a mi eterno compañero de viajeDescubro caminos a muchos lugares,
el verde me embriaga, me llena de vida.
Ladrillos de arcilla enrojecen sendas,
son casas, son muros y muchas paredes.
El cielo sinfín cobija los campos
que con sus matices refresca mi vista.
Y el viejo labriego doblega la tierra
y la hace nodriza de frutas y piedras.
El frío me acaricia, me toma despacio,
es parte de mí, ¡Qué bueno, es así!
Hay un hombro cálido que calma mis ansias
en las noche largas por raudos caminos.
La presencia tierna de quien se ha querido
es como una sombra tranquila, serena.
Y el tiempo es amigo, cómplice de viaje
se me da completo, se vuelve infinito.
Y paso fronteras y pueblos enteros
y el verde me sigue llenando de luz.
Hay una montaña...
un dibujo vivo, arropado en nieve
que desde la altura me embruja;
me tienta,
es un fuego fatuo lleno de color.
En el último asiento de un viejo autobús,
entre el bamboleo de la carretera
y los mil paisajes que plenan mis ojos
hay espacio abierto para una sonrisa,
un viejito alegre, orgullo de raza
me cuenta su historia y me enseña el alma.
Llegando a una tierra que otrora fue reino
se llenan mis sentidos con tanta belleza,
de pronto me siento viajando las eras:
tiempo de mantuanos, tiempo de nobleza.
Casas y caminos que albergaron hombres
de otro continente,
esos que vinieron cabalgando el mar,
encontraron otros, con la tez morena,
guerrero carácter y fuerte la razón.
Y el indio heredero de tanta cultura
permanece oculto a través del tiempo,
mujeres sentadas que me venden frutas,
niños que recorren la plaza mayor,
caritas pequeñas, ojitos de luz
que me hablan en lenguas que yo desconozco.
y la flauta dulce se adueña del mundo
su suave sonido me llena de paz.
Todos mis sentidos se agudizan pronto.
¡Qué placer me da hasta respirar!
En cada esquinita yo me encuentro un templo
que el conquistador levanto sin ley,
buscaba expiar su culpa de años:
la sangre que en cádiz cruel derramó,
en nombre de un rey de tierras lejanas
que era codicioso, el oro robó,
la espada flamígera cortó las cabezas
de todos aquellos que amaban el sol.
Todo un universo se abre a mi paso
y a veces quisiera estar siempre ahí,
el camino llama con su voz callada
para recordarme la ruta a seguir.
El sur es la meta, tengo que partir
la mitad del globo me dice hasta luego,
entonces soy parte de un eterno bus,
todo un bosque abierto, plantación de plátanos
recuerda que el trópico es cerca de aquí
Y la geografía juega a hipnotizarme
cambiando de traje se vuelve de arena,
es ahora un manto de seda serena,
se deja batir por la brisa fría...
inmenso desierto ...no se qué decir!
Y llego a otros predios, territorio Inca
la tierra del sol,es pálido el mar
las espesas nubes cubren de gris manto
ya la capital.
De ahí vuelo libre hacía las montañas
la sierra, le dicen,la sierra, la blanca
cordillera negra, pues Cuzco me espera
y yo encuentro tanto en tan poco tiempo,
ya casi no sueño...el sueño es verdad.
Montañas y ruinas, rocas gigantescas,
ciudades ocultas...civilización.
Un niñito indio que vende acuarelas
me mira y me roba todo el corazón,
con su "señorita" y"mi buena amiga",
se me hace difícil decirle que no.
En trenes del sur viajo prisionera
mis ojos no bastan para tanta luz,
mi alma se llena de sueños cumplidos,
mi cuerpo cansado no quiere parar.
Un niño que corre al lado del tren
trata de alcanzarnos, pero ya me voy
y quizá más nunca yo lo vuelva a ver,
pero en mi memoria quedará grabada
la imagen eterna de un niño corriendo
por tierra amarilla,
con su mano alzada, diciéndome adiós.
En una pecera me siento cautiva
quisiera salir, hablar con la gente,
que el viento muy frío me queme la frente
y que el sol altivo me haga su sirviente
Y la noche clara se llena de estrellas,
salpican mis ojos las luces del cielo
y un lago muy alto se baña en el tiempo
divide los pueblos y en él me sumerjo.
La cumbres heladas desiertos y llamas
me abren las puertas de aquella ciudad
y un ángel me guía para descansar
y en un hotelito, encontrar la paz.
De vuelta al camino el paisaje juega
se muda el ropaje sólo para mí.
Llego a tierras largas,es otro país.
El mar poco a poco su azul oscurece...
encuentro caminosy hoy por fin entiendo
el significado de aquella palabra...
la felicidad.
Reencuentro de amigos reviven recuerdos
dos niñas y una época,dos mundos ajenos,
otros los idiomas y el tiempo... sin tiempo.
Un puerto alemán.
Volcanes custodian los barcos del muelle
y en su larga costa una pelea a gritos
entre dos silencios,
lágrimas heladas en medio del viento.
Ahora muy lejana nos suena la casa
y a veces quisiera nunca regresar,
pero ¿Qué se hace?
fuera del terreno, somos extranjeros
gente de otras zonas,
extraños, viajeros.
Fue todo aventura desde su comienzo
y se cierra un ciclo en que fui feliz
Y las despedidas se hacen hasta luegos
algo les dejamos, mucho nos llevamos
todo les debemos.
Ojalá algún día cuando pase el tiempo
la memoria tenga como en el momento
los recuerdos vivos de este viaje eterno,
como eternos fueron mi amor y el camino.