Tema 2 (Psicología Social)

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Tema 2: La formación del yo y de la identidad.

1. Propiedades del yo.


® Las creencias que tienen las personas sobre si misma forman parte del dialogo interior:
intervienen cuando piensan en sí mismas, pero también cuando hacen planes y trazan
objetivos o rememoran anécdotas del pasado.
® Las secuencias de la vida se presentan respetando algunas propiedades del lenguaje
mental sobre el yo.

1.1.Estabilidad y continuidad.
® A lo largo de la vida, las personas no sólo hacen, sienten y creen cosas distintas; también
desempeñan roles distintos en contextos diferentes.
® Cuando pensamos en nosotros mismos, pese a la inmensa cantidad de experiencias
sensoriales que tenemos y conductas que realizamos, nos sentimos una única persona.
® Emociones, conductas, objetivos y creencias que pueden resultar contradictorias a los
ojos de otros parecen congruentes y lógicamente asociadas en un único conglomerado
acerca de nosotros mismos.
® Esta sensación de singularidad es uno de los cimientos del edificio de la identidad, una
construcción que comienza en la infancia y que da contenido al autoconocimiento y al
autoconcepto.
® Aunque es un hecho objetivo que nuestro cerebro está en el cuerpo y éste está conectado
a distintos receptores sensoriales que informan del estado de nuestro organismo, todas
estas informaciones se combinan para dar una representación unitaria de nuestro
cuerpo.
® Los cimientos de nuestro autoconcepto físico: el sentido de esta localizado en los limites
físicos del propio cuerpo.

1.2.Control de los actos.


® No tenemos la sensación de ser marionetas de nadie ni de actuar como autómatas y
víctimas de un destino ya trazado.
® Nos cuesta renunciar a la convicción de que los seres humanos tenemos un yo que
decide todas nuestras acciones. Se trata de una ilusión tan poderosa y abrumadora que
resulta casi imposible erradicar.
® El cerebro no consciente funciona automáticamente y la experiencia consciente es
posterior a la decisión no consciente.

1.3.Consciencia de sí mismo.
® El yo es consciente de que es consciente, y, por tanto, puede reflexionar sobre la propia
mente y los propios pensamientos.
® El yo consciente solo puede acceder a una parte muy reducida de toda la maquinaria
mental humana.

2. Fuentes de información del yo.


® Cuando las personas van a responder a ¿quién soy yo? Hacen un breve ejercicio de
introspección y aunque tenga forma de relato ordenado, en realidad se trata de ideas,
recuerdos y creencias que proceden de muy variadas fuentes.

2.1.Desempeño de roles.
® Al adoptar papeles se asume de manera imaginativa el punto de vista de otros y se
observa el comportamiento propio desde otras perspectivas.
® Cada vez que desempeñamos un rol, aprendemos nuevas conductas y ampliamos
nuestro repertorio de interacción.
® Nunca dejamos de desempeñar roles diferentes.

2.2.Pertenencia a grupos.
® Los grupos a los que pertenece una persona le proporcionan mucha información de
quién es.
® La identidad social es aquella parte del autoconcepto del individuo que se deriva del
conocimiento de su pertenencia a un grupo social, junto con el significado emocional y
valorativo asociado a dicha pertenencia.
® Al identificarnos con un grupo, interiorizamos la visión que este tiene de la realidad
social, ya que las identidades sociales proporcionan a sus miembros valores, metas y
creencias sobre sí mismos y sobre el mundo que les rodea.
2.3. Comparación con otros.
® Según la teoría de la comparación social de Festinger, las personas están fuertemente
motivadas para evaluar la validez de sus opiniones y capacidades.
® Cuando hay criterios objetivos con los que contrastar las opiniones, las personas hacen
uso de dichos criterios.
® No siempre hay criterios objetivos disponibles, como ocurre con las creencias, las
opiniones y las actitudes. En estos casos, buscan su confirmación en los otros; evalúan
sus opiniones comparándolas con las de las otras personas.
® Rodearse de otros que comparten la misma visión del mundo le convencerá de la
sensatez y validez de sus ideas.
® Además de validar sus opiniones, las personas necesitan compararse para favorecerse
y sobrevivir, y para ello, no escogen como blanco de comparación a personas al azar,
sino personas similares, pues de este modo se aseguran el respaldo social de estas.
® En ocasiones las personas se comparan con otras que son ligeramente mejores, porque
ello les ayuda a progresar o a proyectarse sobre ellos.
® Un estudio de Kulik y Mahlen reveló que los pacientes que esperan una operación del
corazón prefieren tener como compañero de habitación a un individuo que ya haya
pasado por la operación. En otros casos, la comparación con estos que están en peor
situación contribuye a mejorar el estado de ánimo.

2.4.Atención a los propios pensamientos y sentimientos.


® Los pensamientos y sentimientos de una persona funcionan como verdaderas fuentes
de información de como son.
® Duval y Wicklund fueron conscientes de la importancia de este proceso y propusieron
una teoría de la autoconsciencia: la atención consciente es un recurso limitado, de modo
que o bien se dirige hacia estímulos externos, o bien se dirige hacia uno mismo.
® Cuando se focaliza la atención en los estímulos externos, las personas se olvidan de si
mismas.
® Cuando la atención se focaliza en sí mismo, la persona es consciente de su yo y le
atribuye los pensamientos y sentimientos que experimenta en ese momento. En ese
estado, la autoconciencia estimula la comparación social, es decir, hace que la persona
compare sus conductas con sus creencias o estándares internos y, si ello da lugar a
discrepancias negativas, produce desaliento, ansiedad y preocupación.
® La autoconciencia no sólo es un estado transitorio, también es un rasgo que distingue a
las personas.
® Puede predominar la autoconciencia privada: ser consciente de los aspectos privados e
íntimos de uno mismo. Estas personas atienden a sus voces interiores y contrastan su
conducta con estándares internos.
® También puede predominar la autoconciencia pública: ser consciente de la imagen
pública que se proyecta. Estas personas atienden a los estándares sociales y se esfuerzan
por conformar sus conductas a dichos estándares.

2.5. Atención a las propias conductas.


® Cuando los indicios internos son débiles o ambiguos o los pensamientos y sentimientos
de las personas se hayan muy determinados por características de la situación, las
personas infieren lo que piensan o sienten observando sus conductas y el contexto en
que tiene lugar.
® Bem propuso su teoría de la autopercepción para desarrollar esta idea. Cuando la
persona no está segura de sus actitudes hacia algo, observa su propia conducta y las
circunstancias en las que se produce y, a partir de algoritmos no conscientes, extrae
conclusiones sobre sí misma. Se trataría de un proceso similar al que se emplea cuando
se infieren estados y disposiciones internas a partir de la observación de las conductas
de los demás.
® Las personas aprenden sobre si mismas tanto observando las conductas reales como las
imaginadas, ya que el cerebro emplea áreas anatómicas similares para procesar las dos
informaciones.
® Una derivación importante de la autobservación tiene que ver con la libertad u
obligatoriedad de las conductas, ya que a las personas no les da igual hacer algo porque
les guste, que hacerlo porque exista alguna norma para ello.
® Los compartimientos que se hacen libremente informan de lo que nos gusta (motivación
intrínseca), mientras que las conductas hechas para evitar una sanción u obtener un
premio resultan menos placenteras (motivación extrínseca).
® La teoría de la autoconcepción establece una relación inversa entre la motivación
intrínseca y la extrínseca: cuando una conducta que tiene valor intrínseco la premiamos
con recompensas, son estas últimas las que empiezan a ganar valor en detrimento de la
conducta en sí.
2.6.Reacciones de los demás.
® Los demás son una importante fuente de información del yo.
® Esta valoración reflejada o yo en espejo fue desarrollada por Cooley para explicar que
lo que las personas piensan de sí mismas y el modo en que se evalúan refleja la
percepción que los demás tienen de ellos. Para Cooley, las personas están
constantemente imaginando lo que los demás piensan de ellas y esa información influye
poderosamente en cómo se ven a sí mismas.

