Arata y Mariño. Leccion 6
Arata y Mariño. Leccion 6
Arata y Mariño. Leccion 6
o,
En esta lección presentaremos una de las escenas clave de la historia de la educación
en la Argentina: la formación de maestros y maestras normales impulsada y dirigida desde el
Estado nacional. Dicha escena es central para entender la elaboración y transmisión de la cul-
tura en nuestro país.
Los maestros normales han sido piezas fundamentales en la conformación y el desarro-
llo del sistema educativo argentino, A través de ellos, el Estado desplegó su acción edutadora
desde los grandes centros urbanos hasta las regiones más alejadas de los lugares en los que
sefraguaba la vida política de la Argentina. Ellos fueron la avanzada del proceso modernizador y
llevaron adelante la tarea de transformar a las nuevas generaciones en los futuros ciudadanos.
Armados de saberes y de fuertes convicciones, contribuyeron decisivamente en la construc-
ción de ta sociedad modema argentina, ¿Cuál fue el contexto histórico que hizo posible esa
empresa? ¿Quiénes intervinieron para que fuera posible? ¿Qué dispositivos estatales debieron
activarse para que el proceso se pusiera en marcha?
Sositendremos un argumento: la intervención del normalismo en la sociedad se vio po--
tenciada por el Estado, que impulsó a la educación como parte de su estrategia para favorecer
la construcción de un nuevo arden social. En ese marco, los maestros tuvieron una posición
subordinada dentro del orden que se estaba edificando, ya que el diseño político y pedagógico
recayó en la elite intelectual y dirigente. Sin embargo, fueron eltos, en tanto agentes estatales,
quienes codificaron, ordenaron y moldearon las instituciones escolares y a sus sujetos. Lo hicie-
ron provistos de una pedagogía que, entendida como ciencia y arte de enseñar, se convertiría
en una herramienta de civilización.
Las Escilelas Normales fueron creadas por el Estado como instituciones formadoras de
maestros y maestras. En ellas se configuró un discurso pedagógico que se difundió hacia el
conjunto del sistema educativo. El concepto de discurso será muy útil para el recorrido de esta
lección; a través de él no sólo nos referimos a aquello que es dicho y escrito, sino a un conjunto
de ideas y prácticas que articuladamente son capaces de organizar un determinado sentido,
una forma de entender y de intervenir en el mundo. El discurso establece el espacio social,
busca interpelar, promueve identificaciones capaces de constituir sujetos que “sintonicen” con
el orden que ese discurso construye. Diremos hasta aquí que el normalismo fue configurando
un discurso moderno sobre qué es y cómo se practica la educación.
El discurso normalista compitió con otros discursos que buscaban incidir en la educación.
Con el eclesiástico, por ejemplo, que la mayoría de las veces -aunque no exclusivamente- se
121
e
CERESArata - Mariño Ti
entrecruzaba con el que se desarrollaba en el seno de las familias; o con los discursos radicali-
- zados de anarquistas y socialistas, que comenzaban a llegar con los trabajadores inmigrantes
y que interpelaban a los sujetos en términos clasistas, Además, el discurso del normalismo se
fue constituyendo a sí mismo y, como todo discurso social, no alcanzó una sutura. Es decir, no
produjo una pedagogía “cerrada”, que postulara un sentido único, estable y definitivo. Les nor-
malistas coincidieron en que la educación era la herramienta de transformación social y que la
escuela era la institución central para llevar a cabo ese objetivo. Sin embargo, dentro de sus filas
se expresaron disidencias sobre cómo entendían que debía organizarse el proceso de transmi-
sión de Ja cultura, quiénes podían ser sus destinatarios, y quiénes no, cómo se imaginaba la rela-
ción entre sociedad civil y educación, cómo se vinculaba la cultura escolar con la cultura política.
En el marco de esa disputa, dentro de la trama discursiva del normalismo algunos sentidos se
impusieron sobre otros; aunque nunca de manera tota! y definitiva.La Ristoria
del Rermálismo
debe entenderse también como la historia de una identidad, atravesada por les confiletos, las
tensiones y las alternatives que se pusieron en juego a la hora de pensar la educación. -
En esta lección vamos a adentramos en los orígenes del normalismo en la Argentina. Plan-
tearemos el contexto histórico de su emergencia y las características de su etapa fundacional,
.Luego revisaremos la trama discursiva sobre la que se fue consolidando la cultura normalista,
cuáles fueron sus principales estrategias y cuáles sus disputas internas; finalmente planteare-
mos la emergencia de los nuevos sujetos que se constituyeron en dicha trama.
el origen de la -
escuela normal con la Francia revolucionaria y con la figura de Joseph Lakaral,
o
quien impulsó
su creación. Sus antecedentes pueden rastrearse en el Seminario de
Maestros de Reims, que
HL
con el pro-
yecto de crear un “hombre nuevo” a través de una educación que fuera radicalm
pil:
ente diferente
a la desarrollada durante el Antiguo Régimen, es decir, distinta de aquella que
había contribuido
a sostener al absolutismo monárquico. Con la Revolución Francesa
, el normalismo se conver
ES 122
El oficio de enseñar...
tiría en una herramienta privilegiada para la formación de los sujetos de la nueva sociedad. La
escuela republicana tendría la responsabilidad de enseñar los principios políticos y morales del
nuevo orden, mediante una educación universal y laica a través de la razón y la ciencia. Sí bien
los documentos de creación de las escuelas normales pueden remontarse al informe Condor
cet de 1791, es recién hacia 1811 que se sentaron las bases de un modelo de escuela normal
como el que se difundiría años más tarde en América.
Entre las referencias que tuvieron una gravitación fundamental en el proyecto argentino, fue
decisiva la experiencia normalista norteamericana que llevó a cabo Horace Mann, secretario de
Educación del Estado de Massachusetts. Él implementó el normafismo en su país, luego de tomar
contacto con la experiencia desarrollada en Prusia. En esa línea se debe sumar la incidencia que
tuvieron las docentes que Sarmiento trajo de aquel país, conocidas tomo las “65 valientes”.
