31 de octubre de 2014

Dejar atrás

Aunque lo hagas con un total convencimiento resulta en parte triste y te provoca cierta melancolía dejar el que, durante casi cinco años, ha sido tu hogar, tu primer nidito de amor. 
Pasear por esas habitaciones ahora vacías donde antes estaban nuestras cosas, esas paredes ahora desnudas del color que en su día les di, sin cuadros ni fotografías. 
El dormitorio donde tantas veces hemos hechos el amor, donde hemos tenido las peores charlas de nuestra vida común y lloramos juntos cuando la enfermedad se coló en nuestras vidas, donde tanto, tanto hemos reído y me vestí de "novia".
El despacho donde hemos tomado las mayores decisiones, planificado viajes, alimentado cerebros con información de todo tipo o cobijado a nuestros visitantes que se quedaban a dormir.
El descansillo de las escaleras donde tantas veces acabé sentada en un escalón por las malas noticias que salían de sus labios o, con mi boca abierta, ante la visión de su cuerpo semidesnudo de acá para allá entre el baño y la habitación.
Ese baño con su bañera enorme cómplice de mis inmersiones en agua calentita y copa de vino, la misma que siempre se quedaba pequeña para dos.
El comedor que ha presenciado y albergado cumpleaños, navidades, películas de todo tipo o una maratón del Señor de los Anillos en versión extendida con Dani, sesiones de estudio, donde la locura llegó a mí en forma de carta y donde, también, supe que se avecinaba el querubín de mi amiga C.
La cocina que me ha visto pelearme hasta renunciar a domar al horno, preparar manjares y platos precocinados. Donde me dejé vencer por el desánimo en brazos de mi Niño Bonito cuando la cosa se complicaba cada vez más en el tema de mi padre y donde incontables veces hemos bailado uno o el otro con la escoba o entre nosotros. 
Y la terraza, oh la terraza. Principal protagonista de las reuniones familiares de mayo a septiembre, de mis mutaciones a lagartija, de alguna granizada escandalosa e incluso de alguna charla telefónica a horas intempestivas. 

Sí, da cierta pena dejar atrás a estas pareces testigos de nuestro día a día, de alegrías, de tristezas, de sustos, de sorpresas, de nuestra rutina. 

29 de octubre de 2014

Reparto de responsabilidades


A veces hay que detener a la mente.
Sí, porque si te dejaras llevar por ella caerías en un pozo oscuro oscurito.
Pero no, no me dejo porque no tiene nada que ver el estado de mi padre (que está bien) con este desánimo que me ha tomado al salir esta noche del hospital. Porque sé que estas ganas de llorar se deben única y exclusivamente al estrés y la acumulación que llevo a cuestas.
Aún mucho por hacer el piso que dejo a contrareloj.
Aún todo por hacer en el nuevo que ahora parece un almacén.
El coche roto y en el taller, rezándole a ya no se quién para que no cueste un riñón.
Mi padre dando pasitos adelante y atrás.

No pasa nada. Todo tiene arreglo y lo sé.
Solo es que, como siempre, me pasan muchas cosas.

28 de octubre de 2014

Cada palo que aguante su vela



Que te vengan llorando con monsergas y, mientras pones expresión apenada pensar: "Ah, no, no, no, yo me ofrecí a hacer todos los trámites, te dije que le dieras mi teléfono y que yo me encargaría de todo pero tú con tu orgullo y tu desconfianza de siempre, decidiste ir a tu aire, por libre, hacer las cosas a tu manera y sin consultar con nadie más. Ahora te apañas, bonita".

Que una es tonta, pero también se cansa de que le tomen el pelo.

27 de octubre de 2014

Necesidades

Necesito dormir doce horas.
Una ducha de doble enjabonada y unos treinta minutos bajo el chorro de agua lo más calientes que mi cuerpo tolere (que no es mucho).
Necesito comer algo bueno y casero.
Y un ratito de encefalograma plano tirada en el sofá.
Así como una conexión a Internet decente y mi ipad.
Aún queda lejos, pero no pierdo la esperanza.

26 de octubre de 2014

Parece tan oportuno escapar. Parece tan imposible irse sin más.


