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CONQUISTA Y COLONIA EN CALIMA: La Leyenda de María Luisa de la Espada

Article · August 2023

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Angie Franco
Externado University of Colombia
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CONQUISTA Y COLONIA EN CALIMA
La Leyenda de María Luisa de la Espada1
Angie Katalina Franco Farfán
Programa de Antropología
Agosto de 2023

Resumen

El presente artículo busca contextualizar a través de los cronistas y documentos históricos


la época de la conquista y colonia en la región que hoy conocemos como Calima. Cómo fue
su poblamiento y los nuevos dueños de la tierra que dominaron la región. De igual manera,
analizó, a través de archivos históricos y relatos de la tradición oral, la vida de María Luisa
de la Espada, mujer hacendada del siglo XVI conocida como la Gobernadora de Buga, quien
daría origen a historias y leyendas que se escuchan actualmente sobre sus tesoros
encantados y el oro que por tanto tiempo ha sido fuente de deseo, riqueza y misterios en
Calima.

Palabras Clave: María Luisa de la Espada, Sonso, Cronistas, Tradición Oral, Oro
precolombino.

Abstract

This article seeks to contextualize through chroniclers and historical documents the time of
the conquest and colony in the region that we know today as Calima. How it was populated
and the new owners of the land that dominated the region. In the same way, it analyzed,
through historical archives and stories from the oral tradition, the life of María Luisa de la
Espada, a 16th-century landowner woman known as the Governor of Buga, who would give
rise to stories and legends that are heard today about its enchanted treasures and the gold
that for so long has been a source of desire, wealth, and mysteries in Calima.

Key words: María Luisa de la Espada, Sonso, Chroniclers, Oral Tradition, Pre-Columbian
gold.

1
Este articulo surge de mi investigación de tesis de antropología en la región Calima entre los años
2021-2023 denominada “Las Guacas que Guardan y Aguardan: Caminos y Relatos del Paisaje, la
Guaquería y El Duende en Calima el Darién”

1|P ági na
1. Introducción

La región Calima se ha constituido social y culturalmente a lo largo del tiempo como


una región natural, arqueológica y político administrativa que corresponde con el territorio
donde se asentaron las sociedades prehispánicas “Calima” desde el milenio VIII a.C. hasta
el siglo XVI d.C. en lo que actualmente son los municipios de Calima-Darién, Restrepo,
Yotoco, Vijes, La Cumbre y Dagua ubicados en la cordillera occidental de Colombia en el
departamento del Valle del Cauca (Bray,1989; Betancourt, 1995).

Es en los años 30's que se reconoce el término Calima en investigaciones científicas


arqueológicas, siendo Henry Wassén el primer arqueólogo en hacer excavaciones en este
territorio. (Arcos, 2014) Después de esto, a partir de los años 40's los guaqueros que
tomaban más auge en la región comenzaron a llamar a los vestigios por este término,
mientras que por su lado Gregorio Hernández de Alba acuñó la categoría de cultura Calima
a un estilo cerámico determinado. (Arcos, 2014) Los arqueólogos de mediados del siglo XX,
tras rigurosas investigación determinaron, así, en esta región 4 periodos de tiempo para
dividir el área arqueológica Calima: el periodo precerámico, Ilama, Yotoco y Sonso.

Mapa 1: Distribución Espacial Pueblos Calima. Elaboración Propia.

A grandes rasgos se conoce que en el primer periodo de tiempo denominado el


precerámico (8000 a. c - 1500 a.C.) esta región se empieza a poblar por pequeños grupos
migrantes cazadores-horticultores que se alimentaban de la caza de mastodontes, venados
y pesca. (Rodríguez, 1992). Entre (1500-100 a.C.) se conoce un segundo periodo de tiempo

2|P ági na
denominado Ilama, en el que un gran pueblo agroalfarero se asienta introduciendo la
elaboración de la cerámica y la agricultura. El tercer periodo, el Yotoco, (Siglo I a.C. al Siglo
XII d.C.) se caracteriza por tener una alfarería de colores y el desarrollo más refinado de la
orfebrería. Por último, en el Sonso (del siglo XII d.C. a XVI d.C.) se tienen vestigios más
rústicos y utilitarios; en este periodo se inicia, además, el proceso de conquista y
colonización europea, lo que produjo que los pueblos que vivían en esta región quedaran
reducidos y desaparecieran con los procesos de mestizaje y la esclavitud de las grandes
haciendas. (Bray, 1989; Rodríguez, 1992)

Por lo anterior, encontramos que la región Calima tuvo una larga ocupación de
culturas prehispánicas, cuya producción cerámica y orfebre terminó atrayendo a españoles
y a guaqueros, develándonos que este fue, desde la época prehispánica, un territorio en
movimiento y en constante transformación, que guarda entre sus tierras huellas de la
existencia humana por más de 10.000 años.

Debido a los estudios académicos y arqueológicos sobre los amplios tiempos


prehispánicos, en comparación, es poco lo que se ha escrito de la época de la colonia en este
territorio ancestral, más los documentos etnohistóricos que nos llegan hasta nuestros días
nos hacen entrever a una región que se empezó a configurar en torno a la extracción del oro,
el sistema esclavista y de encomienda que impuso la corona española en estas tierras. Es así
como a continuación, se explorará a través de las voces de los cronistas, archivos coloniales
y relatos de la gente sobre la tradición oral, cómo se fue constituyendo la región Calima
social, económica, política y culturalmente en la época de la conquista y colonia.

