Y en la tercera categoría, la más barata, se empleaban múltiples lavativas de agua salada (salmuera); lo adobaban en natrón treinta días solamente, secado y vendado, sin sarcófago, enterrándole de pie en huecos del terreno próximo.
Así, cortando y despiezando se iban distribuyendo las partes del cerdo a diferentes 'especialistas': los que salaban los jamones y las paletillas, los que picaban, sazonaban y añadían el ajo para los chorizos, los que adobaban el lomo, los que ponían en salazón el tocino y los que cocinaban los trozos restantes para la concurrencia de personas que trabajaban ese día.