La Resiliencia
La Resiliencia
La Resiliencia
Introducción
Generalmente cuando se aborda el tema de las crisis en las empresas nos referimos a sus
resultados finales en términos de mercado, de finanzas o de producción. No se estudian en
profundidad los procesos, las decisiones y las conductas que obtuvieron los resultados.
Los comportamientos tanto colectivos como individuales que ayudaron a sortear la crisis y que
en el fondo son los potenciadores de los resultados, generalmente pasan a un segundo plano.
Estos comportamientos humanos, en un medio como el mexicano caracterizado por
dificultades sociales tales como el secuestro, los paros, el debilitado tejido social y la falta
de cultura basada en la solidaridad y en la cooperación hacen que las respuestas de las
empresas, de sus grupos humanos y en particular las individuales para sortear las crisis,
conlleven un mayor grado de complejidad.
El desgaste en términos de calidad de vida, de estrés, de sacrificio familiar e incluso
de seguridad personal, para sólo mencionar algunas características, hacen que nuestro medio
demande unos comportamientos y procesos particulares para enfrentar no sólo las situaciones
normales de la competencia empresarial, sino que también requiere esfuerzos adicionales y
específicos para orientar los comportamientos humanos con el fin de vencer las dificultades y
generar resultados.
La manera de interpretar las crisis y de responder a ellas es una fuente de construcción tanto
individual como colectiva de la cual se derivan procesos de aprendizaje y fortalecimiento. Esta
es la óptica de la resiliencia.
El objetivo del presente trabajo es dar a conocer algunos de los aspectos de mayor interés para
la reacción de sobreponerse a las situaciones difíciles.
"La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna
cosa que esperar" Thomas Chalmers
El Ave Fénix
Dice el mito griego, que en el Edén originario, debajo del árbol del Bien y del Mal, floreció un
arbusto de rosas, del cual nació un hermoso pájaro, de bellísimo plumaje y de un canto
armonioso e incomparable. Esta hermosa ave fue la única que no quiso probar las frutas de
aquel árbol. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó en el nido de aquel pájaro,
una chispa de la espada del fuego de un Querubes y el ave ardió en el acto. Sin embargo, entre
las llamas y las cenizas, surgió una nueva ave, El Fénix. Un ave aún más hermosa,
de color escarlata en sus plumas y con cuerpo dorado. Como premio le fue otorgada la
inmortalidad, junto a otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus
lágrimas y su increíble fuerza. Cada 100 o 500 años, construye un nido, con inciensos
y plantas aromáticas y entona la más bella de todas sus canciones, se prende a sí mismo hasta
extinguirse, para volver a renacer.
El fénix representaba al sol, que muere por la noche y renace por la mañana, representa la
esperanza que nunca debe morir en el hombre. Representa la hermosura que se tiene al
renacer de las cenizas. Así como de las cenizas nace el Ave Fénix, el hombre pareciese estar en
círculo indefinido entre la muerte y el renacimiento. Y es quizás el símbolo del Ave Fénix, como
ave de la resiliencia, la que nos recuerda que la esperanza no ha muerto, y el sueño de un
mundo de paz tampoco.
LA RESILIENCIA
¿Qué es la resiliencia?
El vocablo "Resiliencia" tiene su origen en el latín en el término "Resilio", que significa volver
atrás, volver en un salto, rebotar. Claramente el término fue adaptado a las Ciencias Sociales
para caracterizar a los sujetos que a pesar de haber nacidos y vivir en situaciones de
adversidad, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. En idioma castellano,
tradicionalmente el término resiliencia se usa en el campo de la física y se refiere a la
capacidad que tienen los cuerpos para volver a su forma original luego de haber sufrido
deformaciones producto de la fuerza (Suárez, N. 2004).
En la misma línea de esta definición, se puede agregar que la resiliencia no sólo es un
fenómeno que lo observamos a nivel individual, sino que podemos hablar de familias
resilientes, y grupos y comunidades con características resilientes. Así entonces la podemos
definir como "Una capacidad universal que permite a
una persona, grupo o comunidad prevenir, minimizar o superar los efectos perjudiciales de la
adversidad (The International Resilience Project, Canadá 1996).
En este sentido, como señala Rutter, la resiliencia hoy día debe considerarse como alcanzar un
nivel de desarrollo normal en todas las dimensiones que componen al ser humano, vale decir
en lo físico, cognitivo, emocional y social (Suárez, N. 2004).