2. Las Voces y Mirada de la Conquista y Colonia

La región del valle del río Cauca, Calima, Dorado y San Juan, donde vivieron por
mucho tiempo las poblaciones anteriormente descritas y que dejaron enterrados vestigios
de su vida y humanidad, en el siglo XVI fue uno de los últimos lugares ocupados por la
empresa de la conquista española en el actual territorio colombiano. Este proceso se sitúa
entre 1535 d.C. a 1555 d.C. cuando se fundan distintos centros poblados como Cali (1536),
Buenaventura (1539), Anserma (1539) Cartago (1540) y Guadalajara de Buga (1555) y se
asientan los españoles para construir sus vidas en torno a instituciones como la encomienda
(Crónicas Históricas de la Región Vallecaucana, 1996).

3|P ági na
A través de las crónicas de este periodo podemos tener una mirada de cómo fue esta
relación y las primeras impresiones de los colonizadores europeos al llegar a estos valles
donde existían diversas poblaciones indígenas descendientes del periodo Sonso. En este
sentido, los primeros españoles que llegaron al Valle del río Cauca fueron Sebastián de
Belalcázar, Pedro de Añazco y Juan de Ampudia. En 1536, viniendo desde el Ecuador,
encontraron una región con un gran río y diversos pueblos, entre ellos los Gorrones, quienes
tenían un centro poblado cerca de la actual laguna de Sonso (Crónicas Históricas de la
Región Vallecaucana, 1996).

Como dato curioso y que configura la región, está que Sebastián de Belalcázar,
famoso conquistador y fundador de ciudades como Quito, propuso que la ciudad de Cali se
fundara en el territorio de los Gorrones (actual municipio de Yotoco) estableciéndose así, un
asentamiento que fue desmontado por el capitán Miguel Muñoz y trasladado el 25 de julio
de 1536 a la ubicación que se conoce hoy en día (Crónicas Históricas de la Región
Vallecaucana, 1996). Este tipo de estrategias, de fundar pueblos pertenecientes a la
Gobernación de Popayán para controlar y entablar relaciones de dominación con las
poblaciones, se extendió por todo el siglo XVI. Después de ellos, vinieron otras 3 empresas
conquistadoras: Juan Vadillo quien traía al cronista Pedro Cieza de León (1538), el mariscal
Jorge Robledo fundador de Cartago y Anserma (1539) y Pascual de Andagoya quien fundó
Buenaventura (1540) (Rodríguez, 1992).

Ahora bien, las descripciones de estos nuevos habitantes y visitantes del Valle, sobre
las poblaciones que veían y con las que entablaron relaciones, son muy interesantes para
entender las formas de vida y organización, teniendo en cuenta que es la mirada y voz escrita
del “conquistador”. Uno de los más documentados cronistas de esta región fue Pedro Cieza
de León, quien buscó retratar las naciones 2 que existían en su recorrido por el valle del río
Cauca hasta el Perú con Juan de Ampudia, para entender quiénes eran y cómo vivían las
poblaciones del momento (Crónicas Históricas de la Región Vallecaucana, 1996). De esta
manera describe varios grupos posibles descendientes de Calima, como lo fueron:

Los Chancos, de quienes se dice, vivían en la provincia de Anserma. Los describió


como “pequeños gigantes” con las cabezas anchas y alargadas, producto de una práctica que

2 Pedro Cieza de León describe a las poblaciones indígenas como “naciones” que fueron mermadas por los
españoles como Sebastián de Belalcázar. Muchas de estas naciones se enfrentaron en guerras para defender su
tierra y no ser sometidos, lo que también produjo que no hubiese cosechas y murieran de hambre (Crónicas
Históricas de la Región Vallecaucana, 1996).

4|P ági na
utilizaban también los quimbayas para moldear con un par de tablas las formas de sus
cabezas. Así mismo escribió que andaban desnudos y se tapaban con cortezas de árboles
(Cieza de León, [1553] 2005).

Cieza de León también describió a los “Gorrones” cuyo territorio se extendía por
la cordillera hasta la provincia de Barbacoas, su nombre se asociaba al hecho de que sus
habitantes eran pescadores y usaban la palabra “Gorrón” para denominar al pescado. Así
mismo, los describió físicamente como medianos, vestían los hombres solo con maures y las
mujeres con mantas de algodón. Estas mismas mantas se utilizaban para envolver a sus
difuntos junto con oro colocándolos en sepulturas hondas (Cieza de León, [1553] 2005).

En lo que refiere a Los pueblos de las Sierras, Cieza los describió como pueblos
distintos a los de las llanuras del Valle del río Cauca, y eran los que se ubicaban por la
cordillera occidental hasta la costa del mar del “sur”:

Tienen las casas como las que dije que había en Tatabe sobre árboles muy grandes
hechos en ellos altos a manera de sobrados, en los cuales moran muchos moradores.
Es muy fértil y abundante la tierra de estos indios, y muy proveída de puercos y de
dantas y otras salvajinas y cazas, pavas, y papagayos, guacamayas, faisanes, y mucho
pescado. Los ríos no son pobres de oro, antes podremos afirmar que son riquísimos,
y que hay abundancia de este metal. (Cieza de León, [1553] 2005, p.76)

Además, destaca, como en la mayoría de sus lecturas, que eran poblaciones que
comían carne humana, las cuales poseían arcos, flechas lanzas, y dardos. Estos estarían
ubicados en los actuales municipios de La Cumbre, Pavas y Dagua (Betancourt, 1995).

