18 de septiembre de 2009

Llamadas diurnas


- Dígame.
- Hola.
- ¿Otra vez tú?
- Por supuesto, cariño.
- ¿Y qué quieres ahora? - suspira.
- Lo mismo que siempre...
- A mí - le corta- la originalidad no es una de tus virtudes.
- No, no lo es... Dime, ¿cuándo vas a dejarle?
- ¿A quién?
- A ese niño con el que sales -ríe.
- ¿Y cómo sabes tú que salgo con alguien?
- Cielo, con dinero e interés se puede averiguar casi todo, y yo tengo ambas cosas.
- No voy a dejarle y tampoco voy a volver contigo- contesta- ¿podemos dejar esta conversación?
- Tarde o temprano cambiarás de opinión. Sigues siendo mía y lo sabes - susurra meloso- el romanticismo sí es una de mis virtudes y acabarás añorándolo. Nadie te amará como yo. Volverás a mí, porque me necesitas, igual que yo a ti.
- Si me necesitas deberías haberlo pensado antes y haberme tratado mejor, cariño -contesta ella- ahora voy a colgar.
- Está bien, princesa. Adiós.
- Adiós.