3. Autoestima.
® El autoconcepto es un conjunto de creencias elaboradas a partir de muchas fuentes que
se organizan como esquemas autorreferentes y jerárquicos.
® Según Leary y Baumeister, las personas son inherentemente sociales, de modo que el
deseo de autoestima es un impulso primitivo que facilita la conexión con otros y ayuda
a ganar su aprobación.
® La autoestima sería una suerte de barómetro que indica en qué medida la persona es
valorada y aceptada o es excluida. Cuanto más excluido, más bajo marcará el barómetro
de la autoestima y cuanto más aceptado, más alto marcará.
® La autoestima es una reacción interna a nuestra aceptación social y una fuente de
ventajas.

3.1.La autoestima como fuente de autoenaltecimiento.


® La autoestima proporciona a la persona una opinión favorable de sí misma en un amplio
rango de dimensiones de personalidad y de conductas. Las personas protegen su
autoestima haciendo gala de un magnífico optimismo respecto a su talento, sus
habilidades y su forma de ser.
® Tienden a sobreestimar la bondad de sus comportamientos y a valorar con mucha
liberalidad acciones mediocres como si fueran éxitos espectaculares.

3.2.La autoestima como fuente de estabilidad emocional.


® Durante la infancia la autoestima es muy variable, a medida que la persona adquiere
esquemas de sí misma más abstractos y contingentes con los escenarios sociales,
también adquiere los recursos psicológicamente necesarios para volver a equilibrar su
autovaloración después de contratiempos y situaciones adversas.
3.3.La autoestima como ayuda para gestionar las respuestas a eventos positivos
y negativos.
® Las personas reaccionan de distintos modos a los acontecimientos cotidianos en función
del nivel de autoestima.
® Ante un hecho positivo, aquellos con una autoestima alta saborean sus sentimientos, le
conceden una posición privilegiada en la memoria y emplean ese hecho para potenciar
su valia.
® Ante acontecimientos negativos, se ponen en marcha estrategias de afrontamiento
activas y forman eficaces de resiliencia.
® No siempre la alta autoestima es una ventaja, ya que con frecuencia se asocia con la
prepotencia y la falta de precaución, y puede llevar a situaciones arriesgadas.
® Quienes tienen una autoestima baja no experimentan emociones positivas intensas ante
hechos positivos, y al carecer de la motivación suficiente para reparar su estado de
ánimo, padecen mucho antes los eventos negativos. Al estar acostumbrados a esas
situaciones adversas, están más predispuestos a aceptarlas como algo normal.

3.4.La autoestima potencia los rasgos positivos de la personalidad y protege al


yo.
® La autoestima se correlaciona con rasgos que son beneficiosos para la iniciativa
personal y para la vida social.
® Quienes tienen autoestima positiva son más alegres, temen poco al fracaso, están más
dispuestos a ayudar y a cooperar con los demás y sus expectativas de éxito incrementan
su autoeficacia y mejoran su imagen pública.
® Los individuos con baja autoestima experimentan más emociones negativas, tienen más
sentimientos de infelicidad y viven con más ansiedad las situaciones de incertidumbre.

4. Estrategias de protección del yo.


® Según Gilbert, el sistema inmunopsicológico es una red de protección compuesta por
estructuras y procesos que ayudan al yo en la tarea de reducir las heridas a meros
arañazos.
® El sistema cognitivo y emocional está preparado para responder a la mayoría de las
contingencias negativas, equilibrando y adaptando al organismo para afrontar, con el
alba, los retos del nuevo día.
® Hay contingencias que representan amenazas especialmente significativas para el yo y
que dejan al descubierto lo vulnerable que somos.
® Según Smith y Madoe, las situaciones que nos devuelven una imagen negativa de
nosotros mismos, las que alteran nuestras creencias sobre cadenas causales lógicas y
las que quiebran el yo porque eliminan alguno de los pilares centrales de nuestra
identidad, son muy difíciles de afrontar. En estos casos el sistema inmunopsicológico
es el que se encarga de ir reparando automáticamente las huellas de esas experiencias
dolorosas.
® El sistema inmunopsicológico trabaja todo el tiempo tejiendo y reparando una red de
protección estable que soporte bien tanto las adversidades cotidianas como aquellas que
requieren esfuerzo adicional.

4.1. El procesamiento sesgado de la información autoreferente.


® El sesgo de autoenaltecimiento es la tendencia de las personas a procesar la información
de modo que el yo resulte siempre beneficiado.
® Según Shrauger, las personas están motivadas para mantener una autoestima alta y no
tienen inconveniente en buscar informaciones positivas sobre sí mismas o en alterar las
informaciones negativas para conseguir una imagen positiva de si mismos.
® Algunos ámbitos en los que se manifiesta este sesgo de autoenaltecimiento son los
siguientes:
o Las personas evalúan la información que reciben sobre ellas mismas de una
forma menos critica, y la aceptan más rápidamente cuando es positiva que
cuando es negativa.
o Las personas dan más crédito a sus éxitos, y los divulgan más en sus redes
sociales, que los fracasos. Además, cuando fracasan, la responsabilidad está en
los otros o en las circunstancias.
o Las personas, para justificar sus fracasos, incorporan conscientemente
obstáculos en el camino a una meta. De acuerdo con este sesgo de
autoincapacitación, los obstáculos los hacen más difícil el éxito en una tarea y
sirven para explicarlo. Además, poner barreras en el camino del éxito aumenta
la autoestima si, a pesar de la desventaja, al final se tiene éxito.
o Las personas sobrevaloran su valía personal y colocan tanto sus capacidades
como sus habilidades sociales por encima de la media, un efecto mejor que la
media que es estadísticamente imposible.
o Las personas definen los rasgos de personalidad de modo diferente según sea
para describirse a si mismas o para describir a los otros. Concretamente,
atribuyen un significado a los demás. Esto es posible porque las personas
tienden a escoger para esas descripciones rasgos que tienen múltiples
significados.
o Las personas tienden a evaluar positivamente aquellas cosas que están asociadas
a ellos. Este egoísmo implícito hace que las personas al recibir un objeto, lo
valoren más después de tenerlo antes. Y lo mismo ocurriría con las cosas que
están crónicamente asociadas al yo. Además, cuanto más trabajo han dedicado
a algo, mayor será el sentimiento de propiedad y más valor de cambio les
atribuirán.
® En conjunto, estos seis sesgos de procesamiento fortalecen el sistema
inmunopsicológico, ya que desvían sistemáticamente el significado de la realidad a
favor del individuo. Por tanto, más que un filtro motivacional, es un filtro que está
perfectamente cableado en el aparataje perceptivo de los individuos.

