martes, 30 de marzo de 2010

198. PÉRDIDA DE GLAMOUR

Y es que si mi vida lo tenía, lo ha perdido completamente.

Anoche mi hija me deleitó con otra sesión en el lavadero restregando en la pila su ropita interior y su pijama sucios de caca.

Ni mis perros estaban despiertos. Y por supuesto, siguieron durmiendo.
¡Qué mierda! y nunca mejor dicho.
Es lo que peor llevo de la maternidad.
Las noches sin dormir ni tres ni dos horas seguidas.
Yo.
Que mi hobby es dormir y mi deporte favorito hacer carreras a ver qué baba llega más rápido a la almohada.

En fin.
No soy una necia y sabía que ésto era lo que me iba a tocar.
No iba a ser yo de ese 1% de madres que te cuentan que su bebé durmió toda la noche desde el primer día.
Es más.
Me estoy planteando que todas esas son unas embusteras redomadas o en su defensa, madres que no se acuerdan de cuando sus hijos eran recién nacidos.
Si no, es que no se entiende.
Que todo el mundo me dice que mi hija es muy buena.
Y ella, como buena hija, sabe ponerme en entredicho.
Que digo que no duerme de seguido, se tira las dos horas de la visita durmiendo.
Que digo que no come ni una teta. Se planta las dos en un pis pas. Y sí. Delante de la visita.
Que no caga NO lo digo. Porque menudas plantás me hace la jodía a cualquier hora, haya o no visita.

Pero anoche, fuera del glamour que da restregar ropita llena de cacotas, me faltó el airaco que se había formao en la calle.
El tendedero portátil de esos de tijera con las alfombras de los perros había volado hasta topar con la valla que ponemos para dividir la terraza.
Ahí me tenéis a mí, a esas horas (Recuerdo. Cuatro y media de la madrugada), abriendo la reja de la puerta, saliendo a la terraza en pijama -con cuidado de no pisar ninguna caca que mis perros hubieran podido hacer-, recogiendo el tendedero, poniéndolo encima de la mesa y volviendo a entrar.

Y me faltaban los móviles ésos de tintineo gracioso de mi vecina.
Porque no tiene uno y pequeño.
No.
Tiene dos, tamaño XXL y de esos de cristalitos que se venden en el chino. De 8 pisos por lo menos y feos como ellos solos imitando tejados de casas típicas orientales.
¿Y de tintineo gracioso? a las 12h del medio día o a las 17h de la tarde, puede.
Pero a las 5 de la mañana y con un viento casi huracanado, el tintineo es de todo menos gracioso y lo único que te provoca es pensar si con una escopeta de perdigones podrías destrozarlos.
¡Qué mala suerte la mía que con el vientaco que hacía no se le enredaron los hilos, pijo!.

Sólo podía acordarme de mi amiga Jolie.
Yo tenía un móvil de ésos. Pequeñito y pegadico a una pared para que no sonara mucho.
Pero las veces que durmió en casa me dijo que si sonara más y fuera vecina mía, me lo hacía quitar.
Me reí.
¡Ja!
Si ella jamás, en los años que nos conocemos, me ha dicho qué le molesta de mí.
¿Y habrá confianza? -pregunta retórica-.
Pues pa que os hagáis una idea de si iría a casa de la vecina a decirle algo.

Mario se despertó al final.
Yo que en el más intencionado de los silencios, le había dado las dos tetas a mi hija, la había bañado después de ponerla limpia y la había adormilado en su moisés antes de salirme al lavadero.
Apareció por la puerta de la cocina mientras lavaba la ropa.

- ¿Qué haces, nena?
- limpiando caracoles

Y se volvió a la habitación.
Se ve que al final Emma lo había despertado y allí estaba él, ejerciendo de padre, con ella tomada y espabilándola más de lo que ya estaba (si cabía).
¡¡Qué horror!!
Con lo que me cuesta dormirla después de cada toma nocturna.
Se me duerme mientras mama y no hay manera de sacarle los gases, pero luego ella no para de removerse cuando la echo en el cuco porque le molestan.

En fin.
Que ahora voy a divertirme más todavía.
Me voy a hacerme la citología obligada después de parir.

¡Con dios a todos!

Besicos desde el país que no existe.
Elly

lunes, 29 de marzo de 2010

197. PLANTANDO BILLETES

Un post más que podría entrar dentro de la categoría de post llamados "¿SOY LA ÚNICA?", que por cierto, acabo de inventarme, en el que podría englobarse esos post's en los que hablo de las cosas que me sacan de quicio de Mario o de mis propias rarezas.

¿SOY LA ÚNICA que dejó olvidado hace la pila de años -pa mí que son ya más de 7 años- un billetico de 50 jauris y que aun sabiendo dónde está, no hace uso de él aunque sea pa darse un capricho?

