30 de septiembre de 2013

Breeeeathe...



Ahora mismo estoy en Madrid. Sentada en un Starbucks en la calle Genova.
Llegar a la consulta del Oso ha sido una miniodisea: casi pierdo el autobús, el vuelo ha despegado a la hora a la que se suponía que debía de aterrizar, carreras por el metro... En fin, al final llamaba al timbre con apenas cinco minutos de retraso. 
El Oso a veces me da miedo. 
Me siento en la silla que me ha dado por llamar El Trono, entra, sonríe con esa calidez que yo solo soy capaz de guardar para los verdaderos amigos, me da dos besos.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo te has encontrado?
- Bien.
- Bueno, es que tú nunca te sentiste mal -dice y me dan ganas de besarlo- a ver... dime, ¿has tenido alguna... vivencia, situación recientemente, que tú hayas percibido o sentido como injusta? 
Rompo a reír y me mira con esa sonrisa suya. 
- Sí, Oso sabio, sí... pero cómo lo sabes? 
Se encoge de hombros y enarca las cejas. 
Me habla de la necesidad de enfadarse, me pregunta esas cosas que no pregunta nadie (solo el gatito), me da buenos consejos, me dice que "Cuando todo esto pase, necesito que salgas de ello fortalecida", le hablo de la piscina y me mira con esos ojos de pura inteligencia cuando le digo que no, que yo dentro del agua no pienso, me habla de Houdini y tengo que reprimir otro ataque de risa. 
Dice que estoy perfecta. No perfecta, perfectísima. Que "el de la bata blanca" no encontrará nada en la revisión. Solo tenemos que arreglar la rodilla y un ligero desorden en cierto triángulo orgánico.
Me dan ganas de apretujarlo, en serio, la rancia que no toca a casi nadie si no es necesario.
El Oso es de esas personas a las que te dan ganas de decirle "Por favor dame una neurona de tu cerebro, una sola".

Madrid está plomizo y fresco y ahora desearía haber hecho caso a mi impulso infantil y haberme cogido una noche de hotel. Bueno, aún me puede dejar tirada el vuelo de vuelta aquí...

Por ahora me voy a pasear...

29 de septiembre de 2013

And it's unreachable and illogical... blocking my mind... blocking my mind... blocking my mind...



Mañana me voy a Madrid a ver al Oso.
Qué me contará el Oso? Quién sabe?
Lo curioso es que hoy no me inquieta lo más mínimo.
Estoy tan saturada de todo lo que pasa últimamente que las cosas han dejado de afectarme.
(No me gusta decir esto porque entonces suele pasar algo tremendo para que no pueda permanecer impasible...)
No es malo. Es útil. Muy útil.
Tengo una madeja de hilo, me gusta jugar con ella como buena gatita que soy, pero se me estaba enredando en las patitas así que... mejor me tomo un descanso.
Ya encontraré el hilo adecuado para deshacer el embrollo.
Por ahora, si no puedo huir de la gente, de todos, de aquí, físicamente... deberé hacerlo mentalmente.
Eso he hecho, correr un bonito telón de terciopelo y que le den al mundo.
Aquí dentro estamos bien.

Oh oh, I'm driving on a motorway
chaos is the name of the road
and I'm following the signs of the road
because I can't go on my own
I can't go on my own 


Motorway -Anni B Sweet-

28 de septiembre de 2013

Time felt slower when we do nothing but wait

“For a while" is a phrase whose length can't be measured. At least by the person who's waiting.” 
-Haruki Murakami-

 
Hoy quedo aquí, cual Penélope, esperando tu regreso.
 
Solo son unos días, me digo, pero el tiempo es tan relativo cariño...
Aguardaré aquí junto a mi ventana, a la espera de que vuelvas y cuando algo se remueva en mi interior mostrando el peso de tu falta, cerraré los ojos y te imaginaré paseando por aquellas calles que yo también amo, tomando un café en alguno de aquellos bares, cogiendo el metro y sonriendo fascinado por alguna de esas cosas que me fascinaron a mí.
No siento pena, no, pues sé que este viaje te hará bien, vas a un lugar que te va a encantar y al que llevabas media vida queriendo ir. Estoy segura de que vas a reencontrarte con lo que debes y a olvidar todo lo que no te hace bien y que dejas en casa, aparcado estos días.
Y eso, tan solo me puede llenar de alegría, pues te hará un poco más feliz. Ese será el motivo de que no pene por tu ausencia.

27 de septiembre de 2013

Física y Química.

Feromonas. f. biol. Sustancia excretada por algunos animales que influye en el comportamiento de los de su misma especie.



Hay hombres que deberían estar prohibidos. O conservados en museos o en reservas naturales.
Pero no sueltos por el mundo para alterar a las pobres féminas que se los encuentran al paso.
Este pensamiento tan profundo viene al hombre que se me ha sentado al lado en el autobús esta mañana.
No suelo prestar atención a los desconocidos con los que comparto ese espacio vital, habitualmente voy demasiado enfrascada con mi lectura o con mantener la vista perdida en la ventana (y mi paisaje interior). Pero no sé, supongo que sus feromonas me han alcanzado desencadenando algún proceso bioquímico inconsciente o algo así, haciéndome volver el cuello hacia él y juro -para mi apuro- que he pensado "Dios, es Christian Grey!".
Me he tensado como solo las más tontas y tímidas podemos hacer ante la presencia de un hombre (desesperantemente) atractivo y se ha producido ese momento en que el cerebro reptiliano se activa y te convierte en una hembra que lo único en lo que piensa es en perpetuar la especie, en el que cada célula de tu cuerpo te dice que lo quiere a él. No piensas, aunque por suerte tenemos las normas sociales (y un grado extremo de timidez) que te retiene, pero tu cuerpo lo chilla. No hay nada de bonito, tierno, romántico, ni siquiera un componente psicológico, ni las sutilezas del interés intelectual o el simple apego.
Es químico, físico al 100%. Es Un Hombre y tú Una Mujer, fin de la argumentación.
Aix... qué malo es esto de hormonar!
Es la segunda vez que llego a este extremo y la primera que me pasa en vivo y en directo (el otro es un actor, que me vuelve loca, animal, pero al que ni he visto ni veré en mi vida). No dejo de sorprenderme.
El resto de mujeres del autobús también se lo han ido mirando todo el trayecto, lo cual me consuela un poco (consuelo de tontas, de muy muy tontas, lo sé, pero necesito una excusa que yo soy una chica muy muy racional!).
Cuando se me pasa el subidón hormonal (o veo a una mujer especialmente bella o atractiva), a veces pienso cómo debe de ser moverse por el mundo sabiéndose así, no bonito, o mono, ni siquiera guapo, si no arrolladoramente atractivo. Que para gustos colores, sí, pero cómo es tu vida si sabes que el 80 o el 90% de la gente que te rodea te daría un bocadito? Entonces me acuerdo de él. Él que me enseñó el significado real de aquello de que "el mal de la fea la guapa lo desea", que me adoraba porque sabía que yo no le amaba precisamente por aquellas cosas que lo hacían deseable a ojos de quienes cohabitaban con él.

