
c) La duración, cuando la asociación no se constituya por tiempo indefinido. La
regla práctica es prever la duración indefinida de la asociación, bastando la
constancia de que los promotores están conformes con la idea de vincularse
por tiempo indefinido.
d) Los fines perseguidos por la asociación, que habrán de ser lícitos y
determinados, así como las actividades previstas para su consecución. Los
fines deben ser explicados con el detalle suficiente para conocer por qué y para
qué se crea una nueva persona jurídica, pues ello resulta de interés tanto para
la colectividad en general cuanto para los propios asociados o socios, así como
para los terceros que se relacionen con la asociación. De ahí que la LO 1/2002
insista en la idea de que deben ser descritos de forma precisa.
En relación con la licitud de los fines, la CE se limita a declarar la ilegalidad
de «las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como
delito» (art. 22.2) y a prohibir «las asociaciones secretas y las de carácter
paramilitar» (art. 22.5).
En relación con las asociaciones de utilidad pública, la letra a) del número 1
del artículo 32 de la LO 1/2002 ha sido redactada por el art. 47 de la Ley
62/2003, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden
Social, precisándose: «que sus fines estatutarios tiendan a promover el interés
general, en los términos definidos por el art. 31.3 de esta ley, y sean de carácter
[118]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
proponer asuntos en el orden del día.
i) El régimen de administración, contabilidad y documentación, así como la fecha
de cierre del ejercicio asociativo.
j) El patrimonio inicial y los recursos económicos de los que se podrá hacer uso.
k) Causas de disolución y destino del patrimonio en tal supuesto, que no podrá
desvirtuar el carácter no lucrativo de la entidad.
Actualmente, el párrafo 3 del art. 22 CE establece que las «las asociaciones […]
deberán inscribirse en un Registro a los solos efectos de publicidad». El TS deduce que
la personalidad jurídica de la asociación nace en virtud del puro acuerdo o acto
constitutivo de los promotores, sin necesidad de inscripción registral alguna (STS de 3 de
julio de 1979 entre otras). La Constitución potencia el derecho de asociación y lo declara
como derecho fundamental de libre ejercicio, sin reconocimiento administrativo alguno.
Otra cosa es otorgar personalidad jurídica a las asociaciones como estructuras
organizadas para lo que se requiere la inscripción registral. Según F. Capilla, «las
asociaciones registradas gozarían de personalidad; las no registradas serían asociaciones
sin personalidad».
[119]
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Respecto de los partidos políticos y sindicamos: mientras que no hayan sido inscritos
en los correspondientes Registros, técnicamente hablando, tales entificaciones de carácter
asociativo no habrán culminado el período preparatorio, ni gozarán de personalidad
jurídica independiente de la de sus promotores (LO 6/2002). Conclusión similar se llega
conforme a la LO 1/2002 pues si bien su art. 10.1 reitera el mandato del 22.3 CE
(inscripción a los solos efectos de publicidad) y su art. 5.2 establece taxativamente que
«con el otorgamiento del acta (fundacional) adquirirá la asociación su personalidad
jurídica y la plena capacidad de obrar», todo ello es cierto «sin perjuicio de la necesidad
de su inscripción a los efectos del art. 10».
4. La condición de socio
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
El TC ha delimitado que el derecho de asociación puede ser contemplado desde dos
perspectivas distintas:
Ello no es óbice, sin embargo, para que los estatutos prevean mecanismos de
sustitución de socios o el otorgamiento de vías preferentes de ingreso en la asociación en
favor de ciertas personas, pero siempre mediante el correspondiente acuerdo social, no
por mera voluntad, iniciativa o decisión de quien ya era socio. Establece el art. 20 LOA
que «la condición de asociado es intrasmisible, salvo que los Estatutos dispongan otra
cosa, por causa de muerte o a título gratuito».
[120]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Los estatutos suelen ser bastante detallados en relación con los derechos y deberes de
los socios. Merecen especial atención los derechos políticos (asistencia a las asambleas,
voto, conocimiento de los estatutos y de los órdenes del día, etc.) que no pueden
restringirse estatutariamente y corresponden en pie de igualdad a todos los socios.
[121]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
las asociaciones habrán de ajustar su funcionamiento a lo establecido en sus propios
Estatutos» (art. 11.2. En efecto, la Ley sólo habla de un «órgano de representación que
gestione y represente los intereses de la asociación» (art. 11.4). Dicho órgano puede
denominarse Junta directiva que Consejo de dirección, Comisión permanente o cualquier
giro similar.
Hoy día resulta indiscutible que las asociaciones que gocen de personalidad jurídica
tienen derecho a adquirir y poseer toda clase de bienes y derechos sin necesidad de
autorización administrativa alguna (no como ocurría con la Ley de 1964). Pero no
[122]
conviene olvidar que para las asociaciones la dotación patrimonial tiene en general un
carácter puramente instrumental.
La interpretación generalmente aceptada del art. 39 del CC, ante la inexistencia de otra
norma legal al respecto, propugna la primacía de las reglas estatutarias sobre la aplicación
de los bienes restantes a fines de naturaleza análoga. Parece que la LOA seguirá siendo
cláusula de estilo prever que en caso de disolución de la asociación el patrimonio restante
podrá distribuirse entre los asociados.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La Ley de 1964 regulaba con cierto detalle la posible suspensión de actividades de la
asociación, atribuyendo tal facultad decisoria a la autoridad gubernativa: la propia
Administración podía decretar la suspensión cuando la asociación hubiese llevado a cabo
actos ilícitos, ya que la autoridad gubernativa debería comunicarlos a la autoridad judicial
en el plazo de tres días para que judicialmente fuera confirmado o revocado (art. 10.5
LA).