El normalismo se forjó como una tradición pedagógica en un período nodal de la moder-
nización estatal argentina y en medio de los desafíos de su época. Se fue constituyendo dentro
de un tiempo atravesado por convulsiones políticasy crisis económicas, bajo el impetu moder-
nizador capitalista que instaló un imaginario de irreversibilidad del progreso, En el marco de
las transformaciones sociales que se estaban produciendo, los maestros y maestras normales
fueron interpelados como funcionarios del Estado nacional, La clase dirigente concebía a ese
Estado como propio y veía en esos docentes a su brazo ideológico para instalar y naturalizar un
orden político conservador, Por su parte, las ideologías igualitarias surgidas en Europa, de fuerte
impugnación transformadora, impactaron en el clima social de la época, disputando poder y
produciendo nuevos sentidos sobre la educación. Las culturas inmigrantes fueron considera-
das obstáculos para la construcción de una tradición nacional. Eso generó la producción de un
conjunto de estrategias homogeneizantes y “defensivas” ante lo diferente, que era vislumbrado
como una amenaza para el orden social y político. Los maestros navegaron en medio de esas
aguas agitadas, provistos del instrumental que les daba la pedagogía con bases científicas.
Pero no nos adelantemos y veamos, primero, cuál fue el contexto político en el que se
implementó el normalismo en la Argentina y qué características fundacionales presentó.
123 El
El primer lugar donde se asentó una escuela normal fue la ciudad de Paraná, en la provin-
“Cia de Entre Ríos, Esta institución tomé como modelo a las escuelas de la Unión norteamericana
y fue el espacio privilegiado de formación del magisterio. ¿Por qué se creó la primera escuela
normal en Paraná? Hubo múltipies razones. Sarmiento creía que las escuelas normales debían
establecerse en pequeñas ciudades para que los docentes formados no se dedicasen posterior
mente a tareas más lucrativas o decidieran continuar sus estudios universitarios, abandonando
el magisterio. imaginó radicar la primera de ellas en San juan, pero su provincia atravesaba fuer-
tes convulsiones políticas y no ofrecía el mejor asiento para llevar adelante dicha experiencia,
La ciudad de Paraná, en cambio, parecía ser un ámbito, propicio, Entre Ríos tenía una tradición
pedagógica que daba cuenta de una genuina preocupación por Ja formación docente desde la
gobernación de Francisco Ramírez..En el Reglamento para la República Entrerriana de 1820 ya
—— figuraban enunciados vinculados con el desarrollo y formación de los preseptores; coma 88 de E”
nominaba entonces a quienes desempeñaban tareas de enseñanza. Su ubicación en el Litoral,
además, podría leerse como una estrategia educativa para sumar políticamente a la regiónal
proyecto de consolidación del Estado nacional. -
A fines de 1569, el presidente Sarmiento logró la sanción de la ley que autorizaba la crea-
ción de las escuelas normales nacionales. En 1870, se decretó la creación de la Escuela Normal
de Paraná y se dispuso que el establecimiento funcionara en el edificio construido en 1854,
donde se emplazaba la casa de gobiemo de la Confederación Argentina. Siete décadas después,
entre 1927 y 1932, el Ministerio de Obras Públicas de la Nación construiría su edificio actual. La
propuesta de formación se desarrollaba en un curso de cuatro años de duración, donde
se im-
partiría “no solamente un sistema de conocimiento apropiado a las necesidades de la educación
común enla República, sino también-el arte de enseñary las aptitudes necesarias para ejerterlo”,
Asimismo, se creaba una Escuela de Aplicación —en un edificio anexo- que daría
instrucción
ele-
mental a niños de ambos sexos y que serviría "para amaestrar a los alumnos del
Curso Normal en
la práctica de los buenos métodos de enseñanza y en el manejo de las escuelas”.
Los comienzos de la Normal estuvieror: marcados por un contexto político complejo. La
sublevación del caudillo entrerriano López Jordán y el asesinato del gobernador Urquiza
plan-
tearon un clima de gran Inestabilidad en la región. El gobiemo nacional intervino
la provincia, la
escuela cerró sus puertas y algunos de sus alumnos se convirtieron en soldados.
El edificio de
la institución llegó a ser destinado en 1876 como hospital de sangre.
*
En su etapa inaugural, el gobierno naciona! dispuso 70 becas para estudian
tes de cole-
glos nacionales del interior que quisieran convertirse en maestros. A cambio
,sé les requería
ejercer la docencia por al menos seis años, Para ser elumnos de la Escuela
Normal, los aspiran-
. tes debían contar con 16 años de edad, intachable moral, buena salud
y aprobar un examen
sobre lectura, escritura, aritmética y geografía, La Escuela tuvo sus
dos primeros egresados en
1874: Félix F. Avellaneda y Delfín Jijena. La de Paraná era mixta; en cambio,
en Concepción del
Uruguay se creó la primera Escuela Normal para maestras, en
1873. -
“El perfil del normalismo paranaense se Torjó a través de las sucesivas
intervenciones de
sus primeros directores, el estadounidense George Stearns, el español
José María Torres y el
italiano Pedro Scalabrini. También pasaron por allí algunas de las
maestras estadounidenses
que se consustanciaron en ef proyecto político-educativo impulsado
por Sarmiento. Las primeras
generaciones de maestros recuperarían como herencia ese proyecto
inicial y, más tarde, bre-
garían por la profesionalización docente que debía estar certífica
da por las escuelas normales.