Estas tres naciones que representa el cronista probablemente fueron los que
habitaron la región Calima o su descendencia, y dejaron su materialidad como testamento
en el valle y la cordillera. Cabe aclarar que los nombres de estos pueblos son dados por los
españoles según los vocablos que entendían y se desconoce como ellos mismos se
nombraban y las relaciones que mantenían entre sí. Por último, otras de las naciones que
describe Pedro Cieza de León ([1553] 2005) en el valle del río Cauca son: los Buga, sobre la
cordillera central y el río Guadalajara; (p.75) Petecuy o Lilíes, es el nombre del cacique y un
asentamiento sobre el valle Lile en Cali; (p.81) y Timbas, un pueblo guerrero, ubicado entre
las montañas yendo hacia el mar (p.83)

5|P ági na
Aunque me gustaría seguir profundizando sobre el tema 3, en lo que este artículo
respecta, me interesa entender y mostrar cómo se pudieron transformar y diezmar los
pueblos prehispánicos que vivían en la región Calima en el tiempo de la colonia, y cómo este
territorio fue perteneciendo a diferentes poderes y provincias, como la del Alto Chocó, Buga
y Cali, todas vinculadas a la Gobernación de Popayán la cual le rendía cuentas a la Real
Audiencia de Quito.

En este orden de ideas, a finales del siglo XVI se realiza una clasificación de las
sociedades de este territorio y se agrupa este en 4 unidades político-administrativas: Cali,
Alto Chocó, Buga y Cartago. La región Calima era un territorio selvático y montañoso de
difícil acceso que se ubicaba entre las unidades de Cali, Alto Chocó y parte de Buga
(Rodríguez,1992).

En los mapas de la provincia del Alto Chocó hechos por Melchor de Salazar (Hacia
1597) se muestra que, en el valle del Calima, estaba ubicada la población y río de los Yacos.

Mapa 2: Provincia del Chocó (El sur se encuentra arriba). (M. Salazar, 1597)

3 Hay varios estudios como los de Kathleen Romoli, (1974) “Nomenclatura y población indígenas de la antigua
jurisdicción de Cali a mediados del Siglo XVI” y el de Alonso Valencia (1998) “Evolución de los pueblos de indios
en el Valle del Cauca” que nos dan una mirada desde las crónicas y documentos históricos de cómo se empezó a
conformar esta nueva sociedad sobre el valle del río Cauca y la cordillera Occidental.

6|P ági na
Este río de los yacos o río Calima fue encontrado por Melchor de Salazar en su expedición
por el río San Juan entre marzo y mayo de 1593, así mismo se documenta que localizó unas
minas de los indios y terminó el viaje con abundante oro, canoas y maíz (Romoli, 1975). De
esta expedición elaboró el siguiente mapa que cuenta con nombres de lugares que perviven
actualmente:

De esta manera, los Chancos o Yacos representados en el mapa, podrían ser nombres
adjudicados por los españoles para denominar a los descendientes de los Sonso y que
estarían ubicados en la actual área arqueológica de la región Calima (Betancourt, 1995). En
efecto, conformada la provincia del Alto Chocó encontramos que esta región en algún punto
entre el siglo XVI -XVII se le llamó Calima al río y el valle que este formaba.

El término Calima tiene sus orígenes por la palabra Calina que era la espesa nube de polvo
que llegaba del Sahara a España y se le asoció a este territorio por la neblina que baja de las
montañas del páramo y cubre todo el valle. Otras fuentes orales me indicaban que también
el término se pudo dar por que este era el nombre de un líder indígena, así como lo fueron
las nomenclaturas de Yumbo, Yotoco o Petecuy (Duque, 2003).

Sobre las gentes de este valle del Calima, Kathleen Romoli (1975) en su trabajo
etnohistórico sobre el Alto Chocó del siglo XVI, menciona que en sus fuentes consultadas
aparece como:

Según la leyenda local, fue la venida de los españoles que puso fin a ese trato, cuando
los Gorrones serranos recogieron sus alhajas y las ocultaron en depósitos secretos y
los indios del San Juan huían cualquier contacto con los nuevos invasores. Hasta
cierto punto, esto es verdad; sin embargo, es posible que las comunicaciones con el
Occidente habían declinado mucho antes de la conquista. El gran camino, troncal de
Poniente de la desaparecida "cultura Calima", cuyos vestigios desembocan, ancho de
diez metros, en el valle del Aguamona cerca al actual Restrepo. (p.31)

Aunque como lo menciona los caminos prehispánicos se hallaban casi desaparecidos,


jugaron un papel muy importante entrado el siglo XVIII en plena Colonia, pues esta región
se comenzó a configurar como un camino de paso entre Cali-Buenaventura que abastecía de
suministros a las minas de Calima y Chocó (Betancourt, 1995).

En efecto, en los archivos coloniales del Cauca reposan manuscritos que indican que
parte de la población indígena que quedó de esta región era utilizada como un medio de

7|P ági na
transporte. A través de los caminos escarpados precolombinos y de herradura, la élite y
mercancía de la región eran cargadas a las espaldas de indígenas. En este documento se pide
en el siglo XVIII que esta práctica esclavista deje de ser utilizada y se destaca la mención del
camino “Calima” el cual era un importante camino de contrabando, que conectaba el valle
del río Cauca y el litoral Pacífico:

Para que se prohibiese el tráfico que se hacía por el camino del río Calima, con el
objeto de introducir mercancías al Chocó, por los graves inconvenientes que
presentaba, siendo los principales el que no era camino real y que no se podía llevar
carga por él sino a hombro de indio, lo cual estaba terminantemente prohibido en las
Ordenanzas hechas por el Visitador General Don Diego de Inclán Valdés... El
Gobernador prohíbe terminantemente que se trafique por el camino de Calima y que
se empleen indios para el transporte de la carga y manda que se use el del río
Sabaletas, que era camino real y por el que podían transitar mulas. (Tenorio, 1735)

