Los orgasmos son magia.
La naturaleza no podría haberle dado algo mejor al ser humano.
26 de febrero de 2012
23 de febrero de 2012
Disappear
Esto lo escribí hace tiempo, creo que cuando adopté el sobrenombre de ficticia...
"Estoy desapareciendo” – piensa tendida en la cama – “y sólo se darán cuenta por el vacío físico que provocará mi ausencia.”
Todo empezó unos meses atrás.
Primero se dio cuenta de que una de sus amigas caía en un estado de ensoñación cada vez que le explicaba cualquier cosa que no fuera de su interés (alguna información privilegiada, algún cotilleo, o algo que le hubiese preguntado directamente), su mirada se perdía y su cabeza empezaba a asentir automáticamente según la cadencia de su habla. Llegó a plantearse cambiar de idioma sin previo aviso en sus intervenciones, explicarle una supuesta abducción o la aparición de un elefante rosa en su salón para ponerla a prueba, pero lo descartó, por innecesario y vergonzoso.
“No le importa mi vida, tampoco pasa nada”, pensó.
Después, empezó a suceder que no era capaz de mantener la atención en sus palabras en grupos de más de tres personas (incluyéndola a ella). Aunque estuviese hablando, siempre había alguien con más tono de voz, más carisma o con palabras más interesantes que las suyas por lo que la atención de los demás era atraída por esta persona, dejándola hablado al aire de la habitación.
Lo cierto es que no se atrevió a comentar esto con nadie, ya que, sentía que hacía mal, que lo que los demás esperaban de ella, era a esa chica callada en la esquina de la mesa que se limita a sonreír y asentir. A esa chica que no se enfada y que disimula cuando se ve claramente ignorada.
Otro día, una amiga comentó, entre risas, que otra persona no había reparado en su presencia, en una mesa de 6 personas.
La cosa se fue agravando cuando los camareros empezaron a ignorarla en los cafés, cuando su novio empezó a olvidar llamarla o quedar con ella, cuando sus compañeros de trabajo empezaron a no darse cuenta de que ella ocupaba su mesa, cuando los desconocidos intentaban sentarse en el asiento que ella ocupaba en el autobús…
“Es culpa mía” – pensó- “por ser cómo soy. Por intentar con tanto empeño ser como los demás quieran que sea que ni siquiera se cómo soy en realidad. Por no tener valor para discutir, para contestar o para enfrentarme cuando debía. Por no saber decir que no y frenar a los otros cuando tocaba.” – mira sus piernas al sentir un cosquilleo extraño, y ve que se están desvaneciendo- “Me he esforzado tanto por gustar a los demás, por pasar desapercibida y no llamar la atención que me he relegado al olvido” –su cuerpo, más allá del cuello, tiene un aspecto fantasmagórico, casi transparente y el cosquilleo empieza a ascender por su cara- “Me he condenado a la desaparición y ya no hay vuelta atrás.”
Cuando su compañera de piso entra en la habitación y descubre que no está no le da ninguna importancia. Al día siguiente, nadie repara en que no ha ido a trabajar.
Dos semanas más tarde su jefe, cae en la cuenta de que los informes se están acumulando, sin que nadie los revise, catalogue y archive; y su compañera de piso ve que las tareas que le corresponden llevan días sin hacerse, que su comida está empezando a estropearse.
La policía investigó durante unos meses y finalmente un juez dictaminó que se trataba de un típico caso de “desvanecimiento por exceso de discreción” y la condenó a dos años de reclusión y trabajos forzados, para fomentar su mal genio, en caso de que reapareciese.
También conocido como:
Delirios llamen a un médico
16 de febrero de 2012
Mis obsesiones van aumentando y amenazan con tomar las riendas mientras yo me autocastigo sin que mi entorno lo note. Son sutilezas, cosas normales llevadas un poquito al extremo, pero la gente ya no presta atención a aquello que no es claramente evidente.
Y gran parte es culpa de la gente. Comentarios bien intencionados o simplemente "desintencionados" de personas de tu entorno que no se paran a leer entre líneas o no se molestan en mirar un poquito en tus ojos, porque ay si se asomasen por un momento a mis ojos! Siempre me han traicionado ante los buenos observadores, pero, por suerte para mí, me rodean personas que no saben/no quieren/no les interesa ver más allá de estos espejos verdes y esta falsa sonrisa.
Quizá sea que soy buena actriz y que echo mano, más de lo habitual, de la máscara de porcelana ocultando al monstruo que se empeña en no volver a su catacumba.
Todos tenemos secretos y una parte oscura. Me gustaría, a veces, dejar salir a esa otra yo menos amable, más mordaz y contundente. Pero no. Cada uno interpreta su papel en esta vida, y el mío no es ese.
8 de febrero de 2012
"Tenía ganas de estar a solas contigo, D reclama tanto tu atención que a veces me siento desplazado cuando estamos con él".
Esa es la conclusión de mi pareja tras un fin de semana con mi amigo D y su pareja.
Pensaba que lo de D era algo que yo me imaginaba y me alegro de que mi chico no sea celoso, aunque no sé qué pensará la pareja de D...
También conocido como:
El niño bonito,
Fragmentos de vida,
Personitas adorables
1 de febrero de 2012
Los halagos en la vida real, que no la bloggera, son algo que recibo siempre con una cierta reticencia. El halagador no se da cuenta, no temáis, yo sonrío e incluso, según lo que me digan, me sonrojo tiernamente... Pero en mi interior siempre se enciende una cierta alarma. No sé si es mi falta total de autoestima que me hace no creerme merecedora de ellos o mi absoluta falta de confianza en el género humano que me hace no esperar, por lo general, nada bueno de los otros. He de aclarar que distingo entre los halagos espontáneos -los alarmantes- y los que se hacen por obligación como cuando mi suegra le dice a su hijo, mi cuñado, que está más delgado y acto seguido se gira hacia mí diciendo "verdad que sí?" ¿Qué se supone que tengo que contestara si no es un halago-por-obligación? Para mí hay tres tipos de motivos de halago digamos, espontáneo:
- El interés. Al que podríamos definir como motivo number one. Ya sea un interés de simple ligoteo o como medio para conseguir algo. E incluyo aquí los comentarios "bienquedas" porque, al fin y al cabo, los motiva un interés subyacente, de quedar bien, sí, pero lo son.
- La costumbre. Esos son los que dicen esas personas que lo hacen por naturaleza o por hábito. Me refiero a esa amiga que ves cada dos meses y siempre te dice que estás más delgada, como si en algún momento fueras a desaparecer, o los que se dicen a menudo fruto de la convivencia.
- La sinceridad. Raro suceso que se puede observar, en algunas ocasiones, en las relaciones interpersonales de los humanos.
Todo esto viene a que, en dos semanas, he recibido halagos de dos amigos de mi pareja. Lo lamento, llámenme desagradecida si quieren pero, sin motivación oculta... No acabo de entender a qué vienen.
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