A veces parece que no puedes, que no, que de verdad esta vez no. En serio. No.
Que empiezas a comprender porqué y cómo se producen las fugas disociativas.
(y casi deseas que te de una, hemos de admitir que sería una gran excusa)
Pero, la triste realidad es que tienes que poder. No importa como, pero tienes que poder.
Y punto.

25 de octubre de 2014

Ti merece un premio

Después de un largo día de desmontaje, bricolaje y pintura, llega la hora de la cena y, aunque ya no tengas una mesa en condiciones, te mereces un premio.

24 de octubre de 2014

Errores comunes



A veces nos preocupan tales tonterías... La mayoría de las veces.
Vamos conduciendo obcecados en nuestros problemas, enfadados, preocupados... Y no pensamos en lo buenas que son algunas cosas que pasan.
Lo bueno que es que mi padre estuviera ayer como un jovenzuelo, aunque hoy se quejara un poquito.
O haber cogido vacaciones.
O que cada vez quede menos para estar en el piso nuevo.
Que vayamos a buen ritmo con el traslado.

23 de octubre de 2014

El arte de la invisibilidad


 
(Comida de nenas en el trabajo).
- Es que Ficticia lo ve todo! -dice una.
- Sí, ella se queda ahí quietecita en un rincón y se va enterando de todo -dice otra- pero no suelta prenda.
Yo pongo mi mejor cara de niña buena y sonrío pero no digo ni mu.

Es lo bueno de la invisibilidad, cuando los demás no reparan en tu presencia, no ven tu mirada desde el otro lado de la mesa ni que entras en una habitación sin hacer ruido, dicen y hacen cosas que no harían delante de otros.

22 de octubre de 2014

Desvaríos propios de quien se mete en el blog cuando debería de irse a dormir


Estoy tan cansada que ni ganas de escribir tengo, pero ayer no acudí a la cita con la pantalla en blanco y la pulsión es la pulsión.
Todo sigue su curso. Poco a poco pero sin pausa.
Alterno mi tiempo entre el hospital y la mudanza. Y estoy agotada. Mañana añadimos un ingrediente más a la coctelera: vuelvo a la oficina.
Mi padre se quejaba esta noche de estar durmiendo todo el día (los calmantes...) y yo miraba golosa esa cama regulable.
Puede que suene extraño pero recuerdo con un raro cariño mi primer postoperatorio. La noche había sido horrible y, al día siguiente, sola, hecha un ovillo gracias a la cama móvil, con Sin city en la tv y los analgésicos recorriendo mi cuerpo, sin nadie que me llamara, pidiera, dijera... Fui feliz.
Así que no se lo digo pero envidio su cama reclinable, incluso sin drogas varias me valdría. Un día de reposo. Gloria bendita.
Pero cada cosa tiene su momento y ahora no me toca descansar.
Ahora me toca corretear de aquí para allá porque todo se ha juntado.
Me toca también sufrir dolor en casi todas partes por el abuso físico de estos días (y lo que queda) y/o por ser normalmente una vaga que no hace nada de ejercicio y, claro, luego pasa lo que pasa.
Pero bueno, sarna con gusto no pica que dicen y, si todo sigue tan bien como hasta ahora... que pique, que pique.

21 de octubre de 2014

Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.



Yo no sé cómo puede haber en el mundo tanto caos, enfermedad, falta de recursos, desigualdad, crisis económica, moral y mediambiental, corrupción, guerras, enfrentamientos, conflictos diplomáticos, desastres naturales... incluso, no sé, mala suerte.
Si allá a donde vayas, te encuentras un experto en cualquier materia o, si eres aún más afortunado, a uno o dos sabios por banda.
Con tanta inteligencia acumulada, tanto saber y buen hacer, la verdad que yo no sé. (*)





(*) Nótese, por favor, el carácter irónico de mis palabras.