En el proceso colonial, la población indígena fue perseguida y vigilada por las


instituciones eclesiásticas y la encomienda, para ser sometida a labores de transporte y
trabajo forzoso en minas y haciendas, esto, sumado a virus como la viruela,4 provocó una
disminución y fragmentación de la población indígena del actual Valle del Cauca, lo que
posteriormente introdujo en la región un sistema esclavista de cuyas víctimas fueron la
población afrodescendiente. En consecuencia, las elites criollas del valle que manejaban las
haciendas y el comercio de los caminos entre Cali y Buenaventura se fortalecieron e hicieron
crecer su poder socioeconómico en la zona, estas diferencias de clases continuaron hasta
nuestros días traducidas en los ingenios azucareros del Valle del Cauca y las compañías
mineras extranjeras del Chocó (Betancourt, 1995).

En Calima el Darién es bien conocido que existía la hacienda Calima, de donde


proviene el origen de su nombre, la cual era una importante hacienda ganadera que suplía
de suministros a las minas del Chocó y ejercía el control de la zona entre principios del siglo
XVII hasta la construcción del embalse Calima a mediados del siglo XX. Sobre los dueños
de la hacienda y su uso específico hay muy poca información del tema, pero lo que se ha
documentado es que hacia el siglo XVI aparece como dueño de Calima el alférez real de Buga

4En el Archivo Central del Cauca están unos documentos sobre la epidemia de viruela de 1588: “Se recibió una
carta del Gobernador Juan de Tuesta en la que se refiere a las pestes de viruelas sarampión que azotan esta
provincia y da instrucciones para prevenir su contagio entre los naturales. Para ello el cabildo envió a buscar a
algunos de los encomenderos para tratar sobre el asunto… tanto a los indios de las minas de Chisquío, Calima y
Saija. como a los indios de los pueblos.” (Carta gobernador Juan de Tuesta sobre las pestes, 1588)

8|P ági na
Vicente de Llanos y Guzmán y en 1708 vende la hacienda a Ignacio de Arce Camargo y a el
alcalde de Buga Cristóbal Domínguez de San Cibrián, cuyos límites eran la cordillera alta de
Mediacanoa, hasta la otra cordillera alta (Páramo del Duende) que bordeaba el río Calima
(Hernández, s.f.).

Ahora bien, al momento de la constitución de la república en el siglo XIX ese


territorio pertenecía a la provincia de Raposo la cual estaba dividida en curatos, las cuales
eran las zonas que se repartían los curas de la iglesia para recaudar los beneficios
económicos de los fieles y convertir a la religión a quienes no pertenecían a ella. En 1804,
este territorio se dividió en 4 curatos: el de Dagua, Calima, Yurumanguí y Raposo. La capital
de la provincia era La Cruz cercano al río Dagua, donde cerca había 4 minas y era el sitio de
Juntas donde se reunían el teniente gobernador y jueves partidarios que administraban el
comercio de los ríos y el camino entre Cali y Buenaventura. Calima 5 por su parte, era un
pueblo de libres y cercano a él había una mina y un camino hacia San Juan (Chocó) (Almario,
2021).

Con todo ello, esta región pasó de ser el hogar de los pueblos “yacos” (como aparece
documentado en los mapas) a ser un sitio de haciendas, caminos y minas que se movía por
el deseo y necesidad, que encontraron las elites criollas y republicanas de Colombia, por el
oro. Sobre este deseo por el oro indígena y de las minas de la cordillera occidental es
importante hablar, puesto que da pie al saqueo y venta de las piezas de oro precolombinas
Calima, lo que deriva en la actividad y práctica de la guaquería que fue considerada un oficio
tradicional en el siglo XX en este territorio.

3. Por los Caminos del Oro Calima: Entre Minas y Entierros

Tras la conquista y colonización española, la fiebre por el oro comenzó a hacerse


mayor, las naciones indígenas fueron clasificadas y categorizadas para crear los sistemas de
encomienda y mita que proveían de riqueza a la corona española y financiaban las
expediciones europeas al continente americano.6 Por su parte, estos pueblos que utilizaban
el oro en su vida cotidiana fueron con el tiempo reducidos y expulsados de sus territorios,
quedando en manos de los conquistadores sus creaciones materiales y las minas de oro que

5 La ubicación de este incipiente caserío era abajo del río Calima y no arriba donde queda actualmente (Almario,
2021).
6 Este deseo de riqueza por el oro creo leyendas como la conocida ciudad del Dorado y la leyenda de Daybe o

Dabeiba en el Chocó que atrajo a los conquistadores en busca de un gran tesoro cercano al río Atrato
perteneciente a la diosa Dabeiba de los Emberá Katios (Pueblos originarios, s.f.).

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se convirtieron a partir del siglo XVI en un negocio rentable junto con las haciendas y el
sistema esclavista.

Les Field (2002) en su texto “El sistema del oro: Exploraciones sobre el destino
(emergente) de los objetos de oro precolombinos en Colombia” propone que en este proceso
de la conquista se dio un choque violento entre sistemas de valores sobre el oro, ya que para
los pueblos precolombinos el oro tenía otras formas de representación e interpretación y al
ser utilizado en la elaboración de sus piezas de uso cotidiano y en sus costumbres funerarias
(guacas), se convirtieron en fuente de deseo y riqueza predilecta para el saqueo por parte de
los colonizadores.