Bl 124
ERA E ZE £/ oficio de enseñar, SERES
125
E
1
4
En un primer momento, adhirió a los principios del krausismo, sobre el que volveremos más ade-
- lante, En un segundo momento, estos principios filosóficos, presentes en el ideario educativo de
Scalabrini, se combinaron con una impronta cientificista. Sus lecturas de Comte, de Darwin y del
evolucionismo de Spencer —que incorporaría posteriormente en el currículo de la Escuela— lo
llevaron-a adherir a los principios del positivismo. En su concepción, orden y progreso debían
armonizarse, porque el progreso sin orden era anarquía y el orden sin progreso producía estan-
camiento, e incluso retroceso.
Scalabrini adhirió a una educación progresiva que en los primeros años se iniciaba en el
plano afectivo y que, conforme maduraba el sujeto, viraba hacia una educación claramente cien-
tífica. Consideraba gue la pedagogía debía promover el aprendizaje a partir de la observación y
_del conocimiento concreto de la naturaleza. En repetidas oportunidades, les clases de Scalabrini
— se desarrollaron en las barrancas del Río Paraná. Allí, mientras algunos estudiantes excavaban
junto al profesor en busca de fósiles, ctros preparaban el asado a la sombra de algún sauce.
Su ideal pedagógico podía resumirse, según sus propias palabras, en que “el universo puede
observarse a través de cada objeto”. Las “lecciones de objeto” combinaban así un interés por
promover el conocimiento científico con el rol activo de los alumnos, mientras el aprendizaje
tenía lugar en el ámbito natural donde se producían los hallazgos. Todo objeto era para Scala-
brini expresión de una forma y el saber humano consistía en descubrir las afinidades lógicas
internas de esa forma.
, En esta dinámica, el maestro era un orientador que acompañaba el desarrollo de la au-
tonomía de los alumnos y, por lo tanto, podía permanecer “callado” durante todo el transcurso
de la clase, allanando el camino para que sus alumnos tomaran la palabra. En sus clases,
Scalabrini vinculó ciencia y pedagogía y sus enseñanzas ejercieron una influencia decisiva en
sus estudiantes, entre ellos Víctor Mercante, Carlos Vergara y José Alfredo Ferreira, quienes
registraron el impacto que tuvo la metodología scalabriníana en'su formación docente.
- La impronta decisiva que tuvo el normalismo y su marca de origen paranaense no debería
llevar a la conclusión de que la Escuela Normal de Paraná transmitió una ideología pedagógica
homogénea. Por cierto, en las escuelas normales la corriente positivista no logró borrar las
huellas dejadas por la pedagogía de base krausista, ni pudo impedir que en los años por venir
- penetraran sus muros las diferentes tendencias de las corrientes escolanovistas.-. .....—- E
te
:
e
SENO A
Es 128
A El oficio de enseñar...
Sin embargo, este proceso de expansión debió lidiar con problemas de diferente índole:
cómo lograr la retención de los alumnos y lograr que, una vez recibidos, el conjunto de los egre-
sados eligiera el magisterio como trabajo. De hecho, la cobertura de la enseñanza por parte de
los maestros y maestras normales fue un proceso lento, Los egresados normales no llegaban a
cubrir las necesidades educativas del país. Entrado el siglo XX, seguía existiendo un porcentaje
alto de maestros que no contaban con un título expedido por una Normal, o que ejercían la fun-
ción docente gracias a habilitaciones extendidas por los consejos de educación provinciales, Los
esfuerzos por hacer del magisterio una práctica reglada, una profesión acreditada y certificada
desde el Estado, se toparon con un déficit en la provisión de los maestros titulados que ese
mismo Estado podía ofrecer.
En los hechos, junto a las escuelas normales nacionales convivieron un conjunto de prác-
ticas y de instituciones formadoras de docentes: las escuelas normales provinciales, creadas y
sostenidas con dificultad por las provincias. También estaban las escuelas normales populares,
surgidas por iniciativa de las Sociedades Populares de Educación. Según Pablo Pineau, para
el año 1915, éstas Últimas llegaron a sumar un total de 37 en la provincia de Buenos Aires.
dins ina
En términos filosófico-pedagógicos
Dentro del normalismo se combinaron diversas tradiciones. Dos grandes corrientes de
las
pensamiento se destacaron: el positivismo y el espiritualismo,
La filosofía espiritualista se difundió principalmente en las cátedras de las escuelas nor-
males, los colegios nacionales y las universidades. Sus principios fundamentales remitían a las
ideas elaboradas por el filósofo alemán Karl Krause, aunque [uego se diluyeron dentro de otras
tendencias filosóficas. Según Arturo Roig, esta peculiaridad no produjo el surgimiento de inte-
leciuales que se denominaran “krausistas” con un sentido de escuela; por el contario: “nuestro
130
El oficio de enseñar... |
krausismo fue obra de pedagogos y políticos que actuaron en forma más bien individual y ais-
lada, si bien ejercieron indudable influencia”. - .
El enfoque y los argumentos krausistas pueden interpretarse a partir de cuatro aspectos.
En primer lugar, el krausismo, dentro de las tendencias propias de las filosofías espiritualistas,
canalizó a través de sus ideas una intensa vocación social, adecuándose, según el propio Roig,
“a las necesidades intelectuales y sociales de la época y en particular a las exigencias de una
burguesía libera! conservadora de carácter progresista”. En segundo lugar, el krausismo ofreció
Un racionalismo moderado que, sin adscribir al catolicismo, favoreció cierto entendimiento con
este sector, sin romper por esc con los principios de la tradición liberal. En ese sentido, Carlos
Vergara, pedagogo liberal de extracción krausista, se refería a su reforma pedagógica: “esta
reforma ha venido de Dios y hacia Él va”, -
En tercer lugar, los krausistas manifestaron su preocupación por interpretar la realidad so-
cial a partir de la caracterización de las tradiciones nacionales. En el /deal de la Humanidad para
la vida, el propio Krause exaltaba la virtud moral del patriotismo: “El buen ciudadano honra y
ama su patria como un coordenario y digno miembro del pueblo humano enla tierra”. Diferentes
disciplinas acusaron esta concepción. Así, en el terreno jurídico se intentó elaborar una “ciencia
argentina”; en el ámbito político se buscó con intensidad la realidad social e histórica originaria
de la cual provenían nuestras instituciones; y en lo pedagógico se afirmá con fuerza que la me-
todología krausista contribuía a concebir una escuela pedagógica nacional, en contraste con
los modelos importados, inscriptos en la corriente positivista. El propio Vergara promovió una
“teoría y práctica comprendida en lo que en contraposición al nombre de Escuela Positiva, noso-
tros hemos llamado «Escuela Argentina»". Finalmente, los postulados del krausismo estuvieron
orientados por un fuerte talante ético, del cue deriva también su vitalidad.
