Atencion Unidades de Convivencia

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INTRODUCCIÓN

La Convención sobre los Derechos del Niño, en su artículo 19 hace referencia al maltrato infantil como "toda forma
de perjuicio o de abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso
sexual, mientras el niño se encuentra bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra
persona que lo tenga a su cargo”.

El maltrato a la infancia en el ámbito familiar es un problema muy grave que tiene dificultades para ser detectado y
que perjudica seriamente el desarrollo psicológico y físico de niños, niñas y adolescentes, pudiendo llegar a poner en
riesgo su integridad vital. Quizás lo más complejo del maltrato es que la violencia se da justamente en aquellos
lugares que deberían ser espacios de afecto y protección. El maltrato puede ser ejecutado por omisión, supresión o
transgresión, maltrato físico, negligencia, abuso sexual y maltrato psicológico, son las cuatro tipologías principales
de desprotección de menores.

Maltrato Físico: Se da cuando se utiliza la fuerza física para provocar un daño en el menor. Incluye todas las
acciones intencionales que causan daño físico en el niño: golpes, quemaduras, arañazos, pinchazos,
sacudidas violentas, etc.

Abuso Sexual: El abuso sexual se da cuando un niño o adolescente menor de 18 años mantiene contacto
sexual con un adulto u otro menor, cuando no está preparado evolutivamente para hacerlo y cuando esta
situación se da en una relación de sometimiento, abuso de poder y autoridad sobre la víctima.

Maltrato Emocional:
Emocional Es aquel conjunto de manifestaciones crónicas, persistentes y muy destructivas que
amenazan el normal desarrollo psicológico del niño. Estas conductas comprenden insultos, desprecios,
rechazos, indiferencia, confinamientos, amenazas, en fin, toda clase de hostilidad verbal hacia el niño

Negligencia o Abandono: Comprende aquellas situaciones en las que las necesidades físicas y cognitivas
básicas (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas,
cuidados médicos, educación, estimulación cognitiva) no son atendidas temporal o permanentemente por
ningún miembro del grupo que convive con el niño, niña o adolescente.

El maltrato conlleva o puede conllevar un daño en la integridad física o psicológica del niño. Este daño puede tener
mayor o menor importancia, dependiendo de factores tales como el tipo de maltrato, su gravedad y frecuencia, la
edad del niño, las características del niño que puedan hacerle más vulnerable, la existencia de figuras de apoyo, etc.
Esto significa que no todos los niños se ven afectados por igual ante el maltrato.

Es importante realizar una detección precoz porque aumenta la probabilidad de que la intervención con la familia y
con el menor tenga los resultados deseados. Hay que tener en cuenta que la gravedad y cronicidad del maltrato son
dos aspectos importantes que se encuentran negativamente asociados a la rehabilitación de quien padece este
problema. Por otro lado la detección precoz ayuda a romper el proceso de la transmisión intergeneracional del
maltrato.
Una gran parte de casos de desprotección infantil se corresponde a situaciones de negligencia o descuido por parte
de los padres al no atender, de manera continuada, las necesidades físicas, cognitivas, emocionales y de supervisión
del niño/a o adolescente.

Son el tipo de desprotección infantil más frecuente y a la vez, más difícil de detectar puesto que “no dejan marcas de
golpes”, pero esto no quita que sus consecuencias sean tan serias y graves como las de cualquier otro tipo de
maltrato.

Vivir en pobreza no significa que un niño esté sufriendo negligencia por parte de sus padres o tutores, sino que son
otras situaciones las que llevan a esto.

La negligencia es un hecho que se da en nuestra sociedad de manera más frecuente de lo que sería deseable. La
negligencia está estipulada como una forma de maltrato infantil. Pero, “Al hablar de maltrato infantil solemos pensar
en las situaciones más graves, crueles y perversas, olvidando que existen otras muchas formas de maltratar a la
infancia que son mucho menos visibles socialmente. El abanico de maltrato infantil abarca e incluye la negligencia y
los casos de falta de supervisión desinterés o abandono emocional por parte de los progenitores”.

Mª Ángeles Palacios (2011).

La negligencia comprende los siguientes tipos de conductas:

1) Alimentación: No se le proporciona la alimentación adecuada. Está hambriento.

2) Vestido: Vestuario inadecuado al tiempo atmosférico; es decir, el menor no va bien protegido del frío.

3) Higiene: Constantemente sucio, escasa higiene corporal.

4) Cuidados Médicos: Ausencia o retraso en la atención de problemas físicos o enfermedades. Ausencia de cuidados
médicos rutinarios.

5) Supervisión: El/la menor pasa largos periodos de tiempo sin supervisión o vigilancia de un adulto. Se producen
repetidos accidentes domésticos claramente debidos a la negligencia por parte de la madre, padre o responsables
legales.

6) Condiciones higiénicas y de seguridad: En el hogar existen peligros para la salud y seguridad del menor.

7) Área educativa: Inasistencia injustificada y repetida a la escuela.

8) Estimulación cognitiva: Ausencia de estimulación suficiente para la edad, demandas y necesidades del niño/a.