Pues bien, esta codicia por acumular riquezas sienta las bases para crear todo un
sistema en torno al oro y su extracción, entre las minas y entierros indígenas. Así, los
territorios del valle del río Calima y Dorado, aunque eran de difícil acceso, se convirtieron
en un punto estratégico para estas actividades, por su cercanía a las minas de oro y a las
haciendas del valle del Cauca (Betancourt, 1995).

Entre las minas de esta región era muy conocida la mina de Calima, en el Archivo
Histórico del Cauca en la sección Colonia, se encuentra una referencia de ella:

Quintero pide se libre despacho para que se le paguen los diezmos de la mina de
Calima (en el Chocó) de propiedad del doctor don Lorenzo Hurtado. Probado que
hubo ser accionista del Partido de Calima por haberlo tomado al arrendatario de los
diezmos de la Provincia del Chocó…Los diezmos correspondían al bienio de 1768 y
69. (Quintero, 1771)

Es importante destacar que las minas de la colonia estaban clasificadas en dos tipos:
las minas reales y las minas particulares. Las primeras pertenecían directamente a la corona
española y, las segundas, a privados quienes debieron durante los tres siglos de la colonia,
entregar el llamado “quinto real” el cual constituía el 20% de todo producido. Estas minas
coloniales7 ubicadas en Antioquia, Chocó, Alto Cauca y el valle del Patía, jugaron un papel
importante en el desarrollo y crecimiento económico de la Nueva Granada, más es en el siglo
XIX con la constitución de la república, que la explotación de minas de oro tiene su mayor

7En el Chocó la extracción del oro en la colonia empezó en 1640 con la explotación minera del oro aluvial de
vetas subterráneas y en 1679 se tiene registro que se empieza a emplear la minería con trabajo esclavo
(Vives,2022). Esta minería no tuvo mayores avances tecnológicos durante este tiempo, pues se contaba
solamente con la mano de obra esclava, herramientas de hierro y pólvora negra como medios de producción
(Poveda, 2017).

10 | P á g i n a
auge, pues ya no se pagaba el quinto real y el oro fue el mayor producto de exportación
(Poveda, 2017).

Es así como se empieza a constituir una sociedad minera en torno al oro, sobre todo
en los territorios del Chocó y Antioquia, lo que con el tiempo fue construyendo maneras
particulares de relacionarse con el territorio, creando formas y prácticas propias para
extraerlo, tal es el caso del saqueo o hallazgo de oro en entierros indígenas llamados
“guacas”. En este orden de ideas, encontrar o sacar oro de las guacas era una actividad
regulada por la corona española, y así como en las minas, se debía pagar el “derecho de
quintos” es decir el 20% de las riquezas encontradas, para ello, se creó la casa de contratación
de Sevilla, una institución encargada de recolectar los tesoros de minas, santuarios y
entierros o su respectivo pago para la corona española, de tal forma que los colonizadores
tenían que registrar los descubrimiento y pedir permiso a la corona para obtener el oro 8
(Pita, 2016). En el siglo XVIII se siguieron solicitando los permisos por medio de licencias a
la Real Hacienda para sacar las guacas indígenas, así como se muestra en la siguiente
denuncia de 1744:

Representación de don Miguel al Tesorero sobre cómo se están excavando guacas


en los cerros de la jurisdicción de Buga y por no poder él vigilar lo que en tales guacas
se saca para deducir los derechos reales, pide se nombre persona que lo haga y da
cuenta de lo que han entregado por derechos de manifestaciones voluntarias los
excavadores. (de la Bandera, 1744)

Por lo anterior, las riquezas encontradas debían ser registradas en tanto había leyes
que establecían que estas pertenecían directamente al monarca español y se debía regular la
extracción de las guacas para determinar los tesoros que se hallaban en el “nuevo mundo”.
Así mismo la iglesia jugó un papel importante en el deseo que se tenía por el oro
precolombino, pues este era convertido o “purificado” fundiendo los objetos para
transformarlos en reliquias y osarios de la iglesia, aunque, también no estaba bien visto
entrar a las sepulturas indígenas (Pita, 2016).

De tal manera, podemos ver como el oro precolombino fue adquiriendo diferentes
formas de valor entre los habitantes de la Nueva Granada y posteriormente en la República
de Colombia, estando estrechamente ligado a mostrar, con los objetos precolombinos, el

8El 3 de febrero de 1536 se expide la cédula o norma en la que cualquier persona que se encontrara un tesoro,
guacas o sepultura debía reportarlas a un veedor antes de sacar el oro (Pita, 2016).

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poder y las riquezas de estos territorios. Tal es el caso que se presentó en 1892 cuando se
halló en la región cafetera de Colombia una sepultura con variados objetos en oro que se
nombró el “Tesoro Quimbaya.” Quienes lo habían encontrado lo llevaron a Bogotá y parte
de este fue comprado por el gobierno nacional y por el entonces presidente Carlos Holguín.
Es en 1893 que para demostrar y fortalecer las relaciones después de la independencia entre
la monarquía española y Colombia, el presidente le da de regalo el tesoro a la reina regente
María Cristina de Borbón (Mojica,2005).

Este ejemplo, nos demuestra las formas en que se ha ido valorando el oro
precolombino, puesto que hoy en día supondría un acto ilegal regalar o vender el patrimonio
de la nación, aunque la misma nación colombiana, también tenga formas diferentes de
valorar y concebir el oro y las piezas precolombinas.

En todo caso, estos 4 siglos después de la conquista situaron a Calima como un


camino y una región donde circulaba el oro, aunque también se mantenía guardado en las
guacas de los antiguos asentamientos prehispánicos calimas, que fueron lentamente
ocupados por la maleza que bajaba del oculto páramo, esto con excepción de algunos
terrenos despejados de haciendas ganaderas, las cuales se poblaron a finales del siglo XIX
por colonos antioqueños que harían volver a brillar, a la luz del sol, el oro abundante de los
valles del Calima y el Dorado.