La prédica krausista convidaba a emprender una lucha de regeneración moral ante la
cual se sintieron convocadas grandes masas de ciudadanos. Para los pedagogos y maestros
enrolados en esa tradición, el maestro debía asumir un papel regenerador: “en la época ac-
tual, estando todo en decadencia, a tal grado que nadie duda de que se acerca una reforma
radical”, asentía Vergara, el deber del maestro es “extender su esfera de acción”, puesto que
“Si un hombre se reconoce honrado y patriota, como debe ser ineludiblemente todo verdadero
maestro, tiene el deber también de buscar los medios para propagar esa honradezy esa virtud
ilustrándose y ocupando las posiciones más ventajosas para tan nobte aspiración”.
En cambio, la filosofía positivista tuvo un gran impacto en las últimas décadas del siglo
XIX, tanto en la Argentina como en el resto de América Latina. En téminos generales, esta co-
rriente, inaugurada por Augusto Comte, planteaba que el hombre debía renunciar a conocer el
ser mismo de las cosas, y atenerse al conocimiento de las verdades que pudieran ser percibi-
das a través de los sentidos. El positivismo postulaba que el mundo estaba conformado por un
conjunto de hechos individuales y observables, cuyas relaciones podían conocerse a través de
las ciencias de la naturaleza.
Desde un enfoque eminentemente científico, el positivismo estableció que sólo se conoce
si se logran determinar las ¡eyes naturales por las que los hechos observables se relacionan entre”
sí. ¿Podría implementarse este mismo esquema de conocimiento en el estudio de la realidad
social? La respuesta de Comte era afirmativa: a través de la sociología —también denominada
fisica social—1los positivistas pretendían establecer las leyes que rigen la vida de las sociedades.
131 £
Arata - Mariño
Cuando el Estado adoptó los principales postulados del positivismo, lo hizo identificando
" en el discurso científico el motor para el progreso de la humanidad. Tomando como modelo a
la Europa civilizada, el discurso positivista promovía, principalmente a través de la educación,
una reforma social, a la vez que brindaba un marco interpretativo para contener y encuadrar a
- la sociedad que se hallaba en plena transformación. Los grupos dirigentes vieron en los princi-
pios del positivismo una doctrina capaz de erradicar —a través de la educación— los “resabios
coloniales” aún presentes en la sociedad y así, finalmente, “emanciparia” y encauzaria por la
senda de la “civilización”, Educar era normalizar, una tarea que muchas veces fue entendida
como misión. E
Pero sería erróneo pensar que los principios del positivismo se implementaron sin tomar
contacto con otras tendencias filosóficas, o que el discurso positivista haya sido la pedagogía
triunfante de los sistemas educativos modernos. Para Inés Dussel, el positivismo ortodoxo no
logró hegemonizar el campo pedagógico. La pedagogía normalista tuvo bases heterogéneas
que combinaron diversas tradiciones filosóficas y culturales, En tal caso, el positivismo incidió
en “la búsqueda de una pedagogía con bases científicas” a partir de la biología y la psicología
y mediante el seguimiento de un método uñiforme para la enseñanza de las masas. Pero el
interés-por el “método”, la “confianza en la ciencia” y la “apelación a la psicología” no fueron
preocupaciones excluyentes del positivismo. Las ideasde Pestalozzi (1746-1827) y de Herbart
(1776-1541) también estuvieron dentro de las referencias pedagógicas, pero no podrían ser
incluidas como positivistas, Pestalozzi privilegiaba la experimentación como forma de conoci-
miento a través de la observación y la percepción. Para él, se debía promover en los niños la
observación sistemática y la utilización de un lenguaje de complejidad creciente. Consideraba
que el objetivo de la educación era desarrollar todas las fuerzas humanas. Para ello, el docente
debía educar la mano, la mente y el corazón de sus alumnos, Por su parte, Herbart privilegió
la moralización y el logro del orden a través de la formación de la voluntad. Se propuso fundar
ias Dases de la pedagogía en la psicología y la filosofía. Buscó conciliar la autoridad y el saber
docente con el interés del alumno.
La pedagogía se nutrió de los argumentos que le aportó el discurso de ta psicologia. Sus
fundamentos se apoyaban sobre bases biologicistas, a tal punto que los planes de estudio del
profesorado no permitían cursar la asignatura psicología sin tener aprobadas previamente las
materias biología, anatomía y ñ isiología del sistema nervioso.
Uno de los principales aportes de la psicología consistió en | establecer los parámetros y los
límites entre aquellos comportamientos considerados normales respecto de los anormales. Sus
representantes más destacados en las primeras décadas del siglo XX fueron Víctor Mercante
y
Alfredo Calcagno. Estos pedagogos consideraron importante definir los sujetos seciales conflicti-
vos al partir de escalas biológicas y psicológicas. Ambos fundaron, en la Universidad Nacional de
La Plata, el laboratorio de Paidología. El lugar contaba con instrumentos para medir el tamaño
de los cráneos y la capacidad pulmonar, láminas y tests para medir la memoria, la atención,
la
afectividad y el razonamiento de los niños. Mercante realizó —por ejemplo— el estudio sistemá-
tico de los cráneos de 549 mujeres y 652 varones. Empieando el compás de Broca clasificó a
los niños y niñas en dolicéfalos, mosecéfalos, braquicéfalos y hiperbraquicéfatos. Y a partir de
alí establecía deducciones: “En el cursó dé nuestras investigaciones hemos anotado un hecho
de valor didáctico [...] En igualdad de edades, los jóvenes de mayores diámetros cursan
años
más adelantados que los de diámetros menos extensos”.
