31 de enero de 2016

"Comienza el día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo". Mafalda.


A veces sabes lo que tienes que hacer pero no sabes cómo hacerlo.
Sé que no tengo que permitir que nada de lo que pasa en el trabajo me afecte como me está afectando. Que no puede ser que las malas deciciones de los demás (jefes) me saquen de quicio y me cabreen como lo hacen. Que tengo que trabajar, mucho, dada la carga de trabajo, pero sin que me provoque esa mala leche tan impropia de mí. Que si me hacen hacer cosas estúpidas que solo sirven para hacerme el perder el tiempo puedo intentar razonar con mi jefe directo pero, si no razona, no me queda otra que resignarme en lugar de alimentar a la úlcera. Que si me revientan veinte veces el planning del día tengo que reordenar las prioridades e ir sacando faena, sin más y a lo que no se llegue, no se llega, pero no puedo echar horas y horas por su ineptitud. Pero sobre todo no puedo permitir que me conviertan en un critter porque no lo soy. Que yo me cabree no afecta a nadie más que a mí misma, no es bueno para mí y no me hace sentirme bien. No puedo cambiar de trabajo, que sería la otra gran solución, pero lo intenté y no hay nada (a no ser que renuncie a gran parte del sueldo). Así que tengo que recuperar mi punto zen y no salirme de él. Por difícil que sea.

30 de enero de 2016

Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, y va dejando una huella que no se puede borrar.


"No sabes cómo te voy a echar de menos", me decía ayer mientras bailábamos en la discoteca. 
"Mantenemos el contacto, eh? Ahora no porque voy a tener lío pero en cuanto pueda me escapo y comemos juntos", decía mientras se bajaba del coche, "te quiero Ficti, cuídate mucho preciosa". 
Y se le hacía un nudo en la garganta mientras yo le prometía que sí, que pronto nos vemos y hablamos.
Me gustaría creer que será así. Que mantendremos el contacto, porque es una de esas personas a las que sientes que has tenido suerte de conocer. Un tipo sencillo y brillante, súper trabajador, más bruto que un arao y super cariñoso (no había día que no me dedicara una carantoña). Mi compañero inseparable en las fiestas de empresa, con quien bailar, reírme y contar en caso de necesidad. Alguien con quien hablar de cualquier cosa. A quien recurrir en los momentos de histeria. 
Alguien a quien yo sí voy a echar mucho de menos.

28 de enero de 2016

Boas noites



Tengo sueño así que este es un post exprés.
Hoy ha sido un buen día, productivo. Necesitaba uno así.
De que hayan tenido a mi jefe liado todo el día para que me deje tranquila.
De poder salir a una hora decente y hacer recados.
Propios y ajenos, pero cosas que tenía que hacer.
Y aún llegar a casa con tiempo para niño-bonitear un rato.
Un día de cerebro benévolo.
Buenas noches, amiguitos.



Ps. ps... mañana es viernes.

27 de enero de 2016

Bang my head against the wall

El viernes toca evento social.
Cena de despedida de la última remesa de salidas de la empresa (esta vez, al menos, se han ido todos voluntariamente). Sí, el nivel de rotación es tal que hemos llegado al punto de agruparlos en grupos de dos o tres porque si no, no ganaríamos para fiestas.
Me apetece así como nada pero es ineludible. Odio las cosas que no quiero hacer pero tengo que hacer. Malditos afectos... pero ese es un tema demasiado largo y enrevesado para esta noche. Siendo práctica e intentando aislar la inapetecencia, reconozco que, por un lado me iría bien, bastante bien, ponerme guapa, ¿estrenar el vestido rojo?, salir, tomarme un par de copas (en lo relativo al alcohol salgo barata) y bailar, en especial eso, bailar, mucho, mucho pero no podré beber (estoy inmersa en la segunda ronda de pastillas chungas) y sin cierto grado de alcohol no sé si podré aguantar determinadas cosas o a determinados personajes... -suspiro- en fin.
En vez de pensar en la pereza y en que la mayoría de gente a la que realmente me gustaría ver no irán, me lo plantearé como un rato potencialmente agradable (¿?) con el resto de personas que sí vienen, ignorando a los que no me apetecen nada, se ponen pesados o me hacen sentir directamente incómoda. Veis qué mayor? (ojos en blanco).

