30 de junio de 2013
We must bring our own light to the darkness
Despierto y por primera vez en lo que va de semana la realidad no cae sobre mí como una losa (la palabra en la que pienso en realidad es lápida, pero prefiero no usarla por razones obvias), supongo que por fin me voy haciendo a la idea de todo. Es demasiado pronto, son los dichosos pajaritos que cantan al amanecer los que me arrancan del sueño, pero no quiero levantarme así que paso como una hora tumbada, abrazándome a un nórdico que ya no debería estar en la cama -pero es que las noches no deberían ser lo frescas que son- rodeándolo como si fuera el cuerpo de un amante.
Espero el cacareo de mis voces internas pero no empieza, así que intuyéndolas tranquilas, me atrevo a pensar.
Recuento los días que llevo sangrando literal (6) y figuradamente (19), demasiados en ambos casos. Contra lo literal no puedo hacer nada más que esperar y no calentarme la cabeza.
Contra lo figurado... la verdad es que estoy cansada, de verdad, estoy tan cansada... que decido que hoy no. Quizá mañana me tome de nuevo la pena, me sumerja de nuevo en ella, pero este domingo es mío. Así que hay que luchar y si no puedo irme a los mundos de fantasía -cuya puerta (oh shit) parece haberme sido realmente cerrada- lo que me queda es la practicidad absoluta.
Salgo de la cama, tomo mis potingues y me entrego en cuerpo y alma a la tarea de poner orden en mi hogar. Pongo música, de la buena, la que me hace bailar con el aspirador y usar la escoba de micro. Disfruto del simple y reconfortante olor de la ropa recién lavada y el sol cayendo sobre mí mientras la tiendo...
Puede parecer absurdo pero siempre, siempre, cuando mi interior es un caos me sienta bien ordenar mi alrededor, como si ellas fueran haciendo por dentro lo que hago yo por fuera. Mientras yo froto, barro, friego, restriego, mojo, seco, etc mi mente va ordenando el caos que se nos ha formado últimamente: archiva las preguntas sin respuesta, echa Betadine y pone tiritas a las heridas, mete los recuerdos en el cofrecito de los tesoros...
Cuando termino con mi pelotón de limpieza me meto en la cocina. El niño bonito dijo tener antojo y preparo una tortilla de patatas que me hace sentir merecedora de una estrella michelín.
Después de comer subo a la terraza, Ipad en mano, a ceder a la llamada golosa que lleva emitiendo todo el día la tumbona, tentándome a hacer de lagartija. Aunque me pongo a la sombra, no sea que se me caliente la sangre, mejor seguir fresquita que achicharrada.
29 de junio de 2013
Cold dark sea, wrapping its arms around me...
So many words left unsaid,
but I'm all out of breathe.
The sinking man, Of monsters and man.
Mi capacidad para el masoquismo no deja de asombrarme.
Hay una canción que me tortura (que no es esa de arriba), escucharla es como tener una herida que empieza a cerrarse, coger los bordes y estirar para volver a abrirla, rascar con las uñas la costra y arrancarla despacito para ver de nuevo la sangre correr... pero no puedo dejar de hacerlo. No consigo identificar esta necesidad autolesiva con ninguna de mis yos conocidas, quién sabe, quizá haya una loca más habitando mi ya concurrida cabeza. El corazón solo quiere que pare (que pare, que pare, que pare...); la razón lo encuentra un estorbo que vuelve loca a la otra, que entorpece todo lo demás, una molestia exasperante porque no sabe cómo detenerlo; la pelirroja quiere encontrar a esta recién llegada y darle un par de tortas.
No hace mucho me dijo cierto grillo que no creía que yo fuera realmente depresiva, que soy como las adolescentes que dicen que están locas, pero te equivocabas pequeño.
Sí lo soy, mi día a día es como un camino lleno de charcos engañosos, a veces solo metes el pie, se te cuela el agua estancada en el zapato y estás todo el día algo incómoda, a veces esconden un agujero marino abismal que te traga, te absorbe, te revuelve, hasta que crees que te ahogarás.
Lo que pasa es que quiero vivir, tengo esa absurda preferencia y para ello me aferro a cualquier cosa que me alegre y no es difícil, cualquier tontería vale, (la cara de dormido de mi niño las pocas mañanas que le veo, la risa de un bebé, un día nublado, la lluvia, una urraca, una canción, una palabra amable, una sonrisa de un guapo desconocido, una pareja besándose, que me llamen según cómo... Qué sé yo!) pero hay que querer... y a veces... se extiende ante mí un mar de pena, en ocasiones caigo por descuido, aunque otras me lanzo a él de cabeza. Y las olas me marean, me sumergen y buceo buscando la superficie, pero vuelvo a hundirme y, a veces, me gusta quedarme ahí, bajo el agua, lejos de todo. Es tan fácil bucear... conozco tan bien mis aguas profundas y oscuras... y cansa tanto mantenerse a flote... y cuando consigues salir del agua es tan complicado vigilar siempre dónde mete una el pie... así que algunas veces me hago la muerta y floto en la superficie de mi pena, dejo que el agua me meza, disfruto del enfermizo placer del dolor.
Sé que no puedo quedarme ahí o las aguas me harán suya, pero a veces, hay que saborear la tristeza antes de dejarla ir, para poder recordarla cuando te haga falta, para intentar, esta vez, aprender algo. Al menos.
Sí lo soy, mi día a día es como un camino lleno de charcos engañosos, a veces solo metes el pie, se te cuela el agua estancada en el zapato y estás todo el día algo incómoda, a veces esconden un agujero marino abismal que te traga, te absorbe, te revuelve, hasta que crees que te ahogarás.
Lo que pasa es que quiero vivir, tengo esa absurda preferencia y para ello me aferro a cualquier cosa que me alegre y no es difícil, cualquier tontería vale, (la cara de dormido de mi niño las pocas mañanas que le veo, la risa de un bebé, un día nublado, la lluvia, una urraca, una canción, una palabra amable, una sonrisa de un guapo desconocido, una pareja besándose, que me llamen según cómo... Qué sé yo!) pero hay que querer... y a veces... se extiende ante mí un mar de pena, en ocasiones caigo por descuido, aunque otras me lanzo a él de cabeza. Y las olas me marean, me sumergen y buceo buscando la superficie, pero vuelvo a hundirme y, a veces, me gusta quedarme ahí, bajo el agua, lejos de todo. Es tan fácil bucear... conozco tan bien mis aguas profundas y oscuras... y cansa tanto mantenerse a flote... y cuando consigues salir del agua es tan complicado vigilar siempre dónde mete una el pie... así que algunas veces me hago la muerta y floto en la superficie de mi pena, dejo que el agua me meza, disfruto del enfermizo placer del dolor.
Sé que no puedo quedarme ahí o las aguas me harán suya, pero a veces, hay que saborear la tristeza antes de dejarla ir, para poder recordarla cuando te haga falta, para intentar, esta vez, aprender algo. Al menos.
28 de junio de 2013
I knew you were trouble when you walked in, so shame on me now...
A veces no puedes resistirlo, sabes que acabarás mal, pero aún así sigues adelante.
Como cuando sabes que si no dejas de escuchar esa canción acabarás abriendo una puerta que no debes, pues te lleva pidiendo que la llores desde la primera vez que la escuchaste. Pero sigues repitiéndola una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, aferrándote a los bordes de ese agujero en tu costado, tirando de ellos, como si quisieras ver mejor lo que hay dentro y las ideas, todas esas que no te permites, empiezan a fluir en tropel. Y piensas que sabías que te estabas metiendo enterita, que siempre lo supiste, pero aún así no eras capaz de parar por mucho que vieras venir la colisión. En un perfecto ejercicio de ingenuidad guardaste todos los miedos y precauciones (esa bonita cosa llamada sentido común) en algún sitio y te dejaste llevar por el impulso. A pesar de saber bien, muy bien, demasiado bien, que los impulsos no te traen nada bueno. Y los recuerdos, los detalles, los momentos, van desfilando por tu mente y las lágrimas rodando por tus mejillas. Surge una pregunta, que no siempre es la misma y tras ella vienen todas las demás, se agolpan, se entrelazan, se avivan unas a otras, una gran cantidad de preguntas que en realidad se reducen a tan solo una, una que no puedes formular porque fuera cual fuera la respuesta sería letal... y las dudas te asaltan con saña, te muerden, estiran del pelo y arañan, hasta que llega un momento en que ya no estás segura de nada y sucumbes a su peso. Quieres huir, alejarte, echar a correr lejos, pero el problema no está "aquí", el problema eres tú misma.