EN 132
El oficio de enseñar... TS
133
salud dentro del ámbito educativo. Su cuidado se expresó muchas veces en términos morales.
La prevención desde la medicina se cruzaba con la prevención moral y el ordenamiento social. El
higienismo se entronizó en despachos y aulas, copó las escuelas y se difundió también a través
de reglamentaciones y libros de lectura, Por ejemplo, en su cuento “Aventuras bacterianas", el
pedagogo Víctor Mercante rejató la historia de una familia de bacterias —Bacterion, el padre y _.
Bectarina y Bacterona, los hijos— para advertir sobre los peligros que anidaban eñ las prácticas
insalubres, Allíse narra la forma en que las bacterias se trasladan del estómago de un perro al
de una niña. El relato permitía a Mercante trazar una analogía en lá que se entrecruzaban los
preceptos higienistas, las disputas entre padres e hijos y el valor de imponef un orden social.
La sociedad se transformaba —en términos cuantitativos y cualitativos— y la pedagogía
de bases científicas contribuyó a! disciplinamiento y control social a través de la codificación
Escolar. En sintonía con es: exto y esé clima de'ideas,el pedagogo Rodolfo Senet planteó a *—
objetivo de desplegar una táctica escolar. El concepto de táctica —que remite al plano militar—
indicaba la necesidad de lograr el orden a través de la construcción de un sistema de jerarquías
en el aula. Senet analizó la vida escolar prescribiendo los movimientos que los alumnos debían
ejecutar, cómo el maestro debía guiar la enseñanza, cómo orientar y controlar ese proceso. El
horario escolar, el uso eficiente del tiempo, la necesidad de crear hábitos, la disposición del
espacio escolar fueron objetos de reflexión en pos del control y la prevención el desorden. La
táctica también fue enseñada a los maestros: formó parte de los contenidos de pedagogía den-
tro de las escuelas normales.
En el cruce de las grandes transformaciones sociales que se producían, se generaron sa-
beres que se desplegaron como claves interpretativas y como modos de intervención sobre esa
realidad cambiante. La pedagogía de base científica contribuyó en la profesionalización de los
maestros, legitimando sus intervenciones a partir de esos saberes que la constituíari. La didác-
tica fue concebida a partir de principios racionales y científicos, se promovió la utilización de los
métodos deductivo e inductivo y los procedimientos analítico y sintético. La organización escolar,
la planificación, la evaluación y la disciplina fueron ejes configuradores de la tarea-docente.
La tradición normalista se constituyó como una herencia —que al decir de un poeta fran-
cés— no estuvo precedida por ningún testamento. Lo heredado fue discutido y se expresó como
un campo de fucha. Entre los maestros y maestras normalistas surgió un malestar que fue
constitutivo de esa tradición pedagógica y que desafió su núcleo normalizador. Así lo registró
un grupo de maestros que también se habían formado en las” escuelas normales. Frente
a un
discurso que parecía imponerse, ese malestar se expresó como disidencia, como una disonan-
cia que cuestionó la representación sin fisuras que buscaba imponer el sentido pedagógico
dominante. Quienes alzaron su voz para señalar esa incomodidad se convirtieron en indicio
de
las disputas que atravesaba la constitución del campo pedagógico. Con ellos se hicieron visibles
las luchas que recorrieron la formación del sistema educativo, las tensiones que se produjeron
por los sentidos de la tarea de enseñar y las concepciones sobre los sujetos y sobre la educación
que defendieron.- -
EEC 134
Sería simplificador pensar que dentro del normalismo no se imaginaran alternativas di-
versas, que no se diseminaran sentidos que entraban en disputa. Como señalamos en la in-
troducción de esta lección, los maestros formados en las escuelas normales coincidían en la
centralidad de la educación y en la necesidad de alfabetizar; pero ¿estaban todos imaginando
un mismo sujeto de la educación? ¿Cómo pensaron los vínculos entre el Estado y la sociedad
civit? ¿Acaso se planteó en los maestros una valorización unívoca respecto de las culturas inmi-
grantes que portaban consigo los niños? Ciertamente no hubo homogeneidad, hubo sentidos
en disputa sobre la educación. Ésta se fue desarrollando a través de múltiples prácticas que
expresaron tendencias diversas.
Los normalistes más “duros” imaginaron a la escuela con barreras ideológicas, una suerte
de aduana cultural que, según sus criterios de clasificación, permitiría e apartaría aquello que
podía o no ingresar en sus aulas y sus patios. Otros normalistas, más “democráticos”, imaginaron
una escuela de puertas ablertas, con vínculos más fluidos entre el Estado y una sociedad que
ingresaba al espacio escolar portando sus tradiciones y sus historias. Aveces de modo estridente
y otras en sordina, los maestros y maestras expresaron alternativas pedagógicas que hicieron
circular y pusieron en práctica, impugnando los sentidos dominantes que respondían a concep-
ciones adulto-céntricas y verticalistas. Para Puiggrós, el pedagogo Carlos Vergara es un síntoma
que da cuenta del surgimiento de alternativas a las concepciones pedagógicas hegemónicas.