Con todo ello, en la siguiente parte, abordaré la biografía y trayectoria de una mujer
destacada de la época de la colonia del siglo XVII que sirve de ejemplo para entender cómo
pervive en el presente el mundo colonial en Calima, reflejado en la oralidad, las toponimias
de la geografía, vestigios en el paisaje, y la presencia de tesoros en el monte que cargan con
encantos y abren una ventana a pensar un mundo vivo más allá de lo humano gestado por
la codicia del oro.

4. El Oro de la Gobernadora, Hacendada y Esclavista

Entre los relatos sobre minas y oro en esta región se encuentran las historias sobre
María Luisa de la Espada, un personaje histórico de la conquista que se rumora que fue la
dueña de la hacienda Calima y tenía grandes minas de oro sobre la cordillera occidental.
Cuando llegué a El Darién me sorprendió la cantidad de relatos que la gente contaba sobre
ella, tanto así que se convirtió en una leyenda del municipio.

12 | P á g i n a
Considero importante detenerme en la definición de los términos: Historias, Relatos
y Leyendas. Cuando hablo de “historias” comprendo que estas son una exposición oral o
escrita de acontecimientos pasados o de hechos históricos que pueden ser de carácter
colectivo o individual (Real Academia Española, s.f.). Por su parte los relatos son aquellas
narraciones que construye la gente en la que cuentan con detalles algo sucedido por
experiencias propias o escuchadas por la tradición oral (Real Academia Española, s.f.). Por
último, se encuentra la leyenda que proviene del latín Legere que significa leer, escoger o
cosechar (Etimologías de chile, 2001/2023) siendo un concepto que nos sirve para
aproximarnos a los valores y creencias de la gente desde una perspectiva oral, local e
histórica (Lozano,2015). En este sentido podríamos entender las leyendas como cosechas de
relatos a través del tiempo que alimentan imaginarios y prácticas en la medida que generan
relaciones posibles con el territorio, creando vínculos con los lugares y su apropiación. En
efecto, a la luz de estas definiciones encuentro que las historias, leyendas y los relatos que
las componen me permiten encontrar elementos para comprender a María Luisa de la
Espada en el contexto de Calima el Darién.

Antes de abordar las fuentes orales que rodean a este personaje, presento
inicialmente su historia de vida documentada; a partir de ella se puede ver la relación que
tiene con el oro y los fenómenos históricos como la encomienda y esclavitud que hacen parte
de la historia de larga duración de este territorio y se reelaboran en el presente a través de la
oralidad de la gente.9

María Luisa de la Espada nació en la ciudad de Guadalajara de Buga en 1593. Era la


hija menor de Alonso García de la Espada un importante Capitán nacido en Monroy, España,
quien se asentó en la ciudad de Buga para unirse como regidor y alcalde a la empresa
conquistadora y colonizadora de la región. Su madre era doña Francisca de Espinosa y
Benítez, quien era hija de Leonor Benítez y Francisco de Espinosa, este último fue el
conquistador de la provincia de Antioquia y encomendero de los “Chancos”. Al quedar viuda
Francisca se casó con Francisco Aguirre y en terceras nupcias con Francisco Gómez de
Asañón. Los hermanos10 de María Luisa fueron: Alonso, Micaela, Ana María y Francisca (de
la Espada, 1607; Tascón, 1938; Raffo, 1956).

9 Esta información biográfica la fui construyendo a partir de los textos de Tulio Tascón, Tulio Raffo, el Archivo
Central de Popayán y el testamento que dejó Alonso García de la Espada en 1607 y que hoy reposa en el Archivo
Histórico Digital de Buga.
10 Micaela se casó con Francisco Domínguez, Ana María con Tomas Toscano y Francisca con el capitán Jorge de

Herrera Gaitán (Raffo, 1956)

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Se casó María Luisa a la edad de 14 años en 1607 con Diego Lasso de la Vega, quien
fue el primer alférez real de Buga, (1606-1613) una figura muy importante que representaba
el estandarte de la corona española en los territorios del virreinato de la Nueva Granada.
Durante su matrimonio “instituyeron una capitanía de misas sobre varias casas de Buga”
(Tascón, 1938, p. 140) No obstante, don Diego murió en 1613 sin dejar descendencia. Tiempo
después ella se casaría con el capitán español Benito López Mellado y Bueno con quien tuvo
4 hijos11: Joaquín, Francisca, Manuel y Ana (Raffo, 1956).

Esta mujer fue conocida con el apodo de la “Gobernadora” y hoy en día un barrio del
municipio de Buga lleva su nombre. Heredó las tierras y encomiendas indígenas de sus
padres, cuyos límites se extendían desde el municipio de Yotoco hasta San Pedro y Caloto en
el Valle del Cauca, lo que la convertía en una gran hacendada y esclavista de esta región con
varias personas a su cargo o gobierno (Tascón, 1938; Raffo, 1956).

Mapa 3: Mapa de Parentesco María Luisa de la Espada Espinosa. Elaboración Propia.

María Luisa también estaba interesada en los temas militares del momento, pues se
embarcó junto con el capitán Gregorio Astigarreta y Juan de Bocanegra, en la empresa
pacificadora de los Pijao. Tanto fue el poder que se volvió capitana de infantería y

Joaquín se dedicó a labores religiosas en las que fue cura de Cali y Buga. (Raffo, 1956) Micaela se casó con
11

Onofre Lasso de los Arcos y Ríos. Ana con Diego Marmolejo Rengifo (Genealogías de Colombia, s.f.).

