23.2.14

Lo que ví el 22 de Febrero.




No hay lo que no se haya dicho acerca de lo que está sucediendo en Venezuela. Todos lo sabemos y todos, todos lo sufrimos.

El primer pensamiento es para los que están luchando „in situ“, esos hermanos que viven con el miedo y sin embargo están dando el todo por el todo. Luego para los que estamos fuera de nuestras fronteras, esos que ayer, sin importar distancias se acercaron para ser parte de una jornada mundial que de verdad hasta ahora ha sido la más exitosa, pues el número de asistentes a las concentraciones en los diferentes países multiplicó las cifras de asistencias normales a ese tipo de actividad.

Y eso no fue una fiesta. La gente se reunió porque estamos de luto, porque nos duele nuestro país. Repito que no fue una fiesta como una auto reflexión sobre nuestro gentilicio, y con toda la intención de subrayar el hecho de que como pueblo nos caracterizamos por la broma y la risa fácil. Somos un pueblo alegre y pecamos de despreocupados y hasta egoístas cuando el rollo no es con nosotros. Sin embargo, ayer fue distinto, cada uno de los asistentes llevaba simbólicamente un caído al lado, una presencia en quien pensar, un cuento doloroso que ya hace mucho dejo de ser ajeno para dolernos a todos en carne propia.

Hablé con mucha gente ayer y el tema era sólo uno. Pero las conversaciones no fluyeron como siempre con el dejo del „ay qué se le va a hacer“, todo lo contrario se hablaba con la convicción de que todo lo que se haga para ayudar a Venezuela a salir de está debacle que comenzó a profundizarse hace 15 años, es poco.

Asumimos que muchos de nosotros pecamos de apatía y "el fulano difunto" llegó al poder con nuestra ayuda indirecta, pues ganó aquellas primeras elecciones con los votos que los abstencionistas, que eran muchos, le entregaron cuando no fueron a votar.  Ese pequeño gesto individual, multiplicado infinitas veces, es la culpa que cada uno de nosotros siempre cargará a la espalda, porque los que si lo querían mandando, si ejercieron el sagrado derecho al voto. Lo que después sucedió lo sabemos bien todos hoy día. Por eso prefiero hablar del venezolano que asistió a la jornada SOS Venezuela del día de ayer.

Vi gente joven, estudiantes como los chicos que han muerto por sus ideales de libertad; vi a hermanos de otros países dándonos su apoyo; vi compatriotas que salieron del país por razones diferentes a las que tienen hoy día los Venezolanos para emigrar, pues hoy se emigra para salvar la vida. Vi a hijos de parejas binacionales, niños que casi no conocen la tierra de sus madres, pero a los que se le ha inoculado el profundo amor por Venezuela a través de la leche materna. Ellos estaban ahí repartiendo panfletos, ondeando la bandera, sintiendo ese amor y esa tristeza allende los mares. No, no fue una fiesta, fue cantar el himno nacional con lágrimas en los ojos y dolor en las entrañas, pensando en aquellos que en suelo venezolano en ese momento salían a concentrarse en las calles, una vez más, una y mil veces más.

Nos vi en la capacidad de organizarnos, de asumir tareas sin problemas de ego, concentrándonos en pequeñas acciones a sabiendas de que sólo actuando como un todo unido y  homogéneo es como podemos lograr el cambio hacia el país que queremos y merecemos. La transformación comienza con dejar de quejarnos por lo que los demás hacen o dejan de hacer, para ser capaces de hacer algo por nosotros mismos, no por el bien individual sino por el bienestar general. Si ese cambio de mentalidad se logra estaremos a buen camino para lograr ser mejores de lo que antes fuimos.

Ayer abrace y me sentí abrazada. Hoy como ayer espero el día en que esta pesadilla que vive Venezuela  llegue a su fin para que  todos podamos reconstruir el país que nos vio nacer.


19.2.14

para todos y cada uno de los estudiantes venezolanos que hoy luchan por nosotros.




y para Lena

que nos reune, en una carta abierta, a intelectuales venezolanos, artistas, escritores, periodistas en diaspora por el mundo, para gritar todavía más duro nuestro amor por nuestra tierra y por los estudiantes que están dejando todo por ella.


El grito es al unísono
torrente, piedra y tono,

clamor de tierra pisoteada
levantándose en sus fueros

temblor guerrero
tambor con son de latido

grito que no es de uno solo
son muchas almas, 
la lucha

Trueno precedido por la luz
silencio que levanta muertos

ruido y vibración de adentro
tumulto afuera

clamor del que está lejos
y está tan cerca

somos grito, grito duro

y tonada y esperanza

lágrima lejana
cernana la herida

tañido de campana
que ya no espera

María Elisa Quiaro




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la noticia en El Nacional



17.2.14

la bestia y las ovejas

la bestia quiere ovejas
quiere un pueblo manso,
ovejas que vivan en la pobreza
y que sus quejas no se entiendan.

la bestia quiere riqueza
solo para él y las otras bestias

la bestia no tiene madre,
y no le duele la tierra que pisa

la bestia se siente grande pisoteando
niños y mujeres.

la bestia no creen en Dios,
porque se cree Dios.

la bestia está armada hasta los dientes
y la oveja solo tiene sus sueños de libertad
y un país en bancarrota
y un país que ya es de otros
y una tierra ultrajada y vilipendiada

la bestia tiembla aunque no quiera
la bestia se baña en sangre y le gusta
la suciedad, y da asco

las ovejas no quieren serlo
son pueblo
pueblo bravo

un pueblo ya no tiene ya nada que perder.