Así que, con esa certeza, te arrastras de nuevo hasta tu rincón oscuro y lames las heridas, pues sabes que esto solo se cura así, envenenándote con grandes dosis de esta, tu sangre, cargada de dolor.
En la vida lo más triste no es ser desgraciado del todo, sino que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
Hazme caso, no sigas a tus ilusiones.
No atiendas a tus anhelos.
No te dejes guiar por tus sueños.
No quieras volar arropado por tus fantasías.
No confíes en tus deseos.
27 de junio de 2013
Las personas dañadas son peligrosas, porque saben que pueden sobrevivir.
A la gente no le gusta ver la verdad.
Yo creía que era la debilidad, si algún día veían esa parte, la que llora, la que se entristece, la que quiere ver el color de mi sangre decorando la loza del baño (esta especialmente) la que les inquietaría, la que ahuyentaría a algunos.
Pero me he dado cuenta de que la fortaleza les asusta también.
Les gusta que seas fuerte cuando ellos están mal, poder apoyarse en ti, recibir tus consejos, tener tu hombro para llorar, que seques sus lágrimas con delicadeza. Sí, eso les gusta.
Pero cuando eres tú la que "debería hacerlo" y no lo haces, más bien al contrario, te dedicas a animarlos, haces bromas, te ríes de lo que te pasa... les da miedo.
Primero piensan que es una pose "Ficticia siempre haciéndose la dura" y cuchichean entre ellos sobre lo mal que lo debes estar pasando en realidad, pero te observan con disimulo y no te ven flaquear, le preguntan a C y él asegura que estás bien, que ha estado peor él que tú y sus miradas llenas de certeza empiezan a zozobrar y captas algún que otro reojo hacia ti. Entonces hablan contigo, quieren saber, te hacen preguntas (todas inadecuadas, pues solo hay una, una que es la correcta) incluso empiezan a hablar de tu madre y tú respondes y relatas tan tranquila... y ves cómo crece su incomprensión, su aturdimiento.
"Eres muy dura", te dicen y su mirada denota cierta desconfianza. Porque entonces se dan cuenta de que no les necesitas, en verdad no les necesitas y eso les asusta, porque sin necesidad lo tuyo es una elección, les tienes en tu vida porque quieres y eso es peligroso, sin ese apego enfermizo podrías deshacerte de ellos en cualquier momento y entonces lo saben.
La determinación en tus ojos los atemoriza porque no la comprenden.
Deberías estar llorando por los rincones, lamentando tu mala suerte, rasgando tus vestiduras e izando el puño gritando "Oh Dios todo poderoso azotador", pero no, estás ahí (en el sofá, en la cama del hospital, en la consulta del médico, en tu despacho...) tranquila y sonriente y eso les confunde. Deberías haber buscado consuelo en tu hermano y tus cuñadas, haber pedido a tu suegra que te acompañara a hacerte las pruebas (que alguien me explique para qué la necesito para hacerme una radiografía), haber dejado que estuvieran todos allí el día de la biopsia desde primera hora de la mañana, haber llorado en brazos de alguno (o más de uno), haber confesado un tremendo y profundo temor... así hubieran podido decir "Pobre Ficticia... qué mala suerte tiene... ahora tenemos que estar todos con ella", porque eso es lo que necesitan poder sentir pena, apiadarse de ti y como tú no les das motivos para ello, siguen confundidos. Lamiéndose las heridas entre ellos, cuando las que quieren lamer son las tuyas.
Pero lo que no comprenden es que si algo detestas en esta vida es dar pena, te tocó siendo joven y recuerdas con gran desagrado aquellas miradas de compasión, aquellos "pobrecita". Siendo muy pequeña decidiste que, en la medida de lo posible, lo evitarías y, el devenir de tu vida, ha ido corroborando esa idea.
Lo que no entienden es que a mí se me ha enseñado (por las buenas y por las malas) a sacar siempre mis castañas del fuego, a curar mis tripitas rotas. A ser la que da soluciones, no problemas. Y me gusta mi rol. No quiero otro. Porque si te pones en manos de alguien, si te dejas llevar, empiezas a esperar cosas de ellos y, cuando un día dicen "es que no puedo..." la decepción pesa mucho y muy adentro. No sé realmente qué esperaban, bueno, más bien... no sé cómo podían esperar que yo actuara de otra forma. Creo que ahora, algunos, me empiezan a conocer.
También conocido como:
Delirios llamen a un médico,
Madness
Inicio del segundo round
Mi chico, por su lado, sacó otra más acertada para el momento de "la noticia", dijo que era como si Mike Tyson te acertara de lleno en la cara con un gancho de derecha, evidentemente a ti no te queda otra que irte al suelo, K.O. técnico, cuenta hasta diez, fin del combate.
Luego te levantas, poco a poco (o más rápido, cada uno a su velocidad), mareado y aturdido e intentas volver a tu rincón.
Pues lo de hoy ha sido, siguiendo con su comparación, como una bofetada de esas que te giran la cara.
Las noticias no han sido malas. No. No hemos llegado al peor de los casos del que ayer hablaba.
No hace falta otro bocado (de lo cual me alegro aún más, pues hoy me he enterado de las dimensiones del que me sacaron y no me mola nada). El plan de acción (revisiones más seguidas) no ha cambiado demasiado (cada tres meses en vez de cada seis), pero el contexto se ha modificado considerablemente. El bicho, el alien, estaba bastante más avanzado de lo que parecía en principio.
Sigue habiendo sido cogido a tiempo, sí, pero... cuando te lo dicen con todas las letras... resulta un buen bofetón.
Aún así este es solo de los que te hacen llevarte la mano a la mejilla, colorada y caliente por el impacto. Todo está (bastante) bien, eso es lo que importa.
26 de junio de 2013
Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece.
"Sé" (sí, entre comillas porque últimamente no creo ya mucho en mis certezas) que "el peor de los casos" no es ni siquiera algo cercano a "lo peor-peor", pero eso no quita que me preocupe.
Si la cosa hubiera salido mal tiene arreglo, otra operación sencilla, otro bocado y andando. Pero es que eso de ir quitando trocitos a cierto órgano de mi anatomía no me seduce especialmente, por las posibles secuelas, más que nada. Si fuera más mayor, si ya hubiera hecho ciertas cosas en la vida (cosas que quiero hacer, no aún, pero dentro de unos años), no me preocuparía mucho, pero no soy más mayor, no he hecho esas cosas.
Luego, además, está la presión mediática. Cometí el error de decir cuándo me dan los resultados y tengo ahora a tanta gente pendiente de mí que me agobio, también es cierto que a la que me prestan atención dos o tres personas me saturo (yo poco a poco y en dosis moderadas), sé que si es así es porque me quieren y eso es bonito, pero no puedo evitarlo. Tener gente pendiente de mí no me gusta, yo arreglo mis cosas, aprendí a ser autosuficiente y no me va nada mal... así que, la verdad, cuando todos me dicen lo sorprendidos que están, no sé qué esperaban, ¿que me convirtiera en un cachorrito necesitado de atenciones a estas alturas? Me dicen que soy muy dura, algunos me regañan por ser "tan independiente"... pero, ¿cómo voy a ser? Las veces que he intentado dejarme cuidar, que he dependido de alguien para algo, no me han salido precisamente bien.
El problema de que la gente te preste atención es, por ejemplo, tener que hacer una serie de llamadas cuando llegue a casa. Si todo va súper bien pues vale, daré el parte de guerra a todos los observadores de los países aliados, pero... ¿y si no va todo bien?
Entonces no voy a querer hablar con nadie, como mucho querré esconderme en los brazos de mi chico y ni siquiera estoy segura de eso. No se me da bien compartir las cargas con nadie, creo que eso ha quedado más que claro. No me gusta hacerlo.
Y ya sé que seguramente todo irá bien, pero ahora mismo estamos a un 50% tanto del sí como del no, así que... prefiero plantearme esa posibilidad, siempre me he puesto en lo peor y me ha ido bien. Imagino el peor escenario posible, me preparo para ello, busco soluciones si no las sé y si algo no tiene solución asumo que me tendré que resignar y me voy preparando para el golpe. Por eso sé que, en este caso, lo peor no es tampoco para morirse, nunca mejor dicho.
También es cierto que llevarte "un susto" el día anterior a la visita... como que no anima. Preocupa y toca la moral, más que nada...
Bueno, menos de 24h me separan del veredicto.
Repetid conmigo niños "Suerte, Ficticia".
25 de junio de 2013
Un pasado roto no es nada. Al final te das cuenta de que nunca estuvo entero del todo.
Hay que aprender a dejar ir, a no aferrarse.