Vergara, maestro egresado de Paraná, director e inspector, se pronunció en contra de la
uniformidad y la homogeneidad, propias de la trama normalista. Referente del sector democrá- .
tico-radicalizado de fines del siglo XIX, Vergara denunciaba la enseñanza verbal y ieoricista que
reinaba en las escuelas, cuyas consecuencias podían percibirse en el desinterés por lo público,
la falta de formación para el ejercicio de funciones políticas, e incluso el fraude electoral (una
práctica tan extendida como estructural en el régimen político de entonces). Vergara concebía
De
una didáctica alejada de las ideas predeterminadas, que partiera del conocimiento que los
alumnos tienen sobre los temas y de sus intereses. Sólo entonces se debía dar paso a la con-
im
sulta de los libros. Frente a la cultura libresca que promovían los normalistas, Vergara sostenía
que había que estudiar fos hechos y no los libros.
No fue la única “trasgresión” del mendocino. Además, la pedagogía de Vergara se vincu-
laba explícitamente con la política. Creía que era necesario transformar las bases mismas de
la organización social para superar sl atraso. Cuestionó las relaciones de dominación, fueran
éstas las que se establecen en el sistema -económico-social (como por ejemplo entre el patrón
y sus trabajadores) o las que se desarrollan en la micropolítica de las escuelas (como el vín-
culo pedagógico entre el maestro y el alumno). La relación entre padres e hijos y la que se teje
entre los políticos y el puebto no quedaron afuera de su crítica. Vergara pensó con sagacidad la
relación entre la educación y la sociedad, reconociendo la vinculación entre la cultura escolar
y la cuítura política. Sostenía que en las escuelas argentinas se enseñaba a obedecer y no se
educaba a los niños, y fomentaba la descentralización, a través del fortalecimiento del autogo-
bierno escolar.
7 El caso de Vergara es un ejemplo del normatismo que heredó los enunciados democráti-
cos de Sarmiento. En términos de relaciones de fuerza, su postura fue vencida por la posición
normalizadora. Pero siguió expresando un malestar dentro del normalismo; fue tomada como
una herencia y se resignificá a lo largo de la historia del magisterio argentino: una posición de
defensa de la escuela estatal, articulada con retaciones pedagógicas democráticas.
1358
ESCASA Arata - Mariño Izarra EOS ELN TELS Cn ANCIANA
de maestras?
Entre las primeras mujeres que debieron enfrentar los prejuicios dentro de la sociedad, se
encontraban las maestras norteamericanas convocadas por Sarmiento. Para Graciela Alonso,
3
El 236
A El oficio de enseñar...
Gabriela Herczeg, Belén Lorenzi y Ruth Zurbriggen, la presencia de estas maestras ponía en
evidencia los prejuicios de los criollos sobre el cuerpo femenino. Las mujeres norteamericanas
respondían a un modelo femenino ligeramente distinto del que se esperaba de una mujer en
la Argentina; se tretaba de mujeres “independientes, desenvueltas y protestantes” a las que
"les gustaba fotografiarse, arreglarse, comprarse ropa” y, por si fuera poco, “venían a trabajar
en espacios públicos”. Para la cultura masculina local, esta situación las ponía en contacto con
una infinidad de elementos “pecaminosos”: “el dinero de los sueldos, la política, los contenidos
de los libros, la vinculación cotidiana con hombres no familiares, las tentaciones de la calle”.
El proceso de feminilización también mostró los límites que debieron enfrentar las mu-
jeres dentro del campo pedagógico y del sistema educativo en las primeras décadas del nor-
malismo. Así lo señala Morgade: “...en el pensamiento pedagógico argentino se verífica Un casi
absoluto predominio masculino”, mientras que “Las estadísticas muestran que hasta 1930 no
hubo mujeres inspectoras en la Argentina, ni obviamente miembros del Consejo Nacional de
Educación”.
Cabe señalar que fue a partir de la renovación de los enfoques historiográficos de los
los cam-
últimos años, que se comenzó a reparar en el perfil de las maestras, su desempeño y
luchas— en el ámbito de la cultura y
- bios que promovieron —muchas veces, librando grandes
los últimos años,
la educación. Como expresión de una línea de investigación que surge en
últimos 20
Galván y López sostienen que, entre los grandes cambios historiográficos de los
tradiciona les hacia la búsqueda de
años, se cuenta el “desplazamiento de los temas políticos
los niños y las
conocimientos históricos acerca de sujetos anteriormente olvidados: las mujeres,
saber qué
niñas son los nuevos protagonistas de la historia”. Si bien todavía es muy pronto para
emergente s, los aportes que
relecturas sobre los procesos educativos ofrecerán estas narrativas
y el desempeño de las
ha realizado ya la perspectiva de género nos exigen pensar la presencia
mujeres en los ámbitos educativos, dejando en suspenso el imaginario que la cultura masculina
construyó sobre el perfil de la mujer como educadora. Sin duda, como plantea Elsie Rockwell:
“las vidas de las maestras nunca coinciden completamente con una época", por lo que es siem-
pre interesante “resaltar aquellos aspectos de las vidas de las mujeres que reflejan —y ayudaron
vivir".
a formar-— los contornos de las tensas relaciones que les tocó
Inspectores y saberes
ón, otros sujetos del sis-
Durante el período de expansión y consolidación de la educaci
entes del Consejo Nacio-
tema jugaron un rol fundamentar: los inspectores nacionales, dependi
nal de Educación.
educativo se compleji-
A medida que la educación se extendía, el gobierno del sistema
sanción de la ley de subvenciones
zaba; e partir de la creación de las escuelas normales y de la
eos: por un lado, la formación
nacionales a las provincias, se produjeron dos prosesos simultán
za y, por otro, la formación de un
de un campo del saber pedagógico que prescribía la enseñan
ían para reguiar la escolariza-
campo de saber burocrático desde el que los inspectores interven
Soutiwelt, los inspectores
ción y el gobierno de la educación. En ese marco, como afirma Myriam
iba a combinar “la regulación nor-
se convirtieron en un cuerpo especializado que en la práctica
ón y de fa observación directa
mativa con la intervención pedagógica”, partiendo de la evaluaci
137
==
4
i
HE 138
ir
MOE O
cia de Educación Común (1858-1875), fundada por Sarmiento y dirigida por Juana Manso, estuvo
an destinada al público en general; el Monitor de la Educación Común fue editado por el Consejo
-es Nacional de Educación y estuvo dirigido a los Inspectores y funcionarios escolares, -
DA Además, surgieron publicaciones elaboradas por los propios docentes, como El Monitor.