20 de octubre de 2014

De la importancia relativa de las cosas

La verdad es que 14 horas en el hospital no importan.
Ni el madrugón.
Ni que te traten como a borregos al llegar.
Ni que pase una hora desde que se lo llevan a quirófano.
Y dos.
Y tres.
Y cuatro.
Y cinco.
Y seis.
Y siete.
Y tú sin saber nada...
Y entonces los mandas a todos a comer y, justo cuando estás sola te llaman, pero en vez de llevarte con él te meten en un despacho y te dejan ahí un par de minutos (pero oh, lo que da de sí una mente en dos minutos).
Y entonces te digan que la primera fase bien, pero empieza la segunda que durará de dos a tres horas.
Y que sean dos.
Que suman nueve.
Y otra de reanimación.
Pero entonces lo ves.
Y no importa que sea en un pasillo camino de la uci.
Porque sonríe y busca tu mano con la suya.
Y otra hora y media hasta que te dejan entrar a la uci.
Porque la alegría que le da verte lo compensa todo.
Todo.
Y, si encima está con el globo de la anestesia y se dedica a hacer broma de todo... Una se viene a casa más tranquila.
Por ahora todo ha ido bien, según lo planeado. Mañana estará más mustio, seguro y queda aún un largo y complejo postoperatorio, pero esta noche no voy a pensar en nada más que en esa mano buscándome y en la sonrisa con la que me ha recibido después.

19 de octubre de 2014

Tanto va el cántaro a la fuente...


Hoy he soñado que tenía un bebé.
Una preciosa, blandita y suave nena.
Estaba yo sentada en el sofá y ella acurrucadita en mi pecho, dormida.
Sentía sus movimientos leves y paseaba mis labios por su pelito fino.

(el inconsciente trata de decirme algo?)

18 de octubre de 2014

Accidentes caseros

Cuando pones a alguien que no está acostumbrado a ello, a desmontar y montar muebles, trasladar cajas y manejar herramientas (en especial a alguien como yo que en su día a día lo más peligroso que manipula es un quitagrapas), pasan cosas.
Cosas tipo que mi pobre Niño Bonito se de un golpe mientras subimos un armario por la escalera justo con el canto metálico que le deja un hematoma-corte nada mono en un muslo.
O que yo me atrape dos dedos con unas cestas metálicas Dios sabe cómo y que, cuando me encuentra luchando por liberarme cual cervatillo en un cepo, no sepa cómo sacarme pues, lo haga como lo haga, cada vez se aprietan más haciéndome creer que no sólo me voy a romper dos dedos, si no que lo haré muy lentamente... (al final he pegado un tirón kamikaze y los he podido sacar, con unas feas marcas en las articulaciones que a las horas se han hinchado y nada más).
Las mudanzas deberían hacerse solas.

17 de octubre de 2014

In pass...

Ya tenemos las llaves!!!
Lo que no tenemos es Internet... Así que si el blog está un poco feo estos días... espero que me lo perdonéis. Intentaré seguir publicando (si el móvil no se me rebela) pero, si no pudiera, prometo seguir escribiendo y subirlas todas a la que tenga conexión (ídem si se pone feo por el motivo que sea).

16 de octubre de 2014

De miedos y premoniciones


- No sé si es que yo estoy demasiado optimista con el tema, pero es que, no sé, a mí no me da miedo. Tenemos mucho que hacer pero somos un buen equipo, este piso lo montamos entero tú y yo solos y quedó genial, nos coordinamos muy bien...
- Si no me da miedo, pero estoy agobiada, tenemos que hacer el doble de la otra vez.
- A mí lo que me preocupa es que llamen para lo de tu padre y entonces tu estrés... Brrrrrrrup -acompaña la onomatopeya con un movimiento ascendente de las manos, del estilo burbujeante.
- Bueno, tengo más que asumido que este mes va a ser un volcán de estrés.

Como si mi Niño Bonito fuera brujo... Ayer nos llamaron. El Lunes lo operan.
(A-l-e-l-u-y-a).

15 de octubre de 2014

Las ganas de inventar y una tiza al cielo, marcarán la frontera de mi razón.


Ayer publiqué la entrada setecientos cincuenta de este blog.
No es que tenga nada que decir al respecto, pero me parecía algo a mencionar.
Solo... como dato informativo.

14 de octubre de 2014

“Welcome to Telepathics Anonymous. Don’t bother introducing yourself.”