26 de septiembre de 2013

Kiss me hard before you go



- No... No... Si alguien nos ve, será la muerte.
- Moriré de igual modo si no te beso.

-El hombre de la máscara de hierro (1998)-

25 de septiembre de 2013

Silence is the sleep that nourishes wisdom

 
Lo malo de los secretos es necesitar hablar de ellos y no poder, algo así dije hace unos meses... hoy necesito hablar del mío. Pero no, no puedo.
Llevo más de una hora escribiendo y borrando este post. 
Escribo, lo leo, lo borro.
Lo dejo y hago otra cosa a ver si...
Escribo, intento volverlo más ambiguo, lo borro. 
Escribo sobre otra cosa, resignada, pero no me sale nada coherente pues no es de lo que necesito hablar. Y lo necesito leche! Que yo aquí voy a base de desahogos, pero nada. No hay forma de hacerlo mínimamente ambiguo o suficientemente difuso, adecuado vamos.
Que no. 
Así que relleno el espacio con letras insulsas porque no soy capaz de morderme la lengua pero tampoco puedo decir lo que quiero decir.
Puedo decir que estoy preocupada, pero no porqué.
Puedo decir que me siento absurda por querer decir precisamente uno de esos "Todo irá bien" de los que ayer renegaba.
Puedo decir que... no, eso no.
Puedo decir que tengo miedo, no por lo evidente pues creo que tiene solución, si no por lo que la experiencia rememora. Porque todo se vuelva negro, negro, negro y frío otra vez, como hace unos meses...
Puedo decir que eso me hace sentir egoísta, sí, pero no el motivo.
Sí, lo digo, pero no surte el efecto deseado, no... 
Porque en verdad no digo nada y debería decir tanto...
Tantas, tantas cosas...
Y escribo eso y en mi mente empieza a resonar esa canción de Ismael Serrano... las asociaciones ya se sabe... así que para cerrar este post estúpido y absurdo, mejor dejo aquí su canción para que al menos algo de la entrada valga la pena.

 Tantas cosas -Ismael Serrano-

Reír y llorar pueden ser respuestas al agotamiento y la frustración. Por mi parte yo prefiero reír, simplemente porque hay menos que limpiar después.



Hoy ha sido uno de esos días que me reafirma en la idea (necesidad) de coger y marcharme lejos, solo unos días va, pero lejos. O no muy lejos, pero donde nadie sepa quién soy.
O, aunque sepa quién soy, simplemente me deje estar allí sin más. Como cuando me fui con Ana.

Niño Bonito me ha pegado una de esas charlas que te dejan fuera de sitio. De las que no sabes si te están diciendo lo que te dicen o precisamente lo que dicen que no te dicen. En el coche además, sin opción a escaparme.

Luego pasamos todo el día con su familia, íbamos a comer pero bueno. (El sábado tocará de nuevo. Vale.)
Mi cuñada vuelve a preguntarme cuándo tengo la revisión. "A finales de Octubre", miento. Sigo mi plan, pero me toca la moral. No pueden, simplemente, dejarme en paz con este tema? Porque para lo único que sirve es para que yo de respuestas precocinadas, la otra persona me mire con cara de pena y acabe soltándome en consabido "Todo irá bien". Vale, sí, no puede decirme otra cosa, pero yo también los he dicho muchas veces y luego nada ha ido bien. Y odio que la gente me diga lo que quiero oír, bueno, lo que se supone que quiero oír, porque soy lo bastante rara como para normalmente no querer oír lo que la mayoría esperaría. A mí la realidad, cruda o no, por favor.

También me llama mi padre porque se ha medio resuelto un problema. En lugar de sentir alivio pienso "hasta cuándo?" y me entra el hastío porque son cosas de las que yo, siendo la más joven de la familia, no me debería de preocupar. Leches que me sacan 40 años uno y 11 el otro! Además con algo que venimos arrastrando desde siempre, algo que no cambia, algo que me ata y que no puedo modificar porque no depende de mí, si no de ellos... Y luego, además, tengo que aguantar cosas como que mi hermano me sermonee cuando sale la vena Hermano Mayor o que mi tía le llame y le diga que me vigile. Perdona??? Que vigile quién a quién? Pero, ya no eso, lo primero y más relevante es: que vigile el qué exactamente? Es que crees que lo que me pasa es culpa mía en algún sentido? Es que crees que soy lo bastante inmadura como para no ir al médico? ¿¿¿Perdona???

Y mañana tengo un pitoste en el trabajo de la virgen. No uno mío, no algo "culpa" mía ni algo que yo pueda arreglar, si no algo que me afecta como trabajadora. Mucho.

Además, intento hablar con él, explicárselo, (joder, vivimos juntos) y cuando le digo más o menos un poco esto me dice "No sé qué decirte, ya te lo has dicho todo tú sola" y, claro, perdónenme la sensibilidad pero me quedo con cara de en serio? Te acabo de decir que siento la necesidad de alejarme de todo, de irme a donde nadie espere nada de mí, donde no tenga que poner buena cara si no me apetece, y esa es tu respuesta? Vaaaale...

Y todo esto me genera impotencia y tomo la vena inmadura, sí, y quiero escaparme.
Quiero alejarme. Y pienso que quizá lo haga. El día 30 voy a ver al Oso, en otra ciudad. Lo bastante lejos, donde apenas conozco a nadie. Quizá me quede a pasar la noche. Sola. Diga que no pude coger el vuelo de regreso y me quede allí. Dos días para mí, suponiendo que todo vaya bien con el Oso. No sé.

24 de septiembre de 2013

La filosofía puede ser descrita como el estudio experimental o empírico, y de las relaciones que se derivan de lo empírico con lo a priori


Me siguen sorprendiendo las relaciones humanas. Siguen, en ocasiones, haciéndome sentir como que  me caí de una nave marciana en alguna incursión de mis congéneres a este planeta. Durante un tiempo pensé que quizá era una versión femenina de Superman, pero con el tiempo acepté que no iban a despertar los poderes mágicos en mí.

A veces quieres hacer que algo funcione con alguien, pero no hay manera. Por mucho que te empeñes... Puede ser que el contexto te obligue (la familia política, un compañero de trabajo...) o sientes algún tipo de admiración por esa persona y quieres caerle bien. Contarte entre los afortunados de relacionarse con ella. O te enamoras locamente del tipo menos adecuado.

A veces alguien entra en tu vida como un elefante en una cacharrería y lo desmonta todo, pero sabes que a pesar del estruendo está aquí para algo bueno. 