Del mismo modo, la resiliencia no debe considerarse como un estado permanente y de total
invulnerabilidad. Las personas, familias y grupos con características resilientes, presentarán
momentos y episodios de mayor debilidad y susceptibilidad, en tanto en otros momentos
su resistencia, adaptación y superación de los obstáculos, aparecerá nítidamente en su actuar.
La resiliencia es un conjunto de atributos y habilidades innatas para afrontar adecuadamente
situaciones adversas, como factores estresantes y situaciones riesgosas.
Algunos autores definen a la Resiliencia como la capacidad de respuesta inherente al ser
humano, a través del cual se generan respuestas adaptativas frente a situaciones de crisis o
de riesgo. Esta capacidad deriva de la existencia de una reserva de recursos internos de ajuste
y afrontamiento, ya sean innatos o adquiridos. De este modo la resiliencia refuerza los factores
protectores y reduce la vulnerabilidad frente a las situaciones riesgosas (abuso de
drogas, suicidio, embarazo temprano, fugas de hogar, etc.)
Ciertamente al utilizar el término en Ciencias Sociales, debemos realizar la analogía con los
cuerpos físicos y repensar el concepto en función de una resistencia del sujeto a las
adversidades que le ofrece su ambiente. Para ello es necesario tener presente que, los seres
humanos mostramos reacciones distintas, bajo estímulos similares. Lo mismo ocurre frente a
estímulos dolorosos o situaciones de adversidad o estrés, en donde las reacciones de los
sujetos serán variadas e incluso opuestas.
Es así como se describen tres tipos de reacciones frente a estímulos dolorosos o adversos, a
saber:
Personas que frente al dolor o la adversidad reaccionan con conductas de
vulnerabilidad frente al estímulo.
Personas que permanecen indiferentes o existe una ausencia de reacción frente a la
situación.
Personas resilientes, resistentes al estímulo adverso y que logran alcanzar una
adecuada calidad de vida a pesar de las condiciones negativas para su desarrollo.
Al tercer punto podemos agregar que son personas con la capacidad de construir
positivamente conductas frente a la adversidad y su comportamiento se caracteriza por ser
sociablemente aceptable (Kotliarenco, M.A. 1997).
Desarrollo de la resiliencia
La resiliencia no es un rasgo que las personas tienen o no tienen. Conlleva conductas,
pensamientos y acciones que cualquier persona puede aprender y desarrollar. Se trata de una
nueva mirada de la manera en que los diferentes seres humanos afrontan posibles causas de
estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros,
situaciones de crisis como las causadas por viudez o el divorcio, las grandes pérdidas
económicas o de cualquier otra índole. (García, Rodríguez y Zamora).
En lugar de preguntarse por las causas de la patología física o espiritual que esas catástrofes
generan, el nuevo punto de vista supone indagar de qué condiciones está dotada esa minoría;
por qué y de qué manera logra escapar a los males propios de los llamados "grupos de riesgo".
El hecho de que la adversidad no deriva irrevocablemente en individuos dañados, se ha
mostrado que la conformación de éstos, depende, no simplemente de factores condicionantes
como, por ejemplo, los recursos económicos, la alimentación, el nivel educativo de los padres,
la estimulación materna o la disponibilidad de material lúdico, sino, fundamentalmente, de los
mecanismos y las dinámicas que ordenan el modo cómo ellos se relacionan (Rutter 1985).
Los individuos "resilientes" se destacan por poseer un alto nivel de competencia en distintas
áreas, ya sea intelectual, emocional, buenos estilos de enfrentamiento, motivación al logro
autosugestionado, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía
e independencia, entre otras. Y esto ha podido ser así incluso cuando el área afectada es tan
básica para la vida, como la nutrición. Para esclarecer el fenómeno de la resiliencia, los
estudiosos han apuntado a las características del ambiente en que se han desarrollado los
sujetos resilientes: han tenido corta edad al ocurrir algún evento traumático; han provenido de
familias conducidas por padres competentes, integrados en redes sociales de apoyo, que les
han brindado relaciones cálidas.
Respecto al funcionamiento psicológico que protege del estrés a las personas resilientes,
señalaremos: a) Mayor coeficiente intelectual y mejores habilidades de resolución
de problemas. b) Mejores estilos de afrontamiento. c) Empatía, conocimiento y manejo
adecuado de las relaciones interpersonales. d) Sentido del humor positivo.
