Naturalism o
Naturalism o
Naturalism o
Teorías éticas
Las teorías éticas permiten justificar o fundamentar las normas morales y
más en general, los juicios morales. Las normas expresan obligaciones: dicen
que “algo” es un deber (su “forma” o estructura gramatical es “Todas las
personas deben hacer X”). Los juicios morales son juicios de valor, es decir,
expresan que “algo” es bueno (su forma es “X es bueno”). Por tanto, podemos
decir que las teorías éticas establecen principios que justifiquen enunciados del
tipo “Todas las personas deben hacer X” y “X es bueno”. Pero como el modo
de justificación varía de unas teorías a otras, resulta que no sólo hay teorías
éticas distintas, sino también diferentes tipos de teorías éticas.
Clasificación de las Teorías Éticas
Eudemonismo
Epicureismo
Subjetivistas Utilitarismo
Eticas del
bienestar
Naturalistas Eticas de la
excelencia
Naturalismo
biologico
Teleologicas
Objetivistas
Naturalismo
sociologico
Platón
Teorias
cognitivas Intuicionistas
G. E. Moore
Etica
Kantiana
Deontologicas
Eticas de los
derechos
Emotivismo
Teorías no
cognitivistas
Prescriptivismo
Las teorías éticas cognitivistas sostienen que “bueno” es una propiedad o
cualidad de X y por tanto, la oración “X es bueno” es una proposición
descriptiva, que será verdadera o falsa según que X sea realmente bueno o no.
En consecuencia, un enunciado de este tipo nos aporta un conocimiento nuevo
acerca de X. (Por eso se las denomina teorías éticas “cognitivistas”).
Las teorías éticas no cognitivistas afirman que “bueno” no es ninguna
propiedad o cualidad de X. Cuando decimos “X es bueno” no estamos
afirmando nada real sobre X, sino únicamente estamos expresando un
determinado estado emotivo (al igual que cuando decimos “¡qué barbaridad!”) o
una orden (como “¡cierra la puerta!”).
1.1. El naturalismo
1.1.1. Definición
El naturalismo es una doctrina (o familia de doctrinas) cognitivista. Afirma
que los juicios morales son proposiciones, susceptibles de verdad y falsedad.
Los juicios morales pretenden decir cómo son las cosas. El naturalismo se
opone así al no-cognitivismo, al emotivismo y al prescriptivismo que conciben
los juicios morales de manera diversa como exclamaciones, estímulos
psicológicos y cuasi-mandatos. También es (en sentido débil) una doctrina
realista; es decir, considera verdaderos algunos juicios morales. Se opone así a
la teoría del error de J. L. Mackie que admite que los juicios morales formulan
enunciados que son verdaderos o falsos, pero niega que cualquiera de ellos
sea verdadero. Para el naturalista, la moralidad no es una ficción, un error o un
mito, sino un cuerpo de conocimiento o al menos de información. Por último, el
naturalismo es (en sentido amplio) una doctrina reductora. Aunque existen
verdades morales (es decir, proposiciones verdaderas) no existen hechos o
propiedades peculiarmente morales (no hay situaciones característicamente
morales) más allá de los hechos y propiedades que pueden especificarse
mediante el uso de una terminología no moral. Esto contrasta con los filósofos
«intuicionistas» como G. E. Moore (1874-1958): «si me preguntan ¿que es
bueno?", mi respuesta es que bueno es bueno y esto es todo. O si me
preguntan ¿cómo se define bueno?", mi respuesta es que no puede definirse y
que esto es todo lo que tengo que decir sobre el particular». Moore no quiere
decir que no pueda indicar qué cosas son buenas (por ejemplo, piensa que la
amistad y la contemplación de la belleza son buenas). No, lo que formula es
una idea metafísica y ontológica: la bondad de las cosas buenas consiste en
que posean la propiedad de la bondad, un rasgo básico de la realidad que no
puede analizarse o explicarse más. Los naturalistas no están de acuerdo. Para
ellos, la bondad puede analizarse o explicarse; puede reducirse a otra cosa o
identificarse con otra propiedad. En realidad los naturalistas piensan que la
bondad según la concibe Moore, una propiedad única y sui generis, no existe (y
lo mismo vale, naturalmente, para la maldad, la rectitud y su contrario). Pero
aquí termina el consenso. Los naturalistas difieren en aquello a lo que ha de
reducirse el bien, el mal, etc., y en la forma en que ha de realizarse esta
reducción. Hay naturalistas hedonistas que reducen los hechos sobre la
bondad a hechos sobre el placer y el dolor (la bondad de la amistad consiste en
que produce placer). Hay naturalistas aristotélicos que prefieren los (supuestos)
hechos sobre la naturaleza humana y el perfeccionamiento humano (la amistad
es buena porque de alguna forma concuerda con las necesidades humanas o
con la naturaleza humana). Hay incluso naturalistas teológicos, que piensan
que la bondad de la amistad consiste en que es sancionada por Dios. En
resumen, los naturalistas recurren a toda suerte de supuestos hechos -
sociológicos, psicológicos, científicos, incluso metafísicos y teológicos- en tanto
no les conduzcan a un ámbito de hechos o propiedades irreductiblemente
morales. Dado que algunos de estos hechos son metafísicos o sobrenaturales,
en vez de naturales en el sentido común de la palabra (hechos sobre el mundo
natural) quizá se pregunte usted cómo semejante grupo de teorías morales tan
dispares pueden llevar la misma denominación. La respuesta es histórica.