el Periódico mensual de educación y enseñanza primaria, Fundado en 1873-, La Asociación Nacio-
as nal de Educación, creada en 1886, editó el periódico quincenal La Educación, bajo la dirección
0. de José B. Zubiaur, Carles Vergara y M. Sarsfield Escobar. La Revista Pedagógica Argentina co-
la- menzó a publicarse en 1888 promovida por la Unión Normalista. La Nueva Escuela fue fundada -
an por Alfredo Ferreira y Pablo Pizzurno en 1893. La Escuela Positiva se editó a partir de 1895,
es también bajo la dirección de Ferreira, fundador del Comité Positivista Argentino y de la Revista
de Instrucción Pública creada en 1898 y dirigida por Pizzurno, Lectores ciudadanos, lectores
ño pedagogos, lectores docentes, La sociedad se transformaba con el avance de la cultura escrita,
'C-. a la vez que incluía a la educación como una de las cuestiones a debatir.
le No podría pensarse la formación de la Argentina moderna si no se incorpora al norma-
E lismo (su trema discursiva, sus disputas internas, sus sujetos y saberes) como uno de sus ejes
un constitutivos. A través de sus 100 años de historia, la Escuela normai gestó hombres y mujeres
dispuestos a llevar los conceptos, valores y costumbres prohijados por la modernidad desde
r- Jujuy a Tierra del Fuego y desde Misiones hasta Mendoza. En ese viaje, muchos confirmaron los
'S juicios que se habían formado en la Normal, mientras que otres tomaron contacto con culturas,
1; saberes, estéticas y sensibilidades que impactaron en su ser docente, reformulando lo apren-
e dido, recreándolo o, en ocasiones, rechazando la tradición normalista en que la habían sido
ES formados, En todos los casos, fueron esas mujeres y hombres los que le dieron forma, volumen
a: y espesura ala cultura escolar en la Argentina.
139 ES
Bibliografía
Alonso, G.; Herezeg, G.; Lorenzi, B. y Zurbriggen, R. (2007). “Espacio
s eccolares y relaciones de género.
Visibilizando el sexismo y el androcentrismo cultural”. En: Pañuelos
en Rebeldía: Hacia una peda-
Eogía feminista. Géneros y educación popular. Buenos Aires, América
Libre y Editorial El colectivo.
Birgin, A. (1999). El trabajo de enseñar. Entre la vocación y el mercado:
las nuevas reglas de Juego. Bue-
nos Aires: Troquel.
Carli, 5. (1993). “Modernidad, diversidad cultural y democracia en la historia
educativa entrerriana (1883-
1930)". En: Puiggrós, A. (dir). Historia de la Educación Argentina, Tomo
IV. La Educación en las
Provincias y Territorios Nacionales, (1885-1945), Buenos Aires: Galera.
De Miguel, A.; De Blagg, M. L.; Enrico, J. y Román, M. 5. (2007). “Nommati
smo, cultura letrada y resisten-
cia de la oralidad en Ja historia de la lectura y la escritura en Argentina”.
En: Ciencia, Docencia Y
...Jeenología N” 34, Año XVII. Concepción del Uruguay: UNER... om —.
Dussel, [. (2005). “¿Existió una pedagogía positivista? La formación de
discursos pedagógicos en la se-
gunda mitad del siglo XIX." En: Pineau, P.; Dussel, |; y Caruso, M.
La escuela como máguina de
educar. Buenos Aires: Paidós,
Dussel, |. y Caruso, M. (1999). La invención del aula. Una genealogía de
las formas de enseñar. Buenos
Alfres: Santillana.
- Feldfeber, M. (1990). “Génesis de las representaciones acerca del maestro.
Argentina 1870-1930,
mimeo. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
: - Finocchio, S. (2009). La escuela en la historia argentina. Buenos Aires: Edhasa,
A Galván, E. E. y López, O. (2008). “Introducción. La emergencia de uña historia
de
Hi las maestras mexicanas”. En Galvan, L. y López, O. (coords.). Entre imaginari
os y utopías: historias de -
maestras. México: Publicaciones de la Casa Chata. . -
Kummer, Y. (2010). José María Torres: las huellas de su pensamiento en la conforma
ción del eampo
T. pedagógico normalista. Paraná: Universidad Nacional de Entre Ríos. ,
' - Legarralde, M, R. (2008). “La formación de la burocracia educativa en la Argentina:
los inspectores nacio-
oa nales y el proceso de escolarización, 1871-1910”. Tesis de Maestría. Mimeo. Buenos Aires:
FLACSO.
Mannocchi, C. (2011). "El conflicto del magisterio de la ciudad de Buenos Aires en
1925: la identidad de
, una clase sin nombre”, En Historia 2.0; Conocimiento Histórico en Clave Digital. Colombia:
Buca-
E: ramanga.
Morgade, G. (1992). El determinante de género en el trabajo docente de la escuela
primaria. Buenos .
—_ .. Aires: Miño y Dávila. —
: Morgade, G. (1997). "La gocencia para las mujeres: una alternativa contradictoria en el camino
hacia
E los saberes legítimos”. En Morgade, G. (comp.). Mujeres en la educación. Género y docencia
en la
Argentina, 1870-1930. Buenos Aires: Miño y Dávila.
Núñez Pérez, V. (1995). “De la Escuela Normal de Paraná-0 de la fundación del magisterio en
la Argen-
: tina”. Historia de la Educación, N” 4. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Pineau, P. (1997). La escolarización de la provincia de Buenos Aires (1875-1930), Una versión
posible.