26 de enero de 2016

¿Qué haría yo sin lo absurdo y lo fugaz? -Frida-


El otro día, en la uni, me llamó la atención este gatito.
Entre pintadas de todo tipo, en especial atributos masculinos nada realistas ni proporcionados y llamadas a la revelión de la última huelga de estudiantes, había dibujos curiosos. Uno representaba una ecuación matemática según la cual una cookie se podía convertir en rosquilla. Otro fue el gatito.
Se me prendó la duda, la amplitud de posibilidades. ¿Quién lo dibujó? ¿Con qué finalidad? ¿Qué simboliza? ¿Cuál es su historia? 
¿Serán señales de una banda secreta que se reúne en esa facultad con algún malévolo objetivo?
¿Serán miguitas de pan de unos enamorados, las pistas de un acertijo que al final conduce al amante al encuentro de su gatita amada?
¿Será que alguien regalaba gatitos en la planta de arriba?
Aix... tantas posibilidades, tantos mundos infinitos...


24 de enero de 2016

Melancholy and sadness are the start of doubt... doubt is the beginning of despair.

Domingo, he amanecido antes de ahora y me ha recibido un día preciosamente gris. La niebla ha tomado el pueblo y no veo más allá del campanario que ahora mismo repica suavemente. No se oye mucho más y resulta relajante, como el suave vaivén de los hilillos de la cortina que he estado observando absorta un rato. No tener que estudiar libera mucho tiempo libre en los fines de semana.
A pesar de esos momentos (de ahora, paz y perfección) y de la autoterapia, no logro sacudirme la tristeza y vivo bajo la amenaza constante de tormenta en los ojos. Ayer pedí consejo a la persona más práctica y racional que conozco, "sobre tu pena no hay nada que yo pueda decirte", me dijo. Mua, mua, muaaaaaaa (música de fiasco). A ratos, como hoy, estoy apática, la siento como algo ligeramente ajeno, como esa niebla de afuera. No es mía, solo atenúa los rayos del sol. Otros... bueno, se me traga entera.
La verdad es que no sé qué hacer con esto y es algo completamente nuevo para mí. Si hay una emoción que gestiono perfectamente bien es la tristeza. O lo era, hasta ahora.
Mantuve una conversación plenamente racional al respecto que, si bien aclaró puntos, no sirvió de mucho. Hace días se lo expliqué a alguien, a ese que no es capaz de saber que algo me pasa y no saber qué es, y estuvo bien (no me arrepiento, con él nunca), pero verbalizarlo no surtió ningún efecto. Llorar tampoco está ayudando demasiado. Da igual la forma de externalización que elija, se genera más, es como si hubiera pinchado una tubería de agua, hasta que no encuentre la llave de paso...
Ignorarla tampoco ha dado sus frutos. Entretenerme sí ayuda, pero no puedo estar entretenida las veinticuatro horas del día. Supongo que solo me quedan: a- la evasión y b- la obsesión.
La opción a siempre es mejor que la opción b. Habrá que buscar algo muy atrayente para este cerebro tontito mío, a ver si aguantamos unos días más y se me pasa, un poco, aunque sea.

23 de enero de 2016

What we learn with pleasure we never forget




Me gusta ir a hacer los examenes y, ya, sé lo cerebrito (y empollón) que suena eso.
Pero es que es así, me gusta. Creo que estudiar es la única cosa que hago por y para mí misma, mis estudios no tendrán una aplicación práctica (laboral o económica) a mi vida, más allá de poner una linea en el currículum, tan solo me sirven para saber más sobre algo que me fascina, para cumplir con mi vocación. Supongo que por eso me gusta la rutina asociada a este día.

22 de enero de 2016

Loneliness comes with life.



Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
-Mario Benedetti-

21 de enero de 2016

All men are equal before fish.

Después de varios meses de prácticamente ignorarlo, poco antes de Navidad, decidí darle una nueva oportunidad al acuario. Bueno, decidí, lo decidió el único superviviente que se empeñó en vivir, a pesar de mis cuidados limitados. Así que reaclimaté el hábitat con el correspondiente riesgo pero, como no se murió, le traje un nuevo compañero. 
Hace días casi se mueren. Los dos. Saltaron los plomos (¿no suena esa expresión muy anticuada?) durante la noche y, cuando los miré, estaban en el fondo, moviendo apenas las aletitas para no volcar con la microcorriente que produce el filtro al funcionar de nuevo. A un pez de agua caliente (27grados, habitualmente) no lo puedes tener a veinte grados vete a saber cuántas horas, pero ahí están los dos, coleteando felices y contentos (esto es un decir, averigua tú el estado anímico de un pez).
Hoy he visto comer por primera vez al nuevo y, claro, me preocupaba porque a un pez no puedes enseñarle a comer, "pecito tonto si no comes te morirás", no, solo puedes esperar a que en algún momento decida probar uno de esos trocitos que flotan en el agua y se de cuenta de que son comida.
Pero hoy lo ha hecho y estoy más tranquila. Le ha costado pero se va adaptando, ya no se esconde a la que me ve acercarme, cosa que por otro lado entiendo, debo de resultar monstruosa a su escala y ampliada por el efecto agua-cristal. A veces corre tras el otro, pero es normal, es territorial y no lo ataca, solo lo hace apartarse cuando se le acerca mucho. A mí también me gustaría poder correr tras la gente dándole mordiscos de advertencia cuando invaden mi espacio personal pero claro, yo no soy un precioso pececito negro y naranja, en mi especie eso no estaría muy bien visto. 

20 de enero de 2016

La tristeza almacena los desastres del alma o sea lo mejorcito de nosotros mismos -M Benedetti-

Ya estoy algo más en mi sitio, aunque no del todo.
No he podido volver completamente a mi rutina y creo que la necesito. Encarecidamente.
No sé si son las hormonas, el estrés o los problemas pero ando al borde de la lágrima por todo.
El contexto tampoco ha ayudado. Me aturde ver lo mayor que se está haciendo mi padre. Por un lado me encanta cuidar de él, que se deje hacer, pero por otro es terrible ver cómo se empiezan a invertir los papeles.

Otra cosa que me apetece mucho es desaparecer, coger a NB y aislarnos del mundo durante días, en casa mismo, no me hace falta ir más lejos. No contestar al teléfono si no es por una urgencia y, sobre todo, huir del maldito whatsapp que no para. Necesito mucho, mucho, mucho, mucho, estar sola. Ordenarme. Dejar pasar a este huracán que me anda sacudiendo y recoger los desperfectos. Pero (ley de Murphy) precisamente en estas próximas semanas la vida social está al cien por cien. Y no puedes decir -sin levantar ampollas y que después te interroguen hasta la saciedad- mira es que ando un poco deprimida y no me apetece, no te lo tomes a mal, no eres tú, soy yo, de verdad. No, no puedes. Y así te ves inmiscuida en una cena a la que irá una persona a la que aprecias pero a la que, a la vez, le has cogido una manía visceral (porque no hay manera de que me deje en paz, de que entienda que yo no voy a ser esa amiga que quiere, que no tolero que me diga qué hacer con mi vida y mucho menos darme lecciones sobre cómo soy) y en la vorágine de una fiesta con los del trabajo a la que parece ser que todo el mundo -menos yo y algún otro asocial- quiere ir, qué digo quiere, están súper entusiasmados y a mí me apetece menos que nada... 

En fin, he desarrollado una nueva terapia que consiste en recordarme cada día alguna cosa buena de las que tengo en mi vida. Combinados con el estudio, música adecuada y algún que otro aceleroncillo por la autopista, parece que causan algún efecto.

