31.7.07

Debe ser el silencio, Clarice




Debe ser que se me han ido dos maestros en un día, (el Antonioni y el Bergman) y que a Dios le ha dado por montar una academia de cine en el cielo.
Debe ser que te nombro por sabia, por sencilla y vedadera...Debe ser que te leo y te releo y con eso busco la luz de tus ojos y las respuestas. Debe ser Clarice.

"Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy. La punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espalda magia: es allí a donde voy. En la punta del pie el salto. Parece historia de alguien que fue y no volvió: es allí a donde voy. ¿ O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Te espero. Es allí a donde voy. En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra "tertulia", y no sé dónde ni cuándo. Al lado de la tertulia está la familia. Al lado de la familia estoy yo. Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí a dónde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es un sueño. ..... Pero después, después de todo es real. Y el alma libre busca un canto para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien me dirá con amor mi nombre..."


" Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron, pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aún el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento. Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere su indignidad. Él es el silencio. "

Foto:Volker Maier
Ambos textos: Silencio, Clarice Lispector

30.7.07

Ingmar Berman






Hoy te fuiste a soñar otros sueños.
Tu linterna mágica siempre nos iluminará

29.7.07

Amor


Él me abraza
se me estremece el alma,
suelto las amarras,
no existe la muerte.

foto: Waldi

19.7.07

Mariposas en la Oscuridad

uNo

¿Quién dice que nadie me va a entender?, yo sé que usted si..

con humildad,
Malizo

"...pues no son las paredes, ni el techo,
ni el piso lo que individualiza la casa
sino esos seres que la viven
con sus conversaciones, con sus risas,
con sus amores y odios;
seres que impregnan la casa de algo
tan poco material como es la sonrisa de un rostro..."

Ernesto Sábato
Sobre Héroes y Tumbas


Diecisiete mariposas vuelan en un cuarto oscuro. Redoblan las campanas que por siglos no sonaron... y en la casa envuelta en la más triste neblina, una mujer llora mientras se balancea en su mecedora.
El silencio que nace cuando se desvanece el tañir de las campanas se vuelve olor a tiempo que lo toma todo. Camina por entre las flores secas y sus pasos se escuchan en cada rincón de la casa. Dueño y señor de las almas que ahora dormitan en un mar de arena... deja un rastro de mariposas muertas.

La luz de los viejos días es ahora amarilla como aquellas fotos, las de la mujer parada junto a la columna; las del hombre y el auto, la calle de piedra, las del frío de la mañana y las de la luna llena.
Hay lugares dentro de la casa donde hay cosas que todavía respiran. El ático del cuartico de planchar, lleno de baúles, zapatos dispares y ropa vieja. Almanaques donde una niña sonríe mientras juega con Lassie y el tiempo se detuvo. Si se pone atención se pueden escuchar las risas de otros niños corriendo por la casa, jugando al escondite o inventando otros juegos. Ahí también hay luz, pero es diferente, entra por la claraboya justo arriba de la puerta, y en ese punto se puede sentir el miedo de aquellos niños que, en las estrelladas noches de agosto, temían mirar al cielo, porque quizá en ese alzar de la vista encontrarían que alguien más también los veía.
Casi se puede sentir en una pared desnuda el calor de los vestidos colgados como al descuido; alargar las manos y poder tocar los huevitos de las gallinas más jóvenes, las pollitas, pequeñitos y buenos para comerlos tibios. Del otro lado la plancha y una cesta muy grande en donde, como oíamos en misa, tal vez había dormido Moisés.
También respira y huele el gallinero vacío, lleno de caca seca que ya nadie va a limpiar; por un lado un muro de ladrillos y bahareque, por el otro tela metálica y en el fondo montones de revistas viejas que terminaron ahí porque no había más lugar. Los nidos de las gallinas todavía conservan un poco de su tibieza y si se busca en el fondo aún se pueden producir milagros, y con los dedos encontrar un huevo de madera para las gallinas cluecas.
La mecedora ahora baila sola. Era azul la mecedora y fue un regalo para la señora, para que pudiera descansar. Era fuerte la mecedora, columpio de niños, la cama del perro, sillón de visitas, descanso de abuela.
Y si se cierran los ojos se puede ver mejor. En el cuarto de la sala la ventana está cerrada. Cuesta trabajo abrirla la madra está podrida. Pero si se hace el intentoal asomarse uno puede ser testigo del transitar de los fantasmas de Milla: la loca, la niña Muñeca que vivió creyendo que siempre sería joven: los labios mal pintados y las mejillas llenas de arrugas, mucho tiempo después de muerta sabe llevar sus huesos con la misma dignidad. Pacheco dice buenas noches, vestido de traje kaki y en su sonrisa las huellas del chimo mascado toda su vida. Don Trino pasa cojeando y en su cabeza cabalga un sombrero que se quedó allí para ver como su cabello se iba poniendo gris. Uno de los niños corre por la acera seguido de otro que carga kerosene, para el viejo calentador del solar. Hay que cerrar la ventana para no llorar.
(continuará)