Cuando era más joven, recuerdo que a veces nos preguntábamos con mis amigas qué súper poder nos gustaría tener.
Las había que querían volar, ser invisibles, poder mover cosas con la mente, teletransportarse... 
Yo siempre quise poder leer la mente, que no era, a priori, un poder muy guay.
Por entonces aún no sabía que la información es poder, eso lo descubriría de más mayor, pero sí que sabía que, si tuviera el don de la telepatía, nadie podría mentirme. Siempre tendría claras las intenciones de los demás.
(Ya por entonces me daba cuenta de que el ser humano se me escapa. De que me falta el sexto sentido para las personas que otros traen de serie).
Eso sería también una carga porque no podría creer tampoco las mentiras piadosas o las que a veces hacen funcionar las cosas, cuando conociera a alguien no habría curva de aprendizaje, lo podría saber todo desde el minuto uno, se acabaría la magia de ir descubriendo al otro.
Pero entre vivir en el desconocimiento o perder el misterio, mi elección estaba clara.

13 de octubre de 2014

Cuando una mañana me haya ido, no tendrás mío ni un recuerdo, solo un hueco en la almohada donde meter tu olvido.


Una vez la llamó pero, al no lograr localizarla, dejó un mensaje en su contestador.
Un mensaje que ella escuchaba y una otra vez.
Cuando lo echaba de menos.
O cuando sentía la locura cernirse sobre ella y necesitaba aferrarse a algo... algo que le dijera que lo suyo había existido, que había sido de verdad.
Algo real.
Tantas veces lo había oído, que llegó a memorizarlo.
Su voz grave, fingidamente contrariada, susurraba "Un mensaje? Pero... yo no quiero dejar un mensaje... yo lo que quiero es hablar... hablar con Ella".
Ese "Ella" la hacía estremecer cada vez que lo escuchaba. Despertaba un escalofrío que la recorría desde la base de la espalda hacia arriba y se extendía por sus brazos erizándole la piel.
Él siempre le decía que tenía voz de locutora de radio.
Ella siempre creyó (pero nunca le dijo) que él hubiera sido un gran doblador de cine.
Le gustaba especialmente aquel mensaje, porque sonaba como si realmente él necesitara hablar con ella.
(Aunque sabía bien que, lo más probable era que, solo fuera el tono que había querido infligir a sus palabras).
Así que, cuando la necesidad la desgarraba por dentro, escuchaba aquella grabación y se dejaba engañar por la idea de que él, a veces, también se sentía así.



12 de octubre de 2014

Nunca olvides que basta una persona o una idea para cambiar tu vida para siempre, ya sea para bien o para mal.



Hoy es uno de esos domingos en que la tristeza o la melancolía se quieren adueñar de mí.
Me persiguen por los rincones queriendo atraparme, tejen sus telas de araña para engancharme.
Se sienten como un peso en el fondo de la mente, como algo que quiere salir... y una extrañeza en la boca del estómago. Ahí, siempre, las siento ahí.
Podría decir que es que el día está gris, pero no colaría, es bien sabido que me encantan los días plomizos y estoy deseando que rompa a llover con esas tormentas que anunciaban ayer.
Podría achacarlo a los sueños de esta noche, pero no suelen perturbarme tanto.
Podría ser una acumulación de mucho de esto y de aquello... y, probablemente lo sea.
Pero lo cierto es que no importa, pues no estoy dispuesta a dejarme tomar, tengo demasiado que hacer para estar por ellas.
Cajas, paquetes, erradicar otra plaga de bichitos, lavadora, suelos, preparar papeleos, un trabajo de la uni... y tengo invitados/acoplados a comer. (Parte también buena de irme a donde me voy a vivir es que creo que allí se me acoplarán menos los domingos).
Así que lo siento chicas, voy a poner música y entregarme al cumplimiento del deber.
Hoy no es día para quedarme tumbada a lamerme las heridas, arrancarme costras o repasar cicatrices.

A veces las chicas tristes no tenemos tiempo para eso.
(A veces, también es cierto, no merece la pena).

11 de octubre de 2014

Mudarse


Oi, oi, oi.
Aún no tengo las llaves del nuevo nidito y ya tengo el presente (y ya antiguo en mi mente) desbarajustado.
Maletas llenas de ropa.
Cajas repletas de libros y objetos varios de no-necesidad.
Ornamentos retirados y guardados en espera de su traslado.
Cuadros descolgados y apilados en un escalón aguardando a su caja.

