30 de septiembre de 2012

De cómo se rompió mi corazón...

 
Siempre hablo de Él, prácticamente todo este blog es un réquiem a nuestra relación o un inventario de las secuelas... Y creo que ha llegado el momento de hablar de esa relación. Aunque para eso, primero tengo que hablar sobre mí.

Yo... era una persona casi completamente emocional. Una enamorada del amor. Que no podía pasar más de tres días sin soltar una lágrima. Que siempre estaba triste de un modo enternecedor. La que intentaba encajar a pesar de ser rara. Impulsiva. Confiada. Alguien que estaba dispuesta a hacer un sitio en su corazón a quien lo quisiera. Cariñosa. La típica adolescente demasiado madura para su edad, pero aún así una niña que esperaba con anhelo la llegada del príncipe encantador que viniera a rescatarla de la pena provocada por una pérdida demasiado temprana, un hombre que la amaría por encima de cualquier cosa llenando ese vacío que atenazaba su corazón. Una chica incomprendida.
Y encontré una amiga, que se convirtió en una hermana. Otra chica rara, a quien también le apasionaban los libros y el cine, juntas escribimos una novela... A ella le conté mis secretos más íntimos, con ella hablé por primera vez de la muerte de mi madre y de todo lo que ello conllevó en mi infancia. Ella era racional, completamente opuesta a mí y eso nos complementaba. Y la quería.
Con ella cubría parte de ese agujero negro que me hacía sufrir. Ya sólo me faltaba el caballero andante... Y él llegó, contra todo pronóstico llegó.
Él era... hermoso, en serio, guapísimo. Mayor, claro. Tenía un acento andaluz precioso que me volvía loca al decir mi nombre. Romántico. Culto. La vida también había sido ingrata con él, mucho. Ambos entendíamos el amor del mismo modo. Nos enamoramos al instante. Fue como en las películas, como encontrar algo que te falta. Me adoraba. Me escribía poesía y me la susurraba al oído. Me mandaba correos obscenos al trabajo sólo para hacerme reír. Hizo cosas... que ni siquiera puedo explicar. Me necesitaba porque yo ponía color a su mundo. Y yo por primera vez en mi vida me sentí importante, necesaria y amada. Él me ofrecía amor incondicional para siempre a cambio de una sola cosa: que fuera suya, que me entregara a él. Y lo hice, lo amé con cada ápice de mi cuerpo, mente y alma. Le desvelé todos mis secretos, todos mis anhelos. Con toda la inocencia de una niña que en verdad no sabe nada, me faltaban dos meses para los 18 cuando le conocí!