Estos son signos de que un niño puede estar sufriendo negligencia:

o No ir a la escuela con regularidad


o Tener mal olor o estar sucio
o Dice que no hay nadie en casa para cuidar de él/ella.
o El adulto en su vida no parece preocuparse por el niño, está deprimido,
muestra un comportamiento extraño o consume alcohol o drogas.
DESCRIPCIÓN DEL CASO

Nuestro caso se da en el seno de una familia monoparental, compuesto por una madre y sus dos hijos: una niña de 8
años y un niño de 3. La madre es una mujer de 36 años. El padre se ha ido de casa recientemente. La madre trabaja
en dos lugares diferentes para atender las necesidades de la unidad convivencial, así que sus horarios son exigentes
y no le dejan mucho tiempo libre. Sufre un episodio de depresión leve y toma medicamentos por prescripción
médica. Aunque Carolina (la madre) quiere mucho a sus dos hijos no parece tener energía para cuidarlos. El padre
no se hace cargo de los niños ni va a visitarlos, tampoco está pasándoles ninguna pensión. Los abuelos paternos ya
han muerto, y de los abuelos maternos solo queda uno que no vive en la ciudad y parece no estar al tanto de la
situación, por lo que Carolina no cuenta con ningún apoyo, salvo el de una vecina de edad avanzada que de vez en
cuando le echa una mano con los niños.

Alodia, la niña de 8 años muestra una higiene deficiente y una conducta apática generalizada, aunque es una niña
inteligente está teniendo dificultades en la escuela, un hecho que puede estar atribuido a problemas o falta de
estimulación en casa. Le han llamado la atención en varias ocasiones por intentar robar comida en la cafetería del
centro y la han observado pidiendo comida a los compañeros; también han tenido que mandarla a casa con piojos.
La niña tiene repetidas faltas de asistencia a clase sin justificar, algo que ha llamado la atención de sus profesores, y
cuando le preguntan la niña cuenta que con relativa frecuencia se queda en casa sola al cuidado de su hermano
pequeño, Lorién.

El centro educativo decide ponerse en contacto con los Servicios Sociales Municipales para notificar el caso, ante la
sospecha de que pueden estar ante un episodio de maltrato infantil por abandono o negligencia física.
física

POSIBLES CAUSAS

La crianza de los hijos no es tarea fácil. Muchos padres y madres tienen dificultades para responder a las exigencias
del rol parental. No obstante, la mayoría son capaces, con sus propios recursos personales y los apoyos externos con
los que cuentan, de superar estas dificultades y cumplir adecuadamente con sus responsabilidades parentales.
Sin embargo, en algunos casos, como el que nos ocupa, aparecen serias dificultades; como por ejemplo cuando los
padres y madres se encuentran sobrepasados por determinados problemas, sufren una situación intensa de crisis,
tienen problemas psicológicos, no saben cómo hacer frente y resolver los problemas que les plantean sus hijos, o se
encuentran excesivamente centrados en sus obligaciones o sus propias necesidades y no dedican la atención
necesaria a sus hijos. Estas circunstancias pueden afectar negativamente al cuidado de los niños, que pueden verse
desatendidos y/o desprotegidos.
La desprotección infantil aparece como consecuencia de la interacción de múltiples factores que se encuentran en
estas cuatro áreas:

• Características de los padres o cuidadores:


-La personalidad y el bienestar psicológico, la mayoría de los padres que maltratan o son negligentes con sus
hijos no padecen trastornos psicopatológicos graves, aunque presentan problemas emocionales y síntomas
de malestar psicológico.
-La historia de infancia influye de manera importante en la forma en que una persona se comporta con sus
hijos.
-En un porcentaje importante de los casos de desprotección infantil, uno o ambos padres presentan
problemas de alcoholismo o toxicomanías.
-En muchos casos, los padres negligentes tienen actitudes y atribuciones negativas en relación al
comportamiento del niño. La falta de conocimientos sobre el desarrollo infantil son otras características que
se suelen presentar con frecuencia.
-La edad también es un factor de riesgo, la juventud de los padres especialmente cuando se presenta unida a
dificultades económicas, falta de apoyo y altos niveles de estrés.

• Características de la familia:
-La estructura familiar es importante; por ejemplo, la monoparentalidad es un factor de riesgo para la
desprotección infantil. Los estudios realizados indican que las familias monoparentales (en general, encabezadas
por madres) presentan más dificultades económicas, más estrés y menor apoyo externo que las familias
biparentales. Estos efectos negativos son especialmente importantes cuando la segunda figura parental no
mantiene una relación positiva y fuerte con los niños ni ejerce funciones de apoyo hacia la madre.
-Conflicto de pareja o violencia doméstica.
-El nivel de estrés parece jugar un papel importante en el funcionamiento familiar y en la aparición de
situaciones de desprotección hacia los niños.
-Relación padres-hijos.

