22 de marzo de 2012



Una conversación me ha traído, de forma desintencionada, un recuerdo de ti... Llevaba unos meses sin pensarte y me creía curada... Ya ves...
Era tarde. Estábamos en una habitación de hotel, como siempre que venías a mi ciudad, por la ventana se veía el mar oscuro.
Ya ni recuerdo porqué discutíamos, por entonces la discusión era nuestra forma más recurrente de diálogo. Sé que era por tus celos. Lo sé porque eso era en lo poco en lo que no cedía -maldita dependencia- era lo que realmente me cabreaba, chocar contra tu muro de desconfianza infundada, discutir con alguien que no tiene argumentos racionales me sacaba de quicio, y entonces te pinchaba.
Sí, lo reconozco, ante tu irracionalidad celosa me rebotaba y recuperaba mi mejor repertorio sarcástico, lo que, a su vez, te enervaba al máximo. Llegados a este punto se nos soltaba la lengua de lo lindo.
Normalmente decías algo que me hería, me echaba a llorar y ahí acababa todo, me abrazabas, llorabas, me pedías perdón, te lo pedía yo a ti, besos, cama, polvo y reconciliación.
Pero ese día no. No sé porqué lo que decías me resbalaba, quizá estaba demasiado cansada de esas discusiones que, en realidad, nunca me gustaron una pizca... la cuestión es que, cuanto más grande la soltabas mayor era mi sonrisa y más aguda mi respuesta.
Al final se nos fue de las manos. No recuerdo exactamente qué te dije pero sí recuerdo cómo me empujaste contra la pared y tu mano cerrada entorno a mi garganta.
Recuerdo la sensación que me embargó que, contra todo pronóstico, no fue miedo. Tenía tu cara a tres centímetros de la mía, nunca antes me habías mirado con tanto odio, recuerdo la mueca que dibujan tus labios... Y tuve una especie de epifanía en la que supe que no acabaríamos con esa espiral de autodestrucción en la que nos habíamos embarcado hasta que uno de los dos desapareciera del mapa, esa verdad me embriagó y, envuelta en una paz que hacía años que no conocía te miré a los ojos y te dije "Hazlo".
Como si de un hechizo mágico se tratase tu mirada cambió de la más profunda ira al horror y la vergüenza, tu mano se aflojó y te arrodillaste a mis pies llorando y pidiéndome perdón.
Al final me senté en el suelo y te abracé mientras llorabas, pero no derramé una lágrima. Supongo que, aquella noche, gané poder.

Cada noche alimento a mi monstruo con las canciones y las imágenes que le gustan.
Ya no sé si lo hago para que no me devore o si lo que quiero es que crezca y tome el control.

16 de marzo de 2012



Es en estos momentos, cuando te asalta la madrugada pero tú sigues despierta y no tienes ganas de hacer nada. Tu cuerpo no quiere dormir (¿porqué si no has hecho nada para cansarlo?) y tu mente tampoco quiere deleitarse con alguna de tus aficiones. No te apetecen películas, los libros te dan pereza y la música, por su efecto evocador, te da pavor... Estás aburrida de todo.
Es entonces cuando la Depresión, tu antigua y odiada amiga, acaricia tu nuca con dedos fríos.
Susurra en el fondo de tu mente preguntas sin respuesta, recupera recuerdos de personas y momentos, exige saber qué ha pasado con tus sueños y anhelos.
La ignoras lo mejor que puedes, le das manotazos como a las moscas en verano, pero indudablemente, está ahí.

13 de marzo de 2012



Lo malo de fantasear tantas horas al día es que, tarde o temprano, tienes que volver a la realidad.Y no es que tu realidad sea mala, si no que, simplemente, nunca alcanzará a tu fantasía.
En ella todo es idílico, incluso las cosas malas tienen un buen fin.
El dolor, la muerte, la pérdida, el sufrimiento, siempre concluyen en amor, dicha y felicidad.

Ese es el problema, que sabes que en la vida real, lo malo viene por sí solo, a menudo acompañado de más cosas malas y que, por muy bueno que seas, por muy bien que te portes, nada hará que tu vida se parezca más a tu ilusión.
Ni siquiera, aunque las cosas te vayan bien, lograrás salir de la mediocridad que esta existencia te impone.

3 de marzo de 2012



Últimamente la gente me habla de sexo. Desconozco el motivo, pero me resulta extraño, porque yo no suelo hablar de ello -reminiscencias de una familia católica y un colegio de monjas, supongo- con nadie más que con mi pareja. Quedo con una amiga y me cuenta lo contenta que está con su novio, por no exigirle "una cuota" por mostrarse comprensivo ante su inapetencia cuando ha estado enferma. Quedo con un amigo a quien hace dos años que no veía y me habla de las relaciones que ha tenido durante este tiempo. Se refiere a la "conexión sexual" al hablar de ellas... En parte como fracaso, en parte como único nexo de unión. Viene mi hermano & family a comer a casa y mi cuñada me cuenta que últimamente está muy cansada y no tiene muchas ganas... Mientras, claro, alguien en mi mente chilla "Por Dios que es mi hermano y, si de algo no carezco es de imaginación!". Tenía una amiga que decía que yo sería una buena sexóloga, quizá se refería a esto, a que tengo facilidad para que la gente me hable del tema.