
Tengo muy buenos amigos „reales“, esos que conozco „de toda la vida“ y a los que no siempre puedo visitar. Tengo amigos de aquí, de mi tierra adoptiva y tengo amigos allá en donde entrerraron mi ombligo. Tengo amigos a los que escribo cartas a la vieja usanza, porque soy una romántica del papel y del pasado y porque ellos son mi asidero y mi puerto.
Quién hubiera creído lo que los libros de ciencia ficción, esos que leíamos en la adolescencia, decían: que uno podía construir puentes a través de una máquina, que uno podía lograr comunicarse con seres de otra galaxía. Que uno podía tener amigos “vituales“.
Hoy esa comuncación es posible y es tan verdadera, en ocasiones hasta más profunda que la que se efectua con algunos amigos “reales“.
Decidí tener mi blog hace tres años y nunca esperé tener el universo de amigos del “alma“ que ahora tengo. No les conozco personalmente pues vivimos en puntos distantes de este planeta, en galaxias personales quizá distintas. Nunca he oido sus voces y quizá nunca nos veamos, pero los conozco adentro, ahí donde reside el alma. Y es que si los ojos son su espejo, estoy segura que el alma de la gente se puede tocar y conocer a profundidad a través de la palabra escrita.
A mí me pasa como a tí, se me van los días y no he tocado el blog... entonces me siento culpable de ausencia, por no escribir tan amenudo como lo hacía al principio. Por no tener el tiempo de antes para caminar por la calle de mis amigos virtuales, y de casa en casa ir empándome de sus pensamientos, para luego dejar una flor o un abrazo colgado de la ventana.
Sin embargo y pese a lo esporádico de mis visitas y de las pocas alegrías que me da el reloj al dejarme postear mis pareceres, puedo decir que es lindo esto que nos ha dado la fría tegnología, esta posibilidad de humanizar el teclado teniendo a alguien al otro lado, sabiendo que también ha construido un puente, en dirección hacia el otro -ese que también somos - con la sola intención de lograr el encuentro... (parafraseando al tío Cortázar)
Y como no escribimos para que nos lean, sino para encontrarnos, sé que lo seguiremos haciendo al ritmo que el tirano tiempo nos permita. Nos sentaremosen una plaza cualquiera de ese sur o de este norte, nos tomaremos un café o saldremos a caminar la calle describiendo las cosas que nos conmueven de nuestros mundos reales para luego guardarlas en esta caja que nos permite de vez en cuando acercarnos y abrazarnos para que luego emprendamos nuevamente el vuelo.