[123]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
fundamentales de fundaciones: las fundaciones benéficas, las fundaciones laborales y las
fundaciones culturales.
[124]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
b) Fundaciones de servicio: las que tienen por objeto el sostenimiento de un
establecimiento cultural.
c) Fundaciones de promoción: aquellas cuyo objeto se encuentra definido sólo
genéricamente en los estatutos, correspondiendo a sus órganos de gobierno la
concreción y el desarrollo de sus programas de actividades.
[125]
expresa claramente el párrafo cuarto del preámbulo del Reglamento aprobado por el RD
316/1996.
Desde otro punto de vista, la Ley 50/2002, al igual que lo hiciera la 30/1994, el régimen
propio de las fundaciones religiosas, lo extiende a las diversas «Iglesias, Confesiones y
Comunidades Religiosas» (disp., ad. 2ª), de conformidad con el prinicpio de
aconfesionalidad estatal.
La voluntad del fundador queda sometida las exigencias derivadas del orden público
interno del Ordenamiento jurídico y a la propia estructura y finalidad de la persona
jurídica fundacional. Así, pues, hay un minimum exigible que debe observarse:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
requiere la Constitución; debe estar presidiada por la idea del altruismo.
b) La voluntad del fundador no tiene facultad alguna para decidir la suerte de la
fundación una vez constituida. La pervivencia o extinción dependerá de lo
dispuesto en los Estatutos y habrán de ser tenidos en cuenta con carácter
general los criterios establecidos en el art. 39 del CC.
[126]
taxativamente que «la dotación […] ha de ser adecuada y suficiente para el cumplimiento
de los fines fundacionales», presumiéndose «suficiente la dotación cuyo valor económico
alcance los 30.000€». Llegará a explicar la Ley que «en ningún caso se considerará
dotación el mero propósito de recaudar donativos». El TS considera que la dotación es
«requisito esencial, sea cual fuere su naturaleza jurídica, para la existencia de la
fundación» (STS 22 de marzo de 1983).
Los fines perseguidos por el fundador han de ser determinados por la fundación
una vez constituida. Los fines constituyen una de las menciones
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
imprescindibles de los estatutos [art. 11.1.b)].
Los futuros beneficiarios de las prestaciones de la fundación han de ser
indeterminados (art. 3.2 LF habla de «colectividades genéricas de personas»)
y deben entenderse inconstitucionales las denominadas «fundaciones
familiares».
Los fines han de ser lícitos por principio y, en particular, legales.
Sin embargo:
[127]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
más de una CCAA.
b) Las delegaciones de fundaciones extranjeras que tengan el mismo ámbito de
actuación.
c) Las fundaciones del sector público estatal.
Los patronos suelen identificarse personalmente al redactar los Estatutos con vistas a
constituir el primer Patronato; para el futuro, sus componentes se señalan de forma
indirecta o por indicaciones de cargos (Sr. Obispo, el Sr. Recto de la Universidad). Con
todo, en caso de constitución inter vivos de la fundación, lo normal es que el fundado o
instituyente o fundadores asuman un papel relevante en el propio Patronato. La primera
fase temporal de desarrollo se caracteriza por la coincidencia de la cualidad de
instituyente y administrado en una misma o varias personas.
[128]
Cuestión bien diferente es que los patronos puedan actuar a su antojo en relación con
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
la administración y disposición de los bienes que constituyen la dotación patrimonial de
la fundación, pues normalmente cualesquiera actos deben contar con la autorización del
Protectorado correspondiente. El art. 25.1 de la Ley 30/1994 y, después, el artículo 27.1
de la Ley 50/2002 establecen que deberá ser destinado a la realización de los fines
fundacionales «al menos, el 70% de las rentas o cualesquiera otros ingresos netos que,
previa deducción de impuestos, obtenga la Fundación, debiéndose destinar el resto,
deducidos los gastos de administración, a incrementar la dotación fundacional.
En los últimos tiempos, sin embargo, los estudiosos del tema (López Jacoiste, Valero
Agúndez) defienden abiertamente la posibilidad de que las fundaciones desplieguen
actividades de explotación patrimonial a fin de incrementar la rentabilidad de la dotación
y procurar el mejor cumplimiento del fin fundacional. Así se pronuncian tanto las leyes
autonómicas como la Ley de ámbito estatal (art. 24.1 de Ley 50/2002). Ya la Exposición
de Motivos explica de forma inconcusa que merece destacarse en la nueva Ley la
[129]
13. El Protectorado
Junto al Patronato, las disposiciones legales prevén la existencia del Protectorado que
tiene encomendada la vigencia y control del devenir de la fundación. Hasta la vigente
Constitución, dicha función tuitiva correspondía al Estado:
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ejercido por la Administración General del Estado a través de los
departamentos ministeriales que posean atribuciones vinculadas con los fines
fundacionales». El Registro de fundaciones decidirá, a la vista del fin principal
de la fundación, el protectorado competente al que dicha fundación quedará
adscrita.
[130]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[131]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
correspondiente a cualquier otro grupo de cosas diferentes.
La división entre los bienes muebles e inmuebles es la más importante, pues el régimen
jurídico de unos y otros es extraordinariamente diverso. El CC dedica a la materia el
primero de los artículos del libro II, intitulado, «De los bienes, de la propiedad y de sus
[132]
modificaciones». El art. 333 se establece que «todas las cosas que son o pueden ser objeto
de apropiación se consideran como bienes muebles o inmuebles».