Algunas pocas personas se te cuelan sin que sepas cómo. Pero de repente un día son como ese anillo que llevas siempre. Estás acostumbrada, va contigo y no lo notas, pero si un día te lo dejas en casa pasas todo el tiempo sintiendo su ausencia, que te falta algo.

Lo que me pasa con la gente es que nadie perdura en mi vida. A ver, nadie... tengo amigos de hace años, sí, no soy antisocial y huraña (soy asocial e introvertida), pero excepto C y Dani, el resto son relaciones superfluas. De esas de quedar para tomar un café y hablar todo el tiempo del trabajo, de la familia, de otros amigos en común... O de los que quieren algo muy concreto de mí y se relacionan conmigo para satisfacer esa necesidad.
Pero la mayoría de los que ven más allá no perduran. 
Los hay que pasan conmigo un breve aunque intenso periodo de tiempo. 
Otros, los cíclicos, van y vienen. Una vez alguien me dijo que hay que descansar de mí.
Yo opino que soy inconstante, por no ser pesada, por no agobiar, creo que en más de una ocasión he dejado perder alguna que otra amistad.
La verdad no me preocupa, lo tengo asumido, son ya muchos años. Lejos de amedrentarme lo que hace es que, asumiendo la finitud de mis relaciones, las viva con más fuerza. Que haga mío el "Fue bonito mientras duró". No me aferro a las personas. Las disfruto mientras las tengo.
El problema surge cuando te cruzas con alguien a quien no quieres perder. A ver, que ya somos mayorcitos y sabemos que tarde o temprano todo el mundo se va -a no ser que te vayas tú primero- me refiero a que no quieres que se vaya si no es por fuerza mayor, y un día se lo dices a uno y te dice que no se va a ir a ninguna parte y, aunque le crees, porque tienes esa fe ciega en lo que te dice, sientes cómo en tu cabeza susurran "eso ya lo he oído antes". 

Y luego están los otros. Los Imposibles. Esas relaciones que estan abocadas al fracaso, las que sabes que, por su propia naturaleza, se tendrán que acabar en algún momento. Pero te aferras, te agarras con tanta fuerza que las manos te duelen y se te ponen los nudillos blancos de tanto apretar.
Pero hay que disfrutar las cosas mientras duran, eso lo tienes bien aprendido, así que cierras los ojos y disfrutas, dejando ese miedo de lado. Ignorándolo. Sabes que el golpe será tremendo, pero no importa, no ahora.

23 de septiembre de 2013

Clowns to the left of me, jokers to the right, here I am, stuck in the middle with you.



A veces siento que mis dos partes antagonistas (porque sí, son dos, el resto solo son expresiones de ellas, como cuando obtienes naranja al mezclar rojo y amarillo) tiran de mí, una de cada brazo y que, tarde o temprano me partirán. No físicamente, por suerte solo son dos entes imaginarios, representaciones de mí misma, no. Lo que creo que harán es volverme loca.
Sí es cierto que de un tiempo a esta parte están más tranquilas (el Gran Susto, la Locura las obligó a hacer frente común y eso parece haberlas relajado), mucho más tranquilas. Han encontrado una especie de paz, establecieron sus límites, pintaron una raya roja en el salón donde habitan y cada una se estableció en su porción de terreno y no se meten en lo que la otra hace. 
Pero, a veces, algunas de las dos le da por criticar los colores que la otra ha elegido para las paredes o el estampado del sillón o el cuadro de la pared y se cabrean. Una se acerca demasiado a esa linea amenazando el espacio vital de la otra y entonces se enzarzan o entra en juego alguna de las actrices secundarias (sobre todo nos pasa con la pelirroja) y mientras una la azuza, la otra la aplaca... Entonces tengo que intervenir, que no está la vida para mensajes contradictorios, y me agarran.
A la que una me tiene a su alcance y me coge la otra reclama el otro brazo. Primero se acercan melosas, me acarician las muñecas, ascienden poco a poco haciéndome cosquillas, mientras susurran cosas a mi oído. Pretendiendo llevarme a su terreno. Luego se dan cuenta de que también escucho a la otra y empiezan a estirar, y tiran y tiran y tiran hasta que creo que me partirán por la mitad. Que me volverán loca. Loca de verdad.

Pero las locas son ellas, lo sé, así que me libro de sus manos, les canto "pleeease pleeeeeease" desconcertándolas, me pongo a bailar como el Sr Rubio en Reservoir dogs y las ignoro.
Quién quiere bailar?

Stuck In The Middle With You -Steelers Wheel-

22 de septiembre de 2013

You can run away girl, but you won't go far

Drapetomania.
n. an overwhelming urge to run away (from home, a bad situation, responsibility, etc.)




Tengo ganas de salir corriendo.
De meter en una bolsa las cuatro cosas que nunca dejaría atrás y marcharme sin fecha de retorno.
Siendo (solo un poco) menos dramática me apetece irme unos días al campo, a lo alto de una montaña y no ver a nadie, hablar con nadie, oír mi nombre, mirar, ni tocar. Solo estar donde no haya ninguna persona que espere algo de mí. Sentarme en un porche con un libro y una taza de té o de café, envuelta en una manta o refugiada en un gran jersey de lana. Subirme yo sola a un avión sin decirle a nadie adónde voy. Estar en algún sitio donde nadie me conozca, volver a caminar sola por las calles de la ciudad que amo.
Montar en bici, con una bufanda gruesa entorno al cuello, por medio de una carretera que discurra por el bosque, con alguna de esas canciones que me parten en dos resonando a todo volumen en mis oídos.
Me gustaría irme a la playa a recoger conchas, como hacía con ella de pequeña para que las cosiera después a mi ropa. O perderme en un bosque, acariciando la corteza de los árboles. 
Pasear por el centro de la ciudad, en medio de un gran chaparrón, sin paraguas.
Tengo ganas también de calzarme los tacones más altos que tengo, pintar mis labios de rojo y salir. Meterme en medio de una pista llena de gente, en ese tugurio que me encanta y dejarme llevar, oculta en la oscuridad salpicada de luces de colores, no ser nada más que un cuerpo que se mece al ritmo de la música.
Columpiarme, como cuando era pequeña, sin que nadie me mire ni me vea. Un día de lluvia, con miedo a que me caiga un rayo.
Meterme en un habitación llena de globos como una niña que se sumerge en una piscina de bolas.
Perderme, salirme de mí y encontrarme, escucharme, que creo que no lo hago. 
Detenerlo todo aunque sea en pleno movimiento.

El mundo que gira al revés, pretende que navegue en él ahogando mis ideas

Vivir no es sólo existir, sino existir y crear,
saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
-G. Marañón-


Y si un día me canso de adaptarme? Y si un día decido que quiero que sea lo demás lo que se adapte a mí? 
Mi... Vida. Mi... Contexto... Mi novio. Mis amigos. Mi familia. Mi trabajo? Entonces qué? 

