22.8.07

Mariposas en la Oscuridad

dOs

Ya la luna está en el cenit y allá, cinco pinos la acompañan,. No se puede ver la sierra y la atmósfera es azul. Cuatro nuevas mariposas vuelan alrededor de una vela y en el fondo el silente vaivén de la mujer sentada recuerda que ella ya no está. Empieza a llover, la calle se llena y el agua choca contra el portón, son grandes las gotas que encuentran la muerte aplastadas contra las tejas.
Hay muchas goteras, "y es que Ramón tiene tiempo que no pasa a buscar qué hacer". Sigue corriendo el agua por las canaletas pintadas de rojo que antes fue marrón, el desaguadero se tapa de hojas que hay que recoger. Se escucha una voz que grita "niños no pasen por el patio, se van a mojar!".
Palpita el recuerdo cuando se despierta aquel sentimiento de sutil angustia que sentía aquella niñita, al tener que cruzar por el cuarto donde estaba colgado el más hermoso Corazón de Jesús que jamás se vió, y que al mismo tiempo tenía una mirada tan viva que vigilaba todo su camino. Entonces su miedo y ella intentaban ignorar aquella presencia celestial.

Ya no se mueve la mecedora y la mujer está en la cocina. Afuera todavía hay tormenta,ella calienta café en la pequeña cocinita a gas que alguien le regaló por navidad. En el solar, del lado de las palomas se escucha como conversan los naranjos sobre la noche sin estrellas y la bruma.
La casa vieja, es ahora más vieja. Un San Benito vestido de telarañas conserva su cara de plegaria al cielo, a su lado hay otra mariposa muerta. A esa le fue peor porque estaba sola cuando se murió. De pronto un golpe en el techo de latón del lavandero, ¡quizá sea un limón o un higo que no pudo danzar con el viento!.
Otra vez vacío, otra vez silencio y en el suelo un colibrí dormido. Pequeñito, pequeñito, verde y azul, el pequeñito.
- Abuelita, ¿ Sería el frío?, se murió el pajarito.
En días de sol es distinto, otros fantasmas aparecen, la casa es la misma pero no es igual. Ahí suceden otras historias que no me contaron: cuatro niñas con vestidos hechos de sacos de harina, cuatro niñas juegan con juguetes de verdad. Juegan a trabajar.
Hay jardines muy amplios y la casa es bella. La cocina es de leña y está en otro lugar, las paredes llenas de humo, sin pintar. El frío es más fuerte vive también allí. Las niñas son cuatro, una morena y tres claras, una de ellas recién llegada.
A veces viene un señor con cara de bueno y vestido largo, les trae medias y calcetines para mitigar el frío.
Las niñas son niñas y nada más. Una vive montada en los árboles, es fuerte y tremenda, juega por entre los riscos y no conoce el miedo; la otra se mete dentro de un baúl y con una hojilla se corta las uñas y se hace sangrar. Hay una que no quiere estudiar, y la otra un domingo en misa miró para atrás y al llegar a casa recibió un azote de nunca olvidar. He visto a una de las niñas, a la más pequeña, de cuclillas bajo un árbol, sus manitas escarbaban torpemente la tierra buscando impacientemente, mientras murmuraba algo. Al acercarme pude descifrar lo que ese fantasma de hace muchos años buscaba y temía: "Si los muertos se tapan con tierra, entonces abajo, muy abajo debe vivir la muerte"...
(continuará)

21.8.07

una de la esperanza 14


Un astronauta con alas

Una tarde, de este verano que no ha sido, caminabamos mi Esperanza y yo de regreso del kindergarden.
Ella con tono de maravilla me dice:

- Mámá!
- ummmm!
- sabes qué quiero ser cuando sea grande!
- no, dime qué quieres ser?
- quiero ser astronauta!!!


y yo que en ese minuto la vi y me vi de pequeña soñando también con ser astronatura para pilotear un cohete y visitar planetas y conocer el universo, le pregunté:

- y para qué quieres ser astronauta?
- qué pregunta mamá...para estar más cerca de los ángeles, claro!

- ah! claro! , me dije agradeciéndole, una vez más toda su magia y su ternura.

15.8.07

mi amiga Amélie


Pensando en todas las Amélie que conozco:
Ira, Adriana, Betta, Marce, Katy, mis Yuntas...


Del cine me gusta su promesa, la maravilla que nace del encuentro, me gusta porque me hace sentir que destapo una caja de sueños, que abro una puerta a infinitas vidas y vivencias.
Me gusta sobre todo cuando salgo del cine contenta, esperanzada de nuevos días y mejores mundos. Eso fue para mi “El Maravilloso Mundo de Amélie“ y eso sigue siendo. Tal vez porque en ella como en el reflejo de un estanque me veo y veo reflejadas a algunas de mis yuntas. Tal vez porque hay días en que de verdad me siento de 23, me encuentro con Améli para salir a pasear por el París en que yo también viví. Y aunque es cierto que el cine es una gran ilusion, es una ilusion a la que voy con ojos abiertos e inocente gesto.

Amélie no es completamente de este mundo, eso no importa realmente porque ella tiene su propio y colorido mundo. Amélie ama las pequeñas cosas, los tonos suaves y los gestos delicados. Tiene ojos para los detalles que delatan el color del alma de los demás y una mirada para los momentos mágicos que a menudo duran nada más que un parpadeo.