Desde la Edad Media, la contemplación del tema considerado ha estado presidida bajo
el brocado res mobilis, res vilis, suficientemente significativo: los bienes inmuebles, sobre
todo la tierra propiamente considerada, han sido tradicionalmente los bienes por
excelencia, ocupando los bienes muebles un claro papel secundario. Hoy resulta incierta
el diferente trato normativo entre bienes inmuebles y los muebles se sigue justificando
por datos técnicos de diferenciación entre uno y otro tipo: la mayor identificabilidad de
los bienes inmuebles, su tendencial perdurabilidad y su menor número, circunstancias que
en muchos casos facilitan las relaciones jurídicas sobre ellos recayentes o la adopción de
medidas legislativas especiales.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
que se encuentre unido de forma estable a la tierra, sea de forma natural, sea de forma
artificial:
En general «todo lo que esté unido a un inmueble de manera fija» (art. 334.3). Algunos
autores prefieran subdistinguir entre inmuebles por naturaleza e inmuebles por
incorporación, ya que cualquier bien mueble unido establemente a un inmueble era, antes
de su incorporación, un bien mueble por naturaleza. Otros autores consideran que el
propio acto de incorporación trasmuta la naturaleza del bien (que fue) mueble, según la
propia literalidad del art. 334.8.
El número 3º del artículo 334 requiere que la unión se lleve a cabo «de una manera
fija», en el sentido de que la agregación o fusión del bien mueble con el inmueble no
tenga carácter provisional o meramente pasajero. La fijeza o perdurabilidad se explica
«de suerte que no pueda separarse de él sin quebrantamiento de la materia o deterioro del
objeto. No basta, por tanto, con la unión fija, sino que al mismo tiempo es necesaria una
verdad incorporación que impida una eventual separación sin daño o menoscabo.
[133]
El número 3º del art. 334 establece con paladina claridad que tiene naturaleza
inmobiliaria «todo lo que está unido a un inmueble», siendo posible, por tanto, que lo
incorporado sea esencial o connatural a la cosa principal o, por el contrario, meramente
accesorio o complementario.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
estableciéndose como requisitos, según la normativa alemana:
1. Que exista una subordinación o un destino de una cosa a otra, para que ésta
pueda cumplir mejor su propia función.
2. Que la destinación de la cosa accesoria a la principal tenga carácter permanente
o, al menos, duradero.
[134]
otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estuvieren unidos» (art. 335). El art. 334.3º
establece que el carácter inmueble es «todo lo que esté unido a un inmueble de una manera
fija, de suerte que no pueda separarse de él sin quebrantamiento de la materia o deterioro
del objeto».
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
3.1. Cosas consumibles e inconsumibles
Conforme al art. 337 del CC, se han de considerar consumibles «aquellos (bienes) de
que no puede hacerse el uso adecuado a su naturaleza sin que se consuman». Son cosas
consumibles las que, utilizadas conforme a su destino, desaparecen de la esfera jurídica
de la persona que las usa, ya sea porque se agotan o destruyen (como la gasolina) o,
sencillamente, porque se pierde la disponibilidad de ellas (la ristra de billetes).
Los bienes inconsumibles serán los demás. Suponen que éstos puede ser entregados a
otras personas. Por el contrario, respecto de los bienes consumibles sólo cabrá la entrega
de otro tanto de la misma especie y calidad.
[135]
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funciones tienen mucha mayor importancia que la calificación como bien mueble. El
dinero es una cosa material, representada por papel moneda o por monedas fraccionarias
de naturaleza absolutamente fungible y, por tanto, claramente sustituible en las relaciones
jurídicas. En casos excepcionales pueden considerarse infungibles—como el valor de
coleccionista—; sin embargo, su naturaleza mobiliaria es de ius cogens.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Las cosas simples son aquellas que, una vez formadas traen consigo una unidad
inescindible, dada la imposibilidad de fragmentar los diversos elementos sin la
destrucción de la propia cosa simple.
Las cosas compuestas se caracterizarían por estar formadas por la adición de una serie,
más o menos extensa, de cosas simples cuya unión persigue conseguir una determinada
función o un designio práctico, por ejemplo, el automóvil.
[136]
reglas distintas y propias de las que se aplicarían en el caso de considerar una a una las
distintas cosas que la integran.
El art. 499, referido al usufructo de rebaño, exige que con las crías se repongan las
cabezas que mueran anual y ordinariamente, o falten por la rapacidad de animales
dañinos. El art. 1532 regula la denominada «venta de universalidad» estableciendo reglas
particulares respecto de la evicción en la compraventa. La existencia de una universalidad
depende en gran medida de la propia voluntad del dueño de las cosas y del hecho de que
se trate de cosas homogéneas. Sin embargo, otras veces, es la propia ley que agrupa en
un todo unitario una pluralidad de cosas, incluso sin ser homogéneas, sometiéndolo a una
regulación propia; caso en el cual suele hablarse de universitates iuris, en cuanto la
agrupación procede de consideraciones de política legislativa.
1. Los destinados al uso público, como los caminos, canales, ríos, torrentes,
puertos y puentes construidos por el Estado, las riberas, playas, radas y otros
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
análogos.
2. Los que pertenecen privativamente al Estado, sin ser de uso común, y están
destinados a algún servicio público o al fomento de la riqueza nacional, como
las murallas y las minas (art. 339).
Conforme al art. 344.1, son bienes de uso público, en las provincias y los pueblos, los
caminos provinciales y los vecinales, las plazas, calles, fuentes y aguas públicas, los
paseos y las obras públicas de servicio general, costeadas por los pueblos o provincias.