19 de enero de 2016

Descolocada

Escribir y publicar desde el móvil es extraño y un tanto incómodo.
Hoy duermo otra vez en casa de mi padre y no ha entrado aquí un ordenador desde que yo me llevé el mío. Tampoco hay Internet. 
Me gusta estar aquí, en el lugar donde me crié que ahora parece más pequeño que antes y donde cada cosa esconde un recuerdo.
Él está bien, perfectamente, lo han operado de una "tontería", pero yo me quedo más tranquila si no pasa esta noche solo y él se queda más tranquilo si yo no madrugo tanto mañana para llevarle al médico.
Ha habido varios sucesos o actitudes hoy que podrían haberme enfadado con otras personas pero... ¿para qué? Hay cosas que son como son y no merece la pena cabrearse por ellas. Porque para lo único que serviría es para calentarme un rato, hacerme mala sangre y nada más. Cada vez que me veo en una situación jodida él y yo solos, por un lado me enrabio con aquel que creo que debería de también estar pero, al mismo tiempo, siento una extraña paz de saber que no necesitamos a nadie más.
Normalmente esas ideas llegarían y se irían sin más aspavientos pero ando sensible. No estoy acostumbrada a este nivel de descontrolada emotividad. 

18 de enero de 2016

Desvaríos de alguien demasiado somnoliento para estar aquí

Llevo un buen rato mirando a la pantalla en blanco, tratando de decidir sobre qué escribir, pero ninguna idea me seduce. Todas las descarto, por irrelevantes, por cansinas, por sensibleras, por demasiado íntimas, porque hoy no me siento capaz de aplicar el suficiente filtro y después me arrepiento, siempre. Porque cuando le has contado algo a alguien luego no puedes decirle, oye, olvida mis palabras, vale? Eso nunca te lo he contado y entonces quieren saber, necesitan saber más y eso es agotador. Otras porque ¿para qué contar mi vida? Solo soy una mortal más, entre muchos millones de mortales, con una vida normal, sin grandes extravagancias, dignas de mención. Un trabajo en dificultades, una familia bastante disfuncional, alguna fobia, un par de transtornos y muchas manías. Ea, una humana, sin más. Lo que sí que tengo es un mejunge mental de cuidado y estaría bien escribir, seguro, como hacía antes en esos diarios que aún guardo, vaciar, tema a tema. Hojas llenas de mi letra redonda, divagando, lamentando, ideando, soñando en tinta azul. Sí, probablemente sí. De eso va el blog, supongo, cambié de formato... ya está, que me voy por las ramas. Pues eso, que no me centro, que tengo demasiado aquí, entre ceja y ceja y que sí, que si me sentase aquí un rato más seguramente encontraría algo a lo que agarrarme pero es que tengo demasiado sueño como para hilar. Y ya, ya, que si tengo tanto sueño bien podría estar en la cama, sí, pero es que la pulsión es la pulsión.

Y si la vida es un instante hoy quiero olvidar que existo...


De nuevo ves tus ilusiones evaporarse como el humo.
Y empiezas a preguntarte cuánto podrás seguir con esto.
Balanceándote en el difícil equilibrio entre aguantar o dejarte vencer por el desánimo.
Si debes seguir persiguiendo un sueño.
O quizá, lo mejor, sería ir preparándote para una cruda realidad.


17 de enero de 2016

I live among you, well disguised.