21 de septiembre de 2013

y con mis labios en tus dedos para no pronunciar las palabras que dan tanto miedo...


Ssssh... Calla... calla.
No digas esas palabras, cariño, que la noche tiene oídos en todas partes. 
Mira, las estrellas y la luna ahí en lo alto nos observan y podrían oírlas y llevarlas a cada rincón del mundo.
Las nubes oirían sus susurros y, por el día, se lo contarían al sol que las esparciría por todas partes con su calor, dejándolas en las hojas de los árboles, en la piel de los transeúntes, en el reflejo de sus rayos en el agua del mar y el cristal de tu ventana.
El aire, oyes cómo silba afuera? Él también podría oírte, contárselo a los gatos callejeros y ellos lo pregonarían por toda la ciudad. Saltarían por los tejados y se lo contarían a los gatos domésticos acurrucados en los balcones.
Ellos lo ronronearían a los oídos de sus dueños mientras estos los acarician, dejando nuestros secretos pegados a sus dedos. 
Ssssh... acalla también mis labios, no dejes que sea yo quien las diga. Podrían oírme las moscas o una araña oculta en algún rincón del techo y entonces, oh amor! Estaríamos perdidos. Todo el reino de los bichitos se enteraría, las hormigas, las abejas, las mantis, las libélulas... lo harían llegar a todas partes, impregnarían mis palabras en las flores con sus patitas diminutas y volarían con su polen por doquier. Colándose en las casas, en mi oficina, en la nariz de nuestros conocidos, haciéndolos estornudar.

No, cariño, no digamos nada... déjalo en tus ojos. Míralo en los míos. En estas verdes aguas que compartimos. 
Ssssh... Calla, mi amor, calla. Mantengámoslas nuestras, solo para ti y para mí.

20 de septiembre de 2013

No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.


Hay miedos y miedos.
Siempre, bueno no siempre, desde hace unos años, soy bastante miedosa. Aunque quizá más que miedosa diría que tengo demasiada imaginación. Hay muchas cosas que me dan miedo y eso genera ciertas manías... muchas risas nos han granjeado a Niño Bonito y a mí mis miedos, también porque se lo toma con humor. Siempre me dice que he sobrealimentado a mi mente en cuanto al miedo y es cierto.
Con diez años adquirí mi primer libro de Stephen King (como contrapunto a mi tía que me hacía leer los proverbios antes de irme a dormir) y, a los pocos meses, recuerdo haber alquilado "It" y haberla visto yo solita. Con un par. (Que ahora no pueda mirar fijamente mucho rato al agujero del desagüe mientras me lavo los dientes puede haber sido provocado por aquel hecho. Probablemente.)
Ahora, casi 19 años después, he descubierto que hay miedos de verdad.
Meter Al Monstruo en su caja fue fácil aún en plena crisis, solo necesité de una hora más o menos y una ducha, pero está teniendo un efecto insidioso.
Como cuando algo huele mal.
Lo coges, lo metes en el cubo de la basura, pero como no lleves la bolsa al contenedor, el olor, el hedor empieza a emanar del cubo. Lo mismo. Siento su pestilencia y empieza a molestarme.
Además, estos días me toca abrir la caja. Echarle un vistazo.
Mirarlo a esos ojos negros que tanto miedo me dan.
Hay que hacer preparativos para las dos revisiones.
La semana pasada compré el billete para ir a ver al Oso sabio.
Hoy he pedido hora para mi médico, para que me haga La Prueba. El control. El sí o el no. La locura o la serenidad. Y hasta que no he pedido hora no he sido consciente de que lo había estado retrasando porque me daba miedo pedirla, pues a la que me he puesto a buscar el teléfono en la agenda del móvil he sentido cómo el Monstruo comenzaba a golpear su caja de madera, como si fuera un gorila enfurecido dentro de una pequeña jaula.
Mientras hablaba con la enfermera ha logrado sacar una mano de su encierro y pasar sus dedos fríos por mi nuca.
Tal cual he colgado le he retorcido el brazo y lo he vuelto a encerrar, sentándome encima de la tapa por si acaso. Pero sé que se está haciendo fuerte. El tiempo va a su favor.
En diez días veré al Oso. En veinte a mi médico. Y después a esperar. Cuánto? Dos semanas más?
Quizá me sorprendo, pero tanto ella/él como yo sabemos que esos días, mientras dure la espera, seré suya. Yo y el Niño bonito. Nadie más, puesto a que a todos les diré que es a final de mes, ya he pasado una por esto, no me pillarán en otra. No soporto las preguntas, su angustia, las miradas de compasión.
No, no puedo. Así que prefiero engañarlos.
Y debería prepararme, debería hacer como siempre he hecho en mi vida, ponerme en lo peor (y si luego es mejor, eso que me llevo)... pero no puedo. Sé cuál es la peor opción, pero no sé qué se hace si se da. El Oso mencionó cosas terribles, mi mente dibuja aún un escenario peor. En ninguno de ellos me muero, mi dramatismo no llega a tanto. Sé que, aún con la noticia mala, habría solución, pero... determinadas soluciones... no puedo pensar en ellas y ya. Con lo cual, no puedo prepararme, con lo cual solo me queda esperar sentadita en la caja a que el Monstruo crezca y salga para comerme.
Porque nadie ni nada puede hacer que no le tema.

19 de septiembre de 2013

La vida a veces te invita a una ronda, te guiña los ojos, concede una tregua...

I don't know what you see in me
I don't know why you stay
Cause you don't owe me nothing 
But you give it to me anyway

 Waste of Time -Eliza Doolittle-

Es increíble encontrar a alguien que encaje contigo.
Que se amolde con tanta facilidad a tus huequitos y salientes de esta pieza de puzzle que eres.
Toda la vida intentando encajarte. Buscando a otros a los que les fueran bien tus recovecos y bultitos.
Equivocándote a veces queriendo encajar cosas que ni con calzador... con los roces que eso provoca!
Consiguiendo completar algunas partes a base de empeño y paciencia... todo excepto ese huequito.
Ese.
Pero un buen día se te cruza otra piececita... te mira, tú te la miras...
Ambas habéis forzado tanto en tantas ocasiones que desconfiáis, pero parece que todo fluye, y un día te dice "Déjame que me encaje contigo..." y tú cierras los ojos y esperas el dolor (como cuando el ginecólogo te dice que te relajes o tu primer amante empieza a empujar)... pero no duele, los abres y resulta que tu huequito y su saliente encajan a la perfección, y la observas maravillada.
Jamás creíste que ese vacío pudiera ser completado, llegaste a creer que no existía una pieza adecuada para esa parte de ti. Pero sí existe. Y la has encontrado.