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encomendera logrando tener en las tierras y hacienda de Chinche en el sitio de “Aují” un
fuerte que llevaba su nombre. En este lugar, se dice, dedicó su tiempo a dar educación
española y religiosa al pueblo Pijao para convertirlos a su dogma (Raffo, 1956).

No se sabe con certeza cuándo murió y cómo fue, algunas fuentes apuntan que fue
asesinada por los indígenas Pijao en consecuencia de la “pacificación” que hizo a este pueblo
y otras fuentes apuntan a que murió de alguna enfermedad a finales del siglo XVII d.C.
(Raffo, 1956)

Pues bien, este personaje histórico es importante para el municipio de Calima El


Darién, pues tiene una conexión con el páramo y los tesoros de oro que se guardan en esta
cordillera, tal y como nos dejan entrever los relatos de la gente con quienes tuve la
oportunidad de conversar. Un lugar que frecuenté para hacer esta investigación fue el Centro
de Vida del Adulto Mayor, en el que, a través de charlas sobre el municipio, sus habitantes
me contaron sus historias de vida y relatos de este territorio.

La historia de María Luisa estaba presente en su oralidad como una reminiscencia


de la conquista y colonia de Calima. Don Rodrigo Ceballos, por ejemplo, fue guía del páramo
del Duende y se dedicó un tiempo a la guaquería, él me contaba que María Luisa de la Espada
era una mujer española muy rica y poderosa:

María Luisa de la Espada era un personaje español, ella tenía esclavos y sacaba oro
de la cordillera, tenía una finca grande que llamaban la hacienda Calima existe hoy
en día, pero eso lo tapó el lago… ella era hacendada, tenía ganado y era riquísima…los
títulos de esa hacienda figuran en Popayán. (Comunicación personal, 13 de
noviembre 2021)

Así mismo, don Humberto me relató que: “Ella movió tantísimo oro de aquí de las
colinas, ella recogió mucho oro de estas comunidades y ella dejó en Río Bravo un tesoro”
(Comunicación personal, 7 de diciembre 2021). Por otra parte, doña Herlinda dice que existe
una leyenda muy popular en Darién donde María Luisa se baña desnuda en una cascada y
atrae a los curiosos que luego embolata12, esta cascada lleva su nombre y está ubicada en la
vía que conduce a El Darién.

12 Interesante la relación que tiene María Luisa de la Espada al convertirse en un espíritu que embolata similar
al duende, esto se explica porque el oro tiene sus caprichos y los espíritus que lo cuidan embolatan a la gente,
como es el caso de ellos dos.

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Don Carlos, afirma que María Luisa tenía una mina y un entierro por allá en un punto
que se llama Filo de Hambre. Él tiene una anécdota particular en este lugar porque un día
se encontraba en este punto arriba de la vereda Samaria y le dijeron que tenía que hablar en
voz muy baja o no hacer ruido para que no lloviera: “Yo estuve por allá y allá es muy
berriondo porque uno tiene que conversar como pasitico, si conversa comienza a lloviznar
a ventear y ese es un filito” (Comunicación personal, 13 de octubre 2021). En esas se
encontró con un camino bonito por el que se dice que la hacendada subía a las bestias para
llegar a una mina donde había buen oro. En este lugar se encontraban las ruinas de un
campamento antiguo donde iban aserradores y sembraban coca, el lugar ya estaba tapado
por la tierra, pero se veía la tierra arder y producir llamas, indicativo de que había oro. Este
lugar además es peculiar pues en el filo seco caen peligrosamente muchos rayos, esto se debe
a que son atraídos por el oro que dejó María Luisa:

Yo sí puedo decir algo, porque lo he visto…ese filo seco ahí cae los rayos y estuve por
ahí (porque hay oro) ... y alguien me dijo allá no vaya a conversar duro o vaya solo,
pero pues ese ranchito allá caído y esa es la historia de María Luisa. (C. Trilleras
comunicación personal, 13 de octubre 2021)

De manera similar, don Guillermo Peláez. - darienita que me concedió una


entrevista-, me contó que la historia de María Luisa es muy larga, y que sabía que por los
valles del Chocó:

Fueron unos tipos, cuando de pronto vieron un abierto en la montaña y se fueron a


ver que había como una especie de unas casas, y entonces dijeron ¿quién vive aquí?
Pues no tenía entrada por ninguna parte, resulta que según eso ella tenía un tesoro
por ahí pero encantado. (G. Peláez, comunicación personal, 20 de julio 2022)

Además, una señora le contó que en la cordillera cerca de una virgen se encontró con
una gallina y doce pollitos y cuando llegaron a una peña se desaparecieron y perdieron, dicen
que ese tipo de cosas son producto de la influencia de María Luisa de la Espada y su tesoro
encantado. Don Guillermo también afirma que ella era una terrateniente y su influencia
estaba sobre todo por los lados de Buga y Yotoco donde tenía caminos que subían hasta la
vereda Río Bravo.

Finalmente, están las historias que me ha contado el guaquero don Horacio Gutiérrez
quien ha visto en su experiencia haciendo guaquería muchos vestigios que pertenecen a la
época de la colonia. Se localizan en su mayoría en potreros como los de las veredas Moralba

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y Berlín y constan de piedras amontonadas que fueron, según lo que ha analizado, dejados
por los esclavos de la hacendada. De igual forma, es usual hablar de los caminos de herradura
que construía.

