17 de abril de 2020

"Freud decía que los sueños son producto del inconsciente, algo así como el sistema digestivo de la mente, pues la liberan de múltiples cargas", Silvia Figari.

Veo mucho por redes que la gente está teniendo sueños raros.
Es algo normal, dada la situación (confinamiento, virus, muertos...), no entraré a analizar el motivo. La cuestión es que yo tampoco me iba a librar.
Empezaron la semana pasada, más que pesadillas son sueños incómodos, de los que despierto como rara.

El primero fue que estaba embarazada, a punto de parir y, dado el virus, me llamaban del hospital planeado para decirme que allí no podía ir, que me asignarían otro. Pero ese mismo día me ponía de parto (dicen que el dolor se olvida... ya os digo yo que no) y andaba por casa, con contracciones, llamando a mil sitios y en todos me decían que no, y tampoco sabía dónde llevar a BB...
Hubo un par mas en los que experimentaba algún tipo de rechazo,(de algún hombre?), pero ya no los recuerdo con bastante detalle para ponerlos por escrito.

Esta noche he soñado que uno de mis antiguos jefes era acuchillado en los brazos por una mujer, creo que amante. Por algún motivo yo debía ir a su casa a cuidar de él, estaba grave a pesar de solo tener unos cortes en los antebrazos. En su mismo edificio vivía mi supuesto novio, pareja, amante... total, que después de llevar comida al exjefe, me iba a casa del novio y, en su extraña casa con cuatro cuartos de baño (las casas de propociones imposibles con miles de habitaciones son las favoritas de mi subconsciente) y varias bañeras por baño... resulta que coleccionaba cadáveres de mujeres. En un momento que él ha ido no sé a dónde, yo he entrado en un baño y, al correr la cortina me encontraba con el panorama.

Si la cosa se sigue poniendo gore esta noche promete, la verdad.

13 de abril de 2020

Gratitude makes sense of our past, brings peace for today, and creates a vision for tomorrow. -Melody Beattie-

Una cosa por la que estoy francamente agradecida es que el confinamiento me haya pillado en este piso y no en el anterior.

El piso era alargado y solo el salón daba a la calle, el resto a un patio interior, bastante amplio, sí pero no es lo mismo. Aquí tenemos luz, a raudales, en todas las habitaciones.
Teníamos solo dos habitaciones, así que mi despacho era una mesita diminuta de ikea, embutida entre el sofá y la pared de la cocina. Aquí tengo una habitación con una mesa decente y, sobre todo, una puerta que se puede cerrar si lo necesito.

El piso en sí tenía un aislamiento escaso por no decir ridículo, en todos sus aspectos: tanto al exterior como entre pisos.
Teníamos vecinos arriba y abajo.
Abajo: un hombre de unos cuarenta y pocos, sumamente extraño, que convivía con dos gatos preciosos. Fumaba en el patio interior enviando el olor patio arriba y mantenía una relación tormentosa con una mujer que iba y venía. Se peleaban a gritos todos los domingos a las 7 de la mañana, religiosamente y, cuando ella no estaba, ponía la tv como si fuera un cine, con todas las ventanas abiertas, para deleitar al vecindario. De noche.
Arriba: una pareja de la misma edad con tres hijos en pre y plena adolescencia y un perro. Su modelo de crianza consistía básicamente en gritar, cuanto más alto mejor. Dar golpes, arrastrar muebles. La madre siempre, todo el tiempo, a gritos. El padre menos, pero cuando se metía siempre era gorda, especialmente con el hijo mayor. La cosa solía acabar con la madre gritando “suéltalo” y, cuando lo soltaban, el hijo saliendo de casa con un portazo. (Un crio de unos 14 años, de madrugada). Al perro ni se molestaban en educarlo, todos los días, todos, pasaba ladrando una media hora entre las 21 y las 22.

Hace aproximadamente una semana vinieron a mi mente. Pensé en lo que debe estar pasando en esos pisos teniendo que estar encerrados dentro. Y luego pensé en lo que nos habría tocado aguantar viviendo aún allí.
Aquí no tenemos vecinos arriba, solo hay tejado. Abajo hay un local sin uso, los dueños lo utilizan como garaje y, cuando se puede salir, vienen a veces sus hijos preadolescentes a jugar a pin pon y escuchar música. A la izquierda hay una casita en la que o no viven o no se oyen. A la derecha, hay una familia. Un hombre de unos cincuenta y muchos, su hija treintañera con sus dos hijas pequeñas (una va a la guardería con BB) y su pareja. El abuelo es un tanto extraño, pero no molestan. Solo se oye el ruido de la ducha y si alguna de las niñas llora de noche.

Sí, sin duda, doy gracias por estar aquí y no allí.


5 de abril de 2020

Cosas que haré cuando podamos salir:


Cosas que haré cuando podamos salir:

- Ir a ver a mi padre.
- Evitar todas las fiestas que todo mi entorno dice que "tenemos que hacer" (Grinch mood, lo sé).
- Sacar la reflex de su escondite y sacarle provecho.
- Llevar a BB al bosque a pasear, mucho más a menudo.
- Arreglar la bici y salir en familia.
- Mantener algunos buenos hábitos adquiridos durante el confinamiento.
- No dejar que vuelvan falsos mitos que tenía metidos en la cabeza y se han demostrado falsos.
- Aprovechar para evitar todo aquel contacto físico que me incomoda (antes disimulaba, ahora tendré un motivo).
- Poner en práctica esos planes para cuando "vuelva la rutina" (se oye demasiado que BB no tendrá cole hasta septiembre).

4 de abril de 2020

Tic tac



Él estaba sonriendo, pero en ese momento, la sonrisa vaciló, como si se hubiese quedado perplejo. Sus ojos se habían oscurecido; parecía mirar hacia dentro consultando algún artefacto interior que giraba correctamente, pero que, a fin de cuentas, él comprendía tan poco como el hombre común comprende el funcionamiento de su reloj -Stephen King-