Es difícil. Ya hablé mucho sobre esto en la "época de las mariposas".
Puedes saber que todo se acaba, que no hay que apegarse en exceso a nada pues todo se termina tarde o temprano y hay cosas que ya desde su comienzo están condenadas al fracaso (relaciones, amistades, trabajos...), pero aún así, es sumamente difícil no aferrarse a aquello que nos hace felices. Y es que no es fácil ser feliz.
O no lo es para mí.
Tengo mis momentos, claro, si no ya habría pintado las paredes de suicidio, como dice el poeta decadente. Tengo instantes en los que siento una verdadera paz y tranquilidad, en que un agradable calorcito se forma en mi estómago y se expande por mi pecho haciéndome coger aire y, a veces, creo que voy a estallar. Pero son efímeros. Son pocos (aunque me mantengan viva). Lo que suele habitar mi estómago es un peso o un vacío, la combinación de ambos.
Por eso cuando algo me hace feliz me agarro con uñas y dientes a ello. Olvido lo mucho que duele cuando algo se rompe, cuando alguien se va, que yo no sé olvidar a nadie, que una vez dejo a alguien "entrar" estoy condenada de por vida. O no lo olvido pero como sigo siendo una ilusa, quiero creer que es posible, que no pasa nada... cuando en verdad no lo es. Y luego todo llega y todo es caos.
Pero la única solución está en mí. En todo esto que ya sabía y lo nuevo aprendido.
Así que hoy, recordándolo todo, dejo ir.
Cierro los ojos, siento el viento agitando y revolviendo mi pelo y te dejo ir.
Dejo que el aire se lleve esta pena y todo aquello -que no es poco- que te llevas de mí.
Me quedo con los buenos recuerdos, lo que compartimos, con todo lo que me diste. Los atesoraré por siempre, pues son y siempre serán, pequeñas piedras preciosas.
Susurro una palabra de agradecimiento y al respirar hondo, mi rara avis, te dejo volar.
También conocido como:
folie à deux,
I've been dying
24 de junio de 2013
Hoy voy a emprender la recuperación de tanta copa rota, tanta nota de desesperación.
In my scarecrow dreams
When they smash my heart into smithereens
I'll be a bright red rose combusting the concrete
I'll be a bright red rose combusting the concrete
Quizá no sea lo más adulto.
Ni lo más maduro.
Ni lo más pragmático.
Ni lo más racional.
Pero, ¿sabes qué te digo?
No quiero ser gris.
Yo prefiero brillar.
23 de junio de 2013
Eres muy dura
He oído infinidad de veces esa expresión y últimamente más, con verdadero asombro me miran mis familiares, una lo dice, el resto asienten con expresión fascinada y me explican cuán sorprendidos están por mi entereza, cómo han hablado de lo raro que resultaba que yo estuviera animándolos a ellos cuando deberían animarme ellos a mí, entre otras cosas.
También estoy acostumbrada a esa mirada, esa de "eres rara", "no eres como nosotros". Esa que antes me dolía, me hacía daño, cuando era más joven. Esa que ahora me obliga a reprimir la risa, que me hace pensar qué tal se estará en mi planeta.
Sí, tienen razón, soy muy dura. Para algunas cosas.
Para otras soy muy débil. Mucho.
Y cuando las cosas me pueden salgo corriendo. Huyo de la realidad, me refugio en mis fantasías, en esos universos ficticios que creo con tanta facilidad.
El problema está en que cedí esa... "responsabilidad" y ahora no sé, es como cuando estás un tiempo conduciendo un coche automático, luego cuesta volver al manual... hay quien no lo consigue.
He perdido esa capacidad, cuando pretendo divagar mi mente solo me lleva a ese jardín congelado y me siento vacía, yerma.
Así que, sintiéndome caer, me he dado un paseo por los blogs que suelo leer, buscando algo a lo que aferrarme, pero todos me duelen. No sé si es el humor general, dicen que la luna está más cerca de lo habitual, quizá es por eso... o si soy yo, que todo lo transformo en una pequeña espina que se clava en mi corazón, dejándolo con aspecto de muñeco de voodoo.
Por suerte he tenido una terrible y maravillosa conversación esta tarde que no me hace sentir menos estúpida, pero sí un poco menos sola. Así que, a falta de algo mejor, me voy a ese rincón oscuro compartido, me acurruco junto a mi hada madrina y me dedico a arrancarme la costra de las heridas, duele, sí, pero son mías, eso nadie puede negármelo, nadie puede quitármelo. No importa si este dolor no es adecuado, si no es legítimo, si no debería. Nos rodean las mariposas, las mías parecen haberle cogido gusto a mi sangre y vienen a morderme de vez en cuando. No me molesto en espantarlas, a ratos pienso que debería mantenerlas siempre así, mordiéndome de vez en cuando, para que nunca se me olvide. Quizá ahí radique el secreto para no caer en los mismos errores, para no ser débil y caer de nuevo, nunca.
También conocido como:
Delirios llamen a un médico,
I've been dying,
Papallones,
Verdades
Qué más da? Si todo es mentira! Qué más da? Deja que me ría!
No soy una gran fan de Alaska, pero esta canción es muy grande.
No tengo demasiados frentes abiertos.
No estoy enferma.
No me va creciendo un peso en el estómago conforme pasan los días.
No tengo miedo.
No me va creciendo un peso en el estómago conforme pasan los días.
No tengo miedo.
No odio las frases hechas ni los convencionalismos.
No hay problemas en mi empresa.
No hay problemas en mi empresa.
No está mi trabajo pendiente de un hilo.
No me han roto el corazón.
No tengo que aniquilar a una parte de mí y no sé cómo hacerlo.
No he hecho idioteces.
No he cometido errores.
No he cometido errores.
No quise volar.
No he descubierto que el hielo puede quemar más que el fuego.
No hay canciones que ya no voy a poder escuchar nunca más.
No siento que he dicho cosas que jamás debería haber dicho.
No estoy escondiendo la cabeza como una avestruz.
No hay cosas "tontas" que me parecen verdaderas crueldades.
No tengo un millón de preguntas que no puedo formular.
No tengo un caos mental respecto a otras.
No sigo siendo dependiente.
No me siento ruín.
No he cerrado los ojos a todo cuanto sé.
No estoy pagando ahora las consecuencias.
No voy a poder con esto como con todo lo demás.
También conocido como:
Delirios llamen a un médico,
Madness,
Music on - world off
I'm not a princess, this ain't a fairytale
Cómo no pude darme cuenta
que hay ascensores prohibidos,
que hay pecados compartidos,
y que tú estabas tan cerca.
Zahara, Con las ganas.
También conocido como:
folie à deux,
I've been dying,
Music on - world off,
Verdades
22 de junio de 2013
Mein herz brent, o cómo entrar en bucle...
...con dos versiones de la misma canción.
Mi nueva tortura favorita.
Esta me parte en dos,
me arrastra por los pelos,
me patea el estómago.
La llama que aviva el fuego.
Esta me hace arder, sí como el corazón del que habla,
hace que un calor se encienda en la parte baja de mi estómago,
algo que solo puede ser rabia.
Esta me hace arder, sí como el corazón del que habla,
hace que un calor se encienda en la parte baja de mi estómago,
algo que solo puede ser rabia.
Me fascina tanto la escena en que Tild se arranca el corazón y se lo come que me preocupa.
Pero bueno... ¿quién no ha querido poder hacer eso en algún momento de su vida?
Nada más adecuado para estos estados dicotómicos en los que me muevo.
Letra y traducción, hier.
También conocido como:
I've been dying,
Music on - world off,
Pelirroja
21 de junio de 2013
It's not right, but's ok
Ahora no puedo permitirme esto.
No puedo cargar conmigo esta desgana, esta apatía, este dolor.
No puedo porque todos están demasiado atentos a todo cuánto hago.
No puedo porque es sumamente injusto para ellos, para los que están dando el callo conmigo, es de un desagradecido que no me soporto. Cuando tienes a gente preocupándose por ti, pendientes de ti, no puedes andar vagando como alma en pena, ni siquiera tras la máscara. Porque aunque ellos no lo sepan tú sí y me parece tan sumamente egoísta que me repatea. No puedo permitirme estar ausente. No, no puedo ceder al egoísmo del dolor, da igual cuánto me duela. Da igual si es legítimo, no importa, me lo voy a tragar y lo voy a digerir, r a p i d i t o.
Tampoco me lo puedo permitir por mí, es curioso como alguien puede decirte todo el tiempo que te concentres en estar bien, en recuperarte, en ponerte bien y, a la vez y sin querer, darte el único motivo de "estrés" de estos días, salvando lo evidente. ¿Cómo era aquella frase? El camino al infierno está sembrado de buenas intenciones? Algo así.