Esto se complica ya que las entidades públicas también pueden ser titulares de bienes que
no estén sometidos al régimen especial de dominio público, sino de propiedad privada,
regulado en sus grandes líneas por el CC. Dispone el art. 345 de dicho cuerpo legal que
«son bienes de propiedad privada […] los patrimoniales del Estado, de la Provincia y del
Municipio» (hay que añadir a las CCAA); viéndose corroborado en los arts. 340, 341,
344.2 del CC.
[137]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
serie de bienes que, en atención a sus propias características pertenecen al uso
común o general y que, por consiguiente, no son susceptibles de apropiación.
2. La afectación o destino de los bienes a los intereses generales de la comunidad,
ya sea por estar especialmente afectos al uso público (Art. 339.1 CC) o al
servicio público (art. 339.2 CC).
Serían patrimoniales de los entes públicos aquellos que les pertenezcan y no estén
afectos al uso o servicio público y, en particular, los siguientes:
[138]
notas características fundamentales del régimen jurídico de los bienes de dominio público
el tríptico hoy recogido por la CE:
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
autorización administrativa.
b) La enajenación de tales bienes está sometida, de otra parte, a determinadas
garantías procedimentales (subasta pública).
Por todo ello, resulta criticable la identificación del régimen jurídico de los bienes
patrimoniales de los entes públicos con el establecido por el CC para la propiedad privada,
tal y como pretenden los arts. 340 y 344. Por lo tanto, la idea de dominio se emplea en
esta materia sólo en sentido formal, en cuanto atribución de la titularidad formal del bien;
pero implica una forma de explotación y de gestión que no se concilia en absoluto con la
idea de propiedad, entendida esta idea como propiedad privada o como propiedad
comunal. El dominio público entraña una forma de explotación caracterizada por la
esencialidad del interés general, que es el interés de todos los ciudadanos, y por la
existencia de unas formas de control administrativo de dicho interés.
6. Los frutos
6.1. Concepto
En términos jurídicos, el término frtuo se extiende a todo rendimiento o producto que
genera cualquier cosa, sin perder su propia individualidad y sustancia. Puede hablarse de
[139]
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Los frutos civiles son denominados o calificados, según el Prof. Albaladejo, como
«consecuencia de haberla hecho objeto de una relación jurídica de la que nace el derecho
a obtener el fruto» (art. 475).
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
sentido y es un mero tributo al pasado, pues ambas categorías de frutos son
semejantes, dependiendo en exclusiva de la intervención humana.
2. Más grave aún es la crítica general a la clasificación codificada al poner de
manifiesto que, siendo así que el régimen jurídico de los frutos naturales y
civiles es básicamente el mis, es innecesario establecer divisiones entre ellos.
[140]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[141]
1. La noción de patrimonio
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
aunque de ellos se deriven derechos subjetivos concretos y, en general, la propia
capacidad patrimonial de la persona para llegar a ser titular de los derechos subjetivos
patrimoniales. Los derechos patrimoniales requieren una significación económica
concreta y sólo ellos pueden integrar el patrimonio. El patrimonio es una «universalidad
de derecho» y una «universalidad de derechos» para buena parte de la doctrina actual.
[142]
Resulta que nuestra LEC-1881 planteó la posibilidad de embargar, pero no se fijó sólo
en los derechos, sino fundamentalmente en los bienes propiamente dichos, por
considerarlos elementos patrimoniales con sustantividad propia. Nuestro Código Civil se
caracteriza por ser anterior en técnica y en ideología a la formulación doctrinal de la
llamada «teoría del patrimonio» y, por consiguiente, sólo incidentalmente utiliza tal
recurso semántico.
A) El usufructo de un patrimonio
Lo hace sólo en el art. 506, en el que regula un aspecto concreto del «usufructo sobre
la totalidad de un patrimonio». La doctrina concluye de forma generalizada que la palabra
patrimonio tiene que interpretarse en este caso necesariamente como «conjunto o suma
de bienes» porque en la formulación doctrinal del patrimonio, una de las conclusiones
teóricas a las que se ha llegado establece la imposibilidad de transmitir inter vivos el
patrimonio en su conjunto. De otra parte, se olvida que semejante conclusión choca
frontalmente con la posibilidad existente en nuestro Código de que la donación
comprenda todos los bienes presentes del donante, denominada por la misma doctrina que
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
rechaza la transmisión inter vivos del patrimonio «donación del patrimonio» (art. 634).
1. Los rendimientos normales de los bienes del ausente a que se refiere el art. 185
son desde luego frutos, cosas, en sí mismas consideradas, más que derechos.
2. Si la idea del legislador de 1939 hubiera sido equiparar patrimonio
exclusivamente con derechos no debería haber hablado de «posesión temporal
del patrimonio del ausente» (art. 186), pues los derechos de créditos en general
y algunos derechos reales no son susceptibles de posesión. Por tanto, hay que
entender que la posesión temporal está referida a la propia posesión de las
cosas, de los bienes del ausente, más que a los derechos.
3. Asimismo, en relación con el art. 188, es evidente que el representante del
ausente, como poseedor temporal, no podría hacer entrega a los herederos del
patrimonio si éste consiste en el conjunto de los derechos del ausente, pues
nunca ha sido titular de los mismos, ni poseedor de ellos.
[143]
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Pero tampoco parece que puedan excluirse del patrimonio los bienes, pues:
Al final del artículo 1381, se establece que «cada cónyuge, como administrador
de su patrimonio privado, podrá, a este solo efecto, disponer de los frutos y
productos de sus bienes». Ergo, los bienes han de considerarse integrados en
el patrimonio.
Más claro aún resulta el contraste entre los artículos 1425 y 1426, pues
distinguen entre los bienes y los créditos como posibles elementos del
patrimonio final del régimen económico-matrimonial.