• Características del niño:


-Los niños de edades inferiores, debido a su pequeño tamaño, nivel de desarrollo y necesidad de cuidados
constantes, se encuentran en un riesgo mayor de ser objeto de desprotección.
-Los niños con discapacidades físicas, cognitivas o emocionales parecen encontrarse en mayor riesgo de ser
objeto de negligencia.
-Algunas características de los niños tales como la agresividad, los déficits de atención, el temperamento difícil y
los problemas comportamentales colocan a estos niños en una situación de mayor riesgo.

• Características del entorno:


-Pobreza y desempleo.
-Aislamiento y falta de apoyo social.
-Violencia en el entorno.

La desprotección infantil se produce en todos los grupos sociales, económicos, religiosos, culturales y étnicos.
Los niños que viven en familias y entornos que presentan estas características se encuentran en mayor riesgo de
sufrir desprotección. Por otra parte, los factores que en una determinada familia pueden provocar una situación de
maltrato o negligencia, pueden no provocarlo en otra.

Después de conocer los factores que pueden influir de manera general en los casos de maltrato infantil, vamos a
tratar de analizar las causas que están influyendo directamente en el caso de la familia de Carolina:

Síntomas de depresión leve que están afectando a su vida diaria.


Antecedentes de maltrato en su familia.
Desestructuración reciente de la familia por abandono del padre de los niños.
Falta de apoyo social.
Estrés por excesiva carga de trabajo y responsabilidades familiares.
Nivel económico.

CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL

El maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en el individuo como en la sociedad en general.
Independientemente de las secuelas físicas que desencadena directamente la agresión producida por el abuso físico
o sexual, todos los tipos de maltrato infantil dan lugar a trastornos conductuales, emocionales y sociales. Las huellas
que el maltrato emocional deja en el niño, se constituyen en un obstáculo que inhibe, coarta, limita y, en casos
extremos, paraliza completamente su desarrollo. Aun cuando no se llega a tales extremos, aquellos gestos que
implican una falta de reconocimiento para el niño o su humillación en cualquier forma, suponen una gran dosis de
sufrimiento, difícil de medir o de cuantificar, pero que indudablemente producen efectos que truncan sus
posibilidades de alcanzar un desarrollo pleno.

No todos los niños que sufren situaciones de desprotección experimentan un daño significativo en su desarrollo. Las
consecuencias de estas situaciones son variadas y dependen de varios factores:

o La edad del niño y el momento evolutivo en el que se encuentra cuando sucede el maltrato.
o El tipo de maltrato que ha sufrido (maltrato físico, negligencia, abuso sexual, abandono emocional, etc.).
o La frecuencia, duración y severidad del maltrato.
o La relación entre el niño y el adulto maltratador o negligente.

Sucede que en las mismas condiciones, algunos niños desarrollan problemas serios y a largo plazo como
consecuencia del maltrato, mientras que otros son capaces de tener un desarrollo sano.
La capacidad de hacer frente y sobrevivir a situaciones vitales negativas es lo que se conoce como resiliencia.
resiliencia Hasta
el momento, a través de diferentes estudios, se han identificado algunos factores protectores que ayudan a los niños
a tener un desarrollo sano a pesar de vivir en entornos familiares negligentes. Lamentablemente, muchos niños
objeto de desprotección carecen de estos factores protectores y sufren secuelas importantes en su desarrollo.
Cualquier tipo de maltrato en la infancia o en la adolescencia ocurre en un periodo evolutivo crucial; de ahí que la
desprotección en este período puede llevar a dificultades en todos los ámbitos de la vida: consigo mismo, con los
demás, con los objetos del entorno y con las situaciones ambientales.
Las consecuencias de la desprotección infantil pueden ser graves y pueden durar mucho tiempo. Los efectos pueden
aparecer en la infancia, en la adolescencia o en la vida adulta, y pueden afectar la salud física, el desarrollo
intelectual y cognitivo, y la situación emocional y psicológica del niño.

CONSECUENCIAS EN EL ESTADO FÍSICO Y LA SALUD

Pueden incluir daños inmediatos como heridas, quemaduras o fracturas óseas, y también efectos a largo plazo como
daños cerebrales, hemorragias y minusvalías permanentes. Los efectos negativos en el desarrollo físico pueden
deberse tanto al maltrato físico activo como a la negligencia. Los niños pequeños son particularmente vulnerables a
los efectos físicos del maltrato.
Los niños que han sufrido negligencia y malnutrición pueden desarrollar lo que se ha llamado “retraso no orgánico
del crecimiento”; los niños con este problema presentan un peso, talla y desarrollo motor inferior a su edad sin
mostrar ningún problema médico u orgánico que lo pueda explicar, este problema, incluso con tratamiento, puede
provocar un retraso continuo en el crecimiento así como problemas cognitivos y psicológicos.
Recientes investigaciones muestran, que la desprotección puede inhibir el adecuado desarrollo de ciertas regiones
del cerebro.
Por otra parte, el maltrato puede afectar la salud del niño directa o indirectamente de diferentes maneras. Por
ejemplo, las víctimas de abuso sexual pueden sufrir contagios de enfermedades de transmisión sexual.

CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO EMOCIONAL, PSICOLÓGICO Y CONDUCTUAL

Todos los tipos de maltrato (maltrato físico, abuso sexual, negligencia y maltrato psicológico o emocional) pueden
afectar al bienestar emocional y psicológico del niño y provocar que tenga problemas conductuales.
Se ha constatado la presencia de problemas emocionales o psicológicos en muchos niños víctimas de maltrato. Los
investigadores y los clínicos señalan conductas que varían desde la pasividad y la introversión hasta la agresividad.

Los niños víctimas de maltrato físico y abuso sexual a menudo exhiben problemas que incluyen:

o Baja autoestima.
o Depresión y ansiedad.
o Trastorno por estrés post-traumático.
o Dificultades para vincularse afectivamente.
o Trastornos de alimentación.
o Dificultades en las relaciones con iguales.
o Conductas auto-lesivas (por ejemplo, intentos de suicidio).
Los niños objeto de desprotección pueden ser más desconfiados con otros y pueden estar menos preparados para
aprender de otros adultos. También pueden presentar dificultades para entender las emociones de los demás, para
regular sus propias emociones, y para establecer y mantener relaciones con sus iguales.
Diversos estudios han mostrado que los niños que son víctimas de desprotección tienen más probabilidad de
implicarse posteriormente en actos de delincuencia juvenil, conductas criminales y violentas, embarazo adolescente,
utilización o abuso de drogas, bajo rendimiento académico y problemas de salud mental.

Como se ha señalado anteriormente, aunque los niños víctimas de maltrato se encuentran en mayor riesgo de
padecer ciertos problemas, existen algunos factores que pueden paliar estos efectos, como son como la edad y el
nivel de desarrollo del niño en el momento de sufrir la desprotección, su tipología, frecuencia, duración y severidad,
o los problemas que puedan estar sufriendo al mismo tiempo que la desprotección.
Las investigaciones han identificado ciertos factores protectores que pueden amortiguar los efectos de la
desprotección:

Determinadas características personales, como el optimismo, la autoestima alta, la inteligencia o la


sensación de esperanza.
El apoyo social y las relaciones positivas con adultos.

El hecho de que la severidad de los efectos negativos de la desprotección pueda estar influida por la disponibilidad
de apoyo por parte de los padres, familiares, profesionales y otras personas, tiene importantes implicaciones para la
prevención e intervención temprana.

Tratando de acercarnos un poco más a las consecuencias directas que puede tener en los niños de nuestro caso la
negligencia parental que están sufriendo, veremos que puede causar serios daños a su salud física y emocional e
incluso, poniéndonos en lo peor, podría terminar con hechos trágicos para la vida de los mismos.
Algunas consecuencias pueden ser estados nutricionales inadecuados por déficit o por exceso, generando graves
problemas de salud que afectarán su adecuado desarrollo, consecuencias derivadas de la no atención oportuna en
caso de enfermedades y también del descuido en lo que respecta a la higiene.

Toda acción negligente, tiene una consecuencia además en lo social y afectivo; baja autoestima, problemas de
adaptación al medio social, dificultades en el cumplimiento de normas y reglas, problemas para la adquisición de
hábitos, etc. y en el desarrollo cognitivo con serios problemas en el aprendizaje que lo dejan en clara desventaja
frente a otros niños y niñas de su edad.
ACTUACIONES ANTE EL
EL MALTRATO

La detección precoz de las situaciones de riesgo es fundamental con estos menores que presentan déficits en los
cuidados que reciben en su hogar. Numerosos estudios señalan que cuanto más tarde se detecta un caso más se
incrementa la gravedad de las consecuencias físicas, emocionales o sociales que genera el maltrato recibido. Así
pues, cuanto antes se detecte y notifique una situación de riesgo o de maltrato mejores serán los resultados en la
intervención que se realice con la familia del menor.

Es importante realizar una detección precoz porque aumenta la probabilidad de que la intervención con la familia y
con el menor tenga los resultados deseados.

Existen una serie de dificultades que influyen de forma negativa en la detección de casos, esto provoca que existan
casos de maltrato infantil que no llegan a ser conocidos por los profesionales con competencias en la protección de
los menores. Podemos encontrar situaciones donde, en la mayoría de los casos, el menor que recibe el maltrato o la
familia donde está teniendo lugar, no solicitan ayuda por distintas causas, ya sea por temor, desconfianza,
sentimiento de que lo que ocurre es algo normal y tiene que ser un “agente externo” quien haga evidente el
problema.

Este “agente externo” puede ser alguien del entorno familiar, aunque lo usual es que sea alguien ajeno a él como
puede ser:

Población en general:
general amigos, vecinos...

Profesionales del entorno inmediato


inmediato:
nmediato profesionales de la salud, maestros, educadores, trabajadores sociales,
policías...

La sensibilización y responsabilidad que cada uno de estos agentes tenga respecto al problema del maltrato infantil
va a posibilitar que el menor y la familia que padecen el problema puedan tener acceso a recibir la ayuda necesaria.