Mexplico.

Cuando nos mudamos a vivir aquí yo iba todos los sábados a hacer el mercao quesellamaenmipueblo.
Para ello me compré un monedero pequeño muy cuco, adornado con piezas de madera, con el que me resultaba más cómodo para pagar, que llevar mi billetera-monedero de siempre.

Se conoce que un sábado cualquiera perdí esa costumbre de ir al mercao. Es más, se conoce que la perdí varios sábados seguidos, por lo que al pasar el tiempo y hacer limpieza en el cajón donde guardaba dicho monedero, cuál no fue mi sorpesa al descubrir que todavía retozaba dentro alguna moneda.
Pero la sorpresa fue mayúscula al abrirlo y descubrir que a parte de las monedicas había un billetico. Bueno, más concretamente habían 4 billeticos. Unos 70 jauris en total. (No es que no haya vuelto al mercao. Lo que pasa es que ya no uso ese monedero... ya sabéis. Los antojos de las mujeres. Que hoy nos morimos por tener unos zapatos y dentro de un mes ya no nos los ponemos. Bueno. Yo no soy así. Pero haberlas, haylas, como las brujas, digo, las meigas jejejejejeje)

¡¡Diantres!! me dije. Más que nada me lo dije porque jamás fui con tanto dinero al mercao. Ya me dirán ustedes pa dos boquicas que somos, que éramos -perdón-, que con poco dinero estábamos espachaos de fruticas, verduras y hortalizas.

Pero bueno, tampoco es sorprendente que me fuera más prepará de lo habitual por si quería comprarme algo para mí. Dícese bolso, ropa, zapatos... ejem...

A lo que vamos. Que el día que descubrí tal hallazgo me pregunté a mí misma qué hacía con el dinero. ¿Me lo gastaba en algún capricho en vez de dejarlo criando moho?. ¿O lo dejaba de nuevo relegado en el monedero para una ocasión en la que pudiera necesitarlo?.

Como soy así de hormiguica -y de imbécil-, lo guardé.

Y después de todo el tiempo que ha pasado, yo sé que al fondo de ese cajón, hay un monedero dentro del cual hay un dinerico majo.

Igual me pasa con una caja metálica supermona decorada, que me trajo mi hermano de Bélgica cuando vino de su Erasmus.
Sé que tengo un pastizal dentro, y no me lo gasto. Es más. No voy a mirar a ver si el dinero sigue dentro por si rompo alguna buenaventura que le haya dotado del gran poder de reproducirse si el ser humano ignora su existencia.
Así.
Como si la caja metálicasupermonadecoradademihermano criara intereses. Y lo más gracioso es que la caja está tan a la vista que la veo todos los días. A veces se me olvida que allí dentro hay bastante dinero y otras me acuerdo. Estas últimas me hacen regodearme en mi imbecilidad si lo pienso...

Y hoy.
Buscando un bolígrafo al que no se le hubiera secado la tinta -que cada vez que encuentro o compro uno, ahí va el Mariolo como la Esteban diciendo "me lo llevo"- veo, al lado de mi famoso monedero, un sobrecito.
Allí.
Muerto de asco, él.
Pegadico al lateral del cajón.
Y me he dicho: ¡¡Cáspita!!, fijo que aquí hay tomate, güateeee".
Y había.
Y tanto que había.
Otro pastizal olvidado.

Que digo yo que si sumo los dos pastizales y los 70 jauris del monedero, me da pa comprarme 4 cafeteras Nesspresos de esas con el Goooorg Cluni incluido (la que quiera el Malkovich que levante la mano, que morbo también da el hombre).

Una vez escrito el post, me doy cuenta de que sí.
SÍ.
SOY LA ÚNICA GILIPOLLAS QUE TIENE UN PASTIZAL DISEMINAO POR CASA TOTALPANÁ.

Pa cuando las ranas críen pelo.
Pero bueno. Retomando la pregunta central del post, ¿ninguno de vosotros tiene un billetico de esos que se dejó olvidado en el bolsillo de un pantalón o de un abrigo y que cada vez que hace limpieza y lo ve, vuelve a dejarlo en su sitio en vez de gastárselo?.

No preguntaré si os hizo ilusión cuando lo encontrásteis por casualidad porque es obvio.

Ains, señor. Ríete tú de las bolsas de basura del Víctor, digo del Julián Muñoz (perdona Sandrica)
jajajajaajajajaajajajaajajaajajajajaajajajaja

Besicos desde el país que no existe.
Elly

viernes, 26 de marzo de 2010

196. ¿QUIÉN SOOOOY?