4.2. Ilusión de control.


® Explicar los éxitos y los fracasos como el producto de nuestras acciones da sentido de
control personal. La otra opción es creer que se es víctima de los acontecimientos o del
destino.
® Entre ambos extremos existen muchas posibilidades, que Rotten configuro en su teoría
del locus de control. De acuerdo a sus investigaciones, las personas varían en el modo
en que perciben la relación entre su conducta y los resultados de dicha conducta.
® Las personas con locus de control interno piensan que controlan su vida, que tienen la
suerte en sus manos y confían en su habilidad para controlar el entorno.
® Las personas con locus de control externo tienden a pensar en la suerte, el destino o la
casualidad como factores responsables de lo que les ocurre, y esta creencia cortocircuita
la motivación y el esfuerzo por conseguir objetivos.
® Más allá de la percepción de control sobre las propias acciones, el deseo de control es
tan intenso y la sensación de control tan placentera que, en general, las personas actúan
como si tuvieran el control. Y esta ilusión de control tiene consecuencias benéficas
sobre la autoestima.
® Langer y Rodrin comprobaron que los que no perciben el control en sus vidas están
menos sanos física y psicológicamente que los que creen tener control. Esto significa
que, pese a que la percepción de control no siempre sea real, esa ilusión de control tiene
poderosos efectos sobre la conducta.
® Un problema que tiene la ilusión de control es que es vulnerable a sucesos críticos que
desacreditan la creencia de control.
® Según Seligman, las personas, bien por ser víctimas de situaciones adversas de forma
reiterada o inesperada, bien por la confluencia de distintos factores que perturben el yo,
tienden a comportarse de modo parecido a los perros de su laboratorio, pierden la
ilusión de control, piensan que están al descubierto de lo que venga y se comportan
pasivamente ante eventos adversos porque también creen que sus esfuerzos serán
inútiles.
® En los seres humanos, a esos déficits hay que añadir otros, derivados de las
explicaciones que elaboran empleando estas tres dimensiones:
o Interna-externa: el grado en que la causa se atribuya a uno mismo o a otra
persona o circunstancia.
o Estable-inestable: el grado en que la causa se considere permanente o variable
en el tiempo.
o Global-específica: el grado en que la causa se generalice a diferentes situaciones
o sea especifica de una situación concreta.
® En función de estas atribuciones, desarrollará expectativas de no contingencia futura,
que serán responsables de los efectos de la indefensión aprendida.
® Así, si una persona explica un acontecimiento negativo empleando factores internos en
lugar de factores externos, aluda a una causa persistente en lugar de a una causa
coyuntural o lo atribuye a causas globales más que a causas específicas, el efecto
negativo sobre la autoestima y, en general, sobre el sistema inmunopsicológico, será
mayor.

4.3. Sesgo optimista.


® Es la tendencia de las personas a creer que tienen menos probabilidades de experimentar
acontecimientos negativos en comparación con otras personas.
® Una variable de este sesgo es la falacia de planificación, que es la tendencia a
subestimar el tiempo y esfuerzo que llevará concluir una tarea si ésta ocurre en el futuro.
® La explicación de este sesgo está en que las personas confunden el deseo con la realidad,
y concentran su atención en la tarea en sí y no en todas las dificultades que hay en su
alrededor, y si intervienen al responder a esa demanda en el presente.
® Al pensar en el esfuerzo de una actividad cual quiera, hacen un uso sesgado de la
información sobre esa tarea u otra similar realizada en el pasado, ya que suelen olvidar
las dificultades colaterales que derivan de dicha actividad.

5. Autorregulación.
® La autorregulación es el proceso por el que el yo ejerce el control sobre sí mismo.
® Se trata de un esfuerzo deliberado por el que el sí mismo inicia, cambia y controla su
conducta con vistas a un objetivo determinado.
® Con frecuencia la autorregulación incluye la capacidad para retrasar la gratificación y
resistir la tentación de objetivos placenteros inmediatos.
® Es una forma de gestionar los impulsos planificando la conducta con vistas a objetivos
que se dilatan en el tiempo.
® Gracias a la autorregulación, las personas mantienen sus promesas, obedecen las
normas, respetan a los otros y hacen cosas que ayudan a las relaciones interpersonales.
® Es importante considerar que vivimos en un entorno muy rico en estímulos y con
constantes propuestas que proporcionan sensaciones placenteras.
® El cerebro no está preparado para abordar toda la presión a que está sometido
diariamente, por lo que muchos problemas cotidianos son la consecuencia de sucumbir
de modo coyuntural o permanente a conductas indeseables, arriesgadas o antisociales.
® La autorregulación se considera una de las ventajas adaptativas más importantes de la
evolución humana y es la clave para su desarrollo y supervivencia.
® Su localización anatómica y funcional en reglones cerebrales asociadas a la
autoconciencia, como la corteza cingulada anterior, la corteza prefrontal dorsolateral y
la corteza orbitofrontal, muestran que se trata de una habilidad tardía en la filogénesis
de la especie.
® La autorregulación incluye tres componentes:
o Estándares y reglas
o Supervisión de la conducta.
o Potencia de autorregulación.

5.1. Estándares y reglas.


® Para determinar cómo comportarse en cada escenario, las personas necesitan tener unas
coordenadas que orienten su comportamiento y favorezcan su éxito social.
® Ayudan a saber que conductas deben seguirse y cuales evitarse, y cómo autoevaluarse
después de cada acción.
® Según Higgins, las personas no sólo tienen creencias sobre cómo son en el presente,
sino también sobre qué les gustaría ser (yo ideal) y cómo deberían ser (yo responsable).
® El yo ideal representaría las esperanzas y deseos, y el yo responsable representaría los
deberes y obligaciones.
® Según su teoría de la autodiscrepancia, estos dos estándares sirven como guías para el
yo y como fuerza motivacional, ya que empuja a las personas a mover su yo real en
dirección a estos dos estándares.
® Normalmente, las personas tienen siempre a la vista tanto su yo ideal como su yo
responsable, pero si por alguna razón éstos se volvieran inalcanzables, se produciría en
el individuo reacciones emocionales que perturbarían los mecanismos de
autorregulación y descontrolarían los planes de acción.
® Si esta discrepancia se produjera entre lo que somos (yo real) y lo que nos gustaría ser
(yo ideal), la persona experimentaría emociones asociadas con el desaliento, como
decepción, frustración y depresión.
® Si la discrepancia se produjera entre lo que somos (yo real) y cómo deberíamos ser (yo
responsable), la persona experimentaría emociones relacionadas con la agitación, como
ansiedad, culpa o vergüenza.
® Los estándares indican qué es lo correcto y qué es lo apropiado en cada escenario y en
cada momento de la vida.
® Las emociones negativas que se derivan de estas discrepancias pueden perturbar aún
más la capacidad de autorregulación y empujar a las personas a darse por vencidas y a
entregarse a sus impulsos más inmediatos.

5.2. Supervisión de la conducta.


® Según Carvey y Scheier, esta supervisión se lleva a cabo a través de un proceso de
retroalimentación que forma un bucle, representado por el acrónimo POPS:
o Probar: según su teoría del control de la autorregulación, indica que la persona
pone a prueba su conducta comparándola con algún estándar.
o Operar: si esa evaluación lleva a alguna discrepancia entre conducta y objetivo,
el individuo lleva a cabo operaciones concretas destinadas a corregir la
discrepancia.
o Probar: tras cambiar la conducta, pasa de nuevo la fase de prueba.
o Salir: alcanza una respuesta satisfactoria que el modelo identifica como salida.
® Esta forma de supervisión es fundamental en la autorregulación, y con frecuencia
representa la mejor oportunidad para progresar.