What a waste of time
Precious little time
But I'll waste some of yours babe
If you waste some of mine

17 de septiembre de 2013

El mundo está lleno de idiotas distribuidos estratégicamente para que te encuentres, al menos, uno al día.

El poderoso y el estúpido tienen una cosa en común: no alteran sus puntos de vista para adaptarse a los hechos, alteran los hechos para ajustarse a sus puntos de vista. Lo que puede ser muy incómodo si tú eres uno de los hechos que debe ser modificado.





La gente habla porque tiene boca y como tienen boca, tienen que hablar.
Creo que el mundo iría mejor, pero muchísimo muchísimo mejor si todos esos que hablan, porque tienen boca, contaran un, dos, tres antes de abrirla o si se planteasen, por una sola milésima de segundo, el efecto que sus palabras pueden tener. Pero claro, ellos, como no lo hacen, no se dan cuenta de que quizás pueden hacer daño a alguien con sus ocurrencias.
Además, me hace gracia porque ese tipo de personas suelen ser las que siempre hablan "en broma".
Y no se dan cuenta de que su "broma", puede hacer daño. Pero bueno, como es "broma", no te lo puedes tomar a mal. Si no, encima eres tú la exagerada.
Y tú, que no dispones del don de la réplica (no es sorprendente no que sea de esas personas a quien la réplica mordaz e irónica se le ocurre al cabi de un rato, no?) te callas y junto con el arroz te tragas el nudo de la garganta porque claro, tenían que hacer broma.
Y eso que yo afirmaba ayer por la mañana que como alguien me dijera algo me lo comía! Bien hizo mi lobo en replicarme si me pensaba que era una lobita feroz...
En fin... Eso, que la gente habla porque tiene boca.

16 de septiembre de 2013

Que lento ser ciprés viviendo erguido al cielo y saber que todo en este mundo necesita su tiempo


Hoy tengo tantas cosas en la cabeza que necesitaría de medio blog para exorcizarlas todas, aunque lo más probable es que ni así consiguiera ordenar este desorden, así que teniendo en cuenta la poca utilidad que le encuentro y las pocas ganas que tengo... mejor no lo hago.

Podría hablar de cosas buenas y de cosas malas. Pero para qué? 
Hoy no me apetece.

15 de septiembre de 2013

The world turned upside down



Qué hago despierta a las cinco de la mañana de un domingo es un misterio para mí.
No sé qué me ha sacado de la cama, pero sí sé lo que no me deja volver.

Llevo dos días sumida en el sinsentido, lo combato y a ratos todo tiene razón de ser, pero otros ratos todo se vacía. Por eso me revuelvo contra la mano que me sostiene, la muerdo con saña y la araño con mis uñas de gata, sé que me dejará caer pero prefiero mil veces el dolor del cuerpo magullado por el derrumbe que la incertidumbre de estar colgada patas arriba.

Estoy cansada, me digo, porque así me siento de esta montaña rusa. Sí, es mejor que el circo de antaño, lo es, pero aún así... Estoy cansada.
Muchas veces digo que, por lo general las personas son felices y, a veces, están tristes, mientras que yo soy triste y, a veces, estoy feliz. Quizá por eso ando últimamente en este sube-baja, porque me estoy empeñando en serlo. O porque tengo cosas muy buenas y quiero ser feliz por y para ellas.
Quizá es, como me dicen, que tengo esta sensibilidad a flor de piel que me hace ser así. Y no quiero renunciar a ella, no, pues es lo que me mantiene "viva", pero sí, me cansa, y la razón (se han vuelto a separar en este nuevo batacazo y han recuperado sus voces individuales, oh merde!) me tienta con una vida más tranquila y pausada, más estable... sé que puede dármela, pero a qué precio? 
Me hace una lista de los recortes a aplicar para salir de esta crisis y lo primero que quiere quitarme es algo innegociable, algo por lo que ahora no estoy dispuesta a pasar palabra. 
"Sabes que tarde o temprano se acabará por sí mismo y será peor", me dice. 
"Pues que así sea", le digo yo, aunque tenga razón, pero para eso tendríamos que haberlo dejado hace ya algún tiempo. 
No insiste, llevamos demasiados años juntas y sabe que, a veces, elijo el sufrimiento futuro a cambio de una felicidad presente. Puede que no sea lo más inteligente pero en el fondo ambas sabemos que siempre puedo con el dolor pero que no siempre sé encontrar motivos para ser feliz, para volar y, por eso, debo aferrarme a lo que me los da. 
Me dice también que deje el blog, que el desangre al que a veces me someto no es bueno, que encontrar personas como yo en algunos sentidos no es sano, que alimenta cosas (como, por ejemplo, al corazón), me recuerda porqué cerré el otro blog y nos discutimos. No es lo mismo. Ella lo sabe, como yo también sé que no se refiere a eso. Se refiere a los imposibles y a ese miedo o paranoia que últimamente tiene respecto a las cosas que cuento. A la puerta que abro, aunque sea solo a un ojo mirón. "Que nos conocemos", me dice.

Sin esas dos cosas no puede trabajar porque la otra, su antagonista, está más fuerte que nunca. Así que se retira malhumorada, "Eres una cabezona -me dice- no me quieres hacer caso porque quieres estar viva, como decís, pero bien que me llamas cuando te cansas de las idas y venidas. Bien que me toca limpiar a mí cuando todo se rompe y te llega el momento de llorar". 
Y sé que tiene razón, que es a la otra que me susurra melosa al oído a la que debería ignorar pero no puedo, no puedo y no quiero. Puede que sea una inconsciente, pero no puedo.

14 de septiembre de 2013

Paren el mundo que yo me bajo

Esta es la entrada que he borrado esta tarde. 
La he borrado porque hoy, es decir, ayer, era el día del gatito. 
Así lo elegí y no me ha dado la gana que no fuera como yo lo había elegido. 
El protagonismo tenía que ser suyo, él y yo sabemos porqué, y no de las mierdas que ocurren en mi vida. 

Ahora, que saltará de fecha, ahora, que estoy calmada (aunque cabreada, pero ese es otro tema) la puedo publicar, básicamente porque sé que hay quien la ha leído y porque al resto os sale un trozo así que algo veis, aunque no sé cuánto.




Paren el mundo que yo me bajo.

Eso fue lo que pensé hace dos años, cuando H murió. No, la frase no es mía, puede que de Sabina.
Recuerdo que hasta lo puse en facebook y mis cuñados siempre lo recuerdan con una extraña especie de cariño, dicen que nada lo podría haber definido mejor.