Lo que hace que un individuo desarrolle la capacidad de ser resiliente es la formación de
personas socialmente competentes que tengan la capacidad de tener una identidad propia y
útil, que sepan tomar decisiones, establecer metas y esto involucra lugares sociales que
implican a la familia a los amigos y las instituciones de gobierno de cada país (Ramírez, 1995).
Entre los mecanismos protectores por excelencia esta la relación de un adulo significativo,
que reafirme la confianza en sí mismo del individuo, que lo motive, y por sobre todo le
demuestre su cariño y aceptación incondicional (Sánchez ,2003).
Condiciones de desarrollo
Muchos estudios demuestran que un factor primario para en la resiliencia es tener relaciones
que ofrezcan cuidados y apoyo dentro y fuera de la familia. Las relaciones que crean apoyo y
confianza, proveen modelaje y ofrecen estímulo y reafirmación además contribuyen a afirmar
la resiliencia en una persona (Domínguez ,2005).Para esclarecer el fenómeno de la resiliencia,
los estudiosos han apuntado a las características del ambiente en que se han desarrollado los
sujetos resiliente: han tenido corta edad al ocurrir algún evento traumático; han provenido de
familias conducidas por padres competentes, integrados en redes sociales de apoyo, que les
han brindado relaciones cálidas (Kotliarenco, y Pardo ).
Si nos detenemos a observar la realidad en que viven nuestros jóvenes actualmente podemos
ver cómo ciertas condiciones influyen negativamente en su desarrollo: carencia de redes de
apoyo social para enfrentar las dificultades, incorporación prematura
al empleo, desempeño de trabajos marginales o contractualmente precarios, falta de
protección de su salud y derechos laborales, desocupación prolongada, fracaso y abandono
escolar, adicción a las drogas y al alcohol etc. Todo esto se traduce en una baja autoestima,
ausencia de un proyecto de futuro y dificultad para darle sentido al presente (López, 1996).
Fonagy y colaboradores, señalaron que las personas resilientes presentaron en su infancia los
siguientes atributos: a) Nivel socioeconómico más alto. b) Ausencia de déficit orgánico. c)
Temperamento fácil.
Como características del medio social inmediato señalan las siguientes:
a) Padres percibidos como competentes. b) Mejor red informal de apoyo (amigos, familiares,
compañeros).
La presencia de relaciones afectuosas es vital para fortalecer la resiliencia a través del
ejemplo común como lo dicen las voces "hechos y no palabras". Las oportunidades de
participación son significativas para poder sentirse importante y querido. La resiliencia es una
característica que se puede aprender como producto de una interacción positiva entre el
componente personal y ambiental de un individuo (Sánchez, 2003). El vínculo afectivo que se
establece en los primeros años de vida es vital para el desarrollo de un individuo capaz
y seguro en una entidad.
Pilares de la resiliencia
A partir de esta constatación se trató de buscar los factores que resultan protectores para los
seres humanos, más allá de los efectos negativos de la adversidad, tratando de estimularlos
una vez que fueran detectados. Así se describieron los siguientes:
Autoestima consistente. Es la base de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo
consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo, "suficientemente" bueno y
capaz de dar una respuesta sensible.
Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Depende
de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la
posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o delincuentes, con el fin de
obtener ese reconocimiento.
Independencia. Se definió como el saber fijar límites entre uno mismo y el medio con
problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento.
Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con prescindencia de los
deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta capacidad.
Capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras
personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. Una
autoestima baja o exageradamente alta produce aislamiento: si es baja por autoexclusión
vergonzante y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se supone.
Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Humor. Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos,
aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas.
Creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden.
Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad. Entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de bienestar
a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen trato
hacia los otros.
Capacidad de pensamiento crítico. Es un pilar de segundo grado, fruto de las combinación de
todos los otros y que permite analizar críticamente las causas y responsabilidades de la
adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su conjunto la adversidad que se enfrenta. Y
se propone modos de enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar el concepto
de adaptación positiva o falta de desajustes que en la literatura anglosajona se piensa como un
rasgo de resiliencia del sujeto (Melillo, 2002).
Las fuentes interactivas de la resiliencia: de acuerdo con Edith Grotberg (1997) de
la Universidad de George Washington, D.C. en EEUU, para hacer frente a las adversidades,
superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, los niños toman factores de
resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos (niños,
adolescentes o adultos) con características resilientes:
"Yo tengo" en mi entorno social. el menor comprende y puede decir que tiene personas en
las cuales apoyarse, en quienes puede confiar, y que lo guiarán y cuidarán de él
"Yo soy" y "yo estoy", hablan de las fortalezas intrapsíquicas y condiciones personales. se
trata de que el menor aprenda a respetarse a sí mismo y al prójimo, que sea querido por
los demás y que esté dispuesto a responsabilizarse de sus actos
"Yo puedo", concierne a las habilidades en las relaciones con los otros. se refiere a la
capacidad de hablar sobre sus cosas, de poder buscar la manera de salir de sus problemas
o encontrar ayuda cuando la necesita.