D) LEC-2000
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
La LEC-2000 incrementó el uso del término patrimonio—incluso del giro «elementos
patrimoniales», art. 592.3—. Así el párrafo decimoquinto del punto XVII de la Exposición
de Motivos declara que «es de subrayar que en esta Ley se establece la obligación del
ejecutado de formular manifestación de sus bienes, con sus gravámenes. […], arrojando
sobre el ejecutante y sobre el Juez la carga de averiguar los bienes del patrimonio del
ejecutado, sin imponer a éste ningún deber de colaboración». La obligación del ejecutado
a la que se refiere la regula y contempla el art. 589, bajo la rúbrica de «manifestación de
bienes del ejecutado»; que puede verse completado por el artículo siguiente (590) de «la
investigación judicial del patrimonio del ejecutado.
[144]
Por el contrario, en el caso de los derechos reales, la cuestión debe ser contemplada de
otro modo; tomemos la propiedad como paradigma. Si somos propietarios de una casa, el
valor en sí no lo proporciona nuestro derecho de propiedad sobre la misma, sino el precio
(real o presumible) de mercado; en definitiva, la referencia patrimonial del tema ha de
reconducirse necesariamente al propio valor del bien más que al del derecho. De ahí que
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
la LEC no hable de embargar el derecho de propiedad, sino los bienes muebles o
inmuebles objeto de dicho derecho; mientras que, en cambio, pueden ser objeto de
embargo los créditos.
Esto sólo tiene consecuencias prácticas al preguntarse sobre qué debe ocurrir en el caso
de que se transmita un conjunto patrimonial a otra persona: ¿se transmiten también las
deudas? Sí, pues en rigor el valor real de cualquier conjunto patrimonial no puede venir
dado sólo por los bienes y derechos de y una determinada persona, sino que resulta
necesario considerar, desde la perspectiva del pasivo, las deudas u obligaciones. Así, es
indiferente el «patrimonio personal» o el «patrimonio separado» o «colectivo», pues el
activo correspondiente quedará vinculado desde el punto de vista de la responsabilidad a
las correspondientes deudas.
En nuestro Derecho:
[145]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
jurídico de que una persona, en cuanto tal, es investida». Formulan una serie de
proposiciones concatenadas que pueden enunciarse así: únicamente las personas tienen
patrimonio; toda persona tiene un patrimonio y ninguna persona tiene más de un
patrimonio.
[146]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
por la Ley 41/2003, de 18 de noviembre. En el segundo párrafo de su
Exposición de Motivos precisa que «los bienes y derechos que forman este
patrimonio, que no tiene personalidad jurídica propia, se aíslan del resto del
patrimonio personal de su titular-beneficiario, sometiéndolos a un régimen de
administración y supervisión específico».
La masa del concurso constituye el grueso del patrimonio personal del
concursado, que pasa a ser un patrimonio en liquidación gestionado por los
administradores concursales.
[147]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
Estarían representados por las masas patrimoniales pertenecientes a dos o más
personas (naturales o jurídicas) que, en cuanto componentes de un determinado grupo
carente de personalidad jurídica, tendrían acceso a tales bienes. Por ejemplo, la sociedad
de gananciales y la herencia indivisa con pluralidad de herederos o situación de
comunidad hereditaria.
La sociedad de gananciales (art. 1344 y ss. CC) no es una verdadera sociedad, sino una
de las formas posibles de organización del régimen económico del matrimonio, que se
caracteriza por la necesidad de distinguir entre los patrimonios privativos de los cónyuges
y el patrimonio ganancial. Aquéllos estarían representados por los bienes adquiridos por
los cónyuges con anterioridad al matrimonio o bien los adquiridos posteriormente a título
gratuito (donación, herencia, etc., art. 1346). El patrimonio ganancial o común estaría
integrado por los bienes obtenidos por los cónyuges, una vez casados, mediante su
trabajo, profesión, oficio e industria, además de los frutos, rentas o intereses de los propios
bienes privativos de cada uno de los cónyuges (art. 1347). Pertenece a ambos cónyuges y
tiene a su cargo una serie de gastos familiares (art. 1362) que delimitan un propio ámbito
de responsabilidad. Por consiguiente, la masa ganancial se considera patrimonio colectivo
de ambos cónyuges frente al patrimonio privativo de cada uno de ellos, que sería el
patrimonio personal de marido y mujer.
[148]
La comunidad hereditaria requiere que exista una pluralidad de herederos que hayan
aceptado la herencia, pero que, sin embargo, aún no han llevado a cabo la partición o
distribución de los bienes hereditarios. Los herederos tendrán naturalmente una cuota
ideal sobre el conjunto de la masa de la herencia, pero no podrán realizar acto de
disposición alguno sobre los bienes concretos de la herencia, debiéndose limitar a
administrarlos. No es objeto de regulación por el CC, pero sí por el Derecho de
sucesiones.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
[149]
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
la libertad actuación.
Esto está aceptado y se fundamenta en el art. 1255, según el cual «los contratantes
pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente,
siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público». Por tanto, el
Ordenamiento parte de un reducto imperativo de general respeto y, una vez tenido en
cuenta, que la libertad de configuración negocial de los particulares les permite
autorregular sus propios intereses. La doctrina habla de la lex contractus. Sin embargo, el
[150]
CC va más allá, al afirmar, en el art. 1091, que «las obligaciones que nacen de los
contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de
los mismos».
