
Me he reconciliado con la Navidad desde que tengo una hija.
Antes de que la esperanza naciera, su papá y yo de milagro comprabamos un par de ramas de pino para decorar y es que de verdad no era necesario, nuestras familias estaban lejos y nosotros todavía andábamos de hippies por esta vida. (lo que también fue importante).
Me gusta la navidad en Alemania porque es un tiempo de verdadera introspección para muchos, pues todavía las tradiciones que datan de siglos pensan y se contraponen al conocido consumismo que aqueja a buena parte de este mundo.
Yo no soy de iglesias, nunca lo he sido...sé y siento que lo que yo llamo Dios de verdad está en todas partes...por eso hemos decidido que aquí, en Alemania no tedríamos ninguna Confesión. Y basándonos en esa libertad pues disfrutamos de todos los cultos y tradiciones cuando lo necesitamos.
El día que nació mi Esperanza nos convertimos en verdadera familia, fue nuestra navidad particular; desde ese momento y con ella reaprendemos las cosas para luego darles nuestra lectura particular.
La navidad es una de ellas...Apenas la navidad pasada decidimos buscar un árbol y decorarlo...fue hermoso, mi primer árbol de verdad, buscado en el bosque entre frío y lodazal...maravilloso!. Desde ahí tenemos una navidad „multi-culti, como se le dice por estos lados a las parejas de diferente nacionalidad.

La Fiesta de Navidad en Alemania dura tres días: la Nochebuena (el 24 de diciembre); el primer día de navidad, o sea el nacimiento de Jesucristo (el 25) y el segundo día de Navidad (el 26). En Nochebuena las familias encienden las velas del árbol de navidad para hacer el reparto de regalos, después de ir a misa, se cantan villancicos. A los niños se les lee cuentos sobre la natividad. En nuestra casa hacemos todo eso y lo mezclamos con el sabor y la tradición venezolana, en decir cantamos „aguinaldos“, comemos Hallaca y pan de Jamón, con pesebre y además el niño Jesús, llega el 25 en la mañana.

Se dice que la costumbre del árbol de Navidad nació en la zona Germana, en la primera mitad del siglo VIII. El día de navidad, San Bonifacio estando predicando un sermón, a unos druidas y para convencerles de que el roble no era sagrado, derribó uno. El árbol al caer fue destrozando todos los árboles que estaban cerca, excepto un pequeño pino. San Bonifacio, dijo que eso era un milagro y llamo al arbolito sobreviviente , el árbol del Niño Dios. Los años siguientes los cristianos celebraron las navidades plantando pinos. (qué buen uso de la temprana creatividad publicitaria!)

Pero hay otras tradiciones en este país que a mi particularmente me encantan:
El Adviento,por ejemplo, para mi el tiempo del silencio. Son las cuatro semanas antes de las Navidad. Viene de la palabra latina “adventus” significa “llegada, advenimiento” y se refiere a la espera de la llegada del Salvador al mundo. Se coloca un centro de mesa navideño que contienen cuatro velas y cada domingo de Adviento se enciende una . A cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud:
La primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la fe y la cuarta, la esperanza.
A los niños se les hace un calendario de Adviento que contiene 24 sorpresitas, que pueden abrir, una por una, desde 1 al 24 de diciembre. Como hace frío y oscurece realmente temprano es un tiempo de velas que arden y pensamientos que vuelan.

El 6 de diciembre es el día de San Nicolás, que no es el gordo vestido de rojo de la Cocacola, sino es un señor que según la tradicion era el Obispo de Myra, Turquía por allá por el ano 280, que le hizo mucho bien a la gente porque repartía comida a los que no tenía nada. Entonces el Nikolaus, de manera símbolica, les llena una bota a los niños la noche antes del 6 de diciembre. Los regalos que reciben son una mandarina, una nuez, una manzana, una galleta y un chocolate.
A veces, las familias se reunen y esperan que el Nikolaus mismo aparezca a traer sus regalitos a los chiquitos que se han portado bien.

En cada ciudad hay un mercado de navidad en donde se venden cosas y comida tradicional de esta época. Hay un vino que se „mejora“ con especias, canela y naranja, se llama Glühwein y se toma muy caliente. Y a pesar de que me falta mi Navidad Venezolana, con sabor a Hallacas hechas por la abuela, el dulce de lechoza, el ponche crema de mi mamá, el pan de Jamón de un buen panadero y ensalada de gallina de mi hermana; añoro los abrazos y el calor de mi pueblo y de mi sangre; la bulla de la calle, las gaitas y los triquitraquis, he aprendido a querer esta navidad del norte, silenciosa y esperanzada. Sobre todo por eso...por la esperanza.