5.3. Potencia de autorregulación para producir cambios.


® El tercer ingrediente de la autorregulación es la capacidad para cambiar las conductas
que no nos acercan al objetivo. Esta capacidad se identifica popularmente como fuerza
de voluntad.
® Opera realmente como una fuerza física que se agota cuando se usa.
® Según el modelo de fuerza de la autorregulación de Baumeister, Vohs y Tice, la
potencia de la autorregulacion se caracteriza por las siguientes características:
o En un momento dado, las personas sólo disponen de una cantidad limitada de
energía destinada a regular el comportamiento.
o Cada acción de regulación agota esa energía durante un tiempo.
o Inmediatamente después de llevar a cabo una conducta de autorregulación,
resulta difícil regular el comportamiento en una actividad no relacionada.
® Según Baumeister et al, las personas, al autorregular su comportamiento se vuelven
vulnerables al agotamiento.
® Un comportamiento que requiera mucho autocontrol deja a la persona exhausta para
acometer conductas de autocontrol adicionales, no sólo porque de lugar a la fatiga
mental, sino también, como demuestran los indicadores que miden el nivel de glucosa
en sangre de los individuos expuestos al ejercicio de autorregulación, a un agotamiento
físico.
6. El motor del éxito: Creo que puedo.
® Cuando George tenía 9 años, su familia ganó el sorteo que le permitió asistir al KIPP,
un colegio subvencionado que describo en la parte III y del que George dice que le
«salvó la vida».
® Conocí a George en 2013, cuando volvía de trabajar en el KIPP como ex alumno
voluntario ayudando a los jóvenes estudiantes a adquirir aquella experiencia. Hablando
del colegio público al que asistió, que ocupaba tres plantas inferiores del mismo
edificio, me comentó: «Estoy seguro de que lo intentan, pero siguen en lo mismo».
® George cree que el KIPP le cambió la vida sobre todo mostrándole claramente que su
comportamiento tenía consecuencias: Si haces lo correcto, consigues cosas buenas. Si
haces el mal, si haces cosas incorrectas, te suceden cosas malas.
® George aprendió con rapidez qué son las consecuencias: «En un año extrapolé todo eso
a la vida fuera del colegio. Si era amable con los demás, ellos serían amables conmigo.
Y eso funcionaba, no siempre, pero casi siempre, en el mundo real. Pronto extendí la
regla de las “consecuencias de mis acciones” de allí a todas partes».
® El primer día en el KIPP tuvo problemas, y se quedó desconcertado cuando le pidieron
ponerse en la fila de atrás del aula por no atender a su profesor de matemáticas. Se
quedó aún más sorprendido cuando le pusieron deberes que fueron comprobados al día
siguiente, algo que nunca le había sucedido en el colegio público.
® George atribuye gran parte de su éxito académico al trabajo duro. Como solía decir a
todo el mundo, el ingrediente mágico para tener un éxito excepcional en la vida es lo
que ella llamaba sitzfleisch: «calentar el asiento» y poner todo el empeño necesario en
hacer un trabajo.
® Cuando me preguntan «¿No está el futuro preprogramado? La respuesta es la vida de
George. Seguro que estaba adecuadamente preprogramado y había mucho potencial en
él, pero como él mismo resalta, su vida no habría tomado aquel camino si el KIPP no
lo hubiese «salvado».
® Son naturaleza y educación actuando no en oposición, sino en recíproca armonía. La
frontera entre ellas es borrosa. El modo de interactuar una persona con ese mundo de
oportunidades y restricciones es lo que encamina su vida.
® Afortunadamente, George atribuyó esa confusión y esa sensación de desorientación al
colegio y sus circunstancias, no a él mismo. Reconoció su mal genio y su grosería, pero
no cuestionó su capacidad de aprender.
6.1. Función ejecutiva: capacidad de dominarse.
® George Ramirez no hizo el test de la golosina a los 4 años, pero su trayectoria del sur
del Bronx a la Universidad de Yale es ilustrativa de sus aptitudes cognitivas, que el test
cuantifica: su sistema frío funcionaba bien y le permitía controlar sus tendencias
impulsivas y reacciones calientes cuando era motivado a hacerlo.
® Lo hacía utilizando una parte del sistema frío que es esencial en el autocontrol: la
función ejecutiva (EF). Se trata de las aptitudes cognitivas que nos permiten ejercer de
forma deliberada, consciente, el control de nuestros pensamientos, impulsos, acciones
y emociones.
® La EF nos da la libertad para inhibir y enfriar tendencias impulsivas y para pensar y
hacer un uso flexible de la atención de forma que nos permita perseguir y alcanzar
nuestras metas.
® Cada uno de los niños que conseguían esperar tenía una metodología propia de
autocontrol, pero todos compartían tres características de la EF.
o En primer lugar, tenían que recordar y tener activamente presente el objetivo
que se habían propuesto y la contingencia.
o En segundo lugar, tenían que controlar su progreso hacia el objetivo final y
hacer las correcciones necesarias para que su atención y su cognición transitaran
flexiblemente entre los pensamientos puestos en el objetivo y las técnicas para
rebajar la tentación.
o En tercer lugar, tenían que inhibir las respuestas impulsivas que podían
impedirles lograr su objetivo.

Experimento 3: la autoconciencia (Duval y Wicklund, 1973).


® OBJETIVOS
¿Por qué ante un hecho que es originado por varios factores el ser humano tiende a pensar que
solo hay una causa? ¿Puede esta tendencia ser el resultado de procesos atencionales limitados
y que la causa que emerja con más fuerza sea aquella a la que más atención se presta?
® EL PROBLEMA
Comprender el mundo que nos rodea requiere saber la causa de lo que ocurre. Y esto es algo
que cuesta poco al sistema cognitivo. Ante cualquier evento (p. ej., un accidente de tráfico, el
suspenso en un examen o el reconocimiento de una acción), las personas elaboran rápidamente
una explicación y hacen una atribución causal. Y, aunque en la mayoría de esas situaciones
concurren varias causas, las personas atribuyen más peso a una causa frente a otras
potencialmente posibles. ¿Qué aspectos influyen en la elección de una causa y no de otra?
® ANTECEDENTES
Autores como Heider (1958), Jones y Davis (1965) y Kelley (1967) han destacado la
importancia del proceso atribucional en la comprensión del mundo y han formulado algunas
normas que regulan ese proceso. Por ejemplo, una de ellas establece que la atribución de una
causa depende de si la hace quien ejecuta una acción (actor) o quien observa a quien la ejecuta
(observador). El actor tiende a prestar más atención al entorno y menos a su conducta, por lo
que es más probable que haga atribuciones situacionales. En cambio, el observador, como tiene
al otro (actor) destacando en su campo visual, tiende a atribuir a rasgos personales la conducta
del actor.
® HIPÓTESIS
Duval y Wicklund (1972) focalizan su interés en el papel que desempeña la atención en los
procesos atribucionales observados en investigaciones previas. A su juicio, cuando en una
situación existen al menos dos causas posibles, la elección de una u otra dependerá de a cuál
de ellas atienda más el individuo. En este experimento, los autores quieren demostrar que es
más probable atribuir la responsabilidad de un hecho a uno mismo si su atención está
autofocalizada, es decir, cuando la persona es autoconsciente. Además, como según la «teoría
de la autoconciencia objetiva» un modo de lograr autoconciencia en una persona es haciendo
que vea su imagen reflejada en un espejo, este es el procedimiento que emplea para verificar
su hipótesis atribucional.
® PARTICIPANTES
Participaron 45 estudiantes mujeres. Aproximadamente la mitad de las participantes veía su
imagen reflejada en un espejo durante el experimento (grupo experimental), mientras que la
otra mitad no (grupo control).
® DISEÑO
Se utilizó un diseño factorial de 2 (Nivel de autoconciencia: alto —imagen del participante
reflejada en el espejo— vs. bajo —no imagen reflejada en el espejo—) × 2 (Resultado de la
historia: favorable al participante vs. desfavorable al participante). La variable dependiente fue
el porcentaje de responsabilidad sobre los hechos atribuida a sí mismo por el participante.