 CONTRABANDO DE TOMATES


JAJAJAJAJAJAJAJAJA

¡¡¡¡ FELIZ FIN DE SEMANA A TODOOOOOOOOOOOOOOS !!!!

E&E

pd.- por cierto, felicidades a las Dolores, Lolis, Lolas, Dolors, Dolos...

jueves, 25 de marzo de 2010

195. ¿POR QUÉ?

¿Alguien me puede explicar POR QUÉ mi palomo tiene la odiosa manía de dejar siempre abierta:

1) la puerta del armario ropero... cuando coge una prenda para vestirse.
2) la puerta del armario despensero... cuando abre el tupper donde guardamos la cascaruja/pasto seco (quicos, cacahuetes, almendras...) para comer unos cuantos puñaos.
3) la tapa del tupper donde guardamos la cascaruja/pasto seco.... cuando ha dejado de comer unos cuantos puñaos.
4) la puerta del armario del lavadero... cuando va a coger los arneses de los perros.
5) el paquete de toallitas para el culito de Emma... cuando ha terminado de limpiarle el culito y el potorro a Emma.
6) el cajón de la mesita del recibidor... cuando ha terminado de coger o guardar lo que allí tenga y no me importa.
7) el cajón -de no diré de qué parte de la casa- tras el cual tiene escondidas algunas de sus cosas... cuando ha terminado de utilizarlas (hay que ser tonto)
8) la tapa del cubo de la basura.... después de tirar la basura?

¿Es algo genético?
¿Tiene que ver con el sexo masculino?. Creo que no porque él baja la tapa del water más veces que yo y eso sí que es raro, raro, raro...
¿Hay algo extraño, de otro mundo quizá, una fuerza superior e incomprensible, que le impida dejar cerrados los muebles, demás enseres y artilugios con mecanismos de abrir/cerrar?

Y así con todo.
Y da igual que le hagas la observación un millón de veces porque, por ejemplo, estés harta de pegarte un coscorrón que te deje pasada con el mueble alto de la cocina o estés harta de que se te pongan rebeníos los cacahuetes.
O no te contesta y pasa de tí, o te dice que es que luego iba a volver a ABRIR lo que fuere y que por eso no lo ha cerrao (aunque sea mentira y hasta el día siguiente o peor, una semana, no vaya a volver a ABRIRLO).

¿Alguien más pelea esta batalla perdida en casa?
 
Besicos desde el país que no existe.
Elly

Pd.- mi chico tendría que aprender de esta niña, y hacer lo que hace ella antes de marcharse a llorar al armario...



miércoles, 24 de marzo de 2010

194. FIESTÓN

Ríete tú del macrobotellón que se organiza en Granada con la llegada de la primavera...

Martes por la tarde.

Suena el telefonillo del portero automático de casa...

- ¿Dígame?
- Buenas tardes, -voz de una chica joven y dulce-
- Buenas tardes, -desde 'ya' tengo claro que se han equivocao de casa...-
- Mire, es que estamos avisando por toda la zona de que vamos a hacer una gran fiesta la semana que viene y si usted estuviera interesada, podríamos pasar por su casa a dejarle una invitación. Es para el día 30 de Marzo.
- ¿Qué celebran? - nunca se sabe lo que te puede interesar o no -
- la muerte de Cristo
- ¡¡Gensanta!! ¡¡No!! ¡¡Gracias!! ¡¡No me interesa!!

Claro.
La semana santa está a la vuelta de la esquina.
Pero celebrar la muerte de alguien aunque lo haga por salvación universal y aunque después vaya a resucitar, ¿no es un tanto macabro?.
No quiero ni pensar el cartel anunciador de la fiesta... ¡Ni los Monty Python lo harían mejor!

Y es que estamos teniendo un aluvión de predicadores de la palabra divina por la zona (léase mayoritariamente Testigos de Jehová aunque también de otras creencias y comuniones).
Y mirad que yo a mi manera creo en Dios.
Que no en la iglesia ni en el Papa, pidiendo perdón para los curas hijosdeputa que abusaron de niños durante años (y el primero su hermano).

En fin... si acabo de ser madre y ni me he planteado bautizar a mi hija... como para ir a esa fiesta...

Besicos desde el país que no existe.
Elly

Pd.- No os perdáis esta peli, un clásico de los Monty Python y una de mis preferidas, que siempre veo en Semana Santa "La vida de Brian"


lunes, 22 de marzo de 2010

193. CIRCUNSTANCIAS

"Estás de mierda hasta los ojos".

1) Expresión que utilizó la guardia civil al cabecilla de un clan familiar en el registro de un domicilio ubicado en el Mar Menor, en el que se ha aprehendido 315 dosis de cocaína de gran pureza, 30 dosis de heroína, 350 gramos de marihuana y 42 de hachís, en la llamada "operación Sésamos".