Pues hoy lo vuelvo a pensar.
Qué probabilidad hay? Qué puta probabilidad hay de que a L, su hermano, le pase algo muy parecido justo dos días antes del aniversario (odio esa palabra para esto) de su muerte, a su misma edad?
L está bien, lo tienen en el hospital. Controlado, vigilado. Por lo que sé todo va bien, pero... 
En serio... me acabo de enterar y me siento completamente sobrepasada.
Necesito ese botón de pause. Pararlo todo mientras intento entenderlo.
Asimilar.
Procesar.
Ver el hilo que lo une todo.
Ver cómo la vida perra y asquerosa se ceba con la misma familia, con esos padres que siguen adelante a base de voluntad, de empeño. Milagrosamente.
En qué cabeza cabe? En la mía no.
No. 
No.

Me siento exactamente como hace dos años, como si a mi mundo le hubieran quitado una de las cuatro patas que lo sostiene. Algo me ha cogido por un pie y me sostiene colgada boca abajo. Ahora, en este preciso instante, nada tiene sentido, nada entiendo.
Solo siento... siento una completa estupefacción. Algo parecido debe de ser el shock.

Y nada está bien. Porque cuando pasan cosas así el mundo tendría que dar un traspiés, detenerse un segundo, dejar de girar... algo. Algo que expresara lo mal que está todo si estas cosas pueden suceder.
A mí que no me digan que hay un Dios o un algo bueno y bondadoso que nos cuida, no. Esto es lo que hay. Una maldita tela de araña.

13 de septiembre de 2013

Si quieres escribir sobre seres humanos, ten un gato en casa.



Aquí me hallo de nuevo hablando de mi gatito. Además censurada por él (en buen momento se me ocurrió decirte lo que pensaba hacer!!!) porque, madre mía, le dices que le vas a escribir un post y te somete al tercer grado!
Pero bueno, como no puede impedirlo y además sé que no se va a enfadar, yo he seguido a la mía.

Y es que, gatito mío, te mereces esta entrada. 
Te la has ganado a pulso y lo sabes.
Por recordar las fechas malas y dejarme mensajes adorables de noche, muy de noche, para que los encuentre al despertarme, para que deje la tristeza en el colchón. 
Por ser tan sumamente empalagoso, tan de algodón de azúcar (como yo).
Por no juzgarme, nunca.
Por tus "nena..." y tus "¿puedo ponerme serio?". 
Por las chifladuras y los bucles.
Por el servicio de guardia 365 días al año, 24 horas al día. 
Por las clases magistrales y los conocimientos varios.
Por quedarte conmigo una noche (casi) entera aplacando mi miedo. 
Por ser gato pero también ratón.
Por provocarme esos ataquitos de risa y compartirlos conmigo.
Por preocuparte como lo haces, de esa forma que solo tú sabes, sin preocuparte.
Por las largas, largas, largas charlas.
Por todo el cariño que me das.

Por todo eso y todo lo que me dejo en el tintero, gracias gatito mío.
Gracias por ser mi amigo.

12 de septiembre de 2013

Nothing hunts us like the things we don't say


Si yo pudiera... sin que eso...
Si tú no... igual que yo... 
En otro... Tú me dirías... y yo diría...
No me... porque... Porque... O tú... y... conmigo. Porque... 
Y sé que no, que no... pero no me... Porque...
Sé lo que es creer... y no quiero volver a... nunca más. 
Y eso me... porque te da... Eres capaz de... a mi... con solo...

Y no es... no, te lo ganas día a día, con... y con esas... tan... que... por mí. Con tus...
Y sí, puede que a veces me... como cuando te... Pero también me gusta porque significa que... y eso... ser:... Como ya... hace mucho tiempo, en todos... Solo que quisiera que los... fueran más que los que son. 
Que abarcaran esa pequeña... que... esta mañana. Esa... que yo... denegada. Ahora vuelve a... Y aunque procuro... reclama tanto...

Si yo pudiera... en otro... en otra... hablaría de... de... De tu... De la... que me...

En definitiva, diría todas esas palabras que no puedo decir.

11 de septiembre de 2013

Such a fool...


Amanece este miércoles, festivo y otoñal. Lluvioso y frío.
Tengo que trabajar aunque sea fiesta y me obligo a ello.
Aunque en realidad sea uno de esos días para escuchar a Billie Holiday, tumbada en el sofá, viendo las gotas deslizarse por el cristal de la ventana y dejar volar tu mente, dejarla perderse entre fantasías, en deseos y anhelos.
Es de esos días para abrazar entre tus manos una taza caliente de té, cerrar los ojos y dejarte llevar, disfrutar de tu viva imaginación, pero con las barreras correctas alzadas, pues solo son sueños... ideas imposibles, que me calientan pero que, si no voy con cuidado, me podrían quemar.

I'm A Fool To Want You Lyrics - Billie Holiday-



I know it's wrong, it must be wrong
But right or wrong I can't get along...
Without you

10 de septiembre de 2013

El rey de la charca


Ayer descubrí al rey de mi charca.

Estaba yo nadando plácidamente, compartiendo carril con una ranita más aventajada que yo -y de la que estoy aprendiendo cosas- cuando de repente sentí cómo las anémonas abandonaban su tranquila flotación y dirigían la mirada a algún punto a mi espalda. Incluso las cabezas de las afanadas señoras adictas al aquagym se distraían. Iba yo a buscar el origen de tanto sobresalto cuando de repente apareció por mi flanco izquierdo.

Cual escultura griega (bronceada y en movimiento) caminaba por el lado de la piscina.
Vestía un diminuto bañador, de esos que normalmente ridiculizan al cuerpo masculino que los porta, de color verde con dibujos de pelotas de voleibol (sí, más cutre es casi imposible) pero, ni siquiera eso desmerecía la imagen.
Di la vuelta cuando él llegaba al borde de su carril elegido y, cuál fue mi sorpresa al volver a mirar hacia allí, completado mi largo, y descubrir (para mi decepción y recocijo de mis ojos) que se encontraba al borde, de pie fuera del agua, realizando ejercicios de calentamiento (cosa que la gente suele hacer en el bordecito, igual, pero dentro, protegidos de las miradas ajenas).
Las anémonas habían girado como los girasoles orientados hacia el astro rey y observaban con deleite aquel cuerpo joven y hermoso (hay qué ver cómo son algunas abuelitas!). Y él, sabedor de su delicioso aspecto (y he aquí el motivo de la decepción: si estás bueno y lo sabes... que no se te note...) y del foro de observadoras femeninas ahí estaba, estirándose para un lado, estirándose para el otro, calentando unos músculos que serían el deleite de cualquier estudiante de anatomía, finalizando la sesión de calentamiento muscular (y anemonal), con un perfecto salto de delfín.

8 de septiembre de 2013

El otoño es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.



Mmm... Huele a otoño.
Ayer hubo tormenta y hoy el día ha estado que sí que no, con el cielo poblado de unas preciosas nubes grises haciéndole competencia al sol... hasta que hace un ratito ha arrancado a llover.