18.7.07

Arqueología


El canto de tus manos
remueve las cenizas
que deja la tarde
que se aleja.

foto: Ella Powel

17.7.07

Postal de Roma




Roma me toca de una extraña manera, Ayer cuando caminé sus calles sentí un vacio profundo y extraño, poco a poco fui dejando que la ciudad me embriagara y supe algo: Roma es la cuidad del Oro y no por el metal sino por sus tonalidades, rojo, naranja, ocre y amarillo. Esos colores la definen en un tiempo que se detuvo.
Roma es sincera, como Venecia... no hay maquillaje suficiente para hacerla magnífica. Es simplemente magnífica con sus calles de negros empedrados y con esas paredes que hace muchos soles no conocen la caricia de la pintura.
Ayer dije que Roma me recordaba a un decorado cinematográfico, una película antigua. La diferencia está en que Roma no pretende ser impresionante y es sin embargo lo es.
En esta ciudad también es posible sentir el pasado, pero de manera diferente... porque cuando fue presente supo diferenciar entre lo grande y lo pequeño... y por grande todavía está ahí, al abrirse una calle y aparecer, monumental, algún edificio cuyas bases fueron puestas ahí para conocer la eternidad. Y esa es para mi la definición de la grandeza.

11.7.07

Mi muñeca




Musa rella nos pide que contemos un sueño y yo comienzo con uno que se espejó maravillosamente en la realidad de mis días.

Llevaba pues una barriga de casi ocho meses en donde un astro nadaba y nadaba. No habíamos querido saber su sexo porque eso no tenía en realidad ninguna importancia. Decíamos "será bienvenido quién venga y cómo venga“. Sin embargo, todo mi embarazo me sentí habitada por el almita de un niño. Compraba ropa azul, buscaba nombre de varón y me preparaba para dar a luz en el agua.

Y una noche…

me encontré de repente en la casa que conozco de memoria. Caminando las habitaciones del viejo caserón de Milla, la casa de la abuela y de los veranos de mi infancia. Fue como siempre, como si la casa todavía estuviera ahí, de pie, esperándonos cada Julio entre rosas y montaña: La tejas enmohecidas de frío, el piso de terracota que contaba historias, las formas que se dibujaban en las paredes de bahareque y adobe, los muebles viejos y la puerta de zaguán entreabierta.

Al final, el cuarto de Abuela con sus dos camas, la de ella y la de Rosa, mi nana, el radio dormido, el olor a velas y a ungüento de menta. La tenue y pálida luz que alumbraba los santos del altar y el silencio de siempre, el silencio.

Me acerqué a la cama de Rosa, en la pared colgaban las muñecas de la infancia que nunca tuvo, las mismas con las que dejó de jugar el día de mi nacimiento.
Me aproximé a descolgar una de ellas, justo cuando una voz conocida me detuvo en el acto.
-“ Niña, qué hace?. Usted ya no necesita más muñecas. Usted acaba de tener una. Los doctores se acaba de ir y la operación salió bien...“

Con los ojos de amor de la abuela clavados en la memoria, me desperté con la certeza de que todo había cambiado y de que ya se me había avisado. Despabilé a Lars y le dije:
-“será una niña y nacerá por Cesarea, me lo ha dicho mi abuela!

Él acostumbrado como ya está a esas cosas, me miró profundamente y luego dijo:..."entonces ya sabemos".