2) Expresión utilizada por la que os escribe anoche mísmamente, cuando fui al cuarto de baño a cambiar a Emma en la llamada "operación dodotis". En el registro se aprehendió un pañal lleno de mierda hasta la cintura por el que había rebosado el contenido, llegando a untar considerablemente desde su más tierna espalda hasta su más linda nuca.

Eran las 4h de la madrugada. Estaba dándole el pecho a mi ratona cuando oí unos cuantos pedos con cáscara. Eran con "sustansia" sin lugar a dudas, porque la cosa olía de tal manera que nos podrían haber detenido a mi hija y a mí por intentar gasear a tol residencial. Aprovechando el descanso obligado entre teta y teta de la toma correspondiente, me dirigí al aseo y me dispuse para algo que no habría podido imaginarme jamás.

Y es que la nena, al no tomar nada sólido y sólo leche, es normal que sus deposiciones sean tan líquidas.
Y si a éso le sumamos que yo tomo bastante fibra para que las mías sean regulares e indoloras, ya ni os cuento jajajaajajajajajaajajaja

Ni qué decir tiene que mi hija acabó hecha una reina en su minicuna: comida, cagada y bien limpita. Y que yo acabé en la pila del lavadero a semejantes horicas, restregando el body interior y el pijama de Emma para que esta mañana no me costara dios y ayuda limpiar las cacas momificadas.

La vida y obra de una mamá primeriza.

Besicos desde el país que no existe (con olor a rosas) jajajajajajaja
Elly

Pd.- sigo de agradecimientos en mis postdatas... para l@s de siempre, para l@s de hace poco y para los que nunca han asomado desde detrás del cristal. Muaks.

miércoles, 17 de marzo de 2010

192. LA COMIDA

Mario llegó de trabajar medio temprano.
Para regocijo de su hija y mío (más mío que el de su hija, claroestá), se quedó en casa con nosotras en vez de ir engancharse a su otras obligaciones.

Emma se había pasado casi toda la tarde durmiendo. Le gusta el traqueteo del piccolino (mi coche) y el de su carricoche. Esta hija me va a salir juerguista, porque estuvimos todo el día de picos pardos y despierta fue poco rato, eso sí muy formal ella, oigaosté, que se pué ir con ella a tós laos. Estuvimos que si en el centro de salud curándome, que si pa casa de una amiga de mi madre a tomar el aperitivo, que si en casa de mi madre comiendo, que si pa casa de otra amiga de mi madre a tomar café -joé, ¿habrá que presentarla en sociedad a la chiquilla?. Además, ¡¡como pa esconderla con lo bonica que es!!!-, que si al parque con los perros.... Pues éso. Que la niña durmiendo toda la tarde y yo mordiéndome las uñas y pensando que otra vez me cambiaba el sueño y me iba a tener toda la noche de imaginaria ("hacer imaginaria" es hacer una guardia nocturna en la mili).

Así que cuando aterrizamos en casa, hacían más de 4 horas que la nena no había tomao porque la última vez había sido en casa de mi madre a medio día. Se despertó un poco y yo aproveché pa meterle las tetas entre pecho y espalda porque me dolían tanto y estaban tan duras de ir ya tan llenas de leche, que podría haber amamantao a un regimiento (militar, claro, pa seguir la vena castrense que me ha dao hoy...)

Pero Emma, al principio muy bien. Porque por poco esfuerzo saca un cántaro de leche que le desborda hasta por las comisuras de los labios. Pero cuando hay que pasar a hacer algún esfuerzo mayor de succión para conseguir el mismo torrente de leche, ella dice que naranjas de la china. Se desteta ella solica mismamente (sin soltar mi pezón tirando pa'trás, que no sé qué hará primero, si se esnuclará -localismo murciano que es sinónimo de desnucar- o si me separará el pezón de mi teta para siempre), te mira, hace pucheros, y berrea hasta que la cambias de teta para que siga comiendo sin esfuerzo.

Esta maniobra me supone no vaciar los pechos de leche. Así que en seguida vuelven a estar llenos y a dolerme si la nena no se despierta en 3 horicas másmenos.

Así que estábamos todos en el sofá.
Su padre la tenía tomada intentando sacarle los gases y yo estaba con el sacaleches (¡¡qué invento!! algún diría le dedicaré un post medio bueno) dándole que te pego y toma que te doy.

En éstas sonó el teléfono.
Me levanté a cogerlo y era mi padre, que llamaba desde el restaurante.


- ¿Qué pasa pitufi? ¿Te pillo bien?
- Bueno, aquí estoy con el sacaleches

Y se partió el ojete, el tío.