2. El negocio jurídico
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
«Negocio jurídico, en la concepción del Proyecto, es—subraya la Exposición de
Motivos—una declaración de voluntad privada, dirigida a la producción de un efecto
jurídico, que se produce para el Derecho precisamente porque ha sido querido». La
superación de la conocida dificultad de la lengua alemana por algunos autores pioneros y
el conocido poderío ideológico y filosófico de los grandes pensadores germanos del siglo
XIX—junto a nuestro complejo de inferioridad—hacen que la doctrina o teoría del negocio
jurídico sea importada a otros países, entre ellos, el nuestro.
La elaboración doctrinal del negocio jurídico en Derecho español es, en cierto sentido,
«el viaje a ninguna parte»: calificar, por ejemplo, al testamento de negocio jurídico no
añade ni quita nada al propio régimen jurídico del mismo, pues, en definitiva, más que de
su denominación o de su conceptuación teórica, dicho régimen dependerá en exclusiva
de las normas legales existentes sobre el particular.
Muchos autores subrayan, sin embargo, que el estudio del negocio jurídico, abstracto
y teórico por principio en nuestra sistema normativo, conserva el innegable valor de servir
[151]
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
5.1. Negocios inter vivos y negocios mortis causa
Son negocios mortis causa aquellos que tienen por objeto regular las relaciones
jurídicas de una persona para después de su fallecimiento (el testamento). Generalmente
son simultáneamente unilaterales y, por tanto, revocables mientras no se produzca el
fallecimiento de la persona.
Son negocios inter vivos los que regulan las relaciones jurídicas de una persona o
varias durante su vida (todos los contratos).
[152]
Los negocios atípicos serían los acuerdos de voluntades que, siendo lícitos y
admisibles, como derivación de la autonomía privada, carecen de una regulación
institucional (uniones de hecho, contrato de garaje, etc.).
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra.
5.6. Negocios bilaterales y negocios unilaterales
Los negocios unilaterales surten (o pueden surtir) efectos en virtud de la declaración
de voluntad de una sola persona. Así ocurre en el testamento o en el acto de
apoderamiento.
Los negocios se consideran bilaterales cuando para ser eficaces requieren la emisión
de las declaraciones de voluntad de dos o más personas que ocupan posiciones jurídicas
distintas o contrapuestas, como ocurre en los contratos.
6.1. La nulidad
Se trata del supuesto más grave de ineficacia. Por ello suele ser adjetivdad como
nulidad absoluta o nulidad de pleno derecho. Una sentencia del TS remarca la ineficacia
absoluta propia de la nulidad diciendo que constituye «la expresión del nada jurídico»
(STS de 13 de febrero de 1985).
[153]
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6. En particular, los actos a título gratuito sobre bienes comunes realizados por
un cónyuge sin el consentimiento del otro—ó consentimiento uxorio o marital:
art. 1322.2).
[154]
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En particular: los supuestos de ilicitud
¿Se satisfarían los intereses generales si el Ordenamiento jurídico permitiese que las
consecuencias de vender un bien de dominio público se limitasen a una restitución entre
los contratantes? En el CC tampoco resulta aplicable el art. 1303 a los supuestos en que
el objeto del contrato o la causa del negocio sean ilícitos, o sea, contrarios al
Ordenamiento jurídico. En tales casos, han de aplicarse los art. 1305 y 1306, que
determinan diferentes consecuencias según que la ilicitud (civil) del objeto y de la causa
constituya o no un ilícito penal propiamente dicho (delito o falta tipificado por el CP:
nulla poena sine lege):
1. En el caso de ilícito penal, el art. 1305 dispone que las partes «carecerán de
toca acción entre sí, y se procederá contra ellos, dándose, además, a las cosas
o precio que hubiesen sido materia del contrato, la aplicación prevenida en el
CP respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta. Es aplicable sólo si
hubiere delito o falta de parte de uno de los contratantes; pero el no culpado
podrá reclamar lo que hubiese dado, y no estará obligado a cumplir lo que
hubiera prometido».
2. En los supuestos de causa torpe—ha de identificarse con la causa y objeto
ilícitos del art., anterior; pues si no, al objeto «civilmente il´ciito» debería
aplicársele la regla del art. 1303, inaceptable a todas luces: por ejemplo, en
caso de contrato de servicio doméstico de duración vitalicia, nulo por
aplicación del art. 1583—«no constituye delito ni falta, se observarán las reglas
siguientes (art. 1306): cuando la culpa esté de parte de ambos contratantes,
[155]
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ninguno de ellos podrá repetir lo que hubiera dado a virtud del contrato, ni
reclamar el cumplimiento de lo que el otro hubiese ofrecido. Cuando esté de
parte de un solo contratante, no podrá éste repetir lo que hubiese dado a virtud
del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo que se lo hubiera ofrecido. El otro,
que fuera extraño a la causa torpe, podrá reclamar lo que hubiera dado, sin
obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido».
6.2. La anulabilidad
La pura lógica gramatical indica que un negocio jurídico anulable será aquel que puede
ser impugnado o, por el contrario, seguir produciendo efectos en caso de que su efectiva
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anulación no tenga lugar.
1. El punto inicial del cómputo es «la consumación del contrato» solo en los casos
de error o dolo.
2. Por el contrario, en las demás causas de anulabilidad, el cómputo inicial queda
retrasado a un momento posterior a la celebración del negocio jurídico
anulable:
a. El cese o desaparición de la intimidación o violencia.
b. La salida de la tutela respecto de los negocios jurídicos celebrados por
menores o incapacitados.
c. La disolución de la sociedad conyugal o del matrimonio, en los casos
de falta del consentimiento del otro cónyuge.
