No he podido escribir tanto ni sobre los temas que he querido escribir y contar toda la variedad de cosas que me ha pasado todos estos días; falta de tiempo, distracciones multiples, desgana, momentos emo, escapadas, blah.
La semana santa estuve doblando turnos alejado de toda máquina, después estuve vendiendo mis artesanías en Cancún; lugar que odio ya; (pos, me engento...); pero gracias al cielo *ejem, a los turistas* me fue muy bien en ventas. El viernes santo, me cité con alguien en cancún y........
T_T.
Necesito una limpia XDDDD.
No me fue mal ni de la chingada, me fue RE-contra de la chingada mal. Crearé una nueva categoria llamada:*me volveré buga* XDDD. Si exagero, como siempre, jajaja ni estuvo tan feo solo un tanto castrante, hasta da risa. Ja. Ja. PiNCHe ja.
Ahora que estuve en viajes cortos trabajando, se me ocurrió conocer a un tipo; *E* (pinche *E*), un chilanguito muy mono quien venía a trabajar a Cancún. Apenas dos o tres frases via msn y ya, SALGAMOS!...¿urgido? yo?...JA. Después de padecer de nuevo los nervios pre-cita, finalmente llegó y gracias al cielo no hubo mayores infartos, platicamos un rato, nos besamos, se la mame, y lo que seguia no era más que esperar lo que que la natureza nos guiara...en un motel no muy caro.
Pero me moría de hambreee, de verdad, y tener hambre antes de la acción pues no, mis tripas tronaban como anunciando las futuras desgracias. Aynomá.
- Te invito a comer..
Hasta ahi todo bien.
Lo lleve a un restaurant de un amigo mio. Ahi empezó todo, o donde se estancó. *El pinche E*, puso tal cara de susto y de asco que bueno; ¿que pasa,nos vamos a otro? le pregunté examinando su semblante; el no contesto simplemente entró; ah wuenoo, murmuré encogiéndome de hombros y alcanzándolo en donde sería nuestra mesa.
* E* maltrató al mesero durante 20 minutos. Le preguntó sobre la procedencia de la rúcula y si los mariscos habían sido congelados crudos o cocidos (cocidos se ponen “callosos”), entre otras cosas. Ah pinches chilangos por eso nadie los quiere, pensé yo.
¿Acaso quería que lo invitara a un restaurant de mil tenedores?. Bah!! pinche mono...lastima que ando tan caliente o lo mando por un tubo.
Asi, todo jugueton que soy, quise llamar su atención con mi grandiosa habilidad que dios me dió de usar los pies eficazmente debajo de la mesa.
:( no sirvió. *fracasoo*
El pinche *E* estaba demasiado entretenido maltratando al mozo, quien con sus constantes olvidos empezaron a mermar su poca paciencia. Tratando de llamar su atención puse mi mano sobre la suya, lo cual provocó que se enojara mas *en publico no!!!*. grito, avergonzandome.
Minutos después empezó a cronometrar, asombrado, lo que tardaba el mozo en acusar recibo de su llamado, supuse que su irritación desaparecería cuando trajeran la comida. [de verdad la cochinita de ahí es lo más ricamente orgasmico del cosmos gastrónomico].
Mi único miedo (¡Qué inocente!) era que el chef sea un desastre ese mismo instante . Intente retomar la charla con el, pero comprendí con creciente frustración que no le era de su interes, suspiré frustrado.
La cosa no acabo ahí, regreso unas 4 veces su platillo por diversas razones de lo más estrafalarias; me moría de verguenza. "No es posible, que lugar tan pinche, viste sus uñas, que asco de comida, que asco de ..."
A la segunda vez que regreso el platillo, pacificamente pedí la cuenta, ya, mejor vamonos. Se negó rotundamente; quería provocar una guerra...yo me retorcía en mi silla incómodo; fui al baño para despejarme y convencerme de tomar las cosas con humor. A la tercera vez, yo ya me puse serio y lo regañé fuertemente como si fuera su papá, le pedi que se disculpara con el mesero. Y bueno, me cayo mal...pero soy tolerante cuando ando caliente...todo pareció calmarse...
Hasta que aparecieron otros comensales en escena.
Otra mesa con otra pareja, otros problemas, y lo que es peor, otro *pinche E* que levantaba la mano tan histérico como el mío. Empecé a sentir pena por el mozo, porque nadie se merece dos insoportables como *el pinche E*, por más huevon que sea, pero probablemente en ese mismo instante el mozo estuviera sintiendo pena por mí. Por momentos voltee a ver mi a amigo chef quien con la mirada me decía de todo tipo de cosas, lleve mi mano a mi frente, ya me dolía la cabeza.
El verdadero conflicto empezó cuando E notó la presencia del otro, su doble, y su doble reconoció la supremacía llamadora del pinche E. Lejos de verse reflejados en el espejo miserable del otro, se sintieron invadidos, desafiados, cuestionados en su ritual compulsivo de quejicas.
Con la mirada se retaron a un duelo de mañosos que desenfundaban el brazo en alto como si fuese un revolver cargado para acaparar la atención del mozo. Daban cabezazos, silbaban, chistaban, hacían la ola, cualquier monería era válida para llamar antes al agitado camarero y evitar que el otro le encargase algo o lo distrajese diez minutos con preguntas y sermones. *E* empezó a ponerse nervioso, y en vez de hablar conmigo medía con los ojos a su contrincante, que hacía un show de tics nerviosos desde su mesa.
Hasta este momento la guerra no tenía víctimas graves. Los únicos heridos eramos la pareja del doble y yo, que comíamos en silencio e intentabamos calmar a nuestros pinches E hasta el próximo round de chiflidos. Pero en un momento, E sintió que el mozo no respetaba el órden cronológico de los llamados y se puso loco en serio. Mientras conversaba con el doble, que señalaba un balde de hielo vacío, E se paró y gritó con su vozarrón: ¡yo había levantado la mano antes!
Los ojos del doble se inyectaron como un río colorado en un mapa. Se miraron fijo unos segundos y luego se escuchó una ametralladora: “callate, pincheputo”, “como me has llamado, cabron hijo de tu *ti*ti*y de tu *ti ti de la verga*ti ti ti*
La gente nos miraba como cuando se llevan preso a un delincuente. Mientras el encargado se acercaba, confundido, en cámara lenta, con ambas cuentas en bandejitas de cuero, yo dejé de escuchar, de pensar de todo. E le dio un manotazo al encargado, tirando la cuenta y mi paciencia al suelo. Larecogí, pague la cuenta y me largue, furioso.
E me persiguió por cuadras enteras, gritando; pero yo desaparecí de su vista y de su vida tomando un taxi, hacía cualquier parte.
Estaba hiperventilado, enojado, frustrado.,.pero mantenia una sonrisa enorme en el rostro; una mueca maniaca provocada por los nervios deshechos.
Esto no paso, esto no paso, esto no paso...JAJAJA--
El taxista negó con la cabeza, como diciendo; ay esta juventud.
: enfermedad de los cultivos; mala suerte.