Gente.
En la sala de espera una terapia intensiva cualquiera, convergen mundos dispares y sucede el milagro de la comuniòn. Hombres y mujeres se deshacen de sus disfraces de dìa a dìa, se sientan una al lado del otro a mascar silencios o a compartir sus miedos. La presencia convoca fuerzas el espìritu, nos hace hermanos de un mismo bando como en las guerras. Sentimos el dolor o la esperaza del prògimo-pròximo... Entonces, el no saber nos devuelve humanidad y nos lleva a un espacio donde no existen las màscaras, las ataduras de la clase o la dictadura de la imagen.
Soy testigo de otro milagro.
30.6.08
27.6.08
Caracas 2008 / 4
Oraciòn
Pienso en el Dios en quien las madrugadas de domingo merideñas me enseñaron a creer. Lo veo en la fe de los que rezan y en la sonrisa de los que esperan. He pasado la vida ponièndolo a prueba. Hoy como casi siempre, no le pido nada. Espero haga su voluntad. Amèn
Pienso en el Dios en quien las madrugadas de domingo merideñas me enseñaron a creer. Lo veo en la fe de los que rezan y en la sonrisa de los que esperan. He pasado la vida ponièndolo a prueba. Hoy como casi siempre, no le pido nada. Espero haga su voluntad. Amèn
26.6.08
Caracas 2008 / 3
en días infinitos en donde la espera reina y se sienta a mi lado en la sala de un hospital, renuevo la fe; siento el amor; reconozco la solidaridad; valoro las presencias; agradezco tanta humanidad.
18.6.08
Caracas 2008 / 2
Ella está, reconoce y agracede el amor y la presencia de aquellos que en momentos díficiles no se alejan. Ella sabe que en un par de días su vida ya no solamente dependerá de Dios sino de otros. Ella se entrega con los ojos llenos de luz y agradecida. Yo la miro y agradezco poder estar aquí también.
17.6.08
Caracas 2008 / 1
Regreso a casa para ayudar a un corazón enfermo. Vuelo largo e interminable, espacio infinito para los pensamientos, para los recuerdos. Tiempo para reconocer las señales y los miedos.
Preguntas sin respuesta... o quizá certezas que no me atrevo a confesarme.
Preguntas sin respuesta... o quizá certezas que no me atrevo a confesarme.
9.6.08
Los Árboles

Por lo que se gesta, lucha y nace,
por lo que respira, crece y sabe,
por lo que se fue, lo que se va y lo que se queda
por una hoja, una raíz un tronco.
por esos regalos de amigos que a pesar de los pesares lo siguen siendo.
por lo que respira, crece y sabe,
por lo que se fue, lo que se va y lo que se queda
por una hoja, una raíz un tronco.
por esos regalos de amigos que a pesar de los pesares lo siguen siendo.
Los Árboles
Eugenio Montejo
Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los mas viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.
Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
todo en ellos es vago, fragmentario.
hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé que hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo
Eugenio Montejo
Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los mas viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.
Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
todo en ellos es vago, fragmentario.
hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé que hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo
foto: K. Herrling
7.6.08
la gente de mi cuadra

Vivo en una calle que cada día muestra nuevas caras; gente que se muda a mi cuadra y me regala maravillas y presencias. Esa gente que siento y que presiento. La gente de mi cuadra, esa que visita mi casa y deja flores o comparte quejas del alma; la misma me deja los abrazos colgados en el perchero o siembra girasoles en días de lluvia, se toma un té o un café conmigo mientras nos miramos dentro a través del espejo de las palabras.
Cuando hace un año me mudé a la calle del blog y abrí la ventana de mi casa a presencias sin rostro, no me imaginé que a mi lista de amigos de acá o de allá, se añadiría una más, la de esos que quizá no conoceré nunca, pero con los que he construido un puente de comunicación más allá de la mano que se estrecha o del roce cotidiano.
Con el tiempo he aprendido a reconocerlos por sus nombres y sus sombras, puedo sentir sus estados de ánimo y leer sus gestos. No les conozco más cara que la que muestran, pero pasa con todos los amigos, los reales y los virtuales, y a todos nos une el lazo de compartir gustos o pareceres, como también el pensar diferente. Ha sido importante el querer compartir lo que se sabe o se siente, o lo que de repente nos encandila la vista.
Como creo tanto en la palabra, creo también que se puede reconocer la gente por los signos de sus textos como se reconoce el caminar de un amigo.
Al principio cuando me mudé a la calle de blog, me dije: "lo hago porque necesito escribir más, tener una estructura, expresarme en castellano, no lo hago para conocer gente..." pero pasó el tiempo y he conocido y reconocido a muchos y pese a mi reticencia, algunos se me han vuelto imprescindibles, gente a la que con gusto visito. Otros han venido y se han ido como sucede de verdad en la vida real con los amigos y eso también está bien. Así mismo he tenido la suerte de tener de vecinos a algunos de mis queridos de siempre y le eso ha sumado un no sé qué muy lindo a la relación que desde hace años construimos.
Siento que aunque todos estemos en constante cambio, la esencia permanece y las máscaras no son tan fuertes como para no dejarnos ver más allá de ellas el verdadero rostro y el color de alma virtual. Pese a todos lo peros que tenga también ser parte del mundo intangible, decido creer en los que "veo" a través del sonido que dejan sus palabras cuando transitan la calle y se quitan el sombrero para desear los buenos días.
Con esto quiero darles las gracias por tanto contacto y presencia, por tanto reflejo, gente de mi cuadra!
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