Ya andan por ahí (y C por aquí) renegando de la lluvia, diciendo el resabido "vaya asco de día". Y yo sonrío y me asomo a la calle a ver llover, a disfrutar e inundarme del olor de la tierra mojada, me arrellano en el sofá sintiendo el aire fresco que se cuela por la ventana y miro con ojos golosos a las chaquetas y jerseys del armario. 

Ay playeros, domingueros y demás animalitos de verano, se os acaba la fiesta, ahora empieza el tiempo de aquellos que adoramos la lluvia, los paraguas, las bufandas y los abrigos, oh! las botas altas, los calcetines gruesos y los jerseys de lana! Y, lo mejor, lo más sublime: el nórdico en la cama y la mantita en el sofá. Mmmm... casi me retuerzo de placer.

Sé que aún no me puedo confiar, septiembre siempre guarda algún as en la manga y aún habrá algún día de temperaturas altas, pero es ya una guerra perdida, el otoño empieza a asomar su cabecita dorada, marrón, amarilla y calabaza. 

There are very few monsters who warrant the fear we have of them.



Una conversación de lo más absurda ha abierto la caja de los truenos esta tarde.
Quedamos con un amigo al que hace meses que no vemos, no sé cómo dice que la leche no es buena y yo digo que ahora ya no la bebo, me pregunta porqué y se me queda cara de poker.
Miro a C "¿No se lo contaste?
C me mira a mí "No...".
El amigo y su chica nos miran expectantes.
Se lo contamos todo.
La cara del amigo se vuelve un poema y ella se pone blanca.
Por suerte el hijo mayor del amigo anda dando guerra (es especialista en ello) y rompe la conversación.

Pero la cosa se queda rara. Tanto que en determinado momento me levanto y lo abrazo porque me está partiendo el corazón cómo me mira. Y le digo "No te me quedes preocupado eh?" y él me aprieta fuerte y me dice "¿Cómo no me voy a preocupar?".
Al final hemos salvado la tarde, gracias a los críos, especialmente.
Pero yo he empezado a sentir el vértigo en el estómago de una nueva bajada y, al llegar a casa y quedarme a solas, los dedos de mi monstruo (del malo) en la nuca, porque ya sabemos que de noche los monstruos ganan fuerza y, aunque procuro mantener a este bien encerradito, encontrarme hablando de ello por sorpresa ha sido como pegarle una patada a la caja donde lo guardo.

Y ahora lo siento, detrás de mí, con las manos en mis hombros. Va de un oído al otro susurrándome cosas. Posibilidades. Diciendo verdades que no puedo negarle.
Normalmente lo pateo cuando lo intenta, lo agarro del pescuezo y lo devuelvo a su caja de madera.
Creo que el alien no se reproducirá, que mi médico y el Oso sabio encontrarán en sus respectivas pruebas que todo va bien, que estoy bien. Pero él me dice que en junio también estaba bien y mira lo que estaba pasando en mi cuerpo... y esa es una idea en la que no puedo ahondar porque me arrancaría la piel a tiras si lo hiciera. Porque la idea de que algo malo se pueda estar gestando dentro de ti y tú no tengas ni la más remota sensación, malestar... es desquiciante. Pensar que quizá quedó algo del bicho y que sigue creciendo a velocidad de crucero, es desquiciante. Tener que simplemente esperar a que te sometan a más pruebas (y rezar para que todo salga ok) es desquiciante. Lidiar con todos los seres preocupados que andan a tu alrededor es desquiciante. No permitir que su preocupación cale en ti es desquiciante. Saber que no debes ponerte nerviosa -ni llevar el nivel de estrés que llevas- porque es malo es desquiciante.
Pero lo sobrellevo, muy bien además.
Menos esta noche en que a la segunda lágrima sé que soy del monstruo.
Pero también sé que mañana estará de nuevo dentro de su caja.
Como sé que de aquí a un mes, mientras espere los resultados de las pruebas, se me comerá un poquito cada día.
Pero eso es algo que deberé afrontar cuando llegue.

7 de septiembre de 2013

Cuando todo el mundo está loco, ser cuerdo es una locura.


Ay...
Lo mío tiene que estar tipificado en algún sitio, con criterios diagnósticos y tratamiento. 
Antes de ayer hundida en lo profundo del pozo y hoy bailando en las nubes...

Incluso anoche P me miró y me dijo "Tía, te veo bien..." y yo me salí por la tangente, riendo y pensando "Ay, si tú supieras lo que me hace bien".

Y tengo miedo, sí, por supuesto que tengo miedo, pero me da tan igual... y me asusta tanto que me de igual, que ya ni me importa.
Sueno, probablemente como una loca, pero en realidad tiene mucho sentido.
Todo el sentido.

6 de septiembre de 2013

You always save me from myself


Hay palabras que te acarician el corazón.
Y mi corazón, cuando recibe ternura, se pone a latir como un caballo desbocado y se me quiere salir.
Entonces todo vuelve a funcionar, los pulmones -ante el susto- quieren aire de nuevo.
Pero yo soy ranita, no pez, así que mi cuerpo me obliga a reflotar.
Y como soy claustrofóbica no puedo quedarme dentro de estas paredes redondas de piedra (debajo del agua es distinto). Tengo que salir.
De modo que escalo, tras años de experiencia sé bien a qué salientes debo agarrarme para no resbalar.
Aunque me quedo sentada en el borde, con los pies hacia adentro, por si acaso necesito otra sesión de aguas oscuras.
He salido antes de tiempo, lo sé, mi agujero del pecho sigue abierto, me lo veo, pero alguien me ha pescado y me ha obligado a salir, sí o sí.
Ya hace tiempo hablé del poder de las palabras (y del temor que les tengo, por eso mismo)...y es apabullante cómo siete de ellas me han sacado de ahí, cual conjuro mágico.

También me da algo de miedo, porque soy -en el fondo- demasiado blandita, todo el cariño recibido.
Lo agradezco de corazón, sois adorables, pero rozo seriamente la ciclotimia, vivo en una constante montaña rusa y temo acabar mareando a alguien. Quedáis advertidos, insensatos ;)