Pero bueno, volvamos a mí -es curioso lo fácil que me resulta irme de tema- que no, que ahora no puedo estar triste, ni dolida, ni nerviosa. Ahora tengo que ser una balsa de aceite y, como mucho, permitirme cierto temor ante este bicho que se ha metido en mi cuerpo, pero tampoco demasiado, que eso le da fuerzas.
Así que no, no voy a obcecarme, a veces las cosas no salen como una quiere, a veces eso te parte el corazón. Pero siempre tienes dos opciones: revolcarte en la mierda, rebozarte bien en el dolor y macerarte bien en esa salsa nada saludable, o bien, aprender (a tortas, sí, pero aprender).
Quizá no extraiga la mejor lección, quizá otro se tire de los pelos ante mi planteamiento, pero esto es lo que hay.
No puedo cargar conmigo esta desgana, esta apatía, este dolor.
No puedo porque todos están demasiado atentos a todo cuánto hago.
No puedo porque es sumamente injusto para ellos, para los que están dando el callo conmigo, es de un desagradecido que no me soporto. Cuando tienes a gente preocupándose por ti, pendientes de ti, no puedes andar vagando como alma en pena, ni siquiera tras la máscara. Porque aunque ellos no lo sepan tú sí y me parece tan sumamente egoísta que me repatea. No puedo permitirme estar ausente. No, no puedo ceder al egoísmo del dolor, da igual cuánto me duela. Da igual si es legítimo, no importa, me lo voy a tragar y lo voy a digerir, r a p i d i t o.
Tampoco me lo puedo permitir por mí, es curioso como alguien puede decirte todo el tiempo que te concentres en estar bien, en recuperarte, en ponerte bien y, a la vez y sin querer, darte el único motivo de "estrés" de estos días, salvando lo evidente. ¿Cómo era aquella frase? El camino al infierno está sembrado de buenas intenciones? Algo así.
Pero bueno, volvamos a mí -es curioso lo fácil que me resulta irme de tema- que no, que ahora no puedo estar triste, ni dolida, ni nerviosa. Ahora tengo que ser una balsa de aceite y, como mucho, permitirme cierto temor ante este bicho que se ha metido en mi cuerpo, pero tampoco demasiado, que eso le da fuerzas.
Así que no, no voy a obcecarme, a veces las cosas no salen como una quiere, a veces eso te parte el corazón. Pero siempre tienes dos opciones: revolcarte en la mierda, rebozarte bien en el dolor y macerarte bien en esa salsa nada saludable, o bien, aprender (a tortas, sí, pero aprender).
Quizá no extraiga la mejor lección, quizá otro se tire de los pelos ante mi planteamiento, pero esto es lo que hay.
Tengo que meter todo eso en una caja, subirla al desván y obviarla.
Sé que se pudrirá, que tarde o temprano empezará a apestar y tendré que prestarle atención, que sólo estoy dándole la patada al problema durante un tiempo, pero ahora no puedo y no debo, y no importa cuánto duela, no importan las dudas, el sentimiento de absurdidad ni todo lo que esto trae en el pack, todo eso da igual. No es la reacción más adulta ya lo sé, pero es lo que tengo. Cogeré esa parte de mí, esa desolada, que no sabe dónde meterse, la meteré en el jardín helado de las mariposas que, al fin y al cabo, era su lugar y ahí la dejaré. No sé qué pasará con ella, por ahora con que se enfríe un poco y dejar de oír sus gritos, me conformo.
Me pongo en manos de la razón, cerramos cámaras acorazadas, excavamos trincheras, alzamos muros de contención y se acabó.
También conocido como:
I've been dying,
trastorno disociativo de la personalidad
20 de junio de 2013
Resumiendo: que tengo un cajón de la marca Pandora.
Despierto, la realidad cae sobre mí como un jarro de agua fría.
"Esto tiene que ser una broma", me digo ilusa, pero dos voces en mi cabeza se apresuran a no dejarme en la duda: "Ojalá lo fuera", dice una con tono quejumbroso, "Ya te gustaría a ti", dice la otra no muy amable.
Me meto en el coche y pongo en marcha el plan antidepresión. Busco música contundente en el Ipod, bajo las ventanillas a la que me meto en la autopista y piso el acelerador (un consejo para que el plan antidepre no se convierta en un amasijo de hierro que contenga tus restos espachurrados es hacerlo a horas en las que realmente hay algo de tráfico, para que, aunque corras, no puedas en realidad correr). Grupos como Limp bizkit (Rollin'), Linkin park (Runaway) y Rammstein (Ich tu dir weh) me acompañan hasta el trabajo.
Llego en un estado aceptable a la oficina e incluso aparco rápido en un hueco donde me asombra haber metido el coche, pero conforme avanza el día todo se va torciendo, mi jefe se va cabreando y la cosa culmina en una bronca del copón que me pega a mí (respecto a algo que se coció mientras yo no estaba y de lo que no tengo ni idea) mientras mis compañeras callan y agachan la cabeza haciéndose las suecas. Genial. Tomo nota.
Salgo tarde, muy tarde. El niño bonito no está, ha salido. Bien... me apetece estar sola.
El plan para la noche era sencillo: una botella de vino y yo. Pero tal desgana se adueña de mí mientras vuelvo a casa que ni la semi inconsciencia del alcohol me apetece. No valgo ni para decadente.
Me obligo a preparar algo de cena y a comérmelo. Tonteo con la idea de no hacerlo, pero hay viejos monstruos a los que es mejor no despertar ni un poquito.
Quiero llorar, quiero berrear y patalear, pero no puedo, hoy que podría, no puedo.
Leo y releo palabras... como si eso pudiera cambiarlas, modificarlas, erosionarlas, como hacen el agua y el viento con las rocas más duras. Pero no, siguen ahí, imperturbables. Borro otras que fueron escritas en otra vida, por otra mujer que yo ya no soy, esperando su momento... uno que nunca llegará. Así que les ahorro el suplicio de la podredumbre y la corrosión.
Y cada vez me siento más imbécil y absurda.
Si pudiera enfadarme todo sería más fácil, pero no, no puedo y quizá eso sea lo verdaderamente terrible. Aunque bueno, ¿a quién le importa?
También conocido como:
I've been dying,
Monsters are real,
Music on - world off
19 de junio de 2013
Lo bello no es más que el comienzo de lo terrible.
Hoy he liberado a las mariposas. No puedo seguir cuidando de ellas. Ya no.
Sé que es injusto, las creé yo y ahora las mando al mundo a valerse por sí mismas, pobres e ingenuos bichillos... pero sé que, si las mantengo, es cuestión de tiempo -y no mucho- que mi razón se arme con una cosa de esas de mimbre trenzado (no sé cómo se llaman ni tengo ganas de buscarlo) que sirven para sacudir las alfombras y se dedique a jugar a tenis con ellas.
Así que no, antes de presenciar una masacre, prefiero que se marchen.
Quizá algún día vuelvan, no lo sé, pero ahora lo mejor para ellas es estar lejos de
Puede que no sea el mejor momento... no, no lo es. Estoy demasiado vulnerable, pero lo que hace que sea realmente pésimo es lo pendiente que está todo el mundo de mí estos días. Hace tres semanas esto no hubiera pasado de "otro bajón de F", pero ahora hay demasiados ojos pendientes de los míos, demasiados oídos atentos a lo que digo (y a lo que no digo). Eso complica la tarea de hacer que la máscara resulte convincente, pero son años de experiencia, supongo que algo lograré.
Es curioso lo dura y fuerte que puedo ser para algunas cosas, pero lo frágil e inepta que me vuelvo para otras. Pero no me engaño, tan solo es culpa mía, por perseguir quimeras, por querer creer en cosas que la vida ya me mostró en algún momento que no podían ser.
Lo realmente jodido es no poder estar sola. Necesitar tanto un rato para mí... para llorar, para chillar, para quedarme mirando a la pared si es lo que me apetece, para repetirme una y otra vez lo estúpida que soy... no lo sé. Pero no poder. Aunque no pasa nada, solo son unas veinte horas más. Mañana tendré la noche para mí. Mañana F, mañana. Coge esa palabra que hace unos días se te clavó como una daga y repítela como un mantra. Mañana.
Apostillo al cabo de una hora: Necesito una copa de vino. Mañana seré un sapo.
18 de junio de 2013
Operación! Saca un huesito y el corazón! Demuestra que eres el mejor doctor!