Cada vez que me topo con algún bulto que ocupa un lugar que debería de estar inocupado, atacando violentamente a mi sentido del orden, me da un tabardillo (y en el descansillo de las habitaciones me podría dar un scirocco), pero respiro hondo y me recuerdo que es por una buena causa. Que así avanzamos todo lo posible (que por en medio tiene que caer la cirujía paterna y entonces se me complicará todo exponencialmente y, además, el Niño Bonito este mes trabaja una exageración de días) para, cuando nos den el llaverito, empezar a mover trastos de acá para allá.
Y, si ya está empaquetado... mejor que mejor.
(Aún así el flus me da). 

Además, tengo movilizadas a todas mis compañeras de trabajo para la recolección de cajas de cartón y están respondiendo, como hormiguitas recolectoras, a un nivel sorprendente.
Las pinturas que adornarán mis nuevas paredes reposan -y pasean- en el maletero de mi coche.
Ya han venido a llevarse la mitad del mobiliario de terraza regalado para uso y disfrute de mi queridísima L y su recién llegada nenita.
Devoro catálogos y ya tengo prácticamente elegidos los pocos nuevos muebles que compartirán nuestro pisito.
Mi mente juguetea con los espacios por estrenar como si contruyera una casita para un sim.

Esto está en marcha, chicos... y aún me parece que está tardando en llegar.


10 de octubre de 2014

Money can't buy you happiness...

She said the wolf's just a puppy
and the door's double locked
so why you gotta worry me for

Creo que eso es cierto. Conocí a alguien, muy mucho, muy rico y tremendamente infeliz, porque todo en su vida era material, porque no sabía si las mujeres lo amaban solo por su dinero (su cuerpo escultural y su cara de pillo), si la gente se arrimaba a él por algo más que por su dinero, etc, etc, etc... Así que sé, de buena tinta, que no la da.

Pero también creo, fehacientemente, que la no ausencia de los dichosos billetitos de colores, aporta tranquilidad en ciertos aspectos en este mundo en el que vivimos. En muchos, la verdad.

No provengo de una familia adinerada, de hecho siempre he pensado que somos de la parte baja de la clase obrera. Un padre con un oficio de los de sol a sol, una madre pensionista (que, además, pronto salió de la escala económica familiar), un hermano que saltaba de trabajo precario en trabajo aún más precario y una niña que empezó a trabajar para pagarse la universidad y al final acabó estudiando poco y trabajando mucho cuando su padre, con 61 años, se quedó sin trabajo. Nunca me faltó de nada, eso no, pero tampoco nunca me sobró. Con el tiempo, no importan los motivos, resultó que yo me gano la vida mejor que ninguno de los demás y, desde hace ya algo así como unos diez años, asumí la responsabilidad de responder por tres. De ser el banco de mi padre y hermano, para cuando hay necesidad.

Hoy mi padre ha vendido una propiedad que no solo no nos aportaba nada, si no que daba una de problemas que pa' qué. Propiedad, además, compartida con esa hermana suya por la que no siento ningún afecto, motivo por el cual había que ponerle buena cara, hiciera-lo-que-hiciera.
No es que hayan ganado mucho, que no gana casi nada, pero da para que él liquide su hipoteca.
O, por asimilación, mi hipoteca.
De repente no me tengo que preocupar de cuánto logra estirar la pensión, ni de si la lavadora/microondas/nevera/tv/lo-que-sea se estropea, ni de si se rompe el embrague de la furgoneta, ni de si toca pagar la contribución, ni de si la renta este año le pega el palo, ni de si ha habido una fuga de agua, ni de si...
Si me quiero dar un capricho y pellizcar a mis ahorros no tendré que pensar en si ya ha pagado el seguro del coche y del piso, de los impuestos, de... o tirarme de los pelos cuando, una vez ya pellizcados, suceda un estropicio como me pasó recién llegada de Noruega.
Y, me parece mentira. No, no puedo decir que hoy sea más feliz que ayer, no.
Pero sí que voy a vivir un poco más tranquila.