2 de septiembre de 2013

En un mundo descomunal siento mi fragilidad


Tanto ella como yo sabíamos que caería. Ya lo dije ayer. Resulta casi irónico. 
Parece que, al menos este año, haya venido anunciando su llegada.
El inicio de septiembre es, siempre, duro.
Es el recordatorio, el aniversario, el traspiés que me hace precipitar desde mi cuerda floja hasta este pozo. Donde lo percibes todo distante, los sonidos llegan apagados, la luz se ve dispersa, como lejana.
Mi viejo y conocido pozo. Recuerdo bien esos arañazos en las piedras de sus paredes, marcas de otras épocas en las que me peleaba por salir, me desesperaba por estar aquí, aquí abajo, donde todo flota. 
Donde a veces esa desesperación pudo más que yo.
Donde en algún momento todo perdió el sentido. Todo menos la sangre decorando la porcelana.
Donde el peso de su ausencia mil veces me ahogó pero no me dejó morir. No.
Prefiere torturarte, dejarte viva para que puedas volver y seguir jugando contigo como el gato con el ratón. 
Con los años he aprendido a tenerle hasta cariño, al pozo. Es mío, muy mío.
Nadie puede quitármelo, ni nadie puede meterse en él.
Este agujero de aguas pútridas es mío, solo mío.
Y aquí todo es sencillo. Solo hay que cerrar los ojos y flotar.
Solo eso. Dejarse llevar por la pena. 
Solo flotar en estas aguas oscuras y no ceder al pánico cuando las manos pálidas emergen desde el fondo y te agarran. Aunque te arañen y te tiren del pelo.
Solo hay que dejarse mecer. 
Por ese eterno vacío que sí o sí me acompañará el resto de mi vida.
Por ese dolor que no, no mengua. Solo... lo olvidas, se esconde y espera su ocasión para saltarte al cuello y morder con saña cuando estás más vulnerable.
Por todas esas cosas vividas sin ella. Esas cosas en las que no, joder, no debería haber faltado.
Y las que vendrán. En las que sabes que, por siempre, por muy feliz que seas, habrá una sombra planeando sobre ti (y ellos dos) recordándote que no está.
En todo aquello que te gustaría poder haberle preguntado y contado.
Tantas cosas que no comprendes.
Y es tan fácil estar en el pozo... 
No hay que ser dura, ni fuerte, ni valiente, ni sonreír sin ganas, ni convertirse en el apoyo de nadie, ni dar abrazos que sostengan cuando tú estás rota. 
Porque fuera sí, claro, tengo que estar más pendiente que nunca de mi padre y hermano, lo cual además resulta casi absurdo dado que no hablamos del tema. Así nos va.
Y tengo que pasar por estos días como si nada también por los políticos, porque desde lo de H -dos días después- necesitan verme entera para creerse eso de que el tiempo cura. Porque, como dice S, "tú sabrás si es cierto o no, tú ya has pasado por esto". Y no la engaño, pero tampoco le digo la verdad.
Porque no puedo, no puedo decírselo a nadie.
No puedo explicar cómo duele.
Ni los matices tétricos que, además, adquiere todo este año, al entretejerse con mi locura.
Pero no es malo este dolor, con el tiempo lo entendí.
Es la evidencia de que aún la quieres, de que pese a los años (19), cada vez más años, no la olvidas.
Al menos de este modo sigue viva.

1 de septiembre de 2013

Operación lagartito


En vistas de que la tarde no promete C y yo salimos a comprar chuches.
Al regresar se da un momento Abejonejo. 
Yo miro al techo y suelto un "Aaaahhhhh" (no un chillido, no, es de esos que se absorben hacia dentro). Se nos ha colado un dragoncito y está panchamente enganchadito en la pared de nuestro comedor. Llevábamos semanas sabiendo que eso podía pasar. Cenando una noche en la terraza aparecieron mamá y papá dragoncito, de un tamaño nada desdeñable. Y hemos visto al fruto de su amor rondando por la escalera desde el primer avistamiento.
Precisamente hemos salido a por las chuches hablando de ellos. Coincidencia.
Él sigue mi mirada y tras un exabrupto que no reproduciré dice "¿Y ahora qué hacemos?". 
Lo mando a cerrar puertas y me armo con un tupper, el más grande que encuentro, uno para él y otro para mí.
El bichillo, asustado por los ruidos de las puertas al cerrarse coge y se esconde en lo que tiene más a mano: un cuadro. No, un cuadro enoooorme que tenemos sobre el sofá.
C se mete en la cocina y aparece armado con un bote de matabichos y lo miro horrorizada.
"No vamos a matarlo, vamos a cazarlo y sacarlo fuera", le digo ofendida.
"Si no lo atrapamos lo gaseo, pero no va a andar suelto por ahí", dice él.

Así que la cosa de cazarlo se complica. Retira el sofá. Descuelga el cuadro con cuidado de que no se vaya a asustar y a salir corriendo por la casa. O (horror!) saltarnos a la cara.
Total que, descolgado el cuadro aparece el bichillo que al verse descubierto sale corriendo hasta la esquina entre el techo y la pared.
 C y yo que trepamos, cada uno por un lado del sofá. "Yo lo asusto y tú lo cazas", digo empujándolo con la tapa del tupper, pero el tontuelo tiene que tener tal susto que ni se mueve. 
"Anda ven tú, que yo no llego", digo "pero cuidado con la pata! No lo pilles!" 
Me mira con cara de fastidio, la que me reserva para momentos como este en los que me empeño en salvar cosas como una abeja o, en el caso que nos ocupa, un lagartito.
Viene hasta mi posición -no olvidemos que estamos encaramados al sofá- e inicia el acercamiento tupper-bicho. 
"Es que así le voy a pillar la patita", dice y yo me río del asesino gaseador de hace un momento. 
Al final, a base de asustarlo para un lado y para otro y desmontar medio comedor, conseguimos atraparlo y bajarlo a la calle. Tras observarlo un rato corretear por dentro del bote, y ser observados por él que al final se relaja y se dedica a mirarnos mientras alucinamos con sus manitas y las variadas tonalidades de marrón de su cuerpecito.

Baby whether you're high or low you gotta tip on the tightrope



Algo se está cociendo aquí dentro de mi cabecita.
Lo sé. Son las fechas. Los primeros días de septiembre siempre son peligrosos como un campo de minas.
Son días en los que me subo a mi cuerda floja y ando dando saltitos por ella. 
Dicen que no hay que mirar abajo, pero sí lo hago. Miro a los ojos de lo que me espera si me caigo y le saco la lengua.
Como una loca. Salto y bailo y que pase lo que tenga que pasar.
Ella, mi vieja amiga, me mira desde el suelo tranquila, sabe que tarde o temprano seré suya. Ningún año me libro.
Puede ser antes, puede ser después. Pero siempre me toca.
Y siento sus dedos... es sutil, insidiosa.
Voy a ver a mi padre, me da por pasearme por el barrio y todo me la recuerda, que si la tienda donde se compraba esto, que si ya no está la parada del mercado donde compraba lo otro...
Voy al super con C y reparo en sus comidas favoritas.
El cuerpo me empieza a pedir cosas como mirar fotos o abrir ese bote de perfume...
Y así se va llenando un vaso que, en algún momento, me desequilibra y me hace caer.
Me engaño, me digo que estoy demasiado liada para tener tiempo de pensar, que tengo demasiado trabajo, que mi ritmo de vida no me permite esto... y sí, como excusa va colando.
Hasta que un día uno de esos detallitos que normalmente pasan desapercibidos a mi filtro de la realidad es el pinchazo definitivo o, simplemente, despertaré una mañana y me lo encontraré todo negro y oscuro alrededor.