® MATERIAL
Se utilizaron 10 historietas que describían una acción ficticia protagonizada por el participante
y otra persona y cuyo resultado en unos casos era favorable al participante y en otros
desfavorable (por ejemplo, «Imagine que ha seleccionado y comprado un caballo de carreras.
Usted lo inscribe en una carrera importante y contrata un buen jinete para montarlo. El caballo
gana la carrera. ¿Hasta qué punto la victoria se debe a sus acciones y en qué medida a las
acciones del jinete?»).
® PROCEDIMIENTO
El experimentador explicaba que el objetivo de la investigación era evaluar un cuestionario, en
el que se presentaban situaciones hipotéticas. La persona debía imaginarse a sí misma en cada
una de las situaciones y repartir el 100% de responsabilidad sobre los hechos entre sí mismo y
la otra persona implicada en la situación hipotética. Además, la mitad de las participantes
respondía en un cubículo con un espejo en el que se veía reflejada, mientras que la otra mitad
lo hacía en un cubículo sin espejo.
® RESULTADOS
Los datos muestran que las personas que se ven reflejadas en el espejo durante el experimento
(alta autoconciencia) se atribuyen un mayor porcentaje de responsabilidad sobre el resultado
(60,1%) que las personas que no se ven reflejadas en el espejo (baja autoconciencia, 50,5%;
F(1,39)=14,43, p < 0,001). No se encuentran diferencias estadísticamente significativas en la
atribución de responsabilidad a sí mismo entre las situaciones con resultado positivo y
negativo.
® CONCLUSIONES
Los resultados demuestran que el foco de atención es un elemento importante en el proceso de
atribución causal. En la medida que la persona es más consciente de sí misma se atribuirá mayor
responsabilidad sobre los hechos, siempre y cuando pueda ser causa de ellos. Esto ocurre
independientemente de que los resultados de la situación sean positivos o negativos para ella.
Así, se muestra que el individuo no realiza un análisis exhaustivo de las situaciones para
determinar cuál o cuáles son sus causas, a diferencia de cómo lo haría si utilizara un método
científico.
Experimento 4: Autoestima y claridad de autoconcepto (Campbell, 1990).
® OBJETIVOS
¿Qué relación existe entre la autoestima y el autoconcepto?
® EL PROBLEMA
La autoestima es una característica universal del ser humano. En este sentido, la mayoría de las
personas informan de una autoestima positiva. Este constructo se ha vinculado con rasgos de
personalidad (por ejemplo, extraversión). En general, las personas con una alta autoestima se
caracterizan por una conducta adaptativa, una adecuada resolución de sucesos vitales
estresantes, un bienestar subjetivo, así como por un conocimiento más claro o certero de su
autoconcepto. Esta última información constata que la autoestima es una de las piezas clave
del autoconcepto. Ahora bien, ¿qué papel desempeña la autoestima en el autoconcepto?
® ANTECEDENTES
Taylor y Brown (1988) comprobaron que la alta autoestima contribuye a generar bienestar
psicológico. Una de las explicaciones esgrimidas por los autores apunta a que el optimismo,
los sentimientos de control sobre los sucesos y la imagen de sí positiva permiten a las personas
seguir luchando a pesar de los contratiempos cotidianos. Por su parte, Baumeister y su equipo
(1989) analizaron la relación entre la autoestima y el autoconcepto. Los resultados confirmaron
que las personas con alta autoestima poseían un autoconcepto repleto de rasgos positivos. Si
bien, esto no significa que las personas con baja autoestima tengan opiniones negativas sobre
sí mismas, más bien se debe a que su autoconcepto se caracteriza por rasgos menos positivos
que el de las personas con alta autoestima.
® HIPÓTESIS
Esta investigación trata de probar si las personas con una baja autoestima, en comparación con
las de alta autoestima, se caracterizan por una menor claridad de su autoconcepto. En concreto,
la autora examina la asociación entre la autoestima y la consistencia interna del autoconcepto.
Esta variable se operacionalizó a través del número de pares de adjetivos que produjeron
respuestas coherentes (por ejemplo, «yo soy trabajador, yo no soy perezoso»). Además, con el
objeto de medir la certeza del autoconcepto, se tuvieron en cuenta las puntuaciones de
confianza y el tiempo de reacción empleado en dar una respuesta sobre los adjetivos coherentes
e inconsistentes.
® PARTICIPANTES
Los 36 participantes fueron asignados, en función de su nivel de autoestima, a dos grupos
experimentales. La mitad de los sujetos poseía una baja autoestima y la otra mitad tenía una
alta autoestima.
® DISEÑO
Se compararon los dos grupos (baja autoestima versus alta autoestima). Los participantes se
asignaron a cada grupo en función de la puntuación obtenida en la media de la escala de
autoestima.
® MATERIAL
Se empleó el indicador de autoestima de Janis-Field Feelings of Inadequacy Scale.
Posteriormente, se solicitó a cada sujeto que se describiera a sí mismo en función de una serie
de adjetivos bipolares (por ejemplo, calmado-nervioso). Los 25 pares de adjetivos se
presentaron por separado con el propósito de determinar el grado de coherencia y consistencia
del autoconcepto. De este modo, se evaluó como coherente que el participante se describiera
como una persona calmada y no nerviosa, y como inconsistente cuando, por ejemplo, daba dos
respuestas afirmativas y contradictorias, es decir, soy calmado y nervioso. Por tanto, la
consistencia interna del autoconcepto se calculó a partir del número de pares de adjetivos
opuestos que producen respuestas coherentes.
® PROCEDIMIENTO
Los participantes cumplimentaron individualmente una descripción de sí mismos. Para ello se
les informó de que, a través de un ordenador, se les mostraría una lista de adjetivos. Su tarea
consistía en indicar para cada término «sí», si consideraban que el adjetivo les describía y «no»
en el supuesto contrario. Además, con el propósito de evaluar la confianza otorgada a sus
descripciones, se les preguntó si estaban seguros de sus respuestas mediante una escala de 7
puntos. En total se les presentaron 56 adjetivos, 50 de los cuales estaban distribuidos en 25
pares de conceptos bipolares (por ejemplo, perezoso-trabajador, orgulloso-humilde, etc.). El
orden de exposición de los adjetivos estaba aleatorizado. El programa informático además de
anotar las decisiones individuales, registró el tiempo de reacción para cada respuesta, es decir,
el tiempo que cada sujeto se demoraba en dar una contestación.
® RESULTADOS
Los análisis estadísticos constataron diferencias significativas entre los participantes con baja
autoestima y con alta autoestima. En contraste con los de alta autoestima, los de baja
autoestima: a) dieron menos respuestas coherentes (M = 17,22 o 69% vs. M = 20,18 o 81%) a
cada par de adjetivos bipolares (F(1,33)= 9,27; p < 0,01); b) tuvieron puntuaciones más bajas
en confianza (M = 5,07 vs. M = 5,40; F(1,33) = 4,38; p < 0,05); c) se tomaron más tiempo para
responder a los pares de adjetivos inconsistentes (M = 4,72) que a los coherentes (M = 4,02;
F(1,33) = 9,88; p < 0,01), y d) demostraron menor confianza en los adjetivos inconsistentes (M
= 4,77)que en los pares de adjetivos coherentes (M = 5,38; F(1,33) = 46,52; p <0,01). En el
gráfico 1.4 se muestran las puntuaciones de coherencia y confianza en función de la baja y alta
autoestima.
® CONCLUSIONES
Los resultados confirman que las personas con baja autoestima se caracterizan por una menor
claridad en el autoconcepto (por lo que se refiere a la confianza), así como por una menor
coherencia. Además, la inconsistencia también produce una desorganización del autoconcepto.
Esta falta de organización se refleja en la desconfianza y en el tiempo que necesitan para
contestar.
® APLICACIÓN
La información expuesta nos permite conocer los indicadores que influyen sobre la confusión
de la definición de uno mismo. Si incidimos en estas variables, se podrá obtener un
conocimiento más nítido del autoconcepto. El fin último es que cada persona pueda defender
sus principios y no dejarse manipular por los demás.

Experimento 5: La comparación social (Buunk, Collins, Taylor, VanYperen y Dakof).