Hoy ha amanecido gris ceniciento y no por el clima, fuera luce un sol hermoso y radiante y por fin hace frío. He salido, buscando un momento de perfección y consuelo, tipo semana pasada, pero no. Supongo que para eso hace falta cierto estado mental al que hoy no me acerco ni por asomo. He probado a navegar, de casa en casa, pero casi todos los blogs me dan ganas de llorar y sé de sobra que no es por lo que allí han escrito sus dueños, no importa la temática, soy yo. Anoche quise echar un vistazo al contenido de ese vaso que últimamente me ocupa y ya amenaza con rebosarse... pero no hubo forma de hilar nada. De agarrar algo con suficiente consistencia como para poder tirar de ello, sacarlo de la masa informe, y poder diseccionarlo, catalogarlo... supongo que necesita más tiempo de reposo, me precipité, hoy pago las consecuencias y tengo ojos de sapo.
Pero no puedo estar así. En poco más de dos horas NB amanecerá de su nocturnidad y después la vida social nos reclama, es el cumpleaños de un niño, no puedo llegar con esta cara y el corazón sangrando por los rincones. 
Así que me voy a entregar a la actividad, a ver si así me recompongo lo suficiente como para seguir pareciendo humana.


15 de enero de 2016

El destino baraja las cartas, nosotros las jugamos.



A veces, mi practicidad, me hace sentirme un tanto insensible, sobre todo con los muertos.
Pero también con el dolor.
Las cosas que duelen las disecciono, las fragmento en porciones, en trocitos, las etiqueto y clasifico.
Eso hace que muchas dejen de doler o que, por lo menos, no me atormenten. En especial mis decisiones.
Por eso, en algunas ocasiones, cuando alguien me explica cómo le atormenta (de un modo irracional) una decisión tomada, que era lógica, la mejor o única opción, aquella que evitaba un mal mayor... y, aunque le ofrezcas todos los argumentos lógicos que deberían hacerle sentirse mejor... ves que solo sigue apelando a la parte emotiva, haciéndose daño reiteradamente, ignorando todo eso que podría consolarle de algún modo... no puedo entenderlo. 
Y no es porque yo no sea masoquista, que lo soy y me encanta arrancarme las cicatrices...
No sé... se me ha quedado la idea ahí pero no sé bien cómo sacarla.


14 de enero de 2016

Y no existir si no me miras tú


Llevar días sin vernos más que diez minutos mientras yo termino de despertarme ante un café y él llega muerto de sueño hacia una cama aún caliente pero ya vacía.
Y de repente, disponer de una horita o dos de acurruque en el sofá.
F e l i c i d a d.

13 de enero de 2016

Piensa mal y (casi siempre) acertarás.


Algunas veces, pero solo unas pocas, desconfías de alguien y luego te ríes pues acabas descubriendo que sus intenciones eran completamente inocentes.
Algunas veces, sí, pero solo unas pocas.

12 de enero de 2016

La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho (eso dicen).


Que trabajo horas excesivas todos lo sabéis.
Y a mí no me importa hacerlas.
Tengo ese estúpido compromiso que las empresas quieren.
Esa "implicación en el proyecto" por el que le brillan los ojos a todo director.
O un "estúpido sentido de la responsabilidad", como diría Dani.
Lo que me desanima es darme (junto a mi compañera) una gran panzada a trabajar en noviembre, consolándonos con que es un empujón de faena pero así luego todo estará bien y será más fácil. Para que ahora, mes y medio después, resulte que no puede ser y no sirva para nada lo que hicimos.
Entiendo el porqué ha de ser así, como le he dicho a mi jefe (que está tan o más decepcionado que nosotras), pero eso no significa que me guste.
Todo lo que queda de enero va a ser de agárrate y no te menees, pero en días como hoy, pierde en gran parte el sentido.

11 de enero de 2016

Después de todo siempre seremos para alguien la persona correcta, esa que conocieron en el momento equivocado -Favole Molpe-


"Casi un Cuento" (que me regalaron)

Él susurró que lo mejor sería
no enamorarse,
ella no le llevó la contraria,
para qué si se sabía vencida.
Ante todo se dejó acariciar
por sus manos manchadas de ternura.
Eso sí
no se enamoró de sus manos.
Mas no impidió que sus labios
muy lentos la abrasaran
pero tuvo cuidado,
no se enamoró de sus labios
no se enamoró
ni de sus ojos ni de su voz.
Ni de la palidez que se le subía a la cara entre los besos,
esa palidez que a ella más y más la arañaba.
Pero tuvo cuidado y no sé enamoró.
Para qué si se sabía vencida.
Una y otra vez volvieron a encontrarse.
Sin amor
eso sí,
Felices como niños.