El abuelico llama por teléfono como mucho cada 2 días. Hace dos semanas vino a verla (ya sabéis que vive en Extremadura) y cuando cogía a Emma en brazos, no había manera de soltarla ni con agua caliente.
Si la música amansa a las fieras, mi hija amansará a su abuelo. O eso espero...

Así que nos pusimos un poco al día de la niña y de cómo me encontraba yo y para despedirse me dice:

- Bueno, cariño, te dejo que estaba envasando comida.

Y no se me ocurre decirle otra cosa que...

- sí, yo también te dejo que también estoy envasando comida.

JAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJA

Como la vida misma.

Un besico desde el país que no existe.
Elly

pd.- Bienvenidas a todas aquellas personas que se han enganchado a mi blog por lo que cuento de mi maternidad o que simplemente llegaron de pasada y dejaron un comentario. Volvoreta, qué susto me has pegao cuando leo que estabas enfadada conmigo.. jejejejeje. Aishka, lo siento, tesoro.

lunes, 15 de marzo de 2010

191. PARA VELAR POR TI

Sábado 13 de Marzo.
En nuestro minúsculo cuarto de aseo, donde tenemos instalada la bañera-cambiador de Emma.
Es ya de noche.
Mario y yo acabamos de bañar ese cuerpecico angelical que nos vuelve locos desde hace un mes y diez días.
Nos peleamos por ser el que le eche cremita por todo su cuerpo.
Al fin y al cabo siempre cedo yo, que para eso estoy con ella todas las horas del día.

Pero una vez que su papá ha terminado de tornear con sus manos esos brazicos y esas piernecicas llenas de pliegues, yo no puedo resistirme y comienzo a comerme a besos ese vientre redondito.

- Ains mi niña guapa... y pensar que hace poquico todo este cuerpecico estaba dentro de mí... ¡¡te como!! ¡¡que te como, mi ángel!!

Digo mientras recorro con mis labios y visto con mis besos, su cuerpo inmaculado.
Cuando yo termino, es Mario quien la besa con dulzura. Su frente, sus mofletes, su pecho, su barriguica, sus muslos, sus piernas hasta llegar a sus pies y sus deditos. (Un día de éstos nos va a pegar dos leñes esta hija nuestra...). Se dispone a vestirla con el pelele para dormir. Se hace el silencio.

- mi hija va a ser monja, asevera con determinación su padre cuando termina.


- ¿¿¿¿???? ¡¡pijo!! ¿y éso por qué? Será lo que ella quiera ser, pero la verdad, no me gustaría que se casara con Dios para toda la vida. Que yo quiero tener nietos, leches!. A ver, ¿por qué lo dices?

Y de espaldas a mí, mientras la coge entre sus brazos protectores y se dispone a salir del baño para llevarla a su cuna, le oigo decir:

- después de su padre, nadie va a tocar este cuerpo.


Así. Con dos cojones. ¡¡Vaya cuajo que tiene mi palomo!!

Me da por sonreir mientras ellos están en la habitación y yo termino de recoger el cuarto.
Sé perfectamente que no lo dice en serio.
Pero no deja de hacerme gracia esta frase tan inesperada.
Y me emociona pensar que su padre siempre estará aquí para velar por ella.

Será porque yo no lo tuve.

Un besico desde el país que no existe.
Elly+Emma

domingo, 7 de marzo de 2010

190. CESÁREA

A las 23h volvieron de cenar.

El dolor de las contracciones se había intensificado y ya no podía más. En realidad, siempre puedes más porque esa sensación ya la tenía a las 15h de la tarde y había llegado hasta allí viva...
Me sentía muy incómoda en la camilla y tenía ganas de vomitar desde que me pusieron la epidural.
El caso es que pedí que me levantaran más el respaldo de la cama pero cuando fue mi chico a echarles una mano, cayeron en la cuenta que me habían subido al revés a la camilla.
Es decir. Mi cabeza estaba a los pies y viceversa, así que era imposible ponerme más cómoda.
(Como véis, me lo pasé pipa en el hospital desde que entré el día 05 hasta que salí el día 10)

La "Presen" (la ginecóloga) vino de cenar con toda su troup de universitarios. Me examinaron (no sin cierto dolor ya que os recuerdo que la sedación se me había pasado) y comprobaron que todo estaba igual, así que me informó que nos íbamos a quirófano para hacer una cesárea.
Ella me lo dijo como con pena, pero yo hacía palmas con las orejas pensando que aquello había llegado a su fin.

Varias enfermeras y una matrona se movilizaron para decidir si iba "presentable" para la intervención.
De nada servía lo que me habían rasurado para el parto natural. Bueno, sí. Sirvió para poder sondarme sin problemas (¡qué sensación más rara, dios mío! no quiero ni pensar cómo será para un hombre... eso sí, no te enteras de que está meando y llenando la bolsa jajajajajajaja).
Había que comprobar que allí dónde me iban a rajar, estaba en condiciones. Y aunque lo estaba, no tardaron en desenfundar sus maquinillas desechables y pasármela por todos lados "para asegurarnos", decían las jodías...