Anything Goes - Cole Porter

9 de octubre de 2014

Si ves que no avanza na' tu barquita hay que sacar las manos y remar

But I keep cruising, can't stop, won't stop moving
It's like I got this music in my body and it's gonna be alright
 


Da igual si te levantas gris tirando a negro, negro-muy-negro, porque parece que el peso del mundo haya dormido encima de tu pecho.
O que el vaso está lleno no, desbordado y soltándolo todo en cascada (o maremoto).
No importa si de repente, en medio del cielo cada vez más azul, ves una luna enorme, redonda y preciosa que te hace sonreír, como quien ve a su enamorado.
Importa aún menos si ese programa de radio que te acompaña camino del trabajo está especialmente divertido y si, además, cuando el tráfico empieza a apretarse ponen una de esas canciones -esa de abajo- que te hacen bailar (léase, menear la cabeza y los hombros) y cantar (por no decir desgañitarte) al volante mientras vigilas con disimulo que no te vean el resto de conductores aunque, si lo hicieran, te daría igual.

8 de octubre de 2014

A palabras necias...


No se puede contar con nadie, esa es la verdad.
Y, además, parece que cuanto más bienintencionadas sean sus palabras, menos hará a la práctica.

¿Cómo puede alguien que no hace nada más que llamar cada semana, más o menos por teléfono, decirme a mí que haga "aún más"? ¿Es que tiene ni una ligera idea de lo que estoy haciendo? ¿Acaso puedo, no sé, qué, buscar al director de cirugía del hospital (suponiendo que sea quien se encarga de eso), ponerle una pistola en la cabeza y obligarle a operar ya a mi padre? ¿Cómo puede alguien a quien se le ha pedido ayuda expresamente y que ha dicho que no, con excusas demasiado vagas tener narices de decir algo así? 
Claro luego intenta arreglarlo preguntándome por la mudanza, o por mi hermano o por la reproducción de los caracoles. 

Podría cabrearme tanto, tanto, tanto... pero me da igual. 
Una rabieta de cinco minutos y ahora tranquilidad. Oídos sordos... 

7 de octubre de 2014

Hablar sin pensar es disparar sin puntería


La gente, en ocasiones, da asco.
No hay que darle vueltas, hay momentos en que es así y ya.
Y no importa qué sea lo que les une a ti, cuál sea vuestro vínculo.
A veces dan asco, sin más.
Entonces puedes cabrearte como una mona y montar un cirio.
O morderte la lengua pensando "Que te den". 
Y concentrate en la picadura de mosquito de tu muslo, que pica a rabiar.
Que molesta de verdad verdadera, no como lo otro.
Que solo molesta si le dejas molestar.

6 de octubre de 2014

Así es mi identidad, muñecas rusas que no acaban jamás

The problem is that I care way too much
about people who don't give a shit about me.


Vale. Ya basta. Ya pasó.



The Winds Will Bring You Home by Estas Tonne on Grooveshark
The winds will bring you home - Estas Tonne

5 de octubre de 2014

In three words I can sum up everything I've learned about life: it goes on

Each and every time I turn around to leave
I feel my heart begin to burst and bleed
So desperately I try to link it with my head
But instead I fall back to my knees


La vida sigue, sí, al menos hasta que se termina... y, hasta que eso llegue, creo que lo único importante es intentar ser feliz.
Para eso no tiene mucho sentido aferrarse a según qué (en realidad no deberíamos aferrarnos a nada). Pero claro, no es fácil dejar ir. No, nada fácil.
A veces llega un momento en que ni siquiera sabes porqué te aferras a determinadas cosas, circunstancias, esperanzas, ideas o personas.
La cuestión es que estás ahí, con las manos adheridas como si te hubieran enganchado con super glue... y, a pesar de lo simple que es abrir una mano, ese sencillo gesto que se aprende tan pronto... no puedes.
Y sigues ahí, agarrándote a algo tan insustancial como una nube o un hilo de humo.

Mi problema también es que lo quiero todo ya. Aunque haya cosas que sé que requieren de tiempo.
Unas veces mucho otras solo un poco, pero tiempo.
Por tanto, hay cosas para las que hay que esperar y yo odio las esperas. Como que aún no haya un hueco para meter a mi padre en quirófano y comenzar a estar un poco más cerca del fin.
O como cuando algo duele, tanto, tanto... sé que ninguna herida sangra eternamente, tarde o temprano se convierte en cicatriz.
Puede que quede una de las feas, de esas por las que además paseo a menudo los dedos, como si quisiera leer en ella el motivo de mi error, para no olvidarme nunca.
Y yo quiero acelerar el proceso, las coso con hilo negro, les pongo grapas que arrejunten la piel a ver si se engancha ya... pero eso no puede ser y solo me hago más daño.