Según G. E. Moore, todas ellas incurren en la falacia naturalista. Moore
denominó naturalista a esta (supuesta) falacia porque era más común entre los
filósofos de tendencia estrictamente naturalista que deseaban basar la moral
en tipos de hechos que pudiera aprobar la ciencia. Estos eran sólo una
subclase de quienes -según Moore- cometen la falacia. No obstante, el nombre
ha quedado asociado a ellos.
1.1.2. ¿Cuál es la fuerza impulsora del naturalismo?, ¿qué es lo
que lo hace atractivo como opción teórica?
Los naturalistas unen un deseo de verdad moral, es decir, una convicción de
que algunas cosas son en realidad correctas y otras incorrectas, al desagrado
de las cualidades no naturales de Moore como bondad, maldad, etc. A menudo
este desagrado se debe a la perspectiva científica y a la convicción de que no
hay nada más allá de lo que la ciencia autoriza a suponer. Pero puede deberse
a convicciones religiosas, por ejemplo, a la creencia de que el valor emana de
Dios y no puede separarse de lo que él quiere. En cualquier caso no se
aceptan las propiedades peculiarmente morales de Moore, y hay que buscar
una reducción que base las verdades morales en la metafísica preferida.
1. Los juicios morales son El no-cognitivismo en sus
proposiciones (son verdaderos diversas versiones
o falsos ) (emotivismo y
prescriptivismo) es falso
2. Algunos juicios morales son El nihilismo (o la “teoría del
El naturalismo verdaderos (la moralidad no es error”) es falso
afirma: una ficción)
3. No hay derechos o El intuicionismo (la doctrina
propiedades morales de Moore) es falso.
irreductibles.
1.1.3. La falacia naturalista
La falacia naturalista es una falacia que se basa en confundir "bueno" con
"lo bueno", y por ello pasar del pensamiento, que pudiera ser perfectamente
correcto, de que todos los elementos "x" (siendo "x", por ejemplo, el placer),
son buenos, al de que los elementos "x" son "lo bueno" y conforman el conjunto
de todo lo bueno.
George Edward Moore, en su obra Principia Ethica, acusa al naturalismo de
cometer un error cuando infiere que algo tiene una propiedad moral a partir de
que ese algo tiene tal o cual propiedad natural. Por ejemplo, asumiendo que
el placer es una propiedad natural, un naturalista podría sostener que
las relaciones sexuales son buenas porque son placenteras. Sin embargo,
Moore señala que para afirmar esto, primero se necesita mostrar que todo lo
placentero es bueno, y esto requiere de un argumento que parece difícil de
proveer. Pese al nombre de la falacia, la misma parece poder extenderse más
allá del naturalismo. Así, el desafío propuesto por Moore parece mostrar cómo
es posible concluir legítimamente que una propiedad no moral
puede identificarse o tener la misma extensión que una propiedad moral.
Fue inicialmente planteada por el filósofo inglés Henry Sidgwick, aunque es
más conocida gracias a su discípulo George Edward Moore, por usarla en su
libro Principia Ethica de 1903. Describe el sesgo cognitivo de pensar que lo
natural es inherentemente bueno, o que lo innatural es inherentemente malo.