Al ser la hora que era, en el hospital sólo estábamos mi chico y yo. Pedí por favor al celador que vino a por mí, que le dejara acompañarnos al pabellón nuevo de maternidad. Quería que mi palomo se viniera conmigo hasta la puerta para que supiera en todo momento dónde estábamos su hija y yo.
Ya en el ascensor que nos subía a quirófanos, yo empecé a sentirme a nerviosa. Me sentía las dos piernas (sobre todo la izquierda) y la barriga, así que mi intención era que no me metieran a quirófano sin anestesia.
Miraba a mi chico a los ojos en silencio. Con la mirada le decía: "ya llega la hora, cariño. ¿Estaré a la altura?... tengo miedo...".
Y él sabía perfectamente lo que sentía y le decía, porque me dijo: "tranquila, nena, todo va a ir bien y en seguida estará aquí Emma".

Me despedí de mi chico en las puertas de acceso, que él sostuvo con sus manos en un amago de ayudar al camillero.
Ví cómo se perdía su imagen en la distancia.
Me llevaron a una sala de pre-operatorio. Yo seguía conectada por las tres vías a la bomba de la epidural. Trajeron una camilla diferente y me hicieron pasarme con cierto cuidado de una a otra.
A los 5 minutos llegó el anestesista. No era Javier, el chico de dilatación. Era otro chico aún más jóven que había entrado a saludarle mientras me pinchaba.
Me puso el bolo de epidural (un jeringuillón de dimensiones impresionantes para lo que estamos acostumbrados) y me dijo que en 5 minutos notaría el efecto.
Entró una mujer que me despojó de la sábana que me tapaba.

- Vengo a rasurarte.
- Ya voy rasurada.
- Seguro que no te han dejao bien...
- Se pueden comer sopas, oigaosté

Tuvo que darme la razón y con las mismas se fue.
El anestesista volvió a los 5 minutos.

- ¿Qué? ¿Mejor? ¿Sientes algo?
- Todo
- No puede ser mujer...
- Pos sí puede ser...
- Gírate y acuéstate del lado que no tengas dormido
- ¿Hará algo?
- debe...

Y con las mismas se fue. A los 10 minutos volvió.

- ¿Qué? ¿Sigues notándote o no?
- Sí
- No puede ser...
- ¡¡Pero qué perra!!, lo sabré yo mejor que usted?!
- A ver... la prueba del algodón...

Y volvieron a hacerme la prueba del algodón con alcohol (me remito al post anterior).

- Y que conste que así no me rajan!!!
- Pues vamos a tener que ponerte un "treki"

No sé si escribe así. Ni siquiera recuerdo bien si se pronunciaba de esa manera o estoy confundiéndome con un fan de Star Trek. Pero para resumir diré, que yo pensaba que sería alguna forma auxiliar de anestesiarme sin volver a pasar por los pinchazos en la columna, y NO.
Una vez acostada en la mesa de operaciones del quirófano, tuve que volver a sentarme -con lo estrecha que es- y pasar de nuevo por una segunda administración en toda regla de la epidural. Y esta vez, por arte de birli birloque, volvió a aparecer en mi vida, Javier el anestesista. El cuál me acompañó en toda la operación y fue el único que me mostró un poco de cariño. Bueno, él y la enfermera que cogió a mi hija en los brazos antes que yo.
Menos mal que esta vez los camilleros me sujetaban los hombros hacia abajo y yo fijé mi vista en un punto de mi bata donde estaba escrito el nombre del hospital. De algo me tenía que servir pasar por el mismo trance, dos veces, en cuestión de pocas horas de diferencia. La única circunstancia semejante es que seguía acojonada con la idea de quedarme paralítica en caso de no poder controlar el dolor de otra contracción...

Mientras Javier hacía su trabajo, todo el equipo de quirófano hablaba de sus cosas. Con quién habían quedado esa noche (era viernes noche) o qué iban a hacer el fin de semana. Alguna de ellas (la mayoría eran mujeres) incluso me miraba fíjamente mientras hablaban. Fue una situación que no me gustó para nada.

En pocos minutos mis piernas empezaron de nuevo a dormirse pesadamente. Estaba acostada con los brazos en cruz apoyados en unos apoyabrazos (valga la redundancia), en los que tenían controlados mis constantes vitales y la bomba de la epidural.
Pusieron una sábana en mi barbilla con el fin de que yo no pudiera ver nada de lo que hacían en la operación. Incluso -como soy así de morbosa- intenté fijarme en la superlámpara gigante y redonda que ilumina la mesa de operaciones con el fin de observar si reflejaba algo, pero nada. Y menos mal...