9.7.07

La gente de mi cuadra



Vivo en una calle que cada día muestra nuevas caras; gente que se muda a mi cuadra y me regala maravillas y presencias. Esa gente que siento y que presiento. La gente de mi cuadra, esa que visita mi casa y deja flores o comparte quejas del alma; la misma me deja los abrazos colgados en el perchero o siembra girasoles en días de lluvia, se toma un té o un café conmigo mientras nos miramos dentro a través del espejo de las palabras.

Cuando hace un año me mudé a la calle del blog y abrí la ventana de mi casa a presencias sin rostro, no me imaginé que a mi lista de amigos de acá o de allá, se añadiría una más, la de esos que quizá no conoceré nunca, pero con los que he construido un puente de comunicación más allá de la mano que se estrecha o del roce cotidiano.

Con el tiempo he aprendido a reconocerlos por sus nombres y sus sombras, puedo sentir sus estados de ánimo y leer sus gestos. No les conozco más cara que la que muestran, pero pasa con todos los amigos, los reales y los virtuales, y a todos nos une el lazo de compartir gustos o pareceres, como también el pensar diferente. Ha sido importante el querer compartir lo que se sabe o se siente, o lo que de repente nos encandila la vista.

Como creo tanto en la palabra, creo también que se puede reconocer la gente por los signos de sus textos como se reconoce el caminar de un amigo.
Al principio cuando me mudé a la calle de blog, me dije: "lo hago porque necesito escribir más, tener una estructura, expresarme en castellano, no lo hago para conocer gente..." pero pasó el tiempo y he conocido y reconocido a muchos y pese a mi reticencia, algunos se me han vuelto imprescindibles, gente a la que con gusto visito. Otros han venido y se han ido como sucede de verdad en la vida real con los amigos y eso también está bien. Así mismo he tenido la suerte de tener de vecinos a algunos de mis queridos de siempre y le eso ha sumado un no sé qué muy lindo a la relación que desde hace años construimos.

Siento que aunque todos estemos en constante cambio, la esencia permanece y las máscaras no son tan fuertes como para no dejarnos ver más allá de ellas el verdadero rostro y el color de alma virtual. Pese a todos lo peros que tenga también ser parte del mundo intangible, decido creer en los que "veo" a través del sonido que dejan sus palabras cuando transitan la calle y se quitan el sombrero para desear los buenos días.

Con esto quiero darles las gracias por tanto contacto y presencia, por tanto reflejo, gente de mi cuadra!

Foto de G. Glaser

3.7.07

Biografía





Tenía 4 años y ya era marea de luna llena,
llevaba en los ojos un signo de interrogación
y el corazón clavado muy adentro.

A los 12 años era un corcel brioso,
sabía de revoluciones y de rebeliones.

A los 18 juraba ser adulta sin interperies y sin temores.
Parada en la arena de lo imperecedero pertuaba mil credos.

A los 23 sabía lo que quería, soñaba eternidades,
vivía de las flores y desconocía el olvido, amaba lo imposible.

Cuando cumplí 27 jugaba con seres fantásticos
que me contaban historias.
Ya sabía volar.
No creía en la muerte y contaba estrellas.

Una tarde frente al mar y la tristeza
cumplí los 30.
Llevaba una maleta de soledades,
algún barco de papel
y uno que otro presagio también.

A los 34 volví a nacer
cuando una madrugada de primavera
un brote minúsculo me floreció en la piel

Entre aprendizajes nuevos
y espacios en litigio cumplí 37,
fui líbelula en agua de laguna
en un verano fébril y enamorado.

En tres días cumplo 40,
con el cabello suelto al viento
me miro al espejo, ya no tengo certezas
recompongo mis sueños.
Conjurando recuerdos sigo buscando asidero,
guardo silencio.

1.7.07

Todo cambia

Debe ser que ya entró Julio y se acerca mi cumpleaños; debe ser que ha corrido mucha agua bajo los puentes y que los días son distintos como desde siempre. Debe ser que como siempre pienso en mis afectos más queridos, los cercanos, los lejanos. Debe ser que estoy contenta por cada paso dado, por cada cambio, por lo que se ha ido, por lo que permanece. Debe ser.