Todas las observaciones realizadas sobre un menor que indiquen una posible situación de maltrato o un riesgo de
que éste se produzca deben ponerse en conocimiento de los profesionales que pueden iniciar una intervención
adecuada con esta problemática, para ello existen mecanismos a través de los cuales NOTIFICAR el caso.

Una vez que los Servicios Sociales correspondientes tienen conocimiento de la posible situación de maltrato o
desprotección se pone en marcha la fase de Intervención, a través de la cual: determinarán la problemática del
menor, decidirán sobre la gravedad de la situación y propondrán las actuaciones necesarias.
Para ello realizarán una investigación previa, siguiendo estos pasos:

1. Recogida de información:
información: El proceso de la recogida de información debe estar orientado a identificar y
analizar la situación concreta que se está produciendo, los factores de riesgo presentes y las potencialidades
del entorno familiar.
2. Valoración de la situación: Con la finalidad de concretar el alcance de la problemática y realizar una
predicción sobre riesgos futuros es necesario poder llegar a conocer: el tipo de deterioro maltrato que se está
produciendo y su nivel de gravedad, los aspectos o factores que suponen déficits (puntos débiles de la
familia), los recursos y aspectos positivos (puntos fuertes de la familia).
3. Toma de decisiones: La toma de decisiones supone la determinación de las intervenciones más adecuadas
para el caso en función del pronóstico realizado.

Una vez que se tiene una visión global de la problemática familiar y se ha valorado adecuadamente la situación, es el
momento de decidir, según las características del caso, la intervención que se debe realizar; ya que la desprotección
infantil es una realidad compleja y heterogénea que, además, se manifiesta con distintos niveles de gravedad que
requieren respuestas diversas.

Según la legislación española (Ley Orgánica 1/1996, de 15 de Enero, de Protección Jurídica del Menor), se
distinguen dos situaciones de desprotección: riesgo y desamparo. Por tanto, la clasificación de situaciones de
gravedad en casos de maltrato infantil en el ámbito familiar, tendrá dos categorías: maltrato leve o moderado,
moderado que
incluye las situaciones de riesgo y maltrato grave donde se ha de incluir las situaciones que impliquen desamparo.

Maltrato leve o moderado:


moderado Definido por la existencia de indicadores físicos, psicológicos y/o sociales de
maltrato que se pueden abordar educativamente en el entorno socio-familiar del menor. De este modo, el
menor permanece en la familia y se realiza una intervención educativa desde los servicios sociales.

Maltrato grave:
grave: La situación es urgente. Se define por la existencia de indicadores físicos, psicológicos y/o
sociales de maltrato o explotación que ponen en peligro la integridad y bienestar del menor.

Existe pues un protocolo o conjunto de procedimientos, previamente fijados, que se han de seguir en el diagnóstico
y tratamiento de un maltrato infantil.

Normalmente, los Programas de Intervención Familiar tienen como objetivo, no sólo dar fin a la conducta de
maltrato/abandono infantil, sino lograr la rehabilitación del núcleo familiar.

Existen diferentes programas en los que se establecen diseños diferentes en cuanto a objetivos, recursos, intensidad
de los mismos, duración de la intervención y sistema de evaluación, en función de la naturaleza del problema.

Los tratamientos se dirigirán a reforzar al máximo las capacidades y aspectos positivos de los padres o responsables
legales para cuidar y proteger a sus hijos/as. Salvo en situaciones de extrema gravedad que supongan un alto riesgo
para los niños y adolescentes, no se sustituirán a los padres en sus funciones o responsabilidades respecto a la
atención de sus hijos/as.
La mayoría de Intervenciones comparten unos objetivos generales :

o Mantener la unidad familiar evitando la separación del niño/a de su familia o promoviendo su


retorno cuando ha sido separado temporalmente como medida de protección.
o Finalizar la situación de maltrato/abandono y evitar su reaparición.
o Asegurar el bienestar y la satisfacción de las necesidades básicas del niño/a en su entorno familiar y
social natural.
o Evitar/reparar las secuelas traumáticas de la desprotección en el niño/a.
o Reforzar la capacidad de la familia para hacer frente de manera satisfactoria a las fases de su ciclo
vital.
o Afianzar la calidad de las relaciones familiares, incluyendo la relación conyugal, paterno-filial y
fraternal.
o Mejorar la calidad de las relaciones de la familia con su entorno y reforzar sus sistemas de apoyo.
o Estimular la capacidad del niño/a y los padres para establecer relaciones interpersonales positivas.
o Asegurar que el niño/a disponga en su entorno de, al menos, una figura adulta de apego estable.