A los 5 minutos, la Presen me dijo:

- ¿Notas ésto, Elly?
- No
- Pues adelante, chicas.

Y debió ser que ya me había pegado el tajo exterior...

A los 10 minutos de intervención en los que la Presen le relataba a su "compinche" y a su troup todo lo que iba haciendo, empecé a marearme de nuevo y a sentir náuseas. Pero no de lo que contaba, que llegó a parecerme interesante. Si no que eran los efectos de la sedación.

- Javier, tengo angustia.
- No te preocupes, -dijo mientras me ponía al lado de la cabeza un empapador-. Si no aguantas, vomita aquí -dijo señalándolo.

[...] Y vomité. Sólo líquido porque no tenía otra cosa en el estómago, pero vomité.

A los 5 minutos de ese momento, oí que Javier me preguntaba:

- ¿Es niño o niña?
- Niña
- Pues tu hija ha asomado la cabeza.

Y en ese momento la oí. La oí dar sus dos primeras quejas a este mundo. Porque no eran llantos. Eran "quejíos" por ser desentrañada de mi ser y abandonar ese estado de bienestar constante para comenzar a luchar por respirar, por comer, por ser, por vivir...
En ese momento, pensé en voz alta, sin darme cuenta. La emoción me embargaba y los ojos se me llenaron de lágrimas:

- es mi hija... esa voz... es mi hija... es mía... ya está aquí...

Y Javier el anestesista, que escuchaba atento, me dijo:

- Sí... y es preciosa.

Más tarde, su padre, Mario, me confesaría que él también la había oído desde la puerta de los quirófanos. No recuerdo su olor, porquetúlovales... ya sabes que he tenido las narices demasiado "ocupadas" durante el embarazo... Pero no olvidaré su voz al nacer... y su padre tampoco porque los dos recordamos emocionados el mismo momento y separados por bastantes metros... Eran las 23h50 del viernes 05 de febrero... a 10 minutos de comenzar el sábado... cuando...

Presen dijo:

- ¡¡Qué pelonaaaaa!!

Y tras unos segundos en los que supuse, terminó de sacar su cuerpecico entero, dijo:

- ¡¡ Y qué gordaaaaa!! jajajajajajaja

- ¿Pues qué he tenido yo, tan pelón y tan gordo? , dije yo.

Todo el mundo se rió. Una enfermera pasó por mi lado con mi niña, llena de sebo y llorando. Me la puso al lado de la cara.

- ¿has visto qué bonita?

- qué va!! qué naríz más fea!!!

- tú estás loca!! es preciosa!! dijeron la enfermera y Javier al unísono.

- lo que pasa es que tu hija -siguió hablando Javier- ha tenido la naríz pegada al útero mucho rato y por eso se la ves chafada. Espera que se ponga bien y verás. Anda que no he visto yo bebés feos...

- ¿Cómo se llama tu niña?, dijo la enfermera

- Emma, hasta que su padre la vea y no diga lo contrario. Dijo que no quería decidirlo antes de verle la cara...

- Un nombre muy bonito. Y el tuyo también lo es, ¿por qué no se lo has puesto?

- No quiero que nos confundan en casa

- ¿está tu familia fuera?

- No, sólo mi marido.

- Voy a poner a tu hija un poco más decente y voy a sacarla a que la conozca su papá.

Y allí me quedé. Esperando a que cerraran mi herida. Al rato vino la enfermera.

- No sólo está tu marido, está toda tu familia. Parece ser que les llamó cuando te metieron a quirófano. Y todos coinciden en que la niña se parece mucho a tí. Tu niña ha pesado 3'770 kilos y está muy bien. Ahora cuando salgas de quirófano podrás verla y tenerla contigo.

Al salir de quirófano me llevaron a la sala de recuperación. Sólo había otra camilla y una cuna de esas de metraquilato con dos bebés gemelas.
Me pasaron de una camilla estrecha a otra más grande y de pronto miré a mi izquierda.
Allí estaba mi niña.
Con sus dos puños metidos en la boca.
Miré a ver si había algún sanitario en la sala.

- Oiga, por favor. Mi hija "parece" que tiene hambre. ¿Me la pone en el pecho?.

Y una chica que luego resultó ser anestesista, vino hacia mi hija, la cogió y me la puso al pecho, explicándome cómo hacerlo.
Y en un minuto, ¡glup!¡glup!¡glup!, mi hija estaba mamando.
Lo cierto es que me la quitaron en seguida porque yo entrecerraba los ojos de cansancio y sueño y tenían miedo de que mi niña callera al suelo.