® OBJETIVOS
¿Cómo nos influyen las comparaciones con los demás? ¿Las comparaciones con personas que
están mejor o peor que nosotros tienen siempre las mismas consecuencias afectivas? ¿De qué
dependen estas respuestas afectivas?
® EL PROBLEMA
Frecuentemente las personas nos comparamos con gente que está peor (comparación
descendente) o con gente que está mejor (comparación ascendente) que nosotros. Según la
investigación previa, las comparaciones ascendentes producen emociones negativas, debido a
que el sujeto que lleva a cabo la comparación puede sentirse inferior a la persona o personas
con las que se compara y, por tanto, experimentar sentimientos negativos (Diener, 1984). Por
otro lado, las comparaciones descendentes, en general, hacen que las personas se sientan mejor
respecto a la persona sobre la que se comparan y sobre sí mismas (Morse y Gergen, 1970). Sin
embargo, hay datos que sugieren que las comparaciones hacia abajo también producen
sentimientos negativos. Por ejemplo, estudios realizados con pacientes de enfermedades
crónicas (por ejemplo, cáncer) muestran que esos individuos se sienten mal y tienen reacciones
de desesperanza cuando están en presencia de otros que tienen el mismo trastorno o que están
en fases más avanzadas de la enfermedad.
Complementariamente, otros datos relativos a las comparaciones hacia arriba muestran que
cuando los pacientes de cáncer ven a otros que están recuperados experimentan reacciones
positivas. Por tanto, ¿es posible que las reacciones emocionales a la comparación social sean
independientes de la dirección de esta?
® ANTECEDENTES
Habitualmente, las personas se comparan con los demás para evaluar su situación personal, en
especial cuando dudan de sus opiniones o habilidades (Festinger, 1954). Schachter (1959)
generalizó estas ideas al dominio de las emociones. Así, en varios experimentos mostró que,
cuando se activaba una respuesta de miedo en las personas, estas preferían esperar con otras
que estuvieran en la misma situación y tuvieran idéntica intensidad emocional. Investigaciones
recientes muestran que la dirección de la comparación depende del tipo de información que
esté manejando la persona. Wills (1981), por ejemplo, mantiene que bajo ciertas condiciones
de amenaza es más probable que ocurran comparaciones hacia abajo, porque generan un efecto
positivo esencial para la autoestima y la reducción de la ansiedad. En cambio, las
comparaciones hacia arriba, aunque son una fuente útil de información autoevaluativa, parece
que producen efectos emocionales negativos y disminuyen la evaluación del sí mismo,
recordando que uno es inferior.
® HIPÓTESIS
Los autores establecen dos hipótesis de trabajo. Por un lado, consideran que las comparaciones
realizadas en una dirección determinada producen reacciones emocionales divergentes. Es
decir, que la comparación hacia arriba (o hacia abajo) tiene tanto efectos positivos como
negativos. Por otro, precisan que en condiciones de incertidumbre las personas están
especialmente atentas a la información derivada de las comparaciones sociales y de forma más
específica a la información negativa.
® PARTICIPANTES
En el estudio participaron 632 individuos casados, 304 hombres y 328 mujeres. La duración
media de cada matrimonio era 16,4 años, con un rango entre menos de 1 mes y 55,3 años. La
edad media de la muestra fue de 40,6 años y, de ellos, el 79% tenían hijos.
® MATERIAL
Los participantes debían contestar un cuestionario que recogía preguntas relativas a tres
medidas. En primer lugar, medidas de la emoción provocada por la comparación social. Esto
se hizo con cuatro ítems que evaluaban la frecuencia con que los sujetos se sentían contentos
o tristes cuando se comparaban con parejas que tenían relaciones mejores o peores que las
suyas (por ejemplo, «¿Con qué frecuencia te sientes feliz y satisfecho cuando comparas tu
propia relación marital con la de otros que tienen una relación que es peor que la tuya?»). En
segundo lugar, se utilizó una medida de insatisfacción matrimonial (Buunk, 1990), utilizando
una escala de 8 ítems que contenía tanto afirmaciones positivas (por ejemplo, «Las cosas van
bien entre nosotros») como negativas (por ejemplo, «Mi pareja me fastidia»). Los participantes
debían indicar en qué medida esas expresiones se aplicaban a su relación marital. Finalmente,
se utilizó una medida de incertidumbre, basada en un solo ítem que recogía una estimación
sobre el futuro de su relación marital.
® PROCEDIMIENTO
Los experimentadores se pusieron en contacto con los participantes por correo, pidiéndoles que
rellenasen anónimamente el cuestionario sobre «relaciones matrimoniales». También se les
solicitó que rellenasen el cuestionario en privado y que no hablasen con sus parejas sobre el
mismo antes de cumplimentarlo.
® RESULTADOS
Tanto las comparaciones ascendentes como descendentes provocaron emociones positivas y
negativas aunque las positivas fueron significativamente más frecuentes que las negativas,
sobre todo cuando la comparación era hacia abajo (gráfico 1.5). Para determinar el efecto de la
insatisfacción matrimonial sobre la emoción que provocan las comparaciones, se dividió a los
individuos en tres grupos (altos, medios, bajos), de acuerdo con las puntuaciones obtenidas en
la escala de insatisfacción. El ANOVA mostró que la insatisfacción matrimonial influye de
forma significativa en las emociones provocadas por las comparaciones tanto de los hombres
(F(8,556) = 7,33; p < 0,001) como de las mujeres (F(8,582) = 9,94; p < 0,001). Es decir, cuanto
más alta era su insatisfacción, más frecuentemente las personas se sentían tristes como
consecuencia de compararse con matrimonios mejores y peores que los suyos. Para ver el
efecto de la incertidumbre sobre las consecuencias emocionales de las comparaciones, se
dividió a los participantes en tres grupos (altos, medios y bajos en incertidumbre). El ANOVA
mostró que la incertidumbre tiene un efecto significativo en las emociones provocadas por las
comparaciones de los hombres (F(8,578) = 9,30; p < 0,001) y de las mujeres (F(8,618) = 9,55;
p < 0,001). En concreto, cuanto más incertidumbre, con más frecuencia las personas se sentían
tristes después de llevar a cabo tanto comparaciones ascendentes como descendentes.
® CONCLUSIONES
En contra de lo que se asumía en la literatura previa, el presente estudio demostró que la
dirección de la comparación (ascendente o descendente) no está intrínsecamente relacionada
con una determinada emoción (positiva o negativa), sino que provoca ambas emociones. Los
resultados indican también que las personas hacen comparaciones con resultados positivos más
frecuentemente que con resultados negativos, aunque esto cambia cuando hay alta
incertidumbre o insatisfacción matrimonial. En estas condiciones, las comparaciones, tanto con
matrimonios mejores como peores, provocan emociones negativas.

Experimento 6: Discrepancias del yo (Higgins, Bond, Klein y Stauman).


