Para diligenciar la expedición que conduje de Estados Unidos, compuesta de cuatro buques de guerra la 'Clifton" el "Salvaje" la "Davey" y el "Tupac Amaru" con armamentos y pertrechos suficientes para la formación de un ejército, con oficiales militares, y artesanos para los ramos de guerra, etc., etc., fue necesario emprender gastos considerables a que ocurrí con dinero a mi responsabilidad, ellos constan de las cuentas que quedan entre mis albaceas que, formalizadas, reclamen la cantidad a que asciendan del Estado de Chile que creo obligado a cubrir en razón de su libertad y por sus órdenes fue consumida.
Dicho esto, que no es fórmula oratoria de cortesía, sino expresión del antiguo y alegado afecto que le profesa mi alma, tengo que cumplir con usted otro deber sagrado, cuyo tenor es el siguiente: El procurador o agente de negocios de su difunta madre, al notificarme hoy la penosa nueva, me ha dicho que cuando, hace dos semanas, fue a poner en su conocimiento la desfavorable resolución del expediente de la viudedad, y a presentarle las notas de nuestros honorarios, tuvo ocasión de comprender que la señora poseía apenas el dinero suficiente para satisfacerlos...
¡Hábleme de otro asunto, o demos por terminada esta conversación! ¡Pues no faltaba más, sino que yo aceptara el
dinero ajeno para cumplir con mis deberes de cristiana!
Pedro Antonio de Alarcón
El procurador traía también la relación de los suyos y me habló un lenguaje tan cruel, de parte del abogado, mezclando las palabras desconfianza..., insolvencia..., ejecución, y yo no sé qué otras, que me cegué y no vi, tiré de la gaveta y le entregué todo lo que me pedía; es decir, todo lo que me quedaba, lo que me habían dado por la gargantilla de perlas, mi último
dinero, mi último pedazo de pan...
Pedro Antonio de Alarcón
Ningún juez aportará dinero, en forma directa o indirecta, a organizaciones o partidos políticos, ni desempeñará cargos en la dirección de los mismos o participará en campañas políticas de clase alguna, ni podrá postularse para un cargo público electivo a menos que haya renunciado al de juez por lo menos seis meses antes de su nominación.
-Me fundo -respondió Angustias sosegadamente -en la seguridad, adquirida después, de que mi madre no tenía ningún
dinero cuando cayó en cama.
Pedro Antonio de Alarcón
Por una parte, me considera menospreciado y por otra admiraba su carácter, su temperancia y la fortaleza de su alma, y me parecía imposible encontrar un hombre que le igualara en sabiduría y en dominio sobre sí mismo; de manera que no podía enfadarme ni pasar sin su compañía y tampoco veía la forma de ganármela, porque sabía muy bien que era mucho más invulnerable al dinero que Ayax al hierro y que el único atractivo al que le creía sensible no había podido nada contra él.
La producción en realidad no aumenta desde hace años, si no fuera por el salitre, podría decirse que disminuye; la agricultura vejeta, la minería aún en estos días de grandes precios, permanece estacionaria, la incipiente manufactura galvanizada con el dinero público y con el sacrificio de todos, no prospera; el comercio y el tráfico son siempre los mismo y el capital acumulado es menor.
El segador alargó la mano maquinalmente. - ¿Te parece poco? -gritó uno-. ¡Pues no quiere su
dinero! Vaya..., vaya.... ¡No nos tiente V.
Pedro Antonio de Alarcón
Y hoy... la desgraciada no tiene porvenir ni presente, ni
dinero para enterrarme... Porque ha de saber usted que el abogado que me asesoraba, herido en su orgullo, de resultas de haberlo desdeñado la chica, o deseoso de aumentar nuestra desgracia a fin de rendir la voluntad de Angustias y obligarla a casarse con él..., me envió anteanoche la cuenta de sus honorarios, al mismo tiempo que la fatal noticia...
Pedro Antonio de Alarcón
Con este motivo, me he enterado de todos sus asuntos y hecho entrega del
dinero que poseía, para que yo corra con los cuidados relativos al entierro, lutos y demás, como tutor de usted, que me ha nombrado privadamente, y para librarla de penosas atenciones en los primeros días de su dolor...
Pedro Antonio de Alarcón
Debo deciros que además de lo provechoso que es hablar u oír hablar de filosofía, no hay nada en el mundo en lo que con más gusto tome parte; en cambio me muero de fastidio cuando os oigo a vosotros, los que tenéis dinero, hablar de vuestros intereses.