Conclusiones
La resiliencia es una manera de ver los comportamientos humanos desde una
perspectiva multidisciplinaria que tiene como objetivo mejorar los procesos y resultados de
los grupos humanos frente a las crisis.
Trasciende el ámbito empresarial por su concepción holística que tiene su máxima
posibilidad en los valores y cultura de la sociedad. Su utilización en los procesos de
educación es de vital importancia para lograr mejoras en la calidad de vida familiar, social o
empresarial.
Es claro que la resiliencia no se desarrolla en todos los individuos de la misma forma y
que cada uno tiene diversas maneras de desenvolverse y adquirir capacidades para superar
sus problemas que según Kolb (1973) por lo cual es necesario dejar claro que cada cual
forma sus capacidades y elige como desarrollarlas.
La resistencia puede manifestarse por tanto en silencios, negaciones, evasiones y hasta
situaciones embarazosas e intensas reacciones emocionales. La resistencia sirve como
mecanismo de defensa contra la angustia que surge cuando el individuo percibe en él los
sentimientos y los impulsos que repudia.
También se dieron a conocer algunas de las maneras en las cuales podemos ser un
poco más "resistentes" ante las situaciones adversas y como poder levantarnos ante un
trance, y así se demuestra que no todos los individuos tienen la misma capacidad de
superar los obstáculos y tomarlo como crecimiento en su vida más que una dificultad.
La resiliencia es una característica que puede aparecer como producto de una
interacción positiva entre el componente personal y ambiental de un individuo pero
también como una forma para poder responder ante situaciones de conflicto.
Los dones que se les otorgan a las personas son grandes, y por tanto existe garantía
del éxito, pero todo depende de las cualidades personales, sociales y el estilo con que
las pruebas vayan adquiriendo valor.
Sin embargo, la vasta variedad de información que se suministra, tanto positiva como
negativa, puede hacer que la persona se vea a sí misma de una manera más clara de la
forma en que se percibía antes de someterse a las pruebas difíciles de su vida.
Bibliografía
Covey, Stephen (1990). Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Barcelona: Paidos
Ibérica
Cravino, L. (2003) Un trabajo feliz. Edit. Temas.
Delval, J. (1996) Desarrollo Humano. México: Siglo Veintiuno.
Filippi, G. (2003) El aporte de la Psicología del Trabajo a los procesos de mejora Organizacional.
Eudeba.
IRP (1996) The International Resilience Project, Canadá.
Kotliarenco, M.A. (1999) Algunas particularidades metodológicas en los estudios sobre
Resiliencia, MAK consultores.
Kotliarenco, M.A. (1995) La pobreza desde la mirada de la Resiliencia. CEANIM.
Kotliarenco, M.A. (1997) La Resiliencia como adjetivación del proceso de desarrollo infantil,
CEANIM.
Kotliarenco, M.A. (1997) La pobreza desde la mirada de la Resiliencia, Rev. El Observador,
SENAME.
Maturana, H. (1997) Formación Humana y Capacitación. Ed. Dolme.
Melillo, A. (2001) Nuevas tendencias en Resiliencia. Paidos.
Quintero, Angela María (2001). La resiliencia: un reto para el trabajo social. Madrid.
Saavedra, E. (2004) El Enfoque Cognitivo Procesal Sistémico, como posibilidad de intervenir
educativamente en la formación de sujetos Resilientes: Estudio de Casos, Tesis
Doctoral Universidad Valladolid.
Saavedra, E. (2005) Resiliencia y ambientes laborales. Séptima jornada de Tesistas en
resiliencia. CEANIM.
Suárez, N. (2004) Resiliencia, tendencias y perspectivas. Unla.
Valdés, M. Y col. (1999) Familia, Factores protectores, Resiliencia y Conductas de Riesgo.
Boletín de Investigación N° 14, Fac. Educación.
Vanistendael, S. (1995) Como crecer superando los percances, BICE.
Zaldívar. D. (1996) El conocimiento y dominio del estres. Edit. Ciencia y Técnica.
www.amauta-international.com/BIBVIRT/RESILIENCIA-ARG.pdf