Y me traicionaron. Ambos. Juntos. Y no, no se liaron. Eso lo habría podido sobrellevar... Todo fue un engaño, por un interés. Pero no fue simplemente eso. Podría haberme hecho enamorar perdidamente de él y haberme abandonado sin más. Pero no fue así.
Cuando llevábamos como un año juntos -un tiempo idílico- se fue transformando poco a poco en un monstruo.
Creo, en retrospectiva, que buscaba que yo le dejara. Nunca quería ser el malo de la película, él no.
Me engañó, llegó un punto en que mentía más que hablaba, me anuló totalmente, me fue infiel, me maltrató de todas la formas posibles. Pero yo no le dejaba. Le amaba... demasiado. Él era todo para mí.
Medio año después, más o menos, me abandonó por otra... pero no me dejaba ir. Y yo no podía irme, dependía emocionalmente de él y mi amiga,el otro pilar en mi vida, me animaba a luchar por su amor. Pasó un tiempo turnándose conmigo y con la otra, volvía conmigo-me dejaba por ella y así sucesivamente. Por entonces toqué fondo, tonteé incluso con la idea del suicidio -aunque no por primera vez- hasta que un día saqué valor de algún sitio y le dije que si me dejaba ir yo no iba a volver, nunca. Y me contestó con un bolero que dice "te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, yo sé que mi cariño te hace falta porque quieras o no yo soy tu dueño".
Pasó un año y, aunque no desaparecía de mi vida, yo no volvía con él. Ni me dejaba seducir, ardua tarea, lo aseguro. Seguía amándole pero había desarrollado de algún modo milagroso algo de amor propio. Desapareció unos meses y luego volvió como si fuera otro. El del principio. Como si hubiera cambiado. Yo no me lo quería creer pero coincidió que iba de viaje a Sevilla a la feria de Abril con unas amigas... e iba a estar tan cerca de él... que se lo dije "Voy a sevilla a la feria, si quieres verme, llámame. Nos tomaremos ese café que te debo". Prometió llamar pues él también iba a la feria.
Pero no lo hizo.
Y tengo que agradecérselo, porque sé aunque mi mente se fustigue al reconocerlo, que hubiera vuelto a él. Una cosa es resistirse a 1000km de distancia pero a cara a cara... No hubiera podido decir que no a esos ojos y esos labios.
Evidentemente tenía una excusa para no haber llamado, siempre hay una, ¿no?
Y, al poco tiempo me hice amiga de mi actual pareja, casualmente una amiga común nos presentó, precisamente en aquel viaje y, al volver, empezamos a salir mucho en grupo, juntos.
Él se enteró por la que era mi mejor amiga. Vio que me alejaba y pasó por todas las fases posibles: montar en cólera, amenzarme, tratar de seducirme, desacreditar al pobre chico que había conocido, darme lástima... Entró en una fase autodestructiva. Hasta que un día hizo algo -que no voy a explicar- que ni siquiera yo podía ignorar y rompí todo contacto con él.
Increíblemente mi amiga seguía insistiendo en que debía luchar por mi amor por él. Pero no cedí.
Al cabo de un tiempo me enteré de que ella le contó todo lo que yo quería de un hombre, le ayudó a ganar mi amor, a alimentarlo y a mantenerlo a pesar de todo. Y siempre estuvo al tanto de las mentiras que a mí me contaba.

28 de septiembre de 2012

Debería estar en la cama...

 
...pero estoy aquí.
No es el insomnio que a veces me ataca ni la ausencia de cansancio de mi existencia desempleada... No, hoy son nervios. Mañana tengo una entrevista. La primera en... ¿9 años?
Me siento como una virgen a la que van a robar su virtud. O como una mujer que lleva mucho sin sexo y se siente virgen de nuevo.
En fin, que me pierdo (sí, sigo hormonal ¿qué?), el problema no es mi CV que es i-dó-ne-o para el trabajo, si no yo.
Yo y mi asociabilidad.
Yo y mi extrema timidez.
Yo y mi rotunda falta de autoestima.
¿Cómo convenzo a alguien de que soy lo que quiere?
¿Cómo me muestro súper simpática y súper agradable?
No me gusta empezar las cosas con mentiras... y todo eso lo es.

"Las entrevistas me parecen algo artificial; todo el mundo comportándose de la mejor forma posible e intentando desesperadamente esconderse tras una fachada profesional" Leí el otro día y no puedo estar más de acuerdo.

Una voz me regaña desde el fondo del cerebro "Necesitamos un trabajo y eres una gran actriz, se te da genial hacer el paripé cuando toca -de algo tenían que servir años y años de enmascarar emociones, de aparentar ser normal- y mañana TOCA así que a callar e interpretar".

Y luego hay otra voz que dice "Eres todas esas cosas, sólo que no quieres que nadie lo sepa. Eres simpática y alegre. Eficiente y trabajadora. Pero te asustas y lo ocultas y menosprecias y lo olvidas, respectivamente."