En casi todas las situaciones de desprotección infantil, la intervención será multimodal,


multimodal es decir, que se identificarán
y se harán propuestas para los distintos niveles implicados en la situación de violencia: el/la niño/a o adolescente, la
familia y la de red de apoyo, además de lo cual es preciso considerar el contexto sociocultural del que proviene y en
el que interactúa la familia.
Asimismo, las intervenciones tienen mayor posibilidad de éxito en la medida en que puedan abarcar una amplia
gama de problemas (factores de riesgo) y puedan ofrecer una amplia gama de recursos (factores de protección) a los
usuarios. Este tipo de intervenciones requieren la participación simultánea de técnicos de distintas disciplinas con
un enfoque interdisciplinar.
interdisciplinar
La necesidad de encontrar soluciones y recursos para la variedad de problemas que se presentan en los casos de
maltrato infantil, lleva a que, además de involucrar a profesionales de distintas disciplinas, sea necesario aplicar
recursos y programas ofrecidos por diversas instituciones; de ahí que la intervención tenga que ser también
intersectorial.
intersectorial

La coordinación interinstitucional
interinstitucional en la intervención en casos de maltrato infantil en el ámbito familiar es básica.
Para lograr dicha coordinación, se ha de implicar a las instituciones responsables de los cinco ámbitos relacionados
con la infancia y adolescencia: educativo, sanitario, policial, social y judicial.

Existe gran variedad de recursos y programas con los que cuenta el Sistema de Protección de la Infancia, entre ellos
están los PROGRAMAS DE PRESERVACIÓN FAMILIAR,
FAMILIAR en los cuales vamos a centrarnos: Son programas específicos
de apoyo a las familias cuyo objetivo es preservar la integridad de la familia evitando una separación de ella y de los
niños; o bien, procurar el regreso del hijo a casa si está separado de sus padres.
A través de este tipo de intervenciones se llevan a cabo acciones tales como:

Psicoterapia individual y familiar


Apoyo emocional
Apoyo económico
Reeducación de los padres
Organización doméstica
Relaciones sociales y familiares
Afianzar redes de apoyo
Control y seguimiento en el ámbito educativo y de salud
Desarrollo de habilidades sociales
Capacitación de los padres para adaptarse a los cambios evolutivos de los hijos
Garantizar la seguridad e integridad básicas de los menores en el hogar.
Etcétera…

Cuando se detecta y confirma un maltrato grave,


grave significa que la integridad y el bienestar del menor están en
peligro; por lo tanto éste pasa a estar en una situación de DESAMPARO. En estos casos la consecuencia inmediata es
la separación del menor de sus padres o representantes legales, asumiendo la tutela y guarda del menor la entidad
pública correspondiente.

Cuando se da este caso, existen diferentes recursos para su acogimiento:

Adoptar la medida de protección más adecuada para el menor: acogimiento familiar o residencial.
Facilitar la reintegración en su familia de origen procurando los medios para su recuperación y/o
proporcionarle otro medio familiar estable si aquello no es posible.

El objetivo final de la intervención es la protección, que consiste en garantizar el bienestar de los niños o
adolescentes, garantizando la cobertura de sus necesidades básicas (físicas, de seguridad, emocionales, sociales y
cognitivas).

Toda acción protectora o intervención debe suponer una alternativa mejor, ofreciendo a las familias y a los niños
todos los apoyos disponibles de cara a mejorar su calidad de vida y lograr una estabilidad de la vida familiar.
PLAN DEL CASO

Como ya hemos descrito previamente, nos encontramos ante un caso de maltrato infantil por negligencia física y
posible abandono emocional que está ocurriendo en el seno de una familia monoparental, y que ha sido detectado y
notificado a los servicios sociales a través de las personas que trabajan en el ámbito escolar de uno de los menores.
Los Servicios Sociales después de estudiar la situación, determinan que el caso no es grave, que no existe un riesgo
elevado o inminente para la integridad física de los menores, todo ello gracias a su detección precoz; y el caso es
clasificado como moderado,
moderado por lo que la intervención será orientada hacia la preservación familiar y realizada en
el contexto natural de los niños.

En primer lugar, debemos recoger toda la información posible en relación a la unidad convivencial, para poder
analizar, valorar, planificar y tomar decisiones de cara a realizar las acciones más adecuadas; para ello
realizaremos entrevistas a los integrantes del grupo familiar, usaremos la observación directa y utilizaremos los
informes disponibles de fuentes secundarias (recopilación documental).

Trataremos de determinar las causas y las consecuencias que provocan la situación de riesgo, para establecer los
objetivos y definir nuestra estrategia de intervención.

Así pues, para definir los objetivos de nuestra intervención, identificar los problemas a abordar, establecer el orden
de prioridad de los mismos, establecer los recursos que se pondrán en marcha y las tareas a llevar a cabo, delimitar
plazos, analizar consecuencias y establecer un modo de evaluación y seguimiento; en resumen, el diseño de nuestra
estrategia de intervención, va ayudarnos en hecho de identificar previamente los factores de riesgo, los factores de
protección y los efectos que está causando en los menores la situación de maltrato.