E . Buenos Aires: Oficina de Publicaciones del CBC, Universidad de Buenos Aires,
Puiggrós, A. (1990). “Sujetos, disciplina y curriculum en los orígenes del sistema educativo argentino”.
u Historia de la Educación Argentina. Tomo |. Buenos Aires: Galerna,
Rockweli, E. (2008). “Las maestras de Tiaxcala antes y después de la Revolución”. En Galván,
L. E. y
López, O. (coords.). Entre imaginarios y utopías: historias de maestras. Ob. citada.
Roig, A. (2006). Los krausistas argentinos. Buenos Aires: El Andariego.
1 Southwell, M. (2003). Psicología experimental y Ciencias de la Educación. Notas de historia y de funda-
ciones. La Plata: Editorial Universidad Nacional de La Plata.
Eo El 140
ñ
LE
”
ENE El oficio de enseñar... Y
es del Sis-
Pedagógico y Saber Burocrático en los Orígen
Southweil, M. y Legarralde, M. (2007). "Saber Ibero ameri cano de Histor ia de la
presentada en el Congreso
tema Educativo Argentino”. Ponencia
25a. Educación, Buenos Alres: SARE.
Solar.
en la Argentina (1880-1945). Buenos Aires:
Tedesco, ,. E. (1986). Educación y sociedad ncia". En:
ogo en diside
ivo, ra: críticas y proyectos de un pedag
Terigl, F. y Arata, N. (2011). "Carlos N. Verga UNIPE, Editor ial Univer sitaria.
os escogidos. La Plata:
Vergara, Carlos. Pedagogía y revolución, Escrit
y la docen-
ión de mujeres?: la feminización del normatismo
Yannoulas, 5. C. (1996). Educar ¿Una profes
cia (1870-1930). Buenos Aires: Kapelusz.
las
Disco multimedia
Fuentes
Discurso dirigido a las
maestros. Cómo se forma el ciudadano.
Pizzurno, Pablo (1938). “Consejos a los diplomas, 7 de
l N” 3, en el acto de la entrega de los
maestras egresadas de la Escuela Norma de medio siglo de
rno: recopilación de trabajos: más
julio de 1906”. En:El educador Pablo Pizzu or, conferencista,
, normal y primaria: funcionario, escrit
acción cultural en la enseñanza secundaria (Selec ción).
es y los pueblos. Buenos Aires
propagandista de la paz entre los hombr
metodología general. Buenos
primaria: nociones de psicología y
Senet, Rodolfo (1909). La educación
Aires: Cabaut (Selección).
nta de Biedma (Selección).
ntos de educación. Buenos Aires: Impre
Torres, José M. (1888). Primeros eleme oficial de la Dirección
lina”. La Revista de Educación, órgano
Vergara, Carlos. “La evolución de la discip
General de Escuelas.
Biografías
Carlos Vergara
Domingo Faustino Sarmiento
José Alfredo Ferreyra
José Benjamín Zubiaur
I5
José Jacinto Berrutti
José María Ramos Meifa
José María Torres
Manuel Pacífico Antequeda
Pabio Pizzurno
Pedro Scalabrini
Sara Chamberlain de Eccleston
Víctor Mercante
3-
ERCICIOS
mi:
Ejercicio 1
como
En esta lección estudiamos los orígenes del normatismo argentino. Su constitución
pero, como hemos seña-
discurso pedagógico se forjó inicialmente desde el Estado nacional,
la formación
lado, aquel fue reconfigurado por los sujetos que se constituyeron en el marco de
nacional. Subrayamos cómo la voluntad
docente y de la consolidación del sistema educativo
la Argentina se articuló
estatal de formar maestras y maestros para expandir la educación en
de la cultura escolar.
con las marcas singulares que esos mismos docentes produjeron dentro
debía de-
Una de las cuestiones que planteó el normalismo fue que la tarea de enseñar
les proponemos revisar
sarrollarse sobre una pedagogía de bases científicas. En este sentido,
y las Cualidades del
las Condiciones de la buena enseñanza primaria, de José María Torres
es preguntas:
educador, de Rodolfo Senet, tomando como guía las siguient
la
1. ¿Qué conocimientos consideró Torres que eran necesarios para llevar adelante
tarea de enseñar? -
aciones de Torres
2. ¿Qué puntos de contacto se pueden establecer entre las preocup
y la clasificación de cualidades desarrollada por Senei?
143 JE
Ejercicio 2
Es tan importante reconocer la fuerte impronta que ei normalismo dejó en la cultura es-
colar y los cruces que produjo con la cultura política, como reconocer que, cuando hablamos de
normalisme, nos referimos a un discurso que no fue homogéneo ni tuvo una traducción univoca,
Como subrayamos, los y las normalistas produjeron miradas alterhativas frente al sentido hege-
mónico que buscó imponer la educación normalizadora. Teniendo en cuenta lo que planteamos
en la lección como el malestar del normalismo y partiendo del frasmento de la fuente “La evo-
lución de la disciplina”, que transcribimos : a continuación, analicen la crítica que hizo Vergara
al normalismo “duro”.
Formar seres pasivos y sin iniciativa, como hoy se hace en las escuelas, es anular las
“fuerzas del-progreso encamadas-en-los individuos; así-cemo oprimir-y.deprimir.al pueblo. es. .
matar el poder de la Nación, porque la suma de las iniciativas individuales marca la capacidad
económica, política, científica, industrial, moral y guerrera de cada país.
En la lección afirmamos que “La ergentinización de los niños y sus familias fue una
preocupación que llevó a políticos y pedagogos a plantear a la escuela como un espacio
privilegiado para constituir, a partir de una educación patriótica, la identidad nacional”.-Sin
embargo, Pablo Pizzumo reflexionó sobre esta cuestión desde una perspectiva alternativa
respecto de quienes bregaron por una identidad basada en un patriotismo militarizante y
excluyente,
EN 1.44