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mismo, asumen obligaciones a causa de dicho negocio jurídico—ej., me constituyo en
fiador de las obligaciones de un préstamo de mi hermana, pero que se encuentra viciado
por error—. El art. 1302 habla de «los obligados principal o subsidiariamente en virtud
de» los contratos.
[157]
Aunque no se ejercite la acción de nulidad, el negocio jurídico nulo será tal para el
Derecho—de ahí la imprescriptibilidad de la acción, la amplia legitimación para su
ejercicio, etc.—.
En definitiva, las causas de anulabilidad son disponibles por las partes y, por tanto,
sanables. Las causas de nulidad, por el contrario, son de derecho necesario y de carácter
absolutamente indisponible.
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cauce para sanar el negocio jurídico anulable antes de que la acción de anulabilidad
precluya. Dicho cauce sanatorio se conoce como confirmación. De acuerdo al art. 1313,
«la confirmación purifica al contrato de los vicios de que adoleciera desde el momento
de su celebración» (eficacia retroactiva) y, por consiguiente, extingue la acción de
anulabilidad (art. 1309).
Para que la confirmación sea válida, se requiere que quien la lleve a cabo (quien esté
legitimado, arts. 1312 y 1311) sea consciente de la trascendencia de la misma. Por ello,
requiere el CC (art. 1311) que la confirmante tenga conocimiento de la causa de
anulabilidad y que el vicio no le siga afectando.
Puede realizarse de forma tácita o expresa. Esta última consiste, según el art. 1311, en
que el legitimado para ejercitar la anulabilidad «ejecutase un acto que implique
necesariamente la voluntad de renunciarlo».
[158]
estimarse arrendamiento, ya que para el CC intercambiar cesión de uso de una cosa por
precio constituye la causa típica del arrendamiento y no la del comodato.
6.4. La rescisión
La rescisión es una forma particular de ineficacia del contrato que procede de un
momento posterior a la celebración del mismo, el cual nace plenamente válido, pero
posteriormente puede ser declarado ineficaz por sus efectos lesivo o perjudiciales para
una de las partes o de un tercero (art. 1291). La rescisión se distingue, legal y
teóricamente, con facilidad de la nulidad y de la anulabilidad del negocio: al rescisión
presupone un negocio jurídico inicialmente válido, mientras que la nulidad y anulabilidad
implican la invalidez inicial del negocio. En el CC está expresada esta distinción: «los
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contratos válidamente celebrados pueden rescindirse en los casos establecidos por la ley»
(art. 1290).
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rescisión, por ejemplo, en los arts. 1074, 1469, 1479, 1483, etc. Pero es dudoso
que en tales casos haya propiamente rescisión, y no otros supuestos de
ineficacia contractual o negocial.
1. Que el perjudicado carezca de otro recurso legal para obtener la reparación del
perjuicio (art. 1294); se trata, por tanto, de una acción subsidiaria.
2. Que el perjudicado pueda devolver aquello a que estuviera obligado (art. 1295).
3. Que las cosas objeto del contrato no se hallen legalmente en poder de terceras
personas que hubieren procedido de buena fe (art. 1295.2).
La regla general respecto del cómputo del plazo consiste en que éste empezará a correr
desde la celebración del negocio jurídico rescindible. Sin embargo, «para las personas
sujetas a tutela y para los ausentes, los 4 años no empezarán hasta que haya cesado la
incapacidad de los primeros o sea conocido el domicilio de los segundos» (art. 1299.2).
[160]
Por lo general, las personas se desenvuelven en el tráfico jurídico por sí mismas. Ahora
bien, tampoco resulta infrecuente que la actuación personal sea imposible (lejanía del
lugar adecuado) o desaconsejable (gran pérdida de tiempo), y sea necesario buscar una
tercera persona que despliegue la actividad sustituyéndolo.
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incapaces incluidos, sea o pueda ser titular de derechos y obligaciones, hace necesario
que la ley atienda a la gestión, imponiéndolo el desempeño a tercer personas.
[161]
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representación (compra o vende el menor, aunque intervengan en el contrato sus padres),
que evidencia ante la comunidad la existencia del fenómeno sustitutorio y, por
consiguiente, la relativa intrascendencia en el futuro de la persona del representante.
Restan vinculados tercero y representado, ya que la actuación del representante tuvo lugar
en nombre y por cuenta del representado. A consecuencia de esta directa y automática
vinculación entre representado y tercero, en la representación voluntaria, se denomina
representación directa.
[162]
una persona sustituye o auxilia a otra en actividades de la más variada índole, más sin
legitimación representativa, sino sencillamente colaborando o coadyuvando
materialmente a la consecución de tales actividades. Junto a la representación
propiamente dicha, es necesario considerar la existencia de otras categorías de gestorías:
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técnicos, se considera que no hay verdadera representación. La calificación técnica de
cualquier supuesto concreto de interposición gestoría acarreará la aplicación de las
normas generales y de los principios propios de la categoría representativa
correspondiente.
[163]
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los parámetros del BGB.
[164]
para que asistamos a una subasta pública, el poder sí existe y es válido, aunque nosotros
no lo conozcamos todavía. Evidentemente, si el poder no llega a conocimiento del
apoderado, existe y es válido, pero es simultáneamente ineficaz. El desarrollo del poder
requiere la existencia de un contrato de mandato, en cuya virtud el apoderado sí queda
obligado a llevar a cabo la actividad contemplada como objeto del mandato (arts. 1709
y ss.).