1) FACTORES DE RIESGO

-Situación de negligencia: se detecta en esta familia un patrón de incapacidad parental para cubrir necesidades
básicas de los dos menores.
-Alodia presenta en estos últimos meses una disminución en su capacidad de aprendizaje que daña el desempeño de
sus roles normales, básicamente en la escuela.
-La madre ha sufrido episodios depresivos en relación a la separación de la pareja.
-El padre no visita a sus hijos ni les pasa lo cuota alimentaria; la madre tampoco la reclama.
-Los sistemas de apoyo ayudan ocasionalmente a la familia pero no de manera consistente.
-Ambos padres poseen conocimientos muy pobres acerca de las conductas apropiadas para la edad dela menor;
muestran hacia ella expectativas irreales y realizan demandas que ella no puede alcanzar, por ejemplo: ocuparse de
los cuidados de su hermano pequeño ejerciendo el rol parental.
-El padre no se muestra interesado en la intervención y en principio no está dispuesto a cooperar.
-La madre está pluriempleada.
-Rutinas de alimentación e higiene desordenadas.
2) FACTORES DE PROTECCIÓN

-Alodia, es una niña de 8 años que está siendo observada por las profesionales de la escuela, de los Servicios Sociales
y del ámbito sanitario.
-Es una niña tranquila y sumisa.
-No hay registros de episodios de violencia física y/o de castigos inapropiados.
-Ninguno de los padres consume drogas.
-Ninguno de los padres tiene historia de conducta violenta, antisocial o delictiva.
-Si bien no convive con el grupo familiar, la abuela materna reside relativamente cerca y podría estar dispuesta a
ayudar.
-Las condiciones de habitabilidad de la vivienda son aceptables, aunque mejorables.

3) EFECTOS EN LA NIÑA

Por suerte el caso ha sido detectado de manera precoz y el maltrato aún no puede considerarse como crónico, pero
ya existen indicadores suficientes y preocupantes en la menor, como para actuar de forma inmediata y evitar que se
agraven.
En referencia a su estado de salud, está algo más delgada de lo normal y será necesario un chequeo médico.
También se aprecia en ella cierta apatía, inseguridad y falta de autoestima; se aprecian indicadores de angustia y
ansiedad, y está desarrollando cierta desconfianza hacia los demás.
En el colegio no se relaciona de manera adecuada con sus compañeros, tiende a la soledad y al aislamiento; además
de que la situación de maltrato está influyendo de manera negativa en su rendimiento académico.
En cuanto al pequeño Lorién es aún demasiado pequeño para ser consciente de la reciente situación, pero también
será necesario comprobar que el descuido en su higiene y alimentación no ha provocado consecuencias negativas en
su estado de salud.

En general, las familias atendidas en los Servicios de Protección Infantil no acuden voluntariamente solicitando
apoyos para la resolución de sus dificultades en la relación con los menores, ya que en la mayor parte de los casos
los padres no poseen una conciencia clara de problema, así que es muy posible que encontremos resistencia por
parte de la familia a nuestra intervención. Será necesario, por ello, poner en marcha estrategias que permitan
minimizar esa resistencia y favorecer así la implicación de la familia en el tratamiento, como por ejemplo:

Intentar establecer una relación de confianza basada en la honestidad, sinceridad y respeto mutuo.
Hacerles partícipes de la planificación y tomas de decisión.
Ser objetivos, evitando actitudes acusadoras o juzgadoras.
Mantener una actitud de escucha activa y empática con los miembros de la familia.
Demostrar confianza en las capacidades de cambio y mejora de las familias y mantener un refuerzo activo
de las mismas.
OBJETIVOS GENERALES

o Supervisar el nivel de cuidados recibidos por los menores en el domicilio familiar.


o Asegurar que los niños, reciben los cuidados adecuados.
o Capacitar a los padres para ejercer adecuadamente el rol parental.
o Finalizar la situación de desprotección.
o Mantener la unidad familiar.
o Eliminar o reducir el riesgo de que la desprotección vuelva a aparecer en el futuro.
o Reparar las secuelas que la situación de desprotección ha provocado en la niña.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

o Generar conciencia de problema y motivación para el cambio en los padres.


o Conseguir que los padres tengan un conocimiento suficiente y adecuado de las necesidades físicas,
cognitivas, emocionales y/o sociales de los menores.
o Conseguir que los padres realicen un seguimiento adecuado de la evolución escolar de la menor.
o Conseguir que los padres adquieran y mantengan estrategias adecuadas de resolución de los conflictos
relacionales.
o Capacitar a la madre para que mantengan una organización diaria adaptada a las necesidades de los
menores.
o Promover el tratamiento y resolución de trastornos psicopatológicos.
o Resolver los síntomas de malestar emocional.
o Conseguir que dispongan de habilidades parentales adecuadas.
o Conseguir que la madre mantenga la vivienda en condiciones de higiene, orden y seguridad adecuadas a las
necesidades de los miembros de la familia.
o Aumentar la frecuencia de expresiones verbales y físicas de afecto de la madre hacia los menores.
o Garantizar que los menores dispongan de modelos adultos positivos en su entorno inmediato.
o Dinamizar, coordinar y reforzar los sistemas formales de apoyo del entorno de la familia.
o Reducir el nivel de estrés de la familia.
o Reducir el aislamiento social de la menor.
o Dinamizar, coordinar y reforzar los sistemas informales de apoyo del entorno de la familia; por ejemplo
implicación de la abuela.
o Promover la incorporación del padre al mundo laboral y su participación en la intervención.
o Tratar de mejorar las condiciones laborales de la madre.
o Asesorar a la madre para reclamar la pensión de sus hijos y las ayudas existentes que le puedan
corresponder; algo que le puede desahogar económicamente y dejar más tiempo para atender y disfrutar de
sus hijos.