Cada herida y problema requieren de su dosis de tiempo y nunca sabes cuánto es.

4 de octubre de 2014

La realidad es solo producto de una ilusión

I've got thick skin and an elastic heart
But your blade it might be too sharp
I'm like a rubberband until you pull too hard
I may snap and I move fast
But you won't see me fall apart
'Cos I've got an elastic heart


A veces se me agolpan las emociones en el centro del pecho.
Se me acumulan la pena, la frustración, el dolor y la desesperanza.
Y es como si se estuviera formando dentro de mí una supernova.
Una masa inestable de energía que, si no la controlo, me haría estallar en pedazos.
Dejando restos de mí pegados en el techo, las ventanas y las paredes.
Pero los ahogo, tragándomelos para que nadie se de cuenta.
Aunque luego se me pudran por dentro.
Se me enquisten ahí, justo al ladito del corazón, creando un montoncito de polillas muertas.
Donde un día hubo mariposas multicolores. 
Respiro hondo y miro al techo.
Espero a que el torbellino pase, me cubro con mi máscara de sonrisas y alegría y ya está.
De vuelta al mundo, todo va bien.

3 de octubre de 2014

Se la llevaron entre a tres, siempre se vuelve a escapar...


Es increíble lo débil que soy para algunas cosas.
Si alguien me pidiera que me definiera probablemente uno de los primeros adjetivos que saldría de mi boca sería fuerte.
Qué gracioso parece, a veces.
Supongo que todo el mundo tiene su talón de Aquiles, que todos tenemos alguna debilidad.
Supongo también (y ya, cariño mío, ya sé que te dan pampurrias cada vez que digo esto) que, si no puedes vencerlas, lo único que se puede hacer con ellas es contenerlas.
Aislarlas en algún lugar de ti. En tu propio refugio. Como si fuera material radioactivo y no dejarlo salir nunca.
Así, quizá, estés a salvo.

2 de octubre de 2014

Lo menos que podemos hacer, en servicio de algo, es comprenderlo.

 No man is an island, oh this I know... but can't you see, oh?
Maybe you were the ocean, when I was just a stone


No sirve de nada meter las penas en un cajón y esperar a que pase el tiempo.
Sería como esconder bajo la mesa el plato de comida que no nos gusta o no nos apetece.
Con el tiempo lo único que haría es pudrirse y comenzar a oler mal.

Soy de la opinión de que las cosas hay que digerirlas, tarde o temprano.
(O dejar que se nos enquisten, convirtiéndonos, con los años, en carne de diván o en seres amargados).
No significa que te achicharres la lengua a la primera de cambio: hay cosas que necesitan enfriarse un poco primero.
Pero, pasado ese tiempo prudencial... Hay que coger a ese dolor y examinarlo.
Observarlo desde todos los ángulos posibles para comprenderlo.
Exponerlo a la luz para que no se nos escape ningún matiz, relieve o textura. Diseccionarlo.
Saber porqué nos duele algo nos puede llevar a saber cómo hacer para que deje de doler.
Quizá. 

Black Flies by Ben Howard on Grooveshark
Black flies - Ben Howard

1 de octubre de 2014

Por mucho que quiera una niña tonta no puede convertirse en una bruja.


Hay ocasiones en las que me gustaría ser de esa gente que dice lo que piensa.
Lo que siente, pese a quien pese, peti qui peti
Una de esas "gaseosas".
Así quizá no me sentiría como me siento cuando las palabras se me agolpan en el estómago.
Cuando no sé si echarme a llorar o vomitar. 
Pero yo no soy así, no puedo (y en general no quiero).
Yo digo "Ah, vale" y trago. 
Luego procuro no llorar esas lágrimas que me harían sentir imbécil. 
Y no, nunca vomito.
Me digo que no importa, que da igual.
E intento creérmelo.