-Ángeles Mora-

10 de enero de 2016

Hay ayeres y mañanas pero no hay hoyes -M Benedetti-



Ocho y media de la mañana.
Despierto antes de lo pretendido.
Abro la terraza para abrir las persianas.
Un hermoso sol anaranjado ilumina el campanario y el bosque tras él.
De repente estoy fuera.
A mis pies los plataneros danzan agitando sus hojitas marrones y secas.
Una ráfaga de aire casi frío (qué le está pasando al invierno?) me alcanza.
Revuelve mis rizos.
Soy consciente de mi pinta con los pelos de león y el pijama.
Todo cuanto se oye son los pasos de algún peatón y el baile de las ramas.
Cierro los ojos y respiro hondo.
Nada importa.
Esto es aquí.
Esto es ahora.
Y es perfecto.

9 de enero de 2016

Renovarse o morir (y no morir en el intento).


Estamos de estreno.
Llevaba tiempo queriendo cambiar el diseño del blog (un poquitito, ya, tampoco mucho).
Y semanas peleándome con distintos editores, webs de creación de plantillas, plantillas prediseñadas pero no editables, etc, etc, etc.
Al final se ha quedado así.
Espero que os guste (y que no me de la neura otra vez hasta dentro de otros ocho años).

8 de enero de 2016

Que enero te devuelva tu vida...


Es viernes.
Se ha acabado la vorágine.
Mis planes del fin de semana consisten en estudiar y jugar a la play con NB.
Por poco seductor que pueda parecer... no podría sentirme mejor.

7 de enero de 2016

A great wind is blowing and that gives you either imagination or aheadache


Dicen que el viento vuelve loca a la gente.
¿Dónde lo oí? Creo que en alguna peli (diría que de Almodovar, pero no me atrevo a asegurarlo).
Yo no sé si enloqueceré pero llevo dos noches de poco sueño por culpa suya.
Agita las persianas plum-plum-plum.
Me despierta.
Y, cuando parece que vuelvo a dormirme, plum-plum-plum.
Cuando no silba por todos lados como si quisiera arrancar el techo.
Y así cualquiera se duerme.


6 de enero de 2016

No hay mal que dure cien años


Ahora sí. Ahora sí.
Ahora que la familia acaba de salir por la puerta y el lavavajillas ya está limpiando los platos.
Ahora que los armarios están casi vacíos de comida.
Ahora que los regalos ya han sido entregados.
Ahora puedo asegurar que se han acabado las Navidades.
(Aplausos).

5 de enero de 2016

Pequeños saltamontes


Estoy convencida de que mi sobrino ya sabe la verdad sobre los reyes magos pero nos engaña a todos, haciendo ver que no. 

4 de enero de 2016

La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser.