Mi chico y yo llegamos a la clínica, al salir del parking vemos una puerta que dice "Anatomía patológica y citología" me río y le digo "Mira, aquí van a traer mi cacho", él me mira con cara de que he perdido la cabeza pero acaba por reírse también.
En menos una hora tengo habitación, me han tomado constantes y aparece el celador para llevarme con él.
Me tumbo, vestida solo con esa horrible bata de papel azul marino que mi niño bonito se ha afanado en atar adecuadamente para que no se me vea el pompis (jajajaja). Alargo una mano hacia él que se inclina sobre mí y susurra en mis labios "Vamos bella, que esto ya se acaba".
El celador se me lleva, descendemos por las entrañas del edificio, me marea la camilla, recuerdo que mi madre siempre decía que las camillas marean, charla tonta sobre mis nervios (versión oficial: "bueno, no mucho, solo que a nadie le gusta pasar por quirófano, ya sabes", realidad: mis yos jugando a voleibol con una granada de fragmentación).
Me mete en quirófano, una mujer súper agradable me empieza a hacer preguntas: la anestesista. El celador se va, tres enfermeras pululan alrededor haciendo cosas. Todas son sumamente amables. Van vestidas de verde con pañuelos de colores estrafalarios en la cabeza y mascarillas. Podría resultar grotesco pero me siento extrañamente bien. Mientras me ponen la vía (au) llega mi médico, primera sonrisa sincera que se pinta en mi cara. No puedo evitar pensar que realmente se parece al Sr. Burns. La anestesista me dice que me voy a sentir algo "ida". Me preguntan cosas como quién está arriba ("mi novio"), si estoy nerviosa ("un poco"), si ya me habían operado alguna vez ("una, nada grave"). El cacharro digno de película de terror que hay sobre mi cabeza (pienso en American Horror Story II, al verlo) empieza a tener ocho focos en vez de cuatro, creo que digo algo como que se me está empezando a ir la cabeza y alguien se ríe. Me colocan, piernas arriba, culo más abajo ("joder, qué difícil es moverse mientras los focos danzan"), pienso que tengo a cuatro desconocidos ("quién es ese hombre bajito?") viéndome los encantos, como diría mi querida E y me entra la risa. Fundido a negro.
Oigo llorar a un bebé. (Cómo?) Berrea con insistencia. (Qué?) Abro los ojos, mi mente narcotizada no procesa. Estoy sola en una habitación, tengo un tubo enganchado al brazo, alargo la mano para darle la vuelta a la bolsa que cuelga sobre mi cabeza: Enatium, bien, mi droga favorita. Miro alrededor, el bebé se calla. Mis neuronas se esfuerzan: me intervenían en una sala de partos, por eso llora un bebé, en alguna otra, o quizá en la misma, acaba de nacer un renacuajo. Me duermo. Trato de reflotar y me pongo triste y lloro, no sé porqué, las anestesias siempre me hacen llorar, pero otro bebé se echa a llorar y dejo de hacerlo yo. No me duele nada, todo está bien y a mi alrededor están naciendo niños. Sonrío y entra una enfermera, creo que es una de las de antes, pero sin mascarilla, sonríe y dice algo, pero me vuelvo a dormir. Cuando vuelvo a la consciencia veo pasar una enferma con un bulto entre los brazos, un bebé. Al rato vuelve la enfermera, me quita el tubo y se lleva la bolsa. Cierro los ojos y me duermo. Aparece el celador "Nos vamos", le sonrío. Le pregunto la hora pero cuando me la da, no soy capaz de calcular el tiempo que llevo abajo. Los hace salir de la habitación, veo pasar a mi chico ("Cari...", digo), mi hermano me saluda con esa palabra suya sin sentido ("Big...", respondo), mi suegra me da un beso, mi suegro no dice nada pero sonríe. Me instalan y los dejan entrar.
Entra solo mi chico, luego me entero que mi hermano ha dicho que "nos dejaran un momento", ¿no es genial?
Lo abrazo, sonrío aún medio drogada, lo interrogo ("Has estado mucho solo?", "Cómo está mi hermano?","Has llamado a mi padre?","Ha venido el médico?"), mientras él intenta saber cómo estoy, desiste, contesta a mis preguntas mientras le doy besos y luego le digo que estoy bien.
Entran los demás, me dan besos, me miman y yo atiendo a todo felizmente drogada. Mi hermano se mete conmigo disimulando mal la preocupación, está molesto con mi médico porque ha subido, sí, pero ha dicho que lo llame yo por la tarde, no ha soltado más prenda que "todo ha ido bien", yo me río, me encanta, le digo que así ha de ser y me fulmina con la mirada. Ellos también creen que se parece al Sr. Burns.
Llega mi padre. Sé que está más tranquilo nada más verle, me coge de una mano y no me suelta en todo el rato. No puedo dejar de tocarlo, no tengo muy claro quién mima a quién.
También viene N, uno de esos amigos de C que desdibuja la frontera entre familia y amistad.
En poco rato dejo de estar grogui y veo cómo me miran, así que hago bromas y me río de todo. Se van relajando, me meten bronca por no haber dicho nada antes, yo sigo en mis trece y hago piña con mi chico. Se lo explicamos todo otra vez, hablan de sus reacciones, del susto. ¿Terapia de grupo?
De vez en cuando viene una enfermera y los echa a todos. Me mira, me da instrucciones y previene de ciertas cosas. Antes de tiempo me quiero levantar, vienen dos enfermeras, por si acaso me mareo, les hacen gracia mis prisas y yo les digo finamente que es que tengo que ir al baño. Anestesia desechada, genial. Me dan agua y un zumo. "Si sigues así a la una te vas", gloria para mis oídos. A las doce estoy atrapada de estar en la cama, necesito moverme, pero tengo a seis personas dispuestas a impedírmelo. Aguanto el tipo, me empiezo a amodorrar. De vez en cuando me preguntan si me duele, no. Todos están sorprendidos por mi estado. Yo me río internamente, ¿qué esperaban?
A la una y algo viene la enfermera, todos fuera, me dan el alta (Bien!), últimas advertencias, me quita la vía (ags!). A casa. Fin del primer round.
También conocido como:
Fragmentos de vida,
L.O.V.E,
Madness
16 de junio de 2013
Hay que saber cuándo pelear y cuándo no.
A veces lo único que puedes hacer es coger todo lo malo: los nervios, la decepción, el dolor, la preocupación, la rabia... todas esas cosas negativas, meterlas en una caja, envasarlas al vacío y dejarlas en un rincón oscuro donde poder ignorarlas hasta otro momento mejor que este.
Porque ahora lo que necesitas es estar bien, estar positiva, tranquila y relajada. Más hoy que nunca (bueno, quizá mañana).
Porque sabes que si ahora metes la mano en esa caja e intentas arreglar alguno de esos rotos y desaguisados, se te van a comer. Poquito a poco descompondrán tu piel, carne, músculos, tendones y luego los huesos también. Así que no, no puedo ahora. En este momento no soy lo bastante fuerte para enfrentarme a algunas cosas. Sé que hay algunas contra las que no podré luchar nunca, porque hay cosas contra las que simplemente no se puede luchar. No puedo preservar a mi padre del dolor del mundo, no, no puedo meterle en un bote de cristal y mantenerle a salvo de esta puta vida que se empeña en hacerlo sufrir, así que lo único que puedo hacer al respecto es estar bien, hacer que vea lo bien que estoy, que entienda que no, esto no es lo mismo (no del todo) que le pasó a mi madre, que no, no se está repitiendo la historia. Que no tiene que temer por mí.
Y puedo llorar en brazos de mi chico o puedo contarle mis penas a un buen amigo, pero en el fondo esas cosas asquerosas seguirán en la caja, esperándome.
Bien, ya nos veremos las caras, pero no, esta noche no.
15 de junio de 2013
Le chat noir
Mi gatito negro salta de tejado en tejado. Corretea por las azoteas de la ciudad hasta llegar a mi sitio favorito. Esta roca del espigón, la que más se adentra en el mar, desde la que solo vemos esa gran masa negra ribeteada de plata allí donde la luna se refleja. Nos gusta sentarnos de noche a verla, escuchar el ir y venir de las olas contra la arena y filosofar. Sí, claro, los gatos negros también filosofamos.
En verdad estamos muy lejos para un paseo nocturno, pero esto es magia y ella no entiende de distancias. A veces soy yo la que va allí y nos encaramamos a la rama de un árbol de su jardín, no tenemos el mar con su olor a sal, pero se ven muchas más estrellas que aquí y hay grillos que cantan a la noche, con su bonito cri-cri.