Amélie tiene la cabeza en las nubes, real y literalmente hablando. Sin embargo los pies de verdad pisan la tierra...quizá sea por las piedritas que colecciona y que terminan en el lecho del río, quizá sea su trabajo el que la mantiene atada a la realidad irreal. Quizá sea Montmartre, donde se conforma un pequeño universo de artistas, genios, hipocondiacos, amantes de la ciudad y melancólicos paseantes. Porque aunque Paris tiene muchas caras, como las tienen todas las ciudades del mundo, esa que muestra en Améli es tan verdadera como cualquier otra. Amélie Poulain... Amélie de Montmartre...

Cada vez que la veo, Amélie me dibuja una sonrisa en el rosto que tarda mucho tiempo y esfuerzo en desvanecerse. Me deja la sensación del válido sueño y de la vida como lo que es: una tela de distintos entramados todos listos para contar historias en donde la capacidad de asombro, la fe, el poder del querer son los bálsamos que sanan cualquier herida.

Esos detalles que valen más que todo lo comprable, porque nos hacen sentir que si nos atrevernos a soñar, rendimos un tributo a la vida, al amor, aportando algo bueno a este mundo.

Al nacer, Amélie emocionada por el encuentro con su padre aceleró su corazón y se le recetó calma y cordura de por vida, sueños al por mayor y amigos invisibles. Una caja de juguete le devolvió un día las ganas de ser niña y de volver a vivir una infacia como el sinónimo de la libertad de actuar con inocencia y con ello hacer felicies a los demás enviando tal vez un gnomo de jardin de tour por el mundo y recortando papelitos por ahí... para así realizar el hechizo de convertir adultos en niños... Y un día, como cada loco con su tema y como no hay dos sin tres, una se encuentra siempre con su par que quizá colecciona fotos rotas o de repente mira el cielo, de la misma manera que una, para contar nubes o estrellas. Sin mucho invento es verdad, la fábula de nuestros días con las soledades de siempre, con la esperanza de siempre. Todo es un mundo complejo pero simple, todo es un sueño que podemos soñar dormidos o despiertos.

Amélie... es lo positivo y lo mágico que todos llevamos dentro, es la fantasía y la bondad ingenua pero convincente; es la invitación a un cuento increíblemente poderoso. Amélie es una película poética y como en la poesía, la verdadera historia transcurre en el corazón de los personajes más que en sus actos, en el poder de su imaginación más que en las limitaciones que marca lo real.

Amélie me ha mostrado un pez de colores que se desliza hacia las alcantarillas municipales; yo a través de ella me reconcilio con la ilusión y la fe, logro posibles los imposibles, me pongo alas y puedo de nuevo volar.

En un mundo donde los noticieros sólo cuentan malas nuevas y la muerte ocupa la atención de los vivos, Amélie es una poción mágica; remedio y cura de las tristezas. Es el intento de reflejar eso que somos, nuestra necesidad de confiar en la gente y en un mañana posible.

3.8.07

la muñeca rusa





para Frau Wetz

Eran los años del fin de la gran guerra...los rusos, aunque vencedores, compartían con los derrotados la miseria que los años que la destrucción les habían dejado.
En la rusia roja de Stalin y de Lenin todavía vivían muchas familias alemanas que habían levandado allí su hogar después de que la Emperatriz Caterina la Grande por allá por el 1700 y tantos les ofreciera a los siempre pobres pueblos de Prusia, 100 años libres de impuestos si con sus pocas vacas, gallinas y ovejas echaban raíces en Katerinenburg, no tan lejos de San Petersurg.
Después de la guerra no había quedado nada en pie en Europa sólo millones de muertos sembrados en la vera de los caminos polvorientos; sólo familias desmembradas; sólo inocencia convertida en pronta adultez...
Ya el ser alemán en la Alemania ocupada por rusos, franceces, ingleses y norteamericanos era una gran humillación...pero el pertenercer a una vieja familia alemana en Rusia era mucho peor... los hombres de ascendencia alemana, aunque nacidos en territorio ruso fueron mandados por Stalin como medida de cautela a los campos de concentración siberianos...
Una niña alemana en Rusia, que cada noche se acostaba pidiéndole a Dios que su papá pronto regresará a casa, crecía al amparo de la presencia matriarcal. Una madre y una abuela que susurraban palabras en la prohibida lengua alemana a cinco 5 niños y a su pobreza.
Las mujeres realizaban las labores del campo, no existía manera de transportarse entre pueblo y pueblo, que no fuera por la fuerza de los haraposos zapatos que cubrían aquellos cansados pies.
La niña de escasos cinco años camina largas horas con su abuela para tratar de vender algún lechón el algún pueblo cercano. Un día, de regreso a casa y a un lado del camino la niña encuentra una pequeña muñeca hecha y pintada a mano. A los ojos de una niña que nunca había tenido un juguete, aquella sucia y vieja muñeca brillaba de hermosura. Pidió permiso a su abuela para recogerla y llevarla a casa.
La abuela con la autoridad que le daban la escasez y el orgullo le prohibió recoger aquel juguete. La niña dócilmente obedeció como era debido.
Al llegar a casa, aquella niña se escondió donde más pudo para llorar sus lágrimas de niña por el juguete que nunca tuvo; para llorar sus lágrimas de adulta por el orgullo que le quedaba; para llorar sus lágrimas de pueblo por no tener derecho a serlo; para llorar por lo que hasta el día de hoy no se le es dado olvidar.