Yo lo que quiero es follarte hasta que se nos olviden nuestros nombres.
Que tu cuerpo sea todo mi mundo y lo que haces con el mío lo único que pueda sentir.
Que tus manos expertas me desarmen y tu boca me devore.
Perderme en tu lengua y fundirme en tus brazos.
Explorar cada centímetro de ti hasta aprenderme cada peca, mancha, cicatriz o recoveco.
Que te pierdas en mi piel y te enredes en mi pelo.
Que acaricies mi oreja con tus labios mientras me susurras cualquier cosa con esa habilidad tuya para hacer con las palabras lo que te da la gana.
Hacerte perder el control una y otra y otra vez.
Cederte todo el poder y ver la malicia en tus ojos y tu sonrisa al tenerlo. Que me sometas.
Oírte decir mi nombre y que me hagas pedir clemencia.
Aferrarme a ti con brazos y piernas mientras te hundes en mí, ahogando a embestidas a esa tristeza que te persigue. Morderte el hombro hasta hacerte chillar.
Apretarme contra ti para que llegues más adentro.
Y cuando todo termine abrazarte hasta que te quedes dormido.
Sin promesas de amor eterno, sin todas las mentiras que tantas veces nos dijeron, y dijimos, con algo de cariño y mucho afecto. Acariciar tu pelo. Recorrer con un dedo tu nariz y dibujar tus labios.
Que lo beses y me estreches en tus brazos.
La paz en tu cuerpo.