Hoy, como últimamente está en plan sabio culturizándome en artes milenarias, lleva una especie de gafas redondas de bibliotecario y creo que los bigotes se le han tintado de gris. Me mira con sus claros ojos verdes con suspicacia. Ronroneo y froto mi cabeza contra su cuello para que deje de inspeccionarme. Se ríe y se sienta a mi lado enroscando la larga cola negra entorno a sus patas. Tiene la punta chamuscada, frunzo mi ceño gatuno y hago el amago de arañársela.
"¿Quieres que te cuente una cosa?", me dice, como siempre.
"Claro", le digo yo divertida y me relata una de sus disparatadas historias. Mi gatito tiende a meter el hocico donde no debe y ya ha perdido más de un bigote por exceso de curiosidad, pero es que es un gato! Qué le va a hacer?
Me cuenta historias, bonitas, tiernas, divertidas y otras que me sonrojan (y eso que conmigo siempre es un gatito bueno) y me hacen reír.
Me regaña por mi relación idílica con la razón y mi atesorada coraza de miedos.
Me cuenta una infinidad de cosas distintas que desconozco completamente. Mil veces le digo que no, que no pasa nada, que no es un pesado y que no, que no me molesta... pero él sigue, erre que erre, con su bendita prudencia.
Debatimos sobre la adecuación de ciertos comportamientos. Hablamos de cosas raras o de potingues y brebajes como si fuéramos los gatos de dos brujas de verdad.
Le cuento secretos a medias y me tapo la cara con la cola avergonzada, me la aparta y sonríe. Hablamos de aferramientos absurdos, de importancias relativas. Me aconseja (mucho) siempre sin juzgarme, recordándome lo importante cuando a mí se me olvida.
Se ríe y yo lo imitio por inercia, contigiada por esa risa de duendecillo que tiene.
Cuando menos me lo espero coge y me tira de la cola, haciéndome las preguntas que nadie más me hace, las que dan en la diana siempre, sí o sí.
Me habla de esa forma que me gusta, llamando a las cosas por su nombre, sin miedo a que me rompa o me desmorone en mil trocitos de cristal. Cada día me dice que todo va a ir bien, por si acaso a mí se me olvida.
Respeta mis límites, cuando le cuento algo a medias, dibujando una línea con mi pata de "hasta aquí" se ríe, entorna los ojos como diciendo que dejarle imaginar será peor, pero no pregunta más.
Aún seguimos sorprendiéndonos con lo parecidos que somos y las inquietantes coincidencias de nuestras vidas mininas.
Muchas veces, mientras él sigue lleno de energía contándome vete a saber qué, yo acabo tumbada, con el hocico apoyado en las patas y los ojillos cerrandose de sueño. Sin duda él es un bicho más nocturno que yo. Cuando se da cuenta (a menudo porque pierdo un poco la coherencia) me da un besito entre las orejas y me manda a dormir.
La realidad no existe. Todo es real, todo es mentira.
A veces las personas creen que saben lo que es lo mejor para ti, sobre todo cuando son mayores que tú, o tienen la sensación de que deben cuidarte, cuando sienten cierta responsabilidad hacia tu persona. Eso, a menudo, suele significar que alguien te quiere. Pero que te quiera y que crea saber lo que es más adecuado, no significa que tenga razón, que no se equivoque.
Creía que a partir de ciertas edades, y teniendo en cuenta como soy, ya no me iba a encontrar en esta tesitura. Pero cuando alguien te siente vulnerable, por ti, por tu comportamiento, por tu relación con él/ella o por tus circunstancias, he visto que sí, vuelves a encontrate con eso. No importa lo madura que seas, lo cabal y racional, lo entera que te muestres (que estés), como te crean vulnerable te convertirás a sus ojos en una cría que necesita que le digan qué es lo mejor. (Primera lección)
A veces las personas no pueden ser lo que tú necesitas.
A pesar de que emplees esa asertividad de la que no sueles disponer y lo pidas claramente. A veces, simplemente, no pueden... o no quieren. En otras ocasiones lo que tú necesitas y lo que otra persona necesita choca completamente. En esos momentos o la cosa se rompe o uno de los dos cede. La mayoría de la gente barre para casa e impone su necesidad. Tú, como siempre, te adaptas. Sea cual sea la consecuencia para ti. Otro quizá se enfadaría, montaría en cólera, exigiría, pero no, tú no. Cuesta, puesto que, a pesar de todo, de todo lo vivido y aprendido, pareces seguir siendo incapaz de no generar ciertas expectativas, pero no puedes obligar a alguien a darte algo que no quiere, así que no te queda otra que la resignación, que acatar y adaptarte.
Puede que sufras, los desencantos siempre causan dolor. Que una daga se hunda en tu piel y te vaya desangrando poco a poco, dejándote fría y entumecida.
Puede que no lo comprendas. Puede que tengas miles de dudas. Puede que empieces a pensar que siempre has estado equivocada. Puede que en verdad no sepas nada de la vida. Puede que, después de todo, sigas siendo aquella cría estúpida. (Seguna lección)
Puede que tengas tal infinidad de posibilidades que podrías llenar veinte párrafos de hipótesis, ideas y conjeturas, pero puede, sobre todo, que en verdad no importe, que no tenga sentido. (Tercera lección)
Puede que tengas tal infinidad de posibilidades que podrías llenar veinte párrafos de hipótesis, ideas y conjeturas, pero puede, sobre todo, que en verdad no importe, que no tenga sentido. (Tercera lección)
También conocido como:
Delirios llamen a un médico,
I've been dying,
Madness,
Note to self
13 de junio de 2013
Quiero decir que en el miedo siempre hay algo nuevo.
Ver como si estuviera presente el cuadro en casa de mis cuñados.
Sentir el miedo en el silencio de mi hermano.
Tratar de hacerme entender en el shock de mi suegra.
Pero lo peor, lo peor, ver la profunda tristeza en los ojos de mi padre. Que por un instante se pasara las manos por la cara y sentir la punzada de pánico ante la posibilidad de verle llorar. La cara de miedo de C al ver ese gesto de mi progenitor.
No siento alivio al compartir mi carga. Ninguno.
Siento como si mi explosión nuclear de la semana pasada se hubiera convertido en un hongo, una nube replegada sobre sí misma que ahora se desliza, ligeramente, casi ingrávida, con lentitud, con calma, esperando a disiparse, mientras que la onda expansiva ha empezado a propagarse destrozándolo todo a su paso, sembrando el caos y desbarajustando la vida de mis seres queridos.
12 de junio de 2013
Oh no, what's this? A spider web and I'm caught in the middle...
Trouble -Coldplay-
Oh no, I see
A spider web it's tangled up with me
And I lost my head
The thought of all the stupid things I said
Oh no, what's this?
A spider web and I'm caught in the middle
So I turned to run
The thought of all the stupid things I've done
I never meant to cause you trouble
I never meant to do you wrong
Well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm
Oh no, I see
A spider web and it's me in the middle
So I twist and turn
Here am I in my little bubble
Singing out:
I never meant to cause you trouble
I never meant to do you wrong
Well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm
They spun a web for me
They spun a web for me
They spun a web for me
A spider web it's tangled up with me
And I lost my head
The thought of all the stupid things I said
Oh no, what's this?
A spider web and I'm caught in the middle
So I turned to run
The thought of all the stupid things I've done
I never meant to cause you trouble
I never meant to do you wrong
Well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm
Oh no, I see
A spider web and it's me in the middle
So I twist and turn
Here am I in my little bubble
Singing out:
I never meant to cause you trouble
I never meant to do you wrong
Well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm
They spun a web for me
They spun a web for me
They spun a web for me
Letra y traducción aquí.
Me encanta la imagen de la tela de araña, que te atrapa enredándote en las cosas que has dicho, las estupideces que has hecho... y es que a veces es legítimo sentirse imbécil y absurdo... a veces todo encaja hasta que deja de hacerlo y entonces no eres más que un pequeño insecto liado en sus propias tonterías, sin poder salir de la trampa mortal, aunque más que mosquita inocente me siento arañita deficiente. Y eso que las arañas me dan miedo. Quién sabe, quizá ahora se lo pierda...
También conocido como:
Delirios llamen a un médico,
I've been dying,
Music on - world off
11 de junio de 2013
Quien busca sueños encuentra realidades.
Hoy he visitado a las mariposas.
Su jardín se ha helado y ellas también. Quise preservarlas, pero no pude. Supongo que fui tonta.
Se posan, perezosas y ateridas en cualquier lugar, mueven las alas lentamente para que no se les queden rígidas y congeladas, pero no alzan el vuelo.
He sentido sus ojillos diminutos al llegar. Unas me miran con suspicacia, otras con pena, otras con rabia, muy poquitas con esperanza.