Desde finales del siglo XIX, puede afirmarse que la communis opinio, en el intento de
conceder una posición autónoma la apoderamiento y separarlo del contrato de mandato,
ha llegado a la conclusión de que el poder puede fundarse no sólo en un contrato de
mandato, sino también en otras figuras contractuales, citando casi siempre el contrato de
arrendamiento de servicios y el contrato de sociedad como soportes alternativos de
apoderamiento. Tales contratos son funcionalmente inadecuados para servir de
fundamento directo al apoderamiento (ex., art. 1697.2ª), por lo que tales contratos han de
verse complementados con un contrato de mandato para general el apoderamiento. El
mandato puede carecer de efectos representativos (art. 1717); con lo cual, el mandato
puede ser representativo o no, pero, en todo caso, la representación es una modalidad del
mandato.
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Se hablará de poder general cuando el principal autorice al representante para
gestionar una serie múltiple de asuntos del poderdante—por ejemplo, las inversiones de
un jeque saudí en Andalucía—o incluso todos los asuntos y negocios del representado. El
representante asume su papel por darse el supuesto de hecho legalmente previsto (ej.,
minoría de dad de los hijos) y, en su caso, la preceptiva intervención judicial (ej.,
sentencia de incapacidad).
En el caso de que se apodere a varias personas para un mismo asunto hay que saber si
la actuación de ellas se ha de realizar de forma conjunta o por separado. Cabe distinguir:
evitar «males mayores»—cuando alguien muy endeudado otorga poder irrevocable a sus
principales acreedores para vender o realizar algunos de sus bienes, bajo el compromiso
de que éstos no le embargarán otros bienes fructíferos—. La STS de 21 de octubre de
1980 declara en tal sentido que «la doctrina científica y la jurisprudencia […] han venido
admitiendo la licitud del pacto de irrevocabilidad».
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10.3. La nulidad de la actuación del falsus procurator
¿Qué consecuencias arroja la actuación del falsus procurator? Considerar vinculado a
semejante actuación al presunto representado no parece razonable, ya que él no ha
autorizado a nadie para actuar en su nombre o ha señalado unos límites que no han sido
respetados por el apoderado. De otra parte, como el apoderado no actuaba en nombre
propio, sino en el ajeno, una vez perdido el sustrato personal de su intervención, tampoco
resulta lógico considerarlo vinculado. El negocio o contrato celebrado no podrá producir
los efectos propios del mismo y habrá de considerarse ineficaz. Así lo establece el art.
1259.2º del CC: «el contrato celebrado a nombre de otro por quien no tenga su
autorización o su representación legal será nulo…».
[166]
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vía que accionar o actuar contra el sedicente representante. Podrá:
a. Dirigirse contra él por vía penal, ya que la actuación consciente y
malévola de arrogarse una representación que no se tiene puede
constituir un delito de estafa (art. 248 CP).
b. En la mayor parte de los casos, el tercero habrá de limitarse a reclamar
en vía civil el resarcimiento de daños causados por la actuación
falsamente representativa. Para ello resulta necesario que el tercero
haya pactado con el falsus procurator de buena fe y , de otro lado, con
la debida diligencia, pese a lo cual el falsus procurator le induce a
engaño y le lleva a negociar.
2. El resarcimiento de daños: el interés contractual negativo. La concreción del
referido resarcimiento de daños se plasma en el denominado interés
contractual negativo; esto es, en indemnizar al tercero de los perjuicios
patrimoniales sufridos (daño emergente) y de las ganancias o provechos que
razonablemente le hubiera comportado la ejecución efectiva de lo pactado
(lucro cesante).
12.1. En general
Es claro que la actuación por cuenta ajena que la representación conlleva, supone y
requiere que el representante gestione y defienda el interés del representado y se olvide
del suyo propio. Por consiguiente, para actuar correctamente, en el caso de que exista
conflicto de intereses entre poderdante o representado y representante, éste debería
atender más al provecho y beneficio del representado.
[167]
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Art. 1459 del CC, en sud dos primeros números, prohíbe comprar a tutores y
mandatarios bienes de sus representados.
Art. 163 del CC exige que cuando los progenitores de hijos no emancipados
tengan intereses contrapuestos a éstos (ej., la herencia del otro progenitor, ya
fallecido) se nombre judicialmente un defensor de los intereses del menor.
Art. 244.4º prohíbe ser tutores a quienes «tuvieren importantes conflictos de
intereses con el menor o incapacitado».
Art. 267 Código de Comercio expresa con suficiente claridad que ningún
«comisionista (representante) comprará para sí mismo o para otro lo que se le
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haya mandado vender, ni venderá lo que se le haya encargado comprar sin
licencia del comitente» (representado).
[168]
En caso de que el mandatario actúe en nombre ajeno, la regla habría de ser la contraria:
existencia de relaciones entre mandante y tercero. Pero, en tal caso, estaríamos ante un
supuesto de representación directa porque supone una relación triangular entre
representante, representado y tercero. Por tanto, la relación representativa se traduce en
un triángulo cerrado por todos sus lados.
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14. La representación legal
Supuestos:
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Las personas jurídicas negocian y contratan a través de sus órganos: Presidente, Junta
directiva, Consejo de Administración, Patronato, Consejero Delegado, etc. ¿Puede
hablarse, por tanto, de representación orgánica? La doctrina mayoritaria niega que la
forma de actuar característica de las personas jurídicas deba configurarse como un
supuesto de representación. La razón fundamental estriba en que los órganos de la persona
jurídica contribuyen a crear la propia voluntad del ente personificado, si es que no la crean
directamente. Por tanto, no hay realmente una voluntad autónoma de los órganos de la
persona jurídica.
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por principio, son personas extrañas a la organización interna de la persona jurídica,
actúan en nombre y por cuenta de la propia persona jurídica y no de la persona física que
les haya apoderado.
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