® OBJETIVOS
¿Cómo afecta la discrepancia entre facetas del «yo» en el estado emocional de las personas?
¿Tiene el mismo efecto emocional la discrepancia entre el yo real y el yo ideal (cómo me veo
y cómo me gustaría verme) que la discrepancia entre el yo real y el yo responsable (cómo me
veo y cómo debería verme)?
® EL PROBLEMA
Las personas perciben su autoconcepto en tres facetas diferentes: un «yo- real» (que representa
el yo que creen ser), un «yo-responsable» (que representa el yo que deberían ser) y un «yo-
ideal» (que representa el yo que les gustaría ser). Ahora bien, estas percepciones que se tienen
de los distintos «yo» ¿influyen en las reacciones emocionales de las personas a eventos vitales
negativos y positivos? Más concretamente, si las personas contrastan con frecuencia su yo real
con esos dos yo posibles, ¿en qué medida las discrepancias existentes repercuten en su estado
emocional?
® ANTECEDENTES
Algunas investigaciones habían comenzado a indagar la asociación entre las distintas facetas
del «yo» y las emociones que generan (Higgins,
1984). Por ejemplo, se sabía que centrar la atención en la discrepancia entre el yo real y el yo
ideal generaba niveles altos de insatisfacción o decepción (Duval y Wicklund, 1972).
® HIPÓTESIS
El malestar emocional de las personas al experimentar un acontecimiento negativo variará
dependiendo del tipo de discrepancia entre los distintos autoconceptos. Cuando predomina la
discrepancia entre el «yo real» y el «yo ideal», la reacción ante sucesos negativos será de
«abatimiento» (por ejemplo, tristeza e insatisfacción), mientras que cuando predomina la
discrepancia entre el «yo real» y el «yo responsable», la reacción ante sucesos negativos será
de «agitación» (por ejemplo, miedo y nerviosismo).
® PARTICIPANTES
93 estudiantes de Introducción a la Psicología de la Universidad de Nueva York.
® MATERIAL
Para determinar el grado de discrepancia del autoconcepto se empleó una prueba en la que se
solicitaba a los participantes que escribieran 10 rasgos asociados a cada uno de los diferentes
tipos de «yo». Además, se emplearon tres pruebas para medir el estado de ánimo: a) una prueba
de diferencial semántico con una escala bipolar de 7 puntos que incluía términos emocionales;
b) el MAACL (Multiple Affect Adjective Checklist) consistente en una lista de adjetivos
emocionales positivos y negativos, entre los que tenían que seleccionar aquellos que mejor
describían cómo se sentían en ese momento; y c) una medida conductual del estado de ánimo
consistente en una tarea de escritura rápida de números en orden creciente o decreciente y cuya
ejecución, se había demostrado, se alteraba con el estado de ánimo.
® PROCEDIMIENTO
Varias semanas antes de la sesión experimental, los participantes rellenaron un cuestionario
sobre discrepancias del autoconcepto que sirvió para dividirlos en dos grupos: altos en
discrepancia real/ideal y bajos en discrepancia real/responsable, por un lado; y bajos en
discrepancia real/ideal y altos en discrepancia real/responsable, por otro.
Ya en la sesión experimental se les dijo que el propósito del estudio era examinar cómo
perciben las personas determinados acontecimientos de la vida. A continuación, los
participantes completaron el cuestionario de diferencial semántico y realizaron la primera de
las tareas de escritura rápida, para establecer su estado de ánimo basal. Después de esto, se
pidió a los participantes que se imaginaran tan vívidamente como les fuera posible y durante 4
minutos un escenario. Según la condición experimental, el evento era académico vs.
interpersonal, en el que él vs. otra persona actuaba como protagonista del acontecimiento.
Además, para la mitad de los participantes de estas cuatro condiciones, el acontecimiento era
positivo (p. ej., recibían un sobresaliente o pasaban la tarde con alguien a quien admiraban).
Para la otra mitad, el acontecimiento era negativo (p. ej., obtenían un suspenso o eran
abandonados por su pareja).
A continuación, realizaban una segunda prueba de escritura rápida y rellenaban el cuestionario
de sentimientos MAACL para comprobar la reacción emocional tras la manipulación
experimental.
® RESULTADOS
Para el análisis de los resultados se dividieron las puntuaciones en dos grupos en función del
tipo de discrepancia predominante que manifestaban. Por un lado, los de alta discrepancia entre
el «yo real» y el «yo ideal» y baja discrepancia entre el «yo real» y el «yo responsable». Por
otro, los de baja discrepancia entre el «yo real» y el «yo ideal» y alta discrepancia entre el «yo
real» y el «yo responsable». Los resultados mostraron una interacción significativa entre tipo
de discrepancia del autoconcepto, valencia del acontecimiento y tipo de emoción (F(1,31)=
6,39, p < 0,02). En concreto, en la condición de acontecimiento negativo, los participantes con
una fuerte discrepancia entre el «yo real» y el «yo ideal» se sintieron significativamente más
abatidos que los que manifestaron una fuerte discrepancia entre su «yo real» y su «yo
responsable» (p < 0,001). Sin embargo, estos últimos tendían a sentirse más agitados que
aquellos (p < 0,08).
® CONCLUSIONES
En los últimos años ha crecido el interés por identificar los factores cognitivos que sirven como
marcadores de vulnerabilidad ante problemas emocionales. Este estudio sugiere que la
magnitud de las discrepancias del «yo» es uno de esos marcadores. Los resultados obtenidos
apoyan la teoría de la discrepancia del «yo», que entiende que las emociones suscitadas por un
acontecimiento psicológico negativo dependen del tipo de discrepancia predominante en el
autoconcepto. Así, cuando predomina la discrepancia entre el «yo real» y el «yo ideal», las
personas experimentan emociones de abatimiento, mientras que cuando predomina la
discrepancia entre el «yo real» y el «yo responsable», experimentan emociones de agitación.
Sin embargo, cuando el acontecimiento es positivo, las emociones son menos influenciables
por la magnitud de la discrepancia del autoconcepto.
® APLICACIÓN
Los resultados de este estudio nos acercan a las consecuencias que tiene para nuestras
emociones la interpretación que hacemos de acontecimientos positivos y negativos en nuestras
vidas. Por ello resultan útiles, fundamentalmente, para la intervención en problemas
emocionales, como la depresión y la ansiedad.
Experimento 8: El sesgo egocentrico (Ross, Sicoly).
® OBJETIVOS
¿En qué medida la tendencia a hacer juicios favorables de uno mismo es el producto de factores
motivacionales? ¿Qué papel desempeñan los recursos cognitivos involucrados en el
procesamiento de la información y, sobre todo, cómo interviene el sesgo de disponibilidad?
® EL PROBLEMA
Los autores pretenden comprobar, en primer lugar, si existe un sesgo egocéntrico que lleva a
sobrestimar las aportaciones personales en aquellas situaciones en las que tiene lugar un trabajo
conjunto. Es decir, por qué las personas tienden a sobrestimar su contribución frente al esfuerzo
de los otros componentes del equipo. En segundo lugar, tratan de determinar si hay relación
entre el sesgo de disponibilidad y el sesgo de atribución de responsabilidad.
® ANTECEDENTES
Diversas investigaciones han establecido que el sesgo egocéntrico es el resultado de procesos
cognitivos (codificación, almacenamiento y recuperación selectiva de información) y también
motivacionales. Este artículo se centra en el heurístico cognitivo de la disponibilidad propuesto
por Tversky y Kahneman (1973). Por ejemplo, Rogers, Kuiper y Kirker (1977) encontraron
que aquella información que es más auto-relevante es más accesible (la recordamos más
fácilmente). Por su parte, Greenwald y Albert (1968) encontraron que las personas recordaban
con mayor precisión sus propios argumentos en relación con un tema que los argumentos de
los demás.
® PARTICIPANTES
Se contó con la colaboración de 37 matrimonios que vivían en residencias de estudiantes. De
estas parejas, 20 tenían niños. Cada pareja recibió 5 dólares por su participación en el estudio.
® MATERIAL
Se empleó un cuestionario con 20 tareas que llevan a cabo las parejas en su convivencia diaria.
A continuación de cada tarea figuraba una línea, en cuyos extremos ponía «principalmente la
mujer» y «principalmente el marido», en la que los sujetos debían colocar una cruz. Dicha línea
tenía 150 mm de longitud. Por lo que los participantes podían asignar 150 «unidades de
responsabilidad». Por tanto, una suma mayor que 150 indicaría un sesgo egocéntrico en la
contribución percibida, ya que al menos uno de los esposos estaría sobrestimando su
responsabilidad en la actividad.
® PROCEDIMIENTO
Los dos componentes de la pareja respondieron individualmente al cuestionario. Los
participantes estimaban en qué medida eran más o menos responsables de cada una de esas
tareas poniendo una marca en cada línea. A continuación, debían escribir ejemplos de