He cogido una entre mis manos, para tratar de darle calor, aunque tampoco es que yo ande muy cálida... y he visto que han cambiado, ya no son de miles de colores, especialmente verdes y marrones, no, se están apagando y van camino del gris.
He cogido una entre mis manos, para tratar de darle calor, aunque tampoco es que yo ande muy cálida... y he visto que han cambiado, ya no son de miles de colores, especialmente verdes y marrones, no, se están apagando y van camino del gris.
La mariposa me ha mordido, también les han salido unos afilados dientecillos, se ha quedado unos instantes pegada a la llaga de mi piel abierta y he visto cómo sus alas cambiaban del gris apagado al negro, con los bordes de rojo intenso y la escarcha desaparecía de su cuerpo. Después ha echado a volar.
Las otras, poco a poco, han ido imitando a la primera y aquí estoy, sentada entre la nieve y el hielo, mientras mis mariposas, una a una, vienen a morderme. Se beben mi sangre. Duele. Pero es lo justo, yo las creé, yo les di vida, ahora no puedo dejarlas morir. Solo tengo que... transformarlas.
También conocido como:
I've been dying,
Papallones
La lección que ya aprendí siempre es olvidada
Querida F,
Guarda estas lágrimas, todas y cada una de ellas, atesóralas, conviértelas en pequeñas espinas.
Convierte este llanto en himno y letanía.
Recuerda por siempre esta escenita de drama queen matutina y lo complicado que resulta salir por la puerta y ocultársela al mundo.
No te permitas olvidarlos, graba a fuego este dolor en tu corazón imbécil.
A ver si así, de una vez por todas, aprendes lo que debes.
Sinceramente tuya,
Tu razón.
10 de junio de 2013
Es evidente que la alegría vale diez puntos y tan sólo uno el sufrir.
Hoy ha sido un día de mierda. Así con todas las letras m-i-e-r-d-a.
Otro gran cúmulo de sensaciones poco agradables para este lunes: miedo, decepción, cabreo, inquietud, pena, culpa... Todo mezclado creando una nada agradable sensación de vacío junto a la boca del estómago que realmente auguraba lo peor.
Pero esta noche me han escrito, más bien recitado, un cuento... en el que me han convertido en hada, en una bonita hada de alas de nácar, que lucha contra monstruos malvados que se comen alas, apagan brillos mágicos y devoran barriguitas... ayudada en mi lucha, eso sí, por bondadosos gnomos (me temo que este sé quién es), unicornios y magos. ¿O debería decir magas?
Puede que sea una de las cosas más bonitas que hayan hecho nunca por mí, en un día pésimo me has arrancado una sonrisa verdadera y una lagrimilla feliz. En estos momentos tan fríos en los que me encuentro, me has dado una calidez que realmente necesitaba.
Gracias, muchísimas gracias.
También conocido como:
Cosas bonitas,
Personitas adorables
9 de junio de 2013
Mañana
(Del lat. vulg. [hora] *maneāna, [a hora] temprana).
1. f. Tiempo que transcurre desde que amanece hasta mediodía.
2. f. Espacio de tiempo desde la medianoche hasta el mediodía.
1. f. Tiempo que transcurre desde que amanece hasta mediodía.
2. f. Espacio de tiempo desde la medianoche hasta el mediodía.
3. m. Tiempo futuro más o menos próximo.
4. adv. t. En el día que seguirá inmediatamente al de hoy.
5. adv. t. En tiempo venidero.
6. adv. t. Presto, o antes de mucho tiempo.
4. adv. t. En el día que seguirá inmediatamente al de hoy.
5. adv. t. En tiempo venidero.
6. adv. t. Presto, o antes de mucho tiempo.
Mañana, hoy, para mí significa muchas cosas.
Por un lado augura un largo y nada fácil día de trabajo, con cosas atrasadas y el jefe cruzado.
Por otro lado, supone una cita importante, que me acercará un poco -espero- al fin de lo que me pasa.
Por otra parte, al margen de lo anterior, supone inquietud y dolor.
Es curioso en lo que la palabra más llana y simple se puede convertir, las implicaciones, matices y connotaciones que puede tomar según quién la pronuncie. Y como yo esta noche no puedo pronunciar las palabras que quisiera, mejor dejo una gran canción que no dirá lo que yo quiero, no, pero hablará de mañana.
Quizá mañana compre una sonrisa de arcoiris, aunque sean gratis, o me sumerja en el mar, frío, ingrávido, helado y encuentre, al fin, el camino a casa.
Maybe tomorrow -Stereophonics-
También conocido como:
Fragmentos de vida,
I've been dying,
Madness,
Music on - world off
8 de junio de 2013
Some people feel the rain, others just get wet.
Mi cuerpo se despierta pero le digo que no. Doy una vuelta en la cama, me abrazo a su almohada y consigo robarle una hora más a mi carcasa hiperactiva. Hoy puede ser un día complicado y prefiero estar inconsciente el mayor tiempo posible, pasar las menos horas sola que pueda.
Al cabo de una hora me despierta una explosión. Me quedo petrificada y alucinando en la cama, expectante, hasta que se acaban de activar las neuronas adecuadas y me doy cuenta de que ha sido un trueno brutal. Suena otro y, a pesar de ya saber lo que pasa, pego un brinco. Está lloviendo a mares. Me asomo a la ventana y veo una preciosa y densa cortina de agua caer. Me vuelve a venir esa idea absurda de subir a la terraza, tumbarme en el suelo y dejar que "me llueva". Debate interno: la lluvia me llama pero alguien cuerdo en mi cabeza vela por mi sistema inmunitario. Al final hay un acuerdo y hago algo menos drámatico y casi igual de revitalizante. Me visto con lo primero que asoma en el armario, agarro el bolso y mi paraguas de estrellitas y me voy a pasear.
Apenas hay nadie por la calle, llueve a mares, solo aquellos a los que el chaparrón ha pillado fuera de casa y de refugio, los pocos que caminan parecen molestos. No hay muchos a los que les siente bien este tiempo otoñal en primavera. Por mi parte, camino contenta, sorteando charcos, respirando el aire cargado de humedad y frío (debería haber cogido una chaquetilla), el olor de la tierra mojada. Miro al cielo negro cuando suena otro de esos truenos increíbles, casi esperando a que se abra en dos y por el agujero asomen... no sé tentáculos de pulpos gigantes abisales o esqueletos sobre corceles alados y es que, en serio, creo que nunca había oído tronar así y no debo de ser la única pues la gente en las tiendas y los bares también se asoma a mirar al cielo gris.
Me apetece cerrar el paraguas y echar a correr, empaparme... pero me contengo pues en verdad tengo frío y vuelvo a casa. Al poco un sol tímido asoma entre las nubes y comienzan a trinar los pájaros. Mientras charlo con mi querido decadente el sol gana fuerza y empieza a hacer hasta calor, y no, no porque tú traigas el sol a mi vida, pedazo de tonto! Tengo que decir que si todo el mundo reaccionara a las malas noticias como tú, mis preocupaciones actuales se reducirían a la mitad. Si es verdad eso de que reír alarga la vida, creo que ya te debo algún año.
También conocido como:
Cosas bonitas,
Fragmentos de vida,
Personitas adorables
7 de junio de 2013
Ayer era verano y hoy otra vez invierno...
Escucha, hay veces en que la vida te pide un cambio, una transición, como las estaciones.
Nuestra primavera fue maravillosa, pero ahora ya ha terminado el verano, hemos dejado pasar nuestro otoño y ahora de repente hace tanto frío, tanto frío que todo se está congelando a nuestro alrededor.
Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo ha tomado por sorpresa.
Pero si te duermes en la nieve, no oirás la llegada de la muerte, cuídate.
Nuestra primavera fue maravillosa, pero ahora ya ha terminado el verano, hemos dejado pasar nuestro otoño y ahora de repente hace tanto frío, tanto frío que todo se está congelando a nuestro alrededor.
Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo ha tomado por sorpresa.
Pero si te duermes en la nieve, no oirás la llegada de la muerte, cuídate.
-Paris je t'aime-
El otro día me dijeron algo que me recordó a ese fragmento y este a la escena.
También conocido como:
Cine literatura y otros vicios,
folie à deux,
I've been dying
Y voy poquito a poco y, aunque a veces choco, encuentro el mar y desemboco... hasta que amanece.
Los recursos de la mente son de lo más curiosos aunque no por eso menos evidentes.