Todos estos objetivos pretenden ser alcanzados a través de la realización de acciones socioeducativas y terapéuticas.
ACCIONES Y RECURSOS

Garantizar la atención médica de los dos menores para comprobar su estado de salud, realizar los
tratamientos adecuados en caso de ser necesarios y realizar un seguimiento de forma continua.
Apoyo escolar y seguimiento desde el ámbito educativo, para controlar el absentismo escolar, el estado de la
niña y ayudarla a mejorar su rendimiento académico.
Terapia Psicológica:
Psicológica para ayudar a la madre a superar su depresión. También será necesaria terapia para la
niña, será un psicólogo el que a través de visitas periódicas evalúe y trate a Alodia trabajando su autoestima,
su socialización con iguales y todo lo que sea necesario.
Asesoramiento y apoyo económico:
económico Informando y ayudando a tramitar a la madre de ayudas sociales que
puedan corresponderle en su situación; además de mostrarle las ventajas de reclamar la pensión que el
padre debe de pagarle en concepto de manutención de sus hijos. Gracias a esto Carolina podría dejar uno de
sus dos empleos, tener más tiempo para ocuparse de los niños y reducir su nivel de estrés.
Terapia Familiar:
Familiar Tratar de implicar a todos los miembros de la familia en la intervención, buscando la
participación del padre y de la abuela. Para ello se realizarán entrevistas individuales con cada uno de los
miembros y en caso de que accedan se programarán reuniones de grupo; en las cuales se podrán realizar
técnicas de resolución de conflictos.
Ayuda a Domicilio
Domicilio:
ilio Puede ofrecerse este servicio de forma temporal, mientras la madre trabaja para
ayudarla con las tareas del hogar.
Apoyos formales e informales:
informales Fomentar los apoyos formales (ayuda a domicilio, apoyo económico, etc.)
colaborando en la organización familiar; y los no formales, estableciendo condiciones para la participación
de la abuela y, tal vez, el padre en el cuidado de los niños. Estableciendo un plan para que los niños estén
cuidados en todo momento, mientras la madre este trabajando.
Intervención
Intervención Socioeducativa:
Socioeducativa Enseñanza de conocimientos y habilidades parentales, habilidades sociales y
habilidades para la organización doméstica, esta tarea será desarrollada fundamentalmente por el
Educador/a Familiar utilizando diversas técnicas, aunque la más adecuada será la del modelado.
Es importante en la aplicación de estas intervenciones de capacitación, el educador/a no debe sustituir
nunca a los padres o responsables legales. Debe apoyarles, orientarles, enseñarles y entrenarles para que
sean capaces de ejercer sus funciones parentales de forma adecuada.
Talleres:
Talleres: Realización de talleres de diversa índole: habilidades sociales, resolución de conflictos, organización
doméstica, gestión de las emociones, conocimiento necesidades básicas de los menores, etcétera.
Actividades de ocio:
ocio: Fomentar las actividades de ocio y tiempo libre de la menor para su integración con
iguales y adaptación social..

Para algunas de las acciones es imprescindible la coordinación entre las distintas entidades que participan
en la intervención.
El Equipo Interdisciplinar estará formado por:

Un Trabajador/a Social encargado de coordinar el equipo y responsable de la intervención. Su intervención


se determinará en función de las características y necesidades del caso. Apoyará al Educador/a Familiar y al
Psicólogo/a.
Un Psicólogo encargado de atender a los miembros de la unidad convivencial y diseñar algunas de las
actividades. Llevará a cabo las sesiones de evaluación y de apoyo/tratamiento con los menores y con los
padres que sean necesarias en cada caso.(Una vez o dos por semana)

Un Educador/a
Educador/a Familiar (Técnico Superior Integración Social) encargado de realizar las visitas al domicilio,
las tareas socioeducativas y la recogida de información. Realizará entre tres y cinco visitas domiciliarias a la
semana, de 2 horas de duración cada una.

Los miembros del equipo deberán mantener reuniones periódicas entre ellos para poner en común la información y
los avances y consecución de objetivos del caso.

Estas
stas intervenciones tienen como objetivo principal capacitar a las figuras parentales para que puedan, con sus
propios
propios recursos y los apoyos disponibles en su entorno, proporcionar una atención adecuada a los menores y
garantizar su bienestar y protección. Sin embargo, es importante, además de intervenir directamente con los padres
y con su entorno, prestar una atención
atención permanente a la situación de los menores: supervisando el nivel de cuidados
que reciben en el domicilio familiar, y evaluando y respondiendo a sus necesidades específicas de apoyo y
tratamiento.

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