30 de marzo de 2017

15 días

Hoy Bebé cumple quince días. Parece una locura que ya haya pasado ese tiempo.
¿Dos semanas que ya no le llevo en mi barriga? ¿Dos semanas tratando de entenderle, de cuidarle, de que no le falte de nada? ¿Dos semanas enamorándome cada día un poco más? ¿Derritiéndome cada vez que sus ojitos me miran? Sí, parece mentira.

Ser madre está siendo igual de precioso que abrumador y extenuante. Mi repertorio emocional abarca tal abanico de sensaciones que aún no me siento demasiado capaz de hablar de ello, de ponerle palabras que lo etiqueten o identifiquen. De organizar de un modo racional este meollo que tengo en la cabeza, supongo que las hormonas y la falta de descanso tampoco ayudan. 

Por otro lado la recuperación física está siendo sorprendente, hoy me han quitado los puntos y todo va viento en popa, nada que ver con lo que me habían contado. Salvo las indicaciones propias de un postoperatorio, mi médico no ha añadido nada más. Dije que hablaría del parto, eso es algo sobre lo que también tengo que pensar, no guardo para nada un buen recuerdo de la experiencia y, si bien creo que me beneficiaría escribir sobre ello y hacer terapia, también creo que ya hay demasiado morbo en cuanto a partos y cesáreas en internet como para sumarme a ello. Ya veremos, cuando mi azotea recupere un poco de orden será el momento de tomar decisiones.

Por ahora solo quiero asegurar que todo va bien, estamos inmersos en pleno proceso de adaptación y creo que, de momento, salimos airosos.

21 de marzo de 2017

Mi pequeño, mi gigante

Bebé ya está aquí.
Nació el pasado miércoles (más adelante ya hablaré de cómo) con un peso pesado de casi cuatro kg y medio. Es muy bueno y precioso, pero claro, yo soy su madre, qué voy a decir... 
Los primeros días están siendo bonitos, complicados y fugaces. No sé cuándo ni cómo pero ya os contaré más.

12 de marzo de 2017

A término

No pensé que diría esto, pero hoy mi embarazo llega a término.
Esta es la semana en la que Bebé debería dejar la seguridad del barrigón para salir al exterior (y por estadística los primogénitos suelen hacerlo al tercer o cuarto día después de cumplir), tanto es así, que el médico dijo que, si no sale por sí solito, el domingo que viene ingresaremos y me provocarán el parto (con lo cual nacerá el lunes o, si la cosa se eterniza, el martes). La idea de la inducción quita todo el romanticismo al parto en sí pero mirándolo por el lado positivo ya tengo una fecha máxima. Ya puedo ir tachando días en el calendario para las tres almohadas que me acompañan en la cama, para los calambres chungos en las piernas, para poder ponerme y quitarme los zapatos sin dejarme la vida en ello, para los ardores, etc. Y, especialmente, ya puedo saber cuándo, como máximo, podré verle.

Sigo tranquila, lo único que me preocupa un poco es que la cosa se haga eterna, varios casos conozco, pero es algo sobre lo que no tengo ningún tipo de control, ni yo ni nadie en realidad, así que, como tantas otras cosas de este proceso, hay que esperar, dejar fluir y ver qué pasa.

7 de marzo de 2017

¿Tic tac?

Pues bien, seguimos a la espera. El viernes había dilatado un centímetro, lo cual es buena señal pero no significa nada en concreto. Por ahora señales de parto no hay, lo que sí comienza a haber es mucha pesadez y un cierto agobio con determinados síntomas cansinos (no dormir bien, dolores extraños e incómodos mareos...). Pero a ver, estoy embarazadísima, no voy a quejarme.

No veo el momento de verle y poder, al fin, ponerle carita, concretar esas cosas que ahora no alcanzo a imaginar, como su naricita, sus orejitas, sus ojitos o la forma de sus labios (que me encantaría heredase de su padre, por cierto). Responder a las tonterías de "a quién se parecerá?" cuando siempre he pensado que los bebés recién nacidos, salvo en muy contadas ocasiones, no se parecen a nadie. Poder acariciar sus manitas y comerme a besos esos pies que ahora siento deslizarse en el costado derecho, por debajo de las costillas.

Los días pasan lentos, no voy a pintarlo mejor de lo que es, NB y yo procuramos entretenernos pero la verdad es que servidora no está para mucho ajetreo. La insistencia externa tampoco ayuda a dejar fluir las cosas y no pensar en ello. Lo que más oigo estos días, en especial de los desconocidos (porque cuando estás embarazada te conviertes en objeto de comentario, eres como un ejemplar al que todos pueden mirar, hacer alusiones y preguntar cosas... al menos no han intentado tocarme la tripa...) es que menudo barrigón, que si ya debo de estar a punto, etc. Y yo sonrío y digo que sí. Lo que no me hace ninguna gracia son las bromas de cierto sector de la familia sobre que "el niño está a gusto y no quiere salir" o algunas amigas que me dicen que "empuje". El niño aún no ha cumplido su embarazo completo así que, si a alguien hace ya dos semanas que le entraron las prisas, no es culpa suya.

Cada día está más cerca, eso sí o sí, así que a relajarnos todos un poco.