La historia es muy larga…Vengo a decirle porque yo digo, que los esclavos de María
Luisa tal vez sacaron los últimos reductos de los indios Calima, porque ella fue dueña
de la hacienda de acá y puedo comprobarlo de que si es así, porque una persona muy
pobre no es capaz de andar en un potrero lleno de piedra y hacer montones de piedra,
eso lo hizo María Luisa de la Espada con los esclavos…los potreros de Moralba y
Berlín encuentra usted montones de piedra…y eso no es de ahora eso es de muchos
años. (H. Gutiérrez, comunicación personal, 19 de enero 2022)

También se cuenta que: “María Luisa de la Espada era bruja, eran compañeras de
María luisa de la Espada, María Pardo y la cacica Gaitana, eran tres brujas que yo
descubrí eso andando en una parte llamada carnicerías en el Tolima” (H. Gutiérrez,
comunicación personal, 7 de diciembre 2021).

Cabe agregar por lo anterior, que el oro tiene además la propiedad de encantar a
quienes son codiciosos y acumulan muchas riquezas, tal es el caso de María Luisa de la
Espada, una leyenda que nos recuerda que el oro colonial13 en Calima tiene voluntad y
espíritus que lo guardan con recelo. Esta concepción de que el oro es una riqueza viva la
podemos encontrar a través de los relatos de mucha gente en el mundo andino, el
antropólogo Luis Suarez (2008) a partir de sus experiencias con campesinos y sus
investigaciones sobre las guacas afirma sobre esto lo siguiente:

El oro encanta y se mueve, el oro tiene pies y, cuando se encuentra por ahí
tirado y tiene contacto con el agua, crece. El oro es la sustancia encantadora por
excelencia. El mundo colonial cree que todo lo transforma y que es referencia de toda
transformación… El oro es materialización de una fuerza transformadora en el
mundo colonial y es el lugar en donde, de forma terrible, se encontraron las
mitologías europeas y americanas. (p.279)

13
Luis Alberto Suarez (2008) en el texto “Juan Díaz engañado por la riqueza. Un artífice de la fortuna y la
tragedia en el mundo colonial.” analiza a este personaje colonial del Tolima relacionado con las riquezas
enterradas y el causante de avalanchas debido a la ambición que tenía por el oro. Así mismo Ana Cerón y Daniela
Ossa (2012) en “Juan Arenas: Historia de una Familia Encantada. Notas de Campo, guacamayo y contratación
Santander.” Cuentan que este personaje hizo un pacto con el diablo para tener riquezas y murió de una forma
desdichada convirtiéndose en un encanto del cerro Churrichurri dejando enterrada una guaca. Nótese el
parecido que tienen con María Luisa y los peligros de acumular y ambicionar el oro colonial.

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De tal manera, según estos relatos, el oro escoge a quienes lo merecen y tienen por
destino encontrarlo, si la persona acepta su sacralidad, voluntad y se desprende de lo
material, el oro será una fuente de riqueza o ayuda, mientras que, si no es así, el oro puede
encantar y convertir, a quienes lo codician, en seres que quedan penando como María Luisa.

Finalmente, aunque no encontré información escrita sobre que ella fuera dueña de
la hacienda Calima, sabemos que heredó muchas encomiendas que pudieron reunir a los
descendientes de los pueblos Sonso y de ahí su vínculo tan especial con esta región, aun así,
la figura de esta mujer parece ser un recuerdo borroso en el tiempo, que recorre de voz en
voz el municipio de Calima. Estas voces nos dicen que hay una gran relación que tiene la
gente del territorio con el oro, el páramo y los tesoros encantados. Pues ella y su historia
muestra un mundo donde hay personajes coloniales que acumularon tanto oro en vida, que
los amarran a los lugares y al tiempo. El oro y las guacas que dejaron guardados, adquieren
así vida y seres que los acompañan, embolatan y encantan.

5. Conclusión
A lo largo de este artículo mostré cómo el término Calima, en la época de la colonia,
pasó a ser el nombre de un río, un valle, un camino, una mina y una hacienda, cuyos
habitantes prehispánicos y coloniales dejaron las huellas materiales e inmateriales de su
existencia en este territorio en forma de tesoros, lugares, y escritos históricos que nos son
valiosos para comprender las vidas de la gente y su relación con todo un sistema colonial
que giró en torno al oro y a un prevalece en el suroccidente del país.

Entre estas huellas en el municipio de Calima logré rastrear, a través de la tradición


oral, la historia de María Luisa de la Espada la cual es una síntesis del mundo colonial en
Calima, un lugar de encomiendas, caminos, minas y guacas, codiciado por su oro y
misterioso por sus densas y ocultas montañas. Leyendas como estas son importantes de
analizar en la antropología porque nos hablan de cómo la gente las relata y se apropian, por
medio de ellas, de sus territorios. La leyenda de María Luisa de la espada es un ejemplo para
entender cómo lo colonial está presente en las relaciones que la gente entabla con los
paisajes, reafirmando que Calima es una región donde el oro emana y se mueve en la tierra,
existiendo objetos que cobran vida en el monte y espíritus, como ella, que los guardan.

Para concluir, es de resaltar que todos estos sucesos y vidas coloniales dieron origen
a futuro a la fundación, en el siglo XX, de los pueblos y municipios de esta región, cuyos
habitantes introdujeron prácticas como la guaquería que reafirma que Calima es un lugar

18 | P á g i n a
donde el oro, que cautivó a los conquistadores, continua en sus montañas, sus ríos y guacas,
de la cual por mucho tiempo sus habitantes han dependido de su extracción y se han
favorecido de su riqueza y misterios.

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