comportamientos concretos que ellos o sus parejas habían hecho en cada una de las tareas
evaluadas. De este modo, podría evaluarse en qué medida los ejemplos se centraban más en
sus propios comportamientos o en los de la pareja.
® RESULTADOS
Para evaluar el grado de sobrestimación o subestimación en cada tarea, se restó 150 al total de
cada pareja en cada tarea. Se calculó una medida compuesta para cada pareja, hallando la media
de las 20 actividades. El análisis de varianza, utilizando la pareja como unidad de medida,
mostró que esta medida compuesta fue significativamente mayor que cero, M = 4,67; F(1,35)
= 12,89, p < 0,001. Es decir, se produjo un sesgo egocéntrico en la percepción que cada uno
tenía de su contribución a las tareas. De hecho, de las 37 parejas participantes, en 27 se observó
algún grado de sobrestimación por parte de los miembros en todos los ítems respondidos.
También se calculó una medida compuesta respecto a los ejemplos que se pedía a los
participantes que dieran en la segunda parte del cuestionario. Ello se hizo restando de los
ejemplos dados sobre las contribuciones de uno mismo, los ejemplos dados por la pareja. Tal
y como se esperaba, se encontró que los participantes daban más ejemplos de sus propias
aportaciones (M = 10,9) que de sus parejas (M = 8,1), siendo esta diferencia significativa,
F(1,35) = 36,0, p < 0,001. Además, al relacionar las medidas de ambas partes del cuestionario,
se encontró que correlacionaban entre sí, r(35) = 0,50, p < 0,01. Por tanto, se puede
concluir que, a mayor tendencia a recordar comportamientos propios, mayor sobrestimación
en la responsabilidad percibida.
® CONCLUSIONES
Los resultados encontrados permiten concluir que existe sesgo egocéntrico en la atribución de
responsabilidad, y que este parece estar mediado por el sesgo de disponibilidad: la información
sobre las propias contribuciones se recuerda con mayor probabilidad.
Experimento 19: Efecto del contexto en la etiqueta emocional (Schachter y Singer).
® OBJETIVOS
El objetivo de este experimento fue demostrar que la emoción es un estado de activación
fisiológica inespecífico, que puede ser etiquetado por la persona de diferentes formas según la
información o claves cognitivas de que disponga.
® EL PROBLEMA
En distintos momentos del día las personas experimentan señales corporales de activación
fisiológica, pero ¿cómo identifican y etiquetan las emociones que están experimentando?
¿Existen diferencias fisiológicas entre los diversos estados emocionales?
® ANTECEDENTES
La propuesta de Shachter y Singer, conocida hoy día como teoría bifactorial de las emociones,
se fundamenta en dos propuestas anteriores. Por un lado, en William James (1890), para quien
cada emoción se caracteriza por un patrón de activación particular que permite a la persona
reconocer qué es lo que está experimentando. Por otro lado, en Cannon (1929), para quien no
hay diferencias entre patrones de excitación del sistema nervioso simpático para distintas
emociones y, por tanto, las emociones tienen una base puramente cognitiva.
® HIPÓTESIS
Si una persona se encuentra en un estado de excitación para el cual no tiene explicación
inmediata, «etiquetará» ese estado y describirá sus sentimientos según la información
disponible. Si el individuo tiene una explicación adecuada de esa excitación (por ejemplo, «me
siento así porque acabo de recibir una inyección de adrenalina»), no surgirá ninguna necesidad
de evaluación y etiquetación en términos emocionales.
® PARTICIPANTES
184 participantes, todos ellos varones y estudiantes en la Universidad de Minnesota, accedieron
a recibir una inyección de Suproxin, supuestamente un suplemento vitamínico que podría
mejorar la destreza visual.
® MATERIAL
Además de la inyección de Suproxin vs. placebo, se controló el estado emocional de los
participantes antes y después del experimento. Para las medidas dependientes se empleó un
cuestionario con dos escalas sobre el estado de ánimo. En una se preguntaba «¿En qué medida
te sientes irritado, enfadado o disgustado en este momento? y «¿En qué medida te sientes bien,
contento o feliz en este momento?». La resta de ambas puntuaciones daba un índice de felicidad
subjetiva. También se llevaron a cabo registros de las conductas de los participantes cuando
estaban en contacto con un cómplice eufórico o irritado.
® DISEÑO
Este experimento se llevó a cabo con siete grupos en un diseño incompleto de 4 niveles
activación/explicación (adrenalina con información verdadera sobre sus efectos vs. adrenalina
con información falsa sobre sus efectos vs. adrenalina sin información vs. placebo) × 2
(Contexto emocional: euforia vs. enfado). En la condición de adrenalina
con información falsa solo se empleó el contexto eufórico. Las variables dependientes fueron
la autovaloración del participante y su conducta durante el experimento, así como sus
pulsaciones cardiacas.
® PROCEDIMIENTO
El experimentador condujo a cada participante a una sala y le indicó que iba a participar en un
experimento sobre el efecto de un suplemento vitamínico —Suproxin— en la destreza visual.
Para tres grupos de participantes Suproxin era en realidad adrenalina (epinefrina), mientras que
para el cuarto era una solución salina (placebo). A un grupo de epinefrina («Bien informado»)
se le explicaron las consecuencias reales que experimentaría tras recibir la inyección. De este
modo, los participantes sabían exactamente qué iban a sentir y por qué. A un segundo grupo
(«Mal informado») se le mintió sobre el tipo de efectos secundarios, indicándole que se le
entumecerían los pies, sentiría picor en el cuerpo y dolor de cabeza. Al tercer grupo de
epinefrina («Sin información») se le explicó que no sufriría ningún efecto secundario, de modo
que se eliminaba esta explicación para su estado de agitación. Sin embargo, la excitación
provocada por la epinefrina les llevaría a inquietarse por su estado emocional. Finalmente, a
los participantes del grupo «Placebo» no se les dio información, ya que estaban convencidos
de que tomaban una vitamina. A la mitad de los participantes de cada grupo (excepto al Mal
informado), Schachter y Singer les hizo esperar en una habitación en compañía de un
colaborador que se quejaba por tener que contestar a un cuestionario e iba aumentando sus
respuestas de ira ante el contenido ofensivo de algunas preguntas (por ejemplo, «Cuántas veces
en semana tienes relaciones sexuales», «Con cuántos hombres, aparte de tu padre, ha tenido tu
madre relaciones extramaritales»).
La otra mitad pasó a una habitación en la que había un colaborador entrenado para comportarse
eufóricamente (por ejemplo, haciendo aviones de papel, construyendo torres con unas carpetas,
etc.).
® RESULTADOS
Consistentemente con lo esperado, los participantes en el contexto de euforia indicaron que se
sentían menos felices cuando sabían que su excitación se debía a la inyección de adrenalina
que cuando carecían de información sobre el efecto de la inyección (p = 0,02) o cuando tenían
información errónea (p < 0,01). En cambio, en la condición de enfado, los participantes se
mostraron reticentes a reconocer abiertamente su enojo hacia el experimentador. Todos los
sujetos se puntuaron a sí mismos como más felices que enfadados, pero aquellos que estaban
informados del efecto de la adrenalina fueron menos susceptibles a la irritación del cómplice
que los no informados (p = 0,08; ver gráfico 3.1).
El índice de respuesta conductual en la condición de euforia mostró el mismo patrón. Sin
embargo, en la condición de irritación el índice conductual mostró que, cuando no tenían
información sobre el efecto de la adrenalina, los sujetos expresaron conductas de enfado (p <
0,01), mientras que los participantes que estaban informados no se dejaron influir. Además, en
este caso, los participantes de la condición placebo se enfadaron significativamente menos que
los no informados del efecto de la adrenalina (p < 0,05).
® CONCLUSIONES
Según los resultados, cuando una persona no tiene explicación para su activación fisiológica
tiende a etiquetar dicho estado en función de las cogniciones que tenga disponibles. Esto
implica que, manipulando dichas cogniciones, se pueden manipular los sentimientos en
diversas direcciones. En cambio, cuando el individuo posee una explicación satisfactoria no
etiquetará su estado en términos de otras alternativas cognitivas disponibles.
® APLICACIÓN
Durante siglos las emociones fueron consideradas como algo secundario y, en todo caso, como
un estorbo para la racionalidad humana. Son los estudios psicológicos más recientes los que
reconocen su rotundo papel en la definición de la conducta. Pero ¿qué son las emociones? La
respuesta de Schachter y Singer contribuye a romper el escollo que supone la antigua dicotomía
entre cuerpo y mente.

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