Allí estuve unas dos horas y media o más. Tiempo en el que pasaron tres cesáreas y tres bebés más.
Esa noche nacieron Daniel, Ana y María, Julia, Joaquín y mi hija, Emma.
La enfermera responsable de la sala venía cada media hora a ver si se pasaba el efecto de la epidural.
Normalmente a la hora de salir de quirófano, ya te están llevando a la habitación. Pero allí estábamos Emma y yo. Yo no sabía el tiempo que había pasado pero la enfermera empezó a preocuparse:

- intenta mover las piernas.
- ya lo estoy haciendo
- pues no se mueven
- pues más no puedo hacer
- pues tienes que intentarlo más
- ¿será que no es lo mismo recuperarse de una epidural que recuperarse de dos epidurales y un bolo?

Quería pensar que con tanta anestesia suministrada (aunque realmente no es anestesia sino sedación), mi cuerpo necesitaba más tiempo del habitual para restablecer la movilidad.
Al cabo de mucho tiempo, podía mover los dedos del pie izquierdo y puesto que llevaba ya mucho rato en recuperación, decidieron llevarme a planta, a la habitación 309.

Al salir de quirófano, con mi hija pegada a mi cuerpo, vi a Mario, a su madre, a sus tres hermanas, a mi madre y a mis dos primas gemelas (esas que son como mis hermanas mayores). Mi hermano decidió ir al día siguiente a vernos.
Estaban todas muy felices y emocionadas. Mis primas lloraban, mi madre también, mi suegra gritaba de emoción y mis cuñadas (entre ellas una que grababa en vídeo y que con mucha razón me dijo, que había ido tres veces en el mismo día a ver si nacía la pequeñaja), intentaban guardar la compostura. Lo único que tuvieron en común en aquel momento, fue decirme que la niña era preciosa, muy grande y que se parecía mucho a mí.
De pronto me las quedé mirando a todas. Iban a los pies de mi camilla mientras el celador me conducía a los ancesores. Iban al lado unas de las otras, como formando baile de Paquito el chocolatero. Me eché a reir y me dió por decir que salvo mi chico, éramos todo chochos.

- Y menos yo!, dijo el celador

Y nos echamos todos a reir.

Eran ya las 4h de la mañana del día 06 de febrero (24 horas después de romper aguas), cuando acompañada del hombre de mi vida y mi hija, entramos a la habitación que nos habían asignado. Había otra pareja en ella. Dimos las buenas noches y pedimos disculpas por llegar a esas horas tan intespectivas. Se echaron a reir.

- ¿Qué? le dije sonriendo a Mario... ¿qué cara tiene? ¿se llama Emma o cómo se llama?
- Se llama Emma, me dijo mientras acariciaba mi frente.

Tomaron la temperatura a mi niña, le pusieron un pañal y una blusica y la dejaron en el nido al lado de mi cama envuelta en una manta. Notaba cómo el efecto de la epidural iba pasándose. Muuuuy lentamente, pero lo suficiente para dejar de preocuparme.
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Emma recién nacida



Ahora llegaba el dolor de mi vientre por las continuas contracciones (los famosos "entuertos") y el dolor de la cesárea.
No podía incorporarme del colchón.
Pero todo aquello cuanto necesitaba y necesito, estaba allí conmigo, al lado de mi cama.


Besicos desde el país que no existe.
Elly

Pd.- siento no estar tan presente como antes, ni por vuestros blogs ni por el mío propio. Siento no comentaros a todos, y con más ahínco si cabe, a los que por primera vez me visitáis o comentáis aunque llevéis tiempo leyéndome. Que sepáis que me emocionáis con vuestras palabras y que me siento muy dichosa porque cada uno de vosotros y vosotras dejéis vuestro pequeño enorme granito de arena.
Tengo más anécdotas (entre ellas, muchas divertidas) que contar de cómo fueron mis días posteriores al nacimiento de Emma en el hospital.
Incluso tengo en mente otro post sobre la llegada a casa después de esos días en el maternal. Que no os penséis que es lo más fácil después de todo lo que pasé, ya que surgió una pequeña complicación en el proceso de recuperación de la cesárea. Nada importante pero lo suficiente para tenerme todavía pendiente de recuperación y con visitas diarias a enfermería a día de hoy para curarme.
En cuanto a la adaptación a casa... bufff... el tema está "casi" superado por completo, pero me parece tanto o más importante para contar que todo el proceso de mi no parto.
Pero eso será cuando mi hija decida que yo puedo estar un ratico al ordenador. O cuando, como hoy domingo, pueda ir y venir de darle el pecho, mientras su padre se queda con ella entre toma y toma para que yo me escape a escribir estas líneas. Es que me ha salido glotona la niña...

Besicos otra vez y hasta pronto.