Estoy más preocupada por los demás que por mí misma, por el daño que voy a causar (aunque en esto yo solo sea sujeto pasivo), en cómo decírselo. No soporto hacer daño, cuando lo provocan mis actos se desatan verdaderas debacles en mi vida, pero esto no es "culpa" mía, no puedo hacer nada por repararlo, lo diré, dolerá y ya. Y eso me trastoca, me he descubierto esta última semana patológicamente controladora en este sentido, necesito controlar (en el sentido de conocer) las emociones que provoco para intentar paliarlas de algún modo.
Por quien peor me sabe es por El niño bonito, mi pobre niño... está pasando las de Caín. Se hace el duro, pero yo sé que no, cuando me dice que está bien le digo "mentiroso" en tono de burla y sus ojos lo delatan. A estas alturas se cree que puede engañarme con eso? Aix... Es más racional que yo, por lo general, pero estas cosas no sabe racionalizarlas. Por suerte me ha hecho caso a lo que le dije el martes y no se me ha cerrado en banda, me explica lo que siente, lo que le pasa y lo que piensa. Eso es lo que yo necesito.
Sé que he despertado los viejos fantasmas (o no tan viejos) de otras personas. Mi lobo bueno no está en su mejor momento y sé que, una parte (no toda, ya lo sé), se debe a esto y con él sí que no sé qué hacer. O M que, la pobre, se me echó a llorar diciéndome que me quiere mucho y ahora está pendiente de cada mirada, palabra o gesto míos. También lo saben A y mi jefe, que tuvieron la mejor reacción racional y práctica posible. Y mi gatito que, como es tan espeluznantemente como yo, sé de sobra cómo está reaccionando.
Tampoco me engaño (a mí misma, en la medida de lo posible, no lo hago nunca), no me pasa inadvertido que focalizarme tanto en los otros no es más que una forma de sortear mi propia preocupación, que sí es cierto se ha ido mitigando.
Nada como mantenerte ocupada (miedo me da el fin de semana), encontrar un "chivo expiatorio" para tus neuras de control y una racionalidad exacervada que mantenga a ralla todo lo demás.
Hay momentos, como todo, pero elegir la visión pragmática del asunto ayuda mucho a centrarte en lo importante, a no dejarte llevar por la mente, por las hipótesis, por el tenebroso mundo de las posibilidades (lo que está haciendo El niño bonito).
No sé, estoy tan sorprendida conmigo misma, que a veces incluso me planteo que todo esto sea mentira y que cuando menos me lo espere voy a estallar como una bomba nuclear.
5 de junio de 2013
Lo peor de las pesadillas es que se pueden convertir en realidad
Lo malo de mirar a tu peor miedo a los ojos es cuando te enseña los dientes y te da un bocado antes de que te de tiempo a darte cuenta de que ha abierto la boca. Que se materialice.
Zas! Es real. Antes no estaba, ahora sí. Magia potagia. Bienvenida a algo muy cercano a tu peor pesadilla.
Lo bueno... (vamos, encuéntrale algo bueno) es que podría ser peor, mucho peor, sí. Lo también bueno es que estoy aprendiendo un montonazo sobre mí misma (aunque esto es malo también, pues significa que me conocía muuuuucho menos de lo que pensaba).
Lo extraño es el estado anímico resultante.
Llevo las últimas 24 horas más borderlines de mi existencia.
Ayer volví a casa llorando (sí, otra vez conduciendo), hoy he vuelto cantando a pleno pulmón canciones como You Are The One That I Want riéndome sola.
Entre medio he experimentado casi de todo: despertar antes de tiempo y no poder dormirme, un ligero enfado, sinsentido general, egocentrismo (oh Dios, eso no!) subidón eufórico, lástima, cariño, nerviosismo, indecisión, conciliación, felicidad, comprensión, culpabilidad, necesidad, una especie de reencuentro, amor, satisfacción, camaradería, risas, sorpresa, vergüenza, más amor, más risas, amistad, incomodidad, ternura, responsabilidad, resolución, temor, agradecimiento, preocupación por los demás, frustración, diversión, la tranquilidad de lo cotidiano, absorción mental, subidón eufórico II, susto, risas, más amistad, culpa, cariños y mimos, más mimos, compartir, amor, diversión, extra de mimos, pena... y lo que me quede hasta que me vaya a la cama. Todo bañado por la alternancia continua de dos estados: el más puro distanciamiento racional y una verdadera y profunda preocupación. ¿Desequilibrio emocional? No, lo mejor es que no.
Lo peor del miedo es cuando cae la noche y sientes que su mano fría se desliza por tu cuello y solo estás tú para mantenerlo a raya. Ni compañía, ni musicoterapia, ni tareas por hacer. Solo tú y tu capacidad para el desasimiento agotada a lo largo del día.
4 de junio de 2013
Alas negras, palabras negras.
Es curioso seguir sorprendiéndote a ti misma a tus 28 años, a veces pienso que nunca me conoceré del todo.
Crees saber cómo eres, cómo piensas, cómo sientes. Te crees capaz de predecir tus reacciones ante ciertas cosas, posibilidades... prepotente...
Entonces llega un día en que tu peor miedo pasea sus dedos fríos por tu nuca y sientes el peso de sus ojos negros sobre ti. Y sí, primero reaccionas como creías que podías hacerlo. Miedo y lágrimas.
Y el pobre niño bonito te pilla en pleno derrumbe y te abraza asustado y lo quieres demasiado y te abofetearías por dejar que te vea así, pero necesitas eso, que te abrace hasta que se te pase, y sabes que es lo normal, que así debería ser, que no pasa nada, pero te sientes mal, muy mal, pues sabes que tus lágrimas, más que otra cosa, lo van a mantener preocupado, por mucho que tú vuelvas a estar "fuerte".
Luego te metes en la ducha y conforme el agua aplaca tu cuerpo tú aplacas a tu mente.
Coges todo. Todo lo emocional y lo encierras a buen recaudo. Gabinete de crisis.
Lo bueno -mis mariposas- en un lugar a parte. Un pequeño jardín donde revolotear, pero con control, no por todas partes, que va a haber huracanes y podrían salir perjudicadas.
Lo malo en una urna donde poder observarlo de reojo, pero sin que me afecte. Eso es lo que me sorprende: el distanciamiento, la frialdad. Sé que esto es cosa de la racional que me habita, que ha tomado las riendas más que nunca y hace bien, pero me doy cuenta de que no la conozco tanto como creía. Que sí, la había subestimado.
No soy tonta sé que lo pájaros de mal agüero me observan anhelantes, como cuervos alineados en un cable telefónico, y que a la que haya un descuido por mi parte se avalanzaran sobre mí para sacarme los ojos, pero por ahora, los mantengo alejados.
Mi miedo me mira con sus ojos negros, pozos oscuros llenos de locura, pero yo también lo miro a él, ojos verdes, llenos de una determinación pragmática que no admite duda.
También conocido como:
Madness,
trastorno disociativo de la personalidad
2 de junio de 2013
...and I threw us into the flames.
I let it fall, my heart
And as it fell, you rose to claim it
It was dark and I was over
Until you kissed my lips and you saved me
My hands, they're strong
But my knees were far too weak
To stand in your arms
Without falling to your feet
And as it fell, you rose to claim it
It was dark and I was over
Until you kissed my lips and you saved me
My hands, they're strong
But my knees were far too weak
To stand in your arms
Without falling to your feet
Adele - Fire to the rain-
También conocido como:
folie à deux,
Music on - world off
1 de junio de 2013
Arte puro
La gente que controla su cuerpo me fascina. No es que yo sea súper patosa y de ahí proceda mi fascinación, no, me doy golpes, me he caído con mayores o menores secuelas, como todo el mundo, pero no es eso a lo que me refiero. Si no a aquellos que son capaces de hacer con su cuerpo, si no lo que quieren, casi.
Supongo que por eso siempre me ha deslumbrado un bailarín, puede gustarme más o menos su estilo, lo que ha escogido bailar, pero siempre me dejará prendada por un momento de sus movimientos, me arrebatará una mirada de admiración e incluso alguna palabra de elogio, si está a mi alcance el dársela.
Ayer tuve el gran placer de ver a Sara Baras en acción, a ella y a un cuerpo de bailarines de seis personas. Como digo el flamenco (cante o danza) no es lo mío, pero no puedo negar que me emocioné y me fascinó verles.
Ese dominio del ritmo y del cuerpo, siete personas perfectamente sincronizadas y coordinadas, siete pares de pies arrancando ritmo a un tablao montado en el teatro del Liceu.
La música en directo también fue increíble aunque eso fue más fácil, una guitarra española en las manos adecuadas siempre me acaricia el corazón.
El espectáculo se llama "Arte puro" y, la verdad, está bien bautizado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)