Y eso me da miedo. No las voces, ellas no, sé que no son más que mi yo, superyo y ello debatiendo como me imagino que hacen en toda cabeza de vecino... No, me da miedo que ya no sé cuál de todas esas yos que muestro al mundo o las que me muestro a mí misma es la de verdad.
Sé cómo era. Antes.
Tierna. Dulce. Cariñosa hasta lo empalagoso. Inocente. Tonta. Hipertímida. Perennemente triste. Buena. Confiada. Amigable. Romántica empedernida.
Sé lo que me gustaba de aquella yo y lo que pasó después.
Sé a cuáles de esos atributos puedo culpar de parte de mis desgracias.
Sé cómo me comporto ahora y a qué pueda atribuir algunos de los cambios.
Pero ahora no sé si la que muestro es la que soy. O es que el temor al sufrimiento hace que ni yo misma esté dispuesta a aceptar que sigo siendo todas esas cosas aunque lo bañe todo de una capa, gruesa, muy gruesa, de raciocinio.
No sé si el paripé es lo que ven los demás o lo que me cuento a mí misma.
Sí, creo que esa es la cuestión.

22 de septiembre de 2012

Pronombres posesivos


Leer esto en los libros de Grey y que aflore a la superficie de mi mente un recuerdo de él...
Sus profundos ojos azules mirándome con una necesidad y un anhelo desesperantes.Su pelo negro alborotado.
Su voz de caramelo escapando en susurros de sus labios perfectos diciendo esas tres palabras, muy cerca de los míos. Siempre me hablaba cerca y bajito.
Y yo sin aliento por su cercanía y la enormidad de lo que dice.
Y cómo me gustaba oírle decir eso. Cómo me encendía desde lo más profundo.
Saberme suya. Protegida. Amada. No, lo suyo no era amor... era devoción. Y oh amigos! Que no os engañen: sentirte adorado es lo más hermoso de esta vida.
Saberle mío. A ese hombre perfecto en su imperfección. Dolorosamente hermoso aunque escondía tantos monstruos en su interior... y yo dispuesta a liberarle de todos ellos... ilusa de mí.
Pero no emborronemos lo bonito del recuerdo, que me hizo sufrir sí, pero jamás en mi vida fui tan feliz como cuando fui... suya.

19 de septiembre de 2012

Oh, Grey...



Tengo un grave problema hormonal y no es algo que requiera de tratamiento médico, ya me entendéis.
Me siento ridícula, en serio, me avergüenza esta ebullición adolescente que me domina... yo que alardeo -en mi fuero interno- de haber controlado la parte emocional y haberme pasado al lado racional de la vida!!! Pero sobretodo me avergüenza su motivo.

Leí por casualidad que proponían a un actor que me gusta para hacer de Christian Grey, había oído que la saga de "las cincuenta sombras" causaba furor entre las mujeres... total que me bajé los libros y... ¿Cómo decirlo finamente?

¿Dónde hay un hombre así y qué hay que hacer para que me haga suya?

Reconozco que al principio parece que Edward Cullen y Bella Swan se encuentren, vivos los dos y ya mayores de edad... el chico malo que no se puede apartar de la chica tímida con un bajo concepto de sí misma, aunque guapa, claro, un poco cerebrito y sumamente torpe... casi me echa para atrás y en seguida ves de qué va el tema... y le añade un toque romántico -y ahí radica el éxito entre las féminas porque si no, no lo entiendo- al asunto de la dominación que me cuesta de imaginar en la vida real, si pienso en ello lo imagino más bien, siempre, como cuando Rorschach se pone tórrido, algo... sórdido, violento, frío y brutal.

Pero, aún así... una parte de mí, que suelo mantener bajo control, está siendo alimentada en exceso...
Físicamente ya le he puesto, animada por lo que leí antes del libro, la cara de ese actor, lo cual no me ayuda nada a relajarme.
Sus maneras, cuando está de cara a la galería, son exactamente las de ese exnovio que no deja de planear en las sombras de mi mente -llevaba meses sin pensar en él, ¿porqué?- ese excesivo paternalismo, la obsesión por el control, la educación refinada, la picardía, el autoritarismo, el afán de protección...
Y cuando se pone en plan dominante...

Mucho me temo, que sus tendencias sexuales acabarán explicadas por algún trauma de la infancia y, además, habrá una verdadera historia romántica de por medio, que me joderán el momento pero, por ahora, a disfrutar o sufrir, según se vea.