Conozco el mal que me aqueja. Aunque me haga la tonta como que no. La cosa es que es un mal del que no quiero hablar (aceptemos escribir como sinónimo). Debiera hacerlo, probablemente. Porque se me está enquistando, pudriéndose dentro de mí. Puedo asegurar y, por tanto, desde hoy aseguro, que es el mayor causante (no del todo, pero casi) de este estado jodidamente gris en el que estoy que ya ni disimular me sale. Que ni siquiera la lluvia me anima. Se me está escurriendo la máscara demasiado a menudo (Oh pánico). Lo sé. Lo sé. Lo sé. ¿Si sé cuál es el problema y que mi forma de aligerar la carga es darle forma en palabras, porqué no lo hago? Pues porque no quiero, no quiero hablar de ello con nadie. Verbalizarlo. Si lo digo se hará más real. Y todo el que lo oiga pensará "pobrecita". O, peor aún, comenzará con consejos inútiles y frases de galleta. Y no quiero. No creo que pudiera soportarlo. Ya bastante me las digo yo cada vez que lo que estoy haciendo no me entretiene lo suficiente como para permitirme divagar. ¿Entonces porqué me quejo? Porque se me está pudriendo (y porque soy quejica) y empieza a oler mal, muy mal. No dejo de olerlo en todo el día. Además, no me gustan los ojos que me miran desde el espejo. A veces reflejan una completa rabia hacia todo y nada a la vez (cosas de que no haya culpables ni presuntos ni de ningún tipo) demasiado impropia de mí. Otras no sé encontrar en ellos una ilusión, una luz, que debería estar ahí. Y no, no puedo arreglarlo. Y no, no puedo dejar de preocuparme aunque sepa que no lo puedo arreglar. (Esa bonita norma no es aplicable en todos los casos, anda, ya le hemos encontrado la excepción, menuda suerte la mía). Tengo que tener paciencia. Bonita teoría, solo que yo no sé ser paciente. No lo soy. Nunca. No con las cosas que realmente quiero, con esas me obceco y lo doy todo, todo, todo, hasta que las consigo. Pero, ah... que esta vez da igual lo mucho que me esfuerce... qué bien. Qué estúpidamente maravilloso. Qué jodidamente perfecta es, a veces, la vida. (Ya se ve que no estoy cumpliendo con mi único propósito del año).

3 de enero de 2016

I've cried, and you'd think I'd be better for it, but the sadness just sleeps, and it stays in my spine the rest of my life -Conor Oberst-

 
No entiendo tu dolor. No alcanzo a descifrar tu carga nuclear, la longitud de onda de tus rayos X, tu bombardeo de electrones, no. Pero da igual. No importa. Conozco la opresión. La fatiga del alma. El miedo. Conozco los lugares a los que se acude simplemente a callar. Y no pido. No reclamo. Porque acudo con frecuencia a ellos, y tengo días, y mañanas, y domingos. Y los dedos se me comban. Y el alma se me encoge, tibia. Y un día ya no hablo más el idioma de los hombres. Y todo se magnifica. Y hago justo lo contrario de lo importante, justo lo que no debiera. Y, entonces, simplemente espero, pequeña y desmadejada, a que todo pase.

Bárbara Butragueño. Naufragios diminutos

2 de enero de 2016

Me muero de amor



Llegar al blog con humor ceniciento pensando "ayer dijiste que te ibas a sacudir esto de encima... no puedes escribir algo gris morengo, jo, va, F, piensa en algo bonito" y en esas, ver mi foto y mi nombre en la lista de blogs. Sorpresa, pestañeo, ¿qué?

Ficticia -Chica Radical-

Leer y derretirme de cariño. 
Gracias, princesa, hoy has dado calor a mi corazón.

1 de enero de 2016

Matrioskas de deseos que envuelvo entre burbujas de plástico y papel.

A pesar de mi visión pragmática -y carente de magia- del cambio de año (ya sabéis que no lo veo como generador de nada, si no más bien como una acotación más de las que el ser humano necesita para organizar su mente), suelo caer siempre en eso de elaborar mi propia lista de propósitos.
Lista que sé que no cumpliré (pero es que me gusta tanto hacer listas...).
Sin embargo, los últimos meses de mi vida, las últimas cosas que han ido pasando o no me hacen plantearme esta vez, más una lista de deseos que de propósitos, pues todo aquello que realmente quiero que suceda en el año que hoy comienza depende más de la suerte, de otras personas o del azar que de mí misma. (Probablemente esta haya sido la lección vital más importante y difícil de aceptar de los últimos tiempos, aún estoy en ello).
Eso no es demasiado bueno para la atribución causal (de hecho es una verdadera mierda) pero tengo que aceptar que puedo poner todo de mi parte (y además debo hacerlo) para que determinadas cosas sucedan, pero lograr el resultado final no está en mis manos.
Así las cosas... en vez de hacer una elaborada lista mejor seguiré con la táctica habitual de fijar objetivos a corto plazo (y cuanto más realistas mejor), el primero de los cuales es sacudirme de encima esta negrura